Desconocemos muchos aspectos de la complejidad de los comportamientos sociales que se desarrollaron al amparo de la gran montaña sagrada, pero al igual que ocurría en ámbitos norteafricanos o canarios comparables (Atlas, Caldera de Taburiente), los guanches ocuparon el extenso territorio de Las Cañadas del Teide, explotando recursos de gran valor de uso y simbólico. Nos referimos a los pastos de montaña, la nieve y los pastos de montaña, la nieve y los recursos hídricos, los elementos vegetales no forrajeros, las obsidianas y los basaltos vacuolares, entre otros. Estas actividades dejaron un largo repertorio de evidencias arqueológicas que se extienden por todo el territorio, estando presentes incluso en cotas por encima de los 3000 metros de altitud. Las estructuras habitacionales de superficie son las evidencias arqueológicas más características, destacando los restos de los muros de piedra seca de las antiguas cabañas de planta circular u oval.
Algunas manifestaciones arqueológicas son muestra del preciso conocimiento que tenían de este complicado territorio y de sus posibilidades de uso. Ejemplos significativos son los restos arqueológicos que delimitan una vieja red de caminos de acceso a la cumbre, reutilizadas con posterioridad pero que tuvieron su origen en las antiguas rutas guanches, o las evidencias de clara filiación aborigen que recientemente hemos reconocido en torno a antiguas fuentes y neveros del Teide, a más de 3150 metros de altitud. En el mundo de las creencias guanches, el Teide no sólo se asociaba al fuego sino también a la nieve y al hielo.
Maria Gomes Díaz
Febrero de 2014.
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