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[EL ENTIERRO]
Se largaron, como
he dicho, A disponer el entierro;
4985 Cuando me acuerdo, me aterro; Me puse a llorar a gritos Al verme allí tan sólito Con el flnao
y los perros.
Me saqué el
escapulario,
4990 Se lo colgué al pecador; Y como hay en el Señor Misericordia infinita, Rogué por la alma bendita Del que antes jué mi tutor.
4995 No se calmaba mi duelo De verme tan solitario. Ahí le champurrio ** un rosario Como si juera mi padre, Besando el escapulario
5000 Que me había puesto mi madre.
«Madre mía, gritaba
yo, Dónde andarás padeciendo. El llanto que estoy virtiendo Lo redamarías por mí,
5005 Si vieras a tu hijo aquí
Todo lo que está
sufriendo.»
Y mientras ansí
clamaba Sin poderme consolar, Los perros, para aumentar
5010 Más mi miedo y mi tormento, En aquel mesmo momento Se pusieron a llorar.
Libre Dios a los
presentes De que sufran otro tanto;
5015 Con el muerto y esos llantos Les juro que falta poco Para que me vuelva loco En medio de
tanto espanto.
Decían entonces las
viejas,
5020 Como que eran sabedoras, Que los perros cuando lloran Es porque ven al
demonio; Yo creía en el testimonio Como eré siempre el que inora.
5025 Ahí dejé que los ratones Comieran el guasquerío "•; Y como anda a su albedrío Todo el que güérfano queda, Alzando lo que era mío
5030 Abandoné aquella cueva.
Supe después que
esa tarde Vino un pión y lo enterró.
Ninguno lo acompañó Ni lo velaron
siquiera;
5035 Y al otro día amaneció Con una mano de juera.
Y me ha contado
además El gaucho qué hizo el entierro (Al recordarlo me aterro,
5040 Me da pavor este asunto) Que la mano del dijunto Se la había comido un perro.
Tal vez yo tuve la
culpa, Porque de asustao me fui.
5045 Supe después que volví, Y asigurárselos puedo, Que los vecinos, de miedo, No pasaban
por allí.
Hizo del rancho
guarida
5050 La sabandija más sucia. El cuerpo se despeluza "• Y hasta la razón se altera; Pasaba la noche entera Chillando allí una lechuza.
5055 Por mucho tiempo no pude
Saber lo que me pasaba. Los trapitos con que
andaba Eran puras hojarascas, Todas las noches soñaba
5060 Con viejos, perros y guascas.
Debes maldecir, mé
dijo, A todos tus conocidos. Ansina el
que te Ha ofendido Pronto estará
descubierto.
5125 Y deben ser maldecidos
Tanto vivos como
muertos.»
Y me recetó que hincao En un trapo de la viuda Frente a una planta de ruda
5130 Hiciera mis oraciones,
Diciendo: «No
tengas duda, Eso cura las pasiones.»
A la viuda en
cuanto pude, un trapo te manotié "•;
5135 Busqué la ruda y al pié,
Puesto en cruz,
hice mi reso; Pero, amigos, ni por eso De mis males me curé.
Me recetó otra ocasión
5140 Que comiera abrojo chicó . El remedio no me esplicó, Mas, por desechar él mal, Al ñudo en un abrojal fi a ensangrentarme el hocico.
5145 Y con tonta medectaa Me parecía que sanaba; Por momento se aliviaba Un poco mi
padecer. Mas si a la viuda encontraba
5150 Volvía la pasión a arder.
Otra vez qué
consulté Su saber estraordínário, Recibid
bien su salario Y me recetó aquel pillo
5155 Que me colgase tres grillos Ensartaos como rosario.
Por fin, la última
ocasión Que por mi mal lo fi a ver. Me dijo: «No, mi saber
5160 No ha perdido su vürtú: Yo
te daré la saber, No triunfará esa muger.»
«Y teñe fe en el
remedio. Pues la cencía no es chacota;
5165 De esto no entendés ni Jota. Sin que
ninguno sospeche, Córtale a un negro tres motas Y nácelas hervir en leche.»
Yo andaba ya
desconfiando
5170
De la curación maldita, Y dije: «Este
no me quita La pasión que me domina; Pues
que viva la gallina, Aunque sea con
la pepita.»
5175
Ansí me dejaba andar
Hasta que en una ocasión El cura me echó un sermón, Para curarme, sin duda, Diciendo que aquella viuda
5180 Era hija de confisión.
Y me dijo estas palabras, Que nunca
las he olvidao: «Has de saber que el finao Ordenó
en su testamento
5185 Que naides
de casamiento Le hablara en lo sucesivo, Y
ella prestó el juramento Mientras él estaba
vivo.»
«Y es preciso que
lo cumpla,
5190 Porque ansí lo manda Dios. Es necesario que vos No la vuelvas a buscar, Porque si
llega a faltar Se condenarán los dos.»
5195 Con semejante
alvertencia Se completó mi redota; Le vi los pies a la sota, Y me le alejé a la viuda Más curao que con la ruda,
5200 Con
los grillos y las motas.
Después me contó
un amigo Que al juez le había dicho el cura «Que yo era un cabeza dura Y que era un mozo
perdido,
5205 Que me echaran del partido "', Que
no tenía compostura.»
Tal vez por ese
consejo, Y sin que más causa hubiera Ni que otro motivo
diera,
5210 Me agarraron redepente
Y en el primer
contingente Me echaron a la frontera.
De andar
persiguiendo viudas Me he curado del deseo.
5215 En mil penurias me veo; Mas pienso volver
tal vez A ver si sabe aquel juez Lo que se ha hecho mi rodeo.
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