miércoles, 31 de julio de 2013

MARTIN FIERRO XXVIII




18
[EL ENTIERRO]
Se largaron, como he dicho, A disponer el entierro;
4985    Cuando me acuerdo, me aterro; Me puse a llorar a gritos Al verme allí tan sólito Con el flnao y los perros.
Me saqué el escapulario,
4990    Se lo colgué al pecador; Y como hay en el Señor Misericordia infinita, Rogué por la alma bendita Del que antes jué mi tutor.

4995    No se calmaba mi duelo De verme tan solitario. Ahí le champurrio ** un rosario Como si juera mi padre, Besando el escapulario
5000    Que me había puesto mi madre.
«Madre mía, gritaba yo, Dónde andarás padeciendo. El llanto que estoy virtiendo Lo redamarías por mí,
5005    Si vieras a tu hijo aquí
Todo lo que está sufriendo.»
Y mientras ansí clamaba Sin poderme consolar, Los perros, para aumentar
5010    Más mi miedo y mi tormento, En aquel mesmo momento Se pusieron a llorar.
Libre Dios a los presentes De que sufran otro tanto;
5015    Con el muerto y esos llantos Les juro que falta poco Para que me vuelva loco En medio de tanto espanto.
Decían entonces las viejas,
5020    Como que eran sabedoras, Que los perros cuando lloran Es porque ven al demonio; Yo creía en el testimonio Como eré siempre el que inora.
5025    Ahí dejé que los ratones Comieran el guasquerío "•; Y como anda a su albedrío Todo el que güérfano queda, Alzando lo que era mío
5030    Abandoné aquella cueva.
Supe después que esa tarde Vino un pión y lo enterró. Ninguno lo acompañó Ni lo velaron siquiera;

5035    Y al otro día amaneció Con una mano de juera.
Y me ha contado además El gaucho qué hizo el entierro (Al recordarlo me aterro,
5040    Me da pavor este asunto) Que la mano del dijunto Se la había comido un perro.
Tal vez yo tuve la culpa, Porque de asustao me fui.
5045    Supe después que volví, Y asigurárselos puedo, Que los vecinos, de miedo, No pasaban por allí.
Hizo del rancho guarida
5050    La sabandija más sucia. El cuerpo se despeluza "• Y hasta la razón se altera; Pasaba la noche entera Chillando allí una lechuza.
5055    Por mucho tiempo no pude Saber lo que me pasaba. Los trapitos con que andaba Eran puras hojarascas, Todas las noches soñaba
5060    Con viejos, perros y guascas.


Debes maldecir, mé dijo, A todos tus conocidos. Ansina el que te Ha ofendido Pronto estará descubierto.

5125    Y deben ser maldecidos
Tanto vivos como muertos.»
Y me recetó que hincao En un trapo de la viuda Frente a una planta de ruda
5130    Hiciera mis oraciones,
Diciendo: «No tengas duda, Eso cura las pasiones.»
A la viuda en cuanto pude, un trapo te manotié "•;
 5135    Busqué la ruda y al pié,
Puesto en cruz, hice mi reso; Pero, amigos, ni por eso De mis males me curé.
Me recetó otra ocasión
5140    Que comiera abrojo chicó . El remedio no me esplicó, Mas, por desechar él mal, Al ñudo en un abrojal fi a ensangrentarme el hocico.
5145    Y con tonta medectaa Me parecía que sanaba; Por momento se aliviaba Un poco mi padecer. Mas si a la viuda encontraba

5150    Volvía la pasión a arder.
Otra vez qué consulté Su saber estraordínário, Recibid bien su salario Y me recetó aquel pillo
5155    Que me colgase tres grillos Ensartaos como rosario.

Por fin, la última ocasión Que por mi mal lo fi  a ver. Me dijo: «No, mi saber

5160    No ha perdido su vürtú: Yo te daré la saber, No triunfará esa muger.»
«Y teñe fe en el remedio. Pues la cencía no es chacota;
5165    De esto no entendés ni Jota. Sin que ninguno sospeche, Córtale a un negro tres motas Y nácelas hervir en leche.»
Yo andaba ya desconfiando
5170    De la curación maldita, Y dije: «Este no me quita La pasión que me domina; Pues que viva la gallina, Aunque sea con la pepita.»
5175    Ansí me dejaba andar
Hasta que en una ocasión El cura me echó un sermón, Para curarme, sin duda, Diciendo que aquella viuda

5180    Era hija de confisión.
Y me dijo estas palabras, Que nunca las he olvidao: «Has de saber que el finao Ordenó en su testamento
5185 Que naides de casamiento Le hablara en lo sucesivo, Y ella prestó el juramento Mientras él estaba vivo.»
«Y es preciso que lo cumpla,
5190    Porque ansí lo manda Dios. Es necesario que vos No la vuelvas a buscar, Porque si llega a faltar Se condenarán los dos.»
5195    Con semejante alvertencia Se completó mi redota; Le vi los pies a la sota, Y me le alejé a la viuda Más curao que con la ruda,

5200    Con los grillos y las motas.
Después me contó un amigo Que al juez le había dicho el cura «Que yo era un cabeza dura Y que era un mozo perdido,
5205    Que me echaran del partido "', Que no tenía compostura.»
Tal vez por ese consejo, Y sin que más causa hubiera Ni que otro motivo diera,
5210    Me agarraron redepente
Y en el primer contingente Me echaron a la frontera.
De andar persiguiendo viudas Me he curado del deseo.
5215    En mil penurias me veo; Mas pienso volver tal vez A ver si sabe aquel juez Lo que se ha hecho mi rodeo.




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