Eduardo Pedro García Rodríguez
1581 Marzo. Una Flotilla Francesa compuesta de dos navíos al mando
de los capitanes Le Testu y la
Motte, ataca la isla de Titoreygatra (Lanzarote).Capturan 3
navíos anclados en el Puerto de Arrecife y desembarcan en el, saqueando de paso
los caseríos próximos. Al intentar avanzar hacia la Villa de Teguise son
rechazados por el Conde de Lanzarote con las milicias de la isla.
Tuvo lugar un ataque francés a
Lanzarote, por los capitanes Le Testu y La Motte. Los documentos
españoles hablan de "Giraldo Tetu"
y "Nyculao Mota". Como
jefes de la flotilla, y hemos pretendido identificar al primero con un hermano
o pariente del famoso cosmógrafo y navegante Guillaume Le Testu, a quien vimos
morir auxiliando a Drake en las costas de Nueva España el año 1573; ambos,
Giraldo y Guillaume, eran naturales de El Havre, y basándonos en esta comunidad
de cuna y en la semejanza de sus apellidos, establecemos la identificación. En
cuanto al segundo capitán Nyculao Mota reconocemos en él a Nicolas La Motte, capitán francés que
dos años antes, en 1579, había combatido con una escuadra portuguesa a la
altura de Pernambuco.
Componían la flotilla francesa
dos navíos de 100 y 150 toneladas, artillados cada uno con seis piezas de
hierro colado, y llevando abundante arcabucería. Su tripulación la componían
unos cien hombres, y tenían como principal objeto comerciar con los portugueses
de la torre de Arguin y de las islas de Cabo Verde, para lo cual llevaban en sus
bodegas 45 fardos de telas y paños de Ruan, 6 cofres de mercaderías variadas y
diversas barras de hierro.
Eran sus armadores (según la
difícil ortografía española que no hemos en este caso podido identificar) seis
ciudadanos de Ruan: los hermanos Nicolao y Cornelio Mariaxe, Jean Buduyn,
monsieur De Cablet, almojarire de El Havre y monsieur De Bretagny, y la
expedición estaba autorizada por el vicealmirante de Normandía La Meilleraye
("mosior de la Myllarada, almirante e lugarteniente del Almirante de Francia",
según los documentos españoles).
Ahora bien; si tenemos en cuenta
que por esta fecha, marzo de 1581, Catalina de Médicis había enviado (o
enviaría tiempo más tarde) diferentes expediciones a las colonias portuguesas
para sublevarlas en favor de don Antonio, prior de Crato, como la de Antoine
Scalin en mayo de 1581 a
las Azores, y las de jefe ignorado al Brasil y al castillo de Elmina, hay que
pensar forzosamente que la expedición de Le Testu- La Motte, bajo la apariencia de
viaje comercial-así se hicieron algunas de las otras-, debía llevar por
auténtica misión establecer contacto entre el pretendiente portugués y las
colonias lusitanas.
La flotilla francesa se hizo a la
vela en El puerto de El Havre en el mes de febrero de 1581, dirigiéndose a las
costas de Portugal y de allí a las Islas Canarias. La primera que avistaron fue
la de Lanzarote, a mediados de marzo, en cuyo puerto de Arrecife recalaron con
ánimo de piratear.
Los franceses aseguraron más
tarde que habían desembarcado en tierra con bandera de paz y con propósito de
comerciar lícitamente; pero de ser cierta esta última determinación no se
compagina con sus primeros actos de vandalismo al tratar de apoderarse de los
navíos españoles allí surtos y saquearlos a mansalva.
Se hallaban entonces fondeados en
el puerto de Arrecife tres navíos españoles: dos, cargados de trigo, que se
remitía a España, y otro de lana y quesos para vender en la isla de la Madera. Verlos los
franceses y lanzarse sobre ellos fué cuestión de breves segundos.
Con este fin prepararon varias
barcas, y acercándose a los navíos ahuyentaron a sus tripulantes a tiro de
arcabuz y los asaltaron por la fuerza. Los franceses registraron los navíos sin
quedar satisfechos de sus búsquedas, pues cuando comunicaron a Le Testu que contenían
trigo, éste respondió decepcionado "que
no quería ni trigo ni navíos". No obstante, las dos embarcaciones
menores fueron saqueadas y su cargamento trasladado al navío mayor, que
pretendían incorporarlo a la flota.
Pero no contaban los atacantes con
las condiciones especiales del puerto de Arrecife, que requería marea alta para
entrar y salir en el mismo; y así es que cuando fueron a franquearlo se
encontraron con la barrera natural de escollos que impedían la salida.
Entonces optaron los franceses
por desembarcar en tierra para robar, quizá con la esperanza de encontrar
alguna provisión de buen vino, que era al parecer lo que con tanta ansiedad
olfateaban.
La noche la pasaron, pues, los
franceses en tierra en el saqueo y quema de algunos caseríos próximos, hasta
que al amanecer una escuadra de 50 soldados con bandera decidió avanzar hacia
la villa con ánimo de intimidar al conde de Lanzarote, obligándole a proveerlos
de los víveres, mantenimientos y bebidas que necesitaban.
Este; que ya tenía concentradas
sus fuerzas en el castillo de Guanapay, desde donde miraba vigilante los
menores movimientos del enemigo, al darse cuenta de que avanzaban en tan corto
número sobre la villa decidió cortarles el paso con sus milicias, y lanzándoles
en vanguardia su propia infantería morisca, escaramuzaron contra ellos con tal
ímpetu que les forzaron a huir precipitadamente, dejando en el campo tres
muertos y un prisionero, sin otra baja por su parte que la del
"quintador" Juan de León, que resultó herido en la refriega.
El prisionero, a quien a duras
penas pudo salvar Rodrigo Barrios de las iras de los naturales, dispuestos a
dejarlo tendido en tierra como a sus compañeros, llamábase Tomás Limonyer, y
era natural de la comarca de Ruan.
Los franceses que huían se
refugiaron entonces en el navío español que tenían dispuesto en el puerto de
Arrecife, pero no sabiendo maniobrar con él hábilmente y viendo que los
naturales desde las cercanías les atacaban "con
piedras", sin descanso y con habilidad extraordinaria, tuvieron a la
postre que desampararlo reembarcándose en sus propios buques.
Así acabó el desembarco de los
capitanes Le Testu-La Motte en Arrecife, cuyo recuerdo totalmente desvanecido
resucita ahora merced a la declaraciones de Tomás Limonyer y de algunos naturales
testigos presenciales del mismo.
El conde de Lanzarote entregó el
prisionero a Esteban de Jerez para que lo pusiese a disposición del Santo
Oficio en Gran Canaria (prueba de que debía ser luterano), y en abril de 1581
ingresaba en las cárceles de la
Inquisición en Las Palmas, sin que nada más sepamos de su
suerte. (En: A. Rumeu de Armas, 1991).
eduardobanchomo@gmail.com
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