lunes, 3 de febrero de 2014

CAPÍTULO XLV-VIII

EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1841-1850

CAPÍTULO XLV-VIII



Eduardo Pedro García Rodríguez

1847 Septiembre 25.
Inventario General de la Batería de Santa Teresa, ubicada en la Plaza de Santa Cruz de Tenerife.

El Camino que del de la línea dirige á la Batería en la unión del Barranco de Tahodio está obstruido por una pared de Piedra.

Entrada á la Batería. Batería y Esplanadas. Se verifica por una rampa de 11 varas de largo por 4 de ancho empedrada y con muro á derecha e izquierda de tosca y barro encalado y alveado de cuchara en buen estado; dha Batería consta de 21 varas de diámetro por 78 de circunferencia, 6 cañoneras y su parapeto de piedra tosca, 6 esplanadas con su correspondiente banqueta de pretiles de piedra viva y lo restante del emplazamiento empedrado en buen estado.

Cuerpo de Guardia. Frente á la batería hay una puerta de una hoja de tea deteriorada con una argolla, cerradura y llave que gira sobre quicialeras y dá entrada á una pieza que sirve de Cuerpo de Guardia de 7 varas de largo por 5 de ancho, 2 ventanas de una hoja de tea con sus gualderos piso y sobrepuerta en buen estado giran sobre quicialera y les sirve de tranca un pasador; Una Alacena de 2 hojas de tea envisagradas en buen estado, una hoja tiene aldavilla de hierro y cerradura sin llave y la otra le falta la aldavilla; 7 canes de tea, su piso empedrado y su techo de pubrones ripiado de tabla y teja vana en buen estado.

Sigue otra puerta de una hoja en mediano estado, sin cerradura ni llave gira sobre quicialeras y dá entrada á una pieza de 4 1/2 varas de largo por 5 de ancho, á su izquierda una alacenita con una hoja de tea envisagrada sin cerradura ni llave gira sobre quicialera y le sirve de tranca un pasador, dha puerta comunica al cobertizo del dueño de la huerta; 8 canes con 5 tablas de tea, un marco de luz con un balaustre de tea y su tapaluz envisagrado con una visagra rota, su piso de tosca en mediano estado. Al frente otra puerta de tea de una hoja en buen estado con cerradura sin llave gira sobre quicialera y dá entrada á otra pieza de 13 varas de largo por 5 de ancho, á su izquierda una puerta de 2 hojas de tea en mediano estado la que comunica al camino de la huerta con cerrojo, 4 armellas, 2 argollas, 1 llamador y un candado y la Llave de éste en poder del medianero ó administrador de la huerta y gira sobre quicialeras de hierro; Una ventana de una hoja con su pasador en buen estado la cual gira sobre quicialera; 4 canes y 4 tablas de tea, una división de tablas también de tea con una puerta envisagrada con cerradura, cerrojo y sin llave la que tiene 4 armellas y 2 argollas; otra vtana de una hoja envisagrada con un postigo igualmente envisagrado á la que le sirve de tranca un pasador, su piso de tosca en mediano estado y su techo lo mismo que las demás piezas, en buen estado.

Repuesto á la izquierda de la Batería contiguo al Barracón de Tahodio se halla una puerta de una hoja de tea en buen estado marcada con el numero 8 con cerradura y Llave la cual gira sobre quicialera de hierro y dá entrada al repuesto que se acaba de construir que es de 3 por 3 1/2 varas de luz, sus paredes de piedra viva y barro de una vara de espesor encaladas y alveadas de cuchara por la parte esterior; su piso terrizo y su techo envigado, ripiado y con torta de barro en buen estado.
Santa Cruz 25 de Septiembre de 1847

Nota. El Cuerpo de Guardia y demás Oficinas que se espresan en este inventario, pertenecían á la casa vecina y habiendo sido reclamadas por el dueño de la misma, le fueron entregadas de Orden del Excmo. Sr. Capitán General
L. Muñoz. Rubricado

Otra.- Por Real Orden fha 30 de Agosto de 1858 se dispuso que la referida Batería de Santa Teresa, se adjudicara en venta á Don Pablo Cifra, vecino de esta Capital con las formalidades convenientes y de ordenanza, cuya escritura se otorgó por la cantidad de cuatrocientos cincuenta reales vellón. (En: José María Pinto de la Rosa, 1996)
1848. Nace en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) el criollo hijo de catalanes Imelda Serís Granier Se dedicó a la política tras una carrera de 25 años en la Armada española. Fue elegido senador por Chinet (Tenerife). Durante este período se construyó la carretera de Candelaria y Granadilla al Médano, se restablecieron los juzgados de Eguerew (La Laguna) y La Orotava; y el Colegio de Abogados de Añazu (Santa Cruz). Consiguió la exención del impuesto a los carbones que suministraban los puertos canarios y aparatos para el funcionamiento de los farolas de la colonia. Creó generosamente la Institución Imeldo Serís, en la Rambla Veinticinco de Julio, donde se establecieron la Escuela Náutica y la histórica Escuela de Comercio, en principio creada como escuela para hijos de españoles que muestra un busto de su fundador.
1848.
Del periódico «La Aurora» N.° impreso en Sta. Cruz el año 1848, extractamos las noticias siguientes. Dice, que el Puerto del Arrecife está situado a los 29°, 10' de latitud N. y a los 3°, 48' de lon­gitud del Teide, constando su población de 3.000 almas. Que en la sacristía de la parroquia hay un cuadro de Jesucristo con la cruz a cuestas, única pintura de mérito. (Ésta parece haber sido adquirida después que yo dejé de estar allí). La torre, dice, se principió en 1842, y acabó al año siguiente, la cual consta de tres cuerpos cuadra­dos, divididos por una pequeña cornisa, formando el cuarto cuerpo un octágono que sustenta una farola con su veleta.
Que el Charco de Sn. Ginés tiene 1.200 pasos de circunferencia. Y el Canal del Pasadi­zo cosa de 340 pasos, que no explica si de largo o de ancho.

Que el producto del vino de toda la isla por quinquenio refiriéndose al año 1830, será 1.500 pipas y 200 dichas de aguardiente. Papas 8.000 fanegas: Trigo 15.000: Cebada 60.000: Millo 5.000: Barrilla 50.000 quin­tales: Fruta pasada 1.000 qq.: Cochinilla 2.000 qq. Y el total general de legumbres 4.000 fans. Animales de servicio 500 Camellos y 800 asnos.

Los datos antecedentes requieren algunas rectificaciones: porque la población no llega a 3.000 almas, según resulta de los datos oficiales. El número de animales de servicio también parece exagerado, aunque puede incluirse más de 50, yeguas y caballos. El producto de la cochinilla ya ha aumentado considerablemente. Y los demás artículos que parecen apro­ximados, constan con más exactitud por la tabla de los diezmos. (J.A. Álvarez Rixo, 1982:215)

1848 Febrero.
Una vez más se viven tiempos revolucionarios. Un levantamiento ha provocado la abdicación de Luís Felipe de Orleans y la instauración de la II República. Poco después, en abril, llega a la capital francesa Gregorio Chil y Naranjo, un joven grancanario de diecisiete años que habrá de permanecer en el país vecino por espacio de diez años. Aquel muchacho está iniciando un sueño largamente acariciado, que no era otro que el de realizar sus estudios de medicina en una de las más prestigiosas universidades del momento: La Sorbonne. Atrás han quedado su pequeña isla, su pequeña capital y su Telde natal. Recuerda a su tío y mentor el canónigo Don Gregorio Chil y Morales, protector y artífice de la financiación de sus estudios, aquel que pacientemente inculcó en él el amor a los clásicos y al conocimiento. Ahora está en la capital del mundo, en el corazón de la cultura y de la ciencia. Está empezando a descubrir lo ignorado que se escondía tras el arqueado horizonte del mar de Gran Canaria.

Desde su llegada Gregorio Chil se identificó con la revolución iniciada en febrero y con los revolucionarios, participando en ella activamente, al punto que en sus propias palabras “al mes de estar en París progresé de tal manera que era uno de los más furibundos republicanos”. Este furor juvenil de Chil señalará lo que fue una de las constantes en su vida: el compromiso social. Toda su trayectoria vital estará impregnada por una honda preocupación de palabra y obra por los sectores menos favorecidos de la sociedad. Sonada fue en Las Palmas su campaña en pro de los majoreros que huían de la hambruna; magnánimo su gesto de legar sus bienes y propiedades para el mantenimiento de El Museo Canario. La sensibilidad social de Chil incluyó una etapa de política activa como diputado provincial en 1887 en representación de Lanzarote. Fue defensor del sufragio universal convencido de que la democracia era la “única forma de gobierno que corresponde a los pueblos libres”.

A la llegada de Chil y Naranjo a París encuentra allí a otros tres canarios que cursaban medicina: quien ya había sido compañero de estudios en Gran Canaria, inseparable amigo y estrecho colaborador por el resto de su vida, Juan Francisco Padilla y Padilla, llegado un año antes, y los palmeros Víctor Pérez González (Rincones del Atlántico 2:90-96, 2005) y Germán Álvarez. El lugar no puede ser más sugerente: aún viven genios de la literatura como Honoré Balzac, que en su Comedia humana hizo revivir la sociedad francesa de comienzos del XIX, Víctor Hugo, para quien monseñor Myriel y Jean Valjean ya eran viejos conocidos y que, en 1848, pasó de ser par de Francia a alcalde del distrito VIII parisino, poco después diputado por las Asambleas de París y, a partir de 1851, a un largo destierro, mientras en la mente de un joven Gustave Flaubert se gestaba Madame Bovary y Charles Baudelaire ahondaba en el universo poético legado por el romanticismo.

En las artes plásticas el generoso Jean-Baptiste Corot era ya un maestro consagrado de la pintura, al igual que Jean Désiré Courbet –pintor de gran influencia en su época como adalid de la escuela realista- y que compartía las ideas sociales y políticas del revolucionario teórico y gran polemista Pierre Joseph Proudhon.

También en esa mitad del siglo, François Rude representaba en sus grupos escultóricos la gran epopeya francesa del siglo XIX. Él resucitó el tema medieval del yacente en el sepulcro del general Cavaignac, aquel que en junio de 1848, investido de amplios poderes, realizó la gran represión obrera en el momento más difícil de aquel año revolucionario y que fue rival derrotado por Luis Napoleón en las elecciones presidenciales acaecidas en diciembre.


En esos mismos años el genio musical Hector Berlioz se encuentra en plena madurez (en 1830 ya había compuesto su Sinfonía fantástica) y, aunque incomprendido en la Francia de su época, la posteridad lo ha reconocido como el verdadero creador de la orquesta moderna.

Durante los años de estudio en París, Chil asistió al nacimiento y muerte de la II República y a la instauración y primeros años del II Imperio, cuando a partir del golpe de estado inspirado por el propio Luis Napoleón, éste es proclamado en 1852 Napoleón III (Le petit Napoleon para Víctor Hugo). Durante su reinado es cuando, impulsado por el barón Haussmann, tiene lugar la gran reforma urbana de París. A él se debe la gran capital monumental que hoy conocemos de grandes avenidas rectilíneas, espaciosos jardines, amplios bulevares, motivos escultóricos y espectaculares fachadas. En esta reforma haussmanniana no sólo influyeron criterios de índole urbanística, de salubridad y de mayor gloria al emperador, sino que también las hubo de más profunda naturaleza política: se demolieron viejos barrios revolucionarios y en el trazado de calles y avenidas estuvo presente el objetivo de facilitar el mantenimiento del orden público.

Frente a este esplendoroso París, Chil había dejado en 1848 atrás una Gran Canaria con una población de bajísimo nivel de instrucción, paupérrima en centros de estudios y con su clase dirigente desmoralizada con la pérdida de la capitalidad quince años atrás, pero que aún así, ya en la década de 1840 respiraba aíres de cambio bajo el impulso de una minoría ilustrada, donde la fundación del Gabinete Literario en 1844, encabezada por Antonio López Botas y Juan Evangelista Doreste, contribuyó significativamente a lograr que la capital grancanaria –dentro de su modestia- se convirtiese en una ciudad digna de tal nombre e instalarla en la modernidad. En cualquier caso, en la época isabelina que a Chil le tocó vivir era muy poco lo que Gran Canaria podía ofrecer a la sociedad y a sus jóvenes.

Es ilustrativo sacar a colación el comentario que, pasado el tiempo, hace Chil después de visitar la pequeña ciudad de Heidelberg: “esta ciudad, menos poblada que la nuestra de Las Palmas, tiene una universidad célebre por sus sabios profesores, una biblioteca con más de ciento cuarenta mil volúmenes, importantes manuscritos, archivos históricos de gran valor, jardín botánico, gabinete y colecciones científicas, una escuela de agricultura, sociedades de ciencias naturales, de medicina, de literatura, etc. A vista de este ejemplo ¿qué podemos decir de nuestras ciudades del Archipiélago Canario?”.

En palabras de su biógrafo el doctor Juan Bosch Millares, fue en París donde Chil además de su formación médica, adquirió su principal cultura y su distinción social. Allí fue donde estableció relaciones fundamentales para sus estudios antropológicos y naturales y para toda su posterior obra, como las de los profesores Paul Broca, fundador de la Societé d’Antropologie de París -de la que Chil sería nombrado miembro correspondiente en 1875- y Jean-Louis Quatrefages, el primero en utilizar la palabra antropología, en 1855, para designar la historia natural del hombre.

Doctor en medicina por la Universidad de París en 1857, Chil retorna a Las Palmas en 1859 -momento en que la ciudad contaba con apenas 15.000 habitantes- y un año después hubo de revalidar su título en la Universidad de Cádiz. Abierta su consulta médica en la calle de los Balcones del barrio de Vegueta, destacó por su profesionalidad y su humanidad frente a los más necesitados.

El pensamiento médico de Chil se encuadró en la corriente conocida por higienismo, imperante en Europa desde finales del siglo XVIII hasta bien entrado el XX, surgida como reacción frente a las condiciones infrahumanas en que, tras la revolución industrial, vivían las clases más menesterosas hacinadas en ciudades y sometidas a condiciones de trabajo infrahumanas. El fundamento de este movimiento residía en el convencimiento del poderoso influjo que en la salud de los hombres ejercía el medio en que se desenvolvían. Chil explica el impacto de determinadas enfermedades con aspectos sociales como pobreza, exceso de trabajo, trabajo infantil, mala alimentación, alcoholismo, endogamia, hacinamiento, inadecuada jornada laboral y prostitución. Tuvo una percepción clara de la incidencia de la desigualdad social en la enfermedad y en la muerte.

Apasionado por los temas antropológicos, históricos, arqueológicos y naturales, Chil y Naranjo ha sido reconocido como el antropólogo canario más importante del siglo XIX, iniciador de los estudios de antropología física en el Archipiélago, formado en la práctica francesa de la mano del citado profesor Paul Broca (1824-1880), en un momento crucial: a punto terminar sus estudios de medicina en 1856 se había descubierto el hombre de Neanderthal y en 1868 lo fue el de Cro-Magnon. Su obra escrita más importante Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias –título que hoy nos puede parecer chocante pero lleno de sentido para un higienista del XIX- fue publicada parcialmente, sólo tres tomos que fueron editados y distribuidos entre los lectores entre 1876 y 1899.

En este punto de la publicación del primer tomo de sus Estudios es necesario hacer mención al enorme disgusto que le acarreó en lo personal. Chil, atento a los descubrimientos y teorías científicas del momento, fue un temprano seguidor de las teorías transformistas del francés Jean-Baptiste de Monet (más conocido por su título de Caballero de Lamarck) y de su contemporáneo británico Charles Darwin que en 1859 había publicado la primera edición de El origen de las especies por la selección natural, piedra angular de la teoría de la evolución. A Gregorio Chil y Naranjo, creyente, particularmente cercano a su tío canónigo, la aceptación de la teoría de la evolución recogida en la publicación citada le costo nada menos que la excomunión por parte del obispo Urquinaona y Bidot, cuyas consecuencias no sólo fueron la contrariedad familiar y la exclusión social, sino también económicas.

En el aspecto antropológico, toda la obra de Chil está fuertemente influenciada por el pensamiento de los primeros prehistoriadores europeos, que fueron los precursores de esta ciencia. Con los antecedentes de una población prehispánica en Canarias, los estudios de Sabino Berthelot y el descubrimiento del hombre de Cro-Magnon, las aportaciones de Chil y Naranjo y sus contactos personales con la élite científica de la época, fueron decisivas para que los científicos europeos convirtieran a las Islas Canarias en campo de estudio.

En su concepción de la historia, en lo referente a su teoría y la sociología, manifiesta que sigue los principios establecidos respectivamente por el ex jesuita Guillaume-Thomas Raynal y por Proudhon. Su afán por ser objetivo le llevó a la búsqueda y colección incansable de documentos, siendo su hallazgo más valioso la Información de Esteban Cabitos conservado en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial. No obstante compartió la tradición dieciochesca del ‘buen salvaje’ ideado por los ilustrados y románticos sobre la base de una visión pesimista del mundo civilizado, en aparente contradicción con la fe en el progreso.

Chil es fuente imprescindible para el conocimiento de lo sucedido en las epidemias que afectaron a Las Palmas a lo largo de su siglo: las cuatro de fiebre amarilla (1810-1811, 1838, 1846-1847 y 1862-1863), la de viruela de 1845-1846 y la terrible de cólera morbo en 1851 (don Juan Evangelista Doreste sería una de las tantas víctimas) de la que aporta la fuente más ecuánime sobre este aciago suceso. En este infausto año para Gran Canaria, en París se celebraba la primera Conferencia Sanitaria Internacional. En el análisis de estas epidemias Chil muestra un escaso corporativismo, llegando a mostrarse muy crítico no sólo con las autoridades locales, sino también con la actuación de algunos de sus colegas. En todo momento se muestra inclinado a denunciar las injusticias sociales, hasta el punto de manifestar que “muchos querían levantar su fortuna sobre la miseria pública”.

Numerosas páginas y consideraciones dedica al estado de la vegetación de Gran Canaria, a su destrucción y a la reforestación. Nos ha dejado vivas descripciones del Monte Lentiscal y El Sabinal, de los cardonales de Telde y Arucas (alude al testimonio del Dr. González que recuerda haber visto cubierta de cardones la montaña de este nombre y que ya cuando él escribe no queda ninguno) y de la renombrada Selva de Doramas. Es la suya una visión pesimista, justificada por haber sido coetáneo de la tala masiva de la laurisilva en Gran Canaria. Este panorama lo contraponía, en sintonía con el pensamiento de Rousseau, con los idílicos tiempos de los aborígenes cuando ‘excepto algunos pequeños campos que los indígenas cultivaban, todo lo demás eran bosques que cuidaban con esmero’.

Sintió gran admiración por el canónigo ilustrado don José de Viera y Clavijo (Rincones del Atlántico 1:50-55, 2003/04), en su doble vertiente de historiador y naturalista. –tacha a su Diccionario de Historia Natural de ‘notabilísima obra’- y destaca en él los conocimientos adquiridos en sus numerosos viajes, entre los que cita su asistencia a La Sorbona parisina.

Chil perteneció a numerosas sociedades científicas e instituciones de prestigio, tanto locales como extranjeras. Fue socio destacado de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas, donde ingresó en 1861, siendo nombrado Socio de Mérito en 1895. En 1898 fue elegido presidente de la centenaria entidad y, reelegido en 1899, ejerció el cargo hasta su fallecimiento el 4 de julio de 1901. Al frente de la misma destacó su gran preocupación por el mal estado en que se encontraban la mayor parte de las carreteras del interior de la Isla y el transporte en general. En el Boletín y en los Anales de dicha prestigiosa entidad publicó numerosos artículos.

Chil, bien informado de cuanto acontecía en Europa, pudo prever acontecimientos que luego se hicieron realidad, como cuando advirtió, en un discurso pronunciado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, después de su viaje a París de 1863 del peligro que significaba para el cultivo y exportación de la cochinilla -y por ende para la economía de las Islas- la aparición de unos nuevos productos químicos (anilinas) que sustituían al carmín natural con menos costes. Sobre la exposición del Palacio de la Industria de Los Campos Elíseos en 1881, en detallada carta dirigida a su estrecho colaborador don Amaranto Martínez de Escobar, secretario de El Museo Canario, da cuenta de los extraordinarios avances de la técnica y de las ciencias, como el teléfono o los motores eléctricos, a los que tilda de asombroso descubrimiento y anuncia la relevancia que habrá de tomar la electricidad como fuerza motriz.

Hemos dejado para el final el aspecto museístico de la personalidad de Chil. Gracias a su impulso se fundó El Museo Canario el 4 de agosto de 1879, con la colaboración de prestigiosas figuras de la intelectualidad grancanaria de su época, de modo que entre sus promotores figuran entre otras, personalidades tan relevantes como Agustín Millares Torres, Domingo J. Navarro Pastrana, Juan de León y Castillo y Felipe Massieu y Matos. Para imponerse en las técnicas museística don Gregorio viajó y visitó los museos de Madrid, París, Viena, Francfort, Maguncia, Colonia y Heidelberg y contó con los consejos y dirección del profesor Broca, por lo que en justo reconocimiento fue nombrado primer socio de honor de El Museo Canario. Desde un primer momento Chil asumió la dirección, cargo que ostentó hasta su muerte.

Instalado inicialmente en la planta alta de las casas consistoriales, en la Plaza de Santa Ana, el éxito de la iniciativa fue tal que al poco de la fundación El Museo Canario ya contaba con importantísimas colecciones materiales y documentales, nutridas básicamente por las donaciones de particulares que siguieron el ejemplo de sus fundadores, consolidando sus fondos de la cultura material aborigen, los de historia natural, archivos, biblioteca y hemeroteca. Un campo particular al que prestó atención el doctor Chil fue el de la teratología, o estudio de las monstruosidades, donde entre otras cosas encuentra evidencias de la teoría evolucionista de Darwin que postula el parentesco del hombre con los animales. Bajo esta óptica se justifica desde el punto de vista científico -no como curiosidades morbosas- las colecciones de fetos deformes de los museos de la época.

En esta apretada síntesis hemos dado unas pinceladas para enmarcar la vida, la obra y la época que le tocó vivir a un grancanario, prohombre, que fue un singular mecenas protector de la cultura, que a costa de un notable esfuerzo personal –en palabras del insigne historiador Dr. don Antonio Rumeu de Armas- ha legado a la posteridad el mejor museo de que dispone el Archipiélago canario sobre las culturas aborígenes, con consagración especial a la prehistoria y la antropología. El Museo Canario será a perpetuidad la obra científica número uno de Chil. (Víctor Montelongo Parada)


Los bienes patrimoniales del Dr. D. Gregorio Chil en el municipio de Guía 

“Sabíamos de oídas que el Doctor. D. Gregorio Chil y Naranjo (Telde 1831 - Las Palmas de Gran Canaria 1901) poseía diversos bienes patrimoniales en nuestro municipio de Guía, sin embargo, por unas u otras circunstancias, lo cierto es que hasta ahora nunca habíamos podido hablar del asunto con demasiada exactitud. Por este motivo, dado que siempre fue algo que nos llamó poderosamente la atención, a continuación ofreceremos algunos testimonios documentales que hemos hallado sobre el tema y que naturalmente nos permitirán conocer en profundidad todo ello.

Así, el “Diario de Las Palmas”, en su edición del sábado 24 de abril de 1915, decía lo siguiente:

“El día tres de Mayo a las cinco de la tarde tendrá lugar en el estudio de Notario de esta ciudad Don Agustín Delgado y ante la Junta testamentaria nombrada por el Doctor D. Gregorio Chil y Naranjo, la subasta de la finca rústica denominada Tarazona, con su agua, estanque y demás accesorios, situada en el término municipal de Guía, la cual finca fue del referido Doctor don Gregorio Chil y pertenece hoy a la sociedad El Museo Canario, subasta que habrá de celebrarse con arreglo al pliego de condiciones que se halla en la Notaría a disposición de los licitadores. Las pujas se harán a la llana, durante el plazo máximo de una hora”.

Nuevamente el “Diario de Las Palmas”, en su edición del miércoles 25 de mayo de 1921, expresa:

“Don Emilio Valle y Gracia, Alcalde de Las Palmas y Presidente de la Junta testamentaria del doctor D. Gregorio Chil y Naranjo, hago saber que venciendo el 30 de Junio próximo el contrato de arrendamiento de la finca rústica con el agua que tiene para su riego y demás accesorios, denominada Tarazona, situada en el término municipal de Guía y perteneciente hoy a la sociedad Museo Canario, la Junta testamentaria de mi presidencia ha acordado, cumpliendo lo que dispone el doctor Chil y Naranjo en su testamento, celebrar nuevo contrato de arriendo de dicha finca mediante subasta pública que tendrá lugar el viernes 10 de Junio del corriente año en la Notaría de D. Luís Suárez Quesada a las once de la mañana. Las condiciones más importantes del contrato serán las siguientes: El plazo de arrendamiento durará seis años; el hilo de la subasta será de 15.000 ptas y el pago de la renta habrá de hacerse por semestres anticipados. Para tomar parte en la subasta será necesario depositar en la Notaría del Sr. Suárez Quesada una cantidad equivalente al diez por ciento de un semestre de renta. El pliego de condición se halla de manifiesto en la indicada notaría”.

Más adelante el “Diario de Las Palmas”, en su edición del sábado 14 de julio de 1923, recogía textualmente:

“La junta testamentario del doctor Don Gregorio Chil y Naranjo, convocada para ayer a las 12 y media no tuvo efecto, por falta de número de señores vocales de la misma”.
Por último, otra vez en el “Diario de Las Palmas”, en su edición del lunes 6 de junio de 1927, era publicada la siguiente nota informativa:

“Don Agustín Bosch Millares, Alcalde accidental de esta Ciudad, en concepto de Presidente de la Junta testamentaria del Doctor don Gregorio Chil y Naranjo, hago saber: Que la Junta testamentaria de mi presidencia en su sesión de 27 de Mayo pasado, acordó en cumplimiento de lo dispuesto por el Dr. Chil y Naranjo en su testamento, sacar a remate el arrendamiento de los siguientes bienes situados en el término municipal de Gula:

1. Hacienda de tierra labradía situada en el pago de Tarazona, de cabida de ocho fanegadas, un celemín, tres cuartillos, diez y ocho brazas, equivalentes a cuatro hectáreas, cuarenta y ocho áreas, noventa y tres centiáreas, limita al Naciente con terrenos de herederos de Don Germán Mujica Aguilar, de Don José Rodríguez Quintana y de Don Francisco Navarro; al Poniente con un trozo de tierra, segregado de esta finca perteneciente a la Compañía Azucarera de Gran Canaria para abrir un estanque; al Norte con camino de Gáldar y al Sur con barranco de las Garzas y con la carretera llamada del Norte que la separa de otro trozo de tierra que también fue segregado de esta propia finca y vendido a la repetida Compañía Azucarera. Esta hacienda conserva como accesorios las casas y establos.

2. Ocho horas y media de agua del Heredamiento de El Palmital que entra cada treinta y siete días en la forma siguiente: el siete dos días de la primera azada, el nueve medio día de la misma azada; el trece un día de la propia azada; el diez y nueve dos días de la tercera azada; el veinte y cinco otros dos días y el veinte un día de la tercera azada.

3. Albercón situado en el pago de Tarazona que ocupa una superficie de mil trescientos veinte metros cuadrados; y linda al Naciente y Norte con sitios baldíos de los propios del Ayuntamiento de Guía y servidumbre que partiendo del camino de El Bardo conduce al mismo Albercón y por el Poniente y Sur con terrenos roturados de don José de Álamo y Martín.

La subasta tendrá lugar el día 13 del corriente mes ante el Notario de esta Ciudad D. Agustín Millares Cubas, en su estudio, a la hora de las 11 oficial. Los señores que deseen informarse de las condiciones en que ha de verificarse el arrendamiento podrán acudir a la Secretaría de la Sociedad El Museo Canario todos los días hábiles de 3 a 5 de la tarde hora oficial”.

En definitiva, como se ha ido detallando a lo largo del presente trabajo, los bienes patrimoniales que poseía el Dctor. D. Gregorio Chil y Naranjo en el término municipal de Guía se pueden resumir, esencialmente, en una hacienda labradía con agua, casas, establos y demás accesorios que se encontraba situada en el denominado pago de Tarazona. Dicho lo cual, si se nos permite, sencillamente quisiéramos añadir que esperamos y deseamos que la temática que hemos abordado en esta ocasión haya sido del agrado e interés del lector, puesto que sin duda estimamos que la mera relevancia del personaje en el seno de la sociedad grancanaria de la segunda mitad del s.XIX merece sobradamente que hoy nos hayamos detenido en estudiar semejantes aspectos del pasado guiense.” (Alejandro Moreno y Marrero, 2010)
 
1849 Mayo.
Estuvo en el Puerto del Arrecife y villa de Teguise un misionero peninsular, quien predicó y confesó incesantemente, siendo sus oyentes tan numerosos que en la parro­quia del Puerto no cabían de pie. Hubo repetidos males de corazón y buen fruto, pues a consecuencia de su doctrina se restituyeron varias cantidades y robos los cuales ni aún se sabía que habían sido cometi­dos, guardando el padre riguroso sigilo, a los arrepentidos.
Cuando se reembarcó le acompañó gran parte de la población con mucho afecto, singularmente de aquellos que por su medio habían sido agra­ciados con las inesperadas restituciones. (J.A. Álvarez Rixo, 1982:215-216)

1848.
No habiendo dinero vecinal bastante para concluir la torre de dicho templo (San Ginés, Arrecife-Lanzarote); el Sr. cura Acosta tomó prestados cien pesos corrientes a cuya seguridad obligó su propia casa. Sentimos decir, que los veci­nos olvidados de esta generosidad, oyeron con apatía pedir y recla­mar este dinero sobre la casa del difunto por algún tiempo, hasta que por fin han contribuido a pagar lo que fue para ornato del pueblo y utilidad de sus habitadores.

D". Nicolás de Páez dio la casualidad de ser alcalde 1.° constitu­cional del Puerto del Arrecife el año 1848, y como tal tuvo el honor de presidir el entierro de su digno párroco. Quién le había de decir a éste cuando bautizó a dicho Páez el cual fue el primer pilongo de la nueva parroquia el año de 1798, que este niño habría de ser también el que presidiría el entierro del primer cura que le volvió cristiano las  cosas suceden, que si no las estuviéramos mirando las tendríamos por otros tantos cuentos y ficciones.

Tenía el Sr. Acosta algunas naturalidades, que para darlas el ver­dadero realce era preciso haberle conocido familiarmente; porque su seriedad y modestia sólo así se animaba a chancear. Decía sonreyén­dose, que él también había hecho milagros. Y averiguados física y cristianamente era verdad. Llamábanle a veces a administrar sacra­mentos a algunos moribundos; los pulsaba, y conociendo que su mal venía de miseria, el viático que les daba era una o más gallinas que les enviaba de su casa para que tomasen buen caldo, y ayudados del régimen que les prescribía revivieron varios.

Cierta vez se satirizaba con calor y llamaban locos a dos o tres sujetos visibles que se habían casado con demasiada ligereza y poco acuerdo, el P. cura dijo: que él no había conocido hasta ahora hom­bre que dejase de tener facilidad para cometer una locura. (J. Álvarez Rixo, 1982:66).


No hay comentarios:

Publicar un comentario