MERODEO DE CORSARIO EN LA ISLA BENAHUARE
Eduardo Pedro
García Rodríguez
1819. Octubre 2. Compareció el
criollo Vandewalle ante el gobernador de las armas el de la isla de La Palma teniente coronel
Mariano Norma, sargento mayor de la
Plaza, quien señaló que, desde
el día 14 de septiembre, se había presentado al Norte de la Isla y en el crucero de la Gabiota una corbeta que
permaneció al pairo algunos días, y
levantó los temores del bergantín palmero "El Rosario", (a) "Pamplino", que transportaba granos desde
Garafía a la capital, según le había expresado el pasajero don Vicente Cabezola
y según los partes dados por el
alcalde de mar de la Villa
de San Andrés.
Norma
comunicó, asimismo, que el día 22 de septiembre se había presentado en el puerto, una fragata inglesa cuyo
capitán, Juan May, dijo haber avistado en la misma
zona una corbeta y dos bergantines que le
infundieron sospechas. Además, el sargento mayor testificó que, el día 24, se
había presentado una goleta sobre los castillos de Santa Cruz del Barrio del Cabo y del Carmen, que no respondió a las llamadas del primero y se alejó, según los partes
del cabo primero Rafael Vidal y del sargento Domingo Pérez, comandantes de las
fortalezas mencionadas. El mismo barco,
además, había sido el que echó un bote que trató de sondear la bahía del puerto palmero.
Igualmente manifestó que, según se decía, unos pescadores conocidos por los Fiallos, vecinos de Breña Baja, habían
encontrado a la deriva, al día siguiente, los
restos de un barco -probablemente de las Islas- que había sido incendiado, al parecer por la goleta en
cuestión, ''por haberse visto en ella el fuego
por varios" testigos. La nave corsario fue divisada también, dos días después, navegando entre La Gomera y "las
calmas" de La Palma,
v. el día 30, Vicente Gutiérrez y Pablo Pérez
contaron, desde la Cumbre,
"hasta quince tiros y examinando el horizonte vieron a una goleta unirse
con un barco grande". Por último indicó que no podía dudarse que
"la permanencia de la corbeta,
goleta y bergantín por mas de quince días sobre esta Isla, es un crucero de Insurgentes por lo que la plaza, por
disposición bergantín- resultaban sospechosos y no podía dudarse
tenían "objeto que los detiene en este
crucero".
Por su parte, el sargento segundo Jerónimo Rodríguez dio su versión sobre
el incidente del puerto, ya mencionado, pues estaba de comandante de la guardia del Castillo e hizo los disparos
sobre la barca que intentó sondear la bahía.
Las
declaraciones del piloto Mariano de la Concepción Ferrás.
del soldado Pablo Pérez Castillo, del cabo
segundo de Artillería José Gabriel González
y de don Antonio Asarta, subteniente del mismo cuerpo y comandante accidental, no añaden prácticamente nada
digno de ser destacado.
El último
informó, además, de las medidas excepcionales que se habían tomado en los castillos y baterías de la capital
palmera'. Otro tanto puede decirse
de las aseveraciones del teniente don Miguel Sotomayor Fierro, comandante del
destacamento de la Plaza,
así como de las del vecino don Antonio del Castillo Gómez y del ayudante mayor
de Infantería don Joaquín Poggio y Alfaro, que pusieron fin a los
interrogatorios.
Los testigos
ratificaron, pues, la existencia real de corsarios insurgentes que amenazaban
las costas de La Palma
y su crucero marítimo, en una situación que,
como sabemos, afectó a toda Canarias. (Manuel de Paz-Sánchez, 1994)
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