Chaurero n Eguerew
He leído detenidamente la
carta abierta publicada en el periódico El Día de fecha 27 de septiembre, que
don Domingo Lima Domínguez dirige al ciudadano Antonio Cubillo Ferreira[1]. Ciertamente redactada con
estilo elegante y que resuma academicismo al más puro estilo literario
cervantino, estilo tan usual en quienes ponen sus teclados al servicio del
colonialismo español en Canarias. En cierta manera me recuerda el refinado
manejo del lenguaje academicista de otro fiel
servidor del colonialismo, un tal Cebrían Latasa, de infausta memoria en esta colonia, quien vio premiada su sostenida
cruzada contra el independentismo canario, por parte del gobierno supuestamente
nacionalista y supuestamente autónomo canario, entre otras prebendas con el
nombramiento de Director General de Publicaciones, y la edición de un libro
que, sin el apoyo de nuestros impuestos, posiblemente hubiese dormido el sueño
de los injustos en el fondo de cualquier cajón, donde realmente debió haber
permanecido.
A la vista de tan elegante
escrito, siento la necesidad de comunicar mis impresiones sobre algunos
aspectos recogidos en el mismo, bien entendido que lo hago sin acritud.
El Sr. Lima
comienza su artículo con las siguientes palabras: “He leído su artículo
"La catedral y la tumba de Fernández de Lugo" (EL DÍA, 19-9-2009)
[2]. Ante todo, vaya por
delante que mi crítica no tiene la más mínima intención ni de atacar ni, mucho
menos, ofender. Vd. nunca me ha convencido, pero sí siento por Vd., por varios
conceptos, admiración. Una admiración que siento hacia toda persona, capaz de
arrostrar el peligro por defender una idea.”
Maquiavélica manera de
presentar de forma elegante y atractiva un envoltorio conteniendo un bombón
relleno de cianuro potásico. Espero y deseo que el ciudadano Cubillo no sea
goloso. Por otra parte, existen fundadas razones para dudar que el esqueleto
que ocupa el Mausoleo ubicado en la
Catedral de La
Laguna y dedicado al esclavista y violador Alonso de Lugo sea
realmente el de este personaje.
Continua el articulista
recomendando al ciudadano Cubillo la lectura y meditación de una
introducción a una determinada obra por el filosofo español Ortega y
Gasset, aquel que acuñó la frase: “ Yo soy yo y mis circunstancias”, en los
siguientes términos: “Me voy a permitir recomendarle la lectura -y
meditación- de un escrito de Ortega y Gasset que todo amante de la historia
debería leer -y meditar-; es el Prólogo que escribió para la "Historia de la Filosofía " de Bédier, en el cual trata sobre el "sentido
histórico", que Vd., por cierto, no parece poseer. El tal sentido es el
que permite a una persona enjuiciar un hecho del pasado, no desde la
perspectiva del presente, sino tomando en cuenta el contexto cultural, social,
político y económico en que tal hecho se produjo. Eso sí: hay elementos que son
válidos en todo tiempo.”
Parece ser que el “sentido
histórico” es privativo de determinados individuos y de los postulados que
estos defiendan, escudados generalmente tras la entelequia de “signos de los
tiempos”, con ello se pretende exculpar las grandes atrocidades históricas y
crímenes de lesa humanidad cometidos contra culturas y pueblos por los
poderosos contra los más débiles. Cuando los poderosos se ven desbordados por
los avances sociales, morales y filosóficos, en un aparente cambio de actitud
promueven lo de “borrón y cuenta nueva” y reinician un nuevo ciclo de
explotación y opresión del colonizado bajo nuevas fórmulas. Debe ser esto lo
que entienden los opresores y sus defensores como “sentido histórico”.
Tal como expone el
investigador Manuel Souto Vilas: “Hay
dos formas extremas de vivir la
Historia : o se la vive de un modo pasivo, al modo oriental,
sintiéndose aprisionado, embargado, ensimismado en el destino histórico, o se
la vive de un modo activo, al modo occidental, sintiéndose conscientemente
árbitro, conocedor y cooperador del destino que impulsa y guía la Historia. Contadísimos
y muy geniales hombres son capaces de vivirla del modo último, y, por tanto,
solamente de ellos puede decirse que poseen sentido o sensibilidad para
percibir y notar el rumbo de la
Historia.
También solamente para éstos
la Historia
es esencialmente un acontecer, y han sido ellos quienes divulgaron este
término, del cual todo el mundo usa y abusa sin ningún género de reparos.” Creo
que en esta colonia esta bien claro quienes son los que viven la Historia al modo oriental
y quienes la vivimos al modo occidental.
Quizás en un intento de
buscar en pretéritas invasiones justificar la de la nación canaria por las
hordas de bárbaros aventureros europeos el Sr. Lima nos traslada nada menos al
siglo séptimo anterior a la era occidental actual: “Por ejemplo: en el s. VII a.C. hubo un
pueblo conquistador, el asirio, que desplegó una ferocidad tan desproporcionada
que no es posible justificar, ni siquiera por el contexto en que se produjo. A
pesar de ello, y dada la mentalidad de la época, resulta comprensible, aunque
censurable.”
Veamos Sr. Lima, existen
invasiones muchos más cercanas en el tiempo y históricamente mejor documentadas
como son las griegas y las romanas, especialmente las de esta última que desplegando
una ferocidad desproporcionada sometieron una gran parte del mundo
occidental conocido en la época, conformando uno de los mayores imperios en la
antigüedad hasta que el ascenso del cristianismo y las invasiones germánicas
dieron al traste con él, especialmente las protagonizadas en lo fundamental por
pueblos germanos de los llamados ósticos (del este)
-godos, ostrogodos, vándalos, burgundios-; aunque con
frecuencia se les unirían en su migración facciones más o menos numerosas de
nómadas sarmáticos o iranios (alanos) de las llanuras del sur de Rusia y/o del
Danubio central y oriental. Esta oleada se caracterizó por la amplitud de
los movimientos migratorios, desde las orillas del Mar Negro a la Península Ibérica
y el norte de África, y por haber dado lugar a la aparición de los primeros
reinos bárbaros en suelo ibérico.
Así, a finales del siglo V, la hegemonía romana había
cedido su lugar a diversos estados bárbaros, francos; godos; visigodos;
vándalos; anglosajones, lombardos, que se convertirían en importantes reinos e
imperios -como el carolingio-, los cuales sentaron las bases de la actual
división política europea y de la población de franceses, alemanes,
portugueses, italianos, españoles y sus colonias, de la que, muy probablemente,
descienden los actuales españoles. La cuestión Sr. Lima es: Si todos
estos pueblos conformados a partir de múltiples invasiones y movimientos
migratorios, hoy son naciones y Estados soberanos e independientes ¿se le debe
negar este derecho al pueblo canario? Pueblo que además de estar situado en
otro continente fue y continúa siendo sometido por la fuerza de las armas.
¿Tiene esta situación sentido histórico?
El Sr. Lima continua: “Como estudioso amante de la
historia, me causa desagrado que cualquiera hable del tema sin conocerlo (esto,
por supuesto, no lo digo por Vd.: Vd. conoce el tema, sólo que -dicho con todo
respeto- lo manipula, lo conduce hacia sus ideas). En una charla sobre
medicina, sólo suelen intervenir los que saben medicina, o sea, los médicos.
Pero cuando surge la historia, todos intervienen; todos creen saber historia,
aun los que no han visto un libro de historia ni por el lomo.”
Totalmente de acuerdo con usted Sr. Lima, yo que
también me considero un amante de la Historia , especialmente la de esta sufrida colonia, (conste que no soy médico)
siento verdaderas náuseas al contemplar impotente como una pléyade de
arribistas y oportunistas, tanto españoles como españolistas de servicio,
amparados en sus patentes de corsos (léase títulos universitarios) desarrollan
ingentes esfuerzos para continuar manteniendo a este pueblo, en palabras del
insigne escritor canario Víctor Ramírez, ignorantado.
Produce cuando menos vergüenza ajena ver como con la
mayor desfachatez y sin el menor rubor algunos supuestos ilustrados falsifican,
tergiversan, manipulan y prostituyen la Historia de este pueblo, tanto la precolonial como la colonial. De ello existen multitud de
ejemplos, sin que al parecer los estamentos oficiales y oficialistas tengan la
menor intención de poner coto a estos desmadres, por el contrario, dan la
impresión de que tienen especial interés en mantener esta situación,
propiciando actitudes que induzcan al mantenimiento de situaciones endofóbicas, ninguneadoras y peyorativas en
relación a la Historia
de Canarias, aunque esta esté narrada desde el punto de vista de los invasores
y sus herederos ideológicos. ¿Significa esto tener sentido histórico?
Y continua el Sr. Lima: “La
historia tiene sus propias leyes, que hay que conocer (estoy seguro de que Vd.
las conoce), que hay que descubrir y considerar antes de emitir un juicio. Son
leyes inexorables. A una podríamos denominar, metafóricamente, "de vasos comunicantes".
Según ella, un pueblo de una cultura evolucionada se impone a otro, más o menos
cercano en el espacio, de cultura menos evolucionada. Según parece, la
civilización urbana, con sus complejidades, aparece en Oriente (Mesopotamia) y
se extiende luego hacia Occidente (Palestina, Egipto, el Mediterráneo).”
Las culturas europeas de
origen greco-latino han venido sosteniendo que los rudimentos de culturas
urbanas occidentales surgieron en Mesopotamia, más concretamente en Ur, el actual Irak, o por lo menos así se venía aceptando por la
historiografía etnocentrista, aunque autores modernos, con más razón, afirman
que los fundamentos culturales egipcio y
griego está en la cultura africana. Y no podía ser de otra manera ya que
nuestra especie, el homo sapiens, surgió en África hace tan sólo 200
milenios.
Allí
se dieron los primeros logros esenciales de la condición humana: el lenguaje
oral y escrito y la emergencia del pensamiento sistematizado, de la dimensión
ética y artística del género humano. Con gran profundidad el filosofo e
investigador Eugenio Nkogo demuestra que la civilización humanista vino desde
África a Occidente a través de Egipto y Roma.
Siguiendo
su razonamiento debemos admitir que la invasión y ocupación de los reinos
existentes en la
Península Ibérica fue debido a que
eran culturalmente inferiores a los castellanos-aragoneses ¿quiere decir esto
que por ello estos tenían derecho a invadirlos y someterlos? ¿También eran
culturalmente inferiores los habitantes de Sicilia,
Cerdeña y Neopatria,
invadidos por la corona de Aragón? ¿Fueron más cultos los portugueses por
haberse librado de la ocupación castellano-aragonesa?
Estimado Sr. Lima, siguiendo
su ejemplo demos un salto en el tiempo y, pasando por alto la ocupación árabe
de gran parte de la
Península Ibérica -la que, dicho sea de paso, aportó a los
reinos godos la cultura de que hoy alardean-, y centrémonos en la invasión
francesa del reino de España, continuando con su razonamiento, por proximidad y
por el hecho de poseer una cultura mucho más avanzada los franceses tenían
derecho a invadir y ocupar España, ¿Entonces por qué los españoles se alzaron
contra los civilizadores franceses en la llamada guerra de la independencia?
¿Por qué no asumieron de buen grado la imposición de la superior cultura francesa tan ardientemente defendida
por los españoles al servicio de los franceses los “afrancesados”? ¿Acaso
por este hecho los españoles carecían de sentido histórico? ¿Si los españoles
tenían derecho a independizarse de Francia, país culturalmente más avanzado, se
le puede negar este derecho al pueblo canarios respecto de España?
Veamos los siguientes
párrafos: “Saltemos unos milenios: en los siglos XIV, XV y XVI, se da en Europa una sorprendente explosión
cultural y científica que conocemos con el nombre de Renacimiento. El hombre
quiere conocer el planeta en que vive y las ciudades experimentan un
extraordinario desarrollo en todos los sentidos. Mientras las Canarias
permanecen ancladas en el preneolítico. A las puertas de Europa y en la ruta
oceánica, ello no podía mantenerse. En otras palabras: la conquista de Canarias
por parte de una potencia europea era inevitable: el preneolítico no podía
convivir con el Renacimiento. Tres naciones podían hacerlo: Portugal,
Inglaterra y España. Lo llevó a cabo esta última. Muchos -Vd. entre ellos-
califican esta conquista de "genocidio". Y yo pregunto: si la
conquista española fue un genocidio, ¿qué fue la conquista que llevaron a cabo
los portugueses en Brasil, donde los "bandeirantes" no dejaban un
solo indio vivo por donde pasaban? ¿Y la de los ingleses en Norteamérica, donde
los aborígenes fueron encerrados en las reservas para acabar con ellos?”
Sr. Lima, de estos párrafos
se desprende que asume la antigua y ya manida cantinela colonialista de que los
guanches estábamos predestinados por alguna deidad a
ser conquistados y, además, por los países que usted cita con menosprecio de
otros que también teóricamente podían haberlo hecho, tales como franceses,
holandeses, alemanes o turcos. Permítame decirle que este planteamiento suyo es
más propio de un apologista colonialista que de un historiador medianamente
serio. No entiendo como una nación situada en el noroeste de África pueda ser
invadida por estar a las puertas de Europa ¿Es posible que las placas
continentales de África y Europa se hayan sobrepuesto y nosotros no nos hayamos
enterado?
Mire usted, ninguna invasión
de un pueblo por otro puede ser justificada y, mucho menos amparándose en las
hipotéticas actuaciones de otros, a nosotros nos tocó sufrir la invasión y
masacre dirigida por las coronas castellano-aragonesa, y no por otras, además
usted como historiador debería estar informado de que por esa época el concepto
de España como una unidad política y cultural era una simple entelequia,
existían las españas o los reinos de España,
donde cada reino, a pesar de estar sometidos tributaria y militarmente, además
de por proximidad geográfica a las coronas castellano-aragonesa, gozaban de
fueros propios. El concepto de España, como unidad política, económica y
cultural no se maneja hasta la
Constitución española de 1812.
Además, Sr. Lima, en su
deseo de crear un paralelismo de la
Historia colonial canaria con la atormentada Historia
europea, soslaya el hecho de que el pueblo canario jamás rebasó sus
fronteras para ofender a nadie, y mucho menos a unos pueblos que están en otro
continente y a tres mil kilómetros de distancia.
Por otra parte observo que es usted menos generoso que
otros historiadores españolistas, los cuales sitúan falaciamente el estadio cultural del primigenio pueblo canario en
el neolítico, usted, posiblemente guiado por su amor a la Historia , la hace
retroceder a un supuesto pre-neolítico, probablemente con
este sibilino “pre” pretende inducirnos mentalmente a una hipotética pre-historia o edad de piedra para nuestra cultura ancestral. Permítame recordarle que
los términos al uso manejados para estos periodos históricos son los
siguientes: La prehistoria es la época de la Historia que no tiene
tradición oral ni escrita y, por tanto, de ella sólo conocemos los restos del
hombre primitivo, de sus moradas y sepulturas, de sus industrias y arte. La
edad de piedra se divide en otros subperíodos: Paleolítico (etapa antigua de la
piedra) y Neolítico (etapa nueva de la piedra).
Por consiguiente, teniendo en cuenta que las antiguas
poblaciones de las islas contaban con tradición oral denominada Tamusni, y con la escritura imazighen
(líbico-bereber) cuyos soporte en pieles y elementos vegetales fueron
destruidos por la cultura invasora, no así la que tiene como soporte la más
perennes de las bases, es decir, la piedra, de lo que da fe los muchos
yacimientos arqueológicos diseminados por todas las islas. Por tanto, no es
correcto aplicar el término pre-historia para el periodo precolonial, y sí el de Historia antigua.
Sobre este particular me
permito transcribirle algunos párrafos de dos historiadores, que presupongo que
usted conoce bien, el frayle cronista de la
invasión de Tamaránt (Gran Canaria) Antonio Cedeño y el criollo don Tomás Marin de Cubas, los temas en ellos recogidos
son aplicables con ligeras variantes al resto del archipiélago:
[...] Observaron entre sí estos gentiles canarios
buena orden y admirable disposición de gobierno en
su república. Tenían trato y contrato de todas las cosas para su menester,
tanto en ganados como cebada, pieles para sus
ropas y otras cosas necesarias, trocando unas por otras, remediando a los pobres huérfanos, viudas; y otras obras de piedad usaban con grande
amor y caridad. Tenían pesos para unos, medidas para otras; los granos que
tuvieron fueron cebada, habas, y una cebada sin aristas que llaman cebada
pelada o ramana. Tuvieron trigo, pero algunos años primero que los españoles la conquistasen a Canaria porque antes no lo tuvieron; los ganados que primero
tuvieron fueron cabras, ovejas rasas [que no tenían] lana, y después muchos puercos blancos. La mayor cantidad era de cabras mansas de que hacían manteca, que la guardaban en ollas por mucho tiempo,
y se les hacía rancia.
Tenían
muchas acequias de agua y con grande admiración
tienen una gran peña viva agujerada por espacio de un cuarto de legua que atraviesa un gran cerro por donde condujeron parte de buena cantidad
de agua, por aprovechar con el riego
buenas tierras; que llaman la
Vega , y el principio nace de unos barrancos muy hondos y la subieron por unos acueductos haciendo calzadas por donde llaman Tejeda.
La justicia era muy rigurosa y en cada pueblo o lugar tenían jueces. Como alcalde tenía personas que acusaban a los vecinos de todo cuanto hacían por
leve que fuese, tenían maestros que eran mujeres para niñas y hombres
para enseñar muchachos. Tenían
mujeres dedicadas para sastres.
La doctrina eran historias como corridos y jácaras de valientes, de sus reyes y hombres
señalados, linajes, y otras cosas de campo de plantar, sembrar, y
lluvias, y señales de los tiempos como
pronósticos en refrancitos. Azotábanlos con unos manojitos de juncos marinos o varitas en
las pantorrillas o asentaderas, y lo más grave en las espaldas. En lugar de azotes al delincuente mandábala justicia dar palos, tanto como fuese el delito. La muerte le daban con una piedra; hacíanle de pechos echado sobre una laja, y el verdugo
le dejaba caer una sobre las espaldas que fuese bien rolliza y pesada. (A. Cedeño).
[...] Contaban su año llamado Acano por las lunaciones de veinte y nueve
soles, desde el día que aparecía nueva empezaban por el estío cuando el sol
entra en cáncer á veinte y uno de Junio en adelante la primera conjunción, y por nueve días continuos hacían
grandes bailes y convites, casamientos,
habiendo cogido sus sementeras, hacían rayas en tablas, paredes y piedras, llamaban Tara, y Tarja aquella memoria de
lo que significaba.
Decían que Acoran era Dios solo, eterno, omnipotente,
y le adoraban en idea juraban por Majec, que es el Sol... había
hombres que vivían en clausura á modo de religión vestían de píeles, largo el ropón hasta el suelo,-
barruntaban el porvenir y eran Paisajes,-
observaban algunas moralidades y en corrido sabían de memoria la historia de
sus antepasados, que entre ellos se quedaban consejas de los Montes Claros de Atlante en África en metáforas de
palomas, águilas,- éstos eran maestros
que iban á enseñar muchachos á los lugares,- había nobles, y villanos para enseñar lo que conviniese á los villanos, y
si había niños hábiles los enviaban
á Humiaya como á mayor Universidad...
... Salían fuera de su Monasterio las
Maguas para bañase en el mar, y para ello había
días diputados que todos los debían saber, y si algún hombre por descuido se hallase con ellas ó se las encontrase en el
camino perdía la vida,- solamente cuando
iban á adorar á Tírma en la casa Tamogante, podían desde lejos mirarlas,
En
el lugar de Gaete, junto á la casa de los mallorquines había una casa grande pintada por dentro, que fue Seminario de
doncellas hijas de nobles, que de
toda la Isla
venían allí para aprender como escuela, y dicen que la causa de matar los canarios á trece mallorquines y faltar
al comercio, fue el que les codiciaban
las hembras para robárselas y aún se dice que uno muy principal se llevó á Levante una y se casó con ella y aprendían
á cortar pieles y á adobarlas.
Hacían una cerveza ó vino, llamada tacerquen, de aguas de
palmas, de zumo de mocan hervido hacían miel ó arrope, vino y vinagre,... También redes para pescar de hilo de juncos y juncia, y nasas de juncos marinos sobre maderos
puestas en la mar,... (Marín de Cubas).
Estimado Sr. Lima, disculpe lo extenso de estas
citas, las cuales doy por sentado que conoce debidamente, el hecho de
reproducirlas tiene por objeto simplemente formularle unas preguntas: ¿Cree
usted que una sociedad como la de los primeros canarios con tales valores
humanos, morales, sociales y espirituales -en muchos aspectos superiores a los
europeos de la época-, debe ser encasillada como pre-neolítica?
¿Supone esto tener sentido histórico?
Sr. Lima, voy a centrarme en lo que parece ser el
objeto principal de su Carta Abierta al ciudadano Antonio Cubillo Ferreira, la
calificación de bandolero aplicada a este aventurero, calificación que por
cierto, ya le había sido asignada por la nada sospechosa de nacionalista
canaria doña María Rosa Alonso, veamos su planteamiento:
“Vd. llama a Fernández de Lugo varias veces
"bandolero". No: Fernández de Lugo no fue un "bandolero".
Fue un conquistador español del siglo XV,
y como tal tenía virtudes y defectos; rezaba a Dios e iba a misa, para cometer
luego arbitrariedades e, incluso, delitos. Pero era el siglo XV. Lo que resulta incomprensible e injustificable es
que en pleno siglo XX ó XXI una persona actúe como Fernández de Lugo. Y, sin
embargo, hay quienes lo hacen: pretender conseguir la independencia de un
pueblo a base de bombas en trenes o aeropuertos y cobardes asesinatos es actuar
en forma mucho más reprobable que la utilizada por Lugo o por Pedro de Vera
(considero peor a éste que a aquél) en el siglo XV, época en que Papas, obispos y monjes condenaron a la
hoguera a miles de seres humanos por pensar de particular manera. Si los que se
llamaban a sí mismos "vicarios de Cristo" actuaban de tal manera,
¿qué no harían los que se lanzaban a conquistar pueblos extraños y aguerridos?
Es cuando menos encomiable su interés en defender lo indefendible, Sr. Lima, de
nuevo tengo que estar de acuerdo con usted por lo menos en que Alonso de Lugo
no fue un bandolero, la Diosa
me libre de comparar a un honesto bandolero con Alonso de Lugo: No señor, fue
un violador de mujeres y niñas, asesino, masacrador de
pueblos, traficante de esclavos, perjuro, ladrón, estafador, embaucador y
muchas cosas más todas ellas sinónimas de “conquistador” que deben examinadas
con “visión histórica”, naturalmente con visión diáfana, no enturbiada desde
posiciones fanáticas o quijotescas y, mucho menos con actitudes mentales
preconcebidas. Estos y otros muchos calificativos merece su admirado personaje
los cuales podría razonarle y justificarle con documentación historiográfica,
pero la verdad es que entiendo que estas consideraciones en torno al contenido
de su Carta Abierta al ciudadano Antonio Cubillo, ya están siendo harto extensa
y, además, me están produciendo cierto cansancio y despertando profundos
sentimientos de conmiseración. Por ello me permito recomendarle la consulta de
algunas obras donde hallará suficiente información debidamente documentada que
avala sobradamente los calificativos que aplico a su venerado personaje. Las
obras en cuestión son las siguientes:
El siglo de la conquista, de Leopoldo de la Rosa Olivera ; La
esclavitud en Tenerife, de Manuela Marrero; La conquista de Tenerife,
de Antonio Rumeu de Armas; Estudios canarios, de Dominik J. Wölfel y Documentos canarios
en el registro del sello [1476-1517], de Eduardo Aznar
Vallejo, investigadores que, como la anteriormente citada María Rosa Alonso,
están muy lejos de poder ser calificados como nacionalistas canarios.
Supongo que las obras citadas le son suficientemente conocidas, pero sucede que
en ocasiones nos limitamos a manejar algunos datos adquiridos en determinados momentos
sin profundizar en los temas. Quizás la lectura atenta de estos libros le prive
de la imagen estereotipada y falseada que de este y otros personajes similares
se han empeñado en trasmitirnos los historiadores españolistas,
presentándonoslos como individuos casi divinos, protegidos y inspirados por
alguna divinidad, dechados de virtudes y con algún defectillo sin importancia
“propio del signo de los tiempos” y embutidos en brillantes armaduras a lomo de
briosos corceles. La cruda realidad es que estos individuos han sido autores de
horrendos crímenes de lesa humanidad, los cuales no prescriben con el paso del
tiempo, y si bien no pueden ser enjuiciados, si pueden ser juzgados por la
historia y además con “visión histórica”.
En cuanto al tema de la participación del clero de la iglesia católica en las
masacres cometidas contra el pueblo canario durante la invasión y conquista, es
materia que tendría que ser recogida en varios libros, por ello prefiero
soslayarlo.
Supongo que con su expresión cobardes asesinatos, pretende hacer alusión
al acto de terrorismo de Estado perpetrado por el gobierno español en Argel
contra el ciudadano Antonio Cubillo, por orden del en aquel entonces ministro
de Interior, Rodolfo Martín Villa, acto reconocido y condenado por el más alto
tribunal de justicia de aquel Estado.
Y continua: “Por cierto, y a propósito: la bomba en
la que aparecen metidas nuestras Islas en la denuncia que acompaña su artículo,
me gustaría creer que es una metáfora, aunque me trae un triste recuerdo de
1977. Porque si no es una metáfora, Sr. Cubillo, habría que tener mucho más
cuidado a la hora de calificar a ciertos personajes históricos..., como Lugo.”
Efectivamente Sr. Lima, no le quepa la menor duda, se
trata de una metáfora, además dicha ilustración fue añadida por la redacción de
El Día al artículo del ciudadano Cubillo. Con respecto a su sesgado comentario,
debo decirle que los canarios hemos adquirido el suficiente grado de madurez
política -a pesar de los desmesurados esfuerzos del colonialismo español en
contra-, para defender nuestros justos derechos a nuestra independencia y
descolonización mediante el dialogo y el consenso, siempre que la metrópolis
esté predispuesta a ello de manera civilizada y bajo el amparo de la comunidad
internacional.
No entiendo a que viene a cuento los siguientes
párrafos en relación con el contenido del artículo del ciudadano Cubillo, que
usted incluye en su crítica, aunque la (¿buena?) intención que le anima se
deduce del mismo: “Yo he leído recientemente un artículo en que se acusaba a
Hernán Cortés de cruel porque conquistó al "pobre" pueblo azteca.
Evidentemente, el autor del artículo no sabe
absolutamente nada del pueblo azteca, de las razzias que hacía por los
alrededores para llevar cautivos a lo alto de los teocallis para ¡arrancarles el corazón en vivo y luego comerse
los cuerpos aún calientes con tortitas de maíz! Con razón esos pueblos
víctimas, que vivían aterrorizados, ayudaron a Cortés apenas llegar a Veracruz,
lo que no dejó de sorprender al conquistador, algunos de cuyos soldados fueron
sacrificados de aquella bárbara forma a los dioses tras la llamada "Noche
Triste".
Claro que, me dirá Vd., los aborígenes canarios no
eran, ni mucho menos, como los aztecas. Bueno... Según Abreu Galindo, los de
Gran Canaria hicieron "estatuto y ley, de matar todas las criaturas
hembras que naciesen, como no fuesen los primeros partos, que reservaban para
su conservación". Ello, para evitar hambrunas por la demasiada población.
La justificación no borra, sin embargo, lo cruel de la medida.”
Vamos por partes Sr. Lima, al margen de las
connotaciones peyorativas de su mal intencionada cita, no deja de ser
significativo su interés en enlazar determinadas costumbres religiosas del pueblo
azteca con un texto que trata sobre un personaje que fue ciertamente un
depredador humano, y no deja de ser sospechosa su aparente sorpresa ante unos
hechos que usted como historiador debería conocer y analizar “con visión
histórica”.
La antropofagia que practicaban los aztecas, si bien
implicaba comer carne humana, no debe ser confundida con canibalismo. Era
antropofagia “ritual” y su sentido principal era “alimentarse” del espíritu y
fortaleza del enemigo derrotado. En otros casos eran ofrendas a los dioses,
prácticas habituales en determinadas religiones europeas y que de manera sincretizada continúan practicándose hoy en día como tendremos
oportunidad ver.
Otra cuestión es el
canibalismo, habito cultural de determinados pueblos de la antigüedad, o el
canibalismo practicado en condiciones extremas como en casos de naufragios,
hambrunas o catástrofes de los que tenemos sobrados casos documentados en los
tiempos modernos como por ejemplo: La primera expedición española que fue a
fundar Buenos Aires en 1536, liderada por Pedro de Mendoza, fue atacada por los
indígenas del lugar y terminaron sitiados dentro de su campamento.
Aparentemente, durante el terrible sitio, a los españoles se les acabaron los
alimentos. La desesperación les llevó a la antropofagia.
Debe ser cuestión de genes,
pues algunos seres primitivos que la propaganda oficial califica como “los
primeros españoles” ya practicaban el canibalismo, según expone el Doctor
Eudald Carbonell, codirector del yacimiento arqueológico de Atapuerca, en Burgos: “Hace 800.000 años tuvo lugar en Atapuerca un macabro festival caníbal. Así lo demuestran los nuevos fósiles
encontrados en el estrato Aurora del yacimiento de la Gran Dolina , donde se
han hallado fósiles de al menos 10 individuos, casi todos ellos niños y niñas
de corta edad, que fueron devorados por sus congéneres.
Todos los indicios sugieren que un campamento de “Homo
Antecessor” fue atacado por un grupo de personas de la misma
especie, pero de diferente grupo. Son las evidencias más antiguas de
antropofagia de la historia de la humanidad, no sólo está en los fósiles de
niños encontrados en diversos lugares del yacimiento, sino en una gran cantidad de cuchillos de cuarcita y sílex, con borde abrupto y filo muy
marcado, que han aparecido en la
Gran Dolina , y que probablemente fueron utilizados para
descuartizar los cadáveres de los niños, en una práctica “más cultural que
gastronómica”.
En todo caso, las prácticas de canibalismo de la
religión azteca y la de la española tienen mucho en común, por ejemplo: lo más característico de la
religión católica es un acto de canibalismo: el objetivo de su liturgia es
comerse a su Dios (mediante el principio alquímico de la transmutación de la
materia), tal afirmación, que para muchos
no será ninguna novedad, está precisamente en el Nuevo Testamento: “….El que come mi
carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el
último día……” Juan 6, 54.
La cita no la traemos a cuento por afán de provocar,
algo bien lejos de nuestra intención, por lo demás, no hace sino confirmar un
dato que la antropología constata en sus trabajos sobre religiones.
En términos generales, causa sorpresa comprobar cómo
para los creyentes “católicos y apostólicos” las
demás religiones, aparte de no ser “verdaderas”, están plagadas de creencias
absurdas y ceremonias “pintorescas” e indiscutiblemente con muchos elementos
profanos.
Antes de que los españoles invadieran y ocuparan
América, los aztecas ya comían pan sacramentado como cuerpo de un dios. Con la
masa hacían una imagen de la divinidad “Huitzilopochtli” y sus pedacitos eran
comidos por la población dos veces al año. Una vez comido no ingerían nada más
durante un día para no contaminar a su dios yaciente en el estómago con
cualquier otro alimento “no divino”. Además, tenían una ceremonia denominada “teoqualo” (que significa “el dios es comido”) en la que
trocitos de pasta de granos considerados parte de la divinidad eran comidos por
todos los varones, desde los bebés hasta los más viejos, dejando
terminantemente prohibido este acto a la mujer.
El origen de la costumbre teofágica del cristianismo de comer hostias en la eucaristía
(es decir, el cuerpo del Cristo-Dios) estriba en la ingesta del grano, al que
los pueblos antiguos de Europa consideraban representación del espíritu divino.
Al término de las cosechas daban forma humana al pan dotándole de carácter
sacramental ya que lo que decían comer es el cuerpo del espíritu de la mies
(creen comer el fondo platónico, más que la forma). En todo caso según el credo
católico mediante la trasmutación de la materia-principio alquímico- el pan y
el vino se convierten en carne y sangre de Cristo-Dios, por tanto,
sencillamente se están comiendo a su dios cada vez que comulgan.
En cuanto al caso del infanticidio de niñas recogido
por frayle Abreu Galindo, para la isla Tamaránt, que siendo ciertamente un pasaje singular sólo es
mencionado por este autor, fue esporádico y en un caso de extrema necesidad
donde se cuestionaba la supervivencia de la población, y no por hábitos culturales
o religiosos como sucedía en otras culturas antiguas y modernas.
Permítame algunos ejemplos: El infanticidio ha sido
practicado en todos los continentes y por gente de todos niveles de complejidad
cultural, desde los cazadores nómadas hasta la sociedades cristianas. Más que una excepción, ha sido la regla.
Aunque hay muchos casos en la Biblia en que los antiguos
hebreos sacrificaban a sus hijos a dioses paganos (p. ej., Deuteromio 12:30-31, 18:10; 2
Reyes 16:3 & 17:17, 30-31 & 21:6 & 23:4, 10; Jeremías 7:31-32 &
19:5 & 32:35; Ezequías 16: 20-21, 31; Jueces 11:31).
En algunos períodos de la historia de Roma era
tradicional que el recién nacido fuera traído al pàter
familia, el patriarca familiar, quien entonces decidiría si el niño iba a mantenerse
y a criarse, o si sería dejado a morir por expósito. Las Doce Tablas de la ley
romana le obligaban a matar al niño que naciera deforme.
En todas las sociedades, como en la europea de la Edad Media , siempre
operaron factores de selección u omisión en detrimento de las niñas, a las que
no se daban gran valor en esas sociedades predominantemente militares y
agrícolas y sobre los minusválidos y retrasados mentales, que eran considerados
como engendros, criaturas de otro poderoso enemigo de los niños, el Demonio, ya
fueran ilegítimos o legítimos.
Según William L. Langer, el en abandono de niños en la Edad Media “fue
practicado en una escala gigantesca y con absoluta impunidad, señalada por los
escritores con la más frígida indiferencia”. Según señala Richard Trexler, las mujeres romanas tiraban a sus recién nacidos al
Río Tiber, incluso a la luz del día. Le supongo informado de la
legislación sobre la limitación de nacimientos en China, India y otros países,
además de las campañas abortistas tan actuales. Sr. Lima. ¡Nada nuevo bajo la Sol !
Como estas apreciaciones mías al cínico artículo del
Sr. Lima, está siendo demasiado largo y tedioso y además me esta aburriendo,
por lo que me salto algunos apartados del mismo, haciendo un breve comentario a
los párrafos finales. “Y para que no quede mal sabor de boca, deberíamos
degustar unas papitas guisadas con un conejito en salmorejo, todo regado con un
buen tinto de cualquiera de nuestras Islas; todos ellos, productos que nos
trajeron los conquistadores. Eso sí, sin olvidar el lebrillo con gofio amasado,
herencia de nuestros padres guanches.
Y mientras, que suene nuestra música, con timple, guitarras y laúdes, todos,
instrumentos (como nuestros bailes) de raigambre española: folías, isas y
malagueñas; pero también sirinoques
y canarios, que, según los entendidos, algo tienen de los guanches.”
Estimado Sr. Lima, es probable que la papa fuera
introducida en las islas por los españoles (los
colonos no los conquistadores), pero no es española, sino uno de los
tantos aprovechamientos de los recursos naturales de los pueblos invadidos. La
historia de la papa comienza hace unos 8 000 años, cerca del lago
Titicaca, que está a 3 800
metros sobre el nivel del mar, en la cordillera de los
Andes, América del Sur, en la frontera de Bolivia y Perú. Ahí, según revela la
investigación, las comunidades de cazadores y recolectores que habían poblado
el sur del continente, por lo menos unos 7000 años antes, comenzaron a
domesticar las plantas silvestres de la papa que se daban en abundancia en los
alrededores del lago.
La invasión española, en 1532, puso fin a la
civilización inca, pero no a la papa. Porque a lo largo de toda la historia
andina, la papa, en todas sus formas, ha sido profundamente un “alimento del
pueblo”, y ha desempeñado un papel central en la perspectiva andina del mundo
(el tiempo, por ejemplo, se medía por el que era necesario para cocinar las
papas).
Cuando llegó a Europa la
papa no tuvo la aceptación que creeríamos podría tener un alimento tan noble
como lo conocemos hoy en día. Lo criminal de su oposición se entiende por
hechos que afectaban a la época, por ejemplo se decía que el consumo de papa
causaba la temida lepra. Con el grado de cultura de la época es fácil de
entender por que de tal brutal oposición, además los
inquisidores la ligaban a la hechicería y como tal todo aquel que lucrase con
esta o se alimentase era llamado a dar cuenta de esto, pues producía gran
flatulencia. Hasta en zonas tan diversas como Rusia fue considerada como
“planta del diablo”, dentro del catolicismo lo negaban y castigaban el consumo
pues este alimento no era mencionado por la Biblia , de hecho la similitud del nombre con el
de la cabeza visible de la iglesia católica obligó a cambiarlo por el de
Patata.
La papa como alimento en
España solo se daba a los esclavos, cerdos y a las bestias del ejército
(caballares).
Fueron los franceses quienes
dignificaron el consumo de este sabroso tubérculo del que los canarios hemos
sabido domesticar y producir algunas de las variedades más solicitadas en
Europa.
En lo relativo al vino,
algunos autores recogen que nuestros ancestros elaboraban vino, aunque
probablemente no fuese de uva fermentada, lo que si está contrastado por la
moderna arqueología es la existencia en las islas de cepas de la viti vitifera documentada en Icod y Tegueste por la arqueóloga María del
Carmen del Arco en el 360 antes de la era occidental actual, según muestras
sometidas al examen del Carbono 14. Recientes hallazgo en la isla Esero (Hierro) confirman la existencia de planta en dicha isla y también
datada en fecha precolonial.
En cuanto a que la Malagueña
es de “ragaimbre española” le
recomiendo que consulte algunos tratados de folklore, en ellos podrá comprobar
que la Malagueña ,
un derivado del fandango, es de origen imazighen, no español.
Estimado Sr.
Lima, hacemos votos para que la divinidad le libre de su complejo de endofobia camuflado en ropajes intelectuales.
Octubre de
2009.
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