1970 febrero 21.
Pasó a mejor vida el a
consecuencia de una trombosis cerebral, Juanita García Peraza, “Mita” la isleña
canaria fundadora de una religión
puertorriqueña.
Se creía poseedora de un don y
declaraba que el Espíritu Santo obraba a través de su persona. La asunción de
esos poderes le llevó a adoptar un nuevo nombre, Mita, que significaba
según ella espíritu de vida o madre espiritual. En 1940 fundó
una congregación en Arecibo.
La huella cultural de la mujer
canaria en la migración puertorriqueña. La migración canaria a Puerto
Rico conformó numerosas poblaciones de esa isla posibilitando un aporte
decisivo a la configuración de muchas de ellas erigidas a partir de la segunda
mitad del siglo XVIII. Una de esas localidades fue Hatillo, ligada a la migración
familiar de tinerfeños en el siglo XIX, en la que el componente mayoritario
procedía de San Miguel. Sus huellas culturales están presentes en numerosos
aspectos de su vida cotidiana, como acontece con sus características máscaras
del Carnaval. Es de sobra conocido el papel relevante de la mujer en las
manifestaciones religiosas y mágicas en el Archipiélago, rasgos culturales que
trasmitieron también a los territorios a los que emigraron, como se puede
apreciar hoy en países como Cuba, República Dominicana, Venezuela, Uruguay, o
el caso que nos ocupa, Puerto Rico. Una migración con elevada presencia de
mujeres explica la trasmisión y continuidad de esos lazos culturales.
La conversión de Juanita en Mita
y la expansión de su congregación.
Para ayudar a comprender trayectorias singulares
como la de Juanita García Peraza, la fundadora de la única religión de origen
puertorriqueño hoy arraigada en esa isla, en Estados Unidos y en varios países
latinoamericanos, debemos tener en cuenta el papel desarrollado por esas
mujeres de procedencia canaria en el seno de sus comunidades. Juanita García
Peraza nació en Hatillo el 24 de junio de 1897 en el seno de una familia
canaria de ascendencia católica. Su padre, Francisco García Delgado, era
natural de San Miguel de Abona. Hijo de José y de María, era de profesión
agricultor. Contrajo nupcias con Inocencia Peraza, de idéntica procedencia.
Tuvo una numerosa prole de trece hijos, siete de ellos varones y seis féminas.
En 1900 seguía residiendo en Hatillo, contaba por entonces 55 años de edad.
Ante la ocupación norteamericana optó por retener la ciudadanía española.
Juanita se trasladó de Hatillo al próximo
Arecibo, donde residió por un espacio largo de años. Se desposó en dos
ocasiones y procreó a cuatro hijos. A los 42 años de edad le fue diagnosticada
una úlcera gástrica crónica, por lo que siguió tratamiento por espacio de
varios años. La visita de una integrante de la Iglesia Pentecostal,
quien oró por su recuperación, le llevó a incorporarse a esa religión. Llegó a
entender que su curación se debía a la intervención divina. Pero bien pronto
chocó con los dirigentes pentecostales. Al creerse poseedora de un don que le
permitía traducir las revelaciones proféticas, declaraba que el Espíritu Santo
obraba a través de su persona. La asunción de esos poderes le llevó a adoptar
un nuevo nombre, Mita, que significaba según ella espíritu de vida
o madre espiritual. En 1940, tras su expulsión de esa confesión, fundó
una congregación Mita en Arecibo. En 1943 ese grupo inicial se convirtió en la Iglesia libre, que ofrecía
cultos en las casas de sus integrantes y en pequeños templos de madera
alquilados. En 1947, sus revelaciones personales le condujeron a mudarse a Hato
Rey, donde adquirió una casa para celebrar los oficios religiosos. Su aporte no
solo fue el magisterio religioso de sus fieles, sino la creación de una
infraestructura social y económica en que se fundamentaba la comunidad de
adeptos y su proyección exterior. Su expansión por los confines de Hato Rey y
Arecibo le llevó a adquirir no solo nuevos inmuebles sino cooperativas y
corporaciones que, bajo su orientación, proveyeron de empleos y servicios a la
comunidad. La constitución de un Cuerpo de Guardias proporcionó
también vigilancia y protección a sus adeptos.
Su labor misionera no se limitó solo a Puerto
Rico. En los años 50 viajó a Estados Unidos, donde erigió algunas
congregaciones, que se ampliaron en la década de los ochenta a numerosas
localidades de la
República Dominicana. Sin embargo, Juanita, debilitada su
salud en 1968, pasó a mejor vida el 21 de febrero de 1970 a consecuencia de una
trombosis cerebral. Su discípulo, Teófilo Vargas Seín, con el sobrenombre de Aarón,
se hizo cargo de la dirección de ese grupo religioso, que se expandiría por
Canadá, Curaçao, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Panamá, El Salvador y México.
Llegó a ser tan prominente en la sociedad puertorriqueña que, tras su muerte en
1970, el Senado de la isla suspendió sus sesiones por tres días en su honor,
siendo enterrada con gran pompa y ceremonia.
La personalidad de Juanita García
Peraza. En la expansión del culto de Mita jugó un papel
fundamental la personalidad de Juanita García Peraza. Creía haberse convertido
en la encarnación del Espíritu Santo, que le reveló que era Espíritu de la Vida y Mita. A
partir de entonces, comenzó a hablar en lenguas y a llevar a cabo
sanaciones, lo que le originó disputas con los líderes de la Iglesia que profesaba. Se
le acusó de blasfemia y se le expulsó de la comunidad, por lo que con once
seguidores dio pie a una pequeña congregación llamada inicialmente La Iglesia Libre.
Mita divide la historia de la fe
cristiana en tres etapas: la de Jehová, Dios Padre, a través de sus profetas;
la de Cristo, el Hijo de Dios, actuando a través de Jesús de Nazaret, y la del
Espíritu Santo, Dios la Madre,
cuyo nombre era Mita, que actuaba a través de su persona. Su misión en
la Tierra era
la reunión de los fieles de Dios dispersos por la faz de la Tierra. Como subraya
Camayd, si una cosa evidencia Mita es su carácter popular espontáneo.
Su aspecto maternal, sin duda, ejerce una poderosa atracción. Las mujeres
tienen razones para sentirse reivindicadas en una sociedad a menudo
caracterizada como machista, donde las tradiciones católicas y protestantes por
igual les han negado un lugar en la jerarquía. Pero los hombres aprenden
asimismo a relacionarse con la divinidad a través de la Madre Tierra, que
tiene paralelismos en la matrona Taína, Anacaona, en la deidad del agua
africana Yemayá o en la
Virgen María. Sin embargo, independientemente de su origen y
explicación, la autoridad espiritual matriarcal, actuando de manera abierta o
latente en una estructura de material patriarcal, tiene una fuerte prevalencia
en las sociedades latinoamericanas.
Su precursora inmediata fue la enigmática
figura católica de la
Madre Elenita, una hermosa joven que apareció en las montañas
de Puerto Rico cuando la persona de Mita era sólo una niña. Cientos de
discípulos afirmaron que la madre de Elenita era la Virgen del Carmen, patrona
de Puerto Rico. Pero no se trataba de una aparición normal. Elenita en realidad
vivía en las montañas durante 10 años, entre 1899 y 1909, predicando y haciendo
milagros de sanación. Al principio residía como ermitaña en una cueva y más
tarde pasó a hacerlo en una cabaña construida para ella por los vecinos.
Capillas conmemorativas se levantaron más tarde cerca del lugar. Su origen,
familia y nombre real se desconocen. Algunos afirmaron que ella llegó a la
orilla del mar flotando en un tablón de madera después de que el huracán San
Ciriaco devastó la isla en 1899. La joven murió "de debilidad",
probablemente de desnutrición, y fue enterrada en 1909. Hacia sus últimos días
se distribuyeron mechones de pelo y otras reliquias de los fieles. Años más
tarde, una investigación eclesiástica que pretendía la exhumación de sus restos
descubrió que su cuerpo había desaparecido. El papel prevalente de esas mujeres
nos introduce no solo a un elemento sincrético, sino también a tener en cuenta
la labor desarrollada por las mujeres sanadoras de origen isleño en la cultura
popular caribeña, como acontece con la isleña Antoñita en Pinar del Río (Cuba).
La divinización de la Virgen y el papel
redentor de esas mujeres con poderes sobrenaturales es una vertiente del
catolicismo popular que ha sido repudiada por los protestantes. Por lo tanto,
la llegada del Pentecostalismo a América Latina, como se puede apreciar en la
misma Juanita García Peraza, significó una irremediable tensión en su caso, ya
que Mita suministra una dimensión importante en la concepción
antropomórfica de Dios, que había estado ausente en la tradición judeocristiana
patriarcal, ya que completa la triangulación de Padre-Hijo-Madre que se sugiere
con su concepción de la
Trinidad.
La congregación Mita encontró un
campo de expansión entre la clase obrera urbana que dejaba los campos e iba a
vivir a los barrios pobres de San Juan de Puerto Rico. Para algunos de ellos
era una vía para salir de la pobreza. Arribó a la capital en 1949 en pleno
éxodo rural. Mita se dirigió a cubrir sus necesidades materiales al
organizar a sus feligreses en una cooperativa. Esta mezcla de religión y
negocios es a menudo criticada por los católicos. Su ministerio internacional
opera a través de una red no jerárquica de los pastores ungidos, compartiendo
el mismo rango y con la significativa denominación de trabajadores,
todos los cuales tienen trabajos regulares, ya sea en empresas de la
congregación o en la sociedad en general. Una mirada sobre sus negocios muestra
una planificación a largo plazo cuya estrategia es claramente el de la
autosuficiencia de la comunidad con sus granjas y ranchos ganaderos del
interior, supermercados, fábricas de bloques, carpinterías, talleres de
calzados y de ropas e incluso cooperativas de crédito y personal sanitario,
incluyendo programas de lucha contra las drogas, el alcohol y el tabaco, que
están excluidos para sus miembros. (CEDOCAM, Publicado en el número) 429
CAMAYD FREIXAS, E. El culto de la Diosa Mita en la víspera de un nuevo milenio: una mirada socio-antropológica en una religión del Caribe Urbano. Asuntos Latinoamericanos [en línea], 13 (1). http://webpub.allegheny.edu/group/LAS/LatinAmIssues/Articles/LAI_vol_13_section_I.html
CIFRÉ DE LOUBRIEL, E. La formación del pueblo
puertorriqueño. La contribución de los isleño-canarios. San Juan de Puerto
Rico, 1995.
DELGADO PLASENCIA, E. Parientes isleños,
hatillanos, lejanos y cercanos. Quebradillas (Puerto Rico), 1997.
HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. Los
canarios en la Cuba contemporánea. Semblanzas de identidad y cultura.
Tenerife, 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario