domingo, 9 de febrero de 2014

LA CUEVA DE ACHBINICO O SAN BLAS






La Cueva de San Blas estaba dedicada al estabulado de ganado según Espinosa (1594/1980: 63), “a la orilla del mar (…) una cueva que está junto a ella, donde solían ordeñar sus ganados, y la llaman Achbinico, que los cristianos llamaron después de San Blas”. En cambio, según Álvarez Delgado(1958/1993: 152), era “lugar de trasquilo, sólo se empleaba dos veces al año para distribución del ganado y reparto de reses”.Esta cueva fue el primer templo católico del Valle de Güímar, desde el 2 de febrero de 1497, festividad de las Candelas, en la cual se bautizaron a los guanches y se sacó en procesión a la Virgen de Candelaria, que permaneció en la cueva hasta el 2 de febrero de 1526 cuando se construyó una ermita, colocándose en la cueva la imagen de San Blas. Entre 1543 y 1575, en que se terminó de construir la iglesia de Santa Ana en Candelaria, la Cueva de San Blas, con pila bautismal y Santísimo Sacramento, sirvió de parroquia (Rodríguez Delgado.)

No se han publicado en detalle ambas actuaciones, y los artículos de Hernández Gómezet alii(1996 y 1998) y Albertoet alii(1997-98) se centran en el proceso de aculturación religioso vinculado con la Virgen de Candelaria, anunciándose la memoria en prensa para Investigaciones en Canarias, 6, pero no figura en dicho volumen ni en el nº 7, último publicado de la colección. No obstante, se ha indicado que las cuevas de San Blas y Los Camellos no fueron de ocupación estable, ya que detectan junto a “niveles atropizados (…) encharcamientos y abandonos de ambas cuevas” (Albertoet alii, 1997-98: 48;Hernández Gómezet alii, 1998: 578) y del registro conocemos la presencia de cerámica aborigen del grupo II, basaltos de la playa de la Arena, obsidiana, fauna de ovicápridos, malacología, pescados (Muraenidae,tovarus,Serranus sp., Pagrus pagrus, Sparisoma (Euscarus) cretense y Scomber japonicus),lacértidos ( gallotia galloti) y un resto de ave (Hernández Gómez et alii,1998:588-589 n. 11). Reconocen que en el “registro ergológico (…) llama la atención por su notable escasez, difícil de explicar incluso teniendo en cuenta los periodos de abandono” (Hernández Gómez et alii, 1998: 578), considerándola ocupación en San Blas como “episódica y poco intensa”, donde destacaba un área de combustión con hogares, sin ningún acondicionamiento, en el sondeo Y, en el cual quemaban pinus canariensis en un punto elevado muy cerca de la boca para que “se hicieran visibles desde el exterior”, mientras que la de Los Camellos en “la mitad inferior de su secuencia estratigrafía  parece dejar una mayor intensidad” (Hernández Gómez et alii, 1998: 579). Sobre este tipo de hoguera, indican la ausencia de “paralelos en otros yacimiento excavados en Tenerife o, incluso, en el Archipiélago”, la cual interpretan desde un posible punto de vista ritual.

Desde nuestro punto de vista, estas hogueras también podrían estar destinadas a indicar a algunos barcos este punto de aproximación en la bahía de Candelaria, para lo cual se transportaría madera de pino desde cotas muy superiores, que daría más potencia y duración al fuego que la vegetación arbustiva de la zona costera, más fácilmente accesible. Esta Cueva de San Blas sufría regularmente inundaciones por las tormentas de invierno, pues antiguamente se encontraba junto al mar, posición actualmente alterada por la construcción del paseo marítimo. Respecto a la Cueva de los Camellos, también puede ser fácilmente afectada por las tormentas marítimas de invierno que inciden directamente en ella, lo que explicaría esos episodios de “encharcamiento y abandonos” en ambas cuevas, y las convertiría en un punto de abrigo durante el verano en actividades de marisqueo o pesca. Es interesante que uno de los milagros de la Virgen de Candelaria, el nº 21,narra que un barco navegando por la costa de Málaga se hundió y 9 supervivientes, que pudieron salvarse sobre un batel, fueron empujados por una tormenta hasta el Estrecho de Gibraltar y desde allí penetraron en el Atlántico y “sin saber cómo ni por dónde hubiesen navegado, se ven venir (cosa maravillosa) a la playa de Candelaria y desembarcan en ella sanos y salvos(…) Y para memoria de esto sacaron el batel y lo pusieron a la puerta de la iglesia, donde largo tiempo estuvo” (Espinosa, 1594/1980: 172-173).

Maria Gómez Díaz

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