sábado, 6 de junio de 2015

TINDAYA, patrimonio mundial amazigh


El proyecto del fallecido artista vasco Chillida para la Montaña de Tindaya constituye uno de los mayores atentados no sólo medioambiental, sino cultural del Archipiélago. Corrupción, explotación y el desprecio más inmenso a la cultura canaria, amazigh y mundial, rodean el caso de Tindaya. Este artículo nos ayudará a recordar el gran valor que encierra esta montaña majorera.

La montaña de Tindaya (ti-n_dday-a. ‘puntiaguda’ o ‘puntillosa’.) Con unos 400 metros de altura se encuentra en el municipio majorero de La Oliva (isla de Fuerteventura, Canarias). Su trascendental importancia abarca desde el ámbito geomorfológico pasando por el medioambiental, arqueológico, hasta el etnográfico y cultural. Su ubicación la hace visible desde múltiples puntos del norte de Fuerteventura, y reconocible por su forma peculiar, cromatismo y belleza paisajística. Cuenta con el reconocimiento por el PIOT de Fuerteventura como Zona de Interés Botánica ya que cuenta con endemismos botánicos como la cuernúa (caralluma burchardii). También se asientan otros endemismos botánicos, como el Aychryson bethencourtianum, muy amenazado de extinción, o el jorjado (nauplius sericeus), junto a taginastes, euforbias y más de una veintena de especies habituales en el ámbito macaronésico. Tindaya sirve todavía de refugio a fauna diversa, autóctona y transeúnte, gran parte de ella tenidas por infrecuente y vulnerable. Junto a la conocida tarabilla canaria (saxicola dacotiae), un pajarillo insectívoro que ya casi sólo se encuentra en aquella isla, también residen de forma más o menos temporal otras aves en franco retroceso, como el camachuelo trompetero (bucanetes githagineus), algunos cuervos (corvus corax tingitanus) y unos pocos ratoneros canarios o aguilillas (buteo buteo insularum), que en el pasado estaban presentes en todo el Archipiélago.

La montaña concentra más de 200 grabados rupestres podomorfos, así como diversas estructuras con abundante registro arqueológico que ya han sido afectadas por extracciones mineras de Compañía Artesanal de Canterías de Arucas S.L. y Cabo Verde, S.A. En la base se encuentran estructuras habitacionales de piedra seca hincadas de planta oval donde son numerosos los restos de cerámica, líticos y conchas. Una estructura de piedras hincadas, de tendencia oval con una orientación significativa con respecto a la cima de Tindaya, ya que en ella se produce la salida más meridional posible de la luna (lunasticio mayor sur). Es posible que se trate de la estructura de un posible “Efequén”( f-kn ‘dar’, ‘ofrecer’, ‘gratificar’), recinto de carácter religioso de los antiguos mahos. También es significativa la Cueva del Bailadero de las Brujas donde a través de la tradición oral se ha recogido que mujeres y hombres iban algunas noches a la cueva a realizar juegos. Y es que Tindaya y su llano son referencias para el estudio etnográfico relacionado con temas brujeriles.

Estos grabados en forma de pie que se concentran en la montaña son tan numerosos que quizás Tindaya sea el mayor exponente mundial de grabados de este tipo. Estos podomorfos muestran una orientación útil para observar fenómenos astronómicos o meteorológicos, así como para la realización de ciertos rituales, según los estudios del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Estas representaciones de pies humanos (naturalistas o figurativas), todas muy diversas y en su mayoría dirigidas hacia el poniente, se distribuyen por más de medio centenar de paneles agrupados en su tramo superior y casi una treintena de figuras sueltas, desaparecidas en la actualidad. Basándonos en la orientación de los podomorfos marcan justamente la zona de puesta del Sol duarnte el Solsticio de Invierno señalando el inicio del período de máximas lluvias en la Isla. Estos grabados podomorfos no son únicos de Fuerteventura, también existen en Lanzarote, Gran Canaria y en el Continente. Son conocidos en las Montañas del Atlas y montañas saharianas como el Tibesti, Tassili y Tiratimin, grabados por las antiguas poblaciones amazighes. Tienen un carácter sagrado en el Alto Atlas y los pastores lo usan para marcar territorios ganaderos. Representan a esos antepasados que han pasado al mundo de los muertos, vinculándose dicho lugar a prácticas propiciatorias de las lluvias.


Apoyándonos en la etnografía comparada con los pueblos amazighes (bereberes) actuales del Continente, se plantea la posibilidad de que Tindaya como Axis Mundi, actuara como centro del mundo majorero, siendo el vínculo entre la tierra y el cielo. Constituía sin duda una montaña de carácter sagrado, y siguió siendo especial tras la cristianización de la Isla, siendo denominada también “Montaña de las Brujas” permaneciendo envuelta en esa espiritualidad ancestral que la vincula este lugar a las más ancestrales creencias de la cultura popular canaria. En la cultura amazighe, existen determinados lugares que gozan de cierta aureola sagrada, donde las manifestaciones de lo invisible son más evidentes. Este es el caso de la Montaña de Tindaya, morada de espíritus, genios y dioses. Conocida también como 'Montaña de las Brujas', fue santuario para los antiguos mahos, donde personajes como las agoreras/sacerdotisas Tibiabin y Tamonante, acudían con la intención de conectar y pactar con las fuerzas sobrenaturales del mundo de los Invisibles. En definitiva, la Montaña de Tindaya constituye no solo un monumento natural y cultural de todos los canarios, sino que es patrimonio todo el mundo cultural amazighe y de la humanidad. Las amenazas depredadoras que se ciernen sobre la Montaña de Tindaya son quizás el símbolo de la agonía de nuestras raíces como pueblo, que siguen a la deriva en el pan para hoy y el hambre para mañana.

Rumen Sosa Martín. Publicado en IZURAN nº 4


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