En 1345, aborda la isla Titeroygatra en busca de esclavos
el capitán Álvaro Guerra y tomó posesión nominal de ella en nombre de Pedro IV
de Castilla, dándole el nombre de isla del Infante.
Ya desde 1351 los mercaderes de esclavos Juan Doria (de
Auria) y Jaime Segarra (de Sagarra), mallorquines, proyectan una expedición de
treinta personas -religiosos, clérigos y seglares- para la “evangelización” de
las islas. Para ello cuentan con doce guanches esclavos (probablemente de la
expedición anterior) comprados por Juan y Jaime, convenientemente instruidos en
la fe de la secta católica. Para llevar adelante el proyecto piden como era
preceptivo autorización al Papa de turno.
Consta que en el año 1352, Pedro IV el Ceremonioso, había
solicitado a su Lugarteniente en la isla de Mallorca, un informe acerca de cómo
habían sido introducidos en dicha isla doce indígenas de la isla de Gran
Canaria, los cuales habían llegado allí en alguna expedición procedente de las
expediciones mallorquinas a Canarias en el año 1342.
En 1391 los
genoveses Bartolomé Scariafíga y Bartolomé Bargazo y el sevillano Juan González organizan una expedición a las islas Canarias. La nave
Santa Ana, tripulada por andaluces y catalanes, toca en Erbania (Fuerteventura) y continúa hacia Guinea. En noviembre de ese año se
registra la venta en Barcelona de un esclavo indígena de Fuerteventura que pudo ser llevado por la citada
expedición.
Una banda de
saqueadores que componían una expedición esclavista (vizcaíno-sevillana) al
mando de Gonzalo Peraza Martel, señor de Almonáster, vizcaíno, en 1393 llega
con licencia de Enrique III de Castilla a las islas al frente de una expedición
de cinco navíos. Saqueó la isla de Titoreygatra (Lanzarote) y se volvió a
Castilla con despojos, y con la presa de los reyes de Titoreygatra (Lanazarote)
Guanareme y Tinguafaya junto con 170 guanches maxos mas, esclavizados.
A partir de 1402 comienza la invasión digamos “reglada” de
archipiélago patrocinada por Castilla, presumiblemente impulsada más que por
razones geoestratégicas, por razones depredatorias y esclavizadoras. Así
tenemos que el 1 de mayo de 1402, los piratas Jean de Bethencourt y su socio
Gadifer de Lasalle parten de La
Rochela para Cádiz el 1 de con ochenta franceses, a los
cuales se unen otros aventureros castellanos.
Tras hacer frente a un motín de la tropa y marinos quienes
reclamaban los salarios atrasados de meses, Bethencourt consigue contentarlos
pagándoles parte de los mismos gracias a un préstamo concedido por un tío suyo,
tras robar un ancla y un esquife a un capitán inglés, prosiguen viaje a
Lanzarote a donde llegan a fines de junio.
El 28 de noviembre de 1403 el Papa Clemente VI, mediante
una bula da la titularidad de la invasión del archipiélago los reyes castellanos.
En ese año el pirata normando gestiona ante Enrique III (no ante Juan II que,
dice el Padre Las Casas) su supuesto señorío de Canarias y pide ayuda; y
recurre al Papa Benedicto XIII, en Avignon, para pedirle también ayuda material
y espiritual: indulgencias y privilegios de cruzada y la creación de un
obispado en el fuerte de Rubicón.
Enrique III de Castilla expide una Real Cédula, que
confirma al pirata Juan de Bethencourt señor feudal de Canarias y vasallo del
rey castellano, e hizo pregonar, en sus puertos, severa prohibición de
acercarse a las Islas Canarias, sin licencia del normando (Jean de
Bethencourt), que empantanado en su invasión y conquista.
El Papa Benedicto XIII, en Avignon, el 7 de julio de 1404
concede a Bethencourt las indulgencias y privilegios de cruzada y erige el
obispado de la secta católica de Rubicón {Róbigo) en la isla de Titoreygatra; y
por la bula Apostolatus officium del 7 de julio de 1404, nombra a Fray
Alfonso de Sanlúcar de Barrameda, O.F.M., obispo de esa diócesis. (Las Casas)
En octubre de 1405 Bethencourt invade y somete la isla
Esero (hierro) “Y aquel Augeron era hermano del rey de la isla; y aquel
interprete hizo tanto, que volvió con con su hermano y con 111 personas, con
dicha seguridad; y fueron conducidos a la presencia de Monseñor de Bethencourt,
y Mons. De Bethencourt guardó para sí a 31 de ellos, de los cuales el primero
era el rey; los otros fueron repartidos como botín y algunos fueron vendidos
como esclavos.” Le Canarien, p.197)
A continuación y por razones de espacio expondremos
brevísimamente algunas de las cristianas actuaciones de estos piratas y algunos
de sus secuaces en las islas invadidas:
…Bertín de Bernebal. –id y decid al rey y los que están con
él, y yo los defenderé y yo los defenderé bien contra los españoles…acudieron a
la aldea (Teguise) hasta un numero de 24..despues de haber cenado los canarios
bertín los mando a dormir y de esta manera unos se durmieron y otros no,
…llegada la hora se puso delante de su puerta espada en mano y los madó prender
…y directamente al puerto de la isla Graciosa donde esta la nave de España
Tajamar y llevó consigo los esclavos prisioneros… (Le Canarien, p. 91-92)
…Bertín regresa a España en la nave Tajamar llevando a esclavos capturados en
Lanzarote…(Le Canarien p.101) …Algunos días depuse llego la nave Tajamar al
puerto de Cádiz en la cual venía Bertín llevando consigo a los pobres canarios
habitantes de la isla de Lanzarote para llevarlos a vender como esclavos en
Aragón…(Le Canarien p.105)
La intención de Gadifer era tal, que si no encuentran otro
remedio, maten a todos los hombres de defensa del país y guarden a las mujeres
y a los niños y los hagan bautizar y que vivan como ellos hasta que Dios les
ayude de otra manera… (Le Canarien p.117) ...obligados a coger el rumbo de la
isla del Hierro allí prendieron cuatro mujeres y un niño… y actualmente no hay
sino poca gente porque cada año los cautivan. Y todavía el año 1402 fueron
presas según dicen cuatrocientas personas…p.129-130
Ausente Bethencourt de las islas en 1403, Berthin de
Berneval se rebela contra Gadifer; y, uno y otro, hacen asaltos y
esclavizaciones en las islas (Hist., I, 17; BAE, XCV, 65b. (Las Casas)…Y
regresaron todos sanos y dispuesto y encontraron a los compañeros en buena
forma, quienes tenían más de cien prisioneros (guanches maxos) en el castillo
de Rubicón, entre los cuales había habido gran mortandad, tenían a sus enemigo
tan apurados que no sabían que hacer y venían cada día a rendirse, hoy unos y
mañana otros, tantos que pocos hombres han quedado con vida sin ser bautizados…
(Le Canarien. p.130-131)
Por no cambiar la costumbre, Bethencourt después de su
segundo viaje a Castilla se instaló en Lanzarote, levantando casa de piedra
seca y barro, sobre restos de la fortaleza, que tuvo su predecesor. Domicilio
social de empresa, dedicada a la exportación de cueros, sebo y guanches,
saturado el mercado sevillano, Jean vendió esclavos en Aragón y Francia.
Amasada considerable fortuna, traspasó el negocio a su sobrino Maciot de
Bethancourt o Mosén de Menaute, abandonando la vida en la colonia. Enterados
los vasallos de Maciot, de que el bautismo por el rito cristiano les ponía a
resguardo de la exportación, lo solicitaron a una voz. De haber sido hombre de
escrúpulos, el tratante en esclavos hubiese perdido su fuente de ingresos, pero
al no inquietarle las cuestiones de fe, exportó cristianos e idólatras
lanzaroteños indiscriminadamente, confiando en la falta de autoridad, de una
iglesia católica dividida. (L. Álvarez de Toledo)
…Y en cuanto a la isla de Lanzarote que se llama en su
lengua Tytheroygatra…tiene gran cantidad de aldeas y casas hermosas, y solía
estar bien poblada pero los españoles y otros corsarios del mar los han
cautivado varias veces y llevados en esclavitud hasta que quedaron poicas
gentes. Porque, cuando llegó Mons. De Betehencourt, sólo había 300 persona que
conquistó con mucho trabajo y con grandes esfuerzos,… (Le Canarien. pags.
169-170)… Entonces regresó Aníbal con algunos de la compañía a su posada, bien
deshechos y heridos, llevando consigo mil cabras lecheras… (Le Canarien.
p.176)… (Bethencourt)-No me gusta que le hagáis ningún agravio y quiero que
tenga su parte justa de prisioneros… (Le Canarien. p.179) Maciot de
Bethencourt, lugarteniente de su tío Juan, “rey de Canarias”, ataca en 1407 a La Gomera y esclaviza a
guanches (Híst., I, 17; BAE, XCV, 66b); pero no logra conquistarla.
El Papa Benedicto XIII, en Zaragoza (?), no se sabe a
ciencia cierta porqué motivos (aunque posiblemente por su participación en la
esclavización de los naturales o quizás porque no pagaba a Roma los cánones
acostumbrados) en 1414 retira al pirata Juan de Bethencourt las indulgencias y
privilegios que le había concedido para la invasión y conquista de las Islas
Canarias; y suspende al obispo Fray Alonso de Sanlúcar de Barrameda de sus
funciones episcopales en la colonia.
En 1417 Fray Mendo de Viedma, O.F.M., obispo de Rubicón, se
enfrenta a Maciot, sobrino y lugarteniente del “rey de Canarias” el pirata Juan
de Bethencourt, porque esclaviza a indígenas ya cristianizados y los vende en
Sevilla; y, mediante un hermano suyo (del obispo), lo denuncia a la reina
regente de Castilla doña Catalina de Lancáster y le comunica la conveniencia de
que se le eche de las Islas Canarias, pues no le quieren por señor (Hist.,
I, 19; BAE, XCV, 76a-b). Comienza así los enfrentamientos entre colonos
eclesiásticos y seglares por el predominio de los diezmos y supuestas
jurisdicciones sobre los isleños. (Las Casas)
Pedro Barba de Campos es enviado en 1418 por la reina
regente de Castilla con tres navíos a las islas para tomarlas y con poder de la
reina regente, trata con Maciot que éste le venda las islas, el cual se las
vende con poder de su tío el pirata Juan de Bethencourt (Ibid., p. 76b); menos
Titoreygatra (Lanzarote).
El rey castellano Juan II cede en 1420 a favor de Alfonso
de Las Casas los supuestos derechos de conquista sobre las islas no dominadas
en el Archipiélago Canario, que eran Tamaránt (Gran Canaria), Benahuare (La Palma ), Chinech (Tenerife) y
Gomera, no es un suceso casual sino que corresponde aun criterio político bien
meditado, una vez que se consideró agotada la vía abierta en 1402 por los
piratas Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle , e inadecuada la cesión total de la empresa
isleña a un gran noble como era el conde de Niebla. La merced hecha por Juan
II, respaldada en los tiempos que siguieron por su privado Álvaro de Luna, era
una intervención nueva, indirecta pero efectiva, de la monarquía castellana en
la rapiña de las islas.
Liquidado el cisma de la bicefalia en la iglesia católica
Martín V, nombró a D. Mendo obispo de Canarias. Enfrentado a Maciot,
aprovechando que un Pedro de Castilla pasaba a la corte, hizo saber a Juan II
las complicaciones que le acechaban, de saberse en Roma que uno de sus vasallos,
convertía a los cristianos, en mercancía. Con enredos sobrados a domicilio, a
causa de su amistad con Álvaro de Luna.
Maciot pasando a Madeira, vendió el
archipiélago por partida doble, a dos señores que lo consideraban propio:
Enrique el Navegante y el Conde de Niebla (Bernáldez ofrece versión original, sobre el
incómodo señorío de los Guzmanes: conquistadas algunas de las Canarias por
Mosén de Bethancourt, las vendió al padre del primer Duque de Medina Sidonia,
al que llama Juan Alonso, en lugar de Enrique. Este las cedió a Fernán de
Peraza, “que vivía con él”, a cambio de “ciertos lugares”. Peraza fue acusado
de no haber conquistado las islas mayores, ni sido recibido por los
“regimientos”, de las tres islas, a más de haber conseguido, “por halagos o
como quier que fue”, hacerse tratar como rey, por todos los canarios
(Bernáldez. Cap. XXV). Barba hizo lo propio por su parte, apenas pisó
Sevilla, comprando Fernán de Peraza, fiel ejecutor del rey, casado con Inés de
las Casas, que vivía en la collación sevillana de San Vicente, pero no en casa
de los Guzmanes.
Harto de los problemas que creaban las
Canarias, el de Niebla cedió sus derechos, en 1430, a Guillén de las Casas,
alguacil mayor de Sevilla, criado de su casa, si no testaferro. Investido por Juan
II como señor de las islas, fue a Titoreygatra (Lanzarote), encarcelando a
Maciot en Esero (Hierro). Enterado Enrique el Navegante, mandó armada para
liberarle, siendo reintegrado a su domicilio de Titoreygatra (Lanzarote). (L.A.
Toledo)
Muere Guillén de las Casas en 1441 y hereda el señorío de
las islas Canarias Fernán Peraza, señor de Valdeflores (que era lugarteniente
de aquél en las islas que había “adquirido” en 1430), quien había casado con
Inés de las Casas, nieta de Guillén e hija de Juan de las Casas.
Los colonos Fernán Peraza y Guillén, su hijo, consiguieron
mediante pactos establecerse en la Isla Gomera y, iniciaron en 1449 la construcción
de la denominada Torre del Conde en Ipalam (San Sebastián), en previsión contra
las esporádicas revueltas de los gomeros, que solían alentar los portugueses,
especialmente interesados en la isla dicha torre se concluyó en 1450. También
consiguieron el dominio total sobre Esero (El Hierro), al parecer con la ayuda
del vasco Juan Machín de Arteaga, que había vivido antes en Madeira y casó con
una hija del rey bimbache (herreño). Hicieron incluso alguna intentona de
conquista contra Benahuare (La
Palma ), donde murió Guillén a mano de los awaras (palmeros),
poco después de su padre Fernán, con lo que el señorío completo recayó en manos
de la despiadada y sanguinaria Inés Peraza.
La colona Inés Peraza, una vez fallecidos su padre Fernán
Peraza en 1452 y su hermano. Casó con Diego García de Herrera, hijo del
mariscal Pedro García de Herrera y regidor del Cabildo sevillano en 1453. Con
Herrera entra en juego un nuevo linaje en la colonia, esta vez de origen
cortesano. Asumido el señorío de las Canarias por estos invasores
colonizadores, se convirtieron en campeones sin rival de las cabalgadas de
saqueo de España en Berbería de Poniente. Herrera, el esclavista sevillano,
dirigió y alentó un sinfín de expediciones o cabalgadas al continente, de las
que siempre regresó victorioso y enriquecido. No puede sorprendernos que sus
constantes relaciones con el continente le hiciesen abrigar el propósito de
erigir en la costa un establecimiento fijo, una torre-factoría, que le
permitiese el cómodo acceso a la ruta del oro de las caravanas, al par que la
iniciación de estrechos contactos con las tribus, con vistas a su futura dominación
política. Sus constantes cabalgadas en el continente
le hiciesen abrigar el propósito de erigir en la costa un establecimiento fijo,
una torre-factoría, que le permitiese el cómodo acceso a la ruta del oro de las
caravanas. (Rumeu de Armas)
Estando la
Corte castellana en Cuéllar, el 7 de septiembre de 1454, el
juez licenciado Pedro González de Caraveo, oidor de la Real Audiencia de
Sevilla y alcalde de su Casa y Corte., a instancia del apoderado de Herrera,
pronunció sentencia definitiva en rebeldía del demandado Maciot, que no se
atrevió a comparecer, dictó sentencia en la cual se resolvía el litigio en esta
forma: «Fallo que la dicha isla de Lanzarote, con el señorío e jurisdicción
della e con los frutos e rentas e pechos e derechos, pertenecen e deben
pertenecer a la dicha Dña. Inés, así como a fija legítima, universal heredera
del dicho Femad Peraza, e pronuncio e declaro pertenecerle todo ello, e que
debo mandar e mando que le sea dejada e entregada libré e desembarazadamente,
sin embargo nin contrario alguno, con los frutos e rentas e pechos e derechos
que han vencido fasta aquí, desde el día quel dicho Mosen Maciote fizo la dicha
enagenación e traspasamiento de la dicha isla en el dicho infante D. Enrique, e
non guardó ni cumplió las dichas condiciones, según la forma y tenor del dicho
recaudo que fizo e otorgó al dicho Guillén de las Casas...». No satisfecho
Herrera con tan completo triunfo, quiso que la sentencia fuese ratificada por
el rey, que lo era ya Enrique IV, el cual, hallándose en la villa de Arévalo,
expidió cédula con fecha 28 de aquel mismo mes y año dirigida «al consejo,
alcalde, alguacil e regidores, escuderos, oficiales e hombres buenos de la isla
de Lanzarote», encargándoles guardasen y cumpliesen lo en ella contenido.
(Agustín Millares Torres; 1977. t. II: 109)
La corona de Castilla otorga en 28 de septiembre de 1454 a
los colonos Diego de Herrera y Inés Peraza el señorío de Titoreygatra
(Lanzarote), en su política de pleno dominio del Archipiélago como base
permanente desde donde penetrar al continente para saquearlo, extrayendo oro,
esclavos y especias. Los habitantes de la isla tanto los colonos europeos como
sus naturales estaban molestos con la tiranía del esclavista Diego de Herrera y
comenzó un motín. Los amotinados hicieron prisionera la tripulación de una
carabela portuguesa dedicada a la trata de esclavos, la cual una vez liberada
por Herrera fue vital en la sofocación de la revuelta.
1455 Agosto 24. El 24 de agosto de 1455, arriba a la isla
Titoreygatra (Lanzarote) Adrían de Bethencourt, apoderado de Herrera y su mujer
envían por estos a la isla para preparar la llegada de estos nuevos colonos,
quien, provisto de la Real
Cédula confirmatoria de la Sentencia y de otras
cédulas importantes, se presentó en Lanzarote en esas fecha acompañado del
escribano Juan Ruiz y, convocando y reuniendo en la iglesia de Santa María a la
hora de nona del domingo 24 de agosto de 1455 a la nobleza y pueblo, les
presentó sus despachos, entre los cuales se hallaba su nombramiento de
gobernador de las Islas de Canaria por los muy altos y poderosos señores don
Diego de Herrera y doña Inés Peraza, exhibiendo seguidamente el fallo judicial
dictado a favor de los mismos y los privilegios y franquicias que concedían sus
nuevos súbditos. Después de su lectura, el alcalde mayor y secuestrario, Alonso
de Cabrera, hizo entrega a Béthencourt de las casas señoriales, prestando con
sus oficiales, empleados y personas principales de la isla juramento de
fidelidad a sus señores, para lo cual se trasladó por segunda vez ala iglesia y
dejó su vara de justicia en manos del gobernador. Al siguiente día, acompañado
éste del alcalde y alguacil que había nombrado y eran Pedro de Aday y Juan
Calderón, recorrió con ellos los pueblos de Tayga, Tao, Tyuhuya, Eque, Guiafuso,
Tigalae y Rubicón, recibiendo de todos los colonos sumisas manifestaciones de
adhesión.
Concluyóse
esta visita el jueves 28 de agosto en la playa y puerto de Rubicón, en cuya
torre entró y salió como signo de la posesión que de ella tomaba.
Aunque en las diligencias que de estos diversos actos se
extendieron no aparece resistencia ni protesta alguna, se sabe que el
secuestrario Juan Iñíguez de Atabe pretendió oponerse al allanamiento hecho por
su apoderado Alonso de Cabrera, pues consta que en 16 de septiembre del mismo
año el rey expidió Real Cédula, dirigida al mismo secuestrario, ordenándole que
dejase libre la isla a Diego de Herrera y le entregase las rentas que se
hallaban en depósito, con excepción de las que pertenecieran al Estado. En la
dicha Cédula se disponía, además, que para cobrar las costas a que había sido
condenado Maciot, se le embargaran los bienes muebles y raíces que poseyera en
el Archipiélago y, a falta de ellos, se apoderasen de su persona si pudiese ser
habida. (Agustín Millares Torres; 1977. t. II: 109-10)
El monarca castellano Enrique IV cedió en 1460 los
supuestos derechos de conquista en Chinech (Tenerife), Tamaránt (Gran Canaria)
y Benahuare (La Palma )
a los condes de Atouguia y Vila-Real, Martín de Ataide y Pedro Meneses de Castro,
aunque bajo dependencia castellana.
El 12 de agosto de 1461 Diego de Herrera, después de haber
comprado las cuatro islas invadidas y ocupas conquistadas por el pirata Juan de
Letancurt, quiso seguir sus pasos.
Desembarcó en la isla Tamaránt (Gran Canaria), y al acudir
los canarii a obsequiarle, ordenó al escribano público Fernando de Párrega, que
tomando esta cortesía por sumisión, diese fe de ella.
Empezó con gente forastera y con sus vasallos a asaltar a
los canarios, los cuales, estando acostumbrados a la guerra contra diversas
naciones, hasta al fin siempre salieron victoriosos. Entre muchas escaramuzas
que tuvo con ellos, hubo una memorable, cerca de la villa de Tirahana, en la
cual, además de haber perdido mucha gente, fue obligado a retirarse a la orilla
del mar, en lugar fuerte.
Viendo él que, al unirse los canarios entre ellos, cada día
se hacían más difíciles de vencer, procuró desunirlos, para que, asaltándolos
un día aquí y otro día allá, pudiese conseguir la victoria a poco a poco y más fácilmente
de este modo. Para ello, ordenó a Diego de Silva, hidalgo portugués que había
llevado consigo a esta guerra, que con doscientos soldados escogidos fuese a
asaltar la villa de Gáldar. Llegado Silva a Gáldar y trabado que hubo la
batalla con los galdarenses, tuvo lo peor, de modo que lo obligaron a retirarse
en un sitio cercado de piedra, donde peleaba desesperadamente, siendo aquélla
su última defensa. Y estando allí, como vio en poco espacio de tiempo qué
algunos de los suyos morían y otros quedaban heridos, astutamente pidió que
hablase con el rey de los galdarenses y prometió rendirse bajo ciertas
condiciones.
(Leonardo Torriani; 1959: 122-129)
Diego López de Illescas, colono impuesto como obispo de
Rubicón, formaliza «pactos de paces» con los «bandos o reinos» guanches de
Gáldar y Telde, en Tamaránt (Gran Canaria), que fueron firmados el 16 de agosto
de 1461 por el obispo y por Diego García de Herrera, colono autoerigido en
señor de las islas. En sus negociaciones con los indígenas recabó le permitiesen
la construcción de una Torre en Gando, que como se sabe fue luego demolida por
el Guayre Maninidra.
El jefe de la secta católica el Papa Pío II ratifica en
1462 los privilegios concedidos por sus predecesores (Eugenio IV y Nicolás V) a
la “evangelización” de las Islas Canarias; aprueba los “pactos de paces” que
hiciesen los obispos con los guanches; prohíbe bajo excomunión la esclavización
de los guanches de los bandos o reinos de paces; manda que se dé libertad a los
que, de los mismos, hayan sido hechos esclavos; y concede amplias indulgencias
a quienes cooperen en la redención de cautivos o ayuden a reprimir la
depredación y esclavizaci6n de los guanches (Bula Pastor bonus, de
Petreoli -Siena-, a 7 de octubre de 1462). Así, de favorecer las invasiones y
conquistas sangrientas con indulgencias de cruzada, se ha pasado a favorecer la
“evangelización” pacífica con indulgencias similares.
Pedro de Meneses, conde de Vila Real, en 1463 suplica al
Papa Pío II autorización para conquistar las islas de Tamarant (Gran Canaria),
Chinech y Benahuare (Tenerife y La
Palma ) (concedidas por Enrique IV de Castilla) en vistas a
convertir a los guanches a la fe cristiana. Eufemismo que oculta las verdaderas
intenciones de estos aventureros, la de saquear y esclavizar a las poblaciones
guanches.
El 21 de julio de 1464 los Menceyes de Chinech
(Tenerife) aceptan un tratado comercial con el colono Diego de Herrera,
conocido como “Acta del Bufadero”, mediante el cual se les permitía instalar en
Añazu un centro de contratación, los colonos reinterpretaron este acuerdo como
un sometimiento territorial y político de la isla. Construyeron una torre en la
desembocadura del Barranco de Bufadero desde donde se dedicaron a hacer
correrías por el interior de la isla robando ganados, capturando y esclavizando
a los guanche, y otros abusos, provocando enfrentamientos que motivaron que los
guanches de Anaga expulsaran a los castellanos y demolieran la torre.
“A todos quantos esta carta vieredes que Dios
honrre guarde de mal, yo Ferrando de Parraga escriuano público de ventura en
lugar de Alfonso de Cabrera escriuano público en las islas de Canaria por mi
señor Diego de Perrera señor de las dichas islas con auctoridad e decreto quel
dicho señor me dio vos do fee e fago saber que en presencia de mí el dicho
escrivano e de los testigos que de yuso serán escriptos en como en sabado
veinte e un dias del mes de jullio año del nasçimento del nuestro señor
Jesucristo de mill e quatroçientos e sesenta e quatro años estando en la isla
de Thenerife una de las yslas de Canaria en un puerto que se llama El Bufadero
estando ende el dicho señor Diego de Ferrera señor de las dichas islas con
çiertos navios armados con mucha gente que trayan en los dichos navios vinieron
ende paresçieron ante el dicho señor el grand rei de Imobach de Tauro el rey de
las lançadas que se llama rey de Goymad el rey de Naga e el rey de Abona e el
rey de Tacoronta e el rey de Benicod e el rey de Dexe e el rey de Tegueste e el
rey de Daute e todos los sobredichos nueve reies juntamente fizieron reuerençia
e besaron las manos al sobredicho señor Diego de Ferrera obedesçiendolo por
señor presentes los trujamanes que ende estavan los quales eran rey Darmas que
a nombre Lançarote e Matheos Alfonso e otros muchos que sabían la lengua de la
dicha isla de Thenerife e luego Juan Negrin rei de Armas levantó el pendón y
dixo a altas bozes tres bezes Tenerife Tenerife Tenerife por el rey don
Enrrique de Castilla y de León y por el generosso cauallero Diego de Herrera mi
señor. E luego los sobredichos reyes de la dicha ysla de Theneriffe dixeron al
sobredicho señor Diego de Herrera que por quanto ellos conosçian bien que él
era señor de todas las islas de Canaria por justo e derecho titulo e razón que
a las dichas islas tenia e por la conquista que les fazia e mandaua fazer
luengos tiempos auia que ellos todos juntamente de sus propias voluntades e
cada uno por si en sus señoríos sin premia ni constreñimiento ninguno les plaze
obedesçer e obedesçen al sobredicho señor por su señor e se ponen debaxo de su
señorío e obediencia e le quieren dar e dan libre e desembargadamente la
tenençia e poseçion e propriedad e señorío de toda la dicha ysla de Theneriffe
para que de oy en adelante el dicho señor la tenga e posea toda enteramente
como cosa suya e pueda en ella e en toda ella mandar e vedar e fazer jutiçia
çivil e criminal asi como en cada una de las otras islas conquistadas metidas
debaxo de su señorío e que desde oy en adelante los sobredichos reyes todos
juntamente e cada uno por sí e por sus subçesores e por los fidalgos e gentes
de sus señoríos que a todo estavan presentes e les plogo e consintieron en todo
lo sobredicho se desapoderan de la tenençia e propriedad e posseçion e señorío
e juz que en la dicha isla thienen e lo dan todo enteramente en mano e poderío
del dicho señor Diego de Ferrera su señor e para que administre y rija las
dichas justicias asi çiuil como creminal e el governamiento dellas e que para
oy en adelante se davan por sus vassallos e se avassallauan a el e a su mandado
e se dauan por sus buenos vasallos e fazer su mandamiento en todo e por todo e
luego el dicho señor Diego de Ferrera dexo ende sus navios e gentes e desçendió
e subió por la tierra arriba bien serca de dos leguas con los dichos reyes
follando la tierra con sus pies en señal de poseçion e cortando ramas de
arboles que en la dicha isla estauan en los dichos reyes metiéndolos en la
dicha poseçion pacificamente non ge lo conturbando nin contrallando persona
alguna yendo con el por la dicha tierra aconpañandolo e faziendo todo gazajado
e servicio que podían e luego el dicho señor Diego de Herrera mando a los
dichos reyes que cada uno en su nombre por si en sus tierras e señoríos que
governassen e mandassen en la justicia por el la qual les dio e encomendó a
ellos e cada uno dellos prometieron de la gouernar e mandar por el en su nombre
como buenos e leales vassallos bien e lealmente so pena de caer en mal cabsso
(... ) ques (...) por su señor les (...) leal (...) la ysla de Fuerteventura e
Luis de Casañas vecino de la dicha isla e Lansarote e Jacomar del Fierro e
Anton de Simancas vecinos de la dicha isla del Fierro e otros muchos que sabían
la lengua de la isla de Thenerife. Va escripto siete rayos o diz Lansarote no
en pesca e yo el dicho Hernando de Parraga escrivano (...) dicho que fize
escrivir esta carta e fiz en ella mio signo a tal en testimonio de verdad.
Didacus Episcopus rubicensis e Fernando de Parraga escrivano publico. Este es
treslado bien e fielmente sacado de una escritura original escripta en pergamino
signada y firmada de Fernando de Parraga escribano publico que para sacar este
treslado a pedimiento de Melchior de Armas Negrin alcalde mayor desta isla de
Fuerteventura me fue entregada por el señor Gonçalo Argote de Molina provinçial
de la Sacta Hermandad
de Andaluzia por el rey nuestro señor conde de Lansarote y señor desta isla de
Fuerteventura y de la torre de Gildolid y alférez mayor de la milicia
veyntiquatro de Sevilla el qual dicho oreginal resçibio su señoría en su poder
y de como lo resçibio firmo de su nombre siendo testigos a lo ver y corregir e
consertar Alonso López Patiño veyntiquatro de Xerez de la Frontera y Gerónimo de
Aguilera Valdivia sargento mayor desta dicha ysla por el rey nuestro señor.
[Firmas] Pedro Negrin Galán escrivano publico mayor y del conçejo desta ysla de
Fuerteventura por nombramiento de los muy ilustres señores presidente e oidores
de la rreal audiençia destas yslas y vesino de Gran Canaria a lo que de suso se
hace mension presente soy y lo hise escrevir e por ende fiz aqui el testimonio
signo que es a tal en testimonio de verdad. Pedro Negrin Galán, escribano
público.”
(A.H.P.S.C.T. Protocolo 1.106, escribano Juan
Antonio Sánchez de La Torres ,
folio 54).
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