sábado, 25 de octubre de 2014

RETAZOS DE CULTURA GUANCHE

Según el Dr. D. Juan Bethencourt Alfonso en: Historia del Pueblo Guanche
Tomo II, Edición Anotada por Manuel A. Fariña González.

Es indudable que en la historiografía canaria existe un antes y un después de la publicación de la magna obra de D. Juan Bethencourt. La sociedad canaria tiene una deuda de gratitud contraída con el librero y editor D. Francisco Lemus, quien asumió el  riesgo económico de su publicación.

Recopilación de E. P. G. R.






16. RELIGIÓN Y CULTO A LOS MUERTOS:

—Embalsamamiento. Introducían el bálsamo al cadáver por la boca, narices, recto, etc.; y luego untaban todo el cuerpo; y luego lo amortajaban con las pieles y lo exponían algunos días al sol. Pasado un cierto tiempo lo metían en una cueva funeraria y la tapiaban con piedras secas. Es raro encontrar un cementerio guanche (cueva) que no tenga una porción de leña, ya de sabina o de brezo, así como tierra colorada (Adeje).
—Antes de embalsamar los cadáveres, los lavaban con jugo o leche de tabaibilla para que se mirlaran (Barranco Hondo).

—Hemos encontrado esqueletos con sustancia negruzca idéntica al bálsamo de los guanches y aún dentro de algunos cráneos (San Miguel).

—Se conoce había personas que tenían la industria de preparar el bálsamo y tenían grandes depósitos, como hemos descubierto en cuevas de Candelaria, Guía y Arona (San Miguel).
—Estoy convencido tenían varios procedimientos, pues en unos se encuentra el bálsamo adherido y en otros no hay ni señales. He observado que los mejor conservados no tenían bálsamo, como si los desecaran y curtieran (San Miguel).

—Dentro de una cueva de Araya se encontraron dos momias y en la misma cueva el bálsamo de los guanches, compuesto de mocanes machacados y unto de cerdo (Araya de Candelaria).

—Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo el principal para ciertos jefes (Arona).

—Exequias. Las celebraban durante los 15 días que el cadáver permanecía expuesto al sol después de embalsamado (Granadilla).
Honras fúnebres. Al cadáver lo acompañaba toda su familia durante unos días con sus noches, hasta conducirlo a la cueva; en cuya puerta hacían también cierta ceremonia antes de marcharse. (Barranco Hondo).

—Al individuo que moría lo lloraban mucho, acompañando al cadáver durante seis días, pero colocados a cierta distancia, la familia, amigos y vecinos del muerto. Desde luego colocaban el cadáver junto a la cueva en que había de ser inhumado, al aire libre; encendiendo hogueras por las noches en dicho sitio.

El cadáver era colocado boca arriba, y lo inhumaban al sexto día después de una ceremonia de despedida. La familia del muerto llevaban la comida para todos los acompañantes durante esos días (Barranco Hondo).

—Cuando moría alguno, las familias y vecinos se reunían y lo lloraban mucho (Arona).
—Dicen que cada ocho días sacaban las momias y las lloraban. ¿Sería que iban cada ocho días a ver si estaba mirlada y la llorarían hasta que al fin la dejaban cuando la encontraban bien momificada? (Arafo).

AMORTAJAMIENTO:

—Amortajamiento. Es indudable que todos los cadáveres guanches eran amortajados, pues aún en las cuevas en que aparecen sólo esqueletos se encuentran restos de vestidos, cuentas, etc. y demás adornos que usaban (San Miguel).

Enzurronados. El vestido en vida no era igual al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos que se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados y puestos de intento de cierto modo, y otros sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados; pero que también vio muertos que habían sido amortajados con los vestidos que usaban en vida (Arona).

—Para coser las pieles empleaban los guanches cuerdas de tripa. Basta coger un intestino delgado de cabra, etc., y limpiarlo detenidamente y por completo, y luego torcerlo para obtenerlos (Güímar).

—Conducción de cadáveres. Lo hacían al hombro sobre varales (Granadilla).
—Sepultureros. Tenían nombrado un sepulturero y una sepulturera, para enterrar cada sexo al suyo; que les estaba prohibido comunicar con los demás. Eran mal mirados (Araya).

ENTERRAMIENTOS:

—Túmulos. En la cueva de La Hilandera, en Las Galletas, Agustín Reyes Trujillo, del Valle de Arona (viejo como de 80 años), descubrió hace años como un matorral bien hecho, como de 1 metro de alto, dos de largo y uno de ancho, que tenía dentro el esqueleto de un hombre. Las piedras estaban colocadas con cuidado y esmero. Este matorral estaba en un morretito un poco más arriba de la dicha cueva, y como a 1/2 kilómetro del mar (Las Galletas, Arona; 1907).

—Se han encontrado en Ayesa sepulturas con lajas espetadas (Arafo).

—Por dentro del Topo, en un beril del barranco del Medio existen aún los restos de un sepulcro rodeado de lajas espetadas (Arona).

—Ha sido frecuente, según dice el pastor que relato, y el dicho Esteban Ramos (lo que quiere decir era también general en el Sur) encontrarse sepulcros del siguiente modo en las cumbres a la altura de Vilaflor, una serie de lajas vivas empinadas, como de 1/2 vara a 3 cuartas, dispuestas como hoy en forma de ataúd, el fondo también de laja; luego encima restos de varios cadáveres, y encima de ellos otra serie de lajas, y todo cubierto con tierra, que había de quedar como un cerrito. Aún existe uno, en medio de un llano, en El Traste, pegado al Pinalito (jurisdicción de Vilaflor). Esteban Ramos ha encontrado varios en distintos puntos de la cumbre. Otros se encontraron igual, cerca del mismo punto, junto a La Ladera. Éste estaba junto a una cueva que se conoce fue habitación guanche (Granadilla, Vilaflor y Sur de Tenerife).

—Han encontrado túmulos (lajas espetadas alrededor). Información dada por un viejo pastor (Granadilla).

—A los guanches, cuanto mayor categoría, los sepultaban en montañas mas elevadas (La Guancha).

Como en algunas otras partes se han encontrado en la Cruz de Itote lajas espetadas alrededor de sepulturas. Otras se han encontrado como un empedrado como de dos metros de largo y uno de ancho, de piedras grandes, y debajo un sepulcro con huesos (Barranco Hondo).

—Sarcófagos. Se encontró uno en El Picacho, de tea, que pudimos reconstruir en parte, y que conservamos en el Gabinete Científico. Es como una especie de dornajo, que lo cubría una tabla de una sola pieza. En una cueva tapiada (Barranco Hondo).

CUEVAS FUNERARIAS:

—Las cuevas sepulcrales de los guanches unas eran para los jefes y otras para el público; lo mismo que a los primeros los ponían en lechos distinguidos, sarcófagos, entarimados, etc., y los otros sobre el suelo. Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo el principal para ciertos jefes (Arona).
—En la Media Montaña, debajo de Barranco Hondo, descubrimos otra necrópolis con más de 100 cráneos en una cueva y una seudomo-mia de mujer y de niño, como de 4 ó 5 años.

Estas se encontraban en una gran grieta próxima a la caverna. La mujer, envuelta en pieles de cabra y de oveja, tenía por sarcófago una rama de árbol, entre cuyos gajos en diferentes direcciones la acomodaron perfectamente.

Muchos de los cráneos tenían huellas de heridas más o menos grandes: había cicatrices horribles que curaron (Barranco Hondo).

—En una cueva de Igueste de Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de nueve cadáveres. La cueva es pequeña con suelo de basalto ahoyado naturalmente y de estrecha entrada.

Los cadáveres estaban revueltos, con los miembros entrelazados al azar, como si precipitadamente los hubieran arrojado allí de cualquier modo. Algunos tenían las manos contraídas. Los más tenían collares de cuentas de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de la cintura.

Todos estaban bajo una cubierta común de una sustancia negruzca de olor particular que ofrecía los caracteres del bálsamo guanche, mezclada con tierra desprendida del techo.
Como se deshacían al tocarlos, necesitamos disponer de muchas horas para irlos estudiando en sus particularidades. Sólo pudimos salvar uno y en regulares condiciones (Igueste de Candelaria).

—Se han encontrado restos en el Entando, Pico del Valle, barranco de la Fuente, Perdomo, cueva de Reina en Perdomo (Arafo).

—En la cueva de la Marrera es tradición de que vivieron. Esta cueva estaba toda empedrada con lajas; y en ella hemos encontrado muchos huesos de guanches. También existe otra en el barranco de Juan Luis, donde se hallaron muchos huesos y cuentas (Güímar).
—La tradición dice que las cuevas funerarias eran comunes a mujeres y hombres (Granadilla).

—En una cueva que está en el barranco de La Majada de La Casita, en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia adelante mas fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).

—En Chimichi hay una cueva, de boca estrecha y ancha dentro, enlosada, con muchos huesos y cráneos; debajo como pinocho en cama.

—Nunca hemos encontrado en estas grutas (cuevas funerarias) nada parecido a lo que dice en una nota Viera, tomada del obispo Rochester, respecto a la costumbre de los guanches de poner vasijas (con leche o manteca) junto a los cadáveres. Sólo tahonas, cuentas, anzuelos, trozos de bastones.

Por regla general elegían cuevas de suelo y paredes más impermeables y menos expuestas a la acción de los agentes exteriores; prefiriendo las de entrada angosta; unas son de fácil acceso y otras dificilísimo, sin duda por las transformaciones sufridas con el tiempo.

Hemos hallado cuevas de 4 ó más metros de altura sobre el suelo, conservando al pie del risco como montones de piedra a manera de pirámide que sirvieron de escalera. Hay otras, en cambio, a mitad de riscos profundos en que un estudio geológico del terreno demuestra sin ningún género de dudas se conservan casi en iguales condiciones respecto a la altura y configuración, siendo difícil explicarse cómo podían penetrar en dichas cavernas, donde sin embargo hay restos mortuorios. Después de meditarlo mucho nos inclinamos a creer que esos riscos estuvieron vestidos de vegetación, como sabinas, etc., que utilizaban como peldaños.

Aparte de algún majano que a guisa de escalera hemos hallado dentro de grandes cuevas, para subir a grietas o naturales covachas contenidas en las mismas cuevas, nada hemos encontrado que revele la mano del hombre para mejorar o embellecer esas grutas (San Miguel).

—En la cueva de las Posadas en el barranco de Urchilla, excavada en el centro de un risco de basalto, a 8 varas del fondo del barranco, se encontraron sobre dos capas de lajas ingeniosamente dispuestas por pavimento, numerosos restos de esqueletos guanches. No en todas las cuevas se hallan estas lajas (San Miguel).

—En una cueva del barranco de orchilla encontré restos de cadáveres guanches tendidos sobre hileras de lajas (San Miguel).

—En Chimbesque hace años encontramos en el barranco de Orchilla una cueva de suelo cóncavo con los esqueletos tendidos de dos cadáveres guanches bajo un techo formado de palos atravesados, a manera de bóveda, con una capa encima de piedras y tierra, no sabemos si intencionadamente puesta o si fueron desprendimientos del techo.

Esta inhumación debía ser de época remota porque gravitaba sobre el techo de madera y del resto de la gruta, una capa de excrementos de aves de 1 1/2 de espesor (San Miguel).
—En el barranco del Busio, risco de Tosca, en San Miguel, (se encontraron restos de dos adultos y dos niños, ver apartado de Enterramientos). El espesor del techo de barro que cogía toda la cueva tendrá como una mano, de barro gredoso, que no hay en la cueva ni en los contornos. Esta cueva está como a 18 varas del suelo y como a otras 18 de la vera. La cueva es de picón negro o arenisco, como el de las tuneras; que sólo podría mojarse con aguas y viento del poniente, que no es ordinario; la boca tendrá como 1/2 vara de diámetro en todos los sentidos, y de alta, dentro como 1 1/2 vara. Sobre el lecho de ramas había otro de lana de oveja y de cabra (pero no se sabe si fue intencional o desprendida de las pieles, sin embargo no se ha encontrado piel de oveja). Junto al cadáver de la que se presume mujer con el niño encima, a su izquierda estaba otra calaverita de otro niño y por la derecha como el cadáver que suponen de un hombre (un matrimonio), de modo que ella estaba al medio de la cueva y los demás a los lados, como queda dicho, con las cabezas para el fondo. Dicen que no fueron éstos amortajados, no estaban enzurronados, sino que los restos de pieles indican eran sus vestidos (de modo fue que se dejaron morir allí). Junto a la puerta se encontraron 5 lajas de barranco, vivas, de un lajial que está cerca de aquel punto, como de 2 a 3 cuartas que tapaban la puerta, cogida con barro (unas delante de otras dos, y otras dos para una grieta que quedaba de las dos lajas anteriores). Dice que uno por dentro podía taparse como estaba. Junto a la puerta había un leño de tajinaste, como de una vara, del grueso de una muñeca, ¿como tranca!, pues como las lajas no llegaban por completo arriba, se conoce fue atravesado a la puerta para que descansaran las lajas sobre el leño (San Miguel).

—En barranco del Busio, risco de Tosca, en San Miguel (por Victoriano Trujillo, de Vilaflor), se encontró como medio niño, de unos cinco o seis meses de nacido que tenía en la espalda como un moñito como hoy le recogen a los chiquillos la ropa por detrás. Estaba el niño acostado sobre el pecho de la madre, de arriba abajo (según presume el informante). La madre estaba estirada sobre la faz del suelo con los pies a la puerta, y teniendo encima un techo de barro amasado, y encima se conoce pusieron otro lecho de escobones y granadilla toda la cueva, que tendrá de fondo, partiendo de la puerta, como 21/2 varas e igual de ancho; la puerta mira al poniente (San Miguel).

—Se encontró una muy notable en una cueva del barranco del Agua (Ifonche), debajo de Chimoche, con restos de más de cien cadáveres, por el número de cráneos que contaron (Ifonche; Adeje. Noticias de pastores de confianza).

—En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de Ucanca. Tendrá la cueva de fondo como 3 ó 3 1/2 varas, mirando la puerta (que son dos, una inferior, de diámetro como de 3 cuartas, redonda, junto al suelo estaba tapada con un lajón de tosca (como de las huertas de papas, que se conoce la subieron del pie del risco, donde las hay por naturaleza), sin barro; y otra, también redonda como de 1/2 vara de diámetro, encima de la boca tapada (miraban para el poniente); de ancho tiene como 4 varas (de N. a S.) y de alta, por lo más que era junto a la puerta, como un hombre; y el suelo sigue adentro en rampa o ladera). El suelo de la cueva, que es toda como risco, de tosca, era natural. En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los brazos estirados y manos (debajo del zurrón entre las piernas; y dobladas por las rodillas, con los pies al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la cueva hace en el centro como un hoyo desvanecido). Esta momia tenía la cabeza y cuello libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un jeme, muy finito y como ondeado (sólo tenía el cabello de un lado), suelto; al cuello una gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas delgadas, con una rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por detrás y delante, atado atrás; pero había de quedarle de modo que le llegaría a medio pecho. Las cuentas estaban ensartadas por una correa de cuero de cabra, como hoy las hacen (se conoce las pelaban, las ponían de remojo y las torcían después). Desde el cuello a los pies estaba enzurronada, como una mortaja, con un moño amarrado debajo de los pies, y concluía en el cuello como dos cabos que vinieran de la espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las piernas se le ven costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color como de chocolate).
Los pies los tenía, con la punta del izquierdo sobre la punta del derecho, con los dos dedos gruesos (pulgares) atados por una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la disposición del suelo.

Sobre ésta, estirada y boca arriba, cabeza con cabeza, estaba otra momia, que se deshizo al bajarla, y enzurronada como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra), era igual a la anterior y más deteriorada.

Junto a estas momias y hacia el fondo de la cueva estaban atravesados dos palos; como de 3 a 4 varas, uno de sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha aún, y muy sano, un poco más delgado que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en una rajadura de la pared de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que no se corriera, quedando este andamio como una cuarta mas alta que la momia superior ya descrita. Los palos, paralelos, distaban entre sí como media vara y tendieron después sobre los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado del N. o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos se pusieron sobre otros. El superior que era el mayor estaba boca arriba como acostado en esta forma. Se conoce era hombre pues las manos las tenía por fuera del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla, de un solo hilo, que las cuentas también le cogía todo el pescuezo alrededor, pero más pequeño de extensión que el de la momia (menos cuentas). Las cuentas de éste eran todas largas de 1 a 3 centímetros, pero ninguna delgada como la de la mujer. Las cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una o dos rayitas como adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los dedos gordos (pulgares), pero sin montar una punta sobre otro.

De los 8 cadáveres se encontraron correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15 años, de niño o de mujer; y un brazo, que por la mano muy pequeña, bonita y bien conservada parece de mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la muñeca, hecha de un hilo, dando dos vueltas a la muñeca, hecha con cuentas pequeñitas, de la forma y un poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en una correa de tripa, torcida y muy fina (Ucanca).

—En la Cueva de Los Guanches se han encontrado restos de un crecido número de cadáveres; y según tradición fue panteón de los guanches. También afirman que allí se encerraron muchos para dejarse morir de hambre, desesperados por la mala suerte con que combatían (Icod).

MOMIFICACIÓN:

—Dentro de una cueva de Araya se encontraron dos momias habrá unos 15 ó 20 años; y en la misma cueva el bálsamo de los guanches (Araya de Candelaria).

—Hace años se encontraron en la cueva de la Gambuesa, en la ladera del mismo nombre, un guanche mirlado y tendido boca arriba sobre una tabla de sabina. El que lo halló me dice que la tabla era más larga que el cadáver y que estaba arrimada a un lado (Igueste de Candelaria).

—Otazo, de Candelaria, encontró como para el año 60 (1860), cuatro momias y otras dos que sacaron otros, en una cueva en las Goteras, de Candelaria. Todas seis estaban en la misma cueva, debajo de un sejo que tenía la cueva, unas sobre otras, unas con los pies sobre la cabeza de la que tenían debajo, (5).

Había de hombres y de mujeres. Todas envueltas en pieles, más o menos trozos, liados como en papel de cigarro, si bien la orilla de la última piel estaba cosida, pero no las otras. Las sueltas tenían trincas

Esquema de momia encontrada en La Cañada del Hoyo de Ucanca, (Cuad.° L.).
de correas en distintas partes y también la más superficial. El sobrante de las pieles por los pies y cabezas lo cogían con correas a manera de moño.

El pelo de una hembra era rubio. Había dos de varones, con la naturaleza (pene) grande (Candelaria).

—En la cueva de la Hoya de Juan Luis a la que nos referimos más adelante, estaban colocados los cadáveres alrededor de la cueva, juntos a las paredes, de la siguiente forma: arrimados a las paredes de la gruta levantaron como unos poyos como de 1/2 metro de altura, de piedra seca, pero bien construidos. Tenían de largo cerca de dos metros y de ancho como unos 60 centímetros. La superficie superior estaba enlosada con lajas y los bordes libres, es decir, 3 de los cuatro superiores, sobresalían de la superficie como dos decímetros por piedras sólidas y artísticamente colocadas. Dentro colocaban los cadáveres; uno en cada poyo (Güímar).

—En la cueva de la Hoya de Juan Luis, en la Ladera (Güímar), se encontraron 30 cadáveres guanches. Estos cadáveres tenían las señales de haber sido abierto el vientre, por donde le habían extraído las entrañas. En el interior de la cavidad abdominal les pusieron flores de yerba de risco, de negrilla o trovisquilla o coronilla y otras que no pudieron apreciarse. Es probable que abierta la cavidad ventral y extraídas las entrañas, dividían el diafragma para sacar por esta abertura, sin abrir el tórax al exterior, las visceras del pecho. El examen detenido de algunas momias hacen presumir lo que acabamos de decir. Ignoramos aún hoy qué hacían de la masa encefálica, si la dejaban o no. (Güímar).

—He oído a algunos que las momias guanches de hembras llevaban las manos por fuera de los íleon, como los varones, y no sobre el bajo vientre. Las personas que me lo han dicho son campesinos (Güímar).

—En el barranco de Amara se encontraron cuevas con momias guanches echadas una en el suelo y otras sobre pequeñas paredes. En la Fajana o los Salones, cerca de Guasa, donde vivía el rey de More-que, se encontraron una necrópolis con muchísimas momias enzurronadas (Arona).

—Momia del Museo de D. Ramón Gómez (Puerto de La Cruz). Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas (¿Chasna?).

—Momia. Se encontró una guancha momificada cubierta por siete pieles, la más externa con pelos y las demás curtidas.

Tenía guantes, mientras no los tenía otra momia de hombre que estaba a su lado (¿Chasna?).

—En una cueva tapiada a piedra y barro en el barranco de Gorda se encontraron tres momias guanches perfectamente conservadas, que destruyeron el el acto.
Estaban tendidas de espaldas sobre un pavimento de lajas.

—En el risco Bermejo de la montaña de Chinama se encontraron otras dos en buen estado.

—Se han encontrado restos guanches en varias cuevas del indicado barranco de Gorda, en el de Orchilla, en la cueva del Llano del Camello, en la cueva de Los Guanches, en el Saltadero del Hunchón, en el Lomo de Évora, en el risco de La Sabina, en el barranco de Las Monjas, en el barranquillo del Tagoro del Rey, en la morra de las Ma-jaditas, en la cueva del Llano de León, en el barranco del Charcón, en Anajuana, en la Chapa del Asno, en el vallito de Afife, en barranco de la Barca, en la cueva del Llano del Guanche y en Las Montañitas.

La experiencia y los antecedentes que tenemos nos demuestran que la isla era casi un cementerio por las numerosas necrópolis encontradas. No parece se cuidaban mucho de vivir o no, muy alejados de esos sitios.

No deja de ser extraño que en muchas de esas cuevas se encuentran objetos que al parecer no tiene explicación su presencia como por ejemplo molinos, anzuelos, agujas, etc., a no ser que todos los objetos de uso del muerto los inhumaran con el cadáver. Se explica que se encuentren bastones o dardos de tea, sabina, brezo, leña blanca, etc., vasijas de distintas formas, las cuentas que servían de adorno por conservárselas puestas, etc., pero utensilios de otra índole... no lo comprendemos. Sólo que cuevas de viviendas se convirtieran en funerarias cuando la conquista, por necesidad (Granadilla).

—En la misma cueva del barranco del Agua, encontró el pastor de Ifonche (Sr. Francisco, hombre veraz y observador, al que aludo arriba) varias momias, pero una se conservaba perfectamente, allá para el año 47 (1847) en que la descubrió.

Dentro de la cueva el sepulcro estaba formado de lajas espetadas de canto en el suelo, del que sobresalían como una tercia, figurando como un ataúd, y teniendo por pavimento una capa de lajas bien dispuestas. Dentro se encontraba tendida una momia envuelta en siete zaleas, cubierta de ramas de ajafo. Las coyunturas, a raíz de la piel del cadáver las tenía embadurnadas con bálsamo negro, en las rodillas, codos, etc. El cabello suelto y de un color tirando a rubio.

Muchas debieron estar dispuestas como éstas pero estaban destrozadas, así como las lajas que formaban los cajones etc.

(Ifonche; Adeje).

—En el barranco de Abapio, Adeje, se encontraron hace pocos años algunas momias (Adeje).

—En los riscos de Teño se encontraron hace unos 25 años, un guanche vestido de hombre, a lo bolero. Éste estaba embalsamado; y para esto le habían hecho una incisión en el vientre, que partiendo cerca de la línea alba, sobre el empeine se dirigía debajo del arca derecha; por donde le sacaron sin duda las entrañas, le embalsamaron y después cosieron la herida. También tenía quitado lo alto del cráneo, como un agujero; y el pelo negro alrededor como un cerquillo. Esa herida de la cabeza estaba al descubierto. Este guanche tenía los cueros, unos sobre otros (porque tantos cueros se cosían cuanto más distinguidos eran), (Teño).

—En el valle de Ucanca se encontraron dos momias, macho y hembra, que no habían sido amortajados. El vestido de él era o iba del cuello a la corva, bolero, hecho de piel de oveja, con el pelo para afuera, de color merino la oveja (azul y parduzca).

Por la parte superior como de este camisón, era cerrada, ciñendo al cuello con una costura o hilván a modo de albardero, con correa fina, abierta por delante como una camisa hasta más arriba de la cintura, con sus ojales y correa para atarse (una correa) sola, como \m justillo', debajo de los brazos, estaba abierto como hasta medio pecho por cada lado y sin ojales, y esta manguita no pasaba del codo. A la cintura llevaba una faja de dos vueltas de cuero de cabra, ancha como una mano, con los pelos para dentro, y el revés para fuera, muy bien curtidas, blanquitas (colocaban los cueros de oveja para afuera y los de cabra para adentro). A lo largo de los lados del camisón, a partir come de una mano, debajo del sobaco, bajaba una costura por cada lado.

El borde inferior estaba también con un rehilado alrededor. Éste era o tenía una barba muy larga y bien poblada y rubia, pelo rubio y cortado como de una mano de largo.

El guanche que ahora encontró (el mismo informante anterior) boca arriba y está pintado, tiene el pelo negro como azabache, laso y muy corto como al rape; y unos cuantos pelos claros y negros en la barba.

El vestido de la mujer era de cuero de cabra, con los pelos para adentro, llegándole a media pantorrilla; con mangas hasta cerca de la muñeca; y también tenía algo amarrado a la cintura. (Ucanca).

—En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los brazos estirados y manos debajo del zurrón entre las piernas; y dobladas por las rodillas, con los pies al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la cueva hace en el centro como un hoyo desvanecido. Esta momia tenía la cabeza y cuello libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un jeme, muy finito y como ondeado (sólo tenía el cabello de un lado), suelto; al cuello una gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas delgadas, con una rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por detrás y delante, atado atrás; pero había de quedarle de modo que le llegaría a medio pecho. Las cuentas estaban ensartadas por una correa de cuero de cabra, como hoy las hacen (se conoce las pelaban, las ponían de remojo y las torcían después). Desde el cuello a los pies estaba enzurronada, como una mortaja, con un moño amarrado debajo de los pies, y concluía en el cuello como dos cabos que vinieran de la espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las piernas se le ven costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color como de chocolate).
Los pies los tenía, con la punta del izquierdo sobre la punta del derecho, con los dos dedos gruesos atados por una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la disposición del suelo.

Sobre ésta, estirada y boca arriba, cabeza con cabeza, estaba otra momia, que se deshizo al bajarla, y enzurronada como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra), era igual a la anterior y más deteriorada.

Junto a estas momias y hacia el fondo de la cueva estaban atravesados dos palos; como de 3 a 4 varas, uno de sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha aún, y muy sano, un poco más delgado que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en una rajadura de la pared de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que no se corriera, quedando este andamio como una cuarta más alta que la momia superior ya descrita. Los palos, paralelos, distaban entre sí como media vara y tendieron después sobre los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado del N. o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos se pusieron sobre otros. El superior que era el mayor estaba boca arriba como acostado en esta forma (Vid. Dibujo, pág. 486). Se conoce era hombre pues las manos las tenía por fuera del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla, de un solo hilo, que las cuentas también le cogía todo el pescuezo alrededor, pero más pequeño de extensión que el de la momia (menos cuentas). Las cuentas de éste eran todas largas de 1 a 3 centímetros, pero ninguna delgada como la de la mujer. Las cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una o dos rayitas como adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los dedos gordos, (pulgares) pero sin montar una punta sobre otro. De los 8 cadáveres se encontraron correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15 años, de niño o de mujer; y un brazo, que por la mano muy pequeña, bonita y bien conservada parece de mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la muñeca, hecha de un hilo, dando dos vueltas a la muñeca, hecha con cuentas pequeñitas, de la forma y un poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en una correa de tripa, torcida y muy fina (Ucanca).

—No ha mucho tiempo se han encontrado momias en el Roque de la mar de Las Palmas (Punta del Hidalgo).

—Hace muy pocos años que en los Roques de Anaga se encontró una momia Gabriel Cruz, que tenía una gorra puesta (Taganana).

—Descripción de una momia guanche expuesta al público en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, realizada por Bethencourt Alfonso y que puede corresponder a 1908, (6).

«Momia guanche. Tendido; manos por bajo de la parte externa de los ilíacos, con las manos tendidas sobre la parte anterior externa de los muslos. Dedos gordos (pulgares) de los pies unidos por una correa. Parece momificado por desecación. Color de la piel amarillento. La cabeza como tumbada sobre el hombro derecho. Brazos tendidos y unidos al cuerpo siguiendo las formas de éste. Tobillos unidos (el derecho más arriba que el izquierdo); rodillas unidas, pero la izquierda más arriba que la derecha; pene al parecer muy grande».


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