viernes, 24 de octubre de 2014

Consideraciones en torno a la carta abierta que Don Domingo Lima Domínguez dirige al ciudadano Don Antonio Cubillo





 Chaurero n Eguerew

He leído detenidamente la carta abierta publicada en el periódico El Día de fecha 27 de septiembre, que don Domingo Lima Domínguez dirige al ciudadano Antonio Cubillo Ferreira[1]. Ciertamente redactada con estilo elegante y que resuma academicismo al más puro estilo literario cervantino, estilo tan usual en quienes ponen sus teclados al servicio del colonialismo español en Canarias. En cierta manera me recuerda el refinado manejo del lenguaje academicista de otro fiel servidor del colonialismo, un tal Cebrían Latasa, de infausta memoria en esta colonia, quien vio premiada su sostenida cruzada contra el independentismo canario, por parte del gobierno supuestamente nacionalista y supuestamente autónomo canario, entre otras prebendas con el nombramiento de Director General de Publicaciones, y la edición de un libro que, sin el apoyo de nuestros impuestos, posiblemente hubiese dormido el sueño de los injustos en el fondo de cualquier cajón, donde realmente debió haber permanecido.

A la vista de tan elegante escrito, siento la necesidad de comunicar mis impresiones sobre algunos aspectos recogidos en el mismo, bien entendido que lo hago sin acritud.

El Sr. Lima comienza su artículo con las siguientes palabras: “He leído su artículo "La catedral y la tumba de Fernández de Lugo" (EL DÍA, 19-9-2009) [2]. Ante todo, vaya por delante que mi crítica no tiene la más mínima intención ni de atacar ni, mucho menos, ofender. Vd. nunca me ha convencido, pero sí siento por Vd., por varios conceptos, admiración. Una admiración que siento hacia toda persona, capaz de arrostrar el peligro por defender una idea.”

Maquiavélica manera de presentar de forma elegante y atractiva un envoltorio conteniendo un bombón relleno de cianuro potásico. Espero y deseo que el ciudadano Cubillo no sea goloso. Por otra parte, existen fundadas razones para dudar que el esqueleto que ocupa el Mausoleo ubicado en la Catedral de La Laguna y dedicado al esclavista y violador Alonso de Lugo sea realmente el de este personaje.

Continua el articulista recomendando al ciudadano Cubillo la lectura y meditación de una introducción a una determinada obra  por el filosofo español Ortega y Gasset, aquel que acuñó la frase: “ Yo soy yo y mis circunstancias”, en los siguientes términos: “Me voy a permitir recomendarle la lectura -y meditación- de un escrito de Ortega y Gasset que todo amante de la historia debería leer -y meditar-; es el Prólogo que escribió para la "Historia de la Filosofía" de Bédier, en el cual trata sobre el "sentido histórico", que Vd., por cierto, no parece poseer. El tal sentido es el que permite a una persona enjuiciar un hecho del pasado, no desde la perspectiva del presente, sino tomando en cuenta el contexto cultural, social, político y económico en que tal hecho se produjo. Eso sí: hay elementos que son válidos en todo tiempo.”

Parece ser que el “sentido histórico” es privativo de determinados individuos y de los postulados que estos defiendan, escudados generalmente tras la entelequia de “signos de los tiempos”, con ello se pretende exculpar las grandes atrocidades históricas y crímenes de lesa humanidad cometidos contra culturas y pueblos por los poderosos contra los más débiles. Cuando los poderosos se ven desbordados por los avances sociales, morales y filosóficos, en un aparente cambio de actitud promueven lo de “borrón y cuenta nueva” y reinician un nuevo ciclo de explotación y opresión del colonizado bajo nuevas fórmulas. Debe ser esto lo que entienden los opresores y sus defensores como “sentido histórico”.

Tal como expone el investigador Manuel Souto Vilas: “Hay dos formas extremas de vivir la Historia: o se la vive de un modo pasivo, al modo oriental, sintiéndose aprisionado, embargado, ensimismado en el destino histórico, o se la vive de un modo activo, al modo occidental, sintiéndose conscientemente árbitro, conocedor y cooperador del destino que impulsa y guía la Historia. Contadísimos y muy geniales hombres son capaces de vivirla del modo último, y, por tanto, solamente de ellos puede decirse que poseen sentido o sensibilidad para percibir y notar el rumbo de la Historia.

También solamente para éstos la Historia es esencialmente un acontecer, y han sido ellos quienes divulgaron este término, del cual todo el mundo usa y abusa sin ningún género de reparos.” Creo que en esta colonia esta bien claro quienes son los que viven la Historia al modo oriental y quienes la vivimos al modo occidental.

Quizás en un intento de buscar en pretéritas invasiones justificar la de la nación canaria por las hordas de bárbaros aventureros europeos el Sr. Lima nos traslada nada menos al siglo séptimo anterior a la era occidental actual: “Por ejemplo: en el s. VII a.C. hubo un pueblo conquistador, el asirio, que desplegó una ferocidad tan desproporcionada que no es posible justificar, ni siquiera por el contexto en que se produjo. A pesar de ello, y dada la mentalidad de la época, resulta comprensible, aunque censurable.”

Veamos Sr. Lima, existen invasiones muchos más cercanas en el tiempo y históricamente mejor documentadas como son las griegas y las romanas, especialmente las de esta última que desplegando una ferocidad desproporcionada sometieron una gran parte del mundo occidental conocido en la época, conformando uno de los mayores imperios en la antigüedad hasta que el ascenso del cristianismo y las invasiones germánicas dieron al traste con él, especialmente las protagonizadas en lo fundamental por pueblos germanos de los llamados ósticos (del este) -godos, ostrogodos, vándalos, burgundios-; aunque con frecuencia se les unirían en su migración facciones más o menos numerosas de nómadas sarmáticos o iranios (alanos) de las llanuras del sur de Rusia y/o del Danubio central y oriental. Esta  oleada se caracterizó por la amplitud de los movimientos migratorios, desde las orillas del Mar Negro a la Península Ibérica y el norte de África, y por haber dado lugar a la aparición de los primeros reinos bárbaros en suelo ibérico.

Así, a finales del siglo V, la hegemonía romana había cedido su lugar a diversos estados bárbaros, francos; godos; visigodos; vándalos; anglosajones, lombardos, que se convertirían en importantes reinos e imperios -como el carolingio-, los cuales sentaron las bases de la actual división política europea y de la población de franceses, alemanes, portugueses, italianos, españoles y sus colonias, de la que, muy probablemente, descienden los actuales españoles.  La cuestión Sr. Lima es: Si todos estos pueblos conformados a partir de múltiples invasiones y movimientos migratorios, hoy son naciones y Estados soberanos e independientes ¿se le debe negar este derecho al pueblo canario? Pueblo que además de estar situado en otro continente fue y continúa siendo sometido por la fuerza de las armas. ¿Tiene esta situación sentido histórico?

El Sr. Lima continua: “Como estudioso amante de la historia, me causa desagrado que cualquiera hable del tema sin conocerlo (esto, por supuesto, no lo digo por Vd.: Vd. conoce el tema, sólo que -dicho con todo respeto- lo manipula, lo conduce hacia sus ideas). En una charla sobre medicina, sólo suelen intervenir los que saben medicina, o sea, los médicos. Pero cuando surge la historia, todos intervienen; todos creen saber historia, aun los que no han visto un libro de historia ni por el lomo.”

Totalmente de acuerdo con usted Sr. Lima, yo que también me considero un amante de la Historia, especialmente la de esta sufrida colonia, (conste que no soy médico) siento verdaderas náuseas al contemplar impotente como una pléyade de arribistas y oportunistas, tanto españoles como españolistas de servicio, amparados en sus patentes de corsos (léase títulos universitarios) desarrollan ingentes esfuerzos para continuar manteniendo a este pueblo, en palabras del insigne escritor canario Víctor Ramírez, ignorantado.

Produce cuando menos vergüenza ajena ver como con la mayor desfachatez y sin el menor rubor algunos supuestos ilustrados falsifican, tergiversan, manipulan y prostituyen la Historia de este pueblo, tanto la precolonial como la colonial. De ello existen multitud de ejemplos, sin que al parecer los estamentos oficiales y oficialistas tengan la menor intención de poner coto a estos desmadres, por el contrario, dan la impresión de que tienen especial interés en mantener esta situación, propiciando actitudes que induzcan al mantenimiento de situaciones endofóbicas, ninguneadoras y peyorativas en relación a la Historia de Canarias, aunque esta esté narrada desde el punto de vista de los invasores y sus herederos ideológicos. ¿Significa esto tener sentido histórico?

Y continua el Sr. Lima: “La historia tiene sus propias leyes, que hay que conocer (estoy seguro de que Vd. las conoce), que hay que descubrir y considerar antes de emitir un juicio. Son leyes inexorables. A una podríamos denominar, metafóricamente, "de vasos comunicantes". Según ella, un pueblo de una cultura evolucionada se impone a otro, más o menos cercano en el espacio, de cultura menos evolucionada. Según parece, la civilización urbana, con sus complejidades, aparece en Oriente (Mesopotamia) y se extiende luego hacia Occidente (Palestina, Egipto, el Mediterráneo).”

Las culturas europeas de origen greco-latino han venido sosteniendo que los rudimentos de culturas urbanas occidentales surgieron en Mesopotamia, más concretamente en Ur, el actual Irak, o por lo menos así se venía aceptando por la historiografía etnocentrista, aunque autores modernos, con más razón, afirman que los fundamentos culturales egipcio y griego está en la cultura africana. Y no podía ser de otra manera ya que nuestra especie, el homo sapiens, surgió en África hace tan sólo 200 milenios.

Allí se dieron los primeros logros esenciales de la condición humana: el lenguaje oral y escrito y la emergencia del pensamiento sistematizado, de la dimensión ética y artística del género humano. Con gran profundidad el filosofo e investigador Eugenio Nkogo demuestra que la civilización humanista vino desde África a Occidente a través de Egipto y Roma.

Siguiendo su razonamiento debemos admitir que la invasión y ocupación de los reinos existentes en la Península Ibérica fue debido a que eran culturalmente inferiores a los castellanos-aragoneses ¿quiere decir esto que por ello estos tenían derecho a invadirlos y someterlos? ¿También eran culturalmente inferiores los habitantes de Sicilia, Cerdeña y Neopatria, invadidos por la corona de Aragón? ¿Fueron más cultos los portugueses por haberse librado de la ocupación castellano-aragonesa?

Estimado Sr. Lima, siguiendo su ejemplo demos un salto en el tiempo y, pasando por alto la ocupación árabe de gran parte de la Península Ibérica -la que, dicho sea de paso, aportó a los reinos godos la cultura de que hoy alardean-, y centrémonos en la invasión francesa del reino de España, continuando con su razonamiento, por proximidad y por el hecho de poseer una cultura mucho más avanzada los franceses tenían derecho a invadir y ocupar España, ¿Entonces por qué los españoles se alzaron contra los civilizadores franceses en la llamada guerra de la independencia? ¿Por qué no asumieron de buen grado la imposición de la superior cultura francesa tan ardientemente defendida por los españoles al servicio de los franceses los “afrancesados”?  ¿Acaso por este hecho los españoles carecían de sentido histórico? ¿Si los españoles tenían derecho a independizarse de Francia, país culturalmente más avanzado, se le puede negar este derecho al pueblo canarios respecto de España?

Veamos los siguientes párrafos: “Saltemos unos milenios: en los siglos XIV, XV y XVI, se da en Europa una sorprendente explosión cultural y científica que conocemos con el nombre de Renacimiento. El hombre quiere conocer el planeta en que vive y las ciudades experimentan un extraordinario desarrollo en todos los sentidos. Mientras las Canarias permanecen ancladas en el preneolítico. A las puertas de Europa y en la ruta oceánica, ello no podía mantenerse. En otras palabras: la conquista de Canarias por parte de una potencia europea era inevitable: el preneolítico no podía convivir con el Renacimiento. Tres naciones podían hacerlo: Portugal, Inglaterra y España. Lo llevó a cabo esta última. Muchos -Vd. entre ellos- califican esta conquista de "genocidio". Y yo pregunto: si la conquista española fue un genocidio, ¿qué fue la conquista que llevaron a cabo los portugueses en Brasil, donde los "bandeirantes" no dejaban un solo indio vivo por donde pasaban? ¿Y la de los ingleses en Norteamérica, donde los aborígenes fueron encerrados en las reservas para acabar con ellos?”

Sr. Lima, de estos párrafos se desprende que asume la antigua y ya manida cantinela colonialista de que los guanches estábamos predestinados por alguna deidad a ser conquistados y, además, por los países que usted cita con menosprecio de otros que también teóricamente podían haberlo hecho, tales como franceses, holandeses, alemanes o turcos. Permítame decirle que este planteamiento suyo es más propio de un apologista colonialista que de un historiador medianamente serio. No entiendo como una nación situada en el noroeste de África pueda ser invadida por estar a las puertas de Europa ¿Es posible que las placas continentales de África y Europa se hayan sobrepuesto y nosotros no nos hayamos enterado?

Mire usted, ninguna invasión de un pueblo por otro puede ser justificada y, mucho menos amparándose en las hipotéticas actuaciones de otros, a nosotros nos tocó sufrir la invasión y masacre dirigida por las coronas castellano-aragonesa, y no por otras, además usted como historiador debería estar informado de que por esa época el concepto de España como una unidad política y cultural era una simple entelequia, existían las españas o los reinos de España, donde cada reino, a pesar de estar sometidos tributaria y militarmente, además de por proximidad geográfica a las coronas castellano-aragonesa, gozaban de fueros propios. El concepto de España, como unidad política, económica y cultural no se maneja hasta la Constitución española de 1812.

Además, Sr. Lima, en su deseo de crear un paralelismo de la Historia colonial canaria con la atormentada Historia europea,  soslaya el hecho de que el pueblo canario jamás rebasó sus fronteras para ofender a nadie, y mucho menos a unos pueblos que están en otro continente y a tres mil kilómetros de distancia.

Por otra parte observo que es usted menos generoso que otros historiadores españolistas, los cuales sitúan falaciamente el estadio cultural del primigenio pueblo canario en el  neolítico, usted, posiblemente guiado por su amor a la Historia, la hace retroceder a un supuesto pre-neolítico, probablemente con este sibilino “pre” pretende inducirnos mentalmente a una hipotética pre-historia o edad de piedra para nuestra cultura ancestral. Permítame recordarle que los términos al uso manejados para estos periodos históricos son los siguientes: La prehistoria es la época de la Historia que no tiene tradición oral ni escrita y, por tanto, de ella sólo conocemos los restos del hombre primitivo, de sus moradas y sepulturas, de sus industrias y arte. La edad de piedra se divide en otros subperíodos: Paleolítico (etapa antigua de la piedra) y Neolítico (etapa nueva de la piedra).

Por consiguiente, teniendo en cuenta que las antiguas poblaciones de las islas contaban con tradición oral denominada Tamusni, y con la escritura imazighen (líbico-bereber) cuyos soporte en pieles y elementos vegetales fueron destruidos por la cultura invasora, no así la que tiene como soporte la más perennes de las bases, es decir, la piedra, de lo que da fe los muchos yacimientos arqueológicos diseminados por todas las islas. Por tanto, no es correcto aplicar el término pre-historia para el periodo precolonial, y sí el de Historia antigua.

Sobre este particular me permito transcribirle algunos párrafos de dos historiadores, que presupongo que usted conoce bien, el frayle cronista de la invasión de Tamaránt (Gran Canaria) Antonio Cedeño y el criollo don Tomás Marin de Cubas, los temas en ellos recogidos son aplicables con ligeras variantes al resto del archipiélago:

[...] Observaron entre sí estos gentiles canarios buena orden y admirable disposición de gobierno en su república. Tenían trato y contrato de todas las cosas para su menester, tanto en ganados como cebada, pieles para sus ropas y otras cosas necesarias, trocando unas por otras, remediando a los pobres huérfanos, viudas; y otras obras de piedad usaban con grande amor y caridad. Tenían pesos para unos, medidas para otras; los granos que tuvieron fueron cebada, habas, y una cebada sin aristas que llaman cebada pelada o ramana. Tuvieron trigo, pero algunos años primero que los españoles la conquistasen a Canaria porque antes no lo tuvieron; los ganados que primero tuvieron fueron cabras, ovejas rasas [que no tenían] lana, y después muchos puercos blancos. La mayor cantidad era de cabras mansas de que hacían mante­ca, que la guardaban en ollas por mucho tiempo, y  se les hacía rancia.

Tenían muchas acequias de agua y con grande admiración tienen una gran peña viva agujerada por espacio de un cuarto de legua que atraviesa un gran cerro por donde condujeron parte de buena cantidad de agua, por aprovechar con el riego buenas tierras; que llaman la Vega, y el principio nace de unos barrancos muy hondos y la subieron por unos acue­ductos haciendo calzadas por donde llaman Tejeda.

            La justicia era muy rigurosa y en cada pueblo o lugar tenían jueces. Como alcalde tenía personas que acusaban a los vecinos de todo cuanto hacían por leve que fuese, tenían maestros que eran mujeres para niñas y hombres para enseñar muchachos. Tenían mujeres dedicadas para sastres.

La doctrina eran historias como corridos y jácaras de valientes, de sus reyes y hombres señalados, linajes, y otras cosas de campo de plantar, sembrar, y lluvias, y señales de los tiempos como pronósticos en refrancitos. Azotábanlos con unos manojitos de juncos ma­rinos o varitas en las pantorrillas o asentaderas, y lo más grave en las espaldas. En lugar de azotes al delincuente mandábala justicia dar palos, tanto como fuese el delito. La muerte le daban con una piedra; hacíanle de pechos echado sobre una laja, y el verdu­go le dejaba caer una sobre las espaldas que fuese bien rolliza y pesada. (A. Cedeño).

[...] Contaban su año llamado Acano por las lunaciones de veinte y nueve soles, desde el día que aparecía nueva empezaban por el estío cuando el sol entra en cáncer á veinte y uno de Junio en adelante la primera conjunción, y por nueve días continuos hacían grandes bailes y convites, casamientos, habiendo cogido sus sementeras, hacían rayas en tablas, paredes y piedras, llamaban Tara, y Tarja aquella memoria de lo que significaba.

Decían que Acoran era Dios solo, eterno, omnipotente, y le adoraban en idea juraban por Majec, que es el Sol... había hombres que vivían en clausura á modo de religión vestían de píeles, largo el ropón hasta el suelo,- barruntaban el porvenir y eran Paisajes,- observaban algunas moralidades y en corrido sabían de memoria la historia de sus antepasados, que entre ellos se quedaban consejas de los Montes Claros de Atlante en África en metáforas de palomas, águilas,- éstos eran maestros que iban á enseñar muchachos á los lugares,- había nobles, y villanos para enseñar lo que conviniese á los villanos, y si había niños hábiles los enviaban á Humiaya como á mayor Universidad...

... Salían fuera de su Monasterio las Maguas para bañase en el mar, y para ello había días diputados que todos los debían saber, y si algún hombre por descuido se hallase con ellas ó se las encontrase en el camino perdía la vida,- solamente cuando iban á adorar á Tírma en la casa Tamogante, podían desde lejos mirarlas,

En el lugar de Gaete, junto á la casa de los mallorquines había una casa grande pintada por dentro, que fue Seminario de doncellas hijas de nobles, que de toda la Isla venían allí para aprender como escuela, y dicen que la causa de matar los canarios á trece mallorquines y faltar al comercio, fue el que les codiciaban las hembras para robárselas y aún se dice que uno muy principal se llevó á Levante una y se casó con ella y aprendían á cortar pieles y á adobarlas.

Hacían una cerveza ó vino, llamada tacerquen, de aguas de palmas, de zumo de mocan hervido hacían miel ó arrope, vino y vinagre,... También redes para pescar de hilo de juncos y juncia, y nasas de juncos marinos sobre maderos puestas en la mar,... (Marín de Cubas).

Estimado Sr. Lima, disculpe lo extenso de estas citas, las cuales doy por sentado que conoce debidamente, el hecho de reproducirlas tiene por objeto simplemente formularle unas preguntas: ¿Cree usted que una sociedad como la de los primeros canarios con tales valores humanos, morales, sociales y espirituales -en muchos aspectos superiores a los europeos de la época-, debe ser encasillada como pre-neolítica?  ¿Supone esto tener sentido histórico?
Sr. Lima, voy a centrarme en lo que parece ser el objeto principal de su Carta Abierta al ciudadano Antonio Cubillo Ferreira, la calificación de bandolero aplicada a este aventurero, calificación que por cierto, ya le había sido asignada por la nada sospechosa de nacionalista canaria doña María Rosa Alonso, veamos su planteamiento:

Vd. llama a Fernández de Lugo varias veces "bandolero". No: Fernández de Lugo no fue un "bandolero". Fue un conquistador español del siglo XV, y como tal tenía virtudes y defectos; rezaba a Dios e iba a misa, para cometer luego arbitrariedades e, incluso, delitos. Pero era el siglo XV. Lo que resulta incomprensible e injustificable es que en pleno siglo XX ó XXI una persona actúe como Fernández de Lugo. Y, sin embargo, hay quienes lo hacen: pretender conseguir la independencia de un pueblo a base de bombas en trenes o aeropuertos y cobardes asesinatos es actuar en forma mucho más reprobable que la utilizada por Lugo o por Pedro de Vera (considero peor a éste que a aquél) en el siglo XV, época en que Papas, obispos y monjes condenaron a la hoguera a miles de seres humanos por pensar de particular manera. Si los que se llamaban a sí mismos "vicarios de Cristo" actuaban de tal manera, ¿qué no harían los que se lanzaban a conquistar pueblos extraños y aguerridos?

                Es cuando menos encomiable su interés en defender lo indefendible, Sr. Lima, de nuevo tengo que estar de acuerdo con usted por lo menos en que Alonso de Lugo no fue un bandolero, la Diosa me libre de comparar a un honesto bandolero con Alonso de Lugo: No señor, fue un violador de mujeres y niñas, asesino, masacrador de pueblos, traficante de esclavos, perjuro, ladrón, estafador, embaucador y muchas cosas más todas ellas sinónimas de “conquistador” que deben examinadas con “visión histórica”, naturalmente con visión diáfana, no enturbiada desde posiciones fanáticas o quijotescas y, mucho menos con actitudes mentales preconcebidas. Estos y otros muchos calificativos merece su admirado personaje los cuales podría razonarle y justificarle con documentación historiográfica, pero la verdad es que entiendo que estas consideraciones en torno al contenido de su Carta Abierta al ciudadano Antonio Cubillo, ya están siendo harto extensa y, además, me están produciendo cierto cansancio y despertando profundos sentimientos de conmiseración. Por ello me permito recomendarle la consulta de algunas obras donde hallará suficiente información debidamente documentada que avala sobradamente los calificativos que aplico a su venerado personaje. Las obras en cuestión son las siguientes:

               El siglo de la conquista, de Leopoldo de la Rosa Olivera; La esclavitud en Tenerife, de Manuela Marrero; La conquista de Tenerife, de Antonio Rumeu de Armas; Estudios canarios, de Dominik J. Wölfel y Documentos canarios en el registro del sello [1476-1517], de Eduardo Aznar Vallejo, investigadores que, como la anteriormente citada María Rosa Alonso, están muy lejos de poder ser calificados como nacionalistas canarios.

               Supongo que las obras citadas le son suficientemente conocidas, pero sucede que en ocasiones nos limitamos a manejar algunos datos adquiridos en determinados momentos sin profundizar en los temas. Quizás la lectura atenta de estos libros le prive de la imagen estereotipada y falseada que de este y otros personajes similares se han empeñado en trasmitirnos los historiadores españolistas, presentándonoslos como individuos casi divinos, protegidos y inspirados por alguna divinidad, dechados de virtudes y con algún defectillo sin importancia “propio del signo de los tiempos” y embutidos en brillantes armaduras a lomo de briosos corceles. La cruda realidad es que estos individuos han sido autores de horrendos crímenes de lesa humanidad, los cuales no prescriben con el paso del tiempo, y si bien no pueden ser enjuiciados, si pueden ser juzgados por la historia y además con “visión histórica”.

               En cuanto al tema de la participación del clero de la iglesia católica en las masacres cometidas contra el pueblo canario durante la invasión y conquista, es materia que tendría que ser recogida en varios libros, por ello prefiero soslayarlo.
               Supongo que con su expresión cobardes asesinatos, pretende hacer alusión al acto de terrorismo de Estado perpetrado por el gobierno español en Argel contra el ciudadano Antonio Cubillo, por orden del en aquel entonces ministro de Interior, Rodolfo Martín Villa, acto reconocido y condenado por el más alto tribunal de justicia de aquel Estado.

Y continua: “Por cierto, y a propósito: la bomba en la que aparecen metidas nuestras Islas en la denuncia que acompaña su artículo, me gustaría creer que es una metáfora, aunque me trae un triste recuerdo de 1977. Porque si no es una metáfora, Sr. Cubillo, habría que tener mucho más cuidado a la hora de calificar a ciertos personajes históricos..., como Lugo.”

Efectivamente Sr. Lima, no le quepa la menor duda, se trata de una metáfora, además dicha ilustración fue añadida por la redacción de El Día al artículo del ciudadano Cubillo. Con respecto a su sesgado comentario, debo decirle que los canarios hemos adquirido el suficiente grado de madurez política -a pesar de los desmesurados esfuerzos del colonialismo español en contra-, para defender nuestros justos derechos a nuestra independencia y descolonización mediante el dialogo y el consenso, siempre que la metrópolis esté predispuesta a ello de manera civilizada y bajo el amparo de la comunidad internacional.

No entiendo a que viene a cuento los siguientes párrafos en relación con el contenido del artículo del ciudadano Cubillo, que usted incluye en su crítica, aunque la (¿buena?) intención que le anima se deduce del mismo: “Yo he leído recientemente un artículo en que se acusaba a Hernán Cortés de cruel porque conquistó al "pobre" pueblo azteca.

Evidentemente, el autor del artículo no sabe absolutamente nada del pueblo azteca, de las razzias que hacía por los alrededores para llevar cautivos a lo alto de los teocallis para ¡arrancarles el corazón en vivo y luego comerse los cuerpos aún calientes con tortitas de maíz! Con razón esos pueblos víctimas, que vivían aterrorizados, ayudaron a Cortés apenas llegar a Veracruz, lo que no dejó de sorprender al conquistador, algunos de cuyos soldados fueron sacrificados de aquella bárbara forma a los dioses tras la llamada "Noche Triste".

Claro que, me dirá Vd., los aborígenes canarios no eran, ni mucho menos, como los aztecas. Bueno... Según Abreu Galindo, los de Gran Canaria hicieron "estatuto y ley, de matar todas las criaturas hembras que naciesen, como no fuesen los primeros partos, que reservaban para su conservación". Ello, para evitar hambrunas por la demasiada población. La justificación no borra, sin embargo, lo cruel de la medida.”

Vamos por partes Sr. Lima, al margen de las connotaciones peyorativas de su mal intencionada cita, no deja de ser significativo su interés en enlazar determinadas costumbres religiosas del pueblo azteca con un texto que trata sobre un personaje que fue ciertamente un depredador humano, y no deja de ser sospechosa su aparente sorpresa ante unos hechos que usted como historiador debería conocer y analizar “con visión histórica”.

La antropofagia que practicaban los aztecas, si bien implicaba comer carne humana, no debe ser confundida con canibalismo. Era antropofagia “ritual” y su sentido principal era “alimentarse” del espíritu y fortaleza del enemigo derrotado. En otros casos eran ofrendas a los dioses, prácticas habituales en determinadas religiones europeas y que de manera sincretizada continúan practicándose hoy en día como tendremos oportunidad ver.

Otra cuestión es el canibalismo, habito cultural de determinados pueblos de la antigüedad, o el canibalismo practicado en condiciones extremas como en casos de naufragios, hambrunas o catástrofes de los que tenemos sobrados casos documentados en los tiempos modernos como por ejemplo: La primera expedición española que fue a fundar Buenos Aires en 1536, liderada por Pedro de Mendoza, fue atacada por los indígenas del lugar y terminaron sitiados dentro de su campamento. Aparentemente, durante el terrible sitio, a los españoles se les acabaron los alimentos. La desesperación les llevó a la antropofagia.

Debe ser cuestión de genes, pues algunos seres primitivos que la propaganda oficial califica como “los primeros españoles” ya practicaban el canibalismo, según expone el Doctor Eudald Carbonell, codirector del yacimiento arqueológico de Atapuerca, en Burgos: “Hace 800.000 años tuvo lugar en Atapuerca un macabro festival caníbal. Así lo demuestran los nuevos fósiles encontrados en el estrato Aurora del yacimiento de la Gran Dolina, donde se han hallado fósiles de al menos 10 individuos, casi todos ellos niños y niñas de corta edad, que fueron devorados por sus congéneres.

Todos los indicios sugieren que un campamento de “Homo Antecessor” fue atacado por un grupo de personas de la misma especie, pero de diferente grupo. Son las evidencias más antiguas de antropofagia de la historia de la humanidad, no sólo está en los fósiles de niños encontrados en diversos lugares del yacimiento, sino en una gran cantidad de cuchillos de cuarcita y sílex, con borde abrupto y filo muy marcado, que han aparecido en la Gran Dolina, y que probablemente fueron utilizados para descuartizar los cadáveres de los niños, en una práctica “más cultural que gastronómica”.

En todo caso, las prácticas de canibalismo de la religión azteca y la de la española tienen mucho en común, por ejemplo: lo más característico de la religión católica es un acto de canibalismo: el objetivo de su liturgia es comerse a su Dios (mediante el principio alquímico de la transmutación de la materia), tal afirmación, que para muchos no será ninguna novedad, está precisamente en el Nuevo Testamento:  “….El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día……” Juan 6, 54.

La cita no la traemos a cuento por afán de provocar, algo bien lejos de nuestra intención, por lo demás, no hace sino confirmar un dato que la antropología constata en sus trabajos sobre religiones.

En términos generales, causa sorpresa comprobar cómo para los creyentes “católicos y apostólicos” las demás religiones, aparte de no ser “verdaderas”, están plagadas de creencias absurdas y ceremonias “pintorescas” e indiscutiblemente con muchos elementos profanos.

Antes de que los españoles invadieran y ocuparan América, los aztecas ya comían pan sacramentado como cuerpo de un dios. Con la masa hacían una imagen de la divinidad “Huitzilopochtli” y sus pedacitos eran comidos por la población dos veces al año. Una vez comido no ingerían nada más durante un día para no contaminar a su dios yaciente en el estómago con cualquier otro alimento “no divino”. Además, tenían una ceremonia denominada “teoqualo” (que significa “el dios es comido”) en la que trocitos de pasta de granos considerados parte de la divinidad eran comidos por todos los varones, desde los bebés hasta los más viejos, dejando terminantemente prohibido este acto a la mujer.

El origen de la costumbre teofágica del cristianismo de comer hostias en la eucaristía (es decir, el cuerpo del Cristo-Dios) estriba en la ingesta del grano, al que los pueblos antiguos de Europa consideraban representación del espíritu divino. Al término de las cosechas daban forma humana al pan dotándole de carácter sacramental ya que lo que decían comer es el cuerpo del espíritu de la mies (creen comer el fondo platónico, más que la forma). En todo caso según el credo católico mediante la trasmutación de la materia-principio alquímico- el pan y el vino se convierten en carne y sangre de Cristo-Dios, por tanto, sencillamente se están comiendo a su dios cada vez que comulgan.

En cuanto al caso del infanticidio de niñas recogido por frayle Abreu Galindo, para la isla Tamaránt, que siendo ciertamente un pasaje singular sólo es mencionado por este autor, fue esporádico y en un caso de extrema necesidad donde se cuestionaba la supervivencia de la población, y no por hábitos culturales o religiosos como sucedía en otras culturas antiguas y modernas.
Permítame algunos ejemplos: El infanticidio ha sido practicado en todos los continentes y por gente de todos niveles de complejidad cultural, desde los cazadores nómadas hasta la sociedades cristianas. Más que una excepción, ha sido la regla.

Aunque hay muchos casos en la Biblia en que los antiguos hebreos sacrificaban a sus hijos a dioses paganos (p. ej., Deuteromio 12:30-31, 18:10; 2 Reyes 16:3 & 17:17, 30-31 & 21:6 & 23:4, 10; Jeremías 7:31-32 & 19:5 & 32:35; Ezequías 16: 20-21, 31; Jueces 11:31).

En algunos períodos de la historia de Roma era tradicional que el recién nacido fuera traído al pàter familia, el patriarca familiar, quien entonces decidiría si el niño iba a mantenerse y a criarse, o si sería dejado a morir por expósito. Las Doce Tablas de la ley romana le obligaban a matar al niño que naciera deforme.

En todas las sociedades, como en la europea de la Edad Media, siempre operaron factores de selección u omisión en detrimento de las niñas, a las que no se daban gran valor en esas sociedades predominantemente militares y agrícolas y sobre los minusválidos y retrasados mentales, que eran considerados como engendros, criaturas de otro poderoso enemigo de los niños, el Demonio, ya fueran ilegítimos o legítimos.

Según William L. Langer, el en abandono de niños en la Edad Media “fue practicado en una escala gigantesca y con absoluta impunidad, señalada por los escritores con la más frígida indiferencia”. Según señala Richard Trexler, las mujeres romanas tiraban a sus recién nacidos al Río Tiber, incluso a la luz del día. Le supongo informado de la legislación sobre la limitación de nacimientos en China, India y otros países, además de las campañas abortistas tan actuales. Sr. Lima. ¡Nada nuevo bajo la Sol!

Como estas apreciaciones mías al cínico artículo del Sr. Lima, está siendo demasiado largo y tedioso y además me esta aburriendo, por lo que me salto algunos apartados del mismo, haciendo un breve comentario a los párrafos finales. “Y para que no quede mal sabor de boca, deberíamos degustar unas papitas guisadas con un conejito en salmorejo, todo regado con un buen tinto de cualquiera de nuestras Islas; todos ellos, productos que nos trajeron los conquistadores. Eso sí, sin olvidar el lebrillo con gofio amasado, herencia de nuestros padres guanches. Y mientras, que suene nuestra música, con timple, guitarras y laúdes, todos, instrumentos (como nuestros bailes) de raigambre española: folías, isas y malagueñas; pero también sirinoques y canarios, que, según los entendidos, algo tienen de los guanches.”

Estimado Sr. Lima, es probable que la papa fuera introducida en las islas por los españoles (los colonos no los conquistadores), pero no es española, sino uno de los tantos aprovechamientos de los recursos naturales de los pueblos invadidos. La historia de la papa comienza hace unos 8 000 años, cerca del lago Titicaca, que está a 3 800 metros sobre el nivel del mar, en la cordillera de los Andes, América del Sur, en la frontera de Bolivia y Perú. Ahí, según revela la investigación, las comunidades de cazadores y recolectores que habían poblado el sur del continente, por lo menos unos 7000 años antes, comenzaron a domesticar las plantas silvestres de la papa que se daban en abundancia en los alrededores del lago.

La invasión española, en 1532, puso fin a la civilización inca, pero no a la papa. Porque a lo largo de toda la historia andina, la papa, en todas sus formas, ha sido profundamente un “alimento del pueblo”, y ha desempeñado un papel central en la perspectiva andina del mundo (el tiempo, por ejemplo, se medía por el que era necesario para cocinar las papas).

Cuando llegó a Europa la papa no tuvo la aceptación que creeríamos podría tener un alimento tan noble como lo conocemos hoy en día. Lo criminal de su oposición se entiende por hechos que afectaban a la época, por ejemplo se decía que el consumo de papa causaba la temida lepra. Con el grado de cultura de la época es fácil de entender por que de tal brutal oposición, además los inquisidores la ligaban a la hechicería y como tal todo aquel que lucrase con esta o se alimentase era llamado a dar cuenta de esto, pues producía gran flatulencia. Hasta en zonas tan diversas como Rusia fue considerada como “planta del diablo”, dentro del catolicismo lo negaban y castigaban el consumo pues este alimento no era mencionado por la Biblia, de hecho la similitud del nombre con el de la cabeza visible de la iglesia católica obligó a cambiarlo por el de Patata.

La papa como alimento en España solo se daba a los esclavos, cerdos y a las bestias del ejército (caballares).

Fueron los franceses quienes dignificaron el consumo de este sabroso tubérculo del que los canarios hemos sabido domesticar y producir algunas de las variedades más solicitadas en Europa.

En lo relativo al vino, algunos autores recogen que nuestros ancestros elaboraban vino, aunque probablemente no fuese de uva fermentada, lo que si está contrastado por la moderna arqueología es la existencia en las islas de cepas de la viti vitifera documentada en Icod y Tegueste por la arqueóloga María del Carmen del Arco en el 360 antes de la era occidental actual, según muestras sometidas al examen del Carbono 14. Recientes hallazgo en la isla Esero (Hierro) confirman la existencia de planta en dicha isla y también datada en fecha precolonial.

En cuanto a que la Malagueña es de “ragaimbre española” le recomiendo que consulte algunos tratados de folklore, en ellos podrá comprobar que la Malagueña, un derivado del fandango, es de origen imazighen, no español.

La Historia de la humanidad ha presenciado siempre la derrota de los invasores de pueblos del planeta, las grandes invasiones terminan por ser derrotadas, las romanas, las españolas, inglesas y francesas, las alemanas de la segunda guerra mundial, las más actuales yankee de Corea y Vietnam etc. El colonialismo y el neocolonialismo han sido derrotados por la resistencia de los pueblos.

Estimado Sr. Lima, hacemos votos para que la divinidad le libre de su complejo de endofobia camuflado en ropajes intelectuales.

Octubre de 2009.




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