El 29 de septiembre de 1492
desembarcan en Tazacorte, isla Benahuare (La Palma) en la desembocadura de La
Caldera, Barranco de las Angustias, unos 900 mercenarios al mando de Alonso de
Lugo, soldado de fortuna al servicio de los nefastos reyes Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón. Estos invasores por medio de pactos auspiciados por la
conversa princesa Gazmira, fueron poco a poco sometiendo a nueve de los doce
cantones en que estaba políticamente dividida la isla.
Luego tuvieron que librar la gran batalla de Timibúcar para vencer la
resistencia de los cantones aliados de Tedote y Tigalate, venciendo a
Bentacayse, jefe de Tedote, y a los hermanos Jariguo y Garehagua, que compartían
el poder en Tigalate.
Finalmente, tan sólo les
quedaba el cantón de Aceró para dominar la isla, pero allí fueron rechazados
una y otra vez por Tanauzú y sus hombres. Tras los fallidos intentos de los
castellanos por adentrarse en La
Caldera , Fernández de Lugo mandó a Juan de Palma (este
personaje intervino en la conquista de Chinech=Tenerife), pariente de Tanausú
ya cristianizado, para convencer a éste de que saliera por el paso de
Adamacansis para hacer un pacto de caballeros. Tanausú, ante la insistencia de
los contrincantes y para evitar mayores sufrimientos a su pueblo, accedió a
negociar y a firmar la paz, y por ello fue a encontrarse con don Alonso. Uno de
sus seguidores le advirtió de que podía tratarse de una emboscada, pero el
mencey siguió adelante porque no podía concebir que Fernández de Lugo lo
engañara. Los castellanos lo atacaron, capturándolo junto a su séquito en el
lugar conocido hoy como El Riachuelo, cerca de La Cumbrecita. La
historia recoge que Tanausú se dejó
morir en el barco que le llevaba a la península, ya que no quiso comer en
protesta por la traición. La huelga de hambre le llevó a la muerte mientras,
según la leyenda, pronunciaba constantemente la palabra vacaguaré que
significaría "quiero morir". Una vez concluida la conquista, con la
incorporación de la isla de La
Palma a la corona de Castilla, comienzan a llegar a ella,
portugueses, castellanos y en menor medida mallorquines, catalanes, italianos,
flamencos, etc., atraídos por las riquezas de esta tierra y por las políticas
destinadas a favorecer el asentamiento de población (que incluían ventajas
fiscales). Todas estas gentes, además de parte de la población indígena que
pervivió tras la conquista, forman el tronco de la población palmera actual. En
las últimas décadas, a raíz del auge del turismo, también se ha asentado
población alemana en la isla.
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