sábado, 4 de octubre de 2014

INVASION DE BENAHUARE




El 29 de septiembre de 1492 desembarcan en Tazacorte, isla Benahuare (La Palma) en la desembocadura de La Caldera, Barranco de las Angustias, unos 900 mercenarios al mando de Alonso de Lugo, soldado de fortuna al servicio de los nefastos reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Estos invasores por medio de pactos auspiciados por la conversa princesa Gazmira, fueron poco a poco sometiendo a nueve de los doce cantones en que estaba políticamente dividida la isla. Luego tuvieron que librar la gran batalla de Timibúcar para vencer la resistencia de los cantones aliados de Tedote y Tigalate, venciendo a Bentacayse, jefe de Tedote, y a los hermanos Jariguo y Garehagua, que compartían el poder en Tigalate.
Finalmente, tan sólo les quedaba el cantón de Aceró para dominar la isla, pero allí fueron rechazados una y otra vez por Tanauzú y sus hombres. Tras los fallidos intentos de los castellanos por adentrarse en La Caldera, Fernández de Lugo mandó a Juan de Palma (este personaje intervino en la conquista de Chinech=Tenerife), pariente de Tanausú ya cristianizado, para convencer a éste de que saliera por el paso de Adamacansis para hacer un pacto de caballeros. Tanausú, ante la insistencia de los contrincantes y para evitar mayores sufrimientos a su pueblo, accedió a negociar y a firmar la paz, y por ello fue a encontrarse con don Alonso. Uno de sus seguidores le advirtió de que podía tratarse de una emboscada, pero el mencey siguió adelante porque no podía concebir que Fernández de Lugo lo engañara. Los castellanos lo atacaron, capturándolo junto a su séquito en el lugar conocido hoy como El Riachuelo, cerca de La Cumbrecita. La historia recoge que  Tanausú se dejó morir en el barco que le llevaba a la península, ya que no quiso comer en protesta por la traición. La huelga de hambre le llevó a la muerte mientras, según la leyenda, pronunciaba constantemente la palabra vacaguaré que significaría "quiero morir". Una vez concluida la conquista, con la incorporación de la isla de La Palma a la corona de Castilla, comienzan a llegar a ella, portugueses, castellanos y en menor medida mallorquines, catalanes, italianos, flamencos, etc., atraídos por las riquezas de esta tierra y por las políticas destinadas a favorecer el asentamiento de población (que incluían ventajas fiscales). Todas estas gentes, además de parte de la población indígena que pervivió tras la conquista, forman el tronco de la población palmera actual. En las últimas décadas, a raíz del auge del turismo, también se ha asentado población alemana en la isla.


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