Según el Dr. D. Juan
Bethencourt Alfonso en: Historia del Pueblo Guanche
Tomo II, Edición
Anotada por Manuel A. Fariña González.
Es indudable que en
la historiografía canaria existe un antes y un después de la publicación de la
magna obra de D. Juan Bethencourt. La sociedad canaria tiene una deuda de
gratitud contraída con el librero y editor D. Francisco Lemus, quien asumió
el riesgo económico de su publicación.
Recopilación de E. P.
G. R.
13.
NATACIÓN Y NAVEGACIÓN
Natación.— ¡Es asombrosa la
credulidad humana! No se comprende cómo la noticia más absurda lanzada sin
meditación por cualquier cronista es copiada por los demás autores y por el
público sin investigar los hechos, sin someterla siquiera a las reglas de la
crítica y hasta a las del buen sentido. Aparte de que sería una excepción
incomprensible que los guanches fueran los únicos del Archipiélago que
ignoraran el arte de la natación, ¿cómo se explicaría esta ignorancia cuando le
era indispensable para las faenas de la pesca, cuando el mar era una de sus
fuentes principales de vida, quizás la primera después de la ganadería? Por lo
demás, sin contar que la natación era un arte obligado entre los guanches no
sólo por exigirlo la república sino para adquirir todo hombre sus derechos
civiles, son numerosas las tradiciones que se ocupan de este asunto,
atestiguando que eran famosos nadadores. Sólo faltaba molestarse en recogerlas.
Basta a nuestro propósito exponer las siguientes: como a unos sesenta metros de
la desembocadura del barranco de la
Síbora , próximo al pueblo de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se
dirigían a nado los guanches de aquel tagoro a pescar y a coger mariscos.
También iban los pescadores nadando desde tierra firme a la Baja de Acentejo, a la de
Adeje, y a los Roques de Anaga; como así mismo salvaban a nado una distancia de
uno a uno y medio kilómetros, que puede haber entre la Punta de Guamojete a Las
Vueltillas, en las riberas de Barranco Hondo en Candelaria.
En el puerto de Los Cristianos
ganaban la cueva de Roma, arrojándose por el Tancón, que está separado unos 50
ó 60 metros. En los certámenes anuales de natación celebrados por ministerio de
la ley acudían todos los tagoros del achiihenceyato de Moreque al puerto de Los
Cristianos; y eran proclamados grandes nadadores a los que libraban a nado, sin
tomar tierra y cierta unidad de tiempo, la distancia desde la punta de La Rasca hasta el Charco del
Lino faldeando el Risco de Los Cristianos. El tribunal, presidido por el
achimencey, se establecía sobre un punto del Risco en que dominaba el recorrido
(Arona).
Argel, que pertenecía al reino de
Adeje y Daute. Aún existe por allí una gruta denominada cueva de la guaucha,
donde vivió una guancha. Frente a la referida gruta, que está cerca del mar,
existe una baja alejada de la orilla 200 ó 300 metros, separada de tierra por
un brazo de mar profundo; y es tradición que la guancha se acogía nadando en la Baja , siempre que veía gente
que le fuera sospechosa. Tenía fama de muy nadadora (Adeje).
—Los pescadores —los que lo eran—
iban nadando desde la punta de Guamojete o Guadameña a las Vueltillas, que
distaran como 11/2 kilómetro, pues no hay paso por tierra.
También iban a la Baja de Acentejo, donde se
acogieron los derrotados en Centejo; lo mismo que a los Roques de Anaga.
—Eran los guanches grandes
nadadores. Asegura la tradición que el rey de Moreque subía ciertos días a los
altos de Guasa para saber quién era el más nadador; conceptuándose como gran
nadador, al que tirándose por la
Punta de la
Rasca salía por Los Cristianos a un punto señalado, bordeando
todo el Risco.
Navegación:
—Balsas. Para pescar de a bordo,
separándose de tierra a veces a bastante distancia, las hacían de ordinario ya
de troncos de tabaiba dulce, bien de foles henchidos de aire, o bien combinando
ambas cosas; en las que embarcaban dos o tres o más personas según el tamaño.
Manejaban estas balsas con las
manos armadas de pequeñas paletas de madera y hasta en ocasiones —según la
tradición— utilizaban una velita cuadrada de pieles, entre dos varas paralelas
que sostenían verticales con las manos los mismos tripulantes, enfachándola al
viento.
Cargaban en esta balsa: la pótala
con varias brazas de cabo de junco; todos los apatuscos de pescar, como cañas,
guelderas, etc., foles con agua y comida; otros vacíos para transportar la
pesca; y si era de noche, hachos que sostenía encendido un muchacho. Hasta
principios del siglo pasado, en que el monte bajo de las costas y medianías no
había sido talado en su mayor parte, las tabaibas dulces que se criaban con
especialidad junto a los cardones alcanzaban muchas hasta los dos y tres metros
de altura y sus troncos un diámetro de medio metro y hasta de una vara. He
hablado con personas de todo crédito, que han visto después de mediado el siglo
XIX echar en el puerto de Los Cristianos una sola tabaiba seca, de 3 cuartas y
1/2 de diámetro el tronco, sobre la que se encaramaban dos hombres para pescar
a viejas, después de fondearla con una pótala (Informante: Victorino, el padre
de Froilán. Los Cristianos).
Había algunas de doble tamaño, en
que los foles iban entrevera dos con los maderos de tabaiba; y otras más
pequeñas. En lo que pudiera llamarse proa, así como en la popa, llevaba un fole
abierto a todo lo largo por su parte superior, que cerraban con lazadas de
correa, que hacían de bodega o stay (como en los barcos de pesca) para guardar
comida, agua, apatuscos, etc.
—Balsas de madera, (3). No ha
llegado a nuestras noticias que emplearan los guanches otra madera para
construir sus balsas que la de tabaiba dulce seca.
Consistía en dos o tres
emparrillados de troncos de tabaiba sobrepuestos en sentido inverso, asegurados
con clavijones o varas de leña blanca y cordeles. Éstas eran de distintos
tamaños.
Otras veces consistían en una o
dos tabaibas con las ramas entrelazadas y atadas.
—Formas de las balsas. Para
construidas exclusivamente con foles o zurrones, obtenían éstos de la piel de
los machos cabríos más agigantados; que mataban degollándolos, y luego
completaban la herida de la piel circularmente alrededor del cuello, por donde
empezaban a desollar al animal hasta sacarlo por ella entero. Después adobaban
y preparaban el zurrón , concluyendo por vigorizarlos y hacerlos impermeables
con cierto bálsamo que preparaban con resina blanca de pino, sangre de drago y
otras sustancias que no conocemos.
De ordinario, después de soplados
y aseguradas las bocas, empleaban 869 foles para una balsa. Los disponían
paralelamente uniéndolos por medio de fuertes trenzas de correa cruzadas en
forma del guarismo 8; por manera que todos los zurrones constituían un sólo
cuerpo y quedaban además cubiertos por otra capa formada con las trenzas. Había
bolsas de éstas que llevaban el perímetro reforzado por cuatro troncos de
tabaiba como si fuera metida en un marco, al que quedaba adherida sólidamente.
—Con un zurrón soplado atado a la
cintura se iban a La Gomera
y viceversa (Sur de Tenerife).
III.
CULTURA INTELECTUAL 14. CONTABILIDAD:
—Golpe de vista. Lo tenían en
grado especial los guanches para ciertas cosas, como para echar de menos una
res en un rebaño de 300 ó 500 cabras.
Aún en la actualidad sucede algo
parecido, pues me aseguran ganaderos tener pastores que al primer vistazo saben
si les falta alguna cabeza y cuál, sin contarla.
Lo que a mí me consta es que un
cabrero que tenemos en Guayero (Chasna-Vilaflor), que pastorea un hato como de
90 cabras, me sorprendió un día en que salió a buscar un báifo que le faltaba
(el giáco) y hablando con él con este motivo, y preguntándole de cuantas reses
se había hecho cargo, descubrí no sabía contar arriba de una decena. No supo
decirme cuántas le habían entregado, ni del total que respondía; pero en cambio
me las nombraba una a una por sus nombres, y no hacía más que tender la mirada
para saber si estaban todas o no, y cuáles faltaban.
—Sistema de cuenta. Dicen que
contaban por los nudos de los dedos y sabían dividir el tiempo (Arona).
15.
MEDICINA (4):
—*Médicas. Tenían mujeres médicas
(Araya).
—Bálsamo. Lo hacían de zumo de
mocan y tierra colorada o almagre; el que usan las loceras para dar color a los
vasos, como bernegales (Adeje).
—Lo preparaban principalmente con
los polvos de cascara de haya, resina de pino, etc. (Arafo).
—Se ha encontrado envuelto en
hojas de drago y ramas de sabina (Arona).
—Algunos campesinos afirman que
el bálsamo de los guanches tenía mocanes machacados, y una parte de manteca,
entre otras cosas porque dicen que el bálsamo es susceptible de arder si se le
aproxima una llama (Güímar).
—El bálsamo líquido que conservan
en algunas botellas, ¿son verdaderos bálsamos de de los guanches? Parece serlo;
aunque hasta ahora no lo he encontrado líquido; sino en estado sólido y en
estado semilí-quido. Los del Gabinete (de Sebastián Casilda) se parecen a la
miel de caña por su color y consistencia, aunque al parecer más líquida; y aún
tiene un olor que la recuerda; y como si además le pusieran tierra fresca
(Gabinete de Sebastián Casilda. Tacoronte) (Vid. Anexo n.° 2).
—Catarros (de pecho). Hacen un
lamedor de tosilao salvaje o tosilao (guisan la flor, higos pasados) y luego
azúcar o miel (Sur de Tenerife).
—Cáusticos. Lo es la leche de
cardón, así como la tabaiba salvaje.
—Apliqúese leche de cardón, o
esta leche después de seca, molida, poner los polvos (Arona).
—La leche de cardón la emplean
como cáustico enérgico para destruir las partes mortificadas (Taganana).
—Diversos (tumores). Para
madurarlos, las hojas de la maljurada machacada y amasada, aplicarlas (Sur de
Tenerife).
—Brisera en los pies. Póngase
leche de tabaiba salvaje (Arona).
—Esguince. Lo trataban y tratan,
mojando la parte afecta con leche de tabaiba salvaje, encima tierra fina, luego
una compresa de lana (una torta) y por remate un vendaje. También con esto
sacan el frío.
—Desconches. Un desconche, que
hincha, lo curan con la leche de tabaiba salvaje y tierra del pie de la tabaiba
(o con el estiércol de conejo molido) y se queda pegado y se la cubre (Sur de
Tenerife).
—Empeines vivos, carbuncos, etc.
Úntese con la mezcla de dos gotas de leche de cardón con otras dos de tabaiba
salvaje.
—Fracturas. Lo mismo en el hombre
que en los animales, las reducen primero; después colocan varias férulas hechas
con cascara de tabaiba salvaje acabada de desprender y de seguida la atan bien;
luego reposo.
—Golpes. Para evitar postemas: el
carbón del sauce (molido y tomado con agua), también la sangre de drago (Sur de
Tenerife).
—Heridas. Se masca la yerba
pastelera y se aplica como parche, que se pega (Sur de Tenerife).
—Hierbas medicinales. El tosilao,
yerba silvestre que se cría en los riscos, barrancos, etc., hacen lamedores
para catarros, pulmonías, etc. (Primero se hierve sólo la flor y después se
aparta así que coja color; luego se somete el cocimiento al fuego mezclándole
miel de abeja, y lo dejan mermar hasta la consistencia de jarabe. Lo dan a
cucharadas, de rato a rato) (Arona).
—Irritación. La irritación o
cauterización en los ojos producida por la leche de cardón, se cura con la
leche del cornical.
—Medicamentos. Extraían o hacían
una especie de licor del mocan y de la zarza, que utilizaban como medicinas.
(Arona).
—Modorra. Se bañaban y tomaban
cocimiento de incienso para curarse la modorra, con otras yerbas (Igueste de
Candelaria).
—Nubes. (En personas y animales).
Colirio hecho de zumo de conejera con sal de mar.
Igual procedimiento se utiliza
con los polvos de giba de mar (Arona).
—Purgante. Hoy se purgan con
tabaiba dulce, y dicen que era el purgante de los guanches, poniendo en un vaso
de agua cuatro o cinco gotas (purgante drástico).
—Utilizan como purgante la raíz
de la zarza blanca (que es la raíz de zarza, la que tiene el tallo blanco,
porque hay otras con el tallo morado). Se pela la raíz (que son cómo las de
helécho, se pela y se pica) y como media traviesa de la mano, de una de lenteja
guaricha (ésta es listada entre encarnada y parda y más pequeña) y se guisan
muy bien para quedar en una cuarta de agua. Después en una palangana se
deshacen entre las manos, las estregan, y se cuela, y queda un agua de color de
vino y se da como laxante (Sur de Tenerife).
—25 granitos de murgañera,
molidos y tomados en agua, es un purgante drástico.
—Con tres gotas de leche de
tabaiba salvaje en una taza de leche, evacúa al poco tiempo. Todo el que lo
toma le ataca a la cabeza, produciéndole un sensación como si tuviera humo
dentro y queda algo atontado.
Algunos cerdos han muerto con 3,
4 ó 5 gotas dentro de agua, caldo o leche, purgando en el acto. Como
contraveneno, para vomitar, dan agua caliente (Arona).
—Resfriados de estómago. Hervir
la raíz del incienso morisco y dar tazas de agua; y también el poleo (Sur de
Tenerife).
—Revulsivo. El revulsivo de los
guanches, que aún hoy se usa, es poner la leche de tabaiba (dejándola escurrir
del tallo encima de la parte), poniéndoles carnada de leche y tierra bermeja
fina, y encima un poco de lana para abrigar la parte. A las 24 horas se forma
una vejiga (era el vejigatorio, y lo es hoy en los pobres, de los guanches).
—Tabardillo. Lo curaban dándole
el zumo exprimido del verode macho o de vinagrera (ésta mancha), sobre el
espinazo y pulseras (para lo que empapaban trapos con el zumo y se las ponían
en las muñecas). Repetían la faena a medida que se secaba.
Al interior, agua y manteca de
ganado (el agua tibia para que se deshaga, porque sino no se deshace), a
cortadillos como frescura. Tazas de agua de malva con manteca de ganado; agua
de culantrillo (Sur de Tenerife).
—Vomitivo. Como vomitivo fuerte
emplean 3 gotas de leche de tabaiba salvaje en un huevo crudo (Arona).
—El zumo de la batatilla
(tuberosa) del lirio silvestre que se pela y maja sobre una laja; 3 cucharadas
de este zumo, que es malo de tomar es vomitivo-purgante. A veces es más
vomitivo que purgante (Sur de Tenerife).
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