viernes, 24 de octubre de 2014

RETAZOS DE CULTURA GUANCHE




Según el Dr. D. Juan Bethencourt Alfonso en: Historia del Pueblo Guanche
Tomo II, Edición Anotada por Manuel A. Fariña González.

Es indudable que en la historiografía canaria existe un antes y un después de la publicación de la magna obra de D. Juan Bethencourt. La sociedad canaria tiene una deuda de gratitud contraída con el librero y editor D. Francisco Lemus, quien asumió el  riesgo económico de su publicación.

Recopilación de E. P. G. R.





13. NATACIÓN Y NAVEGACIÓN

Natación.— ¡Es asombrosa la credulidad humana! No se comprende cómo la noticia más absurda lanzada sin meditación por cualquier cronista es copiada por los demás autores y por el público sin investigar los hechos, sin someterla siquiera a las reglas de la crítica y hasta a las del buen sentido. Aparte de que sería una excepción incomprensible que los guanches fueran los únicos del Archipiélago que ignoraran el arte de la natación, ¿cómo se explicaría esta ignorancia cuando le era indispensable para las faenas de la pesca, cuando el mar era una de sus fuentes principales de vida, quizás la primera después de la ganadería? Por lo demás, sin contar que la natación era un arte obligado entre los guanches no sólo por exigirlo la república sino para adquirir todo hombre sus derechos civiles, son numerosas las tradiciones que se ocupan de este asunto, atestiguando que eran famosos nadadores. Sólo faltaba molestarse en recogerlas. Basta a nuestro propósito exponer las siguientes: como a unos sesenta metros de la desembocadura del barranco de la Síbora, próximo al pueblo de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se dirigían a nado los guanches de aquel tagoro a pescar y a coger mariscos. También iban los pescadores nadando desde tierra firme a la Baja de Acentejo, a la de Adeje, y a los Roques de Anaga; como así mismo salvaban a nado una distancia de uno a uno y medio kilómetros, que puede haber entre la Punta de Guamojete a Las Vueltillas, en las riberas de Barranco Hondo en Candelaria.

En el puerto de Los Cristianos ganaban la cueva de Roma, arrojándose por el Tancón, que está separado unos 50 ó 60 metros. En los certámenes anuales de natación celebrados por ministerio de la ley acudían todos los tagoros del achiihenceyato de Moreque al puerto de Los Cristianos; y eran proclamados grandes nadadores a los que libraban a nado, sin tomar tierra y cierta unidad de tiempo, la distancia desde la punta de La Rasca hasta el Charco del Lino faldeando el Risco de Los Cristianos. El tribunal, presidido por el achimencey, se establecía sobre un punto del Risco en que dominaba el recorrido (Arona).

Argel, que pertenecía al reino de Adeje y Daute. Aún existe por allí una gruta denominada cueva de la guaucha, donde vivió una guancha. Frente a la referida gruta, que está cerca del mar, existe una baja alejada de la orilla 200 ó 300 metros, separada de tierra por un brazo de mar profundo; y es tradición que la guancha se acogía nadando en la Baja, siempre que veía gente que le fuera sospechosa. Tenía fama de muy nadadora (Adeje).

—Los pescadores —los que lo eran— iban nadando desde la punta de Guamojete o Guadameña a las Vueltillas, que distaran como 11/2 kilómetro, pues no hay paso por tierra.

También iban a la Baja de Acentejo, donde se acogieron los derrotados en Centejo; lo mismo que a los Roques de Anaga.

—Eran los guanches grandes nadadores. Asegura la tradición que el rey de Moreque subía ciertos días a los altos de Guasa para saber quién era el más nadador; conceptuándose como gran nadador, al que tirándose por la Punta de la Rasca salía por Los Cristianos a un punto señalado, bordeando todo el Risco.

Navegación:

—Balsas. Para pescar de a bordo, separándose de tierra a veces a bastante distancia, las hacían de ordinario ya de troncos de tabaiba dulce, bien de foles henchidos de aire, o bien combinando ambas cosas; en las que embarcaban dos o tres o más personas según el tamaño.

Manejaban estas balsas con las manos armadas de pequeñas paletas de madera y hasta en ocasiones —según la tradición— utilizaban una velita cuadrada de pieles, entre dos varas paralelas que sostenían verticales con las manos los mismos tripulantes, enfachándola al viento.

Cargaban en esta balsa: la pótala con varias brazas de cabo de junco; todos los apatuscos de pescar, como cañas, guelderas, etc., foles con agua y comida; otros vacíos para transportar la pesca; y si era de noche, hachos que sostenía encendido un muchacho. Hasta principios del siglo pasado, en que el monte bajo de las costas y medianías no había sido talado en su mayor parte, las tabaibas dulces que se criaban con especialidad junto a los cardones alcanzaban muchas hasta los dos y tres metros de altura y sus troncos un diámetro de medio metro y hasta de una vara. He hablado con personas de todo crédito, que han visto después de mediado el siglo XIX echar en el puerto de Los Cristianos una sola tabaiba seca, de 3 cuartas y 1/2 de diámetro el tronco, sobre la que se encaramaban dos hombres para pescar a viejas, después de fondearla con una pótala (Informante: Victorino, el padre de Froilán. Los Cristianos).

Había algunas de doble tamaño, en que los foles iban entrevera dos con los maderos de tabaiba; y otras más pequeñas. En lo que pudiera llamarse proa, así como en la popa, llevaba un fole abierto a todo lo largo por su parte superior, que cerraban con lazadas de correa, que hacían de bodega o stay (como en los barcos de pesca) para guardar comida, agua, apatuscos, etc.

—Balsas de madera, (3). No ha llegado a nuestras noticias que emplearan los guanches otra madera para construir sus balsas que la de tabaiba dulce seca.

Consistía en dos o tres emparrillados de troncos de tabaiba sobrepuestos en sentido inverso, asegurados con clavijones o varas de leña blanca y cordeles. Éstas eran de distintos tamaños.

Otras veces consistían en una o dos tabaibas con las ramas entrelazadas y atadas.

—Formas de las balsas. Para construidas exclusivamente con foles o zurrones, obtenían éstos de la piel de los machos cabríos más agigantados; que mataban degollándolos, y luego completaban la herida de la piel circularmente alrededor del cuello, por donde empezaban a desollar al animal hasta sacarlo por ella entero. Después adobaban y preparaban el zurrón , concluyendo por vigorizarlos y hacerlos impermeables con cierto bálsamo que preparaban con resina blanca de pino, sangre de drago y otras sustancias que no conocemos.

De ordinario, después de soplados y aseguradas las bocas, empleaban 869 foles para una balsa. Los disponían paralelamente uniéndolos por medio de fuertes trenzas de correa cruzadas en forma del guarismo 8; por manera que todos los zurrones constituían un sólo cuerpo y quedaban además cubiertos por otra capa formada con las trenzas. Había bolsas de éstas que llevaban el perímetro reforzado por cuatro troncos de tabaiba como si fuera metida en un marco, al que quedaba adherida sólidamente.

—Con un zurrón soplado atado a la cintura se iban a La Gomera y viceversa (Sur de Tenerife).

III. CULTURA INTELECTUAL 14. CONTABILIDAD:

—Golpe de vista. Lo tenían en grado especial los guanches para ciertas cosas, como para echar de menos una res en un rebaño de 300 ó 500 cabras.

Aún en la actualidad sucede algo parecido, pues me aseguran ganaderos tener pastores que al primer vistazo saben si les falta alguna cabeza y cuál, sin contarla.

Lo que a mí me consta es que un cabrero que tenemos en Guayero (Chasna-Vilaflor), que pastorea un hato como de 90 cabras, me sorprendió un día en que salió a buscar un báifo que le faltaba (el giáco) y hablando con él con este motivo, y preguntándole de cuantas reses se había hecho cargo, descubrí no sabía contar arriba de una decena. No supo decirme cuántas le habían entregado, ni del total que respondía; pero en cambio me las nombraba una a una por sus nombres, y no hacía más que tender la mirada para saber si estaban todas o no, y cuáles faltaban.

—Sistema de cuenta. Dicen que contaban por los nudos de los dedos y sabían dividir el tiempo (Arona).

15. MEDICINA (4):

—*Médicas. Tenían mujeres médicas (Araya).

—Bálsamo. Lo hacían de zumo de mocan y tierra colorada o almagre; el que usan las loceras para dar color a los vasos, como bernegales (Adeje).

—Lo preparaban principalmente con los polvos de cascara de haya, resina de pino, etc. (Arafo).

—Se ha encontrado envuelto en hojas de drago y ramas de sabina (Arona).

—Algunos campesinos afirman que el bálsamo de los guanches tenía mocanes machacados, y una parte de manteca, entre otras cosas porque dicen que el bálsamo es susceptible de arder si se le aproxima una llama (Güímar).

—El bálsamo líquido que conservan en algunas botellas, ¿son verdaderos bálsamos de de los guanches? Parece serlo; aunque hasta ahora no lo he encontrado líquido; sino en estado sólido y en estado semilí-quido. Los del Gabinete (de Sebastián Casilda) se parecen a la miel de caña por su color y consistencia, aunque al parecer más líquida; y aún tiene un olor que la recuerda; y como si además le pusieran tierra fresca (Gabinete de Sebastián Casilda. Tacoronte) (Vid. Anexo n.° 2).

—Catarros (de pecho). Hacen un lamedor de tosilao salvaje o tosilao (guisan la flor, higos pasados) y luego azúcar o miel (Sur de Tenerife).

—Cáusticos. Lo es la leche de cardón, así como la tabaiba salvaje.
—Apliqúese leche de cardón, o esta leche después de seca, molida, poner los polvos (Arona).

—La leche de cardón la emplean como cáustico enérgico para destruir las partes mortificadas (Taganana).

—Diversos (tumores). Para madurarlos, las hojas de la maljurada machacada y amasada, aplicarlas (Sur de Tenerife).

—Brisera en los pies. Póngase leche de tabaiba salvaje (Arona).
—Esguince. Lo trataban y tratan, mojando la parte afecta con leche de tabaiba salvaje, encima tierra fina, luego una compresa de lana (una torta) y por remate un vendaje. También con esto sacan el frío.

—Desconches. Un desconche, que hincha, lo curan con la leche de tabaiba salvaje y tierra del pie de la tabaiba (o con el estiércol de conejo molido) y se queda pegado y se la cubre (Sur de Tenerife).

—Empeines vivos, carbuncos, etc. Úntese con la mezcla de dos gotas de leche de cardón con otras dos de tabaiba salvaje.

—Fracturas. Lo mismo en el hombre que en los animales, las reducen primero; después colocan varias férulas hechas con cascara de tabaiba salvaje acabada de desprender y de seguida la atan bien; luego reposo.

—Golpes. Para evitar postemas: el carbón del sauce (molido y tomado con agua), también la sangre de drago (Sur de Tenerife).

—Heridas. Se masca la yerba pastelera y se aplica como parche, que se pega (Sur de Tenerife).

—Hierbas medicinales. El tosilao, yerba silvestre que se cría en los riscos, barrancos, etc., hacen lamedores para catarros, pulmonías, etc. (Primero se hierve sólo la flor y después se aparta así que coja color; luego se somete el cocimiento al fuego mezclándole miel de abeja, y lo dejan mermar hasta la consistencia de jarabe. Lo dan a cucharadas, de rato a rato) (Arona).

—Irritación. La irritación o cauterización en los ojos producida por la leche de cardón, se cura con la leche del cornical.

—Medicamentos. Extraían o hacían una especie de licor del mocan y de la zarza, que utilizaban como medicinas. (Arona).

—Modorra. Se bañaban y tomaban cocimiento de incienso para curarse la modorra, con otras yerbas (Igueste de Candelaria).

—Nubes. (En personas y animales). Colirio hecho de zumo de conejera con sal de mar.

Igual procedimiento se utiliza con los polvos de giba de mar (Arona).

—Purgante. Hoy se purgan con tabaiba dulce, y dicen que era el purgante de los guanches, poniendo en un vaso de agua cuatro o cinco gotas (purgante drástico).

—Utilizan como purgante la raíz de la zarza blanca (que es la raíz de zarza, la que tiene el tallo blanco, porque hay otras con el tallo morado). Se pela la raíz (que son cómo las de helécho, se pela y se pica) y como media traviesa de la mano, de una de lenteja guaricha (ésta es listada entre encarnada y parda y más pequeña) y se guisan muy bien para quedar en una cuarta de agua. Después en una palangana se deshacen entre las manos, las estregan, y se cuela, y queda un agua de color de vino y se da como laxante (Sur de Tenerife).
—25 granitos de murgañera, molidos y tomados en agua, es un purgante drástico.

—Con tres gotas de leche de tabaiba salvaje en una taza de leche, evacúa al poco tiempo. Todo el que lo toma le ataca a la cabeza, produciéndole un sensación como si tuviera humo dentro y queda algo atontado.

Algunos cerdos han muerto con 3, 4 ó 5 gotas dentro de agua, caldo o leche, purgando en el acto. Como contraveneno, para vomitar, dan agua caliente (Arona).

—Resfriados de estómago. Hervir la raíz del incienso morisco y dar tazas de agua; y también el poleo (Sur de Tenerife).

—Revulsivo. El revulsivo de los guanches, que aún hoy se usa, es poner la leche de tabaiba (dejándola escurrir del tallo encima de la parte), poniéndoles carnada de leche y tierra bermeja fina, y encima un poco de lana para abrigar la parte. A las 24 horas se forma una vejiga (era el vejigatorio, y lo es hoy en los pobres, de los guanches).

—Tabardillo. Lo curaban dándole el zumo exprimido del verode macho o de vinagrera (ésta mancha), sobre el espinazo y pulseras (para lo que empapaban trapos con el zumo y se las ponían en las muñecas). Repetían la faena a medida que se secaba.

Al interior, agua y manteca de ganado (el agua tibia para que se deshaga, porque sino no se deshace), a cortadillos como frescura. Tazas de agua de malva con manteca de ganado; agua de culantrillo (Sur de Tenerife).

—Vomitivo. Como vomitivo fuerte emplean 3 gotas de leche de tabaiba salvaje en un huevo crudo (Arona).

—El zumo de la batatilla (tuberosa) del lirio silvestre que se pela y maja sobre una laja; 3 cucharadas de este zumo, que es malo de tomar es vomitivo-purgante. A veces es más vomitivo que purgante (Sur de Tenerife).


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