lunes, 22 de junio de 2015


ACHU N MAGEK, 15 ACHANO N TALLIT TAYNAY TAGWANCET
En el Solsticio de Verano la Sol entra en Cáncer,  al igual que todos los cambios de estación han sido celebrados por las culturas más antigua y avanzadas espiritualmente de todo el mundo, más tarde el advenimiento de cierta confesión religiosa de las denominadas mayoritarias adoptó estas celebraciones para ejercer una conversión más eficiente al nuevo orden religioso que dominaría la historia por siglos, rebautizándola como San Juan Bautista, o lo que conocemos como la Noche de San Juan, la noche del Fuego, que está plagada de tradiciones usurpadas a otras confesiones mucho mas antiguas.
La celebración del solsticio de verano como tal data de 5000 años antes de la era occidental actual a raíz de la permanente observación de la bóveda celeste por parte de sabios astrónomos. Nuestros ancestros guanches definían este acontecimiento referente la Sol como una puerta de entrada a otra dimensión, la Sol mermaba día a día porque penetraba en la dimensión del espíritu de los hombres, primero lucía en el exterior para después lucir en el interior. El espíritu  se recoge sobre sí mismo para asimilar las experiencias vividas que la Sol interior ilumina.


En la noche más cósmica del año, la del solsticio de verano, la atmósfera está cargada de un aliento Divino.
El rito principal consiste en encender una Hoguera Sagrada para “dar más fuerza la Sol”, nuestra Diosa Magek.
Pero simbólicamente, el fuego es el elemento purificador por excelencia y el que nos puede ayudar a quemar y desprendernos de todo lo que queremos dejar atrás en nuestra vida.

Tradicionalmente era y es un momento de purificación, donde se suele saltar sobre la Hoguera Sagrada el caldero para conseguir un objetivo, protección, fertilidad, salud, etc., o se quemaban símbolos de aquello de lo cual uno desea purificarse.

El Fuego Sagrado  representa el apogeo de la energía; el fin de la oscuridad, de la esterilidad, y el comienzo de la época más fértil, donde todo se renueva. Es la abundancia, la belleza de la tierra y el poder de la Luz.

Es un tiempo especial para mirar internamente a las semillas que hemos plantado tanto en el plano espiritual como en le material durante los meses previos y para retomar los proyectos que se han dejado pendientes.

Aquí sugieren diferentes ritos y purificaciones personales y del hogar, pero hagamos lo que hagamos, merece la pena compartir en comunidad hermanos en la fe-la familia, amigos- el meridiano anual que representa Magek.

Un tiempo de celebrar el final del año creciente y el comienzo del año menguante, en preparación de la cosecha por venir.

Tal como recoge el criollo canario y médico tíldense Marín de Cubas: “Contaban su año llamado Acano por lunaciones de veintinueve soles desde el día que aparecía nueva; empezaban por el estío cuando el sol entra en cáncer, a veintiuno de junio en adelante la primera conjunción, y por nueve días continuos hacían grandes bailes y convites, y casamientos, habiendo cogido sus sementeras”

Al respecto los arqueo astrónomos César Esteban y Montserrat Delgado Cabrera, aunque vistos desde una óptica euro centrista recogen:
“En la última década se han llevado a cabo distintos estudios arqueo astronómicos en yacimientos aborígenes canarios que demuestran la importancia de ciertos elementos astronómicos en la simbología religiosa y en el ritual de la antigua cultura prehispánica (Aveni y Cuenca, 1992-1993-1994; Belmonte et al. 1994, 2001; Belmonte, 1999, Belmonte y Hoskin, 2002; Esteban, 1997, 2000; Esteban et al., 2002). Las posiciones singulares del movimiento anual solar sobre la bóveda celeste: solsticios y equinoccios, parecen ser los elementos más constatados. Así, encontramos marcadores de estos eventos solares basados en diferentes estrategias:

a) la disposición relativa de elementos artificiales de los propios yacimientos permite una orientación hacia ortos u ocasos del Sol en solsticios y equinoccios, así como la producción de juegos de luz y sombra;

b) los ortos u ocasos solares en dichos momentos del año se producen sobre ele- mentos llamativos del horizonte que rodea al yacimiento o incluso sobre otros yacimientos conectados visualmente;
c) los elementos del yacimiento (como grabados rupestres o tumbas de necrópolis)
se encuentran orientados sistemáticamente a dichos eventos astronómicos.

Se han encontrado relaciones astronómicas en todas las islas del Archipiélago que se han estudiado con cierta profundidad, principalmente en Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura y Lanzarote, lo que sugiere que la importancia del culto solar era algo común en todas o en la mayor parte de las sociedades insulares. Estos marcadores astronómicos podrían ser utilizados como elementos en el propio ritual (hierofanías), como herramientas para establecer un calendario y/o para predecir el momento en que se producían  las distintas festividades con vistas a la preparación y anuncio de su celebración.

Por otra parte, las crónicas históricas escritas coinciden en la gran importancia de los cultos astrales en la religión de los aborígenes canarios. Son varios los autores que han llevado a cabo el análisis de dicha documentación (Tejera Gaspar, 1992: 11-18; Jiménez González, 1994; Belmonte et al., 1994; Barrios, 1997). De estos estudios parece clara la existencia de un calendario aborigen lunisolar, basado en la observación de la posición del Sol y las fases de la Luna, aunque existen diferencias en las crónicas sobre el momento preciso del inicio del año, algunos cronistas indican la luna nueva posterior al solsticio de verano, mientras que otros lo sitúan en la luna nueva posterior al equinoccio de primavera.”
Por su parte el doctor en Prehistoria por la Universidad de La Laguna José Juan Jiménez,” …afirma que las sociedades nativas del archipiélago contaban con una especie de “puerta estelar abierta” en el firmamento que les permitía la observación de elementos astrales para implicarlos con hitos orográficos.
En esos lugares edificaban santuarios y puntos de observación, adoratorios, templos e incluso necrópolis,  y los relacionaban con los astros, los elementos estelares, el territorio, la topografía y el paisaje, destacando montañas, degolladas, acantilados, volcanes, sierras, roques, pitones e, incluso, algunas de las islas vecinas.
Detalla Jiménez como ejemplo que “la salida y la puesta del sol y de la luna se establecían en enclaves arqueotopográficos observados reiteradamente, para luego transmitir este conocimiento por medio de su tradición oral a lo largo del tiempo”.
De esta manera se extraen propuestas innovadoras sobre los astros, los calendarios, los dioses y el tiempo, y en Canarias existen fuentes arqueológicas y documentales que aportan informaciones sobre la capacidad indígena para la adaptación, la reproducción y supervivencia.”
Y continúa:
“Los elementos astronómicos servían para organizar el calendario, ya que ortos y el ocaso se repiten de forma cíclica y, por lo tanto, ayudan a contar el tiempo, para organizar el proceso productivo y reproductivo de personas, animales y plantas”.
Del desarrollo del modelo de calendario se puede inferir el tipo de actividad productiva de las sociedades antiguas, pues cuando las construcciones u otros elementos estructurales están orientados al solsticio de invierno suelen predominar las prácticas ganaderas, mientras que si se combinan el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, posiblemente exista un modelo organizativo agropecuario, que hay que confirmar a través de los registros arqueológicos disponibles.
Puede afirmarse, según el experto, que las propias sociedades se organizaban incluso a nivel religioso a tenor de los resultados recabados de la observación astral, pues en cada caso las deidades eran vinculadas a elementos astronómicos concretos.
Por eso, “los primeros dioses fueron enunciados en el firmamento y su existencia les anunciaba a través de su luminosidad”.

Como sabemos  en nuestro entorno archipielagico y dada la cultura etnocentrista europea impuesta, Solsticio deriva del latín “solstitium”: “Sol” (el astro) y “stitum” (detención) y marca el día en el que el poder de la Sol comienza a decrecer y los días se hacen más cortos hasta alcanzar el punto más bajo de su carrera anual el 22 de diciembre, el solsticio de invierno.

En nuestro continente entre los imazighen (beréberes) norte de Marruecos y de Argelia, se celebra la fiesta del Ansara el 24 de junio. Encienden hogueras en las plazas de los pueblos, en lugares que consideran que necesitan una purificación. Arrojan al fuego hierbas medicinales. Ahúman después sus principales utensilios, herramientas y objetos personales. Consideran que el humo de las hogueras protege los campos cultivados y mata los virus y las malas energías. Seguidamente saltan siete veces por encima de las brasas, purifican también el interior de las casas y los enfermos con ramas encendidas para ahuyentar los malos espíritus e inmunizarse el cuerpo. Esta tradición procede de la cultura preslámica porque se basa en el calendario solar.
De todo ellos se desprende el sentido Divino de la fuerzas de la naturaleza. Suelen recolectarse en estos días del solsticio diversas plantas medicinales porque se ha comprobado que su poder curativo se multiplica considerablemente. Se recogen diversas variedades, como: Salvia morisca, Ortigón, Vinagrera, Tomillo salvaje, Hinojo, Loro-Laurel, Incienso moro, leña buena o leña   santa, cornical, Algaritofe, Gibalbera, Drago, etc. etc. Esas propiedades medicinales aumentan gracias a la especial radiación de la Sol en el solsticio y también a la exhalación del vapor de agua llamado Flos-coeli (flor Celeste), también llamando Flor de Agua, que se forma al amanecer, es el rocío solsticial.
En conclusión, el solsticio de verano es una combinación de alegres celebraciones y la toma de conciencia de que la rueda ha alcanzado su punto álgido y ahora se encamina de nuevo hacia la oscuridad. Es hora de reunir a los seres queridos y celebrar en comunidad en honor de Magek, bajo el Manto Protector de Luz de Nuestra Diosa Madre Chaxiraxi”


No hay comentarios:

Publicar un comentario