1948 agosto 26.
Falle en San José de Costa, Caridad
Salazar Fernández.
Escritora y educadora nacida, según
todos los indicios, en la localidad el 16 de agosto de 1869. Sobrina de los
insignes palmeros Valeriano (1831-1925) y Juan Fernández Ferraz (1849-1904) es,
por tanto, heredera de una importante tradición intelectual familiar vinculada
al mundo de la educación y la cultura y de la que participó también su madre,
Juana Fernández Ferraz. Afincada desde muy temprana edad en Costa Rica, a la
que se trasladó con su familia, se incorporará de lleno al mundo de la
enseñanza de este país donde ejercerá como maestra nacional, desarrollando una
significativa labor pedagógica en la que destacará incluso como autora de un
libro de texto oficial (Robinson Tico). Entre su producción literaria están
obras como La Cruz
de Caravaca, Celajes de Oro, Flor de Café o La partera de los Ángeles. Su
fallecimiento se produjo en San José de Costa Rica el 26 de agosto de 1948.
Años más tarde, el Ayuntamiento de Villa de Mazo reconocía, en la sesión
plenaria que celebraba el 30 de agosto de 1959, la labor literaria y educativa
desplegada por esta ilustre palmera, acordando dejar constancia de la misma,
como homenaje póstumo, en una lápida conmemorativa y dando su nombre a una
calle del casco urbano. El acto de reconocimiento en el que se descubrirá la
citada lápida, coloca en la fachada de las Casas Consistoriales, tuvo lugar el
25 de septiembre de 1960.
“Doña
Caridad Salazar Fernández de Robles nació el 16 de agosto de 1869,1 en la Villa de Mazo, en una finca
propiedad de sus padres: Don Benito de Salazar y doña Juana Fernández y Ferraz,
ambos hijos de Santa Cruz de La
Palma, ciudad capital de la Isla de La Palma, Islas Canarias, España.
Su tío
materno, el Dr. Valeriano Fernández Ferraz, residía en Costa Rica, en
Cartago. Era doctor en Filosofía y Letras y dirigió el Colegio San Luis
Gonzaga. Su hija llegó a Cartago a la edad de tres años y se incorporó a la vida cotidiana
costarricense.
Los
primeros estudios los realizó en el Colegio de Nuestra Señora de Sión. Luego
colaboró en la escuela privada que dirigía su madre impartiendo clases de
lectura, geografía y labores manuales. También trabajó en una escuela de
Alajuela, por cuatro años y después pasó a laborar en una escuela cartaginesa.
Esto le permitió conocer y casarse con un cartago, llamado Juan Robles Guzmán y
con él engendró diez hijos. Murió en San José el 26 de agosto de 1948.
Se
dedicó al magisterio, cultivó la música, la pintura y la literatura. Es la
primera escritora costarricense que escribe poesía y cuento para niños. Además
fue redactora en varios periódicos de la época. Usó varios seudónimos pues
sabía que las ideas de una mujer aunque fueran superiores a las de los hombres
no eran atendidas por una sociedad patriarcal y machista. Al respecto dice:
"Mucho he
escrito y defendido causas nobles, devatidas por la prensa; en más de una
ocasión triunfaron mis ideas. Pero es inútil escribir; a la mujer en Costa Rica
no se le toma en cuenta. Para tener éxito necesita colarse un sombrero de
hombre y firmar con un nombre masculino. Se atiende entonces al sombrero y al
nombre."2
Murió
en San José el 26 de agosto del año 1948.
Lo que escribió Caridad Salazar de Robles
Usó
algunos seudónimos para sus escritos, sobre todo porque tenía la certeza de que
en Costa Rica la mujer era discriminada por el sexo. Así se hizo llamar Clarisa, Cira, María de Silva y
otros nombres masculinos.
NOVELA
1. La pastora de los
Ángeles: 1909
2. La cruz de Caravaca:
1924
3. El Legado: 1925
4. Flor de café: 1926
5. Un Robinson tico: 1927
6. Diana de Malvar (inédita)
CUENTO
1. Cuentos fantásticos: 1920
2. Celajes de oro: 1921
3. Tornasol: 1921
4. Horas de recreo: 1921
5. El rey de la selva
6. La escuela para el niño
POESÍA
1. Amor: 1927
2. Iris: varios años
3. Anhelos
4. Ensueños infantiles
Es
estudiada en los colegios de secundaria, desconocemos cuáles sean las razones,
pues desde ningún punto de vista, la novela
muestra méritos para ello. Es una novela de aventuras, la primera que
usa esa temática en la literatura costarricense.
Un
muchacho cartaginés, Jorge Herradora de 17 años trabajador de una finca en
Santa María de Dota viaja hacia el sur
del país hacia Chiriquí, pueblo de Panamá. Su motivo: vender un ganado. Le
acompaña Tomasillo, el hijo del mandador de las fincas de edad de 12 años. Como
el
camino es a pie y por la montaña, sufren diversas aventuras. Al inicio no más
de su travesía son atacados por un tigre y huyen por caminos desconocidos.
Siguen el curso de los ríos y arriban a Punta Dominical, en el Pacífico Sur.
Allí permanecen casi cinco años y experimentan las más variadas aventuras. El primero
de enero de 1870, cuando Jorge cumple 21 años, son rescatados por un barco y
regresan a Puntarenas y de esta ciudad a la hacienda de donde salieron.
La
novela es narrada por una tercera persona singular omnisciente y más que
narrar, le interesa describir. A pesar de tener las aventuras como su móvil, se
interesa por la descripción de los paisajes geográficos que los personajes van
pasando. Se detiene en todos los detalles de árboles, animales, ríos etc. con
gran precisión. Es una novela con una clarísima intención didáctica: mostrar la
geografía costarricense desde cualquier ángulo que se le mire: animales,
vegetación, cultivos y otros. Destaca la importancia de la educación geográfica
de los jóvenes porque, gracias a ella y
sus conocimientos, ellos pueden regresar, a los lugares de origen, sanos
y salvos.
La
novela está llena de prejuicios
religiosos y raciales. El indio es visto como un bárbaro y los españoles
como los salvadores de estos pueblos. Está escrita desde la perspectiva
española colonialista. Es una visión superior e ideológica. Es una ofensa a la
inteligencia y a nuestros indígenas.
La
segunda novela conocida que publicó Caridad Salazar de Robles, la llamó La cruz de Caravaca y la publicó en
19241
Es una
novela tradicional, moralista de corte religiosa y pretende ser ejemplar.
En un
contexto histórico entre la acción bélica de 1823 entre republicanos e
imperialista, Villa Hermosa y Villa nueva contra Cubujuquí y Cartago,
encabezada por Gregorio José Ramírez y Quijano por los republicanos y contra
los cartagos que ostentaban la capital del país hasta 1841, año de uno de los
tantos terremotos provocados por el volcán Irazú que destruyo Cartago.
En ese
maraco histórico y un ambiente social claramente delineado entre ricos, aristócratas
y pardos, indios, esclavos, se dan dos historias trágicas de amor imposible.
Se
describen costumbres de la época, el fervor religioso, el poder de los curas,
la presencia de los españoles y criollos descendientes de ellos, la vida de los
ricos en sus haciendas, el papel de esclavos de los pobres, generalmente
huérfanos y desposeídos, al abrigo de la caridad de los poderosos, el papel
cómplice de la iglesia y los curas complacientes con los hidalgos, pero todo
como algo natural, armonioso, codificado, necesario. Es el paraíso social
prefabricado por la aristocracia cartaga, afincada en las tradiciones de
España, el fervor cristiano y sus valores justificativos de una moral
hipócrita, desproporcionada y desigual.
El
narrador participa de los hechos con sus juicios, sus alusiones referenciales,
sus valoraciones e invita a los lectores a formar parte de su visión de mundo
que desde luego es la establecida por el código cristiano de la época. por ello
la novela abunda en las informaciones de los lugares religiosos, las
apariciones de la virgen de los Ángeles y el culto a la virgen de la Calendaria, los
milagros de ellas, los robos de las reliquias, la expulsión de los piratas y
los zambomosquitos, el símbolo de la
Cruz de Caravaca, los portales, los paseos, y desde luego como tesis y propuesta de moral:
los valores cristianos, el honor, el apego a los principios de autoridad
familiares, la obediencia, el sometimiento a la
verdad absoluta de los padres y
los mayores. Y por supuesto la trágica herencia de las consecuencias de
los errores de los padres que pagan los hijos.
Los
personajes protagónicos representan la clase rica de Cartago. Elvira es la hija
de un aristócrata caballero de origen español y el malvado Lope, el extranjero,
el panameño, es rico aunque calavera. La confidente y celestina Águeda, es de
origen también aristocrático. Así la novela abre la historia cruel y trágica de
Elvira y sus amoríos con Lope, el don Juan panameño. Elvira viola el código
familiar y moral, desobedece a su padre y se entrega en amores a Lope. De este
error censurable y censurado nace una hija, Anita, que pagará en carne propia
los desvaríos de su madre y su padre. Elvira pierde a su padre en los hechos
bélicos y ve a su amante salir desterrado a Panamá, queda sola con la celestina
Águeda y pierde la razón, años después la recupera y lleva una vida de beata y
moralista. Por azares de la vida recoge a dos hermanos que una madre deja en
sus manos pues su marido murió y ella también está a punto de partir para
siempre; uno es Pedro y la otra es Anita, que desde luego ella ignora su
verdadero origen. La cuida con esmero y cuando es una señorita, ve cómo se
enamora de Luis, un joven josefino. Aquí comienza la historia de la culpa
ajena, pagada por inocentes. Después de varias discusiones y enfrentamientos
entre Elvira y Anita, la madrina logra aparentemente alejar a Luis de los
brazas de su protegida, máxime cuando se entera de que su padre es Lope, su
antiguo amante. Ellos siguen sus relaciones y Luis propone a su novia casarse
pero para ello debe huir de la casa de su madrina. Así lo hacen con la
complacencia del cura y el gobernador.
En la iglesia, y al iniciarse la boda aparece Lope padre de Luis, enterado de
la boda de su hijo con Anita por un amigo de Luis llamado Ginés, y detiene la boda. Se esclarece el misterio. Todos los
presentes se enteran de que Luis les hermano de Anita. En ese momento ocurre el
terremoto de 1841, algunos mueren, otros quedan heridos y mueren después como
Anita y otros se salvan como Elvira que vivió muchos años más. Luis viaja a
Guatemala y se hace cura y muere de viejo, como un santo.
Novela
trágica, de claro proceso de degradación. Se parte de una situación inicial
feliz cuando Elvira y Lope se amaban, pero hay un pecado, una falta, una violación
al código moral: Elvira desacata la orden de su padre, desobedece y se hace
merecedora al castigo. Es en ese preciso momento que se inicia el camino de la
purgación de la pena, locura, soledad, tristeza, amargura. La historia reinicia
con Anita, la segunda protagonista y
aparece la misma falta, desobediencia, solo que esta vez el pretendiente es
bueno y no un calavera como Lope. De nada vale, viene el castigo del destino,
de Dios, los amores no son permitidos: son hermanos. El acto no se realiza y el
código moral queda a salvo. Se restablece, en la situación final, los mandatos
morales y sociales de una programación religiosa castrante, alienante,
enajenada y discriminatoria.
La
novela abunda en descripciones costumbristas y paisajistas, está muy llena de errores tipográficos y ortográficos,
pero logra dejar clara la visión oficialista, ideológica de una clase
aristocrática que aún hoy se mantiene en la ciudad de Cartago y que se extendió
por todo el país.
Es la
primera novela que trata aunque circunstancialmente los hechos bélicos de 1823.
La segunda en hacerlo es Las huellas del
puma de Luisa González Herrera, en 1948.
La
tercera novela, La Pastora de los Ángeles la publicó en 1909. No
la conocemos.
La
cuarta novela la llamó El Legado y
la publicó en el año 1925. No la hemos leído.
La
quinta novela de esta escritora la llamó Flor
de café y la publicó en 1926 y La pastora de los Ángeles: 1909, no las
hemos leído.”
1 Estos
datos biográficos son tomados del libro Un
Robinson Tico publicado por Mario Fernández Lobo. Las modificaciones son
nuestras.
2 Citada por Teresa González Pérez. Ob. Cit.
1 Salazar de Robles, Caridad. Un Robinson tico.
Ed. Fernández-Arce, San José, 1993. La 1ª. Ed. La hizo María V. de Lines en
1927.
1 Salazar de Dobles, Caridad. La cruz de Caravaca. Imprenta El
Heraldo, Cartago, 1924. Premio de Mención en los Juegos florales de los padres
capuchinos de Cartago del año 1924.
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