EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1851-1860
CAPÍTULO XLVI-II
Viene de la entrega anterior
Eduardo Pedro García
Rodríguez
Aunque el cólera había
desaparecido, no se cantó el te deum hasta el domingo 23 de no-
viembre, en cuyo día hubo la
seguridad de que todos los pueblos de la isla estaban libres de gérmenes
coléricos. Celebróse aquel solemne acto en la catedral, oficiando de pontifical
el señor obispo, y por la tarde recorrió las calles la procesión del Corpus,
que la epidemia había interrumpido en junio.
Hubo músicas,-cohetes e
iluminación general. Entre tanto, ¿qué habían hecho las autoridades superiores
de la colonia y los pueblos hermanos del Archipiélago para aliviar tantos y tan
inmerecidos infortunios? El gobernador civil colonial don Antonio Halleg, luego
que recibió la declaración oficial del 6 de junio, se contentó con decretar una
incomunicación absoluta, sin cuidarse de abrir una suscripción en la colonia,
ni inquirir si las 70.000 personas que iban a quedar aisladas por muchos meses
tendrían subsistencias suficientes para las necesidades de la vida, ni si
tenían medicinas y desinfectantes; y llevando su incalificable abandono hasta
el extremo de enviar un día en cada semana un buque de cabotaje por Agaete,
para recoger la correspondencia en aquel puerto y saber lo que pasaba en
Canaria. Por su parte, el comandante de marina, secundando un proceder tan
injusto como bárbaro e ilegal, daba orden para que no se permitiera la salida
de ningún buque de los fondeados en la rada de Las Palmas, quitándoseles los
timones y dejándolos a merced de la inconstancia de los vientos y las olas,
medida que así se ejecutó. No existía sino una exigua guarnición, insuficiente
para hacer respetar la autoridad y cumplimentar sus mandatos en momentos tan
excepcionales, y el capitán general ni se ocupó de esto ni quiso reforzar la
guarnición.
Concluyóse el tabaco, que estaba
entonces estancado, y el administrador de Hacienda no se cuidó de remesarlo,
aunque se le pidió con gran insistencia.
A pesar de constar oficialmente
la desaparición de la epidemia, se solicitó por algunos que la incomunicación
se prolongara un año más, y fue necesario que el gobierno de la metrópoli,
alarmado con tan absurda pretensión y ciñéndose al precepto legal, mandara
cesar inmediatamente tan anómala situación.
Desde los tiempos de la Edad Media, en que se
condenaba a una población a morir aislada y sin socorro alguno, rodeándola de
un círculo de hierro y degollando a todo el que intentara salir de sus muros,
no se había dado en el mundo un espectáculo semejante. Exasperados los canarios
con estos actos y con el recuerdo de su inmenso infortunio, se publicaron
acerbas censuras que fueron contestadas con acritud por los tinerfeños,
envenenando las cuestiones que dividían las dos islas rivales. Las pasiones
vivamente excitadas por una y otra parte, exagerando los unos su abandono y los
otros su derecho a la defensa, produjeron escritos lamentables donde se acusó a
los canarios de deslealtad por no haber declarado antes el cólera, y éstos a
los demás isleños de inhumanidad por el rigor en la aplicación de los preceptos
sanitarios, entre los cuales hubo algunos inútiles y propios sólo para enconar
los ánimos.
Por último, recordaremos para
concluir este lúgubre cuadro otros dramas que, no por pasar en el mar, dejaron
de producir honda impresión en todos los canarios. El día 30 de mayo salía de
Las Palmas, despachado para la costa del continente, el barco de pesca Rosario,
llevando un marinero llamado Francisco Ortega, inoculado ya del germen
colérico. En los primeros días de julio regresaba este buque al punto de su
partida con seis tripularios menos, y no era admitido por la Junta de Sanidad.
En vano buscó puerto donde
abrigarse; todos se le cerraron en la colonia, y como carecía de piloto y no
tenía ya agua ni víveres para hacer una larga travesía y cumplir en lazareto
sucio la cuarentena de rigor, se le vio, cual flotante sepulcro, andar errante
por estos mares, inspirando una dolorosa compasión. La goleta Federico, otro buque desti-
nado a la pesca despachado en Las
Palmas el 17 de mayo, que se comunicó en la costa con el infestado Rosario, adquirió inmediatamente el mal,
muriendo en pocos días diecinueve de sus tripularios.
Fueron también invadidos el
bergantín Gabriel y la goleta Esmeralda, que verificaban sus faenas de
pesca en aquellos mismos sitios. Al fin, la Junta de Sanidad de Las Palmas los admitió cuando
ya la ciudad estaba libre de todo contagio, haciendo antes limpiar y fumigar
sus fondos y las personas de sus diezmadas tripulaciones, cuyos padecimientos
exceden en horror a cuanto en
tierra se pudo presenciar en aquellos aciagos días. (A. Millares, t.5, 1997)
1851 Julio 25.
Inventario de la Torre y Cuerpo de Guardia de
San Andrés, Santa Cruz de Tenerife, se entregó al subteniente de Milicias
Gobernador Militar de aquella fortaleza Gregorio Hernández
Torre. Su figura es de un círculo
y de 103 varas de circunferencia en su base. Su altura hasta el cordón es de 9
va y 1 tercia, siendo éste de un pié de vuelo y otro de grueso. La altura del
cordón á la cornisa es de 2 piés y de sillería colorada ésta como igualmente el
cordón.
Escalera de entrada. A la parte
del O.E. de dha torre se encuentran 3 escalones de piedra de 7 piés de largo y
1 ½ de ancho y otro de alto. Hay una meseta de sillería viva que tiene 7 por 9
piés cuadrados: sigue esa escalera de una vara de ancho cada escalón; sus
barandas son de mampostería coronada de sillería colorada formando un bosel el
pasamanos. Al principio de dichas barandas, hay dos piés derechos de silleria
viva y al extremo otros dos de la colorada y sugetos por dos grapas de hierro.
Puente levadizo. Es de madera de
tea claveteadas sus traviesas, tiene cuatro abrazaderas de hierro y las mangas
de su eje estan embutidas en dos bugesde hierro. De las dos primeras
abrazaderas, salen dos ganchos de hierro de los cuales se enganchan las cadenas
que son de 6 v s y 113 de largo con eslabones de 6 pulgadas de largo y 2
1/2 de diámetro: se suspenden éstas por un molinete y cuatro manivelas de
madera de álamo montado sobre dos taquetes de tea embutidos en la pared y lo
sujetan dos sobremuñones de hierro con sus pernos correspondientes.
Puerta de entrada. Se encuentra
un hueco de cantería viva de 7 piés de alto y 3 y 9 pulgadas de ancho con
una inscripción encima: hay una puerta de una sola hoja con sus largueros y
traviesas de madera de tea y las tablas de caoba, que giran sobre puón de
hierro, tiene cerradura, cerrojo y llave y tranca de madera embutida en la
pared con su anilla de hierro.
Pasadizo. Sigue un pasadizo de
diez piés de largo y tres y medio de ancho cubierto de cantería.
Cuadra. Se compone ésta de 44 por
15 piés que forman 220 varas cuadradas, su techo es de bóveda de sillería
colorada y su piso también de la misma Piedra. En sus paredes hay embutidos 7
taquetes de madera de tea.
En su frente hay un marco de luz
con su hueco de cantería viva y una ventana de una sola hoja de madera que gira
sobre puón y quicialera de hierro y se cierra con un cerrojo y dos armellas.
Cuarto n° 1. En el centro y á la
derecha de la anterior cuadra hay un hueco de cantería labrada de piedra viva
de 6 1/2 piés de alto, y 3 y 9
pulgadas de ancho; tiene una puerta de una sola hoja de
madera de tea y gira sobre puón de hierro con su argolla: se entra en una pieza
de 5 por 5 varas, y en su frente hay un tragaluz con su hueco como el de la
anterior cuadra y una ventana de madera de tea de una sola hoja con puón y
quicialera de hierro: su techo es de bóveda y de sillería colorada como el de
su patio.
Cuarto n° 2. Frente á la anterior
habitación de sillería viva de 6 1/2 piés de alto y 3 y 9 pulgadas de ancho, hay
un hueco con una puerta de una
sola hoja de madera de tea que
gira sobre dado y puón de hierro, tiene 3 cerrojos, 2 cerraduras con sus
llaves. Por ella se entra en un cuarto de 15 piés de largo por 15 de ancho; en
su frente hay un tragaluz igual en todo á los dos anteriores; tiene una ventana
de una sola hoja de madera de tea que gira sobre puón y quicialera de hierro y
se cierra con un cerrojo; su techo es de bóveda y de sillería colorada como la
de su piso.
Cuarto n° 3. Dentro de la
anterior habitación y á su izquierda hay un hueco de sillería colorada de 6
piés de alto y 3 de ancho que tiene una puerta de una hoja de madera de tea con
cerrojo, cerradura y llave y dá entrada á una habitación de 10 1/2 piés de
largo por 9 1/2 piés de ancho: á su derecha tiene un respiradero; su techo de
bóveda y sillería colorada como el de su piso.
Escalera al piso alto á la
derecha del pasadizo de entrada, hay una escalera de piedra viva cubierta que
tiene 17 escalones de una vara de ancho y se sube por ella á una batería qe
cubre toda la Torre. Su
emplazamiento es de sillería viva y tiene un radio de 26 pies. El parapeto que la
cierra tiene una vara de alto y otra de grueso con declive hacia afuera: su
empretilado de sillería colorada.
Común y Garita. á la parte del N.
hay una garita saliente de figura cuadrada con su cornisa y remate de sillería
de roca colorada y tiene tres aspilleras: dha garita sirve también de común
para lo cual tiene una piedra de asiento con un agujero y tres escalones de
piedra viva para bajar á él.
Cuarto n° 4. Al O.E. de dha Torre
hay una escalera de 2 piés 4
pulgadas de ancho de sillería de piedra viva y tiene 6
pasos de 11 pulgadas
de alto y 11 de ancho. Se baja á un pequeño repuesto que tiene 8 1/2 piés de
largo y 6 de ancho con techo de bóveda y de sillería de tosca colorada como la
de su piso. Tiene una aspillera de cantería viva que mira á la entrada de la Torre y dos agujeros por
donde pasan las cadenas del molinete.
Campanario. Lo forman dos piés
derechos con su arco y remate todo de sillería de tosca colorada y tiene una
campana de metal con su cepo de madera con abrazaderas de hierro, la cual tiene
un escudo de armas y el año de construcción que es de 1787.
Algibe. En la misma explanada y
en la parte del mar de la bóveda del cuarto n° 1, hay un algibe de figura
circular que tiene 8 piés de profundidad y 6 de diámetro. Su boca es un hueco
de sillería de piedra viva de 2 piés cuadrados y se cierra con una portezuela
de madera de tea con su anilla de hierro y es de quita y pon. Recibe las aguas
llovedizas de toda la explanada por medio de un canal que existe alrededor de
ella.
Todas las bóvedas son á prueba de
bombas y se hallan en el mejor estado de servicio, así como lo restante de
dicha obra.
Cuerpo de guardia del la playa de
San Andrés
Al S. de la expresada Torre y á
distancia de 13 varas, existe una habitación: se entra en ella por una puerta
de una hoja con sus gualderos y sobrepuerta de madera de tea, y gira sobre puón
y quicialeras de hierro; tiene cerrojo con 2 armellas, cerradura y llave. Se
compone dha habitación de 22 piés de largo por 12 de ancho, y á su izquierda
tiene un poyo de 2 piés de alto por 2 de ancho. Su piso está encallado y su
techo de un agua con 17 vigas de tea de 6 por 6 pulgadas de escuadría,
con listones de 7 tablas de tea con entreclaros y teja vana encima. Santa Cruz
de Tenerife 25 de Julio de 1.851
NOTA. En enero de 1856 se renovó
el puente levadizo de este Castillo, se hizo de madera de tea superior; se
clavó con clavos de bronce, siendo los buges del eje de dicho metal y la
abrazadera y cáncamos para las cadenas,
de hierro.- González.- Rubricado.
1852. Nace en Chapelle-sur-Loire, (Francia) René Verneau. Encabeza la segunda generación de
la escuela francesa de Antropología Física. Estudió Medicina en la Universidad de La Sorbona y, al mismo
tiempo, siguió cursos de Antropología Prehistórica. Siente verdadera pasión
hacia esta nueva disciplina científica a la que va a dedicar toda su vida,
dedicado al estudio del pasado y presente de la humanidad.
Al finalizar sus estudios universitarios, comienza a trabajar en el
laboratorio del Museo de Historia Natural de París. A continuación, se le
encarga una misión científica en las Islas Canarias: constatar la hipótesis
concerniente a la relación étnica existente entre los antiguos habitantes de
las islas y el hombre de Cro-Magnon. Así pues, René Verneau llega a las Islas
Canarias en el año 1877 y, a partir de ese momento, estará ligado a este
archipiélago que visitará sucesivamente durante toda su vida.
En este primer viaje, permanece un año en el archipiélago
y realiza un estudio de los restos óseos de la población guanche que constituye
el punto de partida de la antropología física canaria. A su regreso a París,
presenta su “Informe sobre una Misión Científica en las Islas Canarias”.
Posteriormente, prolonga sus estudios con una estancia más larga, entre 1884 y
1887. En estas dos primeras visitas Verneau, estudia las crónicas e historias
antiguas de Canarias, recorre todas las ciudades y los pueblos, visita
yacimientos arqueológicos, cuevas de habitación y lugares de enterramiento y se
familiariza con los usos y costumbres de la población canaria del momento. De
este trabajo deja constancia en un libro encantador donde nos presenta una
visión general de la población guanche y de la vida de los canarios de finales
del siglo XIX: “Cinco Años de Estancia en las Islas Canarias”, publicado en París
en 1891.
A principios del siglo XX, volvemos a encontrarlo en París como
consevador y luego como director del Museo de Etnografía. Simultáneamente, da
clases de Antropología Prehistórica en el Instituto de Paleontología Humana.
Aborda también otros trabajos antropológicos en diferentes lugares del mundo:
Argelia, Marruecos, Etiopía, Chad, Birmania, Indochina.
Entre
1932 y 1935, visita otra vez las Islas Canarias, en esta ocasión, trabaja
minuciosamente en la clasificación de los restos óseos del Museo Canario de
Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria). Finalmente regresa a París
donde muere en 1938.
1852.
Valle de Igueste y Vigía de Anaga.
Siguiendo la costa y como a una
legua corta del Valle de San Andrés y a unas tres de la plaza de Santa Cruz,
dice un informe antiguo, «...y de no
menos dificultad el desembarco é internación en la Ysla, se halla el Valle de
Higueste que tiene también aguas todo el año. Está al pié de la montaña en que
está el Vigía o Atalaya de Anaga, con dos palos astas-banderas para hacer las
señales de avisos á la Plaza
de los buques que aviste el atalayero, por ser esta punta al E de la isla la
que generalmente recorren los buques que á ella vienen y aún los que cruzan ó
navegan hacia el Sur.- Para el atalayero hay una casetita abobedada y tiene el
surtido de banderas, drizas, anteojo y demás utensilios propios de este
servicio, que como los palos asta-banderas y su provisión y reemplazo están á
cargo de los arbitrios de fortificación bajo la dirección del Cuerpo de Ingenieros...»
Este Vigía de Anaga se halla a unas 9 millas de la Plaza y desde donde el atalayero da cuenta de los
buques que avista. En 1852 se
estableció un nuevo plan de señales para lo que se colocaron los palos asta-banderas del Vigía y del Castillo de San Cristóbal, con vergas y sus
correspondientes herrajes, dotándolos de bolas, gallardetes, etc. El Castillo
de San Cristóbal, repetía las señales que hacía el Vigía y así se enteraban en
la ciudad de lo referente con el servicio de buques. (José María Pinto de la Rosa, 1996)
1852.
Alcaldes o Capitanes de mar del Puerto de Arrecife
(Lanzarote) y años que en poco más o menos ejercieron este empleo hasta dicho
año.
1793. Vicente
Romero, suegro de
1802. Antonio Almario,
contramaestre que fue de navios de Indias.
1806. Ginés Pérez, id. 1809. Dn. Luis Valiente.
1811. Dn. Josef
Suárez, piloto de la R1.
Armada, natural de Cádiz.
1814. Dn. Antonio
González Bermúdez, 1.° y Dn. Francisco Lubary de
2°.
1824. Dn. Casimiro
Mac Kintosh, piloto inteligente, natural de Canaria.
1830. D". Josef Clavijo y
Pió, cap", de Milicias 1.° y Dn. Josef Lubary de 2°.
1845. Tomás de Alci. ten.te
coronel graduado de Artillería, peninsular.
1847. D". Fernando Pereira
interinamente. 1849. Dn. Josef
Clavijo y Pió, otra vez.
1852. Dn. Francisco
Abad, cap", de fragata de la
Armada nacional.
(J. Álvarez
Rixo, 1982:96)
1852.
Un informe de la Comandancia de
Ingenieros relativo a las fortificaciones de la isla de La Palma hacía constar: «...Los muchos años transcurridos sin haver
hecho reparaciones algunas ni aun de entretenimiento en el Castillo de San
Miguel y muralla del Muelle y los parapetos de la Linea entre el Castillo de
San Miguel y la Batería
de Santa Maria de Saboya, que necesitan elevarse y construirle vanqueta y
reparar igualmente las Baterías de Santa Maria de Saboya, de San Felipe y San
Pedro, y lo mismo las mayores reparaciones que por la misma causa necesita el
Castillo Principal de Santa Catalina...».
1852. La mayor influencia de los políticos y aliados grancanarios
ante el Gobierno en la metrópoli de Bravo Murillo posibilitó un decreto que
introdujo modificaciones en la organización administrativa de la colonia. Se
crearán con ellas dos subgobiernos (uno en Tamaránt (Gran Canaria y otro en
Chinet (Tenerife) que dependerán del capitán general de las fuerzas españolas
de ocupación de la colonia que ostenta a su vez el gobierno civil. También se
dividen en dos secciones la
Diputación, el Consejo y la Junta de Sanidad. Al frente de estas
instituciones se colocan individuos que eran bien vistos por los criollos
grancanarios.
1852. Se traslada la capital
de la isla Titoreygatra (Lanzarote) de la Real Villa de Teguise
al Puerto de Arrecife, y a partir de ese momento y hasta la actualidad ese
nombramiento lo tiene Arrecife. La causa es muy simple Arrecife tiene puerto y
con el auge del comercio, del puerto de
Arrecife, este fue creciendo en tamaño, necesidad e importancia. Era la puerta
de entrada y salida de la isla. Durante
bastantes años la pesca y la agricultura fueron las que impulsaron a esta isla.
En la actualidad su mayor fuente de ingresos, puestos de trabajo e inversiones,
giran entorno al turismo de masas europeo.
Durante los dos años en que se
encuentra en vigencia el decreto se suceden movimientos contrapuestos como los
que se promueven desde Chiente (Tenerife) para demostrar a inutilidad de la
duplicación administrativa y las ventajas de la unidad colonial. Desde Tamaránt (Gran Canaria), sin embargo,
se tratará de imprimir un ritmo notable ala administración pública con el fin
de patentizar la eficacia del cambio.
En 1854 el decreto será anulado y
se volverá a la antigua situación. La caída en la metrópoli del gobierno de
Bravo Murillo y la presencia en la Capitanía General de la colonia de Jaime Ortega,
muy vinculado a los intereses añazeros (santacruceros) y reacio a cualquier
fórmula que le obligase a descentralizar el poder, explican este giro.
Esta pérdida de la división
influye de forma clara en el apoyo que desde Tamaránt (Gran Canaria) se da a la
llegada del Bienio Progresista y al masivo respaldo que las corporaciones
municipales de la isla dan a la vicalvarada. No obstante, las dificultades que la Administración
española dirigida por Espartero volverá a plantear a los intereses grancanarios
determinarán un cambio de actitud que se traduce en un abierto abstencionismo
electoral.
El Bienio en Canarias no se va a
traducir en una ampliación de la participación política. La lectura de los
diferentes manifiestos y proclamas aparenta una mayor aproximación de la
burguesía insular a los postulados más progresistas del liberalismo y, sin
embargo, si analizamos la composición de las juntas y demás instituciones y
valoramos los resultados de la política que practicaron, sólo encontramos un
esfuerzo formal por amoldarse a la nueva situación con el objetivo de no perder
posiciones e inclinar la voluntad ministerial. Recordemos cómo en Tamaránt
(Gran Canaria) el sector progresista se mantiene dentro del partido controlado
por los moderados durante esta fase.
Tras el final de la efímera fase
progresista, la vuelta al moderantismo provoca incertidumbres iniciales que se
irán aclarando a medida que se conoce la situación en la metrópoli. El Gabinete
O'Donnell y Ríos Rosas fue visto con recelo desde Tamaránt (Gran Canaria) al
estar más próximos al Gobierno los políticos y representantes de los intereses
tinerfeños Manuel Rancés y Manuel de la Concha. El nombramiento de Narváez, sin embargo,
suscita posteriormente una situación diferente al sostener mejores vínculos con
los grancanarios.
En la colonia el dominio de las
élites tradicionales se mantiene inalterable si bien es verdad que nos
encontramos una serie de enfrentamientos entre sus propios componentes con
rupturas que dan lugar a la formación de diversas tendencias. Entre las causas
de tales disensiones se encuentran tanto las disputas de índole interno, como
son las pugnas por la distribución de espacios de poder entre las diversas
familias, como la propia trayectoria seguida por el sistema, el cual restringe
la participación en las fases finales de la monarquía de Isabel II en la
metrópoli y a medida que se imponen las orientaciones más conservadoras.
Ejemplos de ello los encontramos en la marginación de los progresistas que
salen del Partido Canario en 1857 y en las disputas que enfrentan en Tamaránt
(Gran Canaria) a los partidarios de la familia león (de la que saldrá el futuro
ministro español el canario de servicio Fernando león y Castillo) con los
líderes locales Cristóbal del Castillo y Antonio López Botas. Esta última pugna
se salda con nuevas fisuras en el Partido Canario y con la creación por los
«leones» de la fracción unionista.
Junto a tales problemas, el pleito insular mantiene plena
vigencia y es causa a su vez
de múltiples controversias.
Es curioso ver su influencia en
la misma trayectoria del progresismo canario impidiéndole crear una formación
única. Por el contrario, los progresistas de Winiwuada (Las Palmas) y de
Añazu (Santa Cruz) procurarán el
reconocimiento de los órganos centrales del partido en la metrópoli por
separado tratando en cada caso de presentarse como únicos representantes de la
causa en Canarias y denunciándose mutuamente. Casi toda su actividad durante la
década de los sesenta se reduce a tal contencioso quedando, sin embargo, excluidos
de la participación en las instituciones coloniales.
La crisis que provocó, entre
otras cosas, la caída de la monarquía isabelina en la metrópoli abrirá una fase
de mayor dinamismo político con repercusiones desiguales. A diferencia de otras
ocasiones, en la colonia Canaria se tienen noticias claras de los movimientos
que preparan la sublevación puesto que un importante contingente de sus líderes
fueron desterrados a las islas y desde ellas organizaron los preparativos de la
conspiración. Chinet (Tenerife) y Tamaránt (Gran Canaria) juegan un papel
considerable en tal proceso contribuyendo a financiar la causa de los firmantes
de Ostende. los criollos dirigentes canarios colaboraron con el duque de la Torre, Dulce, Miláns del
Bosch, Serrano, López de Ayala y Caballero de Rodas proporcionándoles todo tipo
de facilidades y organizando su salida a la metrópoli.
Esta connivencia facilitará la
adecuación a la situación revolucionaria que trae la- Gloriosa de tal forma que
los años del Sexenio no representan en las islas un cambio capaz de alterar la
hegemonía del bloque de poder colonial. Dicho bloque se verá forzado, eso sí, a
modificar sus esquemas organizativos y sus formas de actuación al generalizarse
teóricamente las posibilidades de participación con la introducción del
sufragio universal masculino. Sin embargo, ello no se traduce en concesiones
apreciables a los restantes grupos sociales. La presencia de los republicanos
no alterará tal hegemonía, ya sea porque serán controlados con dureza en los
primeros momentos o ya porque en el fondo tampoco representaban una alternativa
capaz de poner en cuestión el poder oligárquico.
1852.
Sosegados
los vecinos del Puerto del Arrecife y sus adyacentes del
naciente y norte, yacían en la seguridad de ser suyos los solares y fundos
de sus casas y predios: cuando en el año 1852. Dn. Domingo Gil,
uno de sus convecinos que había ido a Montevideo o Buenos Ancs,
se ha presentado equipado de ciertos documentos de los cuales se
deduce: Que un D. Carrasco, natural de la villa de
Lanzarote, a consecuencia de un atentado que
cometió en algún baile, habrá 70 a 80 años, tuvo que fugarse de dicha isla: Que el
tal era poseedor de un extenso territorio vinculado, en cuya cabida
entraba la parte del naciente del terreno en
que se ha fundado el P'°. del Arrecife.
Y por su ausencia manejaba las fincas como cosa propia el Cap". D. Nicolás Carrasco, hermano o relativo del ausente
fugado, al cual se creía muerto. Pero
el descendiente de este prófugo, morador en aquella parte de América, le vendió
al expresado Gil sus derechos de propiedad,
con los requisitos y autorización de escribanos, firmas de consules usuales en aquella nueva República.
Presentado Gil en la isla de
Lanzarote con semejantes credenciales, la
justicia empezó a darle posesiones, que han sido contradichas por los vecinos comprometidos, algunos de
ellos bastante ricos para
sostenérsele. No sabemos cual será el resultado, ni yo he visto documentos en pro ni contra, sino la mera
relación que ahora escribo.
Y deseoso
de salvar a dichos vecinos de mayores confusiones y compromisos,
ofrecí y regalé a su Ilmo. Ayuntamiento los decretos y ejecutoria
que ganó mi padre D. Manuel Josef Alvarez en la Rl. Audiencia
contra otro poderoso pretendiente, coronel gobernador D". Francisco Guerra
el año 1805 a
6, en que fue alcalde del Puerto del Arrecife, y
libertó de igual conflicto a dichos vecinos, por la parte del
poniente de aquel solar. Cuya fineza me agradeció aquella Corporación
por el oficio y carta que acompaño.
N. "104 Archivo
Al ser
impuesto el Ayuntamiento que presido de la comunicación de V. de 30 del
últ°. Enero por la que ha tenido V. la generosidad de remitirle los documentos, del pleito seguido por
varios de estos naturales pobladores con el
Coronel Dn. Franc.0 Guerra Clavijo Gobernador Militar que
fue de esta isla y Dn. Marcelo Carrillo Albornoz, sobre
terrenos en los que se halla fundado este pueblo,
acordó que por mi conducto, según lo ejecuto, le haga presente a V. su reconocimiento por la deferencia que a estos naturales
ha probado en su referida comunicación, y
por la oferta que hace el Cuerpo de sus servicios para lo que guste ejecutarlos, no dudando V. que este
habrá de practicarlos con toda eficacia cuantos V. tenga a bien ordenar.
Dios g. a V. m. años
Arrecife de Lanzarote Abril 20 de 1853.
Ant° Morales.
Sr.
D. José Agustín Alvarez
Puerto de la Cruz de la Orotava.
(J.A.
Álvarez Rixo, 1982:216-218)
Sr. Dn.
José Agustín Alvarez.
Lanzarote
Abril 20 de 1853.
Muy
estimado Sr. mío y amigo: Tengo la satisfacción de anunciar a V. que el
Ayuntamiento de este pueblo del Arrecife ha hecho aprecio de los documentos que por
mi conducto se ha servido V. enviarle y fueron acompañados a su ata
carta fcha 30 de Enero del corr-te. año y 8 del
actual mes; cuya gratitud demuestra a V. por el adjunto oficio.
Yo
también quedo reconocido a su amistad, y por ello me apresuro a contestar su
citada, según que V. me recomienda.
Y sin otra cosa
porque el tiempo es escaso con tantas ocupaciones en mi destino de Secret0
me repito de nuevo a sus órdenes como su
afmo. am° y seg° servid0
Q.
B. S. M. Nicolás de Paiz de Paez
(J.A.
Álvarez Rixo, 1982:216-219)
1852. Nace en Areukas, Tamaránt (Gran Canaria) Domingo Rivero.
Estudió Derecho en Sevilla y Madrid (España). Después de viajar por distintos
países europeos se establece en Winiwuada n Tmaránt (Las Palmas de Gran
Canaria) donde se emplea como secretario de la Audiencia Territorial.
Su obra poética permaneció inédita a excepción de poemas sueltos que vieron la
luz en revistas del Archipiélago, Madrid y La Habana y ha sido recogida en los últimos años en
diversas antologías. Su poesía, publicada de forma dispersa y parcial en la
prensa de la época, fue recogida por Eugenio Padorno en un volumen en 1994.
Fallece en 1929. Obras: En el
dolor humano, poesía.
1852. El puerto de Añazu
(Santa Cruz) fue declarado, por la corona española, puerto de interés general,
encargándosele al ingeniero Clavijo un estudio del puerto a construir. Este
tendría que atender a las nuevas necesidades planteadas, tanto a la
construcción de fuertes diques para la defensa contra el oleaje y las
corrientes, como de un plan general que coordinase todas las exigencias de un
puerto moderno: áreas de abrigo, áreas de descarga de materiales, espacios para
almacenes, centros de contratación mercantil y otros servicios propios.
Clavijo, atendiendo a estos criterios y tras reparar el muelle antiguo, redacta
un primer proyecto en 1858, el cual fue devuelto por la Administración
española para que fuera ampliado. El trazado definitivo lo finaliza en1862,
siendo aprobado por una Real Orden de 18 de noviembre de 1864. El nuevo plan de
Clavijo consistía en alargar en dos tramos el mismo muelle que él mismo había
reparado dos años antes. El primero de dichos tramos tenía dirección noreste,
con unos setenta y cinco metros de longitud, en el cual se venía trabajando
desde 1848, quedando prácticamente terminado en 1863. El segundo tramo se
proyectó con una longitud de ciento cincuenta y dos metros, formando un codo
con el anterior. Este último tramo no se terminó hasta 1881, ya con Clavijo
jubilado y bajo la dirección de Juan León y Castillo. A partir de la última
década del siglo XIX, las obras de
acondicionamiento empiezan a terminarse mucho más rápido debido a la
continuidad en el trabajo, a la mejora de las máquinas y a las nuevas
tecnologías aplicadas.
La línea de atraque era de 339 metros. Como el
abrigo del puerto seguía siendo tan malo como en tiempos pasados y los fondos
de la bahía no habían sido limpiados, los navíos no podían llegar hasta el
muelle para atracar. Se continuaba con el procedimiento de fondeo de los buques
a cierta distancia. Las operaciones de carga y descarga eran llevadas a cabo
por medio de lanchas que en número de diez o doce ocupaban la línea de atraque.
En su lugar se podían atracar tres o cuatro barcos de menos de 500 toneladas.
El total de lanchas dedicadas a la carga y descarga era de unas veinte. Los
buques de cabotaje entre las islas, por sus dimensiones reducidas y su poco
calado no fondeaban sino que entraban al atracadero.
1852. En la colonia Canaria se aceptarán cambios ya que no sólo dejan intactos los
intereses de la oligarquía colonial sino que permiten a ésta contar con mejores
cauces para consolidar su posición hegemónica. El aparato institucional construido
por el liberalismo doctrinario dotará a las clases dominantes coloniales de una
mayor cohesión organizativa que les permitirá hacer llegar su influencia a
todos los rincones con gran eficacia. Además,
la estrategia de crecimiento que se va gestando a lo largo de estos años y que tiene su
exponente más significativo en la concesión del Decreto, de Puertos Francos de
1852, implicaba la realización de importantes transformaciones en
infraestructura (puertos, comunicaciones, carreteras, servicios urbanos...).
Para ello es preciso unificar las voluntades y la orientación de los capitales
al tiempo que centralizar en alto grado las decisiones. Las nuevas pautas de
organización facilitarán esta tarea.
Desde cada isla se intentarán
mantener las mejores relaciones con la metrópoli indepen-
dientemente de la tendencia que
esté al frente del Gobierno, ya que la
oligarquía criolla dependiente lo realmente persigues son sus intereses de
grupo. En este sentido se seguirá una máxima que en expresión de la época
consistía en «no contradecir los sucesos políticos» y que nos ayuda a entender
muchas de las vicisitudes de las islas ante los diferentes giros que
experimenta la política en la metrópoli.
Un ejemplo claro de la
importancia que tuvo este último elemento lo encontramos en el Bienio
Progresista. El apoyo al pronunciamiento que se da en la colonia Canaria una vez que se tiene la certeza de su
triunfo, no se corresponde con la fuerza del progresismo insular, ni siquiera
con una movilización apreciable de éste. Serán las expectativas de cambio que
se producen en la configuración administrativa las que mueven a los criollos
dirigentes tinerfeños y grancanarios a crear las respectivas Juntas tratando de
presentarse respectivamente en sintonía con la nueva coyuntura. Tales
motivaciones explican también el contenido de las proclamas y manifiestos cuyo
significado, aparentemente cercano a los postulados progresistas, posee un
carácter doble. Así, ante las autoridades del poder central las expresiones de
Patria, Libertad, Expresión de Soberanía, Centralismo, etc... Tendrán
acepciones similares a las que encontramos en las diferentes áreas de la
metrópoli. Sin embargo, en las islas tales vocablos esconden referencias claras
a la defensa o a la crítica del sistema de unidad provincial. (José Miguel
Pérez García et al. 1991)
Imagen: Semáforo, Igueste de San Andrés, fotografía de:
Israel Santos.
¡Hola
ResponderEliminarMe gustaría saber más información sobre el piloto Casimiro Mac Kintosh, Capitan del puerto de Arrecife em 1824, porque él es el bisabuelo de mi bisabuelo. ¿Usted me podría ayudar?
gracias
Cristina Asensi