EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1771-1780
CAPÍTULO
XXXVIII-VII
Eduardo Pedro
García Rodríguez
1778.
Con autorización del gobierno de
la metrópoli salieron de los puertos de
estas islas varias expediciones con objeto de poblar la Luisiana, recientemente
cedida a España, en cuyas lejanas costas fueron a establecerse más de cuatro
mil isleños llevando allá nuetros usos y costumbres. Entretanto, y bajo la
celosa inspección del general, se recogieron en Winiwuada (Las Palmas) todos
los cañones inútiles y se artillaron los castillos con nuevas piezas de 12, 18
y 24, unas de bronce y otras de hierro. Antes de dejar el mando esta autoridad colonial consiguió que la cuestión
de la moneda quedase resuelta, desapareciendo de la circulación los reales
bambas de buena o de mala ley que todavía eran admitidos en los cambios
públicos. (A. Millares T. 1977)
1778.
Se llevó acabo una renovación
general de la artillería en los principales castillos de la isla de Gran Canaria,
depositándose los cañones inútiles en el Castillo del Rey, como chatarra, y en
ese mismo año se renovó la mazmorra en el castillo de la Luz.
1778. El puerto de
Santa Cruz heredaba del siglo XVIII una situación legal relativamente buena.
Desde 1778 era uno de los pocos puertos del Estado español autorizados a
comerciar directamente con las Indias y habilitados para el comercio exterior.
Esta situación, que compartía con algunos puertos de la colonia Canaria,
sobrevivió a las inquietudes y zozobras de las guerras napoleónicas en Europa y
duró hasta 1818. De repente, en 16 de febrero de 1818, el gobierno absolutista
de Fernando VII en la metrópoli decretó el cierre de los puertos de la colonia
de Canarias que no estaban habilitados en 1808 para comerciar con el
extranjero. El de Añazu (Santa Cruz) no entraba en esta categoría; y al serle
comunicada la real orden por la intendencia de Canarias, el ayuntamiento
representó en este sentido, pidiendo se declarase su puerto depósito de
manufacturas extranjeras de lícito comercio, valiéndose para ello del
precedente de la real orden de 30 de marzo de aquel mismo año, que habían
conseguido los puertos de La
Coruña, Santander, Alicante y Cádiz en España, que se
hallaban en la misma situación. Su solicitud, informada favorablemente por el
comisionado regio Felipe de Sierra Pambley, fue examinada con la acostumbrada
lentitud administrativa y tuvo por efecto la real orden de la metrópoli de 9 de
noviembre de 1820, que le concedía la gracia de puerto de depósito de segunda
clase. Esta gracia no pareció suficiente.
Envalentonado por este primer
éxito, y posiblemente todavía más por el retorno a la situación constitucional
de 1813, el ayuntamiento solicitó en 1821 el título de primera clase que le fue
concedido. Era un regalo que recibía Añazu (Santa Cruz) del gobierno liberal de
la mterópoli, por mano de José Murphy; pero los regalos de los liberales eran
más bien peligrosos. Este duró tanto como el régimen constitucional. Al volver
el absolutismo, el puerto de Añazu (Santa Cruz) no sólo perdió su categoría de
puerto de primera clase, sino que lo más probable es que se quedó también sin
el depósito de segunda, que le había regalado el rey español. En efecto, el
absolutismo anuló todo cuanto había innovado el liberalismo constitucional y en
aquel naufragio es de sospechar que el ayuntamiento no se atrevió a levantar la
voz, siquiera para defender lo que era legítimo desde el mismo punto de vista
de los absolutistas. El hecho es que sólo en 1834 se consideró oportuno volver a
solicitar la declaración de puerto de depósito y que, al hacerlo, no se
mencionan por nada títulos o derechos antiguos. Incluso hubo encuesta, hecha
por mediación del intendente, para saber si eran útiles e interesantes el
comercio directo con las Indias y el puerto de depósito. La verdad es que no lo
eran tanto como lo habían sido, pero seguían siendo el único pulmón de la
economía colonial insular. (Cioranescu)
1778 Marzo 3. Primer carnaval añazero (tinerfeño)
documentado. La historia primigenia del carnaval pasa
ciertamente por las bacanales, las saturnalias y las lupercales del Imperio
Romano, pero probablemente es muy anterior a estas festividades y se lo vincula
con las fiestas dionisíacas griegas y las fiestas egipcias de Apis e Isis. Precisamente
por tener estas connotaciones, - aunque algunos historiadores encuentran los
orígenes del Carnaval en la antigua Sumeria o en las fiestas en honor del buey
Apis en Egipto -, parece demostrado que su celebración tiene su origen en Roma,
en las celebraciones de las “lupercalias”, - en honor del dios Pan -, las
“saturnalias”, - en honor a Saturno, dios de la siembra y la cosecha -, y de
las “bacanales”, - en honor a Baco, dios del vino -; unas fiestas que despedían
el riguroso invierno y daban la bienvenida al año nuevo. De hecho, la palabra
“carnaval” parece provenir de “carrus navalis” (carro naval) que llamaban los
romanos al barco sobre ruedas que transportaba en las bacanales, a modo de
carroza, al sacerdote de Baco, entre los cánticos que protagonizaban personas
disfrazadas de sátiros.
Las
máscaras y los antifaces son, sin duda, reminiscencias de aquellas fiestas
“paganas”, las últimas de las cuales se fueron extinguiendo con el hundimiento
de Roma y de Bizancio, pero resurgieron en la Edad Media, a medida que
la Iglesia
católica tornaba más duros los sacrificios de la Cuaresma.
Fueron los invasores colonos europeos de las
Islas quienes, llegados a Chinet (Tenerife) a finales del s. XV, trajeron
tradiciones ligadas con las fiestas del Carnaval, que se celebraban también en
todos los dominios de las coronas castellano-aragonés. Sin embargo, consta que
las familias de colonos pudientes de las islas, según testimonio de escritores
y viajeros de la época, acostumbraban en el s. XVIII, a celebrar bailes y
fiestas a los que invitaban a viajeros distinguidos. El pueblo también
celebraba los carnavales, aunque las autoridades civiles y eclesiásticas
coloniales no aprobaban estas diversiones, por lo que se prohibían los bailes y
bromas de las máscaras en las vías públicas. El 8 de febrero de 1782 el Alcalde
de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) prohíbe durante el Carnaval, el uso
de máscaras que puedan inducir a la confusión de sexos.
Los antecedentes de las máscaras
del Carnaval eran las denominadas tapadas de Añazu (Santa Cruz), quienes iban a
la fiesta de la Calle
del Pilar con sus rostros cubiertos. Tras la caída de la Segunda República
y el comienzo de la
Guerra Civil de los españoles (1936-1939), se veta el
Carnaval hasta la década de los setenta. A partir de 1945, los añazeros
(tinerfeños) comienzan a celebrar el Carnaval de forma clandestina en sus
casas, aunque tanto las autoridades civiles como el Clero coloniales siguen
prohibiendo su celebración. En 1965 las autoridades coloniales acordaron solicitar a la metrópoli que las
Fiestas de Invierno, como antes se denominaba a los carnavales, fuesen
declaradas de interés turístico, por lo que dos años más tarde, en 1967, el
Carnaval se convirtió en Fiesta de Interés Turístico Nacional Español.
Anteriormente, ya había habido intentos de dar una mayor relevancia a la fiesta
chicharrera por excelencia, y se declaró que el miércoles de Carnaval se
denominase Día del Turista. El nombre de Fiestas de Invierno se mantuvo hasta
1976, año en que, de nuevo, y ya sin las censuras que caracterizaron la
dictadura fascista y el nacionalcatolicismo franquista, adoptaron la
denominación de Carnaval. No obstante, fue el 18 de enero de 1980 cuando el
Carnaval de Santa Cruz de Tenerife alcanzó su más alto reconocimiento, al ser
declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional por la Secretaría de Estado
para el Turismo de la metrópoli. En la actualidad, los diferentes grupos del
Carnaval han paseado el nombre de la isla de Tenerife, tanto por la geografía
de la mterópoli como por diversas partes del mundo, convirtiéndose así en el
segundo más popular y conocido internacionalmente, después de los que se
celebran en Río de Janeiro (Brasil).
1788 Marzo 3.
Nace en La Orotava
isla Chinech (Tenerife) el criollo Fernando Estévez del Sacramento. Su padre,
don Juan Antonio Estévez Salas- platero de oficio-, le enseñó las primeras
nociones de dibujo. Estas técnicas las mejoraría gracias a su mentor
franciscano, Fray Antonio López, fraile del convento de San Lorenzo de La Orotava. En este cenobio
realizó Estévez sus estudios primarios y sería aquel religioso quien
primeramente advertiría la gran facilidad del muchacho para las manualidades,
sobre todo el arte del modelado. Lo tomó a su cargo e hizo que perfeccionase el
dibujo.
El primer
contacto mantenido por Estévez con otro gran artista canario, el prestigioso
imaginero Luján Pérez, se produciría en 1806, aprovechando en que éste se
hallaba en el Puerto de La
Cruz. Su estancia allí era debida a que estaba “atendiendo
un encargo que la familia Nieves Ravelo le había encomendado” (según
Quesada y Calero). Este encuentro se había producido gracias a la
mediación de un amigo del escultor grancanario, Fray Antonio Sánchez Tapias.
Este fraile, “definidor de la provincia de Canarias”, atendía
así la petición que Fray Antonio López, “uno de los frailes más ilustrados
del Convento”, el orgulloso tutor de Estévez – aquí con catorce años-, le
había formulado. Éste ya era consciente de la importancia de este contacto para
el futuro profesional de su pupilo. Para las mencionadas historiadoras,
se supone que Luján “apreciaría el potencial artístico del muchacho, ya que
un año después éste se encontraba adquiriendo los rudimentos de escultura en el
taller que el maestro tenía en la calle de Santa Bárbara, en Las Palmas de Gran
Canaria.” Tras su estancia en esta capital también asistió a las clases de
la Academia
de Arquitectura, fundada años “Don Fernando Estévez, ornamento del pueblo
que tuvo el honor de ser su cuna, no fue un Montañés ni un Salzillo, como
tampoco lo fue su maestro Luján. Pero él encarna el último resplandor de la
imaginería canaria.
Una vez dio por
finalizada su etapa de aprendizaje en Gran Canaria, el preparado artista
retornó a La Orotava,
donde abrió un taller. Allí, la erupción del volcán de Garachico en 1706 no
sólo provocó el ocaso económico de su puerto, sino que influyó en la paulatina
decadencia de sus afamados talleres. Libre de competencia, conoció un período
de mucho trabajo, fruto de los encargos de los principales conventos. Sin
embargo, la desamortización eclesiástica y la desaparición de algunos cenobios
incidieron negativamente en su labor. Tuvo que cerrar su taller y trasladarse a
Santa Cruz de Tenerife en 1846. Allí crea un nuevo taller. Comienza a impartir
clases de dibujo lineal y de modelado en la Academia de Bellas Artes de esa capital en 1850.
Defensor de todo aquello que significase
progreso, traslada esta inquietud a sus alumnos a los que alienta con su
espíritu de superación que parte del ejemplo de quienes se afanan por romper
con aquellos moldes considerados como tradicionales. Sus primeras imágenes
elaboradas ponen de manifiesto, como nos indica Ana Quesada, “su excesivo
interés en conseguir un perfecto modelado, así como un estudio minucioso de las
formas anatómicas”. También se ha dicho que su escultura es más fría que
la de Luján, bien por el carácter sereno del artista o por la influencia
clasicista de la época que le tocó vivir, aunque algunos la consideran más
exaltada que la del maestro.
Mantendría esta
actividad escultórica hasta 1854, año de su fallecimiento.
Obras suyas son:
“Nuestra Señora de Candelaria”, Patrona de Canarias, entronizada en la Basílica homónima de
Tenerife, “San Plácido” de iglesia de San Juan Bautista de La Laguna, el rostro de “San
José” de la Concepción
(Santa Cruz de Tenerife), “Santa Rita” de Santo Domingo de La Orotava, “la Inmaculada Concepción”
titular de su parroquia de La
Laguna, y así un largo etcétera.
El presbítero
don Sebastián Padrón, cuando se refiere a la vida del artista, afirma “que
ninguno de sus paisanos se había preocupado de buscar las huellas de tan
insigne imaginero, gloria del pueblo que tuvo el honor de ser su cuna”.
Efectivamente, el religioso se encontró con la inexistencia de documentos que
se refirieran a la vida y obra del insigne escultor. Don Gerardo Fuentes, en su
obra sobre los autores canarios que se implicaron en el clasicismo, pretendió
retomar la labor investigadora que don Sebastián había dejado a su muerte
acaecida en 1953.
La muerte del
ilustrado Estévez, conocido como “mentor del progreso del arte”,
influyó de manera decisiva en la organización de la Academia de Bellas Artes,
ya que había sido el mentor del progreso del arte, “al que, con su espíritu
ilustrado, propició una mayor dignidad”. La memoria del curso, según las
profesoras Calero y Quesada, le recuerda con estas palabras que resultan
elocuentes para su categoría artística: “distinguido escultor,
sobresaliente dibujante y pintor (José Guillermo Rodríguez Escudero)
1778 Abril 3. Yo el infraescripto es.no pu.co del numero desta isla por su S. M. Certifico y hago fee q.e la pres.te vieren como hauiendoseme exivido por el sor d.n Eduardo Sall Dignidad de Arzediano de Fuerteventura en esta santa Yg.la Cath.l Provisor y vicario gral deste obispado sede bacante un pliego de papel escrito en tres carillas, con una firme que dise Fr. Juan obpo de Canaria; y autorisada con otra que dise por mandado de su S. Y. el obpo. misor. Nicolas Brines secretario su fha en esta ciud de Canaria a ocho de Julio de mil setecientos setenta y ciete; y pprincipia con las sig.tes palabras = Nos d.n Juan Bauptista Seruera por la gracia de Dios, y de la Santa sede Apostolica obpo de Canaria del Concejo de S. M. R. disponemos, y encargamos a nro Provisor que de las ventas que quedan pertenes.tes a vra Dignidad en estas Yslas haga q.e se cumplan las Donaciones q.e dexamos expresadas en esta lista, las quales se han de hir satisfaciendo por el ord.n que van puestas; Y entre las partidas de que se componen se alla la sigte Yten se ha de comprar la Hazienda de d.n Manuel Perera por su justo valor, sobre que nro Provisor hara aueriguaciones convenientes; y esta Haz.da asi comprada y redimidos tambien sus tributos la Donamos al Seminario que hemos herigido en esta ciudad.
Antonio Miguel del Castillo. S.no pu.co (Mª Teresa Cáceres Lorenzo)
1798 Mayo 2.
Incendio del
monaterio de San Bernardo en Icod.
Hurtado de
Mendoza en el que hizo a estilo militar el 7 de diciembre de 1799, en una de
cuyas cláusulas hizo mención de la custión de Ycod a fines del siglo XVIII
refiriendo que «en el dia dos de Mayo del año pasado de noventa y ocho (cha
triste y lamentable q` sera siempre p" las memorias de este Pueblo) a las
dios del dia se incendio el Monast° de S" Bernardo junto a mis Casas
principales con tal prontitud y boracidad q` de alli se paso a dhas mis Casas
principales q` con todas las demas haceras fueron convertidas en Cenisas ..».
El testamento se hallaba protocolado en la Comandancia de esta
isla en el año 1802, pero no obra en el Archivo General Militar de Segovia. En
las cláusulas del testamento comprendidas en ocho hojas sin foliar de una copia
sacada del original, que obran en poder del autor de este trabajo, no habla de
las imágenes. (Espinosa de los Monteros y Moas)
1778 Agosto 11.
DN ANDRÉS AMAT DE TORTOSA, Capn
de Ynfanteria é Ingeniero Ordinario de los Res Exetos y Director Comandante de
estas Yslas,
CERTIFICO: que por orden y
disposición del Exemo. Sr. Marqués de Tavalosos, Comandante General actual de
estas Yslas, aunque á solicitud mía, el Teniente del Real Cuerpo de Artilleria
Dn Rafael de Arze y Albalá, acompañó al Capitán é Yngeniero Ordinario Dn Josef
de Arana, á los trabajos de desmonte y abertura de cimientos de la Bateria del pto de Naos en
la Ysla de
Lanzarote, desde el dia veinte y tres de Abril de mil setecientos setenta y
seys; y tambien al lebantamiento del Plano de la Caldera; Y en
primero de Octubre de el mismo
año, con motivo de marchar á España el referido Arana, quedo encargado de la
comisión de tal obra el mencionado Arze, tambien por disposicion de dho Sr.
Exemo. no obstante estarlo pr mi el Mtro. Mayor Josef Nicolás Hernandez, con
arreglo al Plano, Perfiles, é Instrumentos que formé: en cuia comision ha
continuado hasta el día treinta del mes de Julio del presente año. Y para que
conste pa los fines qe conbenga, á pedimento de dho Dn Rafael Arze, firmo la
presente en Sta. Cruz de
Tenerife a once de Agosto de mil setecientos setenta y ocho.
Dn Andres Amát de Tortosa. (En:
José María Pinto y de la Rosa.
1996)
1778 Octubre 12.
De cuantas materias hemos tratado referentes al Puerto del Arrecife
(Lanzarote), ninguna ha sido tan importante para sí mismo, para la provincia y para el reino, como la respectiva a su
comercio, el cual propongo observar y describir con la minuciosidad posible.
Desierto a causa de estar mal defendido por
los quijotescos señores de toda la isla,
ni seguridad podían tener las naves para aprovecharse de la tranquilidad
de sus aguas a fin de invernar en él. Después que se carenaban zarpaban para otros puntos, pero construido el castillo de Sn. José en el Puerto de Naos que es el
de más fondo y a propósito para
bajeles mayores por disposición de S. M. Carlos III, cuyo excelente soberano
todo lo preveía y atendía, la cosa mudó de aspecto.
En esta virtud, al
Puerto de Naos vinieron a asegurarse y depositarse cinco galeones a navios de Registro de porte de 900 a 1100 pipas cada uno, pertenecientes a estas islas Canarias para
las cuales conducía de las Indias las
ricas cargazones y tesoros. Pusiéronlos aquí luego que llegó la Rl. Orden de 12 de
octubre de 1778, concediendo la libertad de comercio para aquellas colonias, y
como ésta no se revocó, se fueron pudriendo dichos navios, y sus dueños
tuvieron que desbaratarlos.
Sus buenas maderas, algunas caoba y
cedro, se invirtieron en muebles y fábricas de este puerto naciente y otros de
esta isla donde no hay monte alguno. La casa
de un tal Dn. Mariano de Paz, que se construía entonces en la
villa de Teguise aprovechó muchas de ellas; y la más inferior sirvió para caldear
los alambiques de aguardiente.
Parte de la artillería de estas grandes
embarcaciones, yace abandonada en el islote
de las Cruces, principalmente la que correspondía al navio «Santiago» de 40 cañones,
perteneciente a la casa de Blanco del P'°. de la Orotava (Tenerife), cuyo
buque se conservó algún tiempo más por haber
estado en servicio del rey, v.g. conducir la tropa que fue de estas islas a la guerra con Francia en el Rosellón,
y a la vuelta al entrar a invernar por la barra de Naos el año 1793, pereció
encallado por descuido de Vicente Romero, capitán de Mar de dicho puerto.
Algunos de los contramaestres, calafates y demás chusma de estas
naves, se quedaron aquí de pobladores, lo que ha contribuido a que salgan de
esta isla excelentes marineros. Y como una de los más indispensables del comercio es la marinería, quiero
recordar una prueba de la acertada resolución de ésta, muy digna de la historia
y de cualquiera premio. Dn. Carlos Ramírez Casañas con otros,
estaba en las islas Salvajes por los años de
1794 a
96, faltaba el agua, no llegaba el barco con ella e iban a morir de
sed. Casañas viendo a los barqueros animosos se embarco en un barquichuelo de
pescar propio del Puerto del Arrecife su patrón Andrés Alvarez (a) «burrán», y
se dirigieron a Lanzarote donde llegaron felizmente a pesar de quedar a 80 y tantas leguas de distancia. He aquí una
acción comparable a la que ejecutaron Méndez y Fieschi, compañeros de Cristóbal
Colón, atravesando desde Jamaica a la isla Española en 1505, de la cual
habla el Dr. Roberston T. 5, p.
174, citando a Oviedo Lib° III, Cap. 9.
La misma falta
de defensa y de población hacía que los frutos de la isla los años que la
sobraban granos, cebo, animales, no se condujesen precisamente al Arrecife
para exportarlos sino que indiferentemente
se verificaba por las caletas a playas más inmediatas al dueño de la cargazón, v.g. por Arrieta, al E. por
Barranco del Agua, o las Coloradas al S.O.; hasta que se ha ido
centralizando casi todo por dicho Puerto,
donde se fijó la Real
Aduana.
El comercio de
ésta con las demás islas Canarias y con España, sufrió mucho por las guerras
con la Gran Bretaña.
Cualquier barquillo de 4 cañones de esta nación según queda visto en los Cap.
precedentes les interrumpía su tráfico,
sucediendo que tal vez los frutos estaban
abundantísimos en una, cuando en las demás valían a precios exhorbitantes. Es
verdad, que sus productos de exportación en los buques neutrales, barrilla y orchilla, por el propio motivo llegaron
a precios muy subidos, proporcionando extraordinaria abundancia de
dinero; de manera, que cualesquiera clase de efectos nacionales o extranjeros
se vendían aquí sin regatear siquiera.
De estas islas
para las otras se han exportado desde que hay memoria, muchos granos de abundancia, pieles y sebo de cabras, alguna lana y animales, sandías excelentes aunque
pequeñas; y el pescado seco al cual conocemos en la provincia con el
nombre de Viejas. De cuyos artículos
se pagaba el culto al señor territorial de la isla, que era una contribución terrible. También salía y
siempre salen varias cargazones de
piedra de cal, de dos especies, y buena sal, procedente ésta de unas
abundantes salinas construidas al N.N.E. de la isla, pero de estos dos últimos
artículos no sé que se pague nada. (J. Álvarez Rixo,
1982:130-132)
1779.
Recaló por el puerto de Añazu (Santa Cruz) un navío inglés, éste venía
maltrecho y falto de víveres y agua, por el hecho de ser inglés, se le negó el
auxilio que demandaban siendo expulsado a cañonazos, es evidente que, en aquella
ocasión se olvidaron las formulas cortesanas a que tan apegados eran en la
época. El buque arrumbó hacía Garachico donde recibieron similar tratamiento
porte parte de las autoridades coloniales de aquel puerto, ante tal situación,
y vencidos por el hambre, la sed y las enfermedades, decidieron retornar a
Añazu (Santa Cruz) donde se entregaron, siendo encarcelados en el castillo -
prisión - de Paso Alto.
1779 Mayo 9.
Fue preso en el castillo de San
Miguel en la ciudad de Santa Cruz de La Palma y luego conducido al principal de Santa
Catalina el célebre Licenciado natural de Garafía D. Anselmo Pérez de Brito.
1797 Septiembre 10. Se produjo un intento de Invasión de navíos ingleses.
Estos fueron rechazados a base de pedradas que tiraban los vecinos del Valle de
Santiago (isla Chinech) desde los altos de Acantilados de los Gigantes.
1779. El Cabildo colonial
de Chinech (Tenerife), decidió armar por su cuenta una balandra guardacostas
que confió al mando de José Armiaga, (este sujeto sería nombrado Coronel del
Regimiento de Infantería de Canarias en 1805), durante sus correrías tuvo un
enfrentamiento con un corsario inglés, a quien logró derrotar y echar a pique.
1779.
Destinó S.M. al Excmo. Sr.
Marqués de la Cañada,
Teniente General de los Reales Ejércitos D. Joaquín José Ibáñez Cuevas, para el
mando Político y Militar de la colonia de Canarias y al incorporarse llevó
consigo varios oficiales de Infantería, Artillería e Ingenieros; a su llegada a
Santa Cruz de Tenerife, residencia entonces de estas Autoridades, ordenó al
Ingeniero Comandante de la provincia, Ingeniero en Segundo D. Andrés Amat de
Tortosa, destinase uno de sus subalternos a la isla de Gran Canaria a fin de
que atendiese a cuanto se ofreciese en ella para su defensa, y éste en oficio
de 5 de Octubre de 1779, ordenó al Ingeniero Hermosilla, en quien concurrían
las circunstancias de inteligencia, conducta y pericia militar, pasase a Gran
Canaria dándole
las siguientes instrucciones
(Archivo de Acialcázar, Manuscrito de Hermosilla):
«1º. Inmediatamente que arribe a la
expresada Isla, se presentará a su Gobernador y Coronel, Conde de la Vega Grande, para
tomar sus órdenes y proceder con su acuerdo y auxilio en cuanto conduzca a la
mejor y mas beneficiosa defensa de la
Isla, caso de presentarse el enemigo.
2°. Sin perdida de tiempo, en unión con el Oficial del Real Cuerpo de
Artillería que pasa también en su compañía, practicará un reconocimiento de
todos los Castillos, Torres, Baterías y demás Fortificaciones de la expresada
Isla, especificando en relacion circunstanciada, el estado en que se hallan,
calidad de cada una, puntos de defensa que cubren, fines de su utilidad que
conduzcan para su conserbacion, reparo, mejora o abandono de aquellas que no
esten oportunamente situadas; las que requiera sustituir para cubrir los
desembarcos en los parajes principales mas expuestos, bajo el concepto de que
no deben ser dispendiosas, estensibas en crecido número ni mas que lo que pide
la situacion y naturaleza de las Islas, y en que combienen los mas clasicos Autores,
esto es, establecer ciertos puestos o baterias respetables que no solo
defiendan las embarcaciones del tráfico y eviten de pronto un desembarco, si
que tambien necesiten quasi de un formal sitio o ataque al modo que bá quedando
Paso-Alto, contando con la defensa de los naturales, montuoso del Pais y
dificultad para la internacion del enemigo atrincherándose oportunamente.
3°. En la expresada relación, explicará tambien la artilleria que
exista en cada puesto, la que puede contener; Avitaciones y Almacenes que
tenga, y su capacidad con la
Tropa, Viveres y Municiones que necesite para su defensa,
distinguiendose los que pertenezcan al Rey, Cabildos o Particulares, y fondos
destinados segun las noticias que se le remitirá.
4°. Expresará asimismo los Quarteles donde exista tropa y Partidas,
Pueblos en que se hallen, capacidad y estado de cada uno, si son o no del Rey,
y los alquileres que se pagan. Que número de Atalayas, y el método establecido
para dar los avisos de Armamento o embarcaciones sospechosas, indicando los
puestos y parajes donde se hallen situadas y el número y nombres de los Puertos
y Caletas capaces de desembarco.
5°. Respecto a que a fines del proximo pasado año y principios del
actual, se probidenciaron algunos reparos indispensables para una regular
defensa en distintos de los Castillos de la expresada Isla, él enterará de esto
al Teniente Coronel D. Pedro Makintos, Sargento Mayor Comisionado por mi para
aquel fin, y faltando los del Castillo de San Francisco del Risco, pondrá mano
a lo que se le prebendrá como forzoso bajo las formalidades de ordenanza.
6°. Levantará el Plan de la
Torre de Gando y por faltar en esta Direccion, cortando los
perfiles en cruz que corresponde, a mas de la vista para benir en perfecto
conocimiento de su consistencia, y así mismo rectificará el que se le entrega
de la Batería
de San Fernando, colocandole lo que le falte con una extensa explicación.
7°. Se le pasa el plano en grande de la porción de la isla que
comprende las Isletas, Puerto principal y demás terrenos que hace frente a la Ciudad hasta la Torre de S. Pedro para que
se rectifique lo que tenga por conbeniente, como asimismo el del Puerto de
Gando.
8°. Concluida la mencionada relacion, Planos y cálculos del costo á que
ascienda cada cosa, lo pasará todo á mis manos para que con mi dictamen, el
Excmo. Señor Comandante General providencia lo que sea de su agrado
Santa Cruz de Tenerife 5 de Octubre de I779
Dn Andres Amat de Tortosa
En cumplimiento de la comisión
conferida, redactó Hermosilla un voluminoso informe, y en el prólogo hace
constar que dedicó mucho tiempo a estudiar esta isla, así como los distintos
pareceres que sobre su fortificación expusieron Leonardo Turriano Ingeniero
Maior del Reyno de Portugal; Tiburcio Spanochi, Comendador e Ingeniero Maior de
S.M. y el Capitán de Ingenieros Próspero Casola, «... que vino á Canarias en I587 donde se avecindó, fue regidor
perpetuo y murio».
«...De estos tres facultativos, si bien acordes en que es útil al
Soverano su conserbación, el último se explica con vehemencia, citando los
exemplares que él ha presenciado y haciendo Ber la necesidad de tener
Fortificadas las principales islas que por su situacion en la llabe de las
Américas, motiba que las codicien intensamente los extrangeros que anhelan un
establecimiento en ellas.
Prueba de ello son las barias imbasiones que han padecido y con
particularidad las dos grandes que sufrió Gran Canaria. La una el dia 6 de
Octubre del año I595, por 28 nabios Ingleses con 4.000 hombres de Desembarco al
mando del Célebre Comandante Francisco Drake, valeroso caudillo que bió
frustrada su tentatiba con bastantes pérdidas de sus tropas y excarmiento de su
balor. -
La otra en el año 1599 porque haviendose hecho poderosos por el Mar los
Olandeses y fundando su patrimonio en el Comercio, pensaron imbadir estas
Islas, por haber asestado sus Tiros á las Indias Orientales ó Occidentales, de
que las beian Llaves presentandose al frente de la Ciudad y Puerto de las
Isletas de Gran Canaria el dia 26 de junio con una f1ota de 73 embarcaciones de
Guerra y Transporte al mando del Almirante Van-der-Does con 9.000 hombres de
Desembarco quien á pesar de su numeroso Ejercito y Armada, paso por el desastre
de perder tiempo. Gente, Armas y reputacion pues no tuvieron mejor suerte que los
ingleses.- Estas desgraciadas expediciones, que se han bisto repetir;
persuadirán á Algunos que se ha desistido y olbidado tal pensamiento, pero Yo
le juzgo siempre bibo en los Yngleses, cuando me acuerdo que en la penúltima
guerra con la Gran
Bretaña el año 62, bolbió á parecer en Londres reimpreso el
Papel que suscribió en 1748 el Gran Político Guillem¡o Pit ( despues Conde de
Chatan) donde animaba con fuertes razones á sus paisanos que cambiasen por una
de las Canarias, su armada é importante pocesion de Gibraltar; pintándoles lo
fructuoso que les seria tener en la escala para las quatro partes del mundo, y
en un Reino á la vista de Africa. Puertos los más cercanos á las Indias
Oxidentales, fuera de los peligros de los mares del Norte, Canales y vientos
variables, y cuia altura es el paso de todos los Navios que nabegan á ellas o á
las Costas de Guinea.
Este inglés que conocía bien cada una de las Islas Canarias, no perdía
ocasion de inspirar á sus compatriotas deseos de adquirir alguna: Sabía que un
ramo de comercio puesto en ellas y fomentados los de Industria que se abriesen,
añadirian á la situacion un valor y lucro más que regular para su Nacion; lo
qual igualmente cierto y patente á las
demás Naciones Comerciales contribuirá á que no se deje en el descubierto que
oy se halla esta Ysla, que si no la mayor:, de dos regulares puertos y de la
consideracion que se berá por la serie de esta relacion...»
Continúa describiendo la Isla, mencionando sus montes,
árboles, pesca, agricultura, y producción; en la página 20 dice refiriéndose a
la misma: «...con fáciles playas para
surgir y dos Puertos que despues de los de las islas de Lanzarote y la Gomera, otra alguna los tiene iguales ni tan buenos, con
la proporcion de que el Arte puede hacerlos mejores...» En la página 21
agrega que el número de habitantes de la Isla era de 44.314.
En las páginas 24 y siguientes se
lee que desde 1768 ó 69 al 82, la guarnición de la Isla consistió en una
compañía fija de Infantería de 100 hombres con un Capitán, un Teniente y un
Subteniente.
Después del 82 se redujo, y desde
que se hizo la paz quedó un subalterno, dos sargentos, un tambor, cinco cabos,
cincuenta y un soldados de Infantería y un artillero de sueldo para la
guarnición diaria de once puestos fortalezas o baterías distribuidas en esta
forma: Castillo de la Luz
con 9 cañones de a 24, 1 sargento, 1 cabo y 4 soldados; Batería de S. Fernando
abierta por la espalda y en un desamparo, tiene 6 cañones de a 24 y 2 soldados
de Infantería. Al Norte y espaldas de La
Luz y de la
Batería de S. Fernando, a media legua de ellos y legua y
media de la ciudad está el Fuerte o Batería del Buen-Ayre con 3 cañones de a 18
para defender el fondeadero del Confital, guarnecido con 2 soldados de
Infantería. Al venir hacia la
Ciudad en el lugar llamado La Caleta cerca de una playa
de más de 6.000 varas de largo está el Reducto o Castillo de Santa Catalina con
2 soldados de Infantería para guardar 3
cañones de a 24. Para estos cuatro puestos guarnecidos con 18 cañones de a 24 y
3 de al 8, se disponen de 9 hombres de Infantería y 1 artillero. Torre de Gando
con tres Cañones de al 2, guardado por un soldado de Infantería y otro de
Artillería. El resto de la tropa guarnece los Castillos de San Francisco del
Risco, Santa Ana y Reducto de Santa Isabel.
En la página 40 comienza la Descripción Topográfica
Política, Militar de la Isla
de Gran Canaria estando dedicado el Capítulo II a Como se adquirió el nombre de
grande, su situación, frutos, terrenos, poblaciones y número de havitantes. El
Capítulo II, que comienza en la página 64, a Observación sobre las fábricas é
Industrias de sus naturales. El Capítulo III, página 72, Propios y Arbitrios de
la Ysla; el
Capítulo IV, página 98, Idea ó Descripción de los Puertos, Caletas, Playas y
Surgideros abtos para Desembarcar
con la que termina la primera
parte.
La segunda da comienzo en la
página 121 y su Capítulo V se dedica a Noticia de las Fortificaciones de la Ysla: tiempo en que se
construyeron: estado en que hoy se hallan y como estan municionadas y
guarnecidas. Tiene la ciudad el Castillo del Rey en el Monte o Risco de San
Francisco con dos plataformas que dominan a la misma y guardan su espalda por
el Oeste; al Norte la cierra una muralla que parte de una de estas Plataformas
y corre hacia el mar en la que están colocados el Castillo de Mata al pie del
risco; Reducto de San Felipe al medio de la muralla defendiendo la puerta de
Triana, y Castillo de Santa Ana en la orilla del mar donde llamaban el Charco
de los Abades; por el Sur también tiene otra muralla, en que a su extremo en la
orilla del mar está el Reducto de Santa ysabel, terminando en el opuesto en la
altura de San Juan o Monte de Santo Domingo. Extramuros de la ciudad por el
Norte y para defensa del Puerto de la
Luz que dista una legua larga, se halla el Castillo de este
nombre, la Batería
de San Fernando y el Reducto de Santa Catalina, todos mirando hacia el Este, y
el reductq o batería del Confital llamado del Buen Ayre, mirando hacia el
Oeste.
Próximo al Castillo de Santa
Catalina se halla el Reducto de San Felipe; por el Sur atinas 2.700 varas el
Reducto o Torre de San Pedro Mártir (San Cristóbal); a cuatro leguas la Torre de Gando para defender
el célebre puerto de mismo nombre, ya seis leguas la Casa Fuerte del
Romeral para resguardar la gran playa de las salinas.
Las fortificaciones de la isla
comenzaron, como se ha dicho, en tiempo de la conquista y pertenece a sus
propios la conservación y manutención de las Tropas de Santa Ana, Castillo de la Luz y Torre de San Pedro, por
lo cual no tienen Pechos, Alcábalas, Contribuciones, ni usan Papel sellado.
(En: José María Pinto y de la
Rosa. 1996).
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