lunes, 4 de noviembre de 2013

AMNESIA REVOLUC I ONARIA (I)





                  
Eriberto Rodríguez Morales

[…analicemos los motivos reales de quiénes en un primer momento, facilitándonos un desarrollo industrial deciden más tarde -años setenta-, desarticular de la noche a la mañana todas esas infraestructuras; que si bien, al Pueblo Canario y al gobierno español le garantizaban un potencial bienestar, España temía el devenir de ese poder en la autoafirmación de “ser canario/a” y en la construcción de una autentica burguesía canaria… España, haciendo uso de “malas artes”, acuerda frenar nuestro desarrollo industrial, porque sabe que sólo el poder económico y financiero en manos canarias facilitaría a esa mayoría escéptica y pusilánime la convicción y AUTOESTIMA necesaria para tomar decisiones relevantes: la independencia… El éxito de la Metrópoli y del Gobierno sumiso de Canarias es lograr que todos esos nuevos partidos nacionalistas sigan democráticamente dividiendo a los canarios y hacernos participar en este GRAN CIRCO que son las elecciones; reírse delante de nuestras narices y restregar de paso a la opinión pública internacional los ridículos porcentajes de votos obtenidos.]

El Gobierno de Canarias a pesar de la aparente transparencia de libertades políticas y económicas, nos sigue condenando a subsistir sumisos a los dictados de la monarquía borbónica española. Lejos de tomar decisiones transcendentales que permita un desarrollo tecnológico e industrial acorde a nuestro singular entorno geográfico, persiste ahondar en la industria turística sin tenerse en cuentas las imprevisibles ofertas de países emergentes. La pérdida de derechos sociales, el paro, los bajos salarios y la incertidumbre por nuestra subsistencia es cada vez más preocupante. El clientelismo político, la corrupción y la burocracia, si bien responden a intereses multinacionales entre una clase política sobornable, ésta a su vez se sustenta con los favores de una clase trabajadora igualmente corrupta e insolidaria, viciada de ciertos privilegios. ¿Qué probabilidad tenemos de transformar esta colectividad para vernos reflejados en sociedades igualitarias como Finlandia o Noruega?

               Tengamos en cuenta una breve noción sobre nuestra realidad alimentaria. La Organización para la Agricultura y Alimentación (FAO) ya nos advierte de que los productos agrícolas, enviados en contenedores frigoríficos son alimentos manipulados que han perdido sus propiedades nutritivas; un fraude y a la vez un negocio rentable para los amigos de los políticos corruptos; un mal menor injustificable que en tiempos de inestabilidad internacional, su distribución, podría  implicar el desabastecimiento del mercado canario en pocas semanas. Una razón más para exigir potenciar nuestros recursos naturales alimentarios: agricultura, ganadería y pesca. Tranquilizar las dudas de quienes a la propuesta de reivindicar la independencia de Canarias todavía se pregunten ¿de qué vamos a vivir?, sepan de que nunca esa desconfianza tendría lugar, si mínimamente se respetaran las recomendaciones de la FAO: “Todo territorio habitado debe dedicar el 40% del suelo cultivable para autoabastecimiento propio”.

               Sólo una clase política incompetente y corrupta; una población despolitizada e inmovilista, ha podido provocar esta incertidumbre generalizada de “sálvese quien pueda”; tanto que, en el actual estado de involución, el derecho al pataleo en un marco de españolidad no será suficiente para dar fin a las dificultades económicas que se vislumbra ya, en la puerta del vecino y en la nuestra propia. Esta infausta realidad –primer cuarto del S.XXI- revolotea cada vez más cerca sobre el umbral de pobreza de la sociedad canaria y merodea ya entre contenedores de basura a la espera de que el Gobierno canario exija la inmediata Descolonización de Canarias, tomar las riendas de nuestro destino sin ninguna injerencia española: abrir las puertas a la industrialización, facilitar la investigación, priorizar las energías renovables y crear nuevas infraestructuras.   

               Sin embargo para poder entender por qué mayoritariamente los canarios rechazamos aceptar la independencia, bordándose un complejo de inferioridad patológico, tenemos que visitar las bibliotecas y deducir la trascendencia de la conquista y colonización en la psicología de los canarios/as. Leer los documentos de Frantz Fanon o Albert Memmi; o revisemos cualquier fuente histórica neutral. Más fácil todavía: retrocedamos a la España de la dictadura franquista y analicemos los motivos reales de quiénes en un primer momento, facilitándonos un desarrollo industrial deciden más tarde -años setenta-, desarticular de la noche a la mañana todas esas infraestructuras; que si bien, al Pueblo Canario y al gobierno español le garantizaban un potencial bienestar, España temía el devenir de ese poder en la autoafirmación de “ser canario/a” y en la construcción de una autentica burguesía canaria.

               El reparto de octavillas por jóvenes estudiantes, casa por casa, explicando a los vecinos nuestra situación colonial y el grito de ¡Viva Canarias Libre!, encendió la luz roja de alarma del gobierno de la Metrópoli, que veía peligrar sus intereses en el Archipiélago Canario como ocurrió con Cuba y Filipinas. Para España, su principal preocupación es evitar que se repitiera en Canarias el error de la industrialización de las llamadas nacionalidades históricas, en un intento vano de españolización. No iban a permitir ahora que los alzados de la colonia sumisa de Canarias orientada a convertirse en el nuevo Hong Kong de la costa atlántica del N.O. del continente africano, con un desarrollo industrial incipiente, geoestratégicamente situada entre tres continentes, esté exigiendo en la ONU la Descolonización e Independencia. Faltaría más.

               España, haciendo uso de “malas artes”, acuerda frenar nuestro desarrollo industrial, porque sabe que sólo el poder económico y financiero en manos canarias facilitaría a esa mayoría escéptica y pusilánime la convicción y AUTOESTIMA necesaria para tomar decisiones relevantes: la independencia. En efecto, cinco décadas después de la creación de nuestra bandera, la conciencia nacionalista contestaría pervive en una fase larvaria e inmovilista; el único acto de rebeldía espontáneo que se conoce en Canarias es el botellón y el consumo de drogas; tesitura que le permite a España seguir descapitalizándonos; asfixiarnos en una dependencia económica absoluta y sumirnos en la pobreza.  

               A la clase trabajadora canaria, a los autónomos, a las pequeñas y medianas empresas, conservadores para más señas, que de manera persistente siguen siendo insolidarios y conformistas; que no atienden la defensa de los intereses económicos del pueblo canario, sino los suyos propios; que miran para otro lado o hacen oídos sordos a las reivindicaciones libertarias, tendrán que reconocer más pronto que tarde su torpeza y su actitud miserable; no sólo por relegar a un segundo plano nuestra identidad canaria, sino por dar la espalda a un “futuro brillante y lleno de oportunidades”; de que “España es el pasado, no el futuro”; de que España es un Estado facineroso que se reparte los impuestos que se generan en las islas con los políticos corruptos del Gobierno de Canarias; que practica el soborno entre nuestra militancia independentista y la intimidación entre los estudiantes que se atrevan a comentar en las aulas las repercusiones del colonialismo; un Estado que apremia debilitar cualquier referente soberanista al precio que sea necesario.

               Sin lugar a dudas los partidos españolistas y los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, acomodados a su status social, gracias a subvenciones interesadas, ponen de manifiesto la obediencia debida y el grado de subordinación con Madrid, negando sistemáticamente a la clase trabajadora la evidente situación colonial de Canarias. Saben perfectamente que el problema económico de Canarias es España, pero no les importa. Acatar y callar. Lamentablemente nosotros mismos nos dedicamos a tirar piedras sobre nuestro propio tejado. No es casual que afloren organizaciones nacionalistas de siglas y reivindicaciones similares por toda la geografía de Canarias; y ¡ninguna! sean capaces de verse arropadas por cien o doscientos militantes de base. No nos engañemos, la unión hace la fuerza; no somos tantos como para poder seguir descalificándonos unos a otros de esta manera tan lamentable y beneficiar a los grandes partidos españolistas: PSOE y PP. El éxito de la Metrópoli y del Gobierno sumiso de Canarias es lograr que todos esos nuevos partidos nacionalistas sigan democráticamente dividiendo a los canarios y hacernos participar en este GRAN CIRCO que son las elecciones; reírse delante de nuestras narices y restregar de paso a la opinión pública internacional los ridículos porcentajes de votos obtenidos.

---» Continuará (y II)
Tomado de: www.elcanario.net

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