Los Pajales: simbiosis
entre Agricultura y Patrimonio
Hasta no hace muchos años,
los pajares o pajales servían como vivienda a los vecinos de Pinolere y de
muchos de las medianías del Valle de La Orotava, quedando en pie hoy en día ejemplos
importantes de estas edificaciones. La Asociación Pinolere,
Proyecto Cultural se marcó como propósito recuperar este patrimonio,
contribuyendo también los productores de centeno, los tapadores de pajares, y
como no, los propietarios de esta vivienda tradicional.
En
el Valle de La Orotava
abundó, no hace muchas décadas, un tipo
de hábitat sencillo, de escasas dimensiones, construido con los elementos
obtenidos del medio rural,
que sirvió de morada a la mayoría de los campesinos del mismo Valle y que aún
hoy, se mantienen altivos recordando ese pasado, no tan lejano, de jerarquía y
discriminación social.
Este hábitat o vivienda
tradicional, introducida tras la Conquista Castellana,
recibe el
nombre de Pajar, aunque
aquellos que fueron partícipes de esta situación de escasez y penurias
denominan a éstas, sus casas, con el nombre de “Pajal”, ampliamente extendido
en la actualidad y que deriva del término “paja” en referencia a la techumbre
que lo compone.
La singularidad de estas edificaciones
estriba en el modelo constructivo, similar en determinados elementos a los que
existen en la
Península Ibérica pero de una tipología definida y
diferenciadora que les confiere ese carácter de construcción rural, diseñada
para ser acogedora y perdurable. Formadas por madera, piedra y paja de cereal,
estas chozas tradicionales, dispersas por los campos del Valle de La Orotava, eran edificadas y
restauradas por los propios campesinos, que subordinados a un régimen de
medianería, se especializaron en la conservación y rehabilitación de sus
viviendas, las cuales tampoco tenían en propiedad.
A finales de los años
sesenta, se produce en el norte de Tenerife, el desarrollo del sector
turístico y de la
construcción. La creación de nuevos puestos de trabajo y la búsqueda de una
mejor calidad de vida genera el abandono de las tierras y la aparición de otras
viviendas, entre ellas, las casa de azotea. El resultado evidente se manifiesta
principalmente por el abandono progresivo de los pajares, que pasan a utilizarse
con otros fines secundarios o son eliminados por completo para construir en su
lugar, una nueva vivienda.
Las condiciones de extrema
pobreza que caracterizaron a la sociedad campesina orotavense quedan aún en la
retina de muchas personas, que recuerdan con tristeza multitud de situaciones
anecdóticas de hambre y miseria. Sin embargo, si algo rememoran con nostalgia,
es la vida diaria bajo los techos de paja, al calor de alguna
hoguera sobre el suelo de
piedra y barro, o las siegas del cereal, en los meses estivales, para
Con el propósito de
recuperar este patrimonio arquitectónico popular, la Asociación Cultural
“Pinolere. Proyecto Cultural”, que ha reivindicado su conservación desde sus
inicios, realiza un primer convenio con el Cabildo Insular de Tenerife en el
año 2005, a través del Servicio Técnico de Agricultura y Desarrollo Rural y en
colaboración con el Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola
de Tenerife (CCBAT).
En dicho convenio, se
acuerda realizar un inventario de pajares que recoja información como el número
de construcciones, estados de conservación o localizaciones de los
mismos. La continuidad a
este Proyecto se establece un año después, con una Campaña de Sensibilización,
donde se devuelve la información obtenida a la población y se sensibiliza sobre
la importancia y necesidad de conservar este patrimonio popular. En el año
2007, se establecen nuevas propuestas de acción en colaboración con el Cabildo
Insular y se crean una serie de estrategias basadas en asesorar a los productores
de centeno, cereal más utilizado en las techumbres, en aumentar las superficies
cultivas del mismo, en dinamizar a los propietarios de los pajares y en
organizar la participación de los tapadores de pajares, oficio de gran valor
tradicional, a punto de desaparecer.
Pinolere, que propone y
coordina este Proyecto de Desarrollo Rural, permanece en el centro de esta
secuencia cíclica y cerrada, en la que los productores siembran la materia
prima (el centeno), los propietarios adquieren esta producción para rehabilitar
sus pajares y los tapadores cierran el ciclo devolviendo a estas chozas la
función de cobijar.
Los pajares, manifestación
de la idiosincrasia popular, permanecen en la actualidad en un número
considerable, gracias a las entidades cooperantes, a Pinolere por defender
y creer en el rescate de
este emblema arquitectónico, y a un pueblo con identidad propia, que mantiene
su cultura viva y que colabora cada día más en la recuperación de los “pajales”
del Valle de La Orotava,
obtener el grano y la paja para los techos.
A pesar de lo frágiles que
pueden resultar estas chozas, están diseñadas para ofrecer ciertas condiciones
de habitabilidad y bienestar.
La techumbre, formada ésta
por un grosor de paja determinado, y la misma paja de cereal, recolectada de un
modo peculiar, con unas características agronómicas definidas, crean una
temperatura interior agradable, en un ambiente acogedor, que se opone a la
temperatura que pueda hacer en el exterior del pajar.
“Eso es lo mejol que hay
pá vivir...en el invierno son calientes y en el verano dan frescor...”
Donato González González,
tapador de pajares de La
Orotava
Entre la gente mayor de
“los altos” se percibe un sentimiento de nostalgia y recuerdo por esa vida
pasada al calor de la hoguera, en un ambiente familiar, en un espacio estrecho,
al cobijo de piedras, madera y paja, que poco tienen que ver, como ellos dicen,
con esas casas grandes, frías, altas y vacías, en las que ahora viven, a la
espera de ser visitados por algún hijo.
Yaiza González Hernández
Técnico de la Asociación Cultural
Pinolere
En: Mundo Rural de Tenerife.
Imágenes
tomadas de FEDAC.
Enero
2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario