EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV.
1491 - 1500
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1496 Julio 23. Soria. Incitativa a las justicias del Reino,
especialmente a las del Puerto de Santa María, para que den cumplimiento de
justicia a Francisco Gorvalán, vecino de Sevilla, que reclama el importe de los
seis esclavos que le correspondieron en la conquista de Tenerife junto al
gobernador Alonso de Lugo. Dichos esclavos le fueron embargados a instancias de
los mercaderes Guillermo del Blanco y Nicolao Angelato, que argumentaban
pertenecerles por tener parte en dicha conquista, ante lo que Francisco de
Gorvalán pidió que fueran vendidos por las justicias del Puerto de Santa María
y puesto su importe en depósito, lo que hicieron con cinco de ellos, ya que el
otro fue tomado por Guillermo del Blanco. Obispo de Astorga. Alcocer. Yllescas.
Oropesa. (E. Aznar; 1981)
1496 Julio 23. Soria.
Francisco Gorvalán. Yncitativa.
Don Fernando e doña Ysabel, etc.
A todos los corregidores, asystentes, alcaldes e juezes e justicias
qualesquier, ansy de la cibdad de Sevilla como de todas las otras cibdades e
villas e logares de los nuestros regnos e señoríos, e a cada uno e qualesquier
de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud e gracia. Sepades que
Francisco Gorvalán, vecino de la dicha cibdad de Sevilla, nos fizo relación,
etc., diziendo: que ha que bive con el govemador Alonso de Lugo quatro años e
medio, por que le diese por cada un año nueve mill maravedís de salario, que
montan quarenta mill e quinientos maravedís, según paresce por un
conoscimiento, firmado de su nonbre e de ciertos testigos, que ante nos hizo
presentacon; e diz que le devía más el dicho gobernador otros quinze mill
maravedís que él diz que avía gastado, por él y por su mandado, en cosas a él
necesarias e conplideras, según que paresc;ía por una carta cuenta que él
tenía; e que como quiera que por él muchas veces por él le avían Seydo pedidos
todos los dichos maravedis, que nunca los avía querido pagar ninguna parte
alguna dellos, en lo qual diz quél avía rescibido e rescibía mucho agravio que
e daño; e nos suplicó e pidió por merced que sobre ello proveyésemos,
mandándole dar nuestra carta para qualesquier personas que algunas contías de
maravedíes le deviesen, que las toviesen enbargados en sy, fasta quél fuese
pagado de lo que ansy el dicho governador Alonso de Lugo le devía, o como la
nuestra merced fuese. E nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos a todos e
a cada uno de vos en vuestros logares e jurediciones que luego veades lo susodi
cho, e llamadas e oydas las partes a quien toca e atañe, breve e sumariamente,
non dando lugar a luengas nin dilaciones de malicia, solamente la verdad
sabida, fagades e administrades al dicho Francisco Gorvalán entero conplimiento
de justicia; por manera que la él aya e alcance, e por virtud della non tenga
causa nin razón de se nos más venir ni enbiar a quexar sobre ello. E los unos
nin los otros, etc. Dada en Soria, a veynte e tres días de jullio de noventa y
seys años. = Johannes, episcopus astori'Sensis. = J ohannes, doctor. =
Gundisalvus, licencatus.=Petms, doctor. =Yo Alonso del Mármol, etc.
1496 Julio 25. Uno de los Capellanes de la secta católica que
acompañó al invasor Alonso Fernández de Lugo en la Conquista de esta Isla
Chinet (Tenerife), Ilamóse Rui Blás, y asistió como tal Capellán a la solemne
misa de ocupación que se celebró en el improvisado altar del Realejo alto el
día 25 de julio de 1496, al firmar algunos de los notables guanches el Pacto de
paz con
Al hacerse más tarde el reparto
como botín de guerra de las tierras usurpadas entre los invasores
conquistadores, se le agració al clérigo esclavista Rui Blás con una Data en
Icod; consistente en las tierras que se sitúan en la cordillera que por el
Occidente cierra el Valle de Icod, que aun conservan el nombre de aquel
Sacerdote, y entonces se prolongaban hasta la orilla del mar, donde hoy está la
finca de la Coronela.
Dicho Rui Blas, que primero fué
Cura de la Iglesia de San Pedro de Daute y más tarde de la de San Marcos de
Icod, dejó sus bienes a su sobrino Pedro de Aguiar, que también vino a la
Conquista de esta Isla, y era natural de Portugal y hermano de Alfonso Yanes,
clérigo presbitero también de la secta católica, y casó en 1cod, donde se
estableció, con María Pérez de Guzmán, hija de Rui Díaz de Matos, y Catalina
Pérez. Este matrimonio fué tronco de numerosa descendencia c riolla, que enlazó
con las familias de colonos de Guillén, Roxas, Luis de las Socas, Timudo del
Castillo, Molina de Fonseca, León, Linch, Huerta y otras.
1496 julio 26.
Notas en torno al asentamiento
europeo en el Valle Sagrado de Aguere, hoy ciudad de La Laguna en la isla
Chinech (Tenerife), después de la invasión y conquista de la isla.
“Uno de los escollos para descubrir los
primeros pasos de asentamiento europeo en
La Laguna es la ausencia o pérdida, o ambas cosas, de muchos repartimientos,
pues los primeros conservados son de comienzos del s. xvi. Serra, que considera la fundación de la ciudad en 1496,
coincidiendo con la ausencia de Lugo en Castilla, señala que las primeras, pobres y desordenadas viviendas se
levantan bajo el mandato del teniente
Fernando de Trujillo. Está claro que si Lugo hizo nombramientos sin contar aún con la cédula que lo
autorizaba, urgido por las
circunstancias y convencido de incurrir en grave ilegalidad al formar parte esa futura atribución de sus
capitulaciones con los monarcas, otro tanto debió haber ocurrido con los
primeros repartimientos, que no
necesariamente se verificarían con todos los trámites que luego serían
exigibles. La mera pérdida documental no parece argumento suficiente para explicar el vacío al respecto en
los tres o cuatro primeros años de poblamiento.
Algunos
historiadores o «relatores» tradicionales, como el padre Espinosa, en su intento de
explicar la fundación capitalina iniciaron un camino que han seguido
erróneamente otros autores de nuestro tiempo,
confundiendo los inicios del poblamiento con la hipotética primera sesión del Ayuntamiento —que como algunos
tratadistas han subrayado es anterior
al verano de 1497— y con los solemnes nombramientos de regidores y disposiciones ordenancistas, minusvaloran-do los nombramientos efectuados con anterioridad
por Lugo, así como el hecho de que
ya la vida se regía en la isla y entre los escasos pobladores laguneros por
normas escritas o pregones de los que no ha quedado rastro. Más bien habría que
desconfiar de que en una sola sesión
surgiese por arte de magia todo un entramado institucional y legalista, haciendo de Lugo poco menos que un
Moisés que señala ese día La Laguna
como la tierra prometida. Incluso el testimonio, por lo demás tardío,
del vicario Fernán García, que señalaba que al llegar a la isla había 2 ó 3 casas pajizas en La Laguna, es un elemento a
favor de considerar el poblamiento y
la fundación en 1496. Otra cuestión es darle
entero crédito a la aseveración interesada de García —un vicario que había tenido frecuentes encontronazos con
las autoridades—, que atribuye un mayor desarrollo urbano a Los Realejos que a
la capital. A veces nos olvidamos de la crítica cuando leemos deposiciones de testigos sin caer en la cuenta de sus
objetivos, y por otra parte, si
hiciésemos caso a los propios protagonistas de la conquista en lo referente a la fecha de su comienzo o terminación,
pasados unos pocos años de la misma, nos volveríamos locos porque los
testimonios no casan y, es evidente, la
memoria les flaquea. En aquella época no
se tenía tanto interés por la precisión y el dato como hoy, y es otro aspecto
que olvidamos cuando utilizamos demasiado confiadamente sus afirmaciones. Por otra parte, ya Rumeu de
Armas ha indicado que cuando Lugo,
hacia abril-mayo de 1497, regresa a Tenerife, muchos conquistadores se habían establecido en chozas y
barracones en los alrededores de la laguna, y entonces decidió verificar la
simbólica fundación de la ciudad. En efecto, así pudo suceder, pero
conviene subrayar que simbolismo y realidad no son la misma cosa.
La
datación exacta del efectivo establecimiento de población castellana en La
Laguna sigue siendo desconocido. Es sabido que hubo un campamento
en Gracia a fines de 1494 o en 1495, pero ni esa instalación se
realizó realmente dentro de las lindes primitivas de la población lagunera, ni
un campamento estratégico, pensado con carácter provisional, puede
considerarse como núcleo fundacional. Hay autores que han hecho
referencia a las intenciones y proyectos del Adelantado, como Moure, que
sostiene que aquél ya había designado La Laguna como capital desde la primavera de
1494, más bien como promesa si Santa María y
S. Miguel le daban la victoria, pero ni está realmente fundamentada esa aseveración ni resuelve el problema
de la instalación definitiva de población civil, o en su defecto militar pero
con carácter permanente y con la clara intención de constituir en ese
territorio un núcleo ciudadano. Se aviene mal con esa afirmación la posterior
hipótesis del propio Moure de que Lugo fundase la ciudad (¿qué se entiende por
fundación?) el 26 de julio de 1497 para cumplir su promesa de dedicar la
primera población de la isla al mártir S. Cristóbal por haberse producido en su día la primera rendición de menceyes. Desde
luego, la exactitud en una fecha ya
resulta sospechosa, pero lo que está claro es que la conquista había finalizado hacía más de un año, y no
se explica que alguien tan afecto a sus santos tarde tanto en cumplir un voto.
Primitivo
asentamiento: el primer núcleo.
Muy
pronto, apenas establecidos los primeros pobladores en el lomo
situado en la zona S-SO de la laguna y poco después de instituido el Concejo,
se produce un cambio urbanístico revolucionario que parte del propio gobernador
y capitán de la conquista, seguramente contando con la aprobación de
sus allegados, pues se suele descargar toda la responsabilidad en el
Adelantado sin pensar en que, si bien es cierto que disponía de mucho
poder, no lo es menos que no podía obrar en un asunto tan delicado sin
el apoyo de otros poderosos en una etapa difícil, cuando todavía se
estaba definiendo la organización de la nueva vida europea en todas sus
vertientes y se pretendía atraer pobladores.
Como es
conocido, se traslada el centro de la villa desde el lugar fundacional
hacia la zona más llana situada al este, y en concreto Lugo se asentará en lo que hoy
es el monasterio de Santa Catalina.
Hace tiempo
que están descartados los móviles pasionales de una imposible
venganza, que durante un tiempo fueron del gusto de un sector historiográfico
para explicar esta mudanza. Está demostrado que la decisión se adoptó poco
antes de 1500, pues en abril de ese año ya el Cabildo prohibía
edificar en lo que pasó a denominarse villa de Arriba, prohibiendo incluso
el reparo de las casas ya construidas, bajo la doble sanción de derribar la
obra y pagar 2.000 mrs.
Lugo
erige rápidamente su mansión en el área que consideró más conveniente y
estratégica, muy cerca del barranco, frente a la montaña de San Roque, que
podía servir de atalaya, y justo donde empezaba la pendiente que conducía
al puerto de Santa Cruz, en los aledaños además del escenario de su vital
victoria sobre los guanches acaudillados por Benchomo. Antes de 1506, desde
luego, había terminado su vivienda, que señoreará la que sería plaza
Mayor de la ciudad, ya que en esa fecha se cita la morada de Lugo en la
plaza del Adelantado con motivo de la fundación de la ermita de S. Miguel.
Para
Martín Rodríguez, el radical desplazamiento hacia el este obedeció a
razones urbanísticas, y explica la torcedura de la calle de la Carrera
por el objetivo de alcanzar la alineación con la calle del Agua y la plaza
del Adelantado, trazadas con anterioridad.
En nuestra
opinión, si las razones urbanísticas, quizá complementadas con
otras estratégicas, fueron el móvil, lo que no parece justificado es
atribuir los errores de alineamiento urbanístico a una planificación.
Convendría revisar el alto concepto de Lugo como organizador de la urbe
que muchas veces se le ha otorgado, por lo menos en la primera
década de su gobernación. Ya hemos visto cómo en el repartimiento
actúa a veces en un segundo plano, tras haber dado plenos poderes a otros
regidores de su plena confianza para proceder a la planificación. ¿Debemos
creer que no actuó igualmente asesorado en la decisión de trasladar el núcleo
original más abajo? Si el plano de la futura ciudad es aproximadamente
geométrico (y queremos subrayar el adverbio), los errores son realmente
tales, propios de unas personas que no sólo no eran ingenieros
urbanísticos, sino que además la propia realidad y las modificaciones
que por diferentes motivos se efectúan en los primitivos repartimientos de
solares —de modo casi indistinto ocupados por casas, cultivos o corrales—
originan una situación que se intenta solucionar de modo pragmático,
respetando en lo posible una primera intencionalidad, aunque ésta tuvo
que tener por otro lado una visión realmente limitada. ¿Podía prever
alguien cuál sería el desarrollo futuro del caserío inicial como para haber
diseñado un complejo y articulado plano urbano? Quizá todavía no
hayamos caído suficientemente en la cuenta de que entre el plano de
Torriani —que de modo incorrecto solemos tener en mente cuando hablamos de la
fundación— y los primeros momentos, pasa casi un siglo, y que en sus
comienzos, como lo demuestran las Actas capitulares, la población apenas crecía
y pasó momentos de apuro. No podemos aplicar sin más teorías
renacentistas a unos guerreros, aventureros, hidalgos, mercaderes e
incipientes terratenientes, que han decidido crear una capital de una isla que
se desea colonizar, cuando su única preocupación es acertar a crear riqueza
y procurar que no se les vayan los escasos soldados y colonos, que apenas
pueden levantar unas casas pajizas en una aldea polvorienta, húmeda,
en la que apenas se atisban las calles. Las .propias ordenanzas, que
se comentarán más adelante, nos proporcionan una imagen más cercana a
la realidad incluso décadas más tarde, cuando la ciudad se hallaba ya
consolidada.
En nuestra
opinión, más que localizar y adscribir la trama urbana y los
hipotéticos proyectos de los colonizadores a un determinado modelo
hispano, es más fructífero centrarnos en la propia realidad, en la toma de
decisiones posiblemente ajenas a supuestos planteamientos renacentistas
o imperiales.
En
cualquier caso, se podría hablar de una cierta similitud con las ciudades
andaluzas, en las que Bonet Correa halla una mescolanza entre
Renacimiento y Barroco, pues junto a cierta idea de la regularidad y
planificación existen conventos con huertas amuralladas, casas con corrales y
huertos, callejones estrechos y sin salida, etc. Del mismo modo,
además de la plaza Mayor, pronto le surge la competidora de los Remedios,
situada en una encrucijada de calles, que como en Andalucía, era
lugar que propiciaba encuentros cotidianos.
Resulta,
en cambio, más atinada la idea de contraponer la diferente
disposición y modo de crecimiento de las dos «villas», pues si puede
hablarse de un mayor control y ordenación del nuevo núcleo, el más antiguo
presentará una imagen más desordenada, herencia directa de lo
que debió ser la forma de proceder en los primeros años.
Digamos,
finalmente, que se ha exagerado mucho en lo referido a la
obstaculización al desarrollo de la
primitiva zona de la ciudad, pues en los primeros años del s. xvi desaparecen
las trabas y el propio Adelantado
reparte solares muy pronto en el área de la Concepción, e incluso se
potencia su
poblamiento, y allí recibirán datas y solares medidos personajes
poderosos, como comprobaremos.
Por otro
lado, no está de más recordar que la oposición villa de Arriba-villa de Abajo, tiene más que ver
con la división parroquial de 1515 y el claro favorecimiento inicial de la
nueva iglesia de los
Remedios, que con las antiguas disposiciones capitulares de finales del
s. xv. Además, la citada segregación
parroquial situará la «divisoria» invisible de la capital en el eje
actual de
las calles
de S. Juan-Juan de Vera ".
Una etapa
de transición y dificultades de crecimiento: la primera década
del s. xvi. El núcleo de la plaza de S. Miguel.
En lo que
todos podemos coincidir es en la voluntad concejil de dotar desde un principio
a la población, a partir de este núcleo virgen, de un verdadero centro
cívico, conformado alrededor de una plaza mayor, en torno a la cual algunos
importantes personajes comienzan a emular al propio Alonso de Lugo, que edifica
en el lado oeste. Con su gesto, señalará el nacimiento de la futura vía del
Agua.
En
principio no cabe discutir con vehemencia la nueva localización
elegida por Lugo, pero sí la conexión y desarrollo de la urbe en esos años
primeros Más bien hay que darle la razón a Serra cuando desmontaba
en unas páginas magistrales algunas aseveraciones que siguen calando en los
actuales historiadores. A él le parecía un desacierto la nueva ordenación del
Adelantado. En efecto, baste considerar que la pronta fundación
—impulsada por el propio Lugo— de otra iglesia parroquial en medio de
la villa, en muy poco tiempo iba a convertir a la incipiente plaza de los Remedios en un
espacio competidor de la plaza mayor, y ya
desde mediados del Quinientos, los pregones y subastas radicarán en esta nueva plaza, lo que hace pensar que actuaría
como centro financiero o de reunión de mercaderes... Pero otros muchos detalles servirían para corroborar los
errores: la imperfecta conexión con el camino que unía con Santa Cruz y luego
debía enlazar con Tacoronte —en una
decisión que traería tremendos problemas de tránsito a la ciudad siglos más tarde—, la existencia de
callejones-calle-juelas (de la Caza) entre las dos calles principales de la población,
el craso error de enlace entre las
dos iglesias en la que sería la calle principal, la dificultad para abastecimiento de agua...
Pensemos,
por otra parte, que se pretendía más que la gente dejase el lomo
de la Concepción que un desplazamiento radical de las construcciones, pues se es tan
flexible que se permite que los edificios
se levanten desde el hospital del Santispíritu (es decir, desde el
actual convento agustino, aproximadamente) hasta el lugar de Abajo, en
el que ya debía existir alguna casa antes de 1500. Una forma más de hacer esta pequeña guerra a los de Arriba
consiste en la lucha económica,
pues se veta la venta en ese núcleo primitivo. No se entiende bien por qué se elige un centro cívico
distanciado de la calle principal
(entonces, la de S. Agustín), que se fomenta desde la citada orden de 1500.
No contribuyó a animar una
voluntad planificadora la dificultad de
poblamiento que se advierte hasta aproximadamente 1506. Como algunos autores han señalado, fracasaron los
esfuerzos —a veces incomprensibles y obsesivos— por estimular el
progreso demográfico de la capital, en
detrimento de otros lugares de la isla.
Asimismo,
la profesora Fraga piensa que los pobladores se adaptaron a las condiciones
físicas, y que lo predominante fue la inexistencia de
ordenamiento. En este desorden habría influido, entre otras cosas, la
escasa cultura de los conquistadores (gente de armas, aventureros,
labriegos de humilde condición...). El propio relieve representó un escollo
para las trazas rectilíneas, de modo que la resultante sería la formación de planos
semirregulares. Sin embargo, entiende que es perceptible
un cambio a partir de 1500, cuando Lugo propicia unas trazas a cordel, con una cuadrícula de manzanas
en la villa de Abajo, entre los
Remedios y S. Miguel, afirmación esta más difícil de sostener para la primera década del Quinientos.
En realidad, el primer
intento conocido de planificación del crecimiento de la villa se produce en noviembre
de 1506, coincidiendo con datos acerca del
poblamiento del lugar, a los que haremos alusión en el siguiente capítulo, que permiten aseverar que aquélla se va consolidando, aunque lentamente. Se instaura
entonces un sistema que, «mutatis
mutandis», se repetiría en la década siguiente: la corporación diputa una comisión, en este caso formada
por los regidores Alonso de las Hijas, Sancho de Vargas y Fernando de Llerena,
tanto para el amojonamiento de la
dehesa de la laguna —pues convenía antes
que nada delimitar y separar el área ganadera, sobre todo, de la «residencial» — , como para el reparto de solares
a los vecinos que decidiesen vivir
en la población. Realmente las orientaciones que les proporciona la corporación
son decepcionantes como indicio de organización urbanística, pues se limitan a
indicarles que los solares se debían
situar a las espaldas de la calle nueva hacia Geneto, y que las calles debían
ser derechas, de modo que se derribaría cualquier edificación que hubiera osado invadir la calle
". No sólo es dudoso que en aquel entonces se hubiera llevado a
la práctica una medida así, cuando lo que se
buscaba era atraer colonos, sino que tendríamos que saber que entendían los regidores por calle y por vía recta. Además, que sepamos, transcurrirán aún varios años
para que arranque con fuerza y continuidad
un plan de ordenamiento que merezca ese nombre.” (Miguel Rodríguez Yánez. La Laguna 500 años de
historia
Tomo I. Volumen I.:33y ss.)
1496
Julio 27. Fecha más probable del primer establecimiento
estable de europeos en Eguerew (hoy San
Cristóbal de La Laguna). Escogida por los colonos como fecha oficial de celebración de la ocupación
del territorio usurpado a sus primitivos moradores guanches.
La supuesta fundación de la actual ciudad de La Laguna (Isla de Tenerife) por los europeos, no deja
de ser una de las tantas falacias históricas sostenidas por los cronistas e
historiadores dominados por un etnocentrismo exacerbado. Tal como hemos venido
repitiendo hasta la saciedad, no se puede fundar lo que ya está fundado, por
consiguiente, si exponemos los hechos con honestidad y veracidad histórica no
podemos hablar de fundaciones propiamente dichas en las Islas, y sí de
asentamientos europeos. Hace unos años por 1996 se desató en los municipios
tinerfeños una especie de “fiebres fundacionales”, casi todos querían celebrar
el quinientos aniversario de su “fundación”, la epidemia fundacionalista
adquirió tal virulencia que se llegó a temer que incluso los barrios y algunas
modernas urbanizaciones turísticas pretendieran celebrar el quinientos aniversario
de su “fundación”.
Es indudable que las poblaciones
suelen situarse en aquellos lugares que reúnen las condiciones idóneas para el
desarrollo de la vida cotidiana, en el caso de la población autóctona de
Tenerife es decir el pueblo guanche, las condiciones estaban determinadas por
la abundancia de pastos, aguas y terreno fértil, estas condiciones se daban de
manera optima en la zona de La
Jardina , la que posteriormente pasaría a denominarse Eguerew
o La Laguna ,
la cual estaba habitada por núcleos de población guanche, concretamente en los
sitios del Brunku, ( El Bronco o Lomo Largo) Sejeita (San Roque) Jardina o
Hardina (En el hoy barrio de Jardina) Venju o Wenhu (Hoy Las Canteras-Las
Mercedes) Lomo de La Concepción e incluso
existió un templo santuario guanche en la zona de Los Rodeos, en los
alrededores de donde nace el Barranco de Chamarta, (Chamattu o barranco de la
mujer) dicho templo fue destruido por unas obras de ampliación de la pista de
rodadura del aeropuerto. El resto del territorio, es decir la laguna
propiamente dicha y la vega que la circundaba, eran lugar sagrado para todos
los guanches hasta el punto de que tenían paso franco por la misma todos los
menceyatos de la isla incluso en tiempos de guerra entre ellos, ya que
consideraban el lugar como la morada de los espíritus de sus antepasados que
habían sido justos en vida, siendo por tanto lugar sagrado. Quizás esta
consideración de valle sagrado fue lo que motivó a Benchomo y sus aliados a dar
la batalla- suicidio-ritual a los españoles en los campos de Eguerew. Es
posible que la Santidad del lugar determinara
la aptitud tomada por los guerreros de Güímar aliados de los españoles,
los cuales contemplando el desarrollo de la lucha desde la Montaña de la Mina
no osaron intervenir en la misma hasta que la victoria se decantó a favor de
los invasores, aptitud que en el futuro sería nefasta para los güimareros, pues
el adelantado no fue remiso a la hora de hacerles víctimas de su venganza,
esclavizando a gran parte de ellos, como ya había hecho cuando sufrió la
derrota de Acentejo, a pesar de los pactos de paz y ayuda suscrito entre el
menceyato de Güímar y el gobernador de Tamarán (Gran Canaria) Pedro de Vera.
Esta plenamente documentado que el lugar de Eguerew
(La Laguna) estaba habitado por una población autóctona, especialmente el lugar
que después denominaría como Lomo de La Concepción, y Chikaika (Los Rodeos)
además de los enclaves más arriba reseñados, por consiguiente, insistimos en
que no existió tal fundación y sí el asentamiento de una población foránea que
desplazo con violencia a la primitiva guanche que ocupaba el territorio.
Conseguido el dominio militar por parte de las tropas
invasoras de la mayor parte de la isla de Chinech (Tenerife), el general jefe de
las tropas invasoras Alonso de Lugo, decide poner los cimientos del primer
asentamiento europeo estable en la isla, para ello decidió, de acuerdo con su
plana mayor, establecerlo en una llanura situada en la zona de La Jardina.
Este territorio abarca toda la llanura comprendida al
poniente de la sierra de Sejeita, Brunku,
Gallardina, la actual Jardina y Venju o Wenhu, al sureste el actual Rodeo de la paja al sur
Barranco de Guajara, Montaña La Mina, y Chicaica. La elección del lugar estuvo motivado
por la abundancia de agua pastos, y un suelo prácticamente llano y fértil,
disponibilidad en los alrededores de gran cantidad de árboles para la
construcción y para leña, además de
estar estratégicamente situado para las posteriores correrías por el interior
del país para llevar a cabo las razzias de hombres y ganados, al tiempo que
está lo suficientemente alejado de la costa,
para evitar cualquier asalto por sorpresa de otros piratas y esclavistas europeos especialmente
portugueses desde el mar.
Desde esta base de operaciones, les era mucho más fácil a
los castellanos realizar las penetraciones hacia el interior donde estaban
situados los bandos que habían sido de guerra, para depredar los ganados y
tratar de capturar a los guanches que aún se mantenían insumisos (alzados) y en
lucha abierta contra los conquistadores.
TAGORO
Estos reductos de
resistencia guanche se mantuvieron en armas
durante más de sesenta años después de que los españoles dieron de
manera unilateral por finalizada la conquista de la isla. Por otra parte,
debemos considerar que estas facciones de alzados, jamás se rindieron a los
conquistadores, manteniéndose por inercia una especie de tregua indefinida, por lo cual podrimos considerar
que la isla de Chinet (Tenerife) aún continua en guerra con Castilla.
En los albores de la conquista, los recursos económicos
que los invasores podían extraer de la isla eran bastante limitados, siendo los
desgraciados guanches supervivientes de las masacres castellanas la mayor
fuente de ingresos económicos con que contaba Alonso Fernández de Lugo para
hacer frente a las innumerables deudas
que había contraído con los mercaderes que le habían financiado los
cuantiosos gastos de la conquista. Careciendo Alonso de Lugo de los más mínimos
principios morales no dudó un ápice en urdir los más fútiles pretextos que le sirvieran para tratar de aprisionar y
esclavizar a cuantos guanches le era posible, tanto los considerados cómo de
paces como a los de los bandos de guerra, no dudando en asesinar a cuantos se
le resistían e incluso a aquellos que no le eran útiles económicamente,
especialmente los ancianos.
Posteriormente, los
apresados eran vendidos en los mercados de esclavos de Sevilla, Valencia o Barcelona, constituyendo la más
importante fuente de ingresos económicos para los mercenarios participante en
la conquista. Ante algunas tímidas protestas que hicieron llegar a la corte
castellana algunos guanches horros por los criminales métodos empleados por
Alonso de Lugo, éste trató de camuflar
estas operaciones de razzia, enmascarándolas irónicamente como “Operaciones de limpieza” contra los contingentes
guanches no sometidos denominados por los conquistadores irónicamente como bandidos
y ladrones de ganados.
El villorrio que en un principio fue la ciudad de La
Laguna, además de estar a distancia más que prudente del desembarcadero de Añazu (Santa Cruz de Tenerife), estaría
protegido de los posibles ataques por mar, de otros portadores de la “cultura
europea”. Por otra parte, se garantizaban la comunicación marítima con la
isla de gran Canaria manteniendo un destacamento de guarnición en la torre de
tapias que los conquistadores habían
levantado en la bahía de Añazu, (Santa Cruz) asegurando así una salida para los despojos obtenidos, consistentes en
ganados (Ovejas, Cabras y Cerdos,) orchilla, pieles (cordobanes) y sobre todo
la mercancía más valiosa, el -para ellos- ganado humano, compuesto por los
esclavos guanches la mayoría mujeres y niños tal como está registrado en los
archivos de las casas de contratación de Sevilla y Valencia y Barcelona.
Otras razones que pudieron haber influido en la elección
del lugar, además de las apuntadas eran la excelente situación defensiva que
proporcionaba el lugar rodeado de atalayas, las de Sejeita (San Roque), Montaña La Mina, y Lomo del Púlpito desde
donde se puede otear la costa, desde la
Punta de Anaga hasta el valle de Güímar, y desde La Punta de Anaga hasta
Tacoronte por la zona Norte, y una exuberante vegetación que unido a la humedad
reinante durante casi todo el año,
posiblemente hiciera recordar al general Alonso de Lugo los paisajes y clima de Galicia, cuna de su
ascendencia.
La fecha exacta del primer asentamiento europeo en Eguerew
(La Laguna) es desconocida, aun sin terminar de conquistar la isla, el capitán
de los invasores Alonso Fernández de Lugo, se ve obligado a desplazarse a
Castilla para dar cuenta a los reyes del estado en que se encontraba el negocio
de la conquista de la isla, pues se le agotaba él último de los plazos
concedidos por estos para culminar la misma. En este viaje se hizo acompañar
por algunos notables indígenas apresados durante el acto de las “paces” de
Taoro (Los Realejos), no estando demostrado de manera fehaciente el que éstos
fuesen todos o parte de los nueve menceyes que gobernaban la isla al tiempo de
la penetración castellana, tal como afirman algunos historiadores.
El vicario de la secta católica Fernán García, cuando
llega a la isla en 1496, dice que había dos ó tres casas pajizas en La Laguna,
estas casas estaban situadas en un promontorio dotado de una fuente. Este
embrión de poblado estaba dirigido como hemos dicho por Fernando de Trujillo,
éste, en acuerdo con el resto de los “regidores” habían decidido crear allí la
villa, posiblemente sin el consentimiento del futuro adelantado. Una de las primeras
obras que acometieron fue la construcción de un recinto empleando para ello
tapias de madera, para celebrar en él los oficios religiosos católicos y al
mismo tiempo servía como lugar de reunión de los regidores e incluso como
almacén de pertrechos (algunos cronistas afirman que el futuro adelantado cargó
sobre sus propios hombros, algunos de los maderos para la edificación,
afirmación que, como mínimo, peca de ingenua dada la mentalidad castellana de
la época, en que cualquier supuesto noble sentía terror ante cualquier trabajo
manual, excepto el de cortar cabezas, además por esas fechas como hemos dicho,
el capitán de la conquista estaba de viaje por Castilla), éste primitivo y rudimentario templo, estaba
situado a la distancia de un tiro de piedra del actual de La Concepción,
posiblemente en el espacio que hoy ocupa la calle de La Cordera y próximo al
solar donde Alonso de Lugo tuvo su primera choza, parte del cual esta ocupado
por una modesta casa terrera que algunos autores confunden con la primitiva
casa de Alonso Fernández de Lugo.
La pérdida ó ausencia de muchas cédulas de repartimientos, son un obstáculo para concretar la fecha del primer asentamiento
europeo, pues las primeras conservadas son de principio del siglo XVI. Serra,
considera el asentamiento de los primeros conquistadores europeos y algunos
isleños auxiliares en la actual ciudad
en 1496, coincidiendo con la ausencia de
Lugo en Castilla, señala que las primeras, pobres y desordenadas viviendas se
levantan bajo el mandato del teniente Fernando de Trujillo conocido como el
Teniente Viejo, la realidad es que la mayoría de las viviendas ocupadas por los
invasores pertenecían a los guanches que moraban en el lugar, construyendo los
castellanos algunas pobres chozas cubiertas de hiervas secas en el lugar que
después se denominaría Lomo de la Concepción, sitio que contaba con una
excelente fuente de agua además de estar bordeado por la laguna propiamente
dicha. Por su parte, fray Alonso de Espinosa pretende concretar más la fecha
del primer asentamiento europeo y nos dice que tuvo lugar el 20 noviembre de
1497. Indudablemente Espinosa se refiere a los inicios de la villa de abajo,
pues ya por esas fechas Lugo había regresado de Castilla portando la real
cedula que le autorizaba para el reparto de las tierras, aguas, heredades casas
y cuevas depredadas a los guanches, así como crear asentamientos, iglesias,
conventos etc.
Fue en estas fechas precisamente cuando Alonso de Lugo
hizo nombramientos de los primeros
regidores, no obstante, la toma de decisiones arbitrarias y dictatoriales fue una constante en la vida
de Lugo, lo que unido a su muy personal concepto de la moral y guiando sus
actuaciones conforme a sus intereses
inmediatos, y en ocasiones conforme a su estado de ánimo o
capricho, gobernó la isla como hacienda propia, llegando incluso en muchas
ocasiones a desobedecer las ordenes reales.
Lentamente, fueron surgiendo chozas y barracones de manera
desordenada alrededor del modesto templo
católico de La Concepción, tomando el lugar el aspecto de un campamento
provisional, más preparado para resistir un posible ataque de los guanches que
para desarrollar una vida urbana normalizada.
Este poco atractivo
aspecto ofrecía la incipiente Villa de La Laguna, cuando- el ya Adelantado- Alonso de Lugo, hacía Abril -
Mayo de 1497, regresa de Castilla,
investido de poderes reales para repartir tierras, casas y heredades, nombrar
regidores, justicias y alcaldes, mercedes éstas concedidas por real cédula
expedida el 5 de Noviembre de 1496. El Adelantado considerando poco decoroso el
aspecto que ofrecía la villa, para la supuesta calidad de su persona y para los
designios que para sí mismo se había propuesto, como dueño absoluto de la isla
(pues los monarcas quedaban – y quedan lejos), decidió trasladar la villa a
unos terrenos más llanos y con mayor disponibilidad de agua, situados próximos
al barranco de Araguy, -
posteriormente de la Carnicería, del Rey
ó del Drago –pues por todos estos nombres es conocido el barranco de La
Jardina, mandando construir sus
casas en el solar que hoy ocupa el convento de las monjas Catalinas, frente a
la plaza de San Miguel ó del adelantado más conocida popularmente como Plaza de
Abajo.
El Cabildo, es decir el Adelantado, siguiendo su política
en beneficio del crecimiento de la nueva villa, promulgó varias disposiciones
tendentes a conseguir sus objetivos algunas de las cuales reproducimos por
considerarlas de interés para una mejor comprensión del periodo de que
estamos tratando, en 28 de Enero de
1499, toma el siguiente acuerdo: ” Este dicho día Diego Hernandes e 2 se
asentaron por vecinos para que dentro de quinze días primeros siguientes darán
fiadores tales que, dentro de aquí al Agosto, darán fechas sus casas aquí en la
vylla de San Cristoval, so pena de xm mrs. Para los reparos de los caminos
desta ysla.”
En
reunión del 21 de Julio de 1499, se tomó otra disposición sobre el mismo tema:
“..Y asy mesmo ordenaron e
mandaron que por cuanto muchas vezes se a mandado y pregonado que cada uno de
todos los vecinos desta ysla hagan casas en esta villa y muchos dellos non las
han fecho, que dende mañana se les manda que de oy fasta en todo el mes de
Agosto primero que verná hagan casas o
las enpiecen a hazer, so pena quel que no las heziere o enpeçare en el dicho
tiempo yncurrirá en pena de dos mill
mrs. Para las obras públicas.”
Seis
meses más tarde, el cabildo retoma el tema aumentando las sanciones:
“...Asy mesmo ordenaron e
mandaron que por cuanto ay ordenança que los vecinos desta ysla puedan hazer
pez en los montes della, condicionalmente que hagan que todos se hiezen casas,
que los que no las han fecho luego la a la ora pongan mano en hazellas luego y
no hagan pez hasta haber fecho las casas, so pena que la que heziere la avía
perdido y asy mesmo lo que tiene fecho estará de manifiesto hasta que esté
fecha la casa, y la que ha vendido y está en la tierra que le harán bolver los
dineros y asy mesmo ser obligado de poner cada uno ocho cientos sarmientos, los
cuales pongan en este presente año, y demás y aliende de todo lo sobredicho
pagarán cada uno dos mill mrs. de pena.”
Continua en similares términos el acuerdo tomado el 6 de
Abril de 1500, en esta ocasión también con la obligación de sembrar viñas: “”...Yten
ordenaron y mandaron que todos los onbres de trabajo que hazen pez, asy a
soldada como de cualquier manera, que sea obligado de hazer su casa e viñas ni
más ni menos que los vecinos, so las penas contenidas, y las casas sean
obligados de las hazer desde oy fasta en todo el mes de mayo promero que verná,
y las viñas que cesguesten y cerquen las tierras para que se pongan al ynvierno
venidero, so la dicha pena contenida.”
Para ordenar esta nueva fase de construcción de la futura
villa, y para imprimirle su sello personal, en un deseo de distinguirla de la
antigua villa de arriba, auspiciada por su lugarteniente Fernando de Trujillo,
ordenó trazar las calle a cordel, promovió la construcción de un nuevo templo
católico -el de los Remedios, actual Catedral- y para incentivar el crecimiento
del nuevo núcleo de población, dictó varios pregones prohibiendo la
construcción de nuevas casas en la villa de arriba, e incluso la reparación de
las existentes, así como que se efectuase ningún tipo de comercio en la misma,
bajo severas penas para quienes incumpliera estas disposiciones. El cabildo en
sesión de fecha 24 de Abril de 1.500, tomó el siguiente acuerdo:
“...Yten ordenaron y
mandaron que no sea osado ninguno de vender en la Vylla de Arriba ninguna
cosa, pan ni vino ni carne ni pescado ni
caça ni lienço ni paño ni otra cosa ninguna, so ( pena) que perderá todo lo que
vendiera y pagará dos mill (mars.) de pena para los reparos de la ysla.”
A pesar de estas disposiciones el crecimiento de la
población en la villa de abajo es lento, llegando en alguna ocasión a peligrar
la consolidación del incipiente villorrio, lo que obliga al Adelantado
disponer mediante pregón que todos los
vecinos de la isla, tuviesen casa abierta en la nueva villa, esta medida tuvo
poco éxito, pues a pesar de que muchos vecinos recibieron los solares que al
efecto se distribuyeron, éstos preferían establecerse en sus tierras de labor, no sólo para controlar
las labores propias de la nuevas plantaciones sino quizás como una manera de
escapar al férreo control que, tanto el adelantado como los regidores, ejercían
sobre los colonos y primeros moradores
europeos, transformando los solares recibidos en huertas y corrales para los
ganados, repartiéndose incluso a algunos
guanches de paces, solares en el lugar que después sería la calle real, como
ejemplo veamos la data concedida a Antón de Tegueste y Bastián de San Clemente,
50 pasos de tierra de solar en que fagais dos casas los cuales solares vos
dos en la villa de arriba que lindan con Fernando de Tacoronte e por delante la
calle real, (hoy calle de San Agustín) a los que el repartidor añade
sendos caices de Tierra, fechado el 9 de
Julio de 1506. En cuanto a los guanches esclavos les asignó unos míseros
solares de cuatro o cinco metros de frente agrupados todos en lo que hoy es la
Calle Maya, al objeto de tenerlos estrechamente controlados. Esta
situación de carencia de interés por
parte de los vecinos y nuevos pobladores, para asentarse en la villa, motivó la
promulgación de nuevos pregones conminatorios a los colonos para que construyesen sus viviendas en la
Villa de Abajo.
El 24 del mismo mes y año, los regidores, deciden
arremeter de nuevo contra la Villa de Arriba, promulgando una ordenanza que
tiene tintes de ultimátum, pero que los pobladores tomaron tan poco en serio
como habían venido haciendo con las anteriores, veamos la disposición:
“...Yten ordenaron y mandaron que ninguna persona de
ninguna condición que sea osado de hazer casa en la Vylla de Arriba ni hagan
ninguna cosa en las que tyenen fechas en las adobar, so pena que ge lo
derrocarán todo lo que hizieren y le llevarán dos mill mrs. de pena, y las
casas que ovyeren de hazer que las hagan desde el espital de Santespiritus hazia el logar de
Abaxo, so la dicha pena.”
Con este dato podemos demarcar el perímetro de la villa de
abajo, que abarcaba por el Suroeste desde la actual calle de Sol y Ortega,
Plaza de la Catedral y calle de Miralejos, hoy de San Juan, hasta el barranco
de Chamarta, en este lugar denominado de San Juan, por el Norte, la Laguna y
por Este el barranco de Araguy o de Las Carnicerías
Si la obsesión del adelantado y por consiguiente de sus
regidores, de crear la Villa de Abajo, a golpes de decretos y duras sanciones
son manifiestas, no lo es menos el interés puesto en que esta no fuese
destruida por el fuego. Las primeras viviendas construidas tenían la techumbre
de paja y rastrojos por lo que no eran infrecuentes los incendios, los cuales
eran temibles debido a la gran cantidad de maderas y techumbres de paja
empleadas en las construcciones. Esta situación motivó el que en las cesiones
del cabildo se abordase el tema dictándose normas preventivas, no carentes la
habitual crueldad propia en los invasores, llegándose incluso a sancionar con la pena de muerte las posibles infracciones que pudieran cometerse en
la materia, tal como queda reflejado en las disposiciones que fueron
promulgadas antes del mes de abril de
1497:
“...y condición que sea no
sea osado de pegar fuego de un cabo a otro en...../casa a otra so pena de
cientaçotes e cualquiera que pusiera fuego / si heziere algund dapño que muera
por ello”.
Fernando de Aragón; concede al
embajador de Venecia Frarncesco Capello el título de conde de Rosas de los
Caníbales. En la carta de privilegio se hace expresa menci6n del obsequio a la
Señoría de uno de los nueve reyes de la isla de Tenerife.(Eduardo Pedro García
Rodríguez).
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