martes, 9 de octubre de 2012

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV.



EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV.


1491 - 1500

 

Eduardo Pedro García Rodríguez




1496 Julio 23. Soria. Incitativa a las justicias del Reino, especialmente a las del Puerto de Santa María, para que den cumplimiento de justicia a Francisco Gorvalán, vecino de Sevilla, que reclama el importe de los seis esclavos que le correspondieron en la conquista de Tenerife junto al gobernador Alonso de Lugo. Dichos esclavos le fueron embargados a instancias de los mercaderes Guillermo del Blanco y Nicolao Angelato, que argumentaban pertenecerles por tener parte en dicha conquista, ante lo que Francisco de Gorvalán pidió que fueran vendidos por las justicias del Puerto de Santa María y puesto su importe en depósito, lo que hicieron con cinco de ellos, ya que el otro fue tomado por Guillermo del Blanco. Obispo de Astorga. Alcocer. Yllescas. Oropesa. (E. Aznar; 1981)

1496 Julio 23. Soria.  Francisco Gorvalán. Yncitativa.

Don Fernando e doña Ysabel, etc. A todos los corregidores, asystentes, alcaldes e juezes e justicias qualesquier, ansy de la cibdad de Sevilla como de todas las otras cibdades e villas e logares de los nuestros regnos e señoríos, e a cada uno e qualesquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud e gracia. Sepades que Francisco Gorvalán, vecino de la dicha cibdad de Sevilla, nos fizo relación, etc., diziendo: que ha que bive con el govemador Alonso de Lugo quatro años e medio, por que le diese por cada un año nueve mill maravedís de salario, que montan quarenta mill e quinientos maravedís, según paresce por un conoscimiento, firmado de su nonbre e de ciertos testigos, que ante nos hizo presentacon; e diz que le devía más el dicho gobernador otros quinze mill maravedís que él diz que avía gastado, por él y por su mandado, en cosas a él necesarias e conplideras, según que paresc;ía por una carta cuenta que él tenía; e que como quiera que por él muchas veces por él le avían Seydo pedidos todos los dichos maravedis, que nunca los avía querido pagar ninguna parte alguna dellos, en lo qual diz quél avía rescibido e rescibía mucho agravio que e daño; e nos suplicó e pidió por merced que sobre ello proveyésemos, mandándole dar nuestra carta para qualesquier personas que algunas contías de maravedíes le deviesen, que las toviesen enbargados en sy, fasta quél fuese pagado de lo que ansy el dicho governador Alonso de Lugo le devía, o como la nuestra merced fuese. E nos tovímoslo por bien: por que vos mandamos a todos e a cada uno de vos en vuestros logares e jurediciones que luego veades lo susodi cho, e llamadas e oydas las partes a quien toca e atañe, breve e sumariamente, non dando lugar a luengas nin dilaciones de malicia, solamente la verdad sabida, fagades e administrades al dicho Francisco Gorvalán entero conplimiento de justicia; por manera que la él aya e alcance, e por virtud della non tenga causa nin razón de se nos más venir ni enbiar a quexar sobre ello. E los unos nin los otros, etc. Dada en Soria, a veynte e tres días de jullio de noventa y seys años. = Johannes, episcopus astori'Sensis. = J ohannes, doctor. = Gundisalvus, licencatus.=Petms, doctor. =Yo Alonso del Mármol, etc.

1496 Julio 25. Uno de los Capellanes de la secta católica que acompañó al invasor Alonso Fernández de Lugo en la Conquista de esta Isla Chinet (Tenerife), Ilamóse Rui Blás, y asistió como tal Capellán a la solemne misa de ocupación que se celebró en el improvisado altar del Realejo alto el día 25 de julio de 1496, al firmar algunos de los notables guanches el Pacto de paz con

Al hacerse más tarde el reparto como botín de guerra de las tierras usurpadas entre los invasores conquistadores, se le agració al clérigo esclavista Rui Blás con una Data en Icod; consistente en las tierras que se sitúan en la cordillera que por el Occidente cierra el Valle de Icod, que aun conservan el nombre de aquel Sacerdote, y entonces se prolongaban hasta la orilla del mar, donde hoy está la finca de la Coronela.

Dicho Rui Blas, que primero fué Cura de la Iglesia de San Pedro de Daute y más tarde de la de San Marcos de Icod, dejó sus bienes a su sobrino Pedro de Aguiar, que también vino a la Conquista de esta Isla, y era natural de Portugal y hermano de Alfonso Yanes, clérigo presbitero también de la secta católica, y casó en 1cod, donde se estableció, con María Pérez de Guzmán, hija de Rui Díaz de Matos, y Catalina Pérez. Este matrimonio fué tronco de numerosa descendencia c riolla, que enlazó con las familias de colonos de Guillén, Roxas, Luis de las Socas, Timudo del Castillo, Molina de Fonseca, León, Linch, Huerta y otras.
1496 julio 26.
Notas en torno al asentamiento europeo en el Valle Sagrado de Aguere, hoy ciudad de La Laguna en la isla Chinech (Tenerife), después de la invasión y conquista de la isla.

Uno de los escollos para descubrir los primeros pasos de asenta­miento europeo en La Laguna es la ausencia o pérdida, o ambas cosas, de muchos repartimientos, pues los primeros conservados son de co­mienzos del s. xvi. Serra, que considera la fundación de la ciudad en 1496, coincidiendo con la ausencia de Lugo en Castilla, señala que las primeras, pobres y desordenadas viviendas se levantan bajo el mandato del teniente Fernando de Trujillo. Está claro que si Lugo hizo nom­bramientos sin contar aún con la cédula que lo autorizaba, urgido por las circunstancias y convencido de incurrir en grave ilegalidad al for­mar parte esa futura atribución de sus capitulaciones con los monar­cas, otro tanto debió haber ocurrido con los primeros repartimientos, que no necesariamente se verificarían con todos los trámites que luego serían exigibles. La mera pérdida documental no parece argumento su­ficiente para explicar el vacío al respecto en los tres o cuatro primeros años de poblamiento.
Algunos historiadores o «relatores» tradicionales, como el padre Espinosa, en su intento de explicar la fundación capitalina iniciaron un camino que han seguido erróneamente otros autores de nuestro tiempo, confundiendo los inicios del poblamiento con la hipotética primera sesión del Ayuntamiento —que como algunos tratadistas han subrayado es anterior al verano de 1497— y con los solemnes nom­bramientos de regidores y disposiciones ordenancistas, minusvaloran-do los nombramientos efectuados con anterioridad por Lugo, así como el hecho de que ya la vida se regía en la isla y entre los escasos pobladores laguneros por normas escritas o pregones de los que no ha quedado rastro. Más bien habría que desconfiar de que en una sola se­sión surgiese por arte de magia todo un entramado institucional y le­galista, haciendo de Lugo poco menos que un Moisés que señala ese día La Laguna como la tierra prometida. Incluso el testimonio, por lo demás tardío, del vicario Fernán García, que señalaba que al llegar a la isla había 2 ó 3 casas pajizas en La Laguna, es un elemento a favor de considerar el poblamiento y la fundación en 1496. Otra cuestión es darle entero crédito a la aseveración interesada de García —un vica­rio que había tenido frecuentes encontronazos con las autoridades—, que atribuye un mayor desarrollo urbano a Los Realejos que a la ca­pital. A veces nos olvidamos de la crítica cuando leemos deposicio­nes de testigos sin caer en la cuenta de sus objetivos, y por otra parte, si hiciésemos caso a los propios protagonistas de la conquista en lo referente a la fecha de su comienzo o terminación, pasados unos pocos años de la misma, nos volveríamos locos porque los testimo­nios no casan y, es evidente, la memoria les flaquea. En aquella época no se tenía tanto interés por la precisión y el dato como hoy, y es otro aspecto que olvidamos cuando utilizamos demasiado confiadamente sus afirmaciones. Por otra parte, ya Rumeu de Armas ha indicado que cuando Lugo, hacia abril-mayo de 1497, regresa a Tenerife, muchos conquistadores se habían establecido en chozas y barracones en los alrededores de la laguna, y entonces decidió verificar la simbólica fundación de la ciudad. En efecto, así pudo suceder, pero conviene subrayar que simbolismo y realidad no son la misma cosa.

La datación exacta del efectivo establecimiento de población caste­llana en La Laguna sigue siendo desconocido. Es sabido que hubo un campamento en Gracia a fines de 1494 o en 1495, pero ni esa instala­ción se realizó realmente dentro de las lindes primitivas de la población lagunera, ni un campamento estratégico, pensado con carácter provisio­nal, puede considerarse como núcleo fundacional. Hay autores que han hecho referencia a las intenciones y proyectos del Adelantado, como Moure, que sostiene que aquél ya había designado La Laguna como ca­pital desde la primavera de 1494, más bien como promesa si Santa María y S. Miguel le daban la victoria, pero ni está realmente funda­mentada esa aseveración ni resuelve el problema de la instalación defi­nitiva de población civil, o en su defecto militar pero con carácter per­manente y con la clara intención de constituir en ese territorio un núcleo ciudadano. Se aviene mal con esa afirmación la posterior hipótesis del propio Moure de que Lugo fundase la ciudad (¿qué se entiende por fun­dación?) el 26 de julio de 1497 para cumplir su promesa de dedicar la primera población de la isla al mártir S. Cristóbal por haberse producido en su día la primera rendición de menceyes. Desde luego, la exactitud en una fecha ya resulta sospechosa, pero lo que está claro es que la con­quista había finalizado hacía más de un año, y no se explica que alguien tan afecto a sus santos tarde tanto en cumplir un voto.
Primitivo asentamiento: el primer núcleo.
Muy pronto, apenas establecidos los primeros pobladores en el lomo situado en la zona S-SO de la laguna y poco después de instituido el Concejo, se produce un cambio urbanístico revolucionario que parte del propio gobernador y capitán de la conquista, seguramente contando con la aprobación de sus allegados, pues se suele descargar toda la res­ponsabilidad en el Adelantado sin pensar en que, si bien es cierto que disponía de mucho poder, no lo es menos que no podía obrar en un asunto tan delicado sin el apoyo de otros poderosos en una etapa difí­cil, cuando todavía se estaba definiendo la organización de la nueva vida europea en todas sus vertientes y se pretendía atraer pobladores.

Como es conocido, se traslada el centro de la villa desde el lugar fundacional hacia la zona más llana situada al este, y en concreto Lugo se asentará en lo que hoy es el monasterio de Santa Catalina.

Hace tiempo que están descartados los móviles pasionales de una im­posible venganza, que durante un tiempo fueron del gusto de un sector historiográfico para explicar esta mudanza. Está demostrado que la decisión se adoptó poco antes de 1500, pues en abril de ese año ya el Cabildo prohibía edificar en lo que pasó a denominarse villa de Arri­ba, prohibiendo incluso el reparo de las casas ya construidas, bajo la doble sanción de derribar la obra y pagar 2.000 mrs.

Lugo erige rápidamente su mansión en el área que consideró más conveniente y estratégica, muy cerca del barranco, frente a la montaña de San Roque, que podía servir de atalaya, y justo donde empezaba la pendiente que conducía al puerto de Santa Cruz, en los aledaños ade­más del escenario de su vital victoria sobre los guanches acaudillados por Benchomo. Antes de 1506, desde luego, había terminado su vi­vienda, que señoreará la que sería plaza Mayor de la ciudad, ya que en esa fecha se cita la morada de Lugo en la plaza del Adelantado con motivo de la fundación de la ermita de S. Miguel.

Para Martín Rodríguez, el radical desplazamiento hacia el este obedeció a razones urbanísticas, y explica la torcedura de la calle de la Carrera por el objetivo de alcanzar la alineación con la calle del Agua y la plaza del Adelantado, trazadas con anterioridad.
En nuestra opinión, si las razones urbanísticas, quizá complemen­tadas con otras estratégicas, fueron el móvil, lo que no parece justifi­cado es atribuir los errores de alineamiento urbanístico a una planificación. Convendría revisar el alto concepto de Lugo como organizador de la urbe que muchas veces se le ha otorgado, por lo menos en la pri­mera década de su gobernación. Ya hemos visto cómo en el reparti­miento actúa a veces en un segundo plano, tras haber dado plenos pode­res a otros regidores de su plena confianza para proceder a la planifica­ción. ¿Debemos creer que no actuó igualmente asesorado en la decisión de trasladar el núcleo original más abajo? Si el plano de la futura ciudad es aproximadamente geométrico (y queremos subrayar el adverbio), los errores son realmente tales, propios de unas personas que no sólo no eran ingenieros urbanísticos, sino que además la propia realidad y las modificaciones que por diferentes motivos se efectúan en los primitivos repartimientos de solares —de modo casi indistinto ocupados por casas, cultivos o corrales— originan una situación que se intenta solucionar de modo pragmático, respetando en lo posible una primera intencionali­dad, aunque ésta tuvo que tener por otro lado una visión realmente limi­tada. ¿Podía prever alguien cuál sería el desarrollo futuro del caserío inicial como para haber diseñado un complejo y articulado plano urba­no? Quizá todavía no hayamos caído suficientemente en la cuenta de que entre el plano de Torriani —que de modo incorrecto solemos tener en mente cuando hablamos de la fundación— y los primeros momen­tos, pasa casi un siglo, y que en sus comienzos, como lo demuestran las Actas capitulares, la población apenas crecía y pasó momentos de apuro. No podemos aplicar sin más teorías renacentistas a unos guerre­ros, aventureros, hidalgos, mercaderes e incipientes terratenientes, que han decidido crear una capital de una isla que se desea colonizar, cuan­do su única preocupación es acertar a crear riqueza y procurar que no se les vayan los escasos soldados y colonos, que apenas pueden levantar unas casas pajizas en una aldea polvorienta, húmeda, en la que apenas se atisban las calles. Las .propias ordenanzas, que se comentarán más adelante, nos proporcionan una imagen más cercana a la realidad inclu­so décadas más tarde, cuando la ciudad se hallaba ya consolidada.

En nuestra opinión, más que localizar y adscribir la trama urbana y los hipotéticos proyectos de los colonizadores a un determinado mo­delo hispano, es más fructífero centrarnos en la propia realidad, en la toma de decisiones posiblemente ajenas a supuestos planteamientos renacentistas o imperiales.
En cualquier caso, se podría hablar de una cierta similitud con las ciudades andaluzas, en las que Bonet Correa halla una mescolanza entre Renacimiento y Barroco, pues junto a cierta idea de la regularidad y planificación existen conventos con huertas amuralladas, casas con corrales y huertos, callejones estrechos y sin salida, etc. Del mismo modo, además de la plaza Mayor, pronto le surge la competidora de los Remedios, situada en una encrucijada de calles, que como en Andalu­cía, era lugar que propiciaba encuentros cotidianos.

Resulta, en cambio, más atinada la idea de contraponer la diferen­te disposición y modo de crecimiento de las dos «villas», pues si puede hablarse de un mayor control y ordenación del nuevo núcleo, el más antiguo presentará una imagen más desordenada, herencia direc­ta de lo que debió ser la forma de proceder en los primeros años.

Digamos, finalmente, que se ha exagerado mucho en lo referido a la obstaculización al desarrollo de la primitiva zona de la ciudad, pues en los primeros años del s. xvi desaparecen las trabas y el propio Ade­lantado reparte solares muy pronto en el área de la Concepción, e in­cluso se potencia su poblamiento, y allí recibirán datas y solares medi­dos personajes poderosos, como comprobaremos.

Por otro lado, no está de más recordar que la oposición villa de Arriba-villa de Abajo, tiene más que ver con la división parroquial de 1515 y el claro favorecimiento inicial de la nueva iglesia de los Remedios, que con las anti­guas disposiciones capitulares de finales del s. xv. Además, la citada segregación parroquial situará la «divisoria» invisible de la capital en el eje actual de
las calles de S. Juan-Juan de Vera ".
Una etapa de transición y dificultades de crecimiento: la pri­mera década del s. xvi. El núcleo de la plaza de S. Miguel.
En lo que todos podemos coincidir es en la voluntad concejil de dotar desde un principio a la población, a partir de este núcleo virgen, de un verdadero centro cívico, conformado alrededor de una plaza mayor, en torno a la cual algunos importantes personajes comienzan a emular al propio Alonso de Lugo, que edifica en el lado oeste. Con su gesto, señalará el nacimiento de la futura vía del Agua.
En principio no cabe discutir con vehemencia la nueva localización elegida por Lugo, pero sí la conexión y desarrollo de la urbe en esos años primeros Más bien hay que darle la razón a Serra cuando desmontaba en unas páginas magistrales algunas aseveraciones que si­guen calando en los actuales historiadores. A él le parecía un desacier­to la nueva ordenación del Adelantado. En efecto, baste considerar que la pronta fundación —impulsada por el propio Lugo— de otra iglesia parroquial en medio de la villa, en muy poco tiempo iba a convertir a la incipiente plaza de los Remedios en un espacio competidor de la plaza mayor, y ya desde mediados del Quinientos, los pregones y su­bastas radicarán en esta nueva plaza, lo que hace pensar que actuaría como centro financiero o de reunión de mercaderes... Pero otros mu­chos detalles servirían para corroborar los errores: la imperfecta cone­xión con el camino que unía con Santa Cruz y luego debía enlazar con Tacoronte —en una decisión que traería tremendos problemas de trán­sito a la ciudad siglos más tarde—, la existencia de callejones-calle-juelas (de la Caza) entre las dos calles principales de la población, el craso error de enlace entre las dos iglesias en la que sería la calle prin­cipal, la dificultad para abastecimiento de agua...

Pensemos, por otra parte, que se pretendía más que la gente deja­se el lomo de la Concepción que un desplazamiento radical de las construcciones, pues se es tan flexible que se permite que los edifi­cios se levanten desde el hospital del Santispíritu (es decir, desde el actual convento agustino, aproximadamente) hasta el lugar de Abajo, en el que ya debía existir alguna casa antes de 1500. Una forma más de hacer esta pequeña guerra a los de Arriba consiste en la lucha eco­nómica, pues se veta la venta en ese núcleo primitivo. No se entien­de bien por qué se elige un centro cívico distanciado de la calle prin­cipal (entonces, la de S. Agustín), que se fomenta desde la citada orden de 1500.

No contribuyó a animar una voluntad planificadora la dificultad de poblamiento que se advierte hasta aproximadamente 1506. Como algunos autores han señalado, fracasaron los esfuerzos —a veces in­comprensibles y obsesivos— por estimular el progreso demográfico de la capital, en detrimento de otros lugares de la isla.
Asimismo, la profesora Fraga piensa que los pobladores se adap­taron a las condiciones físicas, y que lo predominante fue la inexisten­cia de ordenamiento. En este desorden habría influido, entre otras cosas, la escasa cultura de los conquistadores (gente de armas, aventu­reros, labriegos de humilde condición...). El propio relieve representó un escollo para las trazas rectilíneas, de modo que la resultante sería la formación de planos semirregulares. Sin embargo, entiende que es perceptible un cambio a partir de 1500, cuando Lugo propicia unas trazas a cordel, con una cuadrícula de manzanas en la villa de Abajo, entre los Remedios y S. Miguel, afirmación esta más difícil de soste­ner para la primera década del Quinientos.

En realidad, el primer intento conocido de planificación del cre­cimiento de la villa se produce en noviembre de 1506, coincidiendo con datos acerca del poblamiento del lugar, a los que haremos alu­sión en el siguiente capítulo, que permiten aseverar que aquélla se va consolidando, aunque lentamente. Se instaura entonces un sistema que, «mutatis mutandis», se repetiría en la década siguiente: la cor­poración diputa una comisión, en este caso formada por los regidores Alonso de las Hijas, Sancho de Vargas y Fernando de Llerena, tanto para el amojonamiento de la dehesa de la laguna —pues convenía antes que nada delimitar y separar el área ganadera, sobre todo, de la «residencial» — , como para el reparto de solares a los vecinos que decidiesen vivir en la población. Realmente las orientaciones que les proporciona la corporación son decepcionantes como indicio de or­ganización urbanística, pues se limitan a indicarles que los solares se debían situar a las espaldas de la calle nueva hacia Geneto, y que las calles debían ser derechas, de modo que se derribaría cualquier edifi­cación que hubiera osado invadir la calle ". No sólo es dudoso que en aquel entonces se hubiera llevado a la práctica una medida así, cuando lo que se buscaba era atraer colonos, sino que tendríamos que saber que entendían los regidores por calle y por vía recta. Ade­más, que sepamos, transcurrirán aún varios años para que arranque con fuerza y continuidad un plan de ordenamiento que merezca ese nombre.” (Miguel Rodríguez Yánez. La Laguna 500 años de historia
Tomo I. Volumen I.:33y ss.)

1496 Julio 27.  Fecha más probable del primer establecimiento estable de europeos en Eguerew  (hoy San Cristóbal de La Laguna). Escogida por los colonos como  fecha oficial de celebración de la ocupación del territorio usurpado a sus primitivos moradores guanches.

La supuesta fundación de la actual ciudad de La Laguna  (Isla de Tenerife) por los europeos, no deja de ser una de las tantas falacias históricas sostenidas por los cronistas e historiadores dominados por un etnocentrismo exacerbado. Tal como hemos venido repitiendo hasta la saciedad, no se puede fundar lo que ya está fundado, por consiguiente, si exponemos los hechos con honestidad y veracidad histórica no podemos hablar de fundaciones propiamente dichas en las Islas, y sí de asentamientos europeos. Hace unos años por 1996 se desató en los municipios tinerfeños una especie de “fiebres fundacionales”, casi todos querían celebrar el quinientos aniversario de su “fundación”, la epidemia fundacionalista adquirió tal virulencia que se llegó a temer que incluso los barrios y algunas modernas urbanizaciones turísticas pretendieran celebrar el quinientos aniversario de su “fundación”.

Es indudable que las poblaciones suelen situarse en aquellos lugares que reúnen las condiciones idóneas para el desarrollo de la vida cotidiana, en el caso de la población autóctona de Tenerife es decir el pueblo guanche, las condiciones estaban determinadas por la abundancia de pastos, aguas y terreno fértil, estas condiciones se daban de manera optima en la zona de La Jardina, la que posteriormente pasaría a denominarse Eguerew o La Laguna, la cual estaba habitada por núcleos de población guanche, concretamente en los sitios del Brunku, ( El Bronco o Lomo Largo) Sejeita (San Roque) Jardina o Hardina (En el hoy barrio de Jardina) Venju o Wenhu (Hoy Las Canteras-Las Mercedes)  Lomo de La Concepción e incluso existió un templo santuario guanche en la zona de Los Rodeos, en los alrededores de donde nace el Barranco de Chamarta, (Chamattu o barranco de la mujer) dicho templo fue destruido por unas obras de ampliación de la pista de rodadura del aeropuerto. El resto del territorio, es decir la laguna propiamente dicha y la vega que la circundaba, eran lugar sagrado para todos los guanches hasta el punto de que tenían paso franco por la misma todos los menceyatos de la isla incluso en tiempos de guerra entre ellos, ya que consideraban el lugar como la morada de los espíritus de sus antepasados que habían sido justos en vida, siendo por tanto lugar sagrado. Quizás esta consideración de valle sagrado fue lo que motivó a Benchomo y sus aliados a dar la batalla- suicidio-ritual a los españoles en los campos de Eguerew. Es posible que la Santidad del lugar determinara  la aptitud tomada por los guerreros de Güímar aliados de los españoles, los cuales contemplando el desarrollo de la lucha desde la Montaña de la Mina no osaron intervenir en la misma hasta que la victoria se decantó a favor de los invasores, aptitud que en el futuro sería nefasta para los güimareros, pues el adelantado no fue remiso a la hora de hacerles víctimas de su venganza, esclavizando a gran parte de ellos, como ya había hecho cuando sufrió la derrota de Acentejo, a pesar de los pactos de paz y ayuda suscrito entre el menceyato de Güímar y el gobernador de Tamarán (Gran Canaria) Pedro de Vera.

Esta plenamente documentado que el lugar de Eguerew (La Laguna) estaba habitado por una población autóctona, especialmente el lugar que después denominaría como Lomo de La Concepción, y Chikaika (Los Rodeos) además de los enclaves más arriba reseñados, por consiguiente, insistimos en que no existió tal fundación y sí el asentamiento de una población foránea que desplazo con violencia a la primitiva guanche que ocupaba el territorio.

Conseguido el dominio militar por parte de las tropas invasoras de la mayor parte de la isla de Chinech (Tenerife), el general jefe de las tropas invasoras Alonso de Lugo, decide poner los cimientos del primer asentamiento europeo estable en la isla, para ello decidió, de acuerdo con su plana mayor, establecerlo en una llanura situada en la zona de La  Jardina.

Este territorio abarca toda la llanura comprendida al poniente de la sierra de Sejeita, Brunku, Gallardina, la actual Jardina y Venju o Wenhu, al sureste el actual Rodeo de la paja al sur Barranco de Guajara,  Montaña La Mina, y Chicaica. La elección del lugar estuvo motivado por la abundancia de agua pastos, y un suelo prácticamente llano y fértil, disponibilidad en los alrededores de gran cantidad de árboles para la construcción y para leña,  además de estar estratégicamente situado para las posteriores correrías por el interior del país para llevar a cabo las razzias de hombres y ganados, al tiempo que está lo suficientemente alejado de la costa,  para evitar cualquier asalto por sorpresa de otros piratas  y esclavistas europeos especialmente portugueses desde el mar.

Desde esta base de operaciones, les era mucho más fácil a los castellanos realizar las penetraciones hacia el interior donde estaban situados los bandos que habían sido de guerra, para depredar los ganados y tratar de capturar a los guanches que aún se mantenían insumisos (alzados) y en lucha abierta contra los conquistadores.
TAGORO
 Estos reductos de resistencia guanche se mantuvieron en armas  durante más de sesenta años después de que los españoles dieron de manera unilateral por finalizada la conquista de la isla. Por otra parte, debemos considerar que estas facciones de alzados, jamás se rindieron a los conquistadores, manteniéndose por inercia una especie de tregua  indefinida, por lo cual podrimos considerar que la isla de Chinet (Tenerife) aún continua en guerra con Castilla.

En los albores de la conquista, los recursos económicos que los invasores podían extraer de la isla eran bastante limitados, siendo los desgraciados guanches supervivientes de las masacres castellanas la mayor fuente de ingresos económicos con que contaba Alonso Fernández de Lugo para hacer frente a las innumerables deudas  que había contraído con los mercaderes que le habían financiado los cuantiosos gastos de la conquista. Careciendo Alonso de Lugo de los más mínimos principios morales no dudó un ápice en urdir los más fútiles pretextos que  le sirvieran para tratar de aprisionar y esclavizar a cuantos guanches le era posible, tanto los considerados cómo de paces como a los de los bandos de guerra, no dudando en asesinar a cuantos se le resistían e incluso a aquellos que no le eran útiles económicamente, especialmente los ancianos.

Posteriormente,  los apresados eran vendidos en los mercados de esclavos de Sevilla,  Valencia o Barcelona, constituyendo la más importante fuente de ingresos económicos para los mercenarios participante en la conquista. Ante algunas tímidas protestas que hicieron llegar a la corte castellana algunos guanches horros por los criminales métodos empleados por Alonso  de Lugo, éste trató de camuflar estas operaciones de razzia, enmascarándolas irónicamente como  “Operaciones de    limpieza” contra los contingentes guanches no sometidos denominados por los conquistadores irónicamente como bandidos y ladrones de ganados.

El villorrio que en un principio fue la ciudad de La Laguna, además de estar a distancia más que prudente del desembarcadero de Añazu (Santa Cruz de Tenerife), estaría protegido de los posibles ataques por mar, de otros portadores de la “cultura europea”. Por otra parte, se garantizaban la comunicación marítima con la isla de gran Canaria manteniendo un destacamento de guarnición en la torre de tapias que los conquistadores   habían levantado en la bahía de Añazu, (Santa Cruz) asegurando así una salida  para los despojos obtenidos, consistentes en ganados (Ovejas, Cabras y Cerdos,) orchilla, pieles (cordobanes) y sobre todo la mercancía más valiosa, el -para ellos- ganado humano, compuesto por los esclavos guanches la mayoría mujeres y niños tal como está registrado en los archivos de las casas de contratación de Sevilla y Valencia y Barcelona.

Otras razones que pudieron haber influido en la elección del lugar, además de las apuntadas eran la excelente situación defensiva que proporcionaba el lugar rodeado de atalayas, las de Sejeita (San Roque), Montaña La Mina, y Lomo del Púlpito desde donde se puede otear la costa,  desde la Punta de Anaga hasta el valle de Güímar, y desde La Punta de Anaga hasta Tacoronte por la zona Norte, y una exuberante vegetación que unido a la humedad reinante durante casi todo el año,  posiblemente hiciera recordar al general Alonso de Lugo  los paisajes y clima de Galicia, cuna de su ascendencia.

La fecha exacta del primer asentamiento europeo en Eguerew (La Laguna) es desconocida, aun sin terminar de conquistar la isla, el capitán de los invasores Alonso Fernández de Lugo, se ve obligado a desplazarse a Castilla para dar cuenta a los reyes del estado en que se encontraba el negocio de la conquista de la isla, pues se le agotaba él último de los plazos concedidos por estos para culminar la misma. En este viaje se hizo acompañar por algunos notables indígenas apresados durante el acto de las “paces” de Taoro (Los Realejos), no estando demostrado de manera fehaciente el que éstos fuesen todos o parte de los nueve menceyes que gobernaban la isla al tiempo de la penetración castellana, tal como afirman algunos historiadores.

El vicario de la secta católica Fernán García, cuando llega a la isla en 1496, dice que había dos ó tres casas pajizas en La Laguna, estas casas estaban situadas en un promontorio dotado de una fuente. Este embrión de poblado estaba dirigido como hemos dicho por Fernando de Trujillo, éste, en acuerdo con el resto de los “regidores” habían decidido crear allí la villa, posiblemente sin el consentimiento del futuro adelantado. Una de las primeras obras que acometieron fue la construcción de un recinto empleando para ello tapias de madera, para celebrar en él los oficios religiosos católicos y al mismo tiempo servía como lugar de reunión de los regidores e incluso como almacén de pertrechos (algunos cronistas afirman que el futuro adelantado cargó sobre sus propios hombros, algunos de los maderos para la edificación, afirmación que, como mínimo, peca de ingenua dada la mentalidad castellana de la época, en que cualquier supuesto noble sentía terror ante cualquier trabajo manual, excepto el de cortar cabezas, además por esas fechas como hemos dicho, el capitán de la conquista estaba de viaje por Castilla),   éste primitivo y rudimentario templo, estaba situado a la distancia de un tiro de piedra del actual de La Concepción, posiblemente en el espacio que hoy ocupa la calle de La Cordera y próximo al solar donde Alonso de Lugo tuvo su primera choza, parte del cual esta ocupado por una modesta casa terrera que algunos autores confunden con la primitiva casa de Alonso Fernández de Lugo.

La pérdida ó ausencia de muchas cédulas de  repartimientos, son un obstáculo para  concretar la fecha del primer asentamiento europeo, pues las primeras conservadas son de principio del siglo XVI. Serra, considera el asentamiento de los primeros conquistadores europeos y algunos isleños auxiliares en  la actual ciudad en 1496,  coincidiendo con la ausencia de Lugo en Castilla, señala que las primeras, pobres y desordenadas viviendas se levantan bajo el mandato del teniente Fernando de Trujillo conocido como el Teniente Viejo, la realidad es que la mayoría de las viviendas ocupadas por los invasores pertenecían a los guanches que moraban en el lugar, construyendo los castellanos algunas pobres chozas cubiertas de hiervas secas en el lugar que después se denominaría Lomo de la Concepción, sitio que contaba con una excelente fuente de agua además de estar bordeado por la laguna propiamente dicha. Por su parte, fray Alonso de Espinosa pretende concretar más la fecha del primer asentamiento europeo y nos dice que tuvo lugar el 20 noviembre de 1497. Indudablemente Espinosa se refiere a los inicios de la villa de abajo, pues ya por esas fechas Lugo había regresado de Castilla portando la real cedula que le autorizaba para el reparto de las tierras, aguas, heredades casas y cuevas depredadas a los guanches, así como crear asentamientos, iglesias, conventos etc.

Fue en estas fechas precisamente cuando Alonso de Lugo hizo nombramientos  de los primeros regidores, no obstante, la toma de decisiones arbitrarias  y dictatoriales fue una constante en la vida de Lugo, lo que unido a su muy personal concepto de la moral y guiando sus actuaciones conforme a sus intereses  inmediatos,  y  en ocasiones conforme a su estado de ánimo o capricho, gobernó la isla como hacienda propia, llegando incluso en muchas ocasiones a desobedecer las ordenes reales.

Lentamente, fueron surgiendo chozas y barracones de manera desordenada alrededor  del modesto templo católico de La Concepción, tomando el lugar el aspecto de un campamento provisional, más preparado para resistir un posible ataque de los guanches que para desarrollar una vida urbana normalizada.

 Este poco atractivo aspecto ofrecía la incipiente Villa de La Laguna, cuando- el  ya Adelantado- Alonso de Lugo, hacía Abril - Mayo de  1497, regresa de Castilla, investido de poderes reales para repartir tierras, casas y heredades, nombrar regidores, justicias y alcaldes, mercedes éstas concedidas por real cédula expedida el 5 de Noviembre de 1496. El Adelantado considerando poco decoroso el aspecto que ofrecía la villa, para la supuesta calidad de su persona y para los designios que para sí mismo se había propuesto, como dueño absoluto de la isla (pues los monarcas quedaban – y quedan lejos), decidió trasladar la villa a unos terrenos más llanos y con mayor disponibilidad de agua, situados próximos al barranco de Araguy, - posteriormente de la Carnicería, del Rey  ó del Drago –pues por todos estos nombres es conocido el barranco de La Jardina, mandando construir sus casas en el solar que hoy ocupa el convento de las monjas Catalinas, frente a la plaza de San Miguel ó del adelantado más conocida popularmente como Plaza de Abajo.

El Cabildo, es decir el Adelantado, siguiendo su política en beneficio del crecimiento de la nueva villa, promulgó varias disposiciones tendentes a conseguir sus objetivos algunas de las cuales reproducimos por considerarlas de interés para una mejor comprensión del periodo de que estamos  tratando, en 28 de Enero de 1499, toma el siguiente acuerdo: ” Este dicho día Diego Hernandes e 2 se asentaron por vecinos para que dentro de quinze días primeros siguientes darán fiadores tales que, dentro de aquí al Agosto, darán fechas sus casas aquí en la vylla de San Cristoval, so pena de xm mrs. Para los reparos de los caminos desta ysla.”

En reunión del 21 de Julio de 1499, se tomó otra disposición sobre el mismo tema:
“..Y asy mesmo ordenaron e mandaron que por cuanto muchas vezes se a mandado y pregonado que cada uno de todos los vecinos desta ysla hagan casas en esta villa y muchos dellos non las han fecho, que dende mañana se les manda que de oy fasta en todo el mes de Agosto primero que verná  hagan casas o las enpiecen a hazer, so pena quel que no las heziere o enpeçare en el dicho tiempo  yncurrirá en pena de dos mill mrs. Para las obras públicas.”

Seis meses más tarde, el cabildo retoma el tema aumentando las sanciones:
“...Asy mesmo ordenaron e mandaron que por cuanto ay ordenança que los vecinos desta ysla puedan hazer pez en los montes della, condicionalmente que hagan que todos se hiezen casas, que los que no las han fecho luego la a la ora pongan mano en hazellas luego y no hagan pez hasta haber fecho las casas, so pena que la que heziere la avía perdido y asy mesmo lo que tiene fecho estará de manifiesto hasta que esté fecha la casa, y la que ha vendido y está en la tierra que le harán bolver los dineros y asy mesmo ser obligado de poner cada uno ocho cientos sarmientos, los cuales pongan en este presente año, y demás y aliende de todo lo sobredicho pagarán cada uno dos mill mrs. de pena.”

Continua en similares términos el acuerdo tomado el 6 de Abril de 1500, en esta ocasión también con la obligación de sembrar viñas: “”...Yten ordenaron y mandaron que todos los onbres de trabajo que hazen pez, asy a soldada como de cualquier manera, que sea obligado de hazer su casa e viñas ni más ni menos que los vecinos, so las penas contenidas, y las casas sean obligados de las hazer desde oy fasta en todo el mes de mayo promero que verná, y las viñas que cesguesten y cerquen las tierras para que se pongan al ynvierno venidero, so la dicha pena contenida.”

Para ordenar esta nueva fase de construcción de la futura villa, y para imprimirle su sello personal, en un deseo de distinguirla de la antigua villa de arriba, auspiciada por su lugarteniente Fernando de Trujillo, ordenó trazar las calle a cordel, promovió la construcción de un nuevo templo católico -el de los Remedios, actual Catedral- y para incentivar el crecimiento del nuevo núcleo de población, dictó varios pregones prohibiendo la construcción de nuevas casas en la villa de arriba, e incluso la reparación de las existentes, así como que se efectuase ningún tipo de comercio en la misma, bajo severas penas para quienes incumpliera estas disposiciones. El cabildo en sesión de fecha 24 de Abril de 1.500, tomó el siguiente acuerdo:

“...Yten ordenaron y mandaron que no sea osado ninguno de vender en la Vylla de Arriba ninguna cosa,  pan ni vino ni carne ni pescado ni caça ni lienço ni paño ni otra cosa ninguna, so ( pena) que perderá todo lo que vendiera y pagará dos mill (mars.) de pena para los reparos de la ysla.”

A pesar de estas disposiciones el crecimiento de la población en la villa de abajo es lento, llegando en alguna ocasión a peligrar la consolidación del incipiente villorrio, lo que obliga al Adelantado disponer  mediante pregón que todos los vecinos de la isla, tuviesen casa abierta en la nueva villa, esta medida tuvo poco éxito, pues a pesar de que muchos vecinos recibieron los solares que al efecto se distribuyeron, éstos preferían establecerse en  sus tierras de labor, no sólo para controlar las labores propias de la nuevas plantaciones sino quizás como una manera de escapar al férreo control que, tanto el adelantado como los regidores, ejercían sobre los colonos y primeros  moradores europeos, transformando los solares recibidos en huertas y corrales para los ganados, repartiéndose  incluso a algunos guanches de paces, solares en el lugar que después sería la calle real, como ejemplo veamos la data concedida a Antón de Tegueste y Bastián de San Clemente, 50 pasos de tierra de solar en que fagais dos casas los cuales solares vos dos en la villa de arriba que lindan con Fernando de Tacoronte e por delante la calle real, (hoy calle de San Agustín) a los que el repartidor añade sendos caices  de Tierra, fechado el 9 de Julio de 1506. En cuanto a los guanches esclavos les asignó unos míseros solares de cuatro o cinco metros de frente agrupados todos en lo que hoy es la Calle Maya, al objeto de tenerlos estrechamente controlados. Esta situación  de carencia de interés por parte de los vecinos y nuevos pobladores, para asentarse en la villa, motivó la promulgación de nuevos pregones conminatorios a los colonos  para que construyesen sus viviendas en la Villa de Abajo.

El 24 del mismo mes y año, los regidores, deciden arremeter de nuevo contra la Villa de Arriba, promulgando una ordenanza que tiene tintes de ultimátum, pero que los pobladores tomaron tan poco en serio como habían venido haciendo con las anteriores, veamos la disposición:

“...Yten  ordenaron y mandaron que ninguna persona de ninguna condición que sea osado de hazer casa en la Vylla de Arriba ni hagan ninguna cosa en las que tyenen fechas en las adobar, so pena que ge lo derrocarán todo lo que hizieren y le llevarán dos mill mrs. de pena, y las casas que ovyeren de hazer que las hagan desde el  espital de Santespiritus hazia el logar de Abaxo, so la dicha pena.”

Con este dato podemos demarcar el perímetro de la villa de abajo, que abarcaba por el Suroeste desde la actual calle de Sol y Ortega, Plaza de la Catedral y calle de Miralejos, hoy de San Juan, hasta el barranco de Chamarta, en este lugar denominado de San Juan, por el Norte, la Laguna y por Este el barranco de Araguy o de Las Carnicerías

Si la obsesión del adelantado y por consiguiente de sus regidores, de crear la Villa de Abajo, a golpes de decretos y duras sanciones son manifiestas, no lo es menos el interés puesto en que esta no fuese destruida por el fuego. Las primeras viviendas construidas tenían la techumbre de paja y rastrojos por lo que no eran infrecuentes los incendios, los cuales eran temibles debido a la gran cantidad de maderas y techumbres de paja empleadas en las construcciones. Esta situación motivó el que en las cesiones del cabildo se abordase el tema dictándose normas preventivas, no carentes la habitual crueldad propia en los invasores, llegándose incluso  a sancionar con la pena de muerte las  posibles infracciones que pudieran cometerse en la materia, tal como queda reflejado en las disposiciones que fueron promulgadas  antes del mes de abril de 1497:

“...y condición que sea no sea osado de pegar fuego de un cabo a otro en...../casa a otra so pena de cientaçotes e cualquiera que pusiera fuego / si heziere algund dapño que muera por ello”.

Fernando de Aragón; concede al embajador de Venecia Frarncesco Capello el título de conde de Rosas de los Caníbales. En la carta de privilegio se hace expresa menci6n del obsequio a la Señoría de uno de los nueve reyes de la isla de Tenerife.(Eduardo Pedro García Rodríguez).

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