lunes, 23 de diciembre de 2013

MATRIOTAS CANARIOS EN EL RECUERDO-XXXI



 

BONIFACIO SANTOS HERRERA

 

Manolo “El Gomero”.

La muerte del ex combatiente del MPAIAC Bonifacio Santos Herrera asesinado en Estados Unidos de América,  según el conmatriota Jorge Dorta “Ancor”:

“Hace unos meses publicábamos en este blog un artículo sobre Bonifacio Santos Herrera y la canción el Silbo de Feloche. En dicho artículo se describía la trayectoria vital y revolucionaria de Bonifacio Santos Herrera desde que comenzó la lucha por la independencia hasta que partiera en 1981 a su exilio obligado en Francia.

Ángel Cuenca Sanabria, tuvo la oportunidad de visitarlo en su casa de Paris en 1987 y ha hecho un artículo de investigación periodístico que cubre desde su salida de Francia hasta las misteriosas circunstancias que rodearon su muerte en Estados Unidos. 

En vista del nulo eco que se ha hecho la prensa del artículo de Ángel Cuenca, desde este blog queremos poner nuestro granito de arena para que la persona y la trayectoria de Bonifacio Santos Herrera sea conocida por parte su pueblo.

Bonifacio, su gran corazón le costó la vida

Por Ángel Cuenca Sanabria.

            La triste noticia había pasado desapercibida en Canarias. De nuevo un 12 de Diciembre, caía asesinado un luchador canario por las libertades. Si en 1977 fuera el estudiante grancanario Javier Fernández Quesada, abatido por disparos de la Guardia Civil en las escaleras de acceso al Edificio Central de la Universidad de La Laguna, en 2009 le tocó al ex-combatiente del MPAIAC Bonifacio Santos Herrera, en su domicilio de Nueva York. Con lo que el destino nos depara, por tanto, la oportunidad de celebrar juntos ambos aniversarios a partir de ahora.

Todos nos sorprendíamos en Canarias ante el éxito de un joven cantante francés, llamado Féloche, quien estaba encabezando las listas de éxito de su país con una canción titulada “Silbo”, que contaba sus peripecias adolescentes en La Gomera y mencionaba el nombre de Bonifacio, protagonista de la canción. 

Bonifacio Santos Herrera partió en 1981 a su exilio obligado en Francia, tras ser condenado a más de cuatro años de cárcel por la Audiencia Nacional española. Sobre su exilio francés supimos de su relación con la madre de Féloche y de su residencia en Clichy, hasta que en 1989 decidiera continuar su exilio en Nueva York. Los sabuesos españoles le seguían el rastro amparados en los acuerdos de colaboración entre Madrid y París, y él no era pieza fácil de cazar. Fue su extraordinaria nobleza y humanidad, como veremos, quienes le jugaron la última y definitiva mala pasada, en su último exilio americano.



Privilegiado encuentro en París: “No soy reinsertable con España”

Tras una interminable Fiesta del Cordero en Trípoli, en Noviembre de 1987, que hizo desaparecer como por encanto a todos nuestros anfitriones del Centro Anti imperialista de Libia o 'Mathaba', dejándonos abandonados a otro compañero de la dirección del Congreso Nacional de Canarias y a mí, eso sí, en un buen hotel durante más de una semana, regresábamos a Canarias vía París. A este compañero dirigente del CNC debo el honor de haber conocido personalmente a Bonifacio, pues me pidió que lo acompañara a visitarlo en su domicilio de Clichy, en el Norte de París, donde vivía con su compañera la periodista Catherine Lebars y el hijo de ésta Féloche, entonces con 7 años de edad.

Recuerdo que lo primero que preguntó, en tono gomero socarrón,  fué “¿Qué tal le fue a Cubillo y el CNC su participación en las Elecciones autonómicas de Junio”, como dando a entender que no sabía nada..., “Bueno..., en fin, sirvieron para dar a conocer el Partido”, “aprovechamos para denunciar el colonialismo”, “sacamos una concejala en Arrecife”, “fueron un medio pucherazo”..., le respondimos mientras Bonifacio nos observaba de forma atravesada y con una sonrisa en los labios. Tras un silencio de unos segundos, que parecieron eternos, volvió a preguntar:  “¿Y no habrán servido también para legitimar al colonialismo español en Canarias?”.  Esta vez el silencio fue mas plomizo e interminable, hasta que a modo de salvavidas nos convidó con nuestro típico “¿no van a echarse un pizco?”.

Mi compañero del CNC le preguntó entonces qué pensaba hacer, si regresaba a Canarias, que llevaba más de seis años exiliado y la condena había sido de cuatro años, que ya había prescrito.

Eran los tiempos de las llamadas reinserciones de los poli-milis etarras y de los primeros acuerdos hispano franceses para perseguir 'terroristas' a un lado y otro de La Muga.

“¿Y cómo arreglaste lo tuyo?”, le contestó Bonifacio, “bueno, yo estuve un par de años en Venezuela como precaución”, pero finalmente no me abrieron ninguna causa importante y regresé sin problemas. “Que suerte, otros como Servando o Pedro Medina se comieron un marrón bueno”, replicó, añadiendo, “Me contaron que les inventaban las imputaciones para no dejarlos tranquilos y, como comprenderás, a mi me harían exactamente lo mismo si vuelvo, a no ser, claro, que negocie algo con ellos, como otros hicieron”. “Parece que algunos consiguieron buenos enchufes”... Para añadir que los gomeros nunca fueron sometidos y que “a mi no me van a poner la pata encima”. “Yo no soy reinsertable con España mandando en Canarias”. 

“Pero aquí también lo tienes difícil con la nueva cooperación policial hispano francesa”, insistió mi compañero del CNC. “Pues me tocará buscar otro escondite -contestó-, tengo un amigo francés que consiguió la concesión de la Marina del Río Hudson en Nueva York y quiere llevarme a trabajar con él”. Bonifacio le metía mano a todo, construcción, fontanería, mecánica, electricidad, soldadura, cerrajería. Las bombas -hidráulicas y de cualquier tipo- no eran su única especialidad... Mientras esto decía, las caras de Catherine y Féloche eran un verdadero poema.


 
New York, New York...

“Esto es un infierno. París y mi Gomera, el paraíso”, le comentaba a su hijo Carlos Manuel, que dejara con  quince años, junto a su hermana Isabel y la madre de ambos, su primera esposa,  cuando abandonó por última vez el Puertito de Guimar, y quien lo visitó en varias ocasiones en su exilio americano. Ya se había instalado en su nuevo trabajo en Marina Hudson, cerca del Bronx, primero en una auto-caravana y luego en una barcaza vivienda. A poco de llegar, una noche de crudo invierno neoyorquino, conoció a la que sería su nueva pareja, la portorriqueña Tamika Navedo, muy joven entonces, mientras tiritaba de frio junto a su bebé, escondidos en una barcaza abandonada cerca de su autocaravana.  Esa noche Tamika y su hijita comieron y durmieron caliente con Bonifacio, era por una sola noche, que se prolongó durante muchos años.

Su hijito se convirtió en un nuevo hijo para nuestro hombre, como lo fuera Féloche en París, pese a no ser su progenitor. Luego vinieron cuatro hijos más, que también asumió como suyos propios, trabajando duro para sacarlos adelante. En sus últimos años, pese a cesar su convivencia, siguió cumpliendo con las responsabilidades que había asumido con los muchachos.

Su trabajo en la Marina lo alternaba con algún 'cáncamo', como hacer tareas de mantenimiento en el famoso Puente Brooklin, para la Alcaldía de Nueva York, dónde recibió un golpe accidental con la puerta trasera de un camión, que le dejara una cierta minusvalía en un brazo. Por último sólo realizaba tareas de guardia nocturno en la Marina, antes de su asesinato con 62 años cumplidos. Vivía sólo y nunca se le vio metido en jaleos.

Un crimen con muchos interrogantes

La fatídica noche del 12.12.2009 se pareció mucho a la del encuentro con Tamika y su bebé en su improvisado escondite, veintiún años atrás. De las llamadas “noches de perros”, aunque nunca entenderé dicho calificativo con lo nobles que son estos animalitos. Esta vez le tocó socorrer a una joven pareja de latinos, diecisiete años él -menor de edad- y uno más élla. “No hay problema chicos, pueden pasar la noche en mi barcaza, vamos al chino a buscar algo de comer”. Comida china y criolla suelen anunciar estos restaurantes del Bronx. Esta vez, su gran corazón, su extraordinaria generosidad, terminó por costarle la vida.

El cuerpo de Bonifacio apareció bajo un pantalán cercano 17 días después. Tamika dice haberlo echado de menos al día siguiente del crimen, cuando fue a buscar dinero para los niños. Dijo también que encontró su gorra manchada de sangre. Pero no faltaba ninguna de sus pertenencias.  Fue su hijo Carlos Manuel desde Tenerife quién le dijo que buscara dónde el cuerpo finalmente apareció, pues intuía que no podía estar muy lejos.

Dos días después del hallazgo reapareció por la Marina la  pareja de jóvenes latinos que ya habían sido identificados por el chino dueño del restaurante donde Bonifacio les compró comida. Preguntaron por él, diciendo que era su tío, pero sus compañeros de trabajo sabían que no tenía sobrinos en USA. Ese mismo día confesaron su crimen al ser detenidos. Le habían atravesado el cuello con un destornillador mientras dormía y arrastrado luego hasta el agua. 

No robaron nada. Están presos pendientes de juicio y, por supuesto, el menor se hizo cargo del crimen, exonerando a la chica. Pero hay otros interrogantes sin aclarar.  Bonifacio estaba pendiente de cobrar una indemnización por el accidente laboral del Puente Brooklin, así como la indemnización laboral del empresario de la Marina Hudson por 21 años de trabajo. También estaba arreglando trámites en los consulados de Francia y España para visitar París y Canarias. La propia Catherine y Féloche, le visitaron varias veces y le estaban ayudando con dichos trámites.

La pareja asesina mantenía al parecer relación con el círculo de amigos latinos de los familiares de Tamika en el Bronx. Carlos Manuel asistió al entierro y se sorprendió mucho de ver a la antigua compañera de su padre con una muy buena apariencia exterior, contrastando mucho con la que le observó en visitas anteriores. Aparentemente las cosas le empezaban a ir muy bien. 

Nulo apoyo institucional o político

Tras confirmarse su muerte, su hijo Carlos Manuel se puso en contacto con la Dirección de la organización donde militara su padre, en Santa Cruz de Tenerife, comunicándole la noticia y solicitando algún tipo de apoyo. Lo cierto es que además de no recibir ninguna ayuda, la muerte del ex combatiente del MPAIAC paso desapercibida a nivel de medios de comunicación, sin que se realizara actividad alguna en su memoria. Su antiguo compañero Pedro Medina Calero, intentó tramitar su traslado a La Gomera y la asunción de los gastos funerarios, a través del Cabildo, pero fue denegado por no estar empadronado en la Isla, según le argumentaron.

A nivel institucional tampoco recibió su familia canaria ningún tipo de apoyo y actualmente sólo su hijo trata de hacer un seguimiento del procesamiento de los imputados, ante el Consulado de España en Nueva York, para que a su vez se interesen ante los tribunales americanos en favor del esclarecimiento de los hechos y exigir que se haga justicia. Recientemente, se ha solicitado a la Vice Consejería de Acción Exterior del Gobierno de Canarias su intervención, para facilitar el acceso a la información sobre este procedimiento judicial en USA. Su responsable, Cándido Padrón, ha trasladado la solicitud al Ministerio de Exteriores español y se encuentra a la espera de respuesta.

Bonifacio siempre manifestó a sus allegados su deseo de que sus restos reposaran en El Toril, en Las Rosas, donde naciera hace 66 años y es intención de su familia hacer todo lo posible para satisfacerlo, para lo que esperan contar con el apoyo de todos los que le conocieron.

Homenaje en Hermigua el 24 de Mayo con Féloche

Aunque un poco tarde, tres años y medio después de su muerte, y gracias a la canción “Silbo”, de su hijo de crianza francés, Féloche, Bonifacio empieza a tener el reconocimiento de su pueblo. Pero gracias también al Ayuntamiento de Hermigua, al Colegio Mario Lhermet de este municipio, a sus alumnos de segundo y tercero de la ESO y a los del IES de San Sebastián.

Para Septiembre de este mismo año, está previsto un Homenaje público en su memoria en Hermigua, mientras, el día 24 de Mayo, el Colegio mencionado organizó una jornada de actividades escolares, con exhibiciones de silbo gomero y la participación de los grupos folklóricos de alumnos de Hermigua, Agulo y la Matanza de Acentejo, junto a Féloche y Rogelio Botanz, que versionaron la canción 'Silbo' en castellano. Allí estuvieron los jóvenes estudiantes gomeros, su familia y algunos invitados que tuvieron relación con la vida de este gomero ilustre, como su compañero de lucha Pedro Medina Calero, de cuyas vivencias comunes dió un vibrante testimonio.  Allí se le comenzó a rendir honores y se gritó por fin, muy alto y muy fuerte:
 
¡¡Bonifacio Santos Herrera, PRESENTE!!.”

(Jorge Dorta “Ancor”

La muerte del ex combatiente del MPAIAC Bonifacio Santos Herrera en USA

Tomado de: menceymacro.blogspot.com/.../la-muerte-del-ex-combatiente-del-mpaiac...‎)


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