sábado, 21 de diciembre de 2013

CAPÍTULO XLI-XI



EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1800-1900 

CAPÍTULO XLI-XI


Eduardo Pedro García Rodríguez
1810.
«Pasemos a la iglesia de San Ginés (Puerto de Arrecife de Lanzarote). Para cuidar del adorno de esta en las noches de las octavas del Corpus, se nombraban dos vecinos que hacen el costo además de pedir por el pueblo.
Traen alguna rama desde lejos, hacen varios altaritos donde descansa la Majes­tad, y otro mayor debajo del coro. Sobre este se suspende un tambor de juncos o nasa de pescar, cubierto con damasco, col­chas de zaraza o lo que se encuentra, y por la parte inferior atan una paloma blanca con un lazo encarnado, a la cual llaman el Espíritu Santo, y al tambor la nube. Cuando la Majestad para en aquel lugar, dejan ir cayendo encima dicho armatroste, cántase el himno, se vuelve a suspender, y marcha entonces la proce­sión.

La semana santa es lo más racional que me parece. Se hacen los divinos oficios desde el miércoles con decente concurrencia, y el jue­ves por la tarde sale la única procesión que es de un Crucifijo. Pero el sábado se echan del coro las aleluyas, almendras, anises naturales y artificiales, con los primeros de los cuales llevan chascos los mu­chachos, y palomas y cernícalos, que al posarse atolondrados en las cabezas de las mujeres, éstas por irlos a coger pensando ser palomas, han sufrido desaforados arañazos con risa de los que miran a salvo. La bulla y greguería ocasionada con esto se la figurará bien quien leyere».

«En la víspera del patrono S. Ginés usaban embanderar la plaza, y atormentar el lugar con pedrerazos. La propia noche hay fuegos ar­tificiales; y como el lujo progresa se han traído ya estos del norte di­cho año 1803, en que fueron proveedores el Sr. Alvarez y D". Loren­zo Cabrera.

Entre las ruedas de fuego venían algunas designadas para rodarlas desde el puente sobre aquel tranquilo mar, y aunque no to­das salieron bien, se ejecutó con admiración. Regularmente el 25 de agosto, hace sol que raja las piedras, no obstante, desde la una de la tarde hasta las cuatro, se embarcan en el muelle infinidad de camponeses de ambos sexos, para dar una vuelta por el puerto. Si ca­sual o por malignidad de los barqueros, caen al mar algunas muje­res, es la mejor diversión para ellos al verlas aboyadas, merced a las muchas enaguas de seda que llevan. Por la noche se baila casa del proveedor, si tiene casa proporcionada, o en la de alguna otra per­sona que gusta que la gente se divierta, y los concurrentes comunes así que vuelven del embarque se retiran a sus lugares montados en camellos.

Las damas han adoptado las modas de Tenerife, se sale con gorra al paseo, se va a misa con basquina y mantilla con blondas; estas empezaron a tener uso desde el año 1799, por las que de allí vinieron; otras van de manto y saya, y las pobres con mantilla blanca de bayeta. El traje de estas sigue el uso de la tierra, ponién­dose la misma caperuza que los hombres pero de una manera in­versa».(J. Álvarez Rixo, 1982:110)
1810.
«La instrucción pública está todavía aquí (Puerto de Arrecife de Lanzarote) muy descuidada y en mantillas. La única escuela de primeras letras que hay en el pueblo la desempeña por utilidad propia cierta Apolonia la cual es quien ha enseñado algunos garabatos a esta gente; y el P. cura enseña gratis dos o tres niños de los más pudientes, hasta que sus padres los envíen a aprender fuera. Francés, aunque no hijos del país, hay dos o tres que lo entienden. El inglés las únicas personas que lo hablan en la isla son dichos Álvarez y Aguilar, motivo porque están muy envidia­dos a causa de la facilidad que tienen para negociar con los extranje­ros. Tal vez la codicia, ya que no el gusto de instruirse, servirá de es­tímulo a que los naturales o sus hijos salgan de su rudeza y lo apren­dan.

Mapas geográficos sólo en casa de los mismos se encuentran y en cualesquiera disputa sobre viajes o noticias se ocurre a sus escrito­rios con franqueza. Por mano del primero de estos sujetos se ha traí­do de Inglaterra dos pianos para dos señoras que se han propuesto aprender para sus bailes, y otro para el P. cura tocar en su Iglesia, haciendo bajar desde la villa un medio aficionado que suple por maestro. El mismo colono ha introducido aquí el té, que hasta el año 1801, estaba tan ignorado, que el administrador de la aduana a quien hubieron de regalar una tetera no sabiendo su aplicación le pareció era para poner vino, y habiendo ido a visitarle Dn. Roberto Power, acompañado de cierto capitán les ofreció agua y vino en esta forma. El capitán era chusco, y viendo aquella extravagancia quiso romper­la fingiendo se le resbalaba de la mano; pero le contuvo Power, ad­virtiéndole en inglés, que podía picarse, y ambos le necesitaban para sus ideas».

«Anterior a esta fecha no se venían a vender al Arrecife hortali­zas salvo algunos rábanos y cebollas, pero a instancia de solicitarlas los aldeanos del interior ya se cultiva algo de esto. Al principio era como quien se hallaba en medio del mar, pescados y nada más. La carne sólo en la primavera se halla alguna, sin que tengan cuidado o inteligencia para cebar reses que gastar en otra estación; por tanto es necesario a cada pudiente tener algunas gallinas o carneros de re­puesto para comerla o por si hay enfermedad.

La falta de diversiones campestres les ha inspirado otras marinas no menos alegres. Algunos días serenos es decir que no haga viento, empavesan una lancha, y de mucha broma van hombres y mujeres a alguno de aquellos islotes o playas más aparentes donde se pesca, se marisca y en una barraca se come o se merienda».(J. Álvarez Rixo, 1982:112)
1810.
«Además de la llegada de los buques a cargar barrilla (al Puerto de Arrecife de Lanzarote), la continua arribada de los que van o vienen de España, Portugal y Mogador, como los que concurren a invernar o carenarse en tan benigno puerto, ha contribuido a la rápida civilización de sus vecinos, puesto que aquí ven frecuentemente diversos viajeros de fama, como también petime­tres, y objetos raros que no llegan a otros pueblos de las islas.

Entre las razones, en octubre de 1804, vieron una leona que lle­vaban de regalo al Príncipe de la Paz. Admíreme de oír un caso ca­sual, pero que podía ocupar la observación de un naturalista.

Llega­do un aldeano con su perro, iba con otros a ver dicha fiera, mas an­tes que viniesen a abrir la puerta, el perro al acercarse al quicio olió, y acto continuo empezó a huir atemorizado con rabo entre piernas sin obedecer al llamado de su amo ni de nadie. ¿Quién le dijo a aquel can que el olor que percibió lo despedía una fiera que lo podía devorar? La antipatía natural.

Al siguiente año los sirvió de entretenimiento cierto correo es­pañol dándoles cabal idea de la protección que deben esperar del go­bierno, como de lo bien servida que se halla la marina de la nación. Venía de Sta. Cruz esta barca con algunos oficiales que debían seguir a Cádiz. Cuantas veces salía volvía a arribar, y para no cansarse en esta pamplina, la encallaron haciéndose naufragados. Entonces el comandante general, marqués de Casa-Cajigal, tomó la paternal providen­cia de quitar una goleta hermosa forrada en cobre a Dn Francisco Cabrera, haciéndole recibir en cambio dicho buque encallado del rey y algún dinero. También salieron al mar, mas ni por mudar de nave. El pez remora continuó haciendo su efecto. Aún hubo otra arribada, y volvieron los tres oficiales a bailar al Arrecife». (J. Álvarez Rixo, 1982:112-113)
1810. Guía, Tamaránt (G. Canaria). Los vecinos se niegan a pagar las multas impuestas por roturar tierras en la Montaña de Doramas.

1810. El Real Consulado de Indias crea en la calle Bencomo de la ciudad de Eguerew (La Laguna) una Escuela de Dibujo y Náutica que permanece con vigor docente hasta 1834.
 
1810. Puerto Mequínez , Chinech (Pto. de La Cruz. Tfe). Alzamiento de los vecinos de la Orotava por la usurpación de las dehesas.

1810. Iniciativa independentista del Cabildo insular de Tamaránt (Gran Canaria).

1810. Güímar, Chinech (Tenerife). Disturbios a causa de la manipulación de los votos en las elecciones municipales.

1810. Arrecife, Titoreygatra (Lanzarote). El pueblo se niega a que don Lorenzo B. Guerra, sea nombrado coronel de la isla.

1810 Es digno de destacar que Don Santiago Bencomo y Rodríguez siendo canónigo de Canarias en 1810, cuando se desató en las islas la epidemia de fiebre amarilla, los responsables políticos, militares y eclesiásticos, en Guiniwada (las Palmas) huyeron en desbandada hacía el interior de la isla, excepción hecha de don Santiago Bencomo, quien se mantuvo en su puesto prestando inestimable ayuda a los afectados.
Este insigne descendiente del Gran Kebehí Benchomo quien era deán y canónigo de la iglesia catedral católica de Canarias, caballero pensionado de la Real y distinguida Orden de Carlos III, obispo electo de Astorga y doctor en sagrada teología, dio un ejemplo de patriotismo y humanidad a la colonia española establecida en Guiniwada.

1810. Llegaron ochocientos prisioneros franceses. Resultaron ser unos prisioneros conflictivos debido a la miseria en que el sistema colonial les obligaba vivir. Como hijos de la revolución, su conducta se daba de cara con las costumbres represoras de la burguesía dependientes isleñas. Además, animados por las noticias que hablaban de los avances de los napoleónicos en la metrópoli, se envalentonaron y protagonizaron algaradas que causaron serios problemas. Con todo, lo más preocupante era su manutención. Estaban saliendo muy caros a la Hacienda Pública de la metrópoli (un real diario), por lo que muchos de ellos se bieron obligados a dedicarse a la mendicidad.

Realmente los que quisieron y pudieron se fueron y los demás permanecieron en las islas y fundaron familias. Antes de esta excepcional circunstancia de la Guerra de los españoles y franceses, los extranjeros no españoles, aunque no eran gran número, habían estado presentes en la vida de Canarias. Concretamente en Añazu (Santa Cruz), nos son familiares los apellidados Forstall, Baudet, Casalón o Grandy. Como los son otros llegados en los siglos XIX y XX caso de los Beautell, Serís Granier, Schwartz, Claverie, Murphy, O'Donnell, Hamilton, Alhers, Beuster, Caulfield, Hodgson, Keating, Bartlett, Ravina, Guigou, Hardisson y un interminable etcétera. Los hubo que se identificaron con nuestra isla y escribieron sobre ella, caso de Desirée Dugour, y Sabino Berthelot, o los que llegaron a ocupar la alcaldía santacrucera como, entre otros, Fonspertius y Forstall. Muchos de sus descendientes en la actualidad dominan importantes aspectos políticos, económicos, sociales y culturales en la colonia.

1810. Con relación a la distribución de los prisioneros franceses que la metrópoli impuso a la colonia canaria, el marqués del Sauzal miembro de la Junta Suprema  sugiere que sean distribuidos en diferentes lugares de Chinet y en varias islas, la oferta no fue del agrado del criollo y virrey en funciones O’Donnell, quien respondío al presidente de la Junta en los siguientes términos: "Excelentísimo Señor: He visto las observaciones del marqués del Sauzal referentes a la distribución de los prisioneros franceses y, asimismo, los detalles que Vuestra Excelencia ha juzgado oportunos, pero por algunas consideraciones que verifico en las notas del muy digno vocal de ese respetable cuerpo, cuya adhesión al servicio del Rey ya la felicidad de la provincia es notoria, yo no puedo sino insistir de nuevo con vistas aun reparto diferente de estos contingentes.

"Juzgo necesario establecerlo según el plan anexo a la presente (ver nota debajo), pues lo he redactado con perfecto conocimiento de los recursos de los lugares, así como de la solidez y de las dimensiones de sus inmuebles, de manera que no resultara de él ningún inconveniente.

"En el caso de que Vuestra Excelencia esté conforme, tenga la amabilidad de dar las órdenes a las autoridades de estos pueblos, sin exceptuar a las de Santa Cruz, aunque la debilidad de la guarnición no me sea suficiente para la guardia de las baterías y de los fuertes donde se encuentra la artillería y para las otras exigencias del servicio interior de esta plaza. Añado que sus habitantes considerarían un desaire que no se le conceda el medio de testimoniar su patriotismo... Dios guarde..., etc.1a distribución de los prisioneros franceses que juzga necesaria el criollo comandante general interino:

La Laguna  200
Santa Cruz  200
La Orotava  200
Icod 80
Garachico      80
Güímar          60
Candelaria     40
Realejo alto   30
Realejo bajo   30
Total……...  920

"Encontrándose enfermo el resto del contingente en el hospital real de Santa Cruz, desde su salida será repartido entre La Laguna y Santa Cruz".


1810 Mayo. Hay motivos para creer que la proposición del criollo O'Donnell fue preferida por la Junta a la de su vocal, el marqués del Sauzal. La distribución se hizo antes de fin de mes, según el plan indicado. Para garantizar su ejecución, el 27 de junio la Junta recurrió al capitán Ramón de Aguilar, mencionado anteriormente, quien se le asignó la poco fastuosa paga de quince reales (3,75 francos) por día: jAtender por este sueldo el reparto y la vigilancia de más de novecientos prisioneros en una isla de dos mil trescientos cincuenta kilómetros cuadrados, con la obligación de recorrerla en todos los sentidos, verdaderamente no es pagar caro sus servicios!  Es necesario saludar con respeto un desinterés tan raro e igualmente recordar el bajo coste de la vida.

Estas diversas deliberaciones ocuparon a la Junta durante la segunda quincena de mayo. En los primeros días de junio se avisó a los distintos pueblos para que acogieran en sus muros a los enviados de la metrópoli. Sería exagerado decir que esta orden fue recibida con entusiasmo. Los archivos de Don Alonso Tabares contienian algunas contestaciones que muestran reacciones bastante vivas.

Es asombrosa la resistencia de la Villa de la Orotava, esa bonita ciudad en pendiente suave, residencia de la vieja nobleza, que se enriquece con los cultivos de productos exóticos. ¿No comunica el alcalde mayor a la Junta que no podía infligir nuevos gastos a la población, tales como los de acondicionar varias casas para depósitos de prisioneros? Ya que pide que si puede disponer para este efecto de los recursos provenientes del medio diezmo sobre las papas veraneras, la autoridad superior, muy contenta por no tener que recaudar nuevos impuestos o de obligar moralmente a los notables, dijo sí enseguida y amén.

En Icod, llamado de los Vinos a causa de su importante industria vinícola, un pequeño pueblo que por aquellas fechas contaba con una población de siete mil almas la llegada de ochenta prisioneros franceses parece ser una verdadera catástrofe.

1810.
Noticia sobre las fincas que todavía conservan en el Puerto del Arrecife los señores marqueses de Lanzarote.

Entre las varias personas que emigraron de la península ibérica refu­giándose a estas islas Canarias a causa de los desastres de la guerra a fines del año 1809, y principios de 1810, fue la Sra. condesa de Cifuentes marquesa de Lanzarote con su marido. La Sra. era coja, no bien figurada y de alguna edad. Su esposo un teniente coronel que parecía más joven y la conducía del brazo para todas partes.- Resi­dieron en el P'°. de la Orotava, y no sé si acaso al regresar a España llegaron a dar vista a los restos de su estado, en la isla de Lanzarote.
Dichos marqueses todavía poseen en la jurisdición del Puerto del Arrecife, el Islote denominado del Francés: Una Casita que llaman del Quintador, porque allí parece que situaba el cobrador de la anti­gua contribución de Quintos que se pagaba al marqués: Y cosa de cien fanegadas de tierra en aquella costa. Cuyas fincas se suelen te­ner en arriendo lo mismo que otras que aún conservan en lo interior de la isla. (J. A. Álvarez Rixo, 1982:216-224)

1810. En Güímar, Chinech (Tenerife) el conflicto torno al aprovechamiento de las tierras y aguas del Heredamiento de dicho pueblo acaba estallando como consecuencia de las anomalías habidas en las elecciones de empleos públicos correspondientes a ese año.

El mismo año ocurre algo parecido en La Orotava donde la lucha contra la apropiación por parte de los «poderosos» de las dehesas concejiles se entremezcla con un sentimiento antifrancés.

1810. Los vecinos de Agulo isla de La Gomera se niegan a pagar los tributos, tanto al “Señor” como al mayorazgo, que en esos momentos regía Alonso de Ascanio Franchy de la Peña. – Se comienza a cobrar diezmos para la reconstrucción del templo católico de San Juan Bautista en Vallehermoso.
1810.
Las primeras familias lanzaroteñas que yo tengo noticia hubie­sen transmigrado a Montevideo y Buenos Aires, fue el año 1803, por vía de Santa Cruz. Iba entre ellas con la suya un clérigo apellidado Aguiar, de quienes parece hubo favorables noticias; pero declarada la guerra con la Gran Bretaña a fines del siguiente 1804, cesó la co­municación, dando esto motivo a que dos bergantines de esta carrera pertenecientes a negociantes de Bilbao o Santander se viniesen a ase­gurar y esperar por la paz en el Puerto de Naos.

Séase por la relación halagüeña que sus equipajes daban y repe­tían de la abundancia de aquellas provincias, o porque Dn. Francisco Aguilar y Leal, natural de Sta. Cruz, quien se había adelantado y en­riquecido con su comercio en Lanzarote le pareciese ésta pequeño teatro para sus proyectos, o que sus correspondientes de Irlanda le estimulasen a ello, lo cierto es, que resolvió irse a establecer al Río de la Plata, y a este fin vendió su buena casa del Arrecife, y un aljibe el mayor que hasta entonces se había allí construido a la salida N. de dicho pueblo, a Dn. Gerardo Morales; y en una grande fragata que le enviaron sus expresados amigos de Irlanda, la tripuló de lanzaroteños y embanderó de española en Sta. Cruz, de cuyo último punto zar­pó con toda su familia y más de 200, pasajeros de ambos sexos tam­bién lanzaroteños, a los primeros meses del año 1810.

Si a la manera que hacían los superticiosos paganos de la anti­güedad, las acciones y negocios de la vida la hubiésemos de agorar por los buenos o malos preludios de ellas; las que hubo con esta pri­mera expedición a Buenos Aires pudieron haber acobardado las gen­tes, como también hacer dar crédito a esos olvidados presagios. Pero lejos de tomarse éste en cuenta, sirvió como de estímulo, a redoblar la marcha, llevando a uno en pos de otro al precipicio.

A cosa de tres meses de salido Aguilar de Sta. Cruz se corrió que su mujer Dña. Luisa de Betancourt había muerto en el viaje y una niña que iba criando. Mas como no había tiempo para que Aguilar hubiese llegado a su destino y otra nave haber vuelto de allí con la noticia, aunque esto causó disgusto a sus hermanas, no podía darse, asenso; tanto que algunos hacían burla. Pasóse más de un año sin ha­ber cartas, antes por algún barco salido de Montevideo cuando ya era razón hubiese llegado allí Aguilar, ni rumor de tal expedición. Finalmente llegaron éstas para dichas hermanas y su amigo Dn. Ma­nuel José Alvarez. Confírmase que D.a Luisa de Betancourt y su cría habían muerto y fue sepultada en la isla de Sta. Catalina en la costa del Brasil. Vientos contrarios dilataron la navegación, escasearon los víveres, los pasajeros murmuraron, Aguilar era de genio algo violen­to, se incomodó, ellos le llegaron a perder el respeto, se amotinaron, le ataron a un mástil, su mujer acudió a interceder y poner paz, y este disgusto y aflicción extraordinaria a que ella en la vida sosegada e inocente que se pasaba en Lanzarote, no era capaz de haber imagi­nado que sucedía en el mundo, la acarreó su fin.

Estas arribadas demoraron la llegada que fue a Maldonado don­de Aguilar se fijó y otros, por substraerse a las revueltas que empezaron entre Montevideo y Buenos Aires. En Maldonado se volvió a ca­sar, lo cual ya participaba e invitaba a sus amigos le siguiesen allí había buena y abundante carne cosa que faltaba en Lanzarote. Entonces estuvo muy valido que había brujas: porque; ¿cómo pudo haberse sabido la muerte de D.a Luisa con tanta verdad y anticipación a la llegada del barco? En efecto, entre la gente rústica o muchachos que no tenían noticia ni experiencia de las comunicacio­nes náuticas, era argumento concluyente. Pero los que sabemos que alta mar las naves se hablan, se comunican cualesquiera novedad ocurrida a su bordo; o que llegada una a un puerto, otra que casual­mente está o zarpando, toma el nombre y noticia de la que llega para dar al primer puerto a donde arribe en las listas de avisos que en Inglaterra se conocen con el nombre de Lloyd's List, en alusión a que se leen y publican en un afamado café comercial así llamado, no necesitamos ocurrir a las brujas para dar solución sobre esta triste nueva. Cualesquiera nave de guerra al pasar, pudo indicarlo en Sta. Cruz, o  Pto. de la Orotava etc., y de allí haberse divulgado.  (J.A. Álvarez Rixo, 1982:163-165)


1810 Marzo.  En correlación sin duda con los tumultos de la Villa y del Puerto de la Orotava, el alcalde informa a la Junta Suprema que se han producido disturbios a consecuencia de la obligación de vigilar a los prisioneros. El pueblo trabajador -los más pobres y desgraciados, dice el texto- "ha protestado enérgicamente porque esto le impide dedicarse a su trabajo, mientras que los representantes de las clases más favorecidas no están obligados a este penoso turno" .En consecuencia y para simplificar el problema, los habitantes sencillamente proponían según el alcalde  matar a los prisioneros. El pueblo fue hábilmente manipulado por los criollos reaccionarios dependentistas y por el clero de la villa, dando lugar a un triste suceso que costó la vida a un ciudadano francés en el Puerto Mequínez (Puerto de la Cruz).

En Güímar, en el término de Candelaria, otra agradable villa de pescadores al sur de la isla lugar donde se venera a la Diosa Chaxiraxi, no se advierten reacciones desfavorables hacía los prisioneros franceses que le asignaron.

En cuanto a Eguerew (La Laguna), rica en conventos de hombres y de mujeres y habitada por lo más selecto de la sociedad colonial, no parece que la llegada de doscientos marinos haya provocado ningún disturbio. El contingente entero fue alojado en la  Alhondiga, que aún existe hoy en día, y más adelante, en febrero de 1810, incluso el municipio concede créditos para hacer reparaciones en lo que llamada Casa cuartel.

¿Era necesario designar con este término un poco militar el convento de San Francisco, que según Don José Rodríguez Moure fue el principal depósito de La Laguna? No se sabe. Pero lo que parece mejor establecido es la mediocridad del menú que se servía a sus huéspedes. “Aunque abundante y nutritivo”, asegura el respetable sacerdote que transmite aquí las tradiciones locales, "el rancho no era muy del gusto de los prisioneros, que le reprochaban su insipidez y su falta de variedad". jToma! Para los extranjeros, el gofio no tiene el mismo sabor que para los indígenas.


1810 Marzo 1.
Las islas Salvajes pertenecientes a unos hidalgos o monjas de la ciudad de Funchal en la Madera, situadas a poco más de 30 leguas N. de las Canarias, desde fines del siglo último acostumbraron sus dueños arrendarlas por cosa de 200 duros anuales a varias personas de Lanzarote, quienes iban allí a pescar, hacer escabeches de sus in­numerables lapas y burgados, coger y salpresar pardelas de las cuales traían desde 1.000 a 1.500, que vendían a fisca cada una, y de grasa o aceite a 20 rvn. la botija, con muchas sacas de su fina pluma etc. Juan Brito introdujo en dichas islas el cultivo de la hierba barrilla que respondía bien puesto que hubo año de cerca de 2.000 qq. de co­secha; que valorizada a 5 ps. corrt5. eran 10.000 F. de utilidad, por­que de los demás artículos sacaba los gastos. Para economizarlos en  1805, compró una goletita nombrada por ironía la Corveta, pues apenas cargaba 800 qq. Sin embargo le costó 3.000 F. que tal valor tenían entonces los buques y las cosas.

El año 1806, un corsario inglés que al reconocer las Salvajes descubrió dicha goletita fondeada a su ribera, perdió el miedo a aquellas bahías y restingas, la registró, e impuesto de su destino tras­bordó los 800 qq. de barrilla al corsario, y a ruego de los peones y trabajadores tuvo la humanidad de dejarles la goleta para que pudie­ran trasladarse a Lanzarote, que de haberla incendiado, allí habrían tal vez perecido en el invierno que se aproximaba; única pérdida que Brito tuvo en este provechoso arriendo. En otra época más remota en que las guerras se hacían compitiendo en crueldades, tal vez no habría usándose igual condescendencia a la que tuvieron los ingleses.
Muchos de nuestros mismos ignorantes paisanos han ido y veni­do a Veracruz y trasladándose a México entrando y saliendo en ca­sas, fortalezas y templos, distraídos sólo con avaricia. Un inglés ins­truido hizo este viaje en 1824, y examinando las pinturas en un con­vento de la ciudad de Tlascala, descubrió la pintura de la nave que condujo a Hernán Cortés a Nueva España. Túvolo a fortuna muy digna de describirla en su itinerario, por que estas memorias son fie­les tratados para conjeturar al cabo de siglos la clase de armas edifi­cios terrestres o navales, que sirvieron de local o instrumentos para ejecutar los prodigiosos hechos que admiramos. Y he aquí la razón por que en estas noticias sueltas doy la presente para que no se pier­da la memoria de un buque en el cual se ejecutó una proeza isleña.

El casco del bergantín que se verá varado en el islote del Casti­llo, da la casualidad que es un monumento de la historia de islas. Es el S", Antonio Florido, fabricado en Garachico, que zarpado de Sta. Cruz el año 1809, en su primer viaje para La Guaira, fue apresado por un corsario francés. Separado éste, los pasajeros isleños se suble­varon, acometieron y amarraron a sus aprehensores; pero ignorantes Para economizarlos, en de náutica estos valientes (porque el enemigo había tenido la precau­ción de llevarles capitán y piloto) descubrieron una fragata de guerra inglesa que aplaudió su arrojo y les dirigió a las Antillas. Véase el pe­riódico «Correo de Tenerife» del jueves 1.° de marzo de 1810.

Regresando el barco a Europa, paró en pleito suscitado entre sus rescatadores y su dueño, que se creía con derecho a él. Depositáronlo en el Arrecife de Lanzarote hasta que medio podrido fue rematado, por un extraño, renovado y enviado al Brasil. Este despilfarrado fin suele tener en estas islas todos los objetos que han servido de era y recuerdo de algún hecho glorioso de sus hijos. (José A. Álvarez Rixo, 1982:202-204)

1810 Mayo 15.  Día memorable en el que se produjo la evasión del Vieille Castille, Don Romero Ceballos, colono burgués de Winiwuada (Las Palmas), anota en su Diario los siguientes datos: "Con el nuevo comandante general. Don Ramón de Carvajal, han llegado de Cádiz, en el San Lorenzo y en un navío inglés de línea, la 18 y 68 compañía de la columna de granaderos de nuestra isla, mandadas por el capitán Pablo Romero, mi hijo, que tenía a su cargo a ochocientos prisioneros franceses, de los que trescientos habían sido confiados a la vigilancia de una sección de cincuenta soldados y de tres oficiales de granaderos, entre los que está mi otro hijo, el teniente Antonio Romero".

Si a los mil quinientos hombres del primer contingente se suman los ochocientos del segundo, los deportados de Cádiz se elevan aun total de dos mil trescientos. Sólo la isla de Tamaránt (Gran Canaria) tuvo que recibir un tercio del efectivo entero y, ante los escasos recursos de la población, se pueden comprender las dificultades de las autoridades coloniales.

Por Don Romero Ceballos también sabemos que los recién llegados, después de haber estado acantonados durante tres meses en el Puerto de la Luz por falta de sitio en Winiwuada (Las Palmas), fueron alojados en el cuartel de la calle de Baleares, casa perteneciente a los herederos de los Señores de Bethencourt. y el buen burgués de esa época anota en su Diario con cierto escándalo: "De los numerosos debates que han tenido lugar sobre el tema de los alojamientos que eran necesarios proporcionarles, no ha faltado gente irrelexiva que ha pedido que se los acantone en el convento de las Franciscanas Recoletas de San Ildefonso, sacando así, sin motivos de urgencia, de su santo retiro a las hermanas.”(Geisendor-Des Buhotes; 1994)



1810 Mayo 24. El presidente de la Junta Suprema de Eguerew (La Laguna) escribe al criollo O’Donnell a la zazón virrey en la colonia, con relación a los prisioneros franceses: "Me parece que estos mil doscientos prisioneros (tanto la tropa como los oficiales) deberían ser mantenidos como lo fueron los que se trajeron de la Península durante la guerra con Francia (años 1794 y 1795), a menos que, a consecuencia de la subida de los precios, sea necesario aumentar su paga" .¿Por qué no suponer que en medio de sus dificultades, el presidente de la Junta haya buscado y encontrado este documento para transmitirlo, después de la sesión del 24 de mayo, al comandante general? Pues cinco días más tarde se ve a carlos O'Donnell responder en términos bastante pomposos a esta acertada comunicación.

1810 Junio 3. En la sesión de ese día la Junta Suprema escucha una exposición de Doña Antonia de Cáceres, habitante del lugar, que se queja con vehemencia “del atropellamiento que le ha hecho sufrir el gobernador de armas apoderándose, sin más, de la casa en que vive para alojar allí a los prisioneros franceses”. No queriendo irritar más a la noble dama, la Junta decreta que se acoja a los recién llegados en el almacén de Don Francisco de León y Huerta, que se encuentra enfrente del convento de San Francisco. Este particular parece haber tenido mejor humor y el corazón mejor situado que Doña Antonia, pues, según opinó El Correo de Tenerife, "siendo comandante militar de Icod, ha dado voluntaria y graciosamente una de sus casas para hacer allí el cuartel y el cuerpo de guardia de los franceses, con la generosa intención de que estos no estén ni a cargo de los habitantes ni de las finanzas reales".

1810 Julio. En Lanzarote hubo un conato de insurrección. Había la junta de Sevilla nombrado de gobernador de la isla a don Bartolomé Lorenzo Guerra y como aquellos vecinos pretendiesen tomar parte en la elección, se obstinaron en conservar en este empleo a don José Feo y Armas, negándose a aceptar al que se les enviaba de Tenerife.

La oposición fue tan obstinada que el nuevo gobernador, para salvar su vida, se vio obligado a refugiarse en el castillo de San Gabriel Este alzamiento concluyó con la llegada a Arrecife de cuatro compañías del interior, que ahuyentaron a los amotinados e hicieron cumplir las órdenes de la junta y restablecer el orden.

1810 Septiembre. En este año, la fiebre amarilla, desarrollada con intensidad en Cádiz, se comunicó por medio de los buques correos San Luis Gonzaga y el Fénix  al puerto de Añazu (Santa Cruz,) sin que los primeros atacados fueran reconocidos como víctimas de aquella enfermedad. Esta ignorancia, indisculpable en un cuerpo médico, dio ocasión a que la epidemia invadiera con rapidez, no sólo aquella localidad, sino el Puerto Mequñinez (Puerto de La Cruz) y la ciudad de Wniwuada (Las Palmas.) El invierno tranquilizó un poco los ánimos, creyéndose que, con tapiar algunas calles, concluiría el contagio, esperanza que el verano se encargó luego de disipar; pero, mientras llegaba este triste momento, apareció en Winiwuada (Las Palmas) el virrey Cisneros que, en un buque procedente de Buenos Aires y acompañado de los funcionarios de su audiencia, acababa de ser arrojado de aquellas lejanas comarcas por la insurrección argentina. Al mismo tiempo, a pesar de tan azarosas circunstancias, se celebró con gran solemnidad la apertura de las Cortes en la metrópoli (24 de septiembre), siendo diputados por la colonia provincia los criollos don Santiago Key, don Fernando de Llarena, don Pedro Gordillo y don Antonio Ruiz Padrón.

1810 Septiembre 25. El único documento existente en los Archivos de la Guerra españoles relativo a la salida de prisioneros franceses con destino a la colonia canaria  debidamente trascrito en París el 25 de septiembre de 1810 y firmado por el teniente coronel Fournier, ayudante de campo del general Gobert), se limita a las indicaciones siguientes: "El 14 de abril, mil quinientos marinos, prisioneros de guerra en los pontones de la rada de Cádiz, fueron deportados a las Islas Canarias en un convoy formado por tres buques de transporte, escoltados por un navío y dos fragatas." Como se ve, sólo es exacto el número de personas, pero no se puede decir lo mismo de los navíos ni de la fecha de salida.

En efecto, el 2 de mayo se hizo a la mar el convoy, dejando atrás una bahía que había sido escenario de tantos sufrimientos inútiles; y el día 11 del mismo mes fue cuando los marinos de Trafalgar, viendo surgir en el horizonte el Pico nevado y con frecuencia nublado-, se encontraron de repente frente a la terra incognita, que ocultaba a la vez tantas esperanzas e incertidumbres.
1810 Octubre 14.

Carta de fray Bernardino Acosta a mi padre Dn. Manuel José Álvarez y coloco aquí
Ay Amigo lo que Vm. me pide es muy poco para servirle quiera Dios que surtan el efecto que apetezco... Ay van léalas Vm. ya no me sé expresar mejor. También escribo al Prior que lo es Fr. Franc0 de Armas, yo lo he servido, y creo que me sirva.

Van esas diligencias para que mi Sra. Da Gregoria las entregue en propia mano, o bien Pepito al Itmo. Fr. Franc0 pues urgen y no se pueden fiar a cualquiera.

Espero que si mi Sra. Da Gregoria hubiese conversa­ción con mi provincial que le hable de mi esto es a mi fa­vor el celo que tengo por el convento y por el viejo Guz-mán pues ya tenía en mis manos una carta de mi herma­no para el provincial de que me admitiese le renuncia y no haga caso de mi carta.

Ay más de un mes que estoy malo de reumatismo y por eso no he ido a ver a Vm. puede que lo haga en la se­mana venidera si no me incomodan los dolores.

A Dios mi Amigo qe tengo que predicar esta noche y mañana en las villas que por estar malo no he ido a servir la capilla hay un Mes. Suyo
Fr. Bernardino Acosta. 14 de Octubre 1810
(J. A. Álvarez Rixo, 1982:216-219)


1810 Diciembre. Afines de diciembre, llegó de improviso a Winiwuada (Las Palmas) el comandante general que el gobierno enviaba en sustitución de Carvajal, con facultades extraordinarias y dictatoriales para enmendar y corregir a su antojo los abusos que en-contrara en la administración pública y en el orden militar y político. Era este general don Vicente Cañas Portocarrero, duque del Parque, marqués de Castilla y grande de España de primera clase, cuya comisión le había sido conferida en real decreto de 7 de octubre. Creemos que su llegada a Winiwuada (Las Palmas) obedecía sólo al temor del contagio que había tomado alarmantes proporciones en Añazu (Santa Cruz.) Era este señor uno de esos atildados cortesanos formados en los galantes salones de María Luisa,
amable, dadivoso, familiar con sus inferiores, codicioso de los aplausos del pueblo, pero orgulloso desde que se trataba de sus prerrogativas e inmunidades. Desde luego, se afilió el duque al partido de los que negaban en Winiwuada (Las Palmas) la existencia de la fiebre y contribuyó a que pasara el invierno sin que se tomase medida alguna para atenuar el mal. El hambre empezaba ya a enseñorearse de la colonia y la fanega de trigo o maíz, cuyo precio ordinario no llegaba a diez pesetas, alcanzaba la cifra de cuarenta y cinco a cincuenta. Síntoma alarmante para el siguiente año.

Justo es decir, sin embargo, que el duque promovió la construcción de un muelle en la caleta de San Telmo, bajo los planos que treinta años antes se habían aceptado por el municipio, constituyendo además una junta que velase por sus adelantos y arbitrase recursos para su continuación, consiguiendo así despertar la atención de los canarios sobre las obras marítimas, base de todo progreso isleño.

Unos profesores de medicina, que expresamente hizo venir de Tenerife para clasificar la enfermedad que se padecía en Winiwuada (Las Palmas,) nada resolvieron, pues fueron contradictorias sus opiniones.






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