lunes, 6 de enero de 2014

CAPÍTULO XLIII-IV





EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1821-1830

CAPÍTULO XLIII-IV



Eduardo Pedro García Rodríguez

1824 Agosto 1.
Descripción del Volcán de Lanzarote.
Extracto de dos cartas en las cuales se relatan las recientes erup­ciones y progresos de los volcanes de la isla de Lanzarote enviadas por Dn. Luís Cabrera del Castillo, y otras dos originales por su her­mano D". Agustín a su amigo José A. Álvarez Rixo.
Carta 1 .a fha. en el P'°. del Arrecife a 1.° de ag'° de 1824.

Ayer ult° de julio por la mañana temprano reventó por el lugar de Tao una erupción fuerte de Volcán -tuvimos la fortuna que no le antecedieron temblores fuertes: en este Puerto hubieron muy pocas personas que los notasen; no obstante, algunos días antes se dijo que se sentían34. Abrió una grande grieta, dicen de 50 a 60, brazas para la cual y por sus extremos con mucha más abundancia arroja multitud de fuego piedras y arena -Reventó a poca distancia de una Capella­nía perteneciente al Presbítero Dn. Luis Duarte a quien a poco tiem­po se le ardió la era en la cual había muchos pajeros, y a las cinco o seis de la tarde se encontró sin casa y sin la mayor parte de su ha­cienda. -Nadie ha perecido. -El lugar de Tiagua está en riesgo de ser arrasado pronto, pues una montaña que es lo que lo impide se ha no­tado abierta y exhalando humo. -La dirección del volcán es hacia el mar del Norte casi al mismo origen del Jable.


Carta 2.a fha. en el P'°. del Arrecife a 16 de sepe. 1824.
El volcán cesó de arrojar lava y piedras a las diez y ocho horas: siguió echando mucho humo y con mucho ruido hasta 10 a 12 días: después empezó a brotar agua muy turbia y hedionda: la parte que salió el humo que es la montaña del medio de tres que formó. -Estas montañas se han abierto todas encima en grietas muy profundas. Unas veces deja de haber ruido y es menos denso el humo, otras este es muy poco.

Hace pocos días hicimos un viaje a verlo Agustín, Dn. Luis Na­varro, Juanito y yo, y a pesar del horror que causaba la vista de aquellas montañas tan negras y pestíferas las anduvimos todas y nos internamos en las grietas hasta que el calor nos impedía pasar más adelante, pues aún exhalaban humo y el fuego se encuentra a poco que se excave en la superficie. -Cogí unas piedras con azufre y otros mixtos y alguna sal que remito a Vd. es lo más particular que puede conseguirse allí pues lo demás es lava común a la de otros Volcanes que han habido en esta isla.

El parte que vino ayer, fue que había vuelto el ruido y que volvía a echar agua. -Todos los días tiene sus diferentes variedades.
Análisis de las aguas del volcán que reventó en Lanzarote cerca del pueblo de Tiagua el 30 al 31 de julio de 1824. -hecho por el Sr. de Moratín Catedrático de Química que fue en el Colegio de Santiago y ahora residente en Sta. Cruz de Tenerife.

2 granos
3 granos
2 escorp 19
Agua destilada........................... 2 onzas,    4 dracmas,
Peso de la vacia........................               9 dracmas,
Agua del Volcán sin sedimento . 2 onzas,    2 dracmas,
Agua del Volcán con sedimento. 2 onzas,    3 dracmas,
Agua de otra botella con peso igual a la de
arriba........................................
Por medio del Hidrodorato de Barite se conoció el ácido sulfúreo.
Aceite de plomo. Sales de ácido muriático. Proloxide de hierro. Acido hidrosulfúrico. Cal en corta cantidad.
La sal con ácido sulfúreo produjo una efervescencia considera­ble y desprendimiento de gas ácido sulfúreo.
Sales que contiene el Agua.
1.° Sulfato de cal en pequeña cantidad.
2.° Sulfato de Sosa en abundancia.
3.° Hidrodorato de sosa.
4.° Hidrosulfato de sosa.
5.° Carbonato de hierro.
El sedimento de las aguas es carbonato de hierro.
Nota: Por una carta de Sta. Cruz vi que con fha. del 20 del corrte. oc­tubre avisaban de Lanzarote que el otro volcán arrojaba una columna de agua de altura de 50 var. que caía perpendicularmente pero de sus salpicaduras se formaban varios torrentes y uno de ellos de 2 varas de ancho y media de profundidad.
Además por relación vocal oí que junto con el agua ha arrojado el volcán arena y callao del mar.

Copia de una carta dirigida al Sr. coronel comandte. de Artillería de Sta. Cruz.
Mi estimado Sr. Desde que me destinaron a esta isla, tuve el ob­jeto de ver los volcanes que en estos últimos meses la pusieron en movimiento: lo verifiqué en diciembre finado y sólo pude recoger el 1.° que reventó donde llaman Tiagua, cuyo diseño me tomó la con­fianza de acompañar a V. S. esperando la disimulará y más cuando van tan llenos de defectos que mi habilidad no puede remediar; y que no da un deseo de verlo.
Lo dividí en dos trozos su frente por no acertar con un punto que lo presentase todo con su lava, y aunque da campo para otras vistas más pintorescas y horrorosas no me atrevo a emprender un trabajo que no me deja airoso.
Dominando el que arrojó agua y el que tiene las grietas por la parte de la tercera vista a espaldas de las dos primeras ofrece un cua­dro bastante triste que intimida al hacer las reflexiones a que da lu­gar.

Vi también los dos últimos a cosa de una milla poco más o me­nos, por impedir el acercarme la lava antigua donde reventaron y sólo me contenté con hacer un diseño que no presentó más que una media herradura de montañas, en otro tiempo volcanes, y horizonte con el mar la lava antigua, y no he puesto en limpio porque estoy dispuesto a ir por otro punto a verlos bien de cerca para sacarlos en punto mayor así que encuentre un amigo que quiera pasar dos o tres malos días por la distancia de poblado y quedarse en la noche entre la lava si el día no fuere bastante para retornar, y recorrer segunda vez el que acompañó a V. S. para enmendar alguna cosa que le per­feccione mejor.
Dispénseme V. S. con este motivo
José de Baños.
Arrecife de Lanz". Enero de 1825.
(José A. Álvarez Rixo, 1982: 230-232)



1825. Marzo. Agustín Millares Cantero ha reseñado que mientras viajaba hacia Gibraltar. el navío "Carme”', a las órdenes del gaditano Joaquín Ylabert, fue capturado por el buque colombiano "María Isabel", al mando de un tal Pedro Dantant.

Conducidos al Sur de Gran Canaria el día 24, allí le despojaron de 21 prendas y dos onzas de oro, además de unos ocho mil reales de vellón.

Durante este mismo año, el místico "Nuestra Señora de las Nieves'" fue abordado por otro corsario de aquella República. Sin embargo, mientras se dirigía a Puerto Cabello en el mes de septiembre, la tripulación consiguió recuperarle tras matar al capitán enemigo y arrojar por la borda a todos sus hombres. Luego retornaron a Santa Cruz de Tenerife. (En: Manuel de Paz-Sánchez, 1994)

1825 Abril 23. En Puerto Mequínez (Puerto de la Cruz) Chinech (Tenerife). Hubo una fuerte marejada, sin viento y la fuerza de las olas arrojaron a un bergantín inglés que estaba cargado de vinos por sobre las peñas del este del Rey, donde estaba fondeada con cadenas. El ímpetu del oleaje lo colocó en tierra, en la playa que está junto al naciente de la ermita de San Telmo. Los tripulantes ganaron la mar abierta en el bote de a bordo pudiendo salvarse.

1825 Junio 8.
Llega al puerto de Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife) el primer obispo de la secta católica en recién creada mitra de la parte occidental de esta colonia.

“El cabildo catedral de Las Palmas, creyendo que el período constitucional, anulando la influencia del confesor del rey, (El arzobispo de Heraclea Cristóbal Bencomo) podría favorecer los recursos que había deducido para probar la inutilidad de la división de la diócesis y sus funestas consecuencias, no cesó de trabajar en ese concepto, interesando a muchas personas constituidas en dignidad y cuya influencia era notoria en la Corte. El mismo doctoral don Graciliano Afonso, diputado entonces por Graran Canaria, en sesión del 4 de mayo de 1822, combatiendo en el congreso el empleo que se daba a los expolios de la diócesis de Tenerife, cuyos fondos querían destinarse a levantar otro frontis a la parroquia de los Remedios en La Laguna, señalada para catedral, decía: "Para qué ese frontis de lujo en ese edificio tan extravagante como ridículo" y añadía luego: "El mismo genio malhechor que introdujo la discordia en lo civil y en lo eclesiástico, quiso dejar en el lugar de su nacimiento un monumento de su despotismo, estableciendo dos obispados en una provincia en que no debe haber más que uno por exigirlo así la totalidad de su población", y concluyó pidiendo "se acuerde suspender por ahora la provisión del nuevo obispado de San Cristóbal de La Laguna hasta el arreglo del plan eclesiástico". Este asunto, que podía interesar a la nación en el orden económico, fue olvidado como tantos otros en medio de la creciente agitación de los partidos.

Después que volvió el rey a ejercer el poder absoluto, presentó para la mitra de Tenerife a don Luís Folgueras y Sión, cuyas bulas le fueron expedidas por Su Santidad. Consagrado en España se trasladó a su diócesis, llegando al puerto de Santa Cruz el 8 de junio de 1825. De este modo desapareció la última esperanza de los partidarios de la unidad eclesiástica.

A la muerte del obispo señor Verdugo, constituida la mitra de Canarias (grupo oriental) en sede vacante, parecía que iba a extinguirse en medio del más completo olvido. Al fin, allá por los años de 1826 (4 de agosto) llegó a Las Palmas, casi moribundo, el anciano y nuevo prelado don Fernando Cano Almirante, acompañado de unos padres misioneros que albergó en su palacio. Era este señor obispo un ciego defensor de la reacción absolutista y, suponiendo que el país donde estaba enclavada su iglesia estaba entregado a la barbarie, su primera diligencia fue levantar una cátedra en la plaza pública de San Francisco y allí subía cada tarde un padre misionero que, con voz atronadora que se oía
con facilidad a mucha distancia, exhortaba a los isleños aun pronto arrepentimiento, amenazándoles con las penas del infierno que describía con aterradoras frases, mezclando lastimosamente la política con la religión.

Exasperado el partido liberal con estas y otras ofensivas alusiones, quiso vengarse del prelado y, con tal objeto, preparó una noche bajo las ventanas de su palacio un canto fúnebre, que entonaron con voces e instrumentos los autores de esta profana e irreverente manifestación. Sea por esto, o a causa de su grave enfermedad, el señor Cano falleció a los cuarenta y siete días de su llegada a Canaria, no dejando otro recuerdo de su pontificado que la inoportuna predicación de los misioneros y el deseo que manifestó al corregidor de que, las cuatro estatuas en mármol que adornaban el puente de sillería de Las Palmas, desaparecieran de aquel sitio público porque estaban deshonestamente ataviadas.

Entrada del obispo Folgueras en La Laguna. según la costumbre a lomos de un caballo blanco el 13 de junio de 1825.

En un Óleo de Juan Abréu. Entre los acompañantes a caballo aquí recogidos figuran. de izquierda a derecha. el marqués de la Fuente de Las Palmas, don Alonso Chirino; el conde del Valle de Salazar, don Cristóbal Salazar y Porlier; don Juan Nepomuceno, beneficiado de la parroquia de la Concepción y el provisor subdiácono doctor Malieu, que trajo al obispo. De pie a la derecha, don Saturnino Martel y el marqués de San Andrés, don Fernando del Hoyo y Peraza. En el primer balcón de la izquierda. miembros de la familia de Nava. Biblioteca de la R.S.E.A.P. de Tenerife, La Laguna. Foto Díaz Febles. (En: (A.Millares t.4, 1977)

1824 Julio 31.
Por este tiempo se sintieron en Lanzarote los síntomas precursores de un nuevo volcán.

En efecto, alas siete de la mañana, después de dos días de continuos sacudimientos, se abrió el suelo junto a la montaña de Fasnia, arrojando por tres bocas un torrente de lavas, piedras y arenas inflamadas que amenazó sepultar los lugares de Tiagua, Tao y otros. Cesó, no obstante, la erupción a las dos de la madrugada del siguiente día, sin que las grietas abiertas en el terreno dejaran de arrojar espesas columnas de humo ni se in-
terrumpieran las sacudidas con mayor o menor intensidad.

El 29 de septiembre apareció otro volcán entre los pueblos de Tinajo y Yaiza, en el sitio llamado Montañas Quemadas, corriendo la lava hasta el mar, donde se introdujo y cegó un espacio de cuatrocientos metros. Por último, el16 de octubre, se abrió un nuevo cráter a tres cuartos de legua del anterior, que levantó una inmensa columna de fuego cuya deslumbradora claridad iluminó toda la isla, acompañada de violentas sacudidas y de continuos ruidos subterráneos que llenaron de espanto a aquellos isleños.

La actividad de estos cráteres principió a disminuir el 20 de octubre, acabando por extinguirse al finalizar el año.
1825.
Los señores D. Juan Mengliorini y D. Santiago de la Cruz, que habían verificado sus ensayos en diferentes puntos de la isla de Chinech (Tenerife), también con felices resultados, publicaron una memoria sobre el nopal y cría de la cochinilla de América, para el uso de los labradores canarios; cuya instrucción ha sido utilísima para el reducido cultivo de los primeros años de su propagación. Progresivamente se fue ido aumentando ese cultivo, y es llegado el presente año de 1846, en que un movimiento general como si fuera un golpe eléctrico, ha puesto en acción a todos los propietarios y labradores, que hasta ahora habían permanecido pacíficos espectadores, y ya no queda rincón en las islas en donde no se ensaye el cultivo de la grana.
Desde 1825 existió el rumor de la existencia de un convenio firmado en Colombia consistente en atacar o apoderarse militarmente de alguna de las Islas Canarias y de hecho se llevaron a cabo algunos intentos. El General Pedro Briceño, el día 12 de abril de 1826, manifestaba por carta a Simón Bolivar: “es indudable que en el momento en que podamos destruir los restos de la escuadra española que cubre a Cuba, damos la libertad a aquella isla, a Puerto Rico y a las Canarias, que desean ser también americanas”.

1825 Abril 19.
En la colonia Canaria, la educación pública se encontraba, casi exclusivamente, en manos de los monjes dominicos y agustinos y de los jesuitas.

Cuando éstos últimos, que, según pruebas fehacientes, habían hecho bastante bien en este campo, fueron expulsados en 1767, durante el remado de Carlos III, y las escue­las conventuales fueron decayendo por la laxitud e indolencia de los frai­les, el Gobierno de la metrópoli dispuso la creación de escuelas primarias en las distintas parroquias de la colonia, para llenar el vacío que se había producido en la educación popular. Sin embargo según expone el cónsul inglés Francis Coleman Mac-Gregor en su documentada obra Las Islas Canarias: “tanto por falta de buena voluntad como de los medios económicos necesarios para pagar a los maes­tros, este plan tan útil para la enseñanza de todas las clases populares sólo llegó a realizarse en poquísimas parroquias. Sólo en las localidades más pobladas de la provincia se fueron construyendo cada vez más escue­las para la burguesía; pero, en las aldeas, crecía la mayor parte de la ju­ventud en total ignorancia por falta de escuelas. Así era a comienzos de nuestro siglo XIX y así sigue siendo, en parte, todavía ahora, treinta años después. En las escuelas de los varones, cuyo maestro es pagado en parte por la municipalidad, pero que son también, en parte, empresas privadas, se aprende a leer y a escribir, los rudimentos de la gramática, las cuatro reglas de cálculo y el catecismo. Pero, en la enseñanza, hay tanta caren­cia de buenos métodos, que los alumnos sólo pueden hacer lentos progre­sos. Pues, en ella, se sigue apelando todavía, casi exclusivamente, a la memoria y, muy poco, a la comprensión de los niños: en efecto, lo principal es aprender las cosas de memoria y el maestro no suele preocuparse en absoluto de enseñar a sus alumnos cómo aprender a comprenderlas racio­nalmente. De esto se deduce bien cuan atrasados se encuentran todavía desde el punto de vista pedagógico. Para las niñas hay escuelas triviales del mismo corte, llevadas por maestras y en las que se admiten también niños. Aquí la enseñanza se limita a deletrear y leer de la cartilla, apren­der de memoria oraciones y el catecismo y a las labores femeninas. Todos los demás conocimientos y prácticas escolares sólo se pueden ad­quirir mediante la enseñanza privada, para lo cual sólo se encuentra alguna oportunidad en las ciudades de La Laguna y Las Palmas. Para sub­sanar este inconveniente, con que se tropezaban desde hacía largo tiempo muchos padres de familia preocupados por la educación de sus hijos, a principios de 1824 un joven francés, muy erudito, se decidió a abrir un Liceo en La Orotava de Tenerife. La enseñanza que en él se impartía comprendía: religión, gramática española y latina, lenguas extranjeras, geografía, matemáticas, botánica, dibujo y música. Y, asistidos por la ex­celente selección de profesores que se había efectuado, los alumnos, que se habían apresurado a acudir al Liceo desde todas las localidades de la provincia, hicieron rápidamente progresos significativos en sus estudios. Pero, por desgracia, enseguida las intrigantes maniobras de los que se  oponían a este proyecto lograron socavar y derribar aquella institución que acababa de ponerse en marcha. Se sospechaba que estaba dentro de la línea de la Ilustración o, por lo menos, se tenía por una peligrosa nove­dad el poner en manos de extranjeros la enseñanza de la flor y nata de la juventud canaria, la cual se iba a ver indefectiblemente influenciada por aquéllos. Así pues, se decidió cerrar el Liceo. Llegó a Madrid un informe desfavorable sobre esta institución y, como consecuencia del mismo, la misma fue clausurada por un decreto del Gobierno de fecha de 19 de abril de 1825, con gran pesar de los padres y de los alumnos, cuando apenas contaba con un año de existencia. Ante tal circunstancia, los padres acau­dalados empezaron a mandar a sus hijos a Inglaterra, Francia o los Esta­dos Unidos, para que se educaran allí; pero la autoridad eclesiástica in­tenta ahora impedir también esto, porque es fácil que los jóvenes vuelvan de esos lugares con ideas incompatibles con el espíritu del gobierno de Fernando VII y con la Iglesia de Roma. Así, actualmente, a los padres no les queda otra elección que o bien enviar a sus hijos a la Península, donde la educación tan pocos brillantes progresos ha cosechado, o bien dejarlos crecer en las Islas sin ningún plan educativo determinado, a merced de la indolencia, la ignorancia y los prejuicios.

En calidad de centros de preparación para la formación científica funcionan distintos colegios en los conventos de La Laguna y Las Palmas, pero a los que asisten pocos alumnos; en realidad, sólo aquellos que pien­san dedicarse a la vida religiosa. En lo que respecta a la formación del clero secular, se encuentra en la ciudad de Las Palmas un Seminario que, con este mismo propósito y de acuerdo con las prescripciones del Concilio de Trento, mandó erigir, en 1777, el obispo Servera. Está bajo la autori­dad del Rector, tiene varios catedráticos de bellas letras, filosofía, teolo­gía dogmática y moral y, en 1829, contaba con diecisiete alumnos, la ma­yoría pensionistas. Esta institución, de la que han salido muy buenos teólogos, está ahora en decadencia debido, en parte, a las limitaciones teológicas del obispo actual y, en parte, a la drástica reducción de sus in­gresos anuales, los cuales han disminuido en 350 libras esterlinas desde la desmembración del obispado.

Ya desde 1744 estaban intercediendo los agustinos por el estableci­miento de una universidad en La Laguna, lo cual se logró, pero duró sola­mente tres años, pues, fue suspendida en 1747, como consecuencia de las intrigas del cabildo catedralicio de Las Palmas y de los monjes dominicos, quienes consiguieron que se promulgara un decreto real en este sentido.

Desde entonces y en diferentes momentos, se trabajó por el restableci­miento de la universidad, pero siempre sin éxito, a pesar de que la época del gobierno de Carlos III parecía favorable a la realización de este pro­yecto: en efecto, los jesuitas habían sido expulsados y, por aquella época, muchos canarios ocupaban cargos estatales importantes en España. A pesar de ello, no se consiguió entonces más que la supresión de dos canon­jías del cabildo catedralicio de Las Palmas, cuyos ingresos entretanto ha­brían de ser acumulados anualmente, hasta que aquella institución lle­gara a hacerse realidad. Este capital había alcanzado, hasta el momento de su fundación, la cantidad aproximada de 12.000 libras esterlinas. Pero sólo en 1817, bajo el gobierno del actual monarca, cuando don Cristóbal Bencomo, canario de nacimiento, arzobispo de Heraclea y confesor del Rey, estaba en el más alto grado del favor real, fue nombrada en La Lagu­na, por disposición suya, una comisión para atender a aquel fin. Después de que fueron expedidos la obligatoria bula del papa Pío VII y el decreto real de 1 de noviembre de 1816, mediante el cual se concedían a la univer­sidad que se iba a crear los mismos privilegios y prerrogativas de que gozaban las demás universidades españolas, se procedió sin demora a cons­tituir el claustro académico con doctores procedentes de distintas univer­sidades españolas, que se encontraban presentes en la Isla, y a nombrar catedráticos para las nueve cátedras creadas en jurisprudencia, derecho eclesiástico y teología. Bajo la dirección de esta comisión y de acuerdo con el plan de estudios elaborado por la misma, comenzó su andadura la Uni­versidad de La Laguna hasta el año 1820, cuando, con la entrada de la Constitución en España, el claustro académico se hizo cargo de la dirección de la Universidad. Pero, en el año 1823, cambió otra vez la forma de gobierno en España. Entonces, los antiguos comisionados volvieron a to­mar de nuevo el control de la institución y, como muestra de que habían retomado el poder, expulsaron a todos los miembros del claustro y cerra­ron las aulas, con el pretexto de que los estudiantes estaban contagiados del veneno de las ideas liberales; las autoridades de La Laguna llegaron incluso a dictar un bando para que abandonaran la ciudad en el plazo de veinticuatro horas. Esto ocurrió el 4 de diciembre de 1823. Finalmente, tras una pausa de dos años y después de haber sido elaborado, mediante real decreto, un nuevo plan de estudios para las universidades españolas, fue nombrado el obispo de Tenerife como viceprotector de la Universidad. Este, con la colaboración de los antiguos comisionados, la reabrió de nue­vo de acuerdo con el susodicho plan de estudios, volvió a nombrar a parte de los antiguos catedráticos, sustituyendo a otros, y ordenó la solemne inauguración de la Universidad el día 18 de octubre de 1825, persistien­do hasta el día de hoy. Hasta aquí la historia de esta institución científica; ahora pasaremos a describir su estructura interna y su estado ac­tual. Sus ingresos proceden de las dos canonjías mencionadas del cabildo catedralicio de Las Palmas, de otras dos canonjías del cabildo catedralicio de Tenerife, de una pensión de 333 libras esterlinas, seis chelines y ocho peniques, que le ha sido asignada a cargo de la renta de ambos obispados, y del fruto de los bienes de los jesuita expulsos, antes de enajenarlos. En total, dichos ingresos podrían ascender a unas 700 u 800 libras esterlinas anuales. De este dinero se pagaba a once catedráticos, cada uno de- los cuales percibía un sueldo medio de unas cien libras esterlinas, además de a un secretario, un contable, un cajero, un bedel y un portero. Esto produ­cía unos gastos anuales de casi 1.500 libras esterlinas, con lo que se origi­naba un déficit, que debía cubrirse mediante una aportación suplementa­ria que procedía de unos fondos dinerarios existentes al efecto, los cuales, por este motivo, se habían reducido ya en un tercio de su suma inicial.

La Universidad de La Laguna se encuentra bajo la supervisión y dirección del claustro académico, constituido por todos los doctores de sus tres facultades, a saber, teología, derecho eclesiástico y jurisprudencia, pues la filosofía no cuenta con voz ni voto en este claustro. Su presidente es el rector, a quien elige el rey de entre tres personas que le propone la corporación. Ésta se divide en distintas comisiones, que han de velar por oí mantenimiento del orden, la correcta administración de los ingresos y las costumbres de los estudiantes. Esta última comisión, llamada Junta de censura, se compone del rector y cuatro doctores, entre los cuales debe haber, al menos, dos teólogos, y vigila el comportamiento religioso, moral y político de los estudiantes. Sin embargo, atiende a las acusaciones que se hacen contra los estudiantes sin comunicar a la parte interesada los nombres de sus acusadores, respecto de los cuales se observa el mayor secreto. En tal sentido, este tribunal procede con idéntico espíritu al de la extinta Inquisición y puede disponer, a su libre albedrío, de la futura suerte de los estudiantes, impidiéndoles acabar la carrera que han empezado e imposibilitándoles comenzar otra nueva; y todo ello sin que tenga lugar ningún proceso legal y sin que los implicados dispongan de medio de de­fensa alguno.

El grado de bachiller en filosofía exige un examen de una hora de duración, que el candidato debe superar ante tres catedráticos de la facultad sobre todas las asignaturas impartidas en la carrera. Para obte­nerlo hay que estudiar lógica, matemáticas, física y moral, y haber termi­nado todos los cursos de estas materias. El grado de bachiller en derecho civil y canónico o en teología exige estudiar cuatro años en la respectiva facultad; el candidato tiene que sacar por sorteo una proposición de entre cuatrocientas y entregar, en veinticuatro horas, un tratado escrito en la­tín sobre la misma, cuya lectura debe durar al menos media hora y cuyo tenor debe repetir el candidato, al día siguiente, de memoria. Una vez terminado esto, debe responder, en forma silogística y en discursos de un cuarto de hora, a dos objeciones que le hayan presentado los dos catedrá­ticos más jóvenes de la facultad; asimismo, tiene que superar, en un dis­curso de media hora, todas las preguntas que le formule otro catedrático de la misma facultad.

El grado de licenciado se obtiene después de estudiar siete años en la facultad correspondiente y después de que el candidato cumpla los tres requisitos siguientes, a saber: superar, ante todo el claustro académico, un examen de todas aquellas materias que componen la carrera en la que se va a licenciar. Si aprueba este examen, se pasa al segundo acto, consis­tente en que el candidato debe repetir de memoria, durante una hora, un tratado escrito en latín sobre la proposición que le haya salido por sorteo. Luego, tiene que responder satisfactoriamente a tres objeciones que le sean formuladas por un bachiller y dos doctores. El tercer acto se limita a que el que se va a licenciar saque por sorteo una proposición, sobre la que tiene que preparar, en el término de 24 horas (durante las cuales se le encierra solo en una sala de la Universidad), un tratado redactado en la­tín, y leerlo tal y como está escrito, después do lo cual tiene que responder satisfactoriamente a dos objeciones que se le hagan; y, por último, tiene que superar un examen de tipo general Para obtener el grado de doctor no se le exige al candidato, que debe ser un licenciado, ningún otro ejercicio erudito más que el componer un discurso en elogio del rey, cuando reciba el birrete. Con ocasión de esto se organiza una ceremonia, en la que el doctor, además de con el birrete, se adorna con la capa, el anillo y la espada, en señal de que, en el futuro, puede disfrutar de las prerrogativas de la nobleza.

El color de la capa difiere según la ciencia de que se trate: blanca para los doctores en teolo­gía, verde para los de derecho canónico, roja para los de derecho civil y celeste para los de filosofía.

Ahora tenemos que tratar de las cátedras que existen en la Univer­sidad. La cátedra de latín, que merece la mayor atención, es la más desa­tendida de todas y cuenta sólo con ocho alumnos. Sobre bellas letras im­parte clases don Juan López a unos veinte oyentes. Aquí se explican los poetas latinos y se dan lecciones magistrales sobre el estilo latino, sobre los elementos de la oratoria, la poesía y la mitología. Como manuales se emplean: la Retórica latina del jesuíta Colonia, Los elementos de la mis­ma ciencia, por don Francisco Sánchez, y el Panteón mítico de Pomey. La enseñanza de la filosofía se divide en tres clases: lógica y matemáticas, que imparte el licenciado don Domingo Bello (12 alumnos); física, impar­tida por el doctor Domingo Saviñón (14 alumnos); y moral, impartida por el doctor Valentín Martínez Jordán (6 alumnos).” (Francis Coleman Mac-Gregor, [1831] 2005:167-177)
1825. Mayo 11. El Co­rregidor de Gran Canaria, el servillista Salvador de Terradas, ponía en manos del Regente de la Audiencia -Juan Nicolás de Undabeytia- una comunicación reservada en la que le informaba del "convenio hecho en Colombia" para dirigir "sobre estas Islas, desde Margarita, una Escuadra, para apoderarse de alguna de ellas, o de la de La Madera, con el fin de tener expedito, y seguro en estos mares, las correrías insurgentes contra nuestra Nación; y que esto ha sido a consecuencia de las maquinaciones, ofertas y planes del que fue Doctoral de esta Santa Iglesia Catedral don Graciliano Afonso, prófugo hoy en Caracas por haber sido Diputado de las llamadas Cortes, y a quien parece le distinguen en aquellos países, y con lo que daría el último golpe de ingratitud a su Patria".
La noticia se remitió a la Corte y tanto el Regente como el Coman­dante General trataron de obtener más información al respecto, sin que, en definitiva, Terradas pudiera ampliar sus noticias. Pero, nada tenía de extraño esta clase de rumor. (Manuel de Paz-Sanchez, 1994)

1825. Mayo 25.
En el Puerto principal del Arrecife ysla de Lanzarote una de las Canarias a los veinte y cinco días del mes de mayo, año de mil ochocientos veinte y cinco: Ante mi el Escribano de S.M. del numero y marina de esta referida Ysla y testigos que se designaron, pareció Don Domingo Martinón de esta vecindad y comercio a quien doy fe conozco y dijo: Que la casa de los Sr. Barry Dervieu – y compañía vecinos y del comercio de Marsella en – de treinta de agosto del año próximo anterior de mil ochocientos veinte y cuatro dijeron que habiendo subido la Barrilla un poco pues se vendía de nueve a nueve y medio francos el qql. de aquella plaza y que siendo este un doce por ciento mas pequeño que el de estas yslas podía hacerse una expedición que dejase una buena utilidad, y que en caso de convención a dicho Martinón esta propuesta podrían dichos señores fletar por cuenta del compareciente un barco de ciento y veinte a ciento y treinta toneladas que traería un cargamento de mercaderías y retornaría con otro de dos mil y quinientos a tres mil qql. de barrilla insertándola en dicha carta una nota de los géneros de que podía componerse el expresado cargamento. Que habiendo recibido el tres de diciembre próximo pasado les contesto con fecha veinte y tres del mismo diciendo a dichos señores que siempre que pudiesen conseguir vender un cargamento de tres mil qq. de esta especie resultase libre de fletes derechos y demás gastos que le causaren a si en esta Ysla como en la plaza de Marsella a siete y medio francos, podían desde luego dichos señores hacer una venta por dicha cantidad y después que estuvieren celebradas solicitar los géneros que contenía la nota o factura que les incluyó en dicha carta y remitírselos con el propio barco previniéndoles últimamente que como solían cruzar en estos mares corsarios enemigos sería bueno que las facturas y conocimientos viniesen a nombre y como de cuenta de los mismos señores y a la consignación del otorgante, y por supuesto todo asegurado: Que no habiendo recibido hasta ahora ninguna contestación sobre el particular ha llegado hoy a este Puerto una Bombarda con Pabellón francés nombrada - honorines su capitán Blanchelli quien le ha manifestado de palabra – procedente de Marsella en cuyo Puerto le había despachado y cargado de varios géneros los supradichos señores Barry Denvieu – y compañía que venían a la consignación del compareciente y otros interesados en estas Yslas y que hallándose sobre Cabo Espartel fue tomado y robado el día cuatro del corriente por un corsario perteneciente a la republica de Colombia nombrado María Isabela su capitán Dotan, y que entre los géneros que le robaron fue comprendida la mayor parte de los que venían para el compareciente llevándose al mismo tiempo las cartas facturas y demás papeles pertenecientes al cargamento que conducían; en esta atención considerando el Don Domingo Martinón no debe ser responsable en manera alguna del valor de los géneros que venían a su consignación ni hallarse ya en la obligación de poner a bordo de dicho Buque el cargamento de barrilla que había ofrecido por no haber recibido los que se dirigían por dichos señores, en la vía y forma que mejor haya lugar en derecho y enterado del que en este caso le compete otorga que hace total y absoluto abandono del resto de los géneros a su consignación que pueden quedar a bordo de la expresada Bombarda , y en su consecuencia protesta una, dos , tres y las mas veces que sean necesarias contra propietarios, cargadores, fletadores, aseguradores, consignatarios, recibidores, pagadores y contra las mas personas que deba hacerlo, que todos los daños, perjuicios, perdidas, atrasos, intereses, fletamentos, detrimentos o menos cabos que se hayan ocasionados y ocasionen a los sobre dichos y a los dueños del indicado buque por falta de cargamento de retorno, no sean de mi cuenta y cargo sino de quienes por derecho haya lugar, a cuyo fin deja vivas --- para usar de ellas contra quien donde como y usándole convenga: y de que así lo protesta pide a mi el escribano se lo de por fe y testimonio su resguardo, y para hacerlo en cualquier tiempo que se me pida lo – en mi cuaderno corriente de escritura pública, y lo firma el expresado Don Domingo Martinón hallándose presentes como testigos Don Rafael Rancel, Don Eusebio de Cáceres y Don Casimiro Mc Kinstoh de esta vecindad.” (AHPLP. Escribano Matías Rancel, Lanzarote. Legajo 2934, año 1825. Folio 196.)

1826. Moya, Tamaránt (G. Canaria). Se niegan los vecinos al traslado de la imagen de San José a la parroquia.

1826.
En el Arrecife de Lanzarote se había estacionado en 1808, una goleta corsario española de Dn. Juan Gavazzo, genovés, y su contra­maestre Juan Bachicha, o Bautista, se quedó y casó allí. A éste se agregó otro genovés también del mismo nombre que casó con una hermana de la mujer de su paisano; de modo, que para distinguirlos era uso decir Bachicha el de Dolores que era el primero, y Bachicha el de Lorenza que era el segundo. Este hizo una expedición para Montevideo con su familia y más de 200 pasajeros el año 1826, en el bergantín «Andújar», y en las islas de Cabo Verde encalló y se su­mergió, el bajel, salváronse todos y tuvo que fletar otro, para condu­cir estas gentes a su destino.

Pero el cuñado y sus hijos, antes de ésta, y hasta el día han hecho varias expediciones enriqueciéndose con los bienes raíces que han per­cibido a cómodos precios a los apresurados transmigrados que en nada reparan por huir de la escasez de su sosegada patria, sin advertir, que van a desembocar al torbellino de la guerra donde los arrebatan por fuerza para servir en ella y han muerto muchos centenares faltos de quien les proteja de tales violencias. Hemos visto censurados y lamen­tados estos desastres en algunos periódicos españoles, atribuyéndolos a descuido del gobierno que no ha puesto allí un cónsul, cuando el ver­dadero mal proviene del bárbaro y venal embarcadero. (J.A. Álvarez Rixo, 1982:167-168)


1826. Se produce un terremoto en la isla de La Gomera.
1826 Mayo 15. Buch y Smith recorrieron de forma exhaustiva la isla de Tenerife como hasta entonces no lo había hecho ningún viajero extranjero. No se limitaron a la típica y tópica excursión entre Santa Cruz y el Valle de La Orotava, sino quisieron hacerse una idea de conjunto de la isla, llegando a su más lejanos confines para de esa forma superar las limitaciones de una visita somera y parcial. Su llegada a principios de mayo le permite ver la recolección del trigo en la por entonces cerealística comarca de Tacoronte. Hicieron del Puerto de la Cruz su residencia en esa larga estancia tinerfeña y se propusieron el 15 de mayo la ascensión al Teide. En ella nos habla sobre la intensidad de la deforestación en vísperas de la catástrofe del aluvión de 1826. La intensa actividad erosiva derivada de esa tala la pudo apreciar en el desbordamiento de los torrentes. Sólo quedaban pequeños matorrales como consecuencia de tal intensidad deforestadora. Hasta el mismo Pino del Dornajito, salvado hasta entonces por su protección de una pequeña fuente había sucumbido.
En su ascención se encontró con una expedición en la que marchaba una escocesa, la señora Hammand, que según los guías era la primera mujer que subía al Pico. Al descender hacia Vilaflor vieron el único pinar que entonces se conservaba en la isla y cuyos árboles son todavía hoy sinónimo de antigüedad. Chasna aparecía rodeada de gran cantidad de árboles frutales, como ciruelos, perales y almendros. En su descenso alcanzaron la aldea de Chinama en Granadilla, donde fueron recibidos por Antonio González del Castillo, quien les recibió con gran hospitalidad y les llevó a ver cuevas con momias guanches. El chasnero les dio a probar la aromática y transparente miel extraída por las abejas de las retamas del Teide. Con ella nos ofrece una descripción del intenso movimiento de colmenas efectuado por los habitantes de Chasna, Chinama, Granadilla y el Río a comienzos de mayo para trasladar a las Cañadas sus colmenas de tronco hueco de drago. Su anfitrión había nacido en Chinama en 1776, por aquel entonces en la jurisdicción de Vilaflor. Miembro de la élite local, contrajo matrimonio con la ariquense Paula Torres y Delgado Trinidad, de similar espectro social. Llegó a ser gobernador militar de Granadilla y teniente coronel de milicias, participando en la represión del motín portuense de 1810. De gran estatura y corpulencia, falleció en su pago natal a los 74 años de edad. (Manuel Hernández González/2003.).

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