miércoles, 22 de enero de 2014

CAPÍTULO XLIV-VI



EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1831-1840

CAPÍTULO XLIV-VI



Eduardo Pedro García Rodríguez

Viene de la página anterior.

Sobre la evolución del casco urbano de la Villa de Firgas.-

Firgas nació en el mismo corazón de la mítica Selva de Doramas. Buscó situarse en un montículo, para desee allí vigilar y defenderse del enemigo.
Se ha dicho que Firgas es una Villa joven levantada sobre un pueblo viejo. Cargado de historia. Abramos las crónicas coetáneas a la Conquista y veremos que es verdad.
Un tríptico de aspectos fundamentales destacan en los orígenes fundacionales de la hoy Villa de Firgas:
• Primero sus antecedentes aborígenes y su incorporación a la Corona de Castilla, con sus repartimientos de tierras y aguas.
• Segundo, la saga de los Rodríguez de Palenzuela fundadores de la primitiva Ermita y del Convento de San Juan de Ortega de Frayles dominicos.
• Tercero, la creación de la Parroquia y del Ayuntamiento con su vinculación al patronazgo de San Roque.
Parte integradora de la Gran Canaria Primitiva y prehispánica, con sus hombres y mujeres, con sus virtudes y cualidades, con sus costumbres ancestrales, la constituiacute;a el poblado que llamaban Afurgad, situado como decíamos al norte de la isla a una altura aproximada de unos 500 metros sobre el nivel del mar, con su clima envidiable, templado en verano gracias al aire del mar que le llaga a través de sus barrancos, y con temperaturas benignas durante el invierno. Sus paisajes son paradisíacos que van desde los frondosos bosques de Los Chorros al verdor del platanal de Casablanca y Cambalud, pasando por los impresionantes tajos de los barrancos de Las Madres y Azuaje, y terminando por los idílicos remansos de paz de Zumacal, Lomitos, Padilla y Rosales. Cuenta con una panorámica única y extraordinaria que abarca desde la cumbre a la inmensidad del mar.
Nos dice Olivia Stone, la inglesa soñadora, en su visita a Firgas en 1.887 “El pueblo de Firgas en sí consta de dos calles dispuestas en ángulo recto y formando una T”.
Efectivamente, la Calle Real de Abajo y Real de Arriba, hoy José Santos y Paseo islas Canarias, fueron el eje central de la “T” aludida por Olivia Stone. Los brazos de esta letra los compusieron las calles Norte, hoy Primo de Rivera, y la calle Sur, hoy Calvario. Así fue el “Casco Histórico” de la Villa de Firgas a finales del siglo XIX.
La evolución de la Firgas de ahora se ha ido conformando a partir de mediados del siglo pasado, aunque sin embargo el Cementerio Nuevo (actual) fue levantado a finales del siglo XIX y comienzos del XX. El anterior estuvo situado en el lugar que hoy ocupan las viviendas de los maestros (ya en desuso) en la calle de El Calvario.
Los repartimientos de tierras y aguas conllevan naturalmente al cultivo de las minas exigiendo para ello un núcleo de población fija más o menos numeroso. Por otra parte, se imponía en aquella época el criterio de la fe cristiana en los asentamientos de población, según la consigna dada por la Reina Isabel La Católica a sus conquistadores: “Mirad que os envío a aquellas islas no tanto para conquistar tierras para la Corona de Castilla, cuanto para ganar almas para el reino de Cristo, porque nuestra intención principal –dictada al escribano real- fue la de procurar atraer a los pueblos y convertirlos a la santa fe católica”.
Y así se comprende la preocupación de los conquistadores de construir ermitas dedicadas al santo de su devoción, predilecta de su constructor o patrono, y junto a ellas levantaban las moradas de caballeros y colonos, conviviendo a la sombra del campanario.
La Primera Ermita. En Firgas, el capitán Tomás Rodríguez de Palenzuela, en 1.484, construye una ermita dedicada a San Juan de Ortega, entrañable devoción de su tierra natal, la ciudad de Burgos. Este dato esta documentalmente probado, según afirman el citado Rodríguez de Palenzuela y su esposa doña Inés de la Peña cuando dicen en su testamento “hemos levantado una ermita en el sitio de nuestro ingenio”.
El Convento Dominico de San Juan de Ortega. Noventa y seis años más tarde, concretamente en 18 de noviembre de 1.613, Juan Suárez de Palenzuela y Figueroa, biznieto de Tomás Rodríguez de Palenzuela, que con su mujer doña Luisa de San Juan de Padilla, que habían sido los poseedores de los bienes que habían pertenecido al Capitán Rodríguez de Palenzuela, funda el monasterio dominico de San Juan de Ortega, señalando como bienes iniciales del mismo la propia ermita de San Juan de Ortega y una amplia huerta. Los padres dominicos tomaron posesión de estos bienes fundacionales el 23 de dicho mes y año.
A este convento se opusieron los vecinos de Arucas por temor su iglesia parroquial quedará empobrecida sin los recursos necesarios para mantenerla, pues las limosnas irían a parar a manos de los frailes, que no tendrían para el sustento de ellos mismos, y mucho menos para atender las necesidades de la iglesia”.

Construcción del hotel-balneario de Aguaje.-

En 1868, la Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas de Gran Canaria encarga la realización de unos análisis, cuyos resultados permitieron la emisión de un proyecto para la explotación de las aguas minero-medicinales de Azueaje, de forma que los tres surtidores debían reunirse en uno solo y construir un establecimiento balneario, en relación con la cantidad de agua producida y las necesidades del bien público, como recoge un informe publicado por ésta en 1.869, que citan C.R. Alonso y E.L. Medina en su estudio.
“Construido el edificio, cada año puede estar abierto una larga temporada y al cual debe llegar el agua por medio de tubos, malos conductores del calórico, es preciso que se les provea de serpientes de Eydt y de todos los utensilios necesarios para la debida aplicación al exterior (absorción e impresión) en baños generales y locales (…)”
Sin embargo, este proyecto no encontró el apoyo debido a trabas impuestas por caciques locales.
Años más tarde, comprobada nuevamente la efectividad de las aguas, se construye el balneario y el hotel, el primero propiedad de la casa de San Fernando y el segundo de Don José Cruz, quien a su vez había arrendado el primero.
El establecimiento balneario tenía una capacidad de 15 tinas o bañeras, mientras que el hotel estaba constituido por tres niveles unidos por una vereda empedrada y escalonada:
1º. Junto a la entrada un edificio de una planta, donde estaba el comedor y el salón de baile, y las cocinas con sus almacenes, rodeando esta terraza con habitaciones destinadas a administración y almacenamiento de víveres. La azotea sirve de mirador.
2º. Bajo el risco, un pequeño apartamiento, con dos dependencias dormitorio y sala de esta con balcón, a modo de suite nupcial.
3º En la parte alta está el edificio destinado a hospedaje que consta de 16 habitaciones. En el conjunto también había una ermita para la misa dominical, así como cuadras.
En la segunda década de XX, ambos establecimientos cambian de manos, arrendando nuevamente los propietarios del hotel las instalaciones balnearias.
Sin embargo, el funcionamiento de dicho establecimiento no se prolongará más allá del primer tercio del siglo XX. El hotel, no obstante, logra sobrevivir aunque sólo una década más.
Salvada esta primera etapa en la que surgieron diferentes edificios de bella factura con balconadas y corredores de tea y dinteles en puertas y ventanas de estilo conopial (primera mitad del siglo XVI) de todo lo cual aún nos queda algunas reminiscencias.
Pasaron los años, siglos quizás, donde la fisonomía de este lugar se conservó casi inamovible. Un pueblo que vive con escasos recursos procedentes de la propia naturaleza. Si las lluvias son pródigas y la suerte acompaña se salvará la cosecha. En caso contrario, habrá que esperar a la próxima temporada. ¡De esto sí que saben los sufridos agricultores firguenses ¡
Por lo tanto, la evolución constructiva quedó paralizada durante largo tiempo.
En los años finales del siglo XIX llegó el cultivo de la cochinilla, y es a partir de aquí cuando el debilitado agricultor firguense se toma un respiro. Ya sabemos que éste fue por escaso tiempo, ya que el descubrimiento de las anilinas dio al traste con casi todas las ilusiones que el agricultor había depositado en la grana. No obstante, este cultivo dio al sufrido agricultor nuevos bríos.
Pasaron los años y aquel pueblecito viejo cargado de historia y de leyendas, asomado por las montañas del norte de la isla, seguía sumido en un largo sueño del que parecía no iba a despertar jamás. Carecía de lo más elemental: agua corriente (parece una paradoja), fluido eléctrico, carreteras, médico (no había medios). Las aguas fecales salían a la calle a la vista de todos. Otros, vertían dentro del cauce de la Acequia Real, cuyas aguas abastecían no sólo al municipio firguense, sino también a todo el término municipal de Arucas. El caos ¡.. Enfermedades, tifus, diarreas, tuberculosis, mortalidad infantil y, por si fuera poco cuanto aludimos, llegó la guerra española 1.936-1.939, la cual durante algunos años las consecuencias propias derivadas de esta confrontación: hambre y miseria.
Poco antes del comienzo de la guerra española, se produjo en Firgas un hecho singular: son asfaltados por vez primera 703 metros cuadrados de la calle León y Castillo a razón de seis pesetas el metro cuadrado, por un total de 4.218 pesetas. El resto de las calles del pueblo y Plaza de San Luis estuvieron empedradas hasta los años cincuenta del siglo pasado. El espacio asfaltado ocupó desde la Plaza de San Roque hasta la de San Luis, excluida ésta.
Imaginemos a un pueblecito surcado por acequias caudalosas donde el ganado ovino pastaba a sus anchas y en el que al atardecer del sereno encendía media docena de luces de acetileno. De madrugada, las bestias portadoras de agua mineral desafiaban veredas y precipicios para trasladar “el agua de las burbujas” hacia la capital, para hacer las delicias de la gente acomodada. Los lugareños también bebían agua manantial que traían de las fuentes de Las Madres, de Cho Lucas, de Azuaje y del Brezal.
Y así llegó la Villa de Firgas hasta la mitad del siglo pasado. Sabemos que los hechos fueron generalizados para todos. Sin embargo, la evolución ha sido diferente.
A partir de estas fechas comienza de forma muy pausada la progresión para la Villa de Firgas, y que yo fracciono en varias etapas:
1ª.- Engloba la construcción de la Casa Consistorial y la ampliación de la entonces diminuta Plaza de San Roque (1.945). A esto debemos añadir la construcción del primer grupo de Viviendas Protegidas situadas en Los Llanos, al sur de la Villa. También la instalación de dos pilares de agua potable. Uno en la parte alta y el otro próximo a la Plaza de San Roque.
2ª.- (1.955-1.965) En primer lugar se construye el Grupo Escolar 10 Unidades denominado entonces "Martín Cobos". Se levanta el Matadero Municipal. Se crea el Jardín Municipal situado en Los Llanos, junto al grupo de Viviendas para maestros (hoy en desuso). Se comenzó con la primera fase de la calle 18 de julio, que une la calle León y Castillo con el Cine Firgas, de reciente construcción. Años después se verifica la segunda fase uniendo la zona que va desde el Cine hasta la vereda de subida a la Montañeta. Se construye un estanque junto a la herrería (hoy Elvira del Castillo), para almacenar agua residual. Se asfaltan algunas calles que hasta ahora permanecían empedradas. Se instalan pilares de agua potable en los barrios. Se habilitan caminos vecinales. El campo del fútbol existente en Los Llanos desaparece para iniciar las obras del nuevo estadio, de mayores dimensiones, denominado entonces "Matías Vega Guerra". Con todo, la fisonomía de la Villa mejora hasta el punto que el Consejo de Ministros con fecha 21 de enero de 1.964 le concede el Título de Villa.
3ª.- (1.975-1.983). A esta etapa corresponde la ampliación, asfaltado y conexión de la calle del Calvario hasta el Cementerio (antes sin salida). Se amplía el Cementerio Parroquial con ayudas recibidas para paliar el paro obrero. Se edifica el Colegio Nuevo (20 unidades). Se amplía y se instalan gradas con alumbrado público en el campo de fútbol denominado entonces "Vega Guerra". Se procede a la apertura de la calle Lepanto y Barranquera Honda. Se procede al desmonte, apertura y asfaltado de la Avenida Islas Canarias y a la Red de Alcantarillado. Se instalan cuatro estaciones intemperie en diferente parte de la Villa para mejorar el fluido eléctrico. Se instala el nuevo alumbrado en la totalidad de la Villa. Se amplía el viejo camino vecinal de El Estanco, convertido en la calle Elvira del Castillo asentada sobre terrenos cedidos por esta Señora. Se procede al desmonte y a la apertura de la cuarta fase de la calle 18 de julio, desde la Plaza de San Roque a enlazar con la carretera de Valleseco. Se pavimenta con hormigón la subida a la Montañeta por la calle General Franco. Se instalan dos redes de alcantarillado: una que parte desde la Villa pasando por Buen Lugar y Casablanca hasta el emisario situado en Los Dolores, y otra desde La Cruz, pasando por Padilla Rosales hasta enlazar con el mismo emisario de Los Dolores. Una obra indispensable, oculta bajo el asfalto, cuyo presupuesto entonces fue superior a los cien millones de pesetas (100.000.000 pts.).
4ª.- (1.987-2000) Resaltar entre los hechos más relevantes la remodelación del viejo edificio conocido como La Fonda, para destinarlo a Casa de La Cultura de la Villa de Firgas. Es adquirido también el viejo Molino (hoy B.I.C.) el cual se restaura para ofrecerlo a los muchos visitantes que pasan por el municipio. A su lado, se crea el Parque y Monumento al ganadero. Se verifica la apertura de la doble vía en la prolongación de la calle Leopoldo Matos (que conecta las calles 18 de Julio y Calvario). Se realiza la Cascada y Avenida de Canarias con sus islas realizadas en cantería. Se construye el Centro Comercial. Se crea el I.E.S. Villa de Firgas en Lomo del Pino. Se levanta el Pabellón de Deportes Cubierto. Se construye la Piscina Municipal climatizada, y surgen diferentes grupos de viviendas sociales y urbanizaciones.
5ª.- Y última (2.000-2009)- Para finalizar esta memoria hemos de hacer referencia al boom urbanístico y las consecuencias inmediatas de la denominada crisis financiera.
Es cierto que ocupa un lugar preeminente en el norte de la isla y que las condiciones climatológicas, dada su altura sobre el nivel del mar, le favorecen. También es digno de destacar la entrega y el amor a la tierra de muchos de sus hijos que lo dieron todo a favor de su pueblo.
No nos olvidemos de una empresa Señera y Pujante como lo es Aguas de Minerales de Firgas, la cual no sólo facilitó los puestos de trabajo sino que canalizó un río de divisas.


1835.
Las islas de Señorío en esta colonia de Canarias han tenido sus medidas particulares de toda clase. Las varas de medir de la de Lanzarote y Fuerteventura que es­tuvieron sujetas en lo primitivo a un mismo Señor eran iguales, sien­do un dos y medio por ciento mayores que la de Tenerife que ha sido la más castellana de las Canarias. Sin embargo, era esta cosa de una línea mayor que la de Burgos. La de Canaria era entre aquellas y és­tas. Causábanse por ello continuas molestias al traficar de isla a isla, teniendo que hacer cálculos y deducciones a cada pieza que se com­praba o se vendía, y pérdidas a los que no están impuestos.

A principios del año 1835, siendo gobernador civil y capan. ge­neral de esta Provincia el Excmo. Sr. Dn. Josef Marrón y secretario Dn. Mariano Cárdenas, resolvió cuerdamente quitar esta pública in­comodidad, haciendo que todas las varas de medir de las islas fueran iguales a la de Burgos, la cual principalmente rige en medidas legales y geográficas de la nación, a cuyo efecto remitió a cada Ayuntamienin una vara chapeada de bronce, colocada en una caja, por el peque-ño costo de 14 rvn. Esta por ser reciente no nos parece interesan­te, pero debe serlo igualmente que curioso en los tiempos futuros, cuando se ignore esta diversidad de medidas que existieron. Ojalá que  el mismo arreglo se hiciera con la demás mensuración usada en áridos y líquidos. Pero aún para útiles y fáciles reformas se necesitan hombres de buen discurso, y este por desgracia nuestra es raro en los que  nos gobiernan. (José A. Álvarez Rixo, 1982:206-207)
1835.
Se importa y ha importado siempre de las otras islas, madera, luía, carbón, vino, frutas, azúcar, miel, dulces, loza de barro, esteras. Y antes del Arrecife engrandecerse y negociar por sí, se recibían toda clase de efectos extranjeros por vía de Tenerife; volviendo a suceder lo mismo cada vez que se impide el giro directo.

Los escandalosos precios a que se vendían algunos de los artículos más necesarios del consumo doméstico durante la guerra con Inglaterra que interrumpía el cabotaje merece que se relaten; puesto que comparados con la mudanza tan extraordinaria que hoy día tie­nen merced al beneficio de la larga paz de que gozamos, en los años futuros parecerá cosa de fábula.
                                                                              

Vino de Tenerife ordinario, el cuartillo doble
valía                                                                             ps corrs.    rta.     ct
Azúcar de pilón de la Palma, la libra ..............              5.         5.
1 ó 2 naranjas, o manzanas de Canarias........                                1.
1, cebolla de Tenerife................................................................. 1.
1, resma de papel común de España.............         12.
1, botija de aceite de oliva de id....................          5.
1, baraja ordinaria de id................................                      5.       5.
1, libra de chocolate.......................................................... 6.       0.
1, Dría, de té verde, u ordinario ..   ..............          4.          0.       0.
1. Dha. de jabón de Castilla ........................                       5.       5.
Cada cesto de carbón..............................          2.           0.       0.
Medio almud colmo de id..........................                      10.
2 a 3 rajas de leña ......................................                                 1.
Y por la carencia de esta es consiguiente ser
el pan crudazco vendiéndose entonces cada
libra a ............................................................................. 10 1/2.
Todavía en 1812, un bernegal valía 1 duro= 1 talla 1 peso corr'.
Los géneros del extranjero guardaron proporción con estos, pero tenían la ventaja que se adquirían al fiado por cuenta de barrilla u orchilla.
El valor de la importación en la isla de Lanzarote el año 1835, fue así.
Importación de la península................ ……   Rs vñ.                       316.545.  22
id, del extranjero, que estando impedi­ do el giro directo……   000,000. 00.         
Exportación para la península............. ………………………   722,592.02                  
id. para el extranjero  ........................ ……………………… 1.003,200

Cuyos curiosos datos debemos al Boletín Oficial de Canarias N.° 76, de dicho año 35. Pero el lector conocerá precisamente, que gastándose en esta isla el vestuario y demás menajes del extranjero, cuando no se permite entrar libremente sino que ha de ser vía de Te­nerife o Canaria, con lo cual le sale mas caro a los lanzaroteños, és­tos se surten por contrabando, puesto que sus numerosas playas y desembarcaderos les brindan a ello, y el mal cálculo del gobierno da lugar a la verdad del refrán, que queriendo atajar rodea. (J. Álvarez Rixo, 1982: 150-151)
1835. Macías Hernández consideró que al menos 50.000 canarios emigraron entre 1835 y 1850, de los que casi un tercio se dirigieron a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios en la Isla antillana, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente emigratoria canaria a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la guerra de independencia cubana. La diáspora se prolongó en los primeros decenios de la centuria, hasta que en la década de los veinte se produce una inversión de la corriente, superando los retornos a las salidas. Si Cuba fue el principal destino canario, esta realidad adquiere más fuerza cuando hacemos referencia al emigrante hawara (palmero). En el bienio 1913-1914 Cuba acogía entre el 84,9 por 100 y el 87,3 por 100 de los emigrantes salidos por el puerto de Guiniwuada (Las Palmas), entre el 87 y el 87,2 por 100 de los que parten de Chinet (Tenerife) y entre el 99,2 y el 99,9 de los que embarcan en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma). De los 4.677 pasajeros considerados como emigrantes que parten en 1914 de Canarias, un 40,5 por 100 lo hacen del puerto de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), un 31,6 por 100 de Guiniwuada (Las Palmas) y un 27,9 de Benahuare (La Palma). Para 1915 la cifra se elevaba a 6.713 pasajeros.
1835 Febrero 3.
Según consta del Boletín Oficial de 11 de dicho mes N.° 74, regresaron al Arrecife la corbeta de guerra in­glesa «Etaa» y un cúter que hacían observaciones en las costas del África e islas Canarias. En su primera estada habían dado un baile a las damas del citado puerto que estuvieron a bordo a ver los buques. Acerca de sus sondeos y demás indagaciones científicas que es lo que verdaderamente interesaba no se fatigaron por saber los señores lanzaroteños, pero la pasión por distraerse bailando a pesar de lo calu­rosa de su tierra les continúa dominando.

Por lo tanto, los diversos titiriteros, cómicos y bailarines que en estas dos últimas décadas han puesto en uso llegar a las Canarias, han venido a ejercitar sus respectivas habilidades al Puerto del Arre­cife, y al efecto se formó un teatrito provisional: mas desde el año 1811, ya se había visto aquí el primer bailarín de cuerda.

Pero como en el mejor prado se introduce la cizaña, el resultado de todas éstas que debían ser reformas sociales se ha deslucido desdi­chadamente, porque el lujo no guardó medio, después el juego de naipe fuerte, cuyos dos enemigos domésticos han arruinado familias las cuales se expatrían para Montevideo al verse pobres en el país donde ostentaron sus vicios y garipolas.
(J. Álvarez Rixo, 1982:120-121)


1835 Julio 1. Se promulga el Decreto suprimiendo las Juntas de la Fe.
Art, 1º. Que cesen inmediatamente las Juntad llamadas de Fé ó Tribunales especiales, que puedan existir todavia en cualquiera Diócesis en que se hubiesen establecido.

Art. 2º. Que los Prelados Diocesanos y vicario en el conocimiento de las causas de fé, y
de las demas de que conocia el estinguiqo Tribunal de la lnquisicion se arreglen á la ley 2 título 26, Partida 7., á los Sagrados Cánones y al derecho común.

Art. 3º. Que las mencionadas causas se sentencien, conforme en un todo á lo que se ejecutan en los demás juicios eclesiásticos, admitiendo las apelaciones, y demás que procedan de derecho.

Art. 4º. Que en aquellas de cuya publicidad pueda resultar escandalo ú ofensa  á las buenas costumbres, se observe una prudente cautela, para que no se divulguen, verificándose siempre su vista á puerta cerrada, con asistencia del acusado y su defensor,  para quienes en ningún caso habrá cosa alguna secreta ni reservada, como en
las de igual clase se practica en los Tribunales civiles. (En: Agustín Millares; 1981)

1835 Julio 5. El que sería teniente general don Ignacio Pérez Galdós nació en Las Guiniwuada n Tamaránt (Palmas de Gran Canaria) el cinco de julio de 1835. Era el octavo de diez hermanos, de los que el menor sería el ilustre escritor don Benito. Su padre, don Sebastián Pérez Macias, descendiente de una familia de labradores acomodados de Valsequillo, Tamaránt (Gran Canaria), había formado parte, como Subteniente, del batallón de voluntarios conocido como La Granadera Canaria, que participó en la Guerra de la Independencia. A su regreso perteneció a las Milicias Canarias alcanzando el empleo de capitán con grado de teniente coronel y ocupando en 1842 y 1843 la comandancia del castillo de San Francisco o del Rey.

A los diecinueve años, Ignacio fue nombrado Subteniente del Batallón “Provincial” de Las Palmas, nº 4 de las Milicias Canarias, quedando en situación de provincia. Decidido a seguir la carrera militar, en septiembre de 1958 ingresó en la Escuela de Estado Mayor y, finalizados los estudios, ascendió a teniente de dicho Cuerpo en 1862. Tras realizar las prácticas reglamentarias, fue destinado a la Capitanía General de Canarias, donde solicitó y obtuvo el pase al Ejército de Cuba.

Como consecuencia, en 1864 obtiene una rápida serie de ascensos: 20 de enero capitán de E. M. en Ultramar, 15 de julio capitán de E. M. de la escala general por antigüedad y el 10 de agosto comandante de E. M. en Ultramar destinado a la sección del Cuerpo en la Isla de Cuba.

Al extenderse a Las Villas la insurrección iniciada por Carlos Mª Céspedes en Demajagua, el comandante Pérez Galdós fue enviado a esta jurisdicción, compartiendo, como era habitual, el servicio propio de su Cuerpo con la intervención directa en las operaciones militares, conduciendo convoyes, dirigiendo columnas o mandando interinamente unidades, tanto en Las Villas como en la zona del Cauto o en torno a Bayamo. Tomó parte en combates como los de Humilladero, La Curia y Bueyecito y en los ataques a los campamentos atrincherados de Cauto, Las Brigadas y las Coloradas, quemándolos después de dispersar al enemigo. El decreto de gracia general de 1 de junio de 1869 le concedió el grado de teniente coronel de Caballería y en recompensa por su actuación los días 12 al 16 de abril entre los ríos Buey Jicotea y Cauto el grado de coronel de Ejército.

Al empezar el año 1870 fue trasladado a Santiago de Cuba, donde mandó unidades, como el Batallón de Cazadores de Reus, o columnas, como la formada por dos compañías de este batallón, medio batallón del Regimiento de Infantería de León y una pieza de artillería, con la que participó en la acción de Brunís en la que resultó herido.

En marzo de 1871 es recompensado con el empleo de teniente coronel de Ejército, por su actuación al frente de la columna de voluntarios catalanes y poco después recibe las encomiendas de Isabel la Católica y de Carlos III. Cumplido el tiempo máximo de permanencia en las Antillas, regresa a la Metrópoli el 5 de julio de 1875.

Destinado a la Capitanía General de Navarra, participó con la guarnición de Pamplona en la lucha contra los carlistas, destacando su actuación en las operaciones de cooperación al ataque de Montejurra, por las que se le premiaría con otra cruz del Mérito Militar. El 18 de mayo de 1876 asciende a teniente coronel de E. M. y es destinado a la Sección de dicho Cuerpo en las Islas Canarias. En mayo de 1877 vuelve voluntario a Cuba siendo ascendido a Coronel de E. M. en Ultramar y designado jefe de la 1ª media brigada de la 2ª división de la Comandancia de Holguín y Las Tunas.

La insurrección cubana, agotada por sus divisiones internas y las presiones políticas y militares de Martínez Campos, estaba en franco retroceso. El Pacto del Zanjón, 10 de febrero de 1878, puso fin a la lucha en Las Villas y Camaguey, pero fue rechazado por Antonio Maceo que acordó con Vicente García, a quien reconoció como general en jefe, proseguir la campaña en Oriente, Las Tunas y Holguín. Galdós participó en encuentros como el Savial y la Dichosa y fue promovido a brigadier. El 9 mayo, Antonio Maceo abandonaba Cuba y Vicente García, cuya situación era insostenible, convino con los españoles marchar al extranjero, acompañado de más de cien hombres, y deponer las armas, incluyendo en sus fuerzas las del brigadier Belisario Grave de Peralta que quedó encargado de efectuar la capitulación. Ésta tuvo lugar el 6 de junio, las fuerzas cubanas de Las Tunas, 1 brigadier, 12 jefes, 31 oficiales, 73 sargentos y 350 individuos de tropa y 218 hombres más, incluyendo el batallón de Holguín, se presentaron en el campamento de Rompe a las fuerzas españolas mandadas por el brigadier Ignacio Pérez Galdós a quien le cupo la honra de poner fin a la contienda cubana.

Poco después regreso a Canarias, quedando en situación de cuartel en Las Palmas. En 1879 se presentó candidato a diputado en Cortes por la jurisdicción Sur de Gran Canaria, derrotado por Pedro Bravo no volvió a participar activamente en política. Nombrado Gobernador militar de Santander, permaneció allí dos años pero asuntos familiares reclamaban su presencia en Canarias. Muerto su hermano Domingo, la administración del patrimonio de los Pérez Galdós atravesaba malos momentos y la quiebra del marqués de Villanueva del Prado hacía imprescindible liquidar la elevada deuda que éste tenía con ellos y había garantizado con su hacienda de La Aldea de San Nicolás. El pleito se presentaba largo y difícil, de hecho iniciado en 1881 no tendría su fin hasta 1892, estaba claro que a los Pérez Galdós les era necesaria la presencia de alguien que impusiera orden y salvase lo posible. D. Ignacio cesó, a petición propia, como gobernador militar de Santander y quedó en situación de cuartel en Las Palmas.

La muerte del gobernador militar de Gran Canaria hizo posible que el brigadier Pérez Galdós fuese destinado a su tierra natal. El puesto, no muy brillante desde el punto de vista castrense, le permitía disfrutar de su familia, atender a sus negocios y asistir al desarrollo económico y urbano de su ciudad natal, que en lo militar trajo su primera y deseada unidad del Ejército activo, el Batallón de Cazadores Gran Canaria número 2 y la construcción del Palacio Militar.

En mayo de 1891 don Ignacio fue ascendido a general de división y destinado a Santa Cruz de Tenerife, como segundo cabo de la Capitanía general de Canarias y gobernador militar de la plaza. Allí supo captarse el respeto de los tinerfeños, como se pondría de manifiesto con ocasión de los graves incidentes ocurridos durante la Semana Santa de 1893. La alianza de los “leonistas” grancanarios con grupos de La Palma, Gomera y El Hierro, tradicionalmente dominadas por Tenerife, se impuso a las facciones tinerfeñas en las elecciones a diputados en Cortes. Pocos días después se publicó la reforma de la división territorial militar, el Archipiélago pasaba a ser una Comandancia militar, formada por dos gobiernos militares con cabeceras en Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) y Guiniwuada (Las Palmas), plazas en las que el comandante general podía residir “indistintamente”. La reforma parecía hecha para los intereses del general Pérez Galdós. El Viernes Santo se celebraron las elecciones senatoriales y los “leonistas” parecían tener asegurada su supremacía. Irritados grupos de tinerfeños atacaron a los electores partidarios de León y Castillo que tuvieron que salir de la ciudad, entre insultos y piedras, protegidos por fuerzas militares. Algunos de los perseguidos se refugiaron en el domicilio del gobernador militar pero no se levantó una voz contra el general, que en una época de rivalidades interinsulares había mantenido el más exquisito equilibrio oficial y llevado su acendrado grancanarismo en la intimidad.

Al ascender a teniente general, 28 de septiembre e 1898, rehusó la oferta ministerial de hacerse cargo de la Capitanía general de Aragón y permaneció en Guiniwuada (Las Palmas), en situación de cuartel, hasta abril de 1900 que fue nombrado capitán general de las Islas Canarias. El año 1901 trajo algunos desasosiegos políticos al Archipiélago, especialmente el asesinato del joven Marrero por el segundo teniente de Infantería Cabrerizo, en Guiniwuada (Las Palmas). El sepelio, al que asistió el general Pérez Galdós, fue un exponente de la repulsa popular. Poco después nuestro general sería designado presidente de la 1ª sección de la Junta Consultiva de Guerra, forma encubierta de retirarle el Gobierno su confianza. La noticia fue acogida con consternación por todos los sectores de la sociedad canaria. En Las Efemérides de 13 de enero de 1902 podemos leer “Todas las corporaciones y sociedades de la Provincia han telegrafiado a S. M. la Reina, el Presidente del consejo de Ministros y Ministro de la Guerra solicitando quede sin efecto el traslado del Capitán General”.

Pérez Galdós presentó inmediatamente la dimisión del nuevo cargo y volvió a quedar de cuartel en Guiniwuada (Las Palmas).

Un año después es designado, de nuevo, capitán general de Canarias, cargo en el que continuaba cuando falleció en Guiniwuada (Las Palmas) el 29 de noviembre de 1905.

Su sepelio fue una multitudinaria manifestación del respeto y cariño de sus paisanos. De él diría José Mesa y López: “El general Pérez Galdós, tenía el justo concepto de los deberes que le imponía su alta jerarquía. Conducta privada sin mácula, trato social intachable y energía sin claudicaciones “. (MB)
1836. Viene al mundo en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma). Faustino Méndez Cabezola Licenciado en Derecho y Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid (España). Su biógrafo Jaime Pérez García, en Fastos Biógrafos de Benahuare (La Palma), lo considera propagador de la democracia, liberal y republicano, modélico catedrático, literato profundo y periodista incansable. A sus gestiones se debe la llegada a su ciudad natal,  de la primera imprenta y la edición del primer periódico, El Time (1863), desde el cual, y con el título El colegio en La Palma, mentalizó a políticos y conciudadanos para la fundación del primer colegio de segunda enseñanza. Con la república española fue gobernador civil de Logroño (España, 1873). El político español Pi y Margall lo considera una esperanza en el Partido Republicano; a su muerte, manifestó que había perdido a uno de sus mejores y útiles hombres. Fallece en 1880.

No hay comentarios:

Publicar un comentario