lunes, 27 de enero de 2014

CAPÍTULO XLV-I



UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1841-1850

CAPÍTULO XLV-I



Eduardo Pedro García Rodríguez
1841. Nace en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) el criollo Juan Bautista Fierro Van de Valle. De joven se matriculó en la Academia Provincial de Bellas Artes en Añazu n Chinetdon (Santa Cruz de Tenerife) donde en 1858 fue premiado en la exposición anual exhibida por los alumnos de la institución para celebrar la onomástica de la Reina Regente española. Allí conoció como profesores a Pastor y Castro y a Nicolás Alfaro, pero además aprovechó las lecciones particulares que le ofreció accidentalmente la pintora británica Elizabeth Murray. Al mismo tiempo tomó la carrera de las armas llegando en 1873 a sus 36 años de edad a ser capitán del ejército español, grado que mantuvo hasta su licenciatura en 1880. Fue entonces cuando al incorporarse a la vida civil en la colonia empezó a interesarse por la política obteniendo en 1888 su acta de diputado provincial. Su participación en la plástica canaria está inscrita en el orbe de la acuarela ya que al contagio de Murray se decantó por una técnica rápida que disimulaba sus dificultades técnicas. Su arte es académicamente tosco, sin embargo su hallazgo está en haberse convertido en el mejor cronista gráficos de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma). Trató temas sociales (El Indiano), de actualidad (Amarre del cable telegráfico), y costumbristas como fue la serie de trajes canarios de un enorme valor etnográfica. Por su trabajo cultural y profesional fue merecedor de varias condecoraciones. Fallece en 1930.

1841. Se promulga en la metrópoli una Ley general de imposición tributaria en la que se contempla diferenciación en su aplicación en la colonia de Canarias, Se suprimen las alcabalas que hasta ese momento grababan las compraventas y que suponía el 80% de la tributación ordinaria. Se permite realizar aforos de los barcos que procedentes de América viajen hacia la península ibérica, siempre que estos se realicen en el plazo de tres días, y se aplican los aranceles de Sevilla. No obstante, esta ley no ofrece ventajas palpables para el comercio y la reacción en Canarias por parte de la burguesía dependiente no es buena. En 1849 se revisa la Ley tributaria con el fin de adaptarla a las necesidades de la burguesía de la colonia de Canarias, se abre un periodo de discusión donde la burguesía comercial canaria unida aprovecha todos sus contactos en la corte de la metrópoli para influir de forma conveniente para la economía de las islas.

1841. Mayo 4.
PROCLAMA CANARIA EN FAVOR DE LA INDEPENDENCIA DE CUBA Y PUERTO RICO
¡HABITANTES DE CUBA Y PUERTO RICO!
NOSOTROS los moradores y naturales de las Islas Canarias, emanci­pados ya de la caduca y tumultuaria dominación española, os dirigimos la palabra para haceros saber nuestra regeneración política, y para despertar en vosotros las simpatías que seguramente abrigáis por nuestra inde­pendencia.

Ella ha sido hija del estado de anarquía y desgobierno en que se encuentra España, presa de mandarines militares, sin concierto, sin fuerzas, sin moral cívica, y sin ninguna apariencia de entrar en un orden legítimo de cosas.

¿Y habríamos de sufrir la arbitraria dominación de los que ni aun a sí mismos pueden gobernarse? ¿Qué garantías, qué protección nos ofrecen en cambio de la insoportable opresión en que su egoísmo pretende mantenernos, ellos que no pueden garantizarse ni tan siquiera su forma de go­bierno, ellos que necesitan de la protección de todos?
¿Era dable que permaneciésemos impasibles viendo que nos arran­caban el fruto de nuestras labores con enormes contribuciones para soste­ner sus delirios y mantener esa gavilla de ineptos que han vivido a costa nuestra, prodigándonos en pago menosprecio y vejámenes?

No: antes hubiéramos preferido una guerra ilimitada: demasiado tiempo hemos vivido en afrentosa abyección. Mas la Divina Providencia nos ha salvado de esa calamidad, merced a la impotencia de nuestros opresores, que no han podido ni podrán oponerse a nuestra separación. Contarnos además con el apoyo de una nación poderosa, amiga fiel de la libertad del género humano, que en todo evento nos socorrerá. Somos LIBRES: Somos ya UN PUEBLO!

¡Cubanos!., ¡Puerto-riqueños!: ¿El grito sacrosanto de LIBERTAD no hallará eco entre vosotros? Sois americanos; tenéis a la espalda un conti­nente de Repúblicas pobladas de hermanos vuestros, ¿y no os late el cora­zón? Vuestros odiosos tiranos yacen sumidos en guerra intestina, sin un soldado de que disponer, porque todos los necesitan, sin un buque para enviaros más cadenas, sin un amigo que apoye su inicua y desigual dominación sobre vosotros, ¿y permanecéis sufriendo que os llamen sus vasallos y devoren todavía vuestra sustancia?

Hijos de Cuba  y Borigen!: Pertenecéis a la América: la América toda es libre, MENOS VOSOTROS!
Alzaos: ha llegado el día en que podéis gritar impunemente
LIBERTAD !!
Liberia, antes La Palma. Enero 4 de 1841. Imprenta popular a cargo de Agustín Guimerá.[Archivo Nacional de Cuba. La Habana].

1841. Junio 15. EDITORIAL DEL PERIÓDICO EL TEIDE: "SON LAS ISLAS CANARIAS NUESTRA PATRIA"
Una carrera llena de azares emprendemos, y rogamos a Dios encare­cidamente el que nos conduzca sin mayores descalabros a puerto de salva­ción. En islas Canarias, donde los abusos son envejecidos, donde los que abusan se encuentran muy bien, rodeados del silencio que los envuelve, en islas Canarias las verdades apestan, pero las verdades por eso no dejan de serlo y útil es y provechoso a la mayoría el no ignorarlas. Tal vez algunas Autoridades se irriten contra nosotros cuando censuremos aquellos actos suyos que nos parezcan caminar torcidos; pero esas Autoridades deberían siempre tener presente lo que los periodistas peninsulares se permiten decir hasta contra los Ministros de S.M., que por cierto no son flores.
Nuestro partido es el de los oprimidos contra los opresores; el de los que sufren contra los que gozan a costa suya; en una palabra, el partido de la razón; no pertenecemos a otro.
Estamos tan lejos de una democracia desbocada, como de una aris­tocracia despótica; es cuanto podemos decir.
En nuestros artículos de fondo no hablaremos de los asuntos de la Península sino raras veces; circunscribiéndonos en lo posible a los que se pasan a nuestra vista en nuestro archipiélago; que así como así presentan una abundante cosecha.
¿No hay en islas Canarias una Diputación provincial? ¿No hay Ayun­tamientos? ¿No hay un Gobierno político, una Intendencia, etc. etc.? ¿Esos señores que tienen a su cargo estos destinos importantísimos no necesitan de publicidad y discusión en sus operaciones, tanto para que la estimación general acompañe a las que lo merezcan, como para que la reprobación general caiga sobre los que tomen una senda errada? Todos somos falibles en nuestros juicios, y nadie debe agraviarse porque le digan que se ha equivocado; al santuario de las conciencias no tocaremos nosotros; cada uno obrará con la mejor fe del mundo; eso nada nos importa; los actos exteriores nos pertenecen, como periodistas, y el público juzgará de nues­tras críticas sobre ellos.
La publicidad, la publicidad: los siglos en que se deseaban las tinie­blas dejaron de existir. ¿Se porta mal en el ejercicio de sus funciones el gobernante a, o el gobernante b? Pues denuncíesele por medio de la im­prenta; es como únicamente puede ponerse coto a sus arbitrariedades.
¿Hay tal o tal medida que interesaría al bien general poner en ejecución?
Pues denuncíesela por medio de la imprenta; así solamente se logrará verla realizada.

Nadie pues se asuste; nadie nos venga con su ridículo amor propio a querer darnos por blanco lo que es negro, por saludable lo que raya en dañino, por excelente lo que el más ignorante del pueblo tacha de malo: seguiremos siempre adelante, seguros de la aprobación de la comunidad.

Es por demás decir, que no traspasaremos los límites que las leyes nos prescriben; pero sí aseguramos desde ahora que otros límites que esos no conocemos.

Vengan a nosotros todos los que censurar abusos o recomendar me­didas saludables a la felicidad Isleña apetezcan; daremos entrada a sus artículos en las columnas de nuestro periódico con el mayor gusto.

Son las islas Canarias nuestra patria; como escritores públicos no pertenecemos a ninguna de ellas en particular; la dicha de todas deseamos igualmente. Ni ¿qué buen canario será aquel que anhele el bienestar de una o dos de las siete peñas, con perjuicio de las restantes?

Estas indicaciones las liemos hecho porque lo hemos creído conve­niente, visto el camino que tratamos de emprender; especie de profesión de fe, a ellas arreglaremos nuestra conducta. ¡El Dios de los periodistas nos ampare!
[El Teide, n° 1, Santa Cruz de Tenerife, 15 de junio de 1841, p. 1].
En: Manuel de Paz-Sánchez, 1994)




1841. Enero 23.
EXPOSICIÓN que ha dirigido el Ayuntamiento Constitucional de Santa Cruz de Tenerife a la Regencia Provisional del Reino.
El Ayuntamiento Constitucional de la Villa de Santa Cruz de Tenerife Capital de la Provincia de Canarias, que por voz pública ha tenido noticia de las providencias excepcionales que se hallan dictadas por el Gobierno con respecto a estas Islas, preparándose una expedición de mil doscientos hombres, para ocuparlas militarmente, lleno de la natural alarma que tales medidas han excitado en los ánimos de estos fieles Isleños, contempla un deber sagrado alzar su voz respetuosa para restablecer con el acento de la verdad los errados conceptos que hayan motivado unas providencias, si dolorosas por las calamidades que han de traer consigo a este pobre país, mil veces más sensibles, por ser el desdoro de la acrisolada lealtad de sus habitantes, de esa lealtad de que ofrece una relevante prueba cada página de la historia de las Canarias, y que calumniada más de una vez por la interesada ambición de los mandatarios del Gobierno, jamás se ha visto ni por un solo momento desmentida.
Si el Ayuntamiento de la Capital de la Provincia pudiera persuadirse que los actos de la Ciudad de Las Palmas para realizar el proyecto, a todas luces inconveniente, de división de estas Islas en dos Provincias, actos que han excitado la desaprobación de una parte de los mismos habitantes de la de Canaria, y la universal de las otras seis, habían sido única y exclusi­vamente los que han motivado las Providencias amenazadoras del Gobier­no, se contraería, en tal caso, a manifestar la innecesidad de medida alguna coactiva, para que la Isla de Canaria entre en el orden legal de adminis­tración, la suficiencia de las disposiciones del Gobierno para restablecer este orden, lo prematuro del uso de la fuerza, mientras la desobediencia a estas disposiciones no se hallase pronunciada, y aun en este caso, la justicia de que la fuerza fuese empleada exclusivamente contra los desobedientes, y de modo que sus efectos no se extendieran en manera alguna a las islas que, siguiendo inseparablemente el ejemplo de la mayoría de la nación, lo han dado irrecusable de su amor y lealtad a la CONSTITUCIÓN de la monar­quía, a su Reina, a las leyes y al orden.

Pero una sensible experiencia ha hecho conocer a los Canarios, que sus negocios son, hace mucho tiempo, juzgados con una prevención que influyendo por desgracia, en todos los actos del Gobierno, ha sido funestaniente trascendental al bien estar y prosperidad del país, obstáculo cons­tante de las mejoras que reclama su administración, causa, más de una vez, de inauditas persecuciones e injusticias; y como esta prevención a que han dado origen los temores que se han hecho concebir de la supuesta inclina­ción de estos habitantes a constituirse independientes de la Metrópoli, es la fantasma que interpuesta entre el Gobierno y estas pobres Islas, y ali­mentando la desconfianza que de su lealtad se concibiera, ha producido hace algunos años una sucesión de medidas opresivas y vejatorias, y es hoy mismo sin duda el que amenaza con otras, que llevarán a su colmo la desgracia del país, deber es del Ayuntamiento levantar respetuosamente su voz, para prevenirla y evitarla, y destruyendo esa fantasma alzada en daño y oprobio de las Islas, restablecer la confianza de que sus habitantes se han hecho constantemente acreedores por su lealtad, por sus sacrificios, por sus virtudes.

No se remontará el Ayuntamiento a las épocas lejanas de la historia, en las que tan repetidas pruebas dieron los Isleños de su fidelidad, repe­liendo vigorosamente y con sólo los auxilios de su patriotismo las reiteradas invasiones que intentaron poderosos Estados extranjeros, ambiciosos de la posesión de las Canarias; a más recientes hechos acudirá, para demostrar con ellos, que jamás se ha notado el más pequeño síntoma, de esa supuesta propensión a la independencia. Cuarenta años hace que la Nación Española se halla agitada de continuas convulsiones: en el discurso de tan largo periodo, frecuentes circunstancias se han ofrecido que favorecían el desa­rrollo del principio insurreccional, si hubiera existido en estas Islas; ¿y cuál ha sido la conducta de las Canarias?, dar, en tales circunstancias, nuevas pruebas, relevantes testimonios de su lealtad.

Rotos en mil ochocientos ocho todos los vínculos sociales: disuelto el Gobierno; abandonado el Reino por la familia Real, amenazada la inde­pendencia de la Nación por el coloso del siglo, contra cuyo poder no pare­cían bastar cuantos recursos encerraba el valor y el patriotismo Español, ¿cuál fue la conducta de las Canarias?, ¿pensaron siquiera aprovechar coyuntura que tan favorable hubiera sido para los supuestos proyectos de independencia? No, el pensamiento que existía era solo el que marchase el nombre Canario unido constantemente al glorioso nombre Español; y las Canarias en aquellas circunstancias, organizaron su gobierno provisional en nombre del Rey ausente; se unieron en seguida al central que creó la Nación, y se apresuraron a ofrecer a sus hermanos de la Península socorros de hombres y dinero. La sangre de los isleños fue derramada en defensa de la independencia, pero de la independencia Nacional.

Extendido el fuego de la insurrección por las posesiones de la América Española, la conflagración se hizo general en todos aquellos Estados; la metrópoli se hallaba en la impotencia de reducirlos a la obediencia, y los buques insurgentes bloqueaban la embocadura de las columnas de Hércu­les: las Islas Canarias en aquellas circunstancias, vieron sus puertos cerra­dos por la presencia continua de los Corsarios Americanos: varias fueron las presas que éstos hicieron, ocasionando notables perjuicios al ya decaído comercio y marina del país. Abandonados de la metrópoli, ni aun noticias se recibían de ella en el trascurso de meses, y al mismo tiempo las nuevas repúblicas de América redoblaban sus seductoras proposiciones, excitando a los Canarios a dar el grito de independencia, ¿y cuál fue la conducta de los Isleños en aquellas circunstancias?, sufrir con resignación el abandono en que se les dejaba, rechazar heroicamente cuantas propuestas se les hicieron, y dar otro nuevo y acrisolado testimonio de su inmutable lealtad a la metrópoli.

En las repetidas conmociones políticas que ha experimentado la pe­nínsula, si bien las Islas Canarias han participado de ellas, agitándose por algunos momentos la tranquilidad pública como era inevitable sucediese, han dado sin embargo en estas pequeñas agitaciones, notables ejemplos de cordura, sensatez y generosidad, sobresaliendo siempre el noble sentimien­to de lealtad que tanto distingue a los isleños. El mismo movimiento político de octubre último que parece haber despertado los temores y desconfianzas del Gobierno, es una relevante prueba de lo infundado de estos temores: regístrense una por una las actas de la Junta Gubernativa; no se hallará en ellas un solo acuerdo, una sola propuesta, en la que no se conserve el más profundo respeto a la CONSTITUCIÓN de la monarquía y a las leyes; ni una sola destitución de empleados fue decretada, ni un solo destino conferido; y las providencias que provisionalmente se adoptaron sujetándolas a la aprobación de los poderes del Estado, todas recayeron sobre negocios cuya utilidad era reconocida, y se hallaban ya pedidas al Gobierno en expedien­tes completamente instruidos e informados.

Un solo pensamiento dio el impulso al movimiento popular del día veinte y nueve de octubre en esta Capital, y este mismo pensamiento pre­sidió en todos los actos de la Junta, que hija de aquel movimiento corres­pondió fielmente a la patriótica misión que había recibido de identificar estas Islas con el glorioso pronunciamiento político de la Península, único, exclusivo objeto de el de esta Capital. Los pueblos todos de las Islas que reconocieron la Junta Gubernativa creada en esta Villa y entre ellos algunos que con anticipación se habían pronunciado, cumplieron con los deberes que la situación de las cosas les imponía, y todos se han restituido al estado normal sin oposición alguna desde que cesaron las causas que produjeron en toda la Nación el estado excepcional.

Tales son los hechos con que las Canarias han merecido la gratitud de la Metrópoli: tales los actos que, destruyendo las prevenciones que hayan podido concebirse, deben restablecer la más completa confianza y seguri­dad. El Ayuntamiento cree no desconocer el origen de los antecedentes poco honrosos a la lealtad de las Islas que pueden haber motivado aquellos temores, pero lleno de la más ilimitada confianza en la justificada rectitud de la Regencia provisional del Reino, espera que sabrá estimarlos en el valor que pueden tener, comparados con los irrecusables hechos que el Ayuntamiento ha expuesto a su consideración.

Los sucesos parciales de la Isla de Canaria no han manifestado sín­toma alguno de rebelión: cualquiera que sea la opinión del Ayuntamiento que tiene la honra de firmar esta reverente exposición, acerca de la incon­veniencia de las pretensiones de aquella Isla, que no es de este lugar ma­nifestar, cualquiera que sea su juicio sobre la irregularidad con que han sido entabladas, no por eso deberá menos a sus habitantes un testimonio de la lealtad que los caracteriza.

No será necesario que las respetables órdenes del poder supremo del Estado sean conducidas por una falange de bayonetas para que queden obedecidas. El Ayuntamiento de la Capital de Canarias se atreve a asegu­rarlo así, pero si desgraciadamente tan inesperado caso llegare, caiga la pena sólo sobre el culpable, y no se envuelva en ella al inocente. Doloroso sería que, cuando después de una encarnizada lucha, el reinado de la CONSTITUCIÓN y de las leyes se restablece en toda la monarquía, cuando la tiranía de los estados excepcionales, desgraciadamente necesaria en unos puntos por la guerra encendida en ellos, y en otros sostenida por la opresión del espíritu de partido, cesa en todas partes; doloroso sería que se viera establecer este estado excepcional en las pacíficas Islas Canarias, modelo en todas épocas de sumisión, obediencia y respeto a los poderes constitui­dos. Tal calamidad no vendrá ciertamente a aumentar las que el país se halla sufriendo por su deplorable decadencia; el Ayuntamiento se lo pro­mete así, su justo clamor será escuchado; y lleno de esta confianza:
Suplica rendidamente a la Regencia provisional del Reino se digne mandar que se suspenda la expedición de tropas que se está preparando, mientras no la haga necesaria la desobediencia de la Isla de Canaria a las órdenes que se le intimen para que se restituya al orden de administración legalmente establecido; y que se suspenda igualmente la reunión de los mandos político y militar decretada conforme al artículo doscientos cua­renta y dos de la ley de tres de febrero de mil ochocientos veinte y tres, supuesto que la Provincia no se halla en el caso previsto por la ley; o que de contemplarse a la Isla de Canaria en el citado caso, se entienda sólo para con ella la indicada medida de la reunión de mandos, y las demás excep­cionales a que dé lugar, conservándose las seis islas restantes bajo el imperio de la ley común; así lo espera el Ayuntamiento, por ser justicia, de la rectitud de la Regencia.

Salas Consistoriales de la Villa de Santa Cruz de Santiago de Tenerife Capital de la Provincia de Canarias a diez y seis de enero de mil ochocientos cuarenta y uno.

José Calzadilla, Presidente. Gregorio Carta. Alcalde segundo. Cristó­bal Calderín. José María García. Fernando Montero y Ruiz. Patricio Lecu-na. Juan Afonso Avecilla. Julián Robaina. Domingo Corvo. Juan Cope. Antonio Martínez Ocampo. Domingo Final. Pedro Mariano Ramírez. Sín­dico segundo. Félix Álvarez de la Fuente, Secretario.

["Actos de la Administración", Folletín de Noticias Políticas, n" 6, Santa Cruz de Tenerife, 23 de enero de 1841].  (Manuel de Paz-Sánchez, 1994)

1841 Mayo 25. Los criollos de servicio y empleados de la metrópoli habitantes de la ciudad de Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) celebran la regencia de Espartero en la metrópoli con bailes, iluminación y paseos con música. Dos años después, Espartero tendría que exiliarse debido a un levantamiento militar contra su persona.
1841 Junio 12.
Hasta aquí  nos da puntual noticia del comercio de la barrilla (en Lanzarote) la relación que precede; ahora continuaremos sus más interesantes alternativas, cuales fueron; que cada año iba subiendo de precio, en tanto grado, que el año 1809, se vendió a 8 a 9 y a 10 ps. cada quintal; de consiguiente, se deja ver cuanto era el caudal que por esta razón entraba en la isla; pues dado caso que sólo produjese 30.000 qqs. a 8 ps. eran nada menos que 240.000 ps!, parte de cuya suma se recibía en efectos extranjeros. Pero la codicia rompe el saco.

Algunos sujetos que esperando mayor lucro quisieron especular por su cuenta, la remitieron a Londres; allí fue continuamente bajan­do, y cuando miraron por sí, los gastos y almacenajes de que no te­nían idea en aquella metrópoli, se absorbieron casi todo. Hubo per­sona a quien le salió a medio tostón q1. Lo que en otras partes del mundo sería todavía más extraño pero que en Canarias es usual, fue, que ni medio se le dio una sola prueba de reconocimiento patriótico. No se dotó una escuela, no se construyó una Casa consistorial, ni una Aduana, ni algún otro monumento público digno de memoria a excepción de la iglesia del Arrecife a solicitud de su párroco que es a quien se debe.

El año 1810 y 11, la sujetó el Cabildo a un medio diezmo para gastos patrióticos, que así llaman en España, dice una Memoria que ni leí, cuando disputan unos con otros sobre quien ha de gober­nar. Esta patriótica exacción cesó luego, pero demostró, que los pue­blos que la satisfacían tan tolerantes para invertirla en peloteras, pól­vora y comisionados que iban y venían; bien podrían pagar el diez­mo entero para el culto divino y dotación del clero. Con efecto, el año de 1819, después de algunos pasos precedentes, el Cabildo ecle­siástico de Canaria envió a establecerlo al presbítero Dn. Domingo Pérez, quedando desde luego arreglado en la isla de Fuerteventura, y poco después en la de Lanzarote.
Después de las pérdidas enormes del año 1810, continuó la ba­rrilla decayendo de día en día, hasta que ha vuelto a verse al ínfimo precio de 6 rta. a que estuvo en el principio de su cultivo: pero antes era pura, y ahora todo lo contrario. Y los lanzaroteños que creen que los fraudes son la causa de la decadencia de su comercio, han toma­do providencias para corregirlos, según instruyen los datos que reco­pilaré de estas medidas. Además, el comisionado regio D". Manuel Genaro Villota, deseando en 1830, fomentar la exportación de los productos de estas islas; en su reforma de Aranceles, los puso libres de derechos; S. M. aprobó la medida, la cual se puso en práctica des­de el mes de julio de 1832. Pero ya no son capaces de hacerla conva­lecer, porque los extranjeros escandalizados de la poca fe, y del subi­do precio, arbitraron el uso de ingredientes equivalentes: v.g. el alga marina denominada Kelpe, y proveerse en otros mercados. Dicho Kelpe ya en Lanzarote le saben su propiedad de calcinarse, le nom­bran ceba, y se la mezclan a la barrilla, con lo cual sigue empeoran­do el mal, pues es difícil hallarla pura para poderla aplicar con de­sengaño a ciertas operaciones de varias fábricas y tintes delicados.
De aquí provino el artículo que con fecha 25 de septiembre de 1835, bajo la firma J. G. se quejaban del Arrecife sobre el abuso de quemar Mato Ceba, y Algabéra por barrilla: véase el Boletín oficial N.° 144, de 14 de octubre de dicho año 35.

Se extendieron también las adulteraciones hasta la orchilla; otro artículo todavía más precioso, que a pesar de no ser tan superior como la del Hierro, Gomera y Tenerife, obtuvo más de 50 ps. corrs. por quintal en 1819 y 20. De manera, que el ayuntamiento de la vi­lla de Teguise capital de la isla, en el de 1826, tomó empeño en re­mediar uno y otro mal, según después se publicó esta resolución en el Boletín N.° 22, de 24 de enero de 1837, con motivo de haber ocu­rrido ahora con una pública manifestación de dichos fraudes a la Diputación provincial para su oportuno remedio. Pero ya desde el de 1834, el mismo ayuntamiento había ocurrido a su S. M. sobre la propia materia, a fin que se le autorizase para celar sobre ello. S. M. se refirió a la Rl. Orden de 26 de agosto de 1835, véase el Boletín N.° 263, de 7 de diciembre de 1836; que si mal no me acuerdo, en sus­tancia declara a cada cual facultado para hacer lo que le diere la gana. Podrá tal permiso ser bueno: Pero en un pueblo que propende a la desmoralización en sus transacciones comerciales por lograr un lucro momentáneo, si las autoridades que deben meditar con justicia no le contienen, es la causa de su misma ruina y de la de los intereses del Estado. Así ha ido ello. Y como en las mudanzas de gobierno pensó el Ayuntamiento que se habían mudado también las ideas, volvió a impetrar el favor del Jefe político e Intendente Bremón en 1840. En consecuencia, dicho señor expidió una Circular aconsejan­do no se practiquen tales fraudes, véase el Boletín N.° 90, de 27 de julio del propio año. Y la Diputación provincial en su sección 15a de 6 de mayo de 1841, recapitula que el gobierno no la autorizó para re­primir los fraudes que se cometan en la barrilla, Boletín Oficial de Can". N.° 76 de junio 12 de 1841, con cuyas públicas tolerancias el comercio lo padece. (J. Álvarez Rixo, 1982:136-137)

1841 Septiembre 2.
Inventario de todas las partes que constituyen  el Castillo de Paso-Alto de Santa Cruz de Tenerife.
Entrada á la Batería baja. Se verifica por una puerta rastrillo de 2 hojas de madera de tea en buen estado, con cerrojo, cerradura y llave, gira sobre dados de bronce con puones de hierro y dos argollas de lo mismo.

Batería baja y Estacada. á la derecha se halla un muro de mampostería de 102 v s de largo y 478 estacas de tea con su barrote al medio, en el cual hay l0 cañoneras con sus portezuelas de dos hojas también de tea en el mismo estado; tienen cerrojo, cerradura y llave y giran sobre visagras. La Esplanada se halla enlosada con piedra viva y sus banquetas de mampostería; y á la isquierda otro muro de id con 157 estacas como las anteriores con su correspondiente banqueta.

Cuerpo de Guardia. Al frente de la puerta sobre su izquierda se halla una puerta de dos hojas de madera de tea á mediano uso con su cerrojo, cerradura y llave; gira sobre quicialera y dá entrada á un Cuarto de 6 v s de largo y 3 de ancho que tiene un poyo de mampa y cinco aspilleras: su piso empedrado y su techo de teja vana en regular estado.

Contigua á la anterior se halla otra puerta de dos hojas de madera de tea de mediano uso, con cerrojo cerradura y llave, gira sobre dados de hierro y dá entrada al Cuerpo de guardia de la tropa de 13 vs de largo y 5 de ancho con un poyo de mampa para dormitorio enlosado con cabezal de lo mismo: su piso empedrado y su techo de teja vana; tiene un marco de luz con su tapa de madera de pino envisagrada y 17 aspilleras todo en buen estado. Escalera y Rampa. Sigue una escalera de piedra viva con 5 pasos y tres aspilleras; y á continuación una rampa de 46 v s de largo y 3 1/2 de ancho con su parapeto de media vara de alto enlosado de Piedra viva, la cual conduce al tambor del Castillo.

Tambor. Al fin de la anterior rampa se halla una puerta rastrillo de madera de tea de dos hojas y á mediano uso con cerrojo, cerradura y llave; gira sobre dados de hierro y puón de lo mismo con dos argollones de id y demás herraje correspondiente, y dá entrada á un tamborcito cerrado con piso mal empedrado y un techo forrado de tea con tejado sentado en cal y de mediano uso, el cual se halla cerrado por los muros del Castillo y una Estacada con 15 estacas de tea y su barrote en medio.

Entrada principal

Puerta Principal. En el mismo anterior tambor se halla una puerta de madera de tea de dos hojas y á mediano uso la cual tiene dos cerrojos cerradura y llave; gira sobre quicialeras de hierro y cuatro abrazaderas de lo mismo, tiene una taramela y un postigo en la hoja de la derecha, cuya puerta dá entrada á la esplanada alta y oficinas.

Cuerpo de Guardia del Sargento. á continuación de dicha puerta y á su derecha se halla otra de madera de tea de medio uso con cerrojo cerradura y llave; gira sobre quicialeras y dá entrada.á un cuarto de 4 vs de largo y 5 de ancho que sirve de Cuerpo de Guardia al Sargento, el cual tiene una ventanita de una hoja envisagrada sin tranca alguna y en mal estado: su piso es empedrado y su techo forrado de madera de mediano uso con tejado forrado en cal.

Cuerpo de Guardia de la Tropa. Frente al anterior cuarto y á la izquierda se halla otra puerta de madera de tea de dos hojas deteriorada sin cerradura alguna; gira sobre quicialeras y dá entrada al Cuerpo de Guardia de la Tropa de 6 vs de largo y 4 de ancho, el cual tiene un poyo de mampostería sollado de madera de 4 vs de largo y 2 1/2 de ancho sin cabezal y á menos de medio uso, su piso es empedrado y su techo como el anterior en un todo.

Escalera y Almacén de Artillería. á continuación del Cuerpo de Guardia del Sargento un murito de 6 vs de largo y 1/2 de alto al final del cual y sobre su derecha se halla una escalera de piedra de 13 pasos que dá á un repuesto de pólvora bajo, en el cual se halla una puerta de madera de tea de dos hojas á menos de mediano uso con dos cerrojos, cerradura y llave que obra en el Cuerpo de Artillería que la tiene sellada, y su techo es de tejado sentado en cal.

Garita y Campanario. continuando por la derecha y al estremo de un callejoncito, hay una Garita de piedra de mediano uso después de la cual se halla un campanario con su campana y vadajo y cepo de madera con su herraie correspondiente, de mediano uso.

Esplanada y Asta-bandera. En la esplanada que es enlosada de piedra viva se hallan 12 cañoneras y sus banquetas intermedias en buen estado; y una Asta-bandera de mediano uso con una garita de Piedra en el mismo estado y á la que le falta la perilla.

Cocina de Tropa. Bolviendo sobre la isquierda se halla una Escalerita de 5 pasos de mampostería para subir á una cocina que tiene un poyo de 5 vs de largo para fogones deteriorado; no tiene puerta y si un aro para ella.

Patio y Tinglado. Sigue una rampa que dá á un patio y piso de las havitaciones, á cuya isquierda se halla un tinglado de 24 vs de largo, 5 1/2 de ancho, de una agua con 7 pilares de madera y dos de mampostería: su piso empedrado y su techo de teja vana, todo en buen estado.

Capilla. á continuación se halla la capilla donde se venera el Santo Cristo de Paso-Alto, cuya puerta es de 4 dos hojas de madera de tea en buen estado, tiene cerradura y llave, tirador y gira sobre quicialeras; su piso es enlosado en buen estado y su techo es de cielo raso; tiene dos marcos de luz con vidrieras de 8 vidrios una, y otra con 6.

Tingladillo  á la derecha del anterior patio se halla otro tinglado con 5 pilares de madera de tea con sus zapatas y á mediano uso, embutido en un poyo de mampostería deteriorado.

Cuarto nº 1. Debajo del anterior tingladillo se halla una puerta de madera de tea marcada con el n° 10 de dos hojas y á mediano uso; tiene cerradura, llave, un tirador y dos argollas con su taramela y un aldabón de hierro con macho y embra; gira sobre quicialeras y dá entrada á una sala  que tiene 6 vs en cuadro de piso sollado de tea y techo de lo mismo en buen estado. A su frente otra puerta de dos hojas de tea en buen estado gira sobre quicialeras y dá entrada á un corredor que tiene 3 pilares de tea á mediano uso, y en él un aro de estiladera deteriorado, la puerta tiene un aldabón de hierro, macho y embra y una taramela con dos postigos envisagrados.

Cuartos n° 2 y 3. á la izquierda de la anterior puerta otra de la misma madera y figura de guión marcada con el número 2 en buen estado tiene cerradura llave y un tirador gira sobre quiciales y dá entrada á un cuarto de 6 vs de largo y 4 de ancho. A la derecha una puerta de madera de tea no 3 con dos postigos envisagrados con sus vidrieras de cuatro vidrios faltando 3 tiene una aldavilla de hierro y otra de madera; gira sobre quicialeras; y una baranda de 7 balaustres de mediano uso, su piso sollado, su techo lo mismo.
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