Eduardo
Pedro García Rodriguez
1821. Noviembre 30. Un bergantín con patente de corso de los independentistas venezolanos fondeó,
en Arguineguín, Gran Canaria para hacer agua tras haber capturado a tres barcos
por el barlovento de la
Isla. Por el mismo tiempo, esta vez por la playa de La Aldea, fue rechazada una nueva
invasión de corsarios ingleses, como así lo contaron testigos de la época, en
1778, sin precisar fecha aunque es probable la de 1743 a 1745.
El
Comandante General de Canarias. Juan J. Ordovas, se dirigió al Secretario
de Estado y del Despacho de la
Guerra en términos desoladores. Un bergantín insurgente había
apresado días atrás, en el Norte de Gran Canaria, "tres buques del
tráfico interior de esta Provincia, con los que aportó y fondeó en la rada
llamada de Arguineguín el día 1° del corriente; su tripulación, según noticias
de los paisanos prisioneros, consistía en 80 o 90 hombres, que saltando en tierra; proveyeron
de aguas y carnes, para regresar al parecer a la Isla de la Margarita, de donde eran procedentes".
El resto del
citado informe del Capitán General Ordovás se desarrolla en los
siguientes términos:
"La frecuencia y costumbre con que los
corsarios surcan estos mares, y se dirigen a aquel paraje, me obligaron a tomar
las medidas más eficaces para privarles de aquellos recursos, mas ya sea por
éste motivo, o por que la ambición y deseos de ejercer toda clase de
atrocidades le es más natural al que nuevamente se ha presentado, perteneciente
a la llamada República de Colombia (según se demuestra por los adjuntos
documentos que me ha dirigido), es indudable que no obstante la debilidad de su
Buque, montado con 6 piezas de a 8, 2 de a 12 y 1 de a 16 puesta en
colisa, nos ha constituido en un riguroso Bloqueo, impidiendo la entrada y
salida de todo Buque Español, reconociendo y apresando a unos, e
incendiando a otros sin perdonar a los Barcos Costeros; de forma que esta
fatalidad junto con no haber llovido en el transcurso de más
de 9 meses, ni tampoco ser las producciones de esta Isla suficientes para
mantener una tercera parte de su población, aún en años felices, ha
hecho aumentar el precio en los artículos de primera necesidad, presentando
la idea más horrorosa si dentro de poco tiempo no se acude a su remedio.
Este
comercio falto de recursos se halla en la mayor consternación al verse
privado de dar salida a sus vinos, único ramo que le proporciona algunas
ventajas, y lleno de justos temores, no se atreve ni aun a las más pequeñas
expediciones, pues tienen una seguridad positiva de que han de ser
víctimas de esta clase de enemigos.
Las
remesas de efectos y dinero que los naturales de estas Islas, establecidos en
nuestras Américas hacían anualmente para el socorro de sus familias,
van desapareciendo, y habiendo sido hasta la presente la parte más principal de
la riqueza de esta Provincia, es consiguiente que marcha a su mayor
decadencia. Por cuyas razones las entradas en Tesorería del ramo de Aduanas van
disminuyéndose de día en día, porque sólo se recaudan los derechos de
los pocos Barcos Extranjeros que tocan en estos Puertos; y como la pobreza
de estos naturales es la más lastimosa y no circula el numerario, no pueden,
o pagan nial las contribuciones, que se les hacen tanto más gravosas
cuanto 110 estaban acostumbrados a ellas, y como tampoco se ha remitido el papel sellado
faltan todos los resortes que debían formar los ingresos, por lo que rio
debe tardar mucho en verse desatendidas las principales obligaciones de esta
Provincia.
La
fuerza militar compuesta de los Cuerpos de Milicias Provinciales, la tengo
reducida a menos de la precisa, y aun así no se les satisface más que el haber
para su manutención, pagando del mismo el entretenimiento de las prendas de
vestuario, debidas a la generosidad de algunos habitantes que contribuyeron
voluntariamente para ellas al llegar yo a esta Provincia.
No
se oyen sino clamores y miserias, y si S.M. no se digna destinar un buque de
Guerra que deje expeditos los mares que forman la división de estas
Islas, veo como segura la desolación más completa. Yo no encuentro recursos
para ocurrir a estos males, el comercio no está en estado de hacer un esfuerzo
porque se vé arruinado, el Consulado carece de fondos, y así todos esperan el remedio
de S.M. a quien Suplico tenga V.E. la bondad de hacerlo presente, para
que convencido de la triste situación en que se hallan estos
terrenos se sirva si lo tiene a bien acceder a mi solicitud, o determinar lo que fuere
de su Rl. agrado".
El Secretario
de la Guerra
contestó al Comandante General de Canarias el 27 de abril de
1822, asegurándole que había dado traslado de su petición al responsable
del despacho de Marina, y le pedía que hiciera todo lo posible por su parte.
Pero,
llegados a este punto, no puede abordarse el problema de la defensa de Canarias
sin tener en cuenta, al menos, dos cuestiones importantes. En primer lugar,
el cambio político operado en la
Metrópoli por la vía del pronunciamiento del general Riego en
Cabezas de San Juan, contribuye a dar una dimensión de debate público al
tema; y. en segundo término, se va a operar un giro, como acabamos de
apreciar, en el acoso insurgente al Archipiélago. Ahora los enemigos tendrán
como punto de origen fundamental la Gran Colombia.
Una serie de concausas decide al
gobierno de Buenos Aires, mediante un decreto del 6 de octubre de 1821, a poner fin al
sistema del corso. (Manuel de Paz-Sánchez, 1994)
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