APUNTES PARA SU HISTORIA
CAPITULO
IV-V
Lope Fernández y Alonso de
Lugo
Agradecido Alonso Fernández
de Lugo a la ayuda de Lope Fernández, lo hace regidor de la isla de Tenerife,
aun antes del formal nombramiento de los miembros del Cabildo, hecho por el
Gobernador el 20 de octubre de 1497, y lo confirma entonces en el cargo, para
nombrarlo el 9 de marzo del siguiente año alcalde mayor de la isla, y en 2 de
enero de 1505 le da poder, en unión de Fernando de Trujillo y Guillen
Castellano, para “señalar” las tierras y aguas que Lugo había repartido en el
Arautava.
Pero no había de
transcurrir mucho tiempo sin que las relaciones entre el Adelantado y Lope
Fernández se enfriaran. Lope es de los testigos de cargo del llamado proceso de
Canarias, o sea el que siguió a don Alonso Fernández de Lugo el licenciado Juan
Ortiz de Zarate, enviado a las Islas con el nombre de «Reformador» y el encargo
de revisar los repartimientos hechos por el Gobernador, pero que en realidad
constituyó un verdadero enjuiciamiento de toda la labor del Adelantado. Lope
declara el 29 de abril de 1506: dice que la Isla no está bien poblada y culpa del escaso
vecindario del puerto de Santa Cruz a Lugo, por haber llevado a todos a Berbería,
donde murieron en su mayoría, y porque la Bovadilla no dejaba salir a los vecinos de sus
islas, para que no se despoblasen. También ataca a don Alonso por haber quitado
a algunos vecinos el agua de El Realejo, y cuando Ortiz de Zarate pregunta a
Lope si se ha administrado bien la justicia, éste se hace leer el capítulo de la Instrucción que el
Reformador traía en que los Reyes le autorizaban para hacer tal pesquisa, y
considerándose así justificado y obligado, declara acusando al Adelantado de
haber llevado a Berbería contra su voluntad a muchos vecinos, y precisa que
Pedro de Vergara, alcalde mayor de la
Isla a la sazón, de 8 de dicho mes resuelven, por el
contrario, mandar a Pedro de Vergara, alegando
que Lope, que había ofrecido ir, “está muy enfermo de gota”. La realidad es que
había triunfado el Adelantado y sus incondicionales, y Lope Fernández no era ya
uno de ellos.
La
fortuna de Lope
De los repartimientos que
obtuvo Lope Fernández en premio de su intervención en la conquista de Gran
Canaria, sólo conocemos al albalá de data de una tierra para riego en Telde,
que le fue dada por Pedro de
Vera el 17 de marzo de 1489, que la describe de esta forma: “una peonía de
tierra de cinco aranadas en el logar de Telde, en el barranco del Valle
Poblado, a do dizen los Azebuches, que se a de regar con el agua
de la fuente del dicho valle, la qual dichas
tierras ve... del camino que viene del dicho logar de Telde al Lentiscal”. Lope
vendió estas tierras en el Real de las Palmas,
ante el escribano Diego de San Clemente, el 5 de septiembre de 1497, al
portugués Vasco López, en “cient arrovas de adúcar blanco, bueno de dar e de tornar”, quien a su vez las
traspasa a los nueve años, el 14
de diciembre de 1506, ante el mismo escribano, en ciento cincuenta arrobas de la misma clase de azúcar, a Cristóbal García de Moguer, el
fundador de la familia del Castillo en Gran
Canaria."
Por el primer testamento de
Lope sabemos que tenía también en aquella isla un ingenio que vendió en mil
quinientas arrobas de azúcar, cuyo
importe trajo a Tenerife en “paños, lienzos, azúcares y otras cosas”.
La
venta de este ingenio debió hacerla poco
antes de su matrimonio con Elena Velázquez, en 1507, porque en el testamento declara tenía al casar el importe de su venta.
Si Lope vendió otros bienes en aquella isla para ayuda de la conquista de Tenerife, su fortuna debía de ser
verdaderamente cuantiosa.
Sus
datas en Tenerife fueron asimismo de gran valor. Don Alonso de Lugo, agradecido
a su ayuda y quién sabe si también pensando en la posibilidad de que lo
heredase su hijo don Fernando, como se dice en la Residencia , fue muy
generoso con Lope.
En
el citado testamento, otorgado por éste en I510, dice cuáles eran sus bienes al
casarse por segunda vez. “Yo tenía en esta isla —dice— las tierras de sequero
de Tacoronte e otro pedazo de tierra de sequero en Heneto e el asiento de
tierras que ovo Alonso Galán junto a esta villa, que me dieron por el valle de Guymar con el agua e tierras que
se pudiese aprovechar e sesenta fanegas de sequero e otro pedazo de tierra que
está tras las casas de Diego Sant Martín hazia la viña de Juan Fernández,
portogués, e treze esclavos e esclavas entre guanches e negros e por un esclavo
ove unas casas en el puerto de Santa Cruz de fray Juan el Cojo, e asimismo
tenía quinientas cabras e dozientas ovejas e cuarenta cabegas de puercos e dos
yeguas con una potranca e dos yuntas de bueyes e quatro vacas e quatro burras”,
además del producto de la venta del ingenio en Gran Canaria, que ya
mencionamos, de cuatro yeguas y un potro, que le había dado el Adelantado en
24.000 maravedís por las casas que entonces, o sea en 1510, tenía don Alonso en
Santa Cruz, cien arrobas de azúcar y las preseas y menudencias de casa, que
calculaba en 10.000 maravedís.
Las
datas de las tierras que dice tenía al casar con Elena Velázquez se conservan
en los libros correspondientes del archivo que perteneció al Cabildo de la Isla y hoy custodia su
sucesor el
Ayuntamiento
de La Laguna ,
pero aun hallamos otras, como ciertas tierras y aguas en Daute, cuya data lleva
fecha de 11 de enero de 1501; un herido de molino en Taoro y doce fanegas de
tierra en dicho reino (2 de junio de 1502) y algunas otras, que seguramente
había vendido cuando contrajo su segundo matrimonio. También en la Reformación del licenciado
Ortiz de Zarate se hacen reiteradas referencias a bienes vendidos por Lope.
Lope
fue un negociante, más que un labrador. Sólo parece haber “roto” y cultivado
sus tierras de Tacoronte, que luego habían de tomar el apellido de sus
herederos, para llamarse el valle de Guerra, las que, según la data, de 20 de
septiembre de 1498, tenían una cabida aproximada de treinta cahíces; las
restantes las vendía cuando se le presentaba buena ocasión o precisaba de
dinero o esclavos, como el herido de ingenio de Taoro, que vendió al
duque de Medina Sidonia, antes del 1506, en 1.600 ducados, y el de Taganana,
que obtuvo con la obligación de poner ingenio y que vendió a Diego Sardina. A
la postre, era un aventurero, y además sin hijos y con poca salud; pero ello no
le impidió labrarse una sólida posición.
Las
casas de Lope Fernández en La
Laguna se hallaban situadas en la calle “que va a San
Francisco... junto a la plaza”, o sea en la calle que se conoció por la del
Agua y hoy tiene el nombre oficial de Nava-Grimón, cercanas a la plaza del
Adelantado; es decir, se hallaban en el núcleo principal de la naciente ciudad,
inmediatas a las de don Alonso Fernández de Lugo, a las del concejo y a las de
los principales fundadores de la entonces villa de San Cristóbal.
Los
testamentos de Lope
Lope
Fernández era tenido entre los vecinos de la Isla de fortuna más saneada, y no tenía hijos ni
parientes muy cercanos, por lo que muchos apetitosos rondaban su herencia,
desde don Alonso Fernández de Lugo, para su segundo hijo don Fernando, pasando
por su mujer y el hijo de ésta y terminando en sus sobrinos, más o menos
lejanos. Descartado el Adelantado, cuya amistad se había roto, y muerto don
Fernando de Lugo, sólo quedaban los restantes.
Desde
el 1508 se dice que Lope estaba muy enfermo de gota y sus padecimientos se
irían agravando, y en momentos en que su
fin parecía próximo no dejan los sobrinos de solazarse jugando a las
cañas. La despreocupación de éstos es conocida por Lope, que indignado hace
testamento, por el que deja por universal heredera a su mujer, y el nombre de
los sobrinos no aparece para nada en tal documento. Pero Lope mejora, y
conocida su voluntad por los Guerra, suplican su perdón, que terminan por
obtener, y en sus últimos momentos dicta nueva disposición: Hernán Guerra y
Hernando
Los herederos de Lope
Fernández.
Estos
parecen ser, en líneas generales, los hechos tal y como pueden deducirse de los
documentos que conocemos, pero con los años la tradición popular fue
alterándolos, y cuando fray Alonso de Espinosa hace las informaciones para
documentarse y escribir su obra, allá por el año 1590. o sea unos ochenta anos
después del fallecimiento del conquistador, aquellos hechos le llegan
deformados: al hablar del valle de Guerra dice que lo poseen hoy los descendientes
de un entenado suyo, hijo de su mujer y de otro marido, porque un sobrino suyo,
a quien él quería dexar el mayoradgo, se puso a jugar las cañas estando el tío
en lo último, éste lo desheredó a petición de su mujer>.^* La realidad es
que Diego Velázquez, el entenado de Lope, no fue su heredero; pero es hecho
cierto que hubo un momento en que su madre estuvo instituida heredera
universal.
Veamos lo que nos dicen
los documentos que conocemos.
Lope
aparece asistiendo con cierta regularidad a los cabildos que se celebran, hasta
el que tuvo lugar el 17 de agosto de 1509; deja luego de concurrir, para volver
al de 8 de febrero de 1510; estos seis meses que no acude a las reuniones del
Regimiento, son en los que cabe pensar se vio atacado por la enfermedad y al
borde de la muerte y en los que los sobrinos, despreocupados de la salud del
tío, se solazan al juego de cañas.
Tiempo
había de faltarle a su mujer, como creyó fray Alonso de Espinosa, o a cualquier
otro enemigo de los Guerra, para irle con la noticia a Lope. Éste mejora de la
enfermedad, decide hacer viaje a Castilla, quién sabe si para consultar con los
físicos, que escasa de ellos estaba la
Isla , y el 28 de junio del mismo año da poder a su mujer para
que le represente en su ausencia, y otorga, en las casas del escribano
Sebastián Paez, testamento abierto, por el que instituye única y universal
heredera a Elena Velázquez, su esposa.
Marcha,
en efecto a Castilla, como lo prueba el hecho de haber usado Elena Velázquez
del poder que le dio y faltar a
los cabildos, hasta el de 7 de febrero de 1511. Continúa asistiendo con
regularidad, para faltar después del celebrado el 14 de mayo de 1512. Ya su
nombre no vuelve a aparecer en las actas capitulares.
Recrudecida
la enfermedad se prepara a morir, y en fecha que no puede precisarse dicta la
qué había de ser su última voluntad al franciscano fray Gonzalo, del convento
de La Laguna. Ha
de suponerse entre estas fechas la labor de los sobrinos para hacerse perdonar
de Lope y la serie de presiones de una y otra parte en pos de la codiciada
herencia. Fray Gonzalo sería su confesor y confidente. Para evitarse disgustos,
Lope encierra su testamento en plica con siete sellos de lacre, que firma y
entrega al escribano Antón de Vallejo el 4 de agosto de 1512, para que éste lo
hiciese llegar a fray Francisco, guardián del monasterio del Seráfico Padre, a
fin de que lo custodiase hasta su muerte. Siete testigos presencian la entrega
del documento.
El
12 del mismo mes de agosto Lope era ya fallecido y fray Gonzalo acude al
licenciado Cristóbal Lebrón, teniente de gobernador de la Isla por Sus Altezas, y ante
Antón de Vallejo y cinco testigos, presentes fray Gonzalo y fray Cristóbal de
Romedo, se procede a la apertura del testamento.
En
él manda, como en el anterior, ser enterrado en San Francisco, con el hábito de
la orden; dispone los sufragios que por su alma han de hacerse, tanto en dicha
iglesia, como en la mayor de Santa María, en la de Santi Espíritus y en la de
Candelaria. Hace declaraciones sobre deudas y manda ciertos legados, entre
ellos a Benito Rodríguez, vecino de Sevilla, en Triana, marido de una prima que hay que entender era hermanastro, lo que induce a
pensar en que el apellido Guerra
no le venía por la sangre común entre Lope y Hernán Guerra.
Y en cuanto a la
institución de herederos universales de sus bienes, los deja a “Hernand Guerra,
mi primo, escribano público de esta isla, y a Hernando, hijo de Bartolomé
Joanes, mi primo, estante en esta isla”. Lope Fernández los había perdonado y a
ellos pasaba su cuantiosa herencia.
Pero no parece que tal
cambio significase una ruptura con su mujer, ya que, además del citado legado,
la hace albacea testamentaria, en unión de Ibone Hernández y Rafael Fonte.
He aquí, en resumen, el
contenido fundamental de su último y definitivo testamento.
La herencia de Lope
Es de suponer las
sorpresas, satisfacciones y disgustos que al conocerse el contenido del
testamento de Lope se producirían entre sus distintos deudos. Naturalmente, las
relaciones entre sus flamantes herederos y la viuda Elena Velázquez no debieron
de ser demasiado cordiales, pero las diferencias se zanjan al siguiente año. En
24 de febrero del 1513 así lo declaran y dan poder conjunto a procuradores para
cobrar ciertas cantidades: “por quanto nosotros... bpor lo que me pertenescía
en dote, arras e mitad de multiplicados e sobre otras cosas ovimos pleito e
devate e contienda, e por bien de paz e nos escusar pleitos e devates fuimos
convenidos e igualados en cierta manera...” dice la viuda."
Y veamos, por último, qué
fue de los herederos de Lope Fernández. Elena Velázquez, vivía aún en 1514,
viuda, en la calle de Vallejo; luego casó con Diego del Castillo, con quien no
tuvo descendencia, otorgó su testamento ante Alonso Gutiérrez, el 24 de abril
de 1527, y muere antes del 18 de julio siguiente, fecha en que ante el
escribano Alonso Gutiérrez, para perdonar a Juan Martín, que había dado muerte
a Lucía, su esclava negra. Ésta es, también, la última noticia del hijastro de
Lope. Hernán Guerra, su primo y heredero, conquistador que había sido de
Tenerife y luego escribano público de esta isla, recibido en cabildo de 29 de
abril de 1505, continuó viviendo en la isla por algunos años. Como del bando de
Lope, figuró entre los contrarios al Adelantado y recibió poder del licenciado
Cristóbal Lebrón," para que lo defendiera en su nombre ante Sus Altezas de
las acusaciones hechas en su
residencia, de las que seguramente no era ajeno don Alonso Fernández de Lugo, cuyas actividades estuvo
encargado de refrenar. En La
Laguna , y ante sí mismo, otorgó testamento, el 12 de abril de
1519, con motivo de hallarse enfermo.
Dispone
ser enterrado en San Francisco, en la sepultura de Lope y en hábito
franciscano, y además de mandas a las iglesias de la Concepción y los
Remedios, a los hospitales y monasterios de esta ciudad y para la obra de la
ermita de la Candelaria ,
dispone se digan misas en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, como
también en esta isla, por sus padres, Rodrigo Alonso y Juana Fernández, y por
los de su mujer, también llamada Juana Fernández, que fueron Alonso Álvarez y
Catalina García.
Funda
capellanía en la iglesia de la villa de Fuentes, a cuyo fin lega 450 ducados
para comprar bienes para su dotación, y nombra primer capellán a su hermano
Juan Guerra, al que sucederán luego sus parientes más próximos, con la
obligación de cuatro misas semanales: la una por su tío Lope Fernández, otra
por sus padres y las dos restantes por su alma, y que la rememoración se haga
en la sepultura de sus padres en dicha iglesia.
Instituye
por sus herederos, por partes iguales, a sus hijos: Juana, Francisca, María y
Nufro y al que espera su mujer. Nombra tutores de sus hijos menores a su mujer,
a su hermano Juan y a su concuñado Nufro de Figueroa. Lega a Hernando Esteban
el ganado que tenía, salvo alguna res de la que dispone para otras personas,
entre ellas una para Beatricica, hija de Hernando Esteban, la que luego había
de ser mujer de Alonso Vázquez de Nava. Y encarga a su mujer y a su hermano
hagan un altar en la iglesia de la villa de Fuentes, en el que pongan un
retablo pintado de Nuestra Señora, San Miguel, San Nufro y San Gregorio, y
compren para el mismo un cáliz de plata y los ornamentos necesarios.
Aunque
Hernán Guerra no muere de aquella enfermedad, a poco se marcha de la isla con
su familia, para regresar a la villa las acusaciones hechas en su residencia,
de las que seguramente no era ajeno don Alonso Fernández de Lugo, cuyas
actividades estuvo encargado de refrenar.
En
La Laguna , y
ante sí mismo, otorgó testamento, el 12 de abril de 1519, con motivo de
hallarse enfermo.
Dispone
ser enterrado en San Francisco, en la sepultura de Lope y en hábito
franciscano, y además de mandas a las iglesias de la Concepción y los
Remedios, a los hospitales y monasterios de esta ciudad y para la obra de la
ermita de la Candelaria ,
dispone se digan misas en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, como
también en esta isla, por sus padres, Rodrigo Alonso y Juana Fernández, y por
los de su mujer, también llamada Juana Fernández,
que
fueron Alonso Álvarez y Catalina García.
Funda
capellanía en la iglesia de la villa de Fuentes, a cuyo fin lega 450 ducados
para comprar bienes para su dotación, y nombra primer capellán a su hermano
Juan Guerra, al que sucederán
luego
sus parientes más próximos, con la obligación de cuatro misas semanales: la una
por su tío Lope Fernández, otra por sus padres y las dos restantes por su alma,
y que la rememoración se haga en la sepultura de sus padres en dicha iglesia.
Instituye
por sus herederos, por partes iguales, a sus hijos: Juana, Francisca, María y
Nufro y al que espera su mujer. Nombra tutores de sus hijos menores a su mujer,
a su hermano Juan y a su
concuñado
Nufro de Figueroa. Lega a Hernando Esteban el ganado que tenía, salvo alguna
res de la que dispone para otras personas, entre ellas una para Beatricica,
hija de Hernando Esteban, la que luego había de ser mujer de Alonso Vázquez de
Nava. Y encarga a su mujer y a su hermano hagan un altar en la iglesia de la
villa de Fuentes, en el que pongan un retablo pintado de Nuestra Señora, San
Miguel, San Nufro y San Gregorio, y compren para el mismo un cáliz de plata y
los ornamentos necesarios.
Aunque
Hernán Guerra no muere de aquella enfermedad, a poco se marcha de la isla con
su familia, para regresar a la villa de
Fuentes, no sin antes vender sus derechos a las tierras de Tacoronte (la mitad del Valle de Guerra) a Juan
Pacho, al que traspasa dos
tercios de las mismas, y el resto a Gaspar Jorba, derecho que este último vende luego a Alonso
Vázquez de Nava. Más tarde se entabla pleito entre Hernán Guerra y los
adquirentes de sus bienes, porque aquél afirmaba que en la venta de las tierras
no había incluido el patronato fundado por Lope, y que no podía venderlas, por
expresa disposición de su tío, a lo que los compradores se oponen. Hernán
Guerra, para seguir el pleito, hace nuevo viaje a Te nerife, en fecha que
ignoramos, pero ha de regresar a Fuentes sin resolverlo.
Hernán Guerra muere en la
villa de Fuentes de León, pendiente aún el pleito, y sus hijos, Alonso Álvarez,
presbítero, Juan Guerra, Juana Fernández, que estaba viuda de Francisco
Vázquez, vecinos éstos de dicha villa, Francisca Alvarez, mujer de Pedro de
Vergara, que residían en Cala, y Nufro Guerra, que estaba ausente, transan por
cien coronas de oro de a 450 mrs., que les entregó Diego Rodríguez, criado de
Juan Pacho, y ceden sus discutidos derechos, por escritura otorgada en la
citada villa extremeña, el 19 de junio de 1546, ante el escribano de la misma
Alonso López.
Y así termina la vinculación
de los descendientes de uno de los dos herederos de Lope Fernández con sus
bienes y con la isla de Tenerife.
El otro heredero, Hernando
Esteban, el hijo de Bartolomé Joanes, era menor de edad a la muerte de Lope, lo
que hace desechar la afirmación de los genealogistas y del poeta Antonio de
Viana de sus heroicidades en la conquista de Tenerife, de las que no pudo ser protagfonista. El 14 de diciembre
de 1512 se presenta ante el
teniente de gobernador Lebrón y, por tener pleitos pendientes, pide se
le nombre por curador a su primo el escribano Hernán Guerra, a lo que accede
Lebrón; el nombrado acepta el cargo
y comparece luego a otorgar poderes para los pleitos pendientes y para la transacción con Elena Velázquez, en
nombre de Hernando Esteban.
Este
vivía con su primo Hernán Guerra; pero, al parecer, también vino a Tenerife su
madre, Beatriz Domínguez, e igualmente se establecieron en la isla su hermana
Marina Guerra con su marido Benito González y sus hijos.
De
Hernando Esteban, que por mucho tiempo se le conoce de esta forma, si bien más
tarde se nombra Fernán Guerra, asi como de su matrimonio y descendencia, hay
sobradas noticias de
antiguo
conocidas. Vino a ser el fundador de la que hasta principios del siglo XIX fue
la opulenta familia de los Guerra en La Laguna , y nuestros genealogistas se han encargado
de ella con generosidad.
De
Hernando Esteban podemos añadir que tuvo que ver con la Inquisición , aunque no
podamos conocer el motivo, pues mano amiga ha hecho desaparecer los folios que
a él se referían. Pero el motivo no fue, seguramente, por falta de limpieza de
sangre, pues cuando a algunos de sus descendientes se les sigue proceso por tal
motivo, no es precisamente por proceder de Hernando Guerra.
Apéndice documental
Testamento de Lope Fernández,
otorgado en 28 de junio de 1510
Sepan
quantos esta carta vieren como yo, Lope Fernández, vezino e regidor que soy de
la isla de Tenerife, otorgo e conosco que fago e ordeno este mi testamento a
servicio de Dios N. S. e de su gloriosa Madre N. S. la Virgen Maria , abogada
nuestra, estando sano de mi cuerpo e de mi voluntad, en mi seso, memoria,
entendimiento, tal qual Dios N. S. me lo quiso dar, creyendo firmemente en la S. Trenidad , Padre,
Hijo, Spiritu Santo, tres Personas e un solo Dios verdadero.
Primeramente
mando mi ánima a Dios mi Señor, que la crió e la redimió por su preciosa
sangre, e el cuerpo a la tierra, de que fue formado.
Mando
que, des que de mí acaesciere finamiento, que mi cuerpo sea sepultado en la
iglesia e monesterio del señor San Francisco desta villa de San Cristóval,
donde los flaires del dicho monesterio ordenasen que sea sepultado.
Mando
con mi cuerpo a la iglesia diez mrs. e a mi confesor de penitencia otros diez
mrs., por que tenga a cargo de rogar a Dios por mi ánima.
Mando
a la Merced e
a la Trenidad
e a la Cruzada
e a las otras hermitas acostumbradas desta isla cada una cinco dineros.
Mando
quel día de mi enterramiento todos los clérigos e flaires destos monasterios
desta villa que ai se hallaren de misa, diga cada uno una misa de requien,
siendo mi cuerpo presente, e que cada uno salpa sobre mi cuerpo e diga un
responso, e que asimismo me digan todos los dichos sacerdotes una misa de
requien cantada; e mando que me digan mis nueve días conplidos e que en fin
dellos todos los clérigos e flaires desta isla me digan mis honras
conplidamente, e cada uno dellos una misa, e que salpa sobre mi sepultura con
su responso, e que les paguen por lo
dicho
su dinero acostunbrado.
Mando
que me ofrenden un año de pan e vino e cera e que me ofrenden quien mis
albaceas quisieren e que a fin de año me digan un cabo de año, según costumbre
desta isla, e que los flaires del monesterio me digan el cabo de año, e que les
den de limosna medio cahiz de trigo e dos jarras de vino e un par de carneros.
Mando
que digan por mi ánima dos treintanarios cerrados e que los digan los flaires
del dicho monesterio del señor San Francisco e que les den de limosna lo ques
costunbre.
Mando
que den a los flaires del dicho monesterio mili mrs. en limosna, para que hagan
bien por el ánima de Diego de Castro, que le soy en cargo de los dichos mrs., e
asimismo mando que den al dho. monesterio cinco mili mrs. para que hagan bien
por el ánima de Juan Herrero, mi criado, que se los devo.
Mando
que digan los flaires del dicho monesterio un treintenario por el ánima de
Alonso Ruiz, hijo de Catalina Rodríguez, mi primera mujer, e que les den en
limosna su dinero acostunbrado.
Digo
que a mí me fue adjudicado por la justicia de la isla de Grand [sic] una
esclava de Francisco de Segovia, que Dios aya, la qual vendí por onze mili e
quinientos mrs.: mando estos dho». onze mili e quinientos mrs. para la obra del
dicho monesterio de señor San Francisco, por descarjfo de mi conciencia, que
g^e loi den de mis bienes, e por que Dios N. S. perdone el ánima del dicho
Francisco de Segovia: que dig;o que mando los ocho mili mrs. para la obra del
dicho monesterio e loi tres mili e quinientos a los flaires del dicho
monesterio para que dig-an misas por el ánima del dicho Francisco de Sejfovia.
Digo
que por quanto Fernando Mirón, vezino de la isla de La Gomera , dize que le resto
deviendo diez doblas, de noventa doblas que le devia, y yo no me acuerdo de
devérgelas, porque le pagué veinte e tres mili mrs., si según pareze por una
albalá suya, e asimismo pagué a Jerónimo de Valdés doze mil mrs. por el dho.
Fernando Mirón, de madera que le acarreó para un ingenio, y asimismo porque el
dicho Fernando Mirón tomó a soldada dos esclavos e una esclava míos ocho meseí,
los quales segund que se ganan en estas islas merezían doze mil e ochocientos:
enpero digo que, no enbargante que creo que no le devo cosa ninguna, mas si el
dicho Fernando Mirón jurare que le debo las dichas diez doblas, mando que ge
lat paguen de mis bienes.
Mando
que den a los herederos de Juan Méndez, mercader que fue en Grand Canaria, seis
fanegas de trigo.
Digo
que mando que den al concejo desta isla mili mrs. para el reparo del agua de la
bica.
Mando
que todas las personas que juraren que les debo mrs. algunos hasta en monta de
dozientos mrs. que ge los paguen de mis bienes.
Mando
que todas las debdas que en buena verdad vinieren averiguadas que yo devo que
lo paguen de mis bienes e lo que me devieren que lo recabden mis herederos.
Digo
que porque después de mi fallecimiento no haya diferencias entre mil herederos
e Elena Velazques, mi segunda mujer, sobre los bienes que yo tenía al tienpo
que conmigo casó e los que ella (raxo, digo que yo tenía en esta isla las
tierras de sequero de Tacoronte e otro pedufo de tierra de sequero en Heneto e
el asiento de tierras que ovo Alonso Galán junto a esta villa, que me dieron
por ell el Valle de Guymar con el agua e tierras que se pudiese aprovechar e
sesenta fanegas de tierra de sequero e otro pedazo de tierra que está tras las casas
de Diego Sant Martin hazia la viña de Juan Fernández, portogués, e treze
esclavos y esclavas entre guanches e negros, e por el un esclavo ove unas casas
en el puerto de Santa Cruz de fray Juan el coxo, e asimismo tenía
quinientas cabras e dozientas ovejas e quarenta caberas de puercos e dos yeguas
con una potranca e dos yuntas de bueyes e quatro vacas e quatro burras, e tenia
mili e quinientas arrobas de aúcar en la isla de Grand Canaria, que me dieron
por mi ingenio que tenía en la dicha isla de Grand Canaria, las quales traxe de
la dicha isla en ésta en paños, liensos, açúcares e otras cosas, con Io qual he
hecho e multiplicado hazienda.
E
asimismo tenía quatro yeguas e un potro que me dio el Adelantado en veinte e
quatro mili mrs. por las casas quel dicho Sr. Adelantado tiene agora en Santa
Cruz, que heran mías.
Asi
asimismo tenía cient arrovas de afúcar que me dio Gerónimo de Ore «n Grand
Canaria. mili mrs.
Digo que al tienpo que la dicha Elena Velazques, mi
mujer, vino a mi poder, venia vestida de paño e no traxo otros bienes algunos;
digo que por quanto por la honra de la dicha Elena Velazques, mi mujer, al
tienpo que conmigo casó, confesé avía traído a mi poder cinquenta mili mrs., no
enbargante que no traxo más de lo que dho. tengo, e porque mi voluntad es de le
dar estos cinquenta mili mrs. a la dha. mi muger entre.de mas e allende de las
ropas de su persona cotidianas, otras ropas festivales e joyas que valen más de
cient mili mrs., mando que aya los dhos. cinquenta mili mrs. e todas las ropas festivales
e joyas que tiene e que, aun más valgan, no le sea pedido ni demandado cosa
alguna, salvo que todo le sea dado en el dicho precio en que yo lo mando.
Digo
que por quanto Francisco mi esclavo me a servido más tienpo de veinteaños de
muchos e buenos e leales servicios, en remuneración del servicio que me ha
hecho, que lo ahorro e libero de todo cabtiverio e servidunbre,e porque es
viejo mando le den una yunta de bueyes de los que yo tengo para que trabaje e
se mantenga.
Digo
que asimismo porque Alonso mi esclavo me ha servido bien e lealmente, que lo
ahorro de cabtiverio e servidunbre, e asimismo mando que por rasón que Inés mi
esclava asimismo me ha servido, que dando la dha. Inés diez mili mrs. a mis
herederos que la dha Inés e sus hijos sean horros e libres de todo cabtiverio e
servidunbre, e mando que se case el dho. Alonso con la dha. Inés, pues son
horros e libres, pagando la dha. Inés los dichos diez mili mrs. según dicho es.
Digo
que por quanto Francisca mi esclava me ha servido e sirve en mis enfermedades
mucho e porque yo di a la dha. mi muger a Elvira mi esclava e le fize donación
della, que en conpensación de aquello, dando la dha. Francisca por sí cinco
mili mrs. a mis herederos, mando que la dha. Francisca sea horra de todo
cautiverio e servidunbre.
Asimismo
digo que es mi voluntad que Gaspar mi esclavo sirva al monasterio de señor San
Francisco desta villa de San Cristóval tres años de muy bueno e leal servicio,
e siendo muy obediente a los padres del dicho monesterio mando que en fin de
los dichos tres años que al dicho monesterio oviere servido quel dicho Gaspar
sea libre e horro de todo cabtiverio e servidunbre, e si el dicho Gaspar no
finiere buen servicio al dicho monesterio o se les fuere o absentare, mando que
sea cabtivo como oy día lo es e que lo ayan e hereden mis herederos.
Digo
que por quanto yo tengo mandado para que se haga la iglesia del monasterio de
señor San Francisco de esta villa cient mili mrs., de los quales se han ya dado
diez e nueve mili mrs., mando que los mrs. restando que los paguen de mis
bienes, para hacer la dha. iglesia.
Digo
que por quanto la muger del Comendador Gallegos me debe ocho mili mrs., por los
quales me dio unas tierras de sequero que montaron más, mando estos dhos. mrs.
e tierras a Diego d'Arze, mi criado, por cargo que le tengo.
Mando
que de mis bienes se haga una capilla en la iglesia de Santa Cruz, ques en el
puerto real de esta isla, e se gasten en ella hasta quarenta mili mrs., e que
den sus hornamentos para decir misa.
Mando
que de mis bienes se den quinze mili mrs. de renta agora e siempre para un
capellán que resida en la dha. capilla e todos los dias diga una misa por mi
ánima, e que sea patrono de esta capilla Bartolomé Herrero, vezino de Santa
Cruz, e sus hijos e descendientes, para poner el capellán a la dha. capilla e
hazer las otras cosas que de derecho se requieren hacer, a los quales se tenga
el acatamiento que de derecho debido.
E
mando que todo esto conplido e pagado segund que de suso se contiene, que todo
lo restante de mi hazienda que lo aya e herede Elena Velazques, mi legítima
muger, a la qual establesco por mi heredera, y establesco por mis albaceas para
cunplir e pagar este mi testamento e las mandas en él contenidas a Pedro
Isasaga e al vicario que oy es o fuere de señor San Francisco de esta villa, a
los quales doy e otorgo todo poder conplido; e reboco todos los otros
testamentos, poderes, codicillos, albalaes, firmados de mi nonbre que yo aya
otorgado antes de éste, que no quiero que valan ni fagan fe, salvo este que
agora fago, ques mi postrimera e última voluntad, que fue fecho e otorgado en
la villa de San Cristóval, ques en la isla de Tenerife, dentro de las casas de
la morada de Sebastián Páez, escribano, a veinte e ocho días de junio de mili e
quinientos e diez años. Testigos que fueron presentes, Alonso Gutiérrez, e
Diego de Lepe, criados del dicho Sebastián Páez, e Antón Sillero, estantes en
la dha. isla, e firmólo de su nombre, en el registro del escribano.—Lope
Fernández, rubricado—Alonso Gutiérrez, rubricado—Diego de Lepe, rubricado.
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