martes, 27 de enero de 2015

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA


UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1491-1500

CAPITULO I-XL



Eduardo Pedro García Rodríguez

1497 Julio 9. Designación por el Adelantado de seis regidores y dos jurados que componen el primer Ayuntamiento al estilo europeo de Eguerew (La Laguna).

Existencia oficial para los invasores castellanos de Eguerew como La Laguna.

1497 Julio 9.

Sesión: Domingo xi de jullio de xcvil años.

8 .....del fuego e de los…..

Este dicho día se apregonó las dos partidas de arriba escriptas en presencia I de todo el pueblo junto a las casas del Señor Governador Alonso de [Lugo ] en presencia de mi Alonso de la fuente escrivano público e de muchas p[ersonas ].

9 día se apregonó por mandado del dicho Señor Governador [per]sonas e vecinos desta dicha ysla truxesen todas sus veynte días lo qual apregonó Juan Negro pregonero público de la dicha [ysla]. (Acuerdos Cabildo colonial de Chinech (Tenerife)  v. I: 2)

1497 Julio 13.
3.-Juan de Almansa. A todos quantos este alvalá vierdes fago saber como yo doy a v" desta isla la cueva foradada en Tegeste e más las tas. de arriba del restroxo de [Hon]tiveros, las quales partió él y el alguazil [Hernan]do de Lerena. Los parte el arroyo. 13-VII-97 [Sigue traslado.] (Datas de Tenerife, libros I al IV)

1497 Julio 13.
427-6.-Mateo Viña. Un pedazo q. es en Araguygo a do hoviste sembrado el año pasado, entiéndese desde el drago q. va camino de hacia Gilimar e el barranco abaxo hasta dar a Santa María de Gracia e viniendo camino arriba hasta dar a una senda q. va a la montaña e desde el dho. drago hasta venir a dar a la dha. senda y va a la dha. montaña q. es el dho. pedazo de ta. triangalu en q. hay dos caminos en q. puede haber 10 o 12 c.
13-VII-1497. (Datas de Tenerife, libros I al IV)

1497 noviembre 20.
Los invasores constituyen el primer Cabildo colonial en la Isla Chinech (Tenerife)

“Organización de la nueva sociedad colonial. Creación del Cabildo municipal de la isla en La Laguna. Institución de la propiedad privada y repartimiento a españoles y guanches de tierras, heredamientos, aguas y ganados. Conducción y retorno de España de los reyes de Tenerife.

Como ya para fines de Julio de 1497 había conseguido el general Lugo casi limpiar de alzados los tres reinos de la Liga, así como los de Icod y Daute, trasladóse a La Laguna como lugar elegido para sentar la capital de la isla y establecer los centros civiles y administrativos indispensables a toda sociedad bien organizada. Nunca mejor aplicadas estas frases de Mr. Mignet:

«Los españoles en su ciclo férreo han peleado como fieras; pero apenas conseguida la victoria la han sistematizado en principios jurídicos que hicieron tolerables a los vencidos la victoria».

Efectivamente, el general Lugo no se dio punto de reposo compartiendo su atención entre los cuidados de la guerra y el emplazamiento de la ciudad capital, trazando sus calles y repartiendo solares; hasta que el 20 de Noviembre del mismo año, renunciando voluntariamente su autoridad omnímoda, constituyó el primer Cabildo o Ayuntamiento de aquella célebre corporación que vinculó en su seno los sacrificios y glorias de la patria; recayendo los cargos en personas de la mayor respetabilidad y nobleza, como así lo declara un asiento de ese mismo día en el libro de Acuerdos. Todos habían concurrido a la conquista con sus armas y caballos. Los elegidos fueron:
Lugarteniente:

Hernando de Trujillo, jerezano, más tarde conocido por el Teniente Viejo.
Alcalde Mayor:
Francisco Gorvalán
Regidores:

El Maestre de Campo Lope Hernández de la Guerra, Jerónimo
Valdés, hijo del desdichado gobernador de Canaria, Pedro de Algaba, ejecutado por Juan Rejón.
Cristóbal Valdespino
Pedro Mejías
Guillen Castellano, personaje de mucha cuenta y lengua que fue durante la conquista.
Pedro Benítez, el Tuerto, guerrero legendario que salvó la vida al general Lugo en la batalla de Acentejo y murió en la costa fronteriza de Berbería en una de las expediciones tinerfeñas.
Jurados:
Francisco Albornoz
Juan Badajoz
Escribano del Cabildo y público de la isla:
Alonso de la Fuente.
Nombraron además una comisión para el estudio y formación de las notables Ordenanzas municipales', dando desde luego comienzo a  una meritoria labor en la naciente capital de la isla, bajo la denominación de Villa de San Cristóbal de la Laguna.
Si Fernández de Lugo como general dio pruebas de condiciones excepcionales reduciendo la isla con escasas fuerzas y como hombre de Estado acertó a fundir ambas razas, con iguales muestras de capacidad se nos presenta en su papel de gobernante y organizador de la nueva sociedad. Agraciado por la real cédula del 5 de Noviembre del 96 con los nombramientos de Gobernador y Justicia Mayor, con poder para el repartimiento e tierras, aguas y heredamientos, ejercitó la última facultad con una prudencia y previsión digna de encomio por medio de comisionados rectos e inteligentes, limitándose a ratificar los señalamientos'.

Como el fin que perseguimos nos exime de detalles sobre tan interesante asunto, limitándonos a dar dos o tres ideas generales. No era  Casa denominada del Adelantado (en restauración). Tacoronte.

Tarea difícil el repartimiento de las tierras bajo el aspecto de lastimar la propiedad privada, porque ésta no existía entre los guanches, pero sí el armonizar las ambiciones de algunos, que aunque pocos no faltaron descontentos, con lo que convenía a la isla por la que tanto bregó el Adelantado y sufrió disgustos. Aparte de unos cuantos repartimientos a favor de personas que moraban en la corte o fuera de Tenerife, que contribuyeron en alguna forma a la empresa de la conquista, tratárase de españoles o guanches, de conquistadores o pobladores, siempre sustentó Lugo el criterio de que las donaciones de terrenos a riego, no solamente habían de ser de muy pocas fanegadas sino que los agraciados para adquirir la propiedad tenían que ponerlas en cultivo dentro de los plazos señalados, so pena de perderlas en favor de los propios de la isla o de un vecino al no cumplir dicha condición.

Medida de tan plausible sentido administrativo levantó un clamoreo entre los lesionados, que ha tenido el privilegio de conmover la sensibilidad de cronistas de tiempos posteriores, por estimarla ¡Vywsta, llegando al extremo de injuriar la memoria de Lugo, que cargó con toda la responsabilidad de los gastos de la conquista por los fórrenos adjudicados a él y su familia, cuando por su mezquindad raya en lo ridículo!

Mas sólo nos importa inquirir de estos asuntos quienes fueron los agraciados, mejor dicho, si en el reparto de tierras alcanzaron los guanches igual beneficio que los españoles en consonancia con el convenio de Los Realejos. Parece lógico pensar que esta cuestión la esclarecieron de plano los cinco libros de Datas originales y por testimonio que obran en el Cabildo de La Laguna, pero no sucede así por razones que pronto veremos. A pesar de la redacción concisa de las donaciones, en muchas se especifica si el agraviado es conquistador o poblador, a veces sus servicios, si trajo mujer e hijos y la filiación de su nacionalidad, como castellano, portugués, canario de Gran Canaria, borgoñón, gomero y tal cual ocasión la de natural, o sea indígena de Tenerife; pero en otras muchísimas datas no se expresan ninguna de estas circunstancias, sino que se limitan a decir que da a Fulano en repartimiento o en repartimiento y vecindad; y nosotros entendemos que en tales casos las más de las veces, los favorecidos eran guanches agazapados detrás de los nombres y apellidos castellanos. Abrigamos esta convicción, porque si atendemos por una parte a que el Adelantado procuraba como en justificación de las adehalas especificar por lo menos la cualidad de conquistador o poblador, por otra se ha ido descubriendo por testimonios irrecusables como contratos de matrimonios, de compraventa, testamentos, rendición de cuentas, etc., dados a conocer por D. Miguel Sansón, Mr. Berthelot, García Ramos, Alayón Medina, Perdigón, Serra de Moratín, De Arribas, Díaz Dorta, etc., que gran número de esos datados en que no se determina cualidad alguna y que se creían españoles por sus nombres y apellidos, resultan guanches por ambas líneas. Ya indicamos en otro lugar que dicha confusión ha sido mayor porque los mismos guanches, a excepción de los reyes y proceres, estaban interesados en hacer olvidar un abolengo manchado por el estigma de esclavitud que pesó sobre los villanos de la raza, que era un obstáculo para muchas pretensiones y hasta un gravamen. Ya a raíz de la misma conquista dióse un caso público que tiene estrecha relación con lo que decimos. Como los Reyes Católicos concedieron el privilegio a Tenerife de no pagar durante 25 años ninguna clase de alcabala, salvo la moneda forera de siete en siete años que pechaban únicamente los villanos, el Cabildo formó lista de éstos y parece la pagaron la primera vez; pero al cumplirse o antes de cumplirse el segundo septenario, como consta en documento que hemos leído en el archivo del referido Cabildo, los interesados se amotinaron una noche, asaltaron el edificio y quemaron las listas2. El Adelantado disimuló el suceso pagándose desde esa fecha de los propios por encabezamiento a razón de 30 maravedís por persona.

Pero no obstante la bruma que envuelve este asunto lo penetró a fondo nuestro cronista D. Juan Núñez de la Peña, aunque desgraciadamente fue el primer interesado en ocultarlo por su mismo oficio de preparar informaciones de noblezas. Dice a este propósito el ya citado D. José Rodríguez Moure en el prólogo del poema de Viana:

«Este incansable investigador de los archivos canarios y genealogista colosal, por las preocupaciones de la época en que le tocó vivir, y hasta por temperamento tenía repulsión a la raza guanche. En su cabeza no cabía que una raza conquistada pudiese ser nobilísima...; así observamos que en las distintas declaraciones que prestó ante los tribunales para informaciones de nobleza, y a las que era llamado como oráculo, siempre huyó de mencionar los troncos guanches que enlazaron con los conquistadores. En una palabra: que en sus tiempos se consideraba afrenta descender de guanches, y si alguno se nombraba en la relación de una que otra prosapia, necesariamente tenía que ser rey, mencey, guanarteme o príncipe; de resto sólo de oprobio servía al que se le probara. De aquí el respeto medroso a la pluma de Núñez de la Peña; de aquí las consideraciones de que se vio rodeado...».

Sábese, como lo confirma fray Abreu Galindo, que más de la mitad del ejército expedicionario abandonó Tenerife cuando se consideró asegurada la conquista; marchándose muchísimos sin esperar recompensas de ningún género, otros renunciando las datas y no pocos vendiéndolas a bajo precio como podían; y es asimismo tradicional, de que aparte de los reyes (2), príncipes, infantes y altos personajes guanches fueron datados por el Adelantado todos los chaureros o jefes patriarcales de familia que pertenecían a la nobleza de segunda clase y que más o menos eran unos 600 en la isla. Como sin embargo del régimen socialista en que vivían, figuraban los referidos chaureros, como propietarios de los auchones con su área tradicional adscrita a cada auchon, semejando cortijos, parece que esta cualidad de terratenientes condicionales o aparceros del Estado sirvió de criterio para las donaciones, como lo comprueba, aunque de modo vago, algunas datas3; pero como al bautizarse tomaron los nombres y apellidos de los conquistadores, como hemos dicho, de aquí lo embrollado de la cuestión. Cuando a los esclavos o villanos, ya porque en su mayoría permanecieron en la rebelión o por las ideas de la época, es lo cierto que fueron pocos los favorecidos a juzgar por lo que se conoce.

Hontíberos, las cuales partió él y el alguacil Fernando de Llarena, los parte el arroyo, a 13 de Julio de 1497; entiéndese si no la ha dado Alonso de Lugo».

«En 27 de Mayo de 99 años. En este dicho día lo mandó a sentar el dicho Almanza. E yo Alonso de las Hijas e Hernando de Llarena e Cristóbal Carrasco e otros muchos que estaban presentes».

López (borroso el resto). (Datas. Libro 1a. original). Vid. también:

«3.- Juan de Almansa. A todos quantos este alvalá vierdes fago saber como yo doy a--------------v." desta isla la cueva foradada en Tegeste e más las tas. de arriba
del restroxo de [Hon]tiveros, las quales partió él y el alguazil [Hernanjáo de Llerena. Los parte el arroyo. 13-VII-97 [Sigue traslado]».
[Elias Serra Ráfols. Las Datas de Tenerife. La Laguna - Tenerife: Instituto de Estudios Canarios, 1978; pág. 19].

2 Por esto, como en Tenerife no hubo como en la Península Ibérica «padrones de Pecheros», ni aquella distinción entre el estado noble y el general por ser poseedores de mayorazgos, títulos de Castilla, patronazgos, capillas, casas con armas y blasones en las fachadas, etc.; los Procuradores Mayores del Cabildo eran poco exigentes en las probanzas; y con la conocida competencia de los genealogistas, como el citado D. Juan Núñez de la Peña, a partir del Petrucio o tronco señalado era fácil justificar la nobleza, limpieza e hidalguía de la línea masculina de varón a varón.

1 Data de la hija de Pelinor, rey de Adeje, casada con su tío D. Diego:

«... doy a vos María de Lugo y a vos Diego (borroso), naturales de esta isla de Tenerife, cien fanegas de tierra de sequero en sembradura en término de Adeje, a do dicen Tijoco e han por linderos de una parte el barranco de Erques e de la otra parte el barranco de Tijoco e de la banda de arriba Gasia e de la banda de abajo Venen-cheque... las cuales dichas tierras vos do de repartimiento e por vecindad porque vos e el Diego vuestro marido sois naturales e habéis tenido e tenéis hijos ¡e facienda e campo..,!». (Agosto 15 de 1515. Datas. Libro 3e). Es decir, que tenían auchon y por lo tanto era propietario o noble. Vid. también: «1306- 4.- María de Lugo, mujer de don Pedro, defunto, naturales de esta isla de Tenerife. 100 f. de s. en el término de Adexe, adonde dicen Tijoco, q. han por linderos de una parte el barranco de Erque e de la otra parte el barranco de Tijoco, e de la banda de arriba García e de la banda de abajo Verrenchegne... en vecindad porque vos e el dho. vuestro marido sois naturales della e habéis tenido e tenéis en ella vuestros hijos e facienda e casa poblada Digo q. vos [do] para vos y vuestros hijos 50 f. en el dho. lugar. 13-VHI-1514 [De otra letra: en Tixoco 100 f.]. 9-VI-1556 Andrés de Llerena presentó este título y dijo q. la dha. M. de L. es su madre y él heredero...».

[Elias Serra Rafols. Las Datas de Tenerife. La Laguna-Tenerife: Instituto de Estudios Canarios, 1978; pp. 261-262].

4 Data de Pelinor, rey de Adeje.

Aquí tenemos una de tantas pruebas de que la mayoría de las datas no fueron registradas. De la del rey de Adeje sólo aparece una parte en el Ser. libro de Datas o 1a por testimonio, que publicó Serra de Moratín; pero de casualidad figura en el mismo libro la petición en 20 de Junio de 1508, por el que fue príncipe Moreque y después de bautizado D. Alonso Díaz, ante el gobernador, reformador y juez de residencia López de Sosa, en solicitud de que fuera confirmada la data concedida a su padre D. Diego, rey de Adeje. Dice así:

No vamos a transcribir las muchas datas en que no cabe duda repartió el Adelantado entre los guanches, porque nos alejaría de la brevedad que queremos dar a estos apuntes; pero sí importa aclarar un extremo puesto en entredicho por la gran autoridad del historiador Viera y Clavijo. Aún no hace un siglo que bajo el desdichado capítulo «Lamentable extinción de la nación guanchinesca», precedido de otro en el que al ocuparse de la presentación de los menceyes a los Reyes Católicos insinúa la sospecha de que no regresaron a Tenerife, pregunta entre otros particulares:

«¿Cómo no se vuelve a hacer memoria de ellos en nuestra historia? ¿Cómo no se encuentra habérseles repartido tierras para subsistir con el correspondiente decoro? En los antiguos libros de datas se hallaron diferentes donaciones a favor de muchos guanches particulares... pero ninguna a favor de los menceyes...».

Esta afirmación de Viera y Clavijo sería inexplicable tratándose de tan eximio talento, si no saltara a la vista que su obra en todo lo que concierne al pueblo guanche es una mera glosa de lo publicado por sus predecesores; con la agravante, de que no acudiendo a las fuentes de información para rectificar errores o dar a conocer hechos ignorados, se contentó con hacer un trabajo de segunda mano aventurando por su cuenta deducciones como las que comentamos, faltando a la verdad histórica.

Es imposible saber, no ya a punto fijo pero ni siquiera aproximadamente, cuántas fueron las donaciones hechas por el Adelantado. Las registradas figuran alrededor de 900 según consta en los cinco libros de Datas que obran en el Cabildo de La Laguna, hallándose formadas los dos primeros libros por Datas originales y los tres últimos por testimonio, es decir, mediante un procedimiento que pudiéramos equiparar a los expedientes posesorios del día para sus efectos; y lo mismo unas que otras, pero especialmente las postreras, aparecen por lo general llevadas al registro muchos años más tarde a partir de las fechas en que se expedieron, como si los agraciados cumplieran con este requisito cuando les convenía por alguna circunstancia. Si en la actualidad no obstante las trabas legales y el interés del Fisco, existen numerosos pueblos en Tenerife en que el 80 o 90 % de las propiedades no se hallan registradas, ¿qué acontecería en aquellos tiempos?

Es evidente que las referidas 900 datas registradas constituyen sólo una parte de las donaciones concedidas por el Adelantado, como también lo declara persona tan perita en la materia como Núñez de la Peña; sin contar que fue práctica corriente respetar como dueño del feudo al que rozara el monte y lo granjeara, siempre que no estuviera comprendido en bienes de propios o del común; en dehesa o adjudicados. Cuéntase, entre otros ejemplos, de que el señorío de Adeje logró extenderse desde el barranco de Erques en Izora a Montaña Gorda en Granadilla ¡algunas leguas!, adquiriendo albalá de esta clase de propietarios. Por otra parte, es razonable la presunción que lo mismo que aquellos que no contaban con otro título de propiedad que el de primer ocupante, como los que no se cuidaron de llevar al registro sus datas, fueran guanches más que europeos por su falta de hábitos oficinescos. Interesado en conocer la opinión sobre tan importante extremo del inteligente genealogista de nuestros archivos D. Rosendo García Ramos, nos escribe entre otros particulares lo siguiente:

«He visto en diferentes manuscritos antiguos que todos los reyes guanches tuvieron datas, y no sólo ellos sino también muchos de sus hijos y otros guanches; es más, he visto precisadas varias, pero no me he tomado el trabajo de copiarlas... Por otra parte, tengo las citaciones de un sin número de documentos públicos otorgados por los indígenas de Tenerife; y como hicieron multitud de testamentos, cartas dótales, compra-ventas, etc., no es muy difícil a los poseedores de índices explicativos de los libros parroquiales y de las escribanías, averiguar la filiación de multitud de guanches. El archivo de tales índices que poseía el Licenciado Casas es muy rico y lo mismo el del finado Afonso Avecilla, que donó a la iglesia de la Concepción de esta capital».

Todas nuestras investigaciones nos llevan a la conclusión, no ya que siendo el número de guanches acogidos al tratado de paz de Los Realejos muy superior en número a los conquistadores, más o menos en la proporción de 10:1, también los repartimientos de tierras fueron entre ellos más numerosos, sino que este importante particular de nuestra historia está por estudiar, no obstante la abundancia de materiales. En una palabra, que es un campo virgen donde los cronistas no se han atrevido poner a prueba su paciencia, dando por hecho no existió lo que ignoraban.

Ésta, por lo menos, fue la conducta de Viera y Clavijo al asegurar que los reyes guanches no habían sido agraciados por el Adelantado, cuando en las Datas registradas se encuentran testimonios de que los atendieron en la medida de los principales conquistadores4; porque si  bien las donaciones de todos los soberanos aún no se han descubierto por completo, como se echa de ver en la adjunta nota, aparte de que lo conocido arroja pruebas sobradas para admitir sin violencia de que fueron generosamente agraciados, se da el caso singular de que tampoco se sabe si en los cinco libros de Datas se hallarán los testimonios de los repartimientos que faltan, pues salvo Núñez de la Peña interesado en ocultar la verdad como dijimos, no tenemos noticias de que ningún cronista se haya tomado la ímproba tarea de estudiarlas y si lo han hecho no han dado muestra de ello. Por lo que toca a nosotros necesitaríamos de un paleógrafo para las dos terceras partes de las Datas que no hemos podido descifrar.

En resolución, para desvanecer toda clase de dudas sólo falta quien ponga mano a la empresa patriótica de descifrar las Datas y de estudiar los materiales olvidados en las escribanías y archivos parroquiales; por más que los datos positivos de que hoy se dispone dan la certidumbre rayana a la evidencia, de que no ya los reyes y proceres sino a todos los jefes de familia de la nobleza guanche, les cupo repartimientos lo mismo que a los españoles. Después de todo fue un hecho lógico en consonancia con las bases del tratado de Los Realejos, con la situación del país aún no pacificado que aconsejaba no lanzar desesperados a la rebelión y con el plan político del Adelantado de despertar en los guanches el interés por la propiedad territorial; máxime cuando había mucho que desmontar, exceso de terrenos, sobrado campo donde desenvolver sus actividades, por más repartos que se hicieran entre indígenas, conquistadores y pobladores.

A pesar de los esfuerzos de D. Alonso de Lugo en sus 28 años de gobernación para amansar la intrincada selva de la isla y abrir su seno virgen a la fecundidad del arado, el cordón costanero que formaban sus nacientes poblaciones aparecen como abrumadas por los bosques maravillosamente exuberantes. ¡Tal era la falta de brazos y por lo tanto de propietarios, solicitados dentro y fuera de Tenerife!

A pesar de que en el libro de Acuerdos del Cabildo se hace constar de que en 1497 existían en la isla muchos alzados en armas, como la antigua sorda animosidad entre los siervos y sus señores llegó a tal grado que hizo desechar todo recelo de que volverían a entenderse, no abrigó temor alguno el Adelantado de marchar a fines de ese mismo año a la península, para presentar a los Reyes Católicos los vencidos Hontíberos, las cuales partió él y el alguacil Fernando de Llarena, los parte el arroyo, a 13 de Julio de 1497; entiéndese si no la ha dado Alonso de Lugo».

«En 27 de Mayo de 99 años. En este dicho día lo mandó a sentar el dicho Al-manza. E yo Alonso de las Hijas e Hernando de Llarena e Cristóbal Carrasco e otros muchos que estaban presentes».

López (borroso el resto). (Datas. Libro 1a. original). Vid. también:


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