jueves, 29 de enero de 2015

EL MENCEYATO DE TEGUESTE



APUNTES PARA SU HISTORIA


Capitulo XI-I



EL MUNICIPIO DE TEGUESTE

El municipio de Tegueste una de las singularidades geográficas más destacadas  es su particular situación, pues esta enclavado en el centro del antiguo meneceyato homónimo estando además enclavado dentro de otro municipio que en la época precolonial formaba parte de su territorio: San Cristóbal de La Laguna o Valle Sagrado de Aguere.

Por este motivo, Tegueste, ubicado en un valle del noreste de Tenerife, no tiene salida al mar, otro de sus rasgos peculiares, ya que sólo otros dos en la Isla presentan esta misma característica, El Tanque y Vilaflor. La Villa de Tegueste tiene una extensión de 26,41 kilómetros cuadrados, equivalentes a una superficie de 2.642 hectáreas. Está situado entre los 28° 31' de latitud Norte y los 16º y 20' de longitud Oeste. Está configurado como una amplia cuenca hidrográfica, enmarcada por las estribaciones montañosas de la vega lagunera y las laderas del sector occidental del macizo de Anaga.

Tegueste está dividido en dos valles, diferenciados por su morfología y por su conformación socio-económica: el de Tegueste, que es el núcleo poblacional principal, y el de El Portezuelo-El Socorro, la zona de mayor peso agrícola. El censo del año  2011 registró 10.874 habitantes.
El casco de Tegueste se encuentra en las inmediaciones de la Plaza de San Marcos donde se halla la iglesia del mismo nombre, también en la plaza se encuentra el ayuntamiento.
El municipio estuvo hasta bien entrado el siglo XX, subsistiendo de la agricultura y la ganadería. La desamortización de Mendizabal, unida a la fuerte emigración, hace que la propiedad se concentre en pocas manos, las de propietarios absentistas, que por interés frenarán el desarrollo de la propia agricultura y de los mismos habitantes. Los agricultores que quedan son pequeños propietarios, arrendatarios y medianeros de los terratenientes que residían en otros lugares.
En los nombramientos de Acaldes reales que efectuaba el Cabildo colonial anualmente se designaba una misma persona para ejercer dicho cargo, de atribuciones administrativas y judiciales, para Tegueste y Tejina  hasta mediados del siglo XVII. Luego, al igual que hacía la iglesia católica en la jurisdicción eclesiástica, nombraba a distintas personas para cada uno de los dos lugares.

A tenor del  tantas veces citado Decreto de Las Cortes de Cádiz, en la metrópoli de 1812 el valle de Tegueste es erigido municipio exento del de  La Laguna con fecha 13 de febrero de 1813.

Por esas fechas el mundo rural en Tegueste estaba especialmente dirigido desde las ciudades de La Laguna y Santa Cruz por propietarios absentistas.
Como hemos dicho un absentista es el propietario rural o terrateniente que vive lejos de sus tierras, descuidando su explotación o dejándolas directamente ociosas. El absentismo ha sido fuente de conflictos sociales en el campo canario, especialmente en aquellas localidades en las que una masa importante de personas no poseía tierras cultivables o sólo tenían acceso a parcelas muy reducidas, incapaces de sostener explotaciones económicamente viables, como sucedió en el valle de Tegueste después de la ocupación del territorio por los colonos datados por los invasores.
Tampoco era ajena a esta práctica la iglesia católica y sus clérigos absentistas, en el caso de los eclesiásticos que ocupan un cargo de la iglesia católica y reciben los beneficios correspondientes, pero que no residen en la demarcación que les corresponde y descuidan sus obligaciones o las delegan a otras personas. Eran cuantiosas las tierras que poseían los conventos hasta la desarmotización de Mendizábal, la mayoría de las cuales también pasaron a manos de propietarios absentistas, para los cuales la propiedad de la tierra les suponía prestigio social, preocupándose poco por la puesta en producción de las mismas, dejándolas en la mayoría de los casos a cargo de medianeros o encargados mal pagados y peor tratados.
De la existencia de las propiedades episcopales en el Menceyato de Tegueste existen varias referencias en las Actas del Cabildo colonial, de las cuales extraemos la siguiente referencia: Cabildo de fecha 27 de mayo de 1502 “Hordenó e mandó el señor Governador con acuerdo de los dichos regidores que qualquyera puercos, vacas, cabras, ovejas que entraren por el puertochuelo de cabe la casa del obispo el arroyo abaxo a la mano derecha. (Escribanía del Cabildo de Tenerife).
Tenemos constancia de que los primeros aprovechamientos son la tala de árboles en Pedro Álvarez y la extracción de piedra de cantería en El Portezuelo, para la construcción de edificios en la ciudad de La Laguna, en tiempos más modernos estos materiales se extraían de la cantera de Patricio ubicada en Jardina, conocidos popularmente como bloques colorados, los cuales eran sumamente apreciados por los constructores.

El Ayuntamiento de Tegueste ha tenido la feliz iniciativa de editar el Boletín del Archivo Municipal, extraordinaria herramienta para los investigadores e estudiosos de la Historia de Canarias en general y de Tegueste en particular, en él, podemos nutrirnos del fruto del probo trabajo llevado a cabo por abnegados investigadores destacando entre ellos María Jesús Luís Yanes y  Juan Elesmí de León Santana, auténticos “almas mater” de este logro editorial. En ellos nos vamos apoyar para desarrollar algunos pormenores del devenir histórico del valle de Tegueste como municipio.

Antecedentes “municipales”
Dentro del proceso de reformas administrativas borbónicas, especial significado tenía para los lugares de la Isla y futuros ayuntamientos, el auto acordado de 5 de mayo 1766 y la real cédula de 14 de febrero de 1772, por la que se disponía la elección en cada pueblo con alcalde real de dos diputados, un síndico y un fiel de fechos3, en caso de no haber escribano en el lugar. Estos cargos eran elegidos por los 24 vecinos más votados por el pueblo. En caso de empate, decidía el Alcalde. El primer día de cada año la nueva corporación ha de  tomar posesión. Del resultado de la elección se debía dar parte al Corregidor de la Isla.

En el mes de diciembre de cada año se fijarán edictos para que se haga saber a el pueblo se ha de convocar a toque de campana para que concurran a la Iglesia el día de fiesta en la tarde que se haya señalado en el referido edicto para lo que, por medio de un oficio político, se abrá puesto de acuerdo el alcalde con el Párroco, y a la hora competente pasará a la referida iglesia con los diputados, el síndico y el escribano o fiel de fechos, donde se recibirán en secreto y por escrito los votos de todos los vecinos seglares que asistan a este acto en que cada uno de ellos ha de nombrar veinticuatro sujetos del pueblo para electores; y concluida, se regularán todos los votos y quedarán nombrados por tales los veinticuatro personas a cuyo favor resulte el mayor número, a los que mandará sacar el mencionado alcalde para que asistan a el siguiente día de fiesta a la casa o sitio donde se acostumbran tener las juntas probadas del pueblo, en presencia de los referidos diputados, síndico y escribano o fiel de fechos se procederá a hacer la elección para el siguiente año por los veinticuatro vocales, primeramente nombrando alcalde, en segundo lugar diputado, tercero, síndico y en cuarto fiel de fechos en los pueblos donde se necesite, y quedará verificada la elección en los que resulte mayor número de votos, y en los casos de que éstos se debatan con igualdad en dos o más sujetos para cada uno de los empleos que van expresados, dará el suyo decisivo el Alcalde a favor del que le parezca más conveniente para desempeñarlo en beneficio del público, la que así ejecutado les pase aviso para que el día primero del año se les ponga en posesión precediendo recibir juramento el alcalde que deja a el nuevo electo de usar bien y fielmente su empleo (...)

Estas formalidades no debieron seguirse al pie de la letra en algunos de los pueblos pues el corregidor envía despacho conminando a que se cumplan.

¿Fue Tegueste uno de los pueblos que incumplían la norma? Aunque no lo sabemos con seguridad, bien es cierto que la primera elección de los veinticuatro vecinos compromisarios conservada en el Archivo Municipal data de 17986

Este modelo de elecciones, mediante sufragio de segundo grado, antecedente de unas auténticas elecciones municipales, se sucede hasta la promulgación de la Constitución de 1812. Tras el paréntesis constitucional (1812-1814), se reanudan con la vuelta del Absolutismo, desde 1814 hasta 18207. Pero es precisamente en ese pequeño periodo constitucional cuando se produce la primera configuración de Tegueste como municipio independiente.

El primer Ayuntamiento de Tegueste como municipio independiente
Efectivamente, habrá que esperar al siglo XIX, con las Cortes de Cádiz de 1812, para que en Canarias comience el proceso de división municipal, desapareciendo los antiguos Cabildos y dividiéndose la Isla en demarcaciones territoriales con alcaldes constitucionales, regidores y personeros propios.

Dos años antes de constituirse como municipio, Tegueste hubo de participar en el proceso constituyente, prueba más de su consideración como lugar diferenciado. Así, el 21 de abril de 1810, se reúnen los vecinos mayores de 25 años en la parroquia para elegir el compromisario que debía concurrir a La Laguna para la elección de 12 electores que a su vez debían elegir los cuatro diputados de Canarias en las Cortes de Cádiz. Como representante de Tegueste, sale elegido Juan Manuel González, síndico personero del Pueblo. Una vez elegido se da paso a la celebración con misa, bailes, “canciones rurales”, tiros al blanco y fuegos artificiales.

“e inmediatamente el Pueblo, Electores, Ayuntamiento y cura Párroco se dirigieron a la iglesia llevando al elegido en la forma que previene el art. dies y ocho de la instrucción y se cantó el te deum con lo que se concluyó este acto. Por la tarde de este día se reunió el Ayuntamiento, Diputado, Cura Párroco y electores en la Plaza de este pueblo a la que concurrieron los vecinos manifestando su alegría y particular satisfacción en vailes, varias cansiones rurales, en ocequio a Nuestro Católico Monarca el sr. Don Fernando Séptimo, diversos fuegos artificiales, tiros al blanco y otros varios exercicios acostumbrados en semegantes regosigos públicos.

Por fin, en 1812 un Decreto de las Cortes establece que se formen ayuntamientos de más de mil almas e incluso en aquellos donde no se llegue a este número pero que por sus particulares circunstancias de agricultura, industria o población considere que debe tener Ayuntamiento, lo hará presente a la Diputación de la Provincia, para que en virtud de su informe se provea lo conveniente para el Gobierno.

El 23 de agosto de 1812 se jura en el Pueblo la Constitución española, mucho antes de que el Jefe Superior Político enviara despacho a los diferentes pueblos para que remitan testimonio de haberse publicado y jurado la Constitución. (María Jesús Luís Yanes y Juan Elesmí de León Santana, 2010)

Así, en Tegueste la primera Corporación Municipal, con arreglo al padrón que para tal caso se hizo, se conformó el 14 de febrero de 1813, con la lectura de la Constitución de 1812 desde un tablado colocado en la Plaza de San Marcos, repiques de campanas, vivas y petardos.

Primera Corporación del Ayuntamiento de Tegueste, constituido el 14 de febrero de 1813. 

Alcalde: Francisco Hernández Crespo
Regidores: Antonio Perdomo
Antonio Roque
Antonio Pablo Gómez
Félix Rodríguez
Síndico personero: Pedro Enrique
Fiel de fechos: Juan de Reverón

Tras el período absolutista14 (1814-1820), con la llegada del régimen liberal (1821-1823), se vuelve a la división municipal y al modo electoral que habían establecido las Cortes de Cádiz. El alcalde real se convierte en alcalde constitucional y el municipio de nuevo cuenta con un ayuntamiento independiente. En 1824, al finalizar el Trienio Liberal, otra vez regresa el régimen de los alcaldes reales, dos diputados, un personero y un fiel de fechos;

El municipio de Tegueste vuelve a convertirse en simple lugar dependiente del Cabildo. Incluso se recrudecen las restricciones en el sistema de elección pues es la Audiencia de Canarias la que debe elegir los cargos de una terna propuesta por los elegidos. Habrá que esperar hasta 1836 para que los diferentes pueblos de Canarias, entre ellos Tegueste, vuelvan a configurarse como municipios independientes.

Trabajos y primeros problemas
Los principales obstáculos con los que se encontró el recién creado Ayuntamiento teguestero fueron consecuencia de la falta de presupuestos para hacer frente a gastos tan nimios como el salario del secretario y, ni que decir tiene, para acometer obras públicas.

A todo esto se unía la falta de personas adecuadas para ejercer cargos que necesitaran cierta preparación, al menos saber escribir, caso de secretario o recaudador de contribuciones. Los miembros de la Corporación de Tegueste eran campesinos como la mayoría de los residentes en el pueblo, que necesitaban trabajar las tierras para sostenerse y no podían prestar dedicación suficiente a los asuntos municipales.

En 1814 se “obliga” a ejercer de fiel de fechos a Juan de Reverón por no hallarse otra persona más a propósito, quien aceptó con la advertencia de que dada su pobreza, no se obligaba a copiar órdenes, suplir papel, ni otra incumbencia que le impidiese el ganar su jornal15, trabajando como secretario cuando le fuera posible.

El Ayuntamiento acuerda en ese mismo año proponer que si el secretario fuese vecino del Pueblo pueda subsistir con 30 fanegas de trigo anuales y no siéndolo por los pocos que podrán ejercer este empleo a causa de la falta de escuelas públicas que ha tenido este lugar, no obstante componerse de casi 1.250 almas, es la renta de 200 pesos anuales.

También se presentaban dificultades para cobrar la contribución. En este sentido el Ayuntamiento propone al Intendente General de Hacienda, dada la incapacidad de la Corporación para cobrar la contribución extraordinaria de guerra por la general pobreza del Pueblo y la ignorancia de los cargos para llevar a cabo la recaudación, a ceder a cambio la tercera parte de los fondos del Ayuntamiento:

Grandes son los deseos que tiene este Pueblo de hacer sacrificios a favor del importante objeto de la Guerra pero no le acompañan sus facultades que no son sino las que se pueden considerar en la reunión de varios hornaleros (jornaleros) que lo componen, y que estriva su subsistencia en sólo los advitrios de su brazo: esta misma consideración hizo este Cuerpo desde el principio que recibió los soberanos Decretos sobre la materia, y aún añadió que el Secretario del Ayuntamiento y todos sus individuos no entienden ni pueden entender aquella larga numeración, el sitado Secretario apenas conoce los números, pruevas de la ignorancia de este Pueblo, que jamás la ha sido posible dotar una Escuela Pública para remediar estos y otros males, y aunque quisiera entender todo el contenido de la soberana disposición por medio de una persona que se lo explicara según se anuncia, esto sería costeándolo otra, pues no es fácil como se deja ver, que un pobre peón quiera dexar de subsistir, sacrificando su hornal para que otro subsista. Estas son las mismas dificultades que se propusieron y las mismas se repiten ahora, añadiendo únicamente en prueba de nuestro buen deseo, que por ahora y entretanto dure la guerra, está pronto este Ayuntamiento a seder la tersera parte de los fondos que en su día se le señalaron de los propios de la Isla como está prevenidos con descuento desta misma cantidad que desde ahora aplica a un fin tan interesante. Es lo que puedo decir a Vuestra Señoría sobre el particular. Dios guarde a usted muchos años. Tegueste y enero de 181417.

La falta de presupuesto también contribuyó al retraso de la instalación de la escuela pública de primeras letras y a la inoperatividad para ejecutar obras públicas de primera necesidad (cementerio, casa consistorial, caminos), las cuales, cuando se acometían, eran costeadas y realizadas por los vecinos.... En 1821, en el Pueblo sólo se había construido un puente (el Puente de Palo) y una capilla mortuoria: “no hay otras obras que un puente que se hizo hay pocos años para la mejor comodidad del Pueblo en lo espiritual, y corporal pues este lo divide un barranco conciderable que impedía su comunicación en el inbierno e igualmente una capilla pública para depocitar los cadáveres e impedir por lo reducido de las casas de esta población infeste su putrefacción la salud de los vecinos que indiscretamente acompañaban el cadáver en el día o la noche antes de su enterramiento, cuyas obras se deven a la solicitud del actual cura y su limosna y la del Pueblo. No hay fuentes públicas por la falta de fondos para contruírlas y las aguas de que surte el Pueblo se sacan de los manantiales mediatos

Y en cuanto a la enseñanza: no hay otra instrucción que la que da el Párroco a los Niños que de monagillos asisten graciosamente a la Parroquia pro no tener ésta con que pagarles por su mucha pobreza, enseñándolos a leer escribir.

Así y todo, el Ayuntamiento de Tegueste continuó su andadura mientras que otros iban desapareciendo a lo largo del siglo XIX, acuciados por la falta de bienes de propios (San Andrés, Taganana, Punta del Hidalgo, Tejina, Valle Guerra)- y a pesar de las penurias, a medidos del siglo XIX contaba ya con Casa Consistorial. (María Jesús Luís Yanes y Juan Elesmí de León Santana, 2010)

Intentos de agregación a La laguna

La agencia de noticias Europa Press, con fecha 9 de junio de 2011 difundió la noticia de la recuperación de uno interesante documento relativo al primer intento de anexionar Tegueste a la Ciudad de Aguere en el año de 1838

“Unos documentos inéditos del Archivo Municipal de la Villa desvelan cómo Tegueste, a mediados del siglo XIX, se mantuvo como municipio independiente cuando sus vecinos y los miembros de la Corporación evitaron que se agregara al de La Laguna después de tres votaciones. Los documentos conservados en el archivo del Ayuntamiento de la Villa y que datan de mediados del siglo XIX, reflejan los procesos de reforma territorial de aquella época y constatan los varios intentos que sufrió Tegueste para que se anexionara a La Laguna, algo que sus vecinos consiguieron evitar, un hecho que no se repitió en otras poblaciones como Valle de Guerra, Tejina, Punta del Hidalgo, Taganana o San Andrés.

Estos documentos son analizados en el segundo Boletín del Archivo Municipal de la Villa, un proyecto pionero en Canarias con el que la Corporación local quiere poner el patrimonio documental de la Villa al alcance de todos los vecinos. Una iniciativa que se enmarca dentro del proceso de organización del archivo, un apartado al que el Consistorio dedica especial empeño, como es la difusión de su patrimonio documental.

En esta ocasión, estos textos recogen las tres votaciones que tuvieron lugar entre los años 1852 y 1853 y que propiciaron que Tegueste mantuviera su independencia, a pesar de los intentos de la Diputación Provincial de que se anexionara a La Laguna.

A lo largo del siglo XIX, diversos municipios de Tenerife desaparecieron como tales, la mayoría de ellos en el entorno de Santa Cruz y de La Laguna. La nueva organización territorial configurada por las Cortes de Cádiz (1812) por la cual Tenerife de dividió en municipios independientes, constituye el germen de los municipios actuales. Sin embargo, los diversos procesos de reforma territorial cambiaron ese primer mapa de los ayuntamientos canarios, afectando a territorios municipales como Tejina, Valle de Guerra y Punta del Hidalgo, que se agregaron al Ayuntamiento de La Laguna en los años 1850, 1845 y 1847 respectivamente. Un hecho que dejó a Tegueste rodeado por todo el territorio lagunero.

En esa época, la Villa de Tegueste se vio envuelta en ese proceso de reforma territorial, ya que también tenía los mismos problemas que el resto de poblaciones de la Comarca (falta de bienes de propios, analfabetismo de los vecinos y demás).

El primer intento de anexionar Tegueste a La Laguna, según se recoge en los documentos, se produjo en 1838, cuando el regidor José María Rodríguez, alcalde interino, expuso al pleno la posibilidad de solicitar a la Diputación Provincial la supresión del Ayuntamiento, poniendo como argumento la imposibilidad de pagar al secretario de la Corporación por falta de fondos. Con carácter urgente, el pleno decide recaudar entre los vecinos el dinero para solventar este problema.

Tres años más tarde, en 1841, la Diputación Provincial inicia los trámites para agregar a aquellos municipios que, por su pobreza u otros problemas, debieran desaparecer y unirse al de La Laguna. En ambos casos, la Villa aguantó las embestidas de la Diputación Provincial argumentando su división municipal y eclesiástica, así como los derechos del pueblo en las aguas, pastos y montes.

Pero fue en 1852 cuando se produjo el primer hecho significativo que recogen los documentos de esa época. Ese año, el regidor del Ayuntamiento de Tegueste, Agustín Hernández, acude a Santa Cruz a solicitar a la Diputación Provincial la supresión del Ayuntamiento y la anexión a La Laguna. Ante este hecho, más de cuarenta vecinos presentaron una solicitud para que no se extinguiera el Consistorio. El proceso no estuvo exento de disensiones y disputas, y el 7 de junio de ese año la Corporación se reunió en pleno para votar sobre si Tegueste debía integrarse en La Laguna, votación en la que participaron los ocho vecinos mayores contribuyentes.

En esa primera votación, el alcalde se mostró en contra de la anexión, voto en contra al que se sumaron cinco de los ocho vecinos presentes. En una sesión plenaria celebrada dos días después, el alcalde Lucas Molina y el resto de la Corporación votaron de manera unánime a que no se continuara con el proceso de anexión. Sin embargo, y según una carta de la Diputación Provincial, un crecido número de mayores contribuyentes del pueblo, algunos de ellos miembros del Ayuntamiento, habían solicitado de nuevo la agregación a La Laguna, por lo que se ordena que se haga una nueva votación entre los concejales y el mismo número de vecinos que en el primer referéndum.

La segunda votación tuvo lugar el 13 de noviembre de 1852. Cuatro de los ocho vecinos votaron en contra, negativa que secundó la totalidad de la Corporación; una mayoría abrumadora en contra de la anexión a La Laguna. Incluso Agustín Hernández, el regidor encargado meses antes de llevar la solicitud de agregación a Santa Cruz, voto en contra.

Sin embargo, en la siguiente y definitiva votación, optaría en favor de la unión.

Pero las disputas y dificultades no terminaron aquí. Los documentos encontrados en el Archivo de la Villa constatan una tercera y definitiva votación. Tras el segundo rechazo, la Diputación Provincial se muestra descontenta con la forma de la votación y, sobre todo, con su resultado, ordenando su repetición argumentando que no habían votado alguno de los vecinos más influyentes.

La tercera votación tuvo lugar el 14 de junio de 1853, casi un año después de la primera, y en esta ocasión, cada uno debía explicar el porqué de su voto, en un sentido u otro. El resultado fue de cinco a favor de anexionarse a La Laguna (Marcos Hernández Rodríguez, Andrés Rodríguez de Santiago, Juan Gregorio Collazo, Juan Francisco de Armas y Agustín Hernández) y 17 en contra (Juan Fernández, Antonio Collazo, Ramón Hernández, Pedro Melián, Pedro Febles, Lázaro González Grillo, José González Grillo, Ramón Afonso, Juan Ramallo, Domingo Febles, Francisco Hernández de Armas, Manuel Melián Abreu, Elías González, Venancio González, Francisco Molina, Francisco González y el alcalde, Lucas Molina).

Entre los argumentos más esgrimidos por los votantes para rechazar la anexión a La Laguna se encuentran la defensa de los montes y aguas, así como el arreglo de caminos, además de cuestiones puramente administrativas o fiscales. Por ejemplo, seguir manteniendo el monte de Pedro Álvarez, principal fuente de aprovechamiento forestal no sólo para Tegueste sino para toda la Comarca, es esgrimido por parte de los votantes como razón fundamental para la continuación del municipio.

En definitiva, durante todo el proceso de reforma territorial de los municipios, Tegueste siguió su andadura como municipio independiente, un camino lleno de dificultades impuestas sobre todo por la falta de fondos y bienes de propios. Sin embargo, en medio de todo ese proceso agregacionista, consigue hacer realidad el proyecto de dotar al pueblo de una Casa Consistorial y otros servicios públicos.

Como recogen en el libro ya citado los historiadores  María Jesús Luís Yanes y Juan Elesmí de León Santana, en relación a las vicisitudes que tuvo que sortear la Corporación teguestera para evitar ser absorbida por la prepotente ciudad de La Laguna, del cual extraemos lo siguiente:

“Disposiciones legales: ayuntamiento donde haya parroquia. La falta de capacidad de los cargos se ha suplido con la consulta a letrados o personas que sí lo son. Secretarios anteriores vecinos del Pueblo que han ejercido bien su cargo.

Razones de identidad los hijos del pueblo miran más por sus derechos que el Ayuntamiento de La Laguna (conservación de los montes, destrozos de propietarios de la laguna en monte Pedro Álvarez).Ayuntamiento como defensor de los intereses del Pueblo.

Algunos de estos tres asuntos: montes, aguas y caminos; precisamente los temas más abordados en las actas plenarias, sin contar con las cuestiones puramente administrativas o fiscales (sorteos de quintas, contribuciones).

Se aduce que a La Laguna no le interesa tanto este asunto (montes), o que para la defensa de nuestras aguas, caminos y montes, más hemos de cuidar los vecinos de este Pueblo que somos los primeros interesados, y que por ello pueblo miran más por la conservación de los montes frente a los destrozos de propietarios de La Laguna en el monte de Pedro Álvarez. Algunos votantes aducen además la actuación de los ayuntamientos anteriores en la defensa de dichos derechos (4 votos).

Desde que se constituyó en municipio, Tegueste tenía competencia sobre los montes que se enclavaban en su territorio, hasta entonces bajo la jurisdicción del antiguo Cabildo de la isla con sede en La Laguna. Sin embargo, el deslinde de los montes teguesteros se retrasa hasta 1844, produciéndose otros posteriormente.

Como se ha apuntado, la importancia del aprovechamiento forestal se refleja en las actas plenarias, donde es tema recurrente: nombramiento de guardamontes, cortes sin licencia, problemas con el carboneo y pastoreo y las usurpaciones. En cuanto a este último punto, el ayuntamiento preocupado por la desaparición de la masa forestal denuncia ante la Diputación Provincial la usurpación de terrenos de montes por parte de los propietarios colindantes, apuntando que de todos los montes de la isla, es donde más usurpaciones se han producido.

En definitiva, el monte de Pedro Álvarez es esgrimido por parte de los votantes como razón fundamental para la continuación del municipio.

Hay que tener en cuenta que de él se proveían no sólo los teguesteros sino los vecinos de otros municipios colindantes, fundamentalmente La Laguna, Tejina, Tacoronte y Valle Guerra, vecinos que debían pedir licencias al ayuntamiento parra realizar cortes de madera, denegadas frecuentemente por no haber monte suficiente, lo que provocaba no pocas desavenencias. En caso de desaparecer el Ayuntamiento de Tegueste, igual derecho tendrían los vecinos de La Laguna (que ya incluía los territorios de Tejina, Valle Guerra y la Punta del Hidalgo) al aprovechamiento de dicho monte, que sufría grandes destrozos no sólo de ganados de Tegueste sino también de La Laguna. La importancia del aprovechamiento forestal queda de manifiesto cuando en 1822 se propuso roturar parte de las helecheras del monte para distribuirlas entre los vecinos más pobres a cambio de un canon para el Ayuntamiento. Las protestas de los vecinos por los graves perjuicios que esto les ocasionaría impidieron el repartimiento. Más tarde, en el pleito entablado contra Alejandro Saviñón por las usurpaciones de terreno de monte, la Corporación teguestera abre un fondo para sufragar los gastos del pleito y para ello no sólo recibe aportaciones de los vecinos de Tegueste sino también de Tejina y Valle Guerra.

En 1852, el alcalde pedáneo de Tejina (recordemos que el territorio tejinero desde 1850 formaba parte del municipio de La Laguna) se dirige, no sin cierto desdén, al alcalde constitucional de Tegueste respecto a no enviarle a los denunciados por los cortes ilegales en sus montes. A.M.T. Correspondencia de 1852. Sign. 418-1. Ante la denegación de cortes por parte de la Corporación teguestera, llega a intervenir el subgobernador para que se permita el corte de palos para 111 arados y 28 yugos, estimando que no sería perjudicial para el arbolado. El Ayuntamiento responde que tales cortes causarían daños por lo que apenas deja cortar algunos palos para la construcción de un pajal dada la pobreza del solicitante.

Por último, el teniente de alcalde Francisco González es el único que menciona el sentir popular en contra de la agregación: no quiere atraerse en su tiempo la mala voluntad del vecindario que no está por que se suprima.” (María Jesús Luís Yanes/Juan Elesmí de León Santana)



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