jueves, 20 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA




UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1481-1490


CAPITULO I




Eduardo Pedro Garcia Rodriguez


1481. Por si lo había olvidado, el Católico recordó a Pedro de Vera el deber de continuar la guerra, conquistando Chinech (Tenerife) y Benahuare (La Palma). En albalá dirigida al provisor de Villafranca, la reina expuso los planes para 1481: “los concejos de las behetrías de mis regnos”, darían todos los galeotes e marineros que son obligados a me servir, cada e quando fisiere o mandase faser armada”. Remitido un tercio para transportar la primera cosecha de “omicianos”, los restantes quedarían en reserva, con destino a la armada “gruesa”, que se proyectaba para abril. Recién terminados los movimientos de Galicia, contra el Obispo de Santiago, abundaban caballeros inculpados, a causa de la guerra. El 17 de enero de 1481, Isabel les invitó a servir “por su persona” y a su costa, “con la gente” y durante el tiempo que acordasen con el Justicia Mayor, nunca inferior a seis meses: “sepades que después que yo mandé conquistar la Isla de la Gran Canaria, e por la gracia de nuestro señor se ganó e los infieles della se convirtieron a nuestra santa fe católica”, Pedro de Vera y “mis gentes e capitanes, que están en la dicha costa”, emprendieron la conquista de  Chinech (Tenerife y Benahuare (La Palma)”, igualmente "en poder de ynfieles". Imposible “reducir... las dichas islas, sin que aya de yr e vaya más gente”, para que los naturales fuesen “convertidos” o “lançados” de la tierra, apelaba a los “omicianos”, por ser sus vasallos reacios al servicio en las armas y caro el soldado profesional. Cumplido el tiempo asentado, certificado de Pedro de Vera y Michel de Monxica, les haría libres de culpa y de acudir a la guerra, por los días de su vida. (L. Al. Toledo)
1481. Reconociendo Pedro de Vera que la fuerza toda de los canarios estaba en la parte del poniente de Canaria, á la de Gáldar, y que allá no se podía ir sin grave peligro por un risco atajado en el camino de montes y asperezas de más de cinco leguas, fue de acuerdo que de aquella parte estuviese un fuerte para que de él se les corriese la tierra, y por todas partes se les combatiese. Asistían los más en las cuevas enriscadas de Tirajana, tierra agrísima, en Tirma, Tazarte, Ancite que es un inexpugnable peñón, y Arjoda, con innumerables asperezas. Mandó Pedro de Vera embarcar lo necesario, y rodeando la Isla halló por puerto capaz al de qaete; cerca de la playa halló una buena y grande casa capaz que era fama ser fábrica y habitación de los mallorquines que estas Islas frecuentaban antes de la venida de Juan de Bethencourt por el año de 1360 en adelante, como dijimos en el Libro Primero. Esta llamaban los canarios Roma, es cuadrada, de á 25 pasos la cuadra, por de fuera tiene muchos paredones y casillas llenas de huesos de gentiles; es toda de piedra sola, regularmente puertas de piedras que parecen de una sola, tal es su igualdad y ajuste sin mezcla de barro ni tierra, de grueso de dos varas ó siete palmos muy largos; de ella al mar se sigue un paredón con saeteras á modo de muralla, la puerta angosta á la parte del sur; en ella se fabricó el fuerte subiéndola de tapias y maderos y tablas de palmas, y en dos meses se acabó; puso en ella Pedro de Vera veinte hombres y por Alcaide al capitán Alonso  de Lugo; y dejándole la orden más conveniente dio la vuelta al Real de Las Palmas. (Tomás Marín de Cubas [1694] 1993)
1481. Queriendo Pedro de Vera ir por tierra al lugar de Gáldar, en busca del quanarteme á quien Pedro de Vera deseó en gran manera ver y conocer, que no fue posible, antes siempre nos procuró notables daños, dio orden al Alcaide Lugo enviase gente que defendiese el risco pendiente al mar, paso forzoso para subir los cristianos, y por donde bajó Diego de Silva con su gente. Caminando Pedro de Vera en dos tropas, llegando la primera defendían el pie del risco cien canarios armados, que luego huyendo la cuesta arriba se hicieron fuertes casi al medio en una solapa ó cueva de risco, de donde á los que les seguían arrojaron cantidad de piedras rodadas y otras tiradas con que mataron 25 cristianos; llegó la gente de Lugo por arriba ahuyentando á éstos y apartando á otros canarios y pudo subir Pedro de Vera acometiéndolos con esfuerzo donde hubieron bien menester las manos los españoles; á las emboscadas que salían acuadrillados mató á algunos é hirió á muchos, cautivó cinco hombres y cogió unas pocas cabras; halló el lugar de qáldar sin gente. Viéronse allí grandes fábricas de cuevas grandes y admirables de tosca cavada con aposentos, recámaras, lumbreras y otros grandes repartimientos, y dentro de una cueva, de más de otras salas, había una á modo de sobrado y de cada lado tenía nueve aposentos ó recámaras: otras casas largas que por madre ó viga tenían toda una palma á lo largo. Dio presto la vuelta al Real y corriendo las cosas á este modo, poniendo espías, haciendo entradas por todas partes, á Telde, á Aguimes y faldas de la sierra, por los caballos se les hacía el daño que se podía, no queriendo reducirse á cosa de venir á tener paz, y primero se dejaban matar." (Tomás Marín de Cubas [1694] 1993)
1481.
Aportaron al Puerto del Arrecife de Lanzarote, los 200, canarios que el sucesor de Rejón en aquella conquista (Gran Canaria), Pedro de Vera, traidoramente remitía cautivos a España, so pretexto de llevarlos a Tenerife a conquistar. Mas como los canarios viesen que el pico de Teide se les alejaba en lugar de aproxi­márseles, se amotinaron contra el patrón de la nave, obligándole a acercarse a Lanzarote saltando a tierra arrebatadamente, a los cuales Diego de Herrera recibió bien en sus estados. Más no se halla noticia alguna de que hubiesen poblado en el citado puerto. (J. Álvarez Rixo, 1982:44)

1481.
Viniendo a la ex­presada reducción de Canaria cinco bajeles con tropas españolas, el uno de ellos se halló en precisión de hacer escala en Lanzarote y fal­tándole piloto práctico se fue a pique en la boca del Puerto del Arre­cife aunque la gente se salvó. Y he aquí la primera nave que hay memoria hubiese naufragado en estas barras, por falta de cuyo conocimiento otras después acá han tenido igual desgracia.-  La mandaba Estevan de Junqueras, y conducía 150 Ballesteros-. (J. Álvarez Rixo, 1982:44)
1481. Es muerto en Hermigua (Gomera) el invasor Juan Rejón a manos de soldados del colono Hernán Peraza, lo que le causará a este último un proceso penal del que es indultado por los nefastos Reyes Católicos a condición de que participe junto a sus hombres en la invasión y conquista de la isla Tamaránt (Gran Canaria), y contraer matrimonio con la cortesana, nifónoma y envenenadora Batríz de Bobadilla.
“Los Reyes Católicos, habiendo visto los descargos que de parte del capitán Juan Rejón se dieron en la muerte del ex gobernador de la invasión Pedro de la Algaba y destierro del deán don Juan Bermúdez y los demás, lo perdonaron y le hicieron merced de la conquista de las islas de La Palma y Tenerife. Y, tomando su provisión, se vino a Sevilla a los comisarios Diego Merlo y Alonso de Palencia; los cuales con toda presteza le dieron lo necesario para la jornada, y se embarcó en Cádiz, en cuatro navíos con trescientos hombres y veinte caballos.

Trajo consigo a doña Elvira de Sotomayor, su mujer, y dos hijos pequeños que tenía. Era hermana esta señora de Alonso Jáimez de Sotomayor, alférez mayor de la gente de la conquista de Canaria.

Llegó a esta isla de Gran Canaria. Tomó puerto, por ver sus amigos; no quiso desembarcar, siguió su viaje. Dicen que Pedro de Vera lo procuró con Alonso Jáimez de Sotomayor, su alférez, hermano de doña Elvira; que, como tenía entendido que era Juan Rejón el que había venido en los navíos, y que traía gente de guerra, acordándose de lo que con él había pasado en prenderlo y enviarlo a Castilla y lo que sucedió a Pedro de la Algaba con él, hizo instancia como no tomase tierra y tenía entendido que los más que estaban en la conquista y principales, eran aficionados y amigos de Juan Rejón, por el buen tratamiento que a los soldados hacía; y con esto andaba Pedro de Vera con mucho cuidado, que no tomase tierra, porque vía andar la gente alborotada.

Lo cual visto por Alonso de Sotomayor, por atajar males y daños que suelen recrecer en semejantes casos, y que estarían en las manos, se fué al navío, donde su cuñado Juan Rejón estaba y su hermana doña Elvira, con los cuales recibió gran contento; y con muchos ruegos y caricias que supo decirle Alonso Jáimez, le persuadió no saltase en tierra, porque Pedro de Vera estaba con determinación de estorbarle la entrada, acordándose de la muerte del gobernador Pedro de la Algaba y su prisión; que mirase ponía a muchos amigos en riesgo; y que, si esto le parecía fácil, tuviese atención que la conquista se perdería y Sus Altezas recibirían deservicio; que se reportase. Esto, y juntamente las lágrimas de su mujer, doña Elvira, le movieron a que concedió lo que le pidieron; y, despidiéndose de él, mandando dar velas, se fué la vía de La Palma; y Alonso Jáimez se fué al real y fué recibido de todos con mucho contento, mayormente del gobernador Pedro de Vera, por haber sido tan buen tercero, excusando el escándalo que había de suceder. y de ahí adelante le tuvo más respeto, y con su parecer y acuerdo hacía las entradas; porque, aunque antes se le tenía, por merecerlo, vivía muy recatado con él.

Juan Rejón, yendo su viaje a La Palma, con temporal, el navío en que iba arribó a la isla de La Gomera y tomó tierra en el valle de Armiguar, y desembarcó con su mujer y sus dos hijos y ocho hombres, para que se desalmadiasen y tomasen algún refresco y descanso del trabajo del mar, que los que navegan suelen recibir. Como los gomeros entendieron quién era, trajéronle el refresco que pudieron. Tendióse por la isla su llegada; vínolo a saber Hernán Peraza; envió algunos gomeros, para que lo trajesen ante él. Llegados donde Juan Rejón estaba y diciéndole que se viniese con ellos adonde Hernán Peraza estaba, él lo rehusó; y sobre esto vinieron a las armas, y púsose en defensa, y luego fué allí muerto.

Hernán Peraza mostró mucha tristeza de este suceso, y public6 que no había sido su intento que lo matasen, sino que lo llevasen ante él, como persona que había desembarcado en su tierra sin su licencia. Procuró aplacar a doña Elvira, su mujer, y hizo sepultar a su marido en el más honrado lugar de la capilla mayor, y a ella regalán~
dola cuanto pudo.

Después de haber sepultado doña Elvira de Sotomayor a su marido Juan Rejón, envió a llamar a su hermano Alonso Jáimez de Sotomayor, dándole aviso de su desgraciadosuceso, rogándole encarecidamente la sacase de entre sus enemigos. Alonso Jáimez, su hermano, con diligencia se embarc6; llevando algunos amigos que le quisieron acompañar, fué y la halló con mucha tristeza y dolor, y sus muchas lágrimas enternecían a quien la oía, y afeando el caso a Hernán Peraza, diciendo no lo haber hecho como caballero, que Sus Altezas, en cuyo servicio iba, serían informados del caso. l1ernán Peraza procuró satisfacerles con graves juramentos, que no lo había mandado matar; y, embarcándose con la hermana y sobrinos, se vino a Canaria. No quiso doña Elvira tomar tierra ni salir del navío; y allí fué visitada por el gobernador Pedro de Vera, con todos los principales del real, mostrando pena de sus trabajos y angustias. Y, proveída de refresco de la isla y de lo necesario, la encamin6 Alonso Jáimez, su hermano, a Castilla, quedándose toda la más gente que llevaba Juan Rejón en Canaria. (Abreu Galindo; 1997)

1481. Doña Elvira de Sotomayor llegó a Castilla, se presentó con sus hijos ante los Católicos Reyes don Fernando y doña Isabel, pidiendo justicia, firmando sus quejas de Hernán Peraza, señor de La Gomera, y de sus vasallos, que, yendo su marido Juan Rejón en su real servicio a la conquista de La Palma y Tenerife, lo habían muerto a traición; trayéndole a la memoria cómo su padre, Diego de Herrera, y su hijo Hernán Peraza, lo habían querido matar en Lanzarote, yendo a buscar mantenimientos para la gente que estaba en la conquista de Gran Canaria por su mandato. Entendida la causa por Sus Altezas, no les plugo la muerte de Juan Rejón, su capitán, y del atrevimiento que Hernán Peraza había tenido. Proveyeron luego un juez pesquisidor a La Gomera, que hiciese información y con mucho recaudo lo trujese preso a Castilla; y doña Elvira de sotomayor ya sus dos hijos mandaron dar en Sevilla veinte mil maravedís de juro perpetuo (que gozan hoy sus herederos), para ayuda de sus alimentos; y más le dieron dos pares de casas, que estaban confiscadas de unos conversos.

Venida a Sevilla doña Elvira, supo cómo el juez que venía por Hernán Peraza se estaba en el Puerto de Santa María, fingiendo estar enfermo, por orden e intercesión del duque de Medina sidonia, su deudo. Doña Elvira dió aviso a Sus Altezas, y enviaron otro juez a prender a Hernán Peraza; el cual fué llevado preso a buen recaudo a Castilla.

Era Hernán Peraza muy emparentado con muchos grandes de Castilla, y en el Andalucía, que rogaron y suplicaron a los Católicos Reyes por su vida, apaciguando a la viuda doña Elvira de Sotomayor, debajo de buen medio que no tratase del negocio, mitigando la justa querella que de Hernán Peraza tenía. y tanto pudieron los ruegos, que hicieron mudar a los Reyes Católicos la voluntad que de hacer justicia de Hernán Peraza tenían, concediéndole la vida, y a los gomeros, con que fuesen a servir en la conquista de la Gran Canaria, hasta ser ganada y concluída, so pena de muerte y ser habidos por traidores.

La católica reina doña Isabel, por asegurarse de sospechas que tenía y celos, mandó a Hernán Peraza casarse con doña Beatriz de Bobadilla, sobrina de la marquesa de Moya, dama suya, hermosa en todo extremo, a quien el rey mostraba alguna afición. Efectuóse el casamiento (ocasión honesta para sacarla de la corte), y Hernán Peraza fue dado por libre; y muy contento se vino con su hermosa y avisada esposa a la isla de Lanzarote, donde fué recibido de sus padres con mucho regocijo, y de allí partió para La Gomera. Y, haciendo llamar los gomeros por cumplir el mandato de Sus Altezas, escogió ochenta gomeros; y su padre Diego de Herrera le mandó de Lanzarote y Fuerteventura algunos hidalgos de a caballo, y entre ellos Juan Mayor, hombre prático y cursado en esta conquista, y que sabía bien la lengua: serían todos como ciento y cincuenta hombres, con doce caballos. Eran estos gomeros del bando de Orone y Agana; y embarcándose con lo necesario y con harto dolor, por dejar la nueva prenda que había traído de Castilla, pasó a esta isla de Gran Canaria y surgió de noche en la parte de Lagaete, donde estaba el alcaide Alonso Fernández de Lugo; y, dándole aviso, desembarcó, víspera de Nuestra Señora de Candelaria, primero día de febrero, año de 1482.

Otro día siguiente, Alonso Fernández de Lugo dio aviso al gobernador Pedro de Vera como venía Hernán Peraza con 150 hombres de La Gomera, y de Lanzarote y de Fuerteventura, por mandato de Sus Altezas (de que tenía ya aviso Pedro de Vera), para servir en la conquista de esta isla hasta ser ganada; y envio1e a decir Hernán Peraza  que no haber ido a tomar puerto al de Las Isletas y presentarse ante  él, había sido la causa no querer dar disgusto a Alonso Jáimez de Sotomayor, representándole la muerte de su cuñado Juan Rejón; que le suplicaba encarecidamente lo aplacase, que su venida era forzado, por cumplir lo mandato por Sus Altezas, y que no era tan culpado como se lo habían significado. El gobernador Pedro de Vera, visto el comedimiento y buen término de Hernán Peraza, túvolo a gran bondad y llaneza y comunicolo con Alonso Jáimez de Sotomayor; y rogo1e desechase el enojo; y así lo hizo, teniendo cuenta con el servicio que a Dios hacía y a Sus Altezas, y con el miramiento que Hernán Peraza había tenido. Todo lo tuvo en mucho. Pedro de Vera di6 aviso a Hernán Peraza se estuviese en el Lagaete, en compañía de Alonso de Lugo, y que juntos hiciesen las entradas en los canarios por aquel término; y encargó a Alonso de Lugo tratase en todo bien a Hernán Peraza y a su gente. (Abreu Galindo, 1977)
1481. Dos años después de la victoria guanche en Tirajana  en otoño,  el capitán-gobernador, Pedro de Vera, envalentonado por los primeros éxitos militares, organizó una segunda operación de castigo esclavización y  despojo contra el Valle de Tirajana.
 Pero, con idéntico indomable tesón, los naturales le embistieron por  vanguardia, retaguardia y flancos, obligándole a emprender la  retirada, no sin dejar el escenario sembrado de cadáveres.  Ansite, una gran fortaleza natural ubicada en Tirajana. Allí los canarios se habían hecho inexpugnables. Pedro de Vera trajo a la isla  a todos los hombres disponibles y reos convictos desde las islas ya dominadas, Titoreygatra (Lanzarote),  Erbania (Fuerteventura) y la Gomera, para lanzar una gran ofensiva. Avanzó con  todo este ejército hasta el pie de esta fortaleza. Seiscientos hombres  guanches y más de mil mujeres y niños intentaron resistir. El converso y traidor Fernando  Guanarteme (Thenesor Semidán) intentó convencerles de que se rindieran y sólo recibió frases de desprecio e insultos y llamándole Guayedra por traidor, pero persistiendo en el empeño logró convencerles prometiéndoles buen trato por parte de los mercenarios de Pedro de Vera. La mayoría se entregó, excepto  Bentehuy, el hijo del Guanarteme de Telde le dijo al traidor de su a su tío y  anterior rey Fernando Guanarteme, enviado por los conquistadores  españoles para pactar la rendición de los canarios asediados en  Ansite: Déjanos morir con honra… Canarias existe: mírala en píe sobre  estos roques”.Y este glorioso Guanarteme y el Faycan de Telde,  se dirigieron hacia un  gran precipicio “y, gritando al cielo ¡¡Atis-tirma!!, abrazados se dejaron caer y desriscaron, sin poderlos estorbar que no muriesen.” Lo  mismo hicieron otras dos mujeres, en otro risco, que hasta hoy se dice  el Risco de las Mujeres”.
1481. El Papa Sixto IV incluye los capítulos del Tratado de paz de Alcáçovas sobre Canarias, Fez y la costa del continente africano en su bula Aeterní regís, de Roma, a 21 de junio de 1481, con lo cual corrobora el Tratado entre Castilla y Portugal.


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