martes, 18 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA





UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1471-1480


CAPITULO XI




Eduardo Pedro Garcia Rodriguez


1480 Junio 18. Toledo (f. 78). Mandamiento al capitán don Martín de Cabra, del Consejo Real, y a Cristóbal de Castro, alcaide de Valencia, para que obliguen a devolver a Ruiz Sánchez de la Vega, vecino de Burgos, y tesorero de la bula de la Santa Indulgencia de Canaria en el obispado de Oviedo, los maravedís que en concepto de impetra, de quinta parte para dicha iglesia y de derecho de recaudación, superior al establecido de cinco maravedís por bula, han llevado al deán, cabildo y provisores del obispado de Oviedo, así como otros eclesiásticos y seglares, ya que la bula papal ordena que no se pague ningún tipo de derechos. Se concede a don Martín de Cabra ya Cristóbal de Castro el nombramiento de ejecutores y poder cumplido para actuar contra las personas y bienes de los que se nieguen apagar sus deudas, y se ordena que les sea prestado todo favor y ayuda. (E.Aznar;1981)

1480 Junio 18. Toledo (f.293). Carta a las justicias de las ciudades de Burgos, Santo Domingo de la Calzada, Calahorra, Logroño y Nájera y de las otras ciudades, villas y lugares de los obispados de Burgos y de Calahorra y de todo el Reino, para que a requerimiento de los tesoreros de las bulas de la Santa Indulgencia de Canaria, en los obispados de Burgos y Calahorra, les den ayuda para exigir los maravedís cobrados por personas sin su licencia y los que han cobrado por personas con su poder, que se han ausentado sin dar cuenta de lo recaudado. En ambos casos se les ordena proceder contra las personas y bienes de los deudores para saldar sus cuentas y entregar los padrones e inventarlos que dichas personas tienen para que los tesoreros puedan realizar su misión. El Rey. Camañas. Quintanilla. Rodericus. (E. Aznar; 1981)

1480 Diciembre 10. Medina del Campo (f.50). Poder a Juan de Torres, corregidor de las villas, valles y merindades de Trasmiera, Peña Melera, Valdebeseros, Peña Samago, Peña Rubia y Val de los Herreros, para que en nombre de Sus Altezas pueda prometer palabra y seguridad de perdón a los delincuentes de su jurisdicción y del marquesado de Santillana y tierra del conde de Castañeda, salvo a los reos de traición, delito de falsa moneda, falsedad hecha en nombre de los reyes y saca de monedas de oro o plata, que fueren a servir a su costa en la conquista de Gran Canaria por espacio de seis meses, contados desde el día en que se presentaren a Pedro de Vera, capitán y gobernador de dicha isla, y de Miguel de Moxica, receptor de la misma. Se ordena a las justicias que no actuen contra las personas o bienes de quienes muestren la concordia hecha con Juan de Torres y fe de Pedro de Vera y Miguel de Moxica de haberla cumplido, pudiéndole exigir únicamente la restitución de los bienes que hubiesen tomado; y se ordena al chanciller ya los notarios que les libren las cartas y sobrecartas de perdón que necesitasen, con obligación de ser perdonadas por las justicias. La Reina. Rodericus. (E. Aznar; 1981)

1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f. 56). Carta a las justicias ordinarias y de hermandad del Principado de Asturias ya Rodrigo de Salazar, pesquisidor de dicho Principado, y Gonzalo Bernaldo Quirós, a quienes se nombra jueces y meros ejecutores; para que a requerimiento de Diego de Soria y Gregorio Pinelo, depositarios de los maravedís de la Santa Indulgencia de Canaria, hagan pagar lo que deben a los encargados por el difunto Ruiz Sánchez de la Vega, tesorero que fue de dicha Indulgencia en el obispado de Oviedo, de recaudar los maravedís de tales bulas y que han quedado con ellos, a los que los recaudaron sin su poder ya los que tomaron o se empadronaron para tomar las bulas y no las han pagado; y para que obliguen a los empadronadores a devolver los padrones. Se concede a dichos jueces poder cumplido para actuar contra las personas y bienes de los deudores y se ordena que se les dé todo favor y ayuda. La Reina. Rodericus. (E. Aznar; 1981)


1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f. 77). Provisión a petición de Diego de Soria y Gregorio Pinelo, depositarios de los maravedís de la Indulgencia de Canaria, para que sean levantados los embargos que sobre los maravedís de dicha bula han puesto algunas justicias, a requerimiento de ciertos frailes, que no han cobrado 1o que se les debe por la predicción de tales bulas. La Reina. Avila. Rodericus. (E. Aznar; 1981)

1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f.183). Provisión a petición de Diego de Soria y Gregorio Pinelo, depositarios de los maravedís de la Indulgencia de Canarias, remitiendo a Alfonso Díaz de Cuevas, alcalde mayor de Burgos, el pleito que aquéllos tratan con Francisco de Arceo, vecino de Burgos, que pasó en primera instancia ante los Idos. de Miranda y de la Torre, quienes condenaron a Francisco de Arceo a pagar 210.000 maravedís, habiendo apelado éste a Rodrigo de Fuentes, teniente de alcalde, por Antonio Sarmiento, alcalde mayor, quien no quiso conocer en él y lo remitió al Consejo Real ya los oidores de la Audiencia, Corte y Chancillería. Se otorga poder cumplido a Alfonso Díaz de Cuevas y se ordena al escribano ante quien pasó dicho proceso que se le entregue en un plazo de tres días, a partir del momento en que le fuere mostrada esta carta, pagándole Diego de Soria y Gregorio Pinelo su salario. La Reina. A vila, Rodericus. (E. Aznar; 1981)

1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f.197). Comisión a Alonso Díaz de Cuevas, alcalde mayor de Burgos, a petición de Diego de Soria y Gregorio Pinelo, depositarios y receptores generales de los maravedis de la Santa Indulgencia de Canaria, y de los tesoreros y recaudadores de dicha Indulgencia, para que se informe de los daños que éstos dicen haber recibido de los embargos y secuestros, puestos por el Papa y el Rey, y para que obligue a los tesoreros y recaudadores a pagar lo que deben a Diego de Soria y Gregorio Pinelo, descontando los daños, si son ciertos, causados por tales secuestros, recibiendo fianzas llanas y abonadas del montante del descuento. Se declaran sin apelación sus sentencias y emplazamientos, salvo la sentencia definitiva ante el rey y los de su Consejo, y se le concede poder cumplido para proceder contra las personas y bienes de los que se nieguen a pagar sus deudas. La Reina. Avila. Acordada: Rodericus.  (E. Aznar; 1981)

1480 Mayo 3. En Winiwuada (Las Palmas) los invasores europeos de la secta católica celebraba una misa en la ermita de San Antonio Abad cuando irrumpió el mercenario al servicio de Castilla Juan Rejón, espada en mano, escoltado por hombres adictos. Había llegado a la isla durante la noche procedente de la península ibérica y dispuesto a vengarse de Pedro de Algaba. En el interior del templo, Rejón entregó al alcalde de los invasores Esteban Pérez de Cabitos un pergamino real, para que procediera a su lectura.

El escribano Angelo leyó la real providencia por la que los nefastos Reyes Católicos indultaban a Rejón de todos los cargos imputados por Algaba y lo restituían en los cargos anteriores, al tiempo que le ordenaban que terminara la conquista de Tamaránt (Gran Canaria). Pedro de Algaba fue encarcelado y juzgado por traición, siendo condenado a morir en la horca.

1480 Agosto 18. Desembarca en Las Isletas el sanguinario asesino esclavista y masacrador de pueblos, el judío converso Pedro de Vera, tal como recoge el fraile de la secta católica Abreu Galindo: “Estaba el capitán Juan Rejón, gobernador de la isla de Canaria, contento en haber satisfecho su pecho y rencores.

Parecio1e sería bien hacer alguna entrada en la isla, y acordó él y el alcalde Esteban Pérez Cabitos y los demás ir al término de Tamarazayte. Y, marchando con el ejército la cuesta arriba, mirando la mar vieron venir una vela en la alta mar hacia el puerto de Las Isletas, que fué causa dejasen la empresa y camino que llevaban, y fueron camino del puerto. El navío traía el viento prospero, y en breve tomó puerto.

Tuvieron aviso venía en él Pedro de Vera, por gobernador y capitán general de la conquista.

Los Reyes Cató1icos habían sido avisados de las discordias que en Gran Canaria pasaban entre los invasores conquistadores, y la gran necesidad que en ella se padecía; y acordaron con toda presteza proveer gobernador y capitán de confianza. Y, estando en Toledo el rey don Fernando, año de 1480, nombraron para ello a Pedro de Vera, caballero natural de Jerez de la Frontera, en quien concurrían todas las calidades que para la empresa convenían. Luego que fué proveído, se fué a Sevilla, ante los comisarios de la conquista Diego de Merlo y Alonso de Palencia; y, dándole orden e instrucción de lo que había de hacer, se vino a Jerez de la Frontera, y entre sus deudos y amigos se proveyó y dió asiento como lo proveyesen de mantenimientos para la conquista necesarios, caso que los Reyes Cató1icos o sus comisarios tardasen en mandarlos. Apercibióse de buena gente y algunos caballos, y se embarcó en Cádiz, en el navío dicho, dejando aprestados otros dos navíos en Cádiz a Hernando de Vera, su hijo, con más gente y municiones.

Llegó Pedro de Vera a la isla de la Gran Canaria en 18 de agosto de 1480. Vino con él Miguel de Moxica, vizcaíno, receptor de los quintos y derechos reales, y Juan de Siberio, su primo. Desembarcó luego Pedro de Vera, y les dio noticia de las provisiones que traía y que, por no detenerse, por habérselo así mandado Sus Altezas, había venido con aquel navío, por remediar alguna parte de la necesidad que se decía tenían; y que dejaba dos navíos con Hernando de Vera y Rodrigo de Vera, sus hijos, que habían de venir en su seguimiento.

Fué de todos obedecido; y otro día, después de su llegada, desembarcada toda la gente y caballos, se vino al real bien acompañado y a recaudo. De esta venida de Pedro de Vera ningún contento recibió Juan Rejón, ni Esteban Pérez Cabitos, alcalde mayor. Fuéronlo a recibir y venirse con él, mostrando contento, con que las muestras del placer y alegría daban seguridad de disculpa de lo que habían hecho en la muerte de Pedro del Algaba, gobernador, y del destierro del deán don Juan Bermúdez, el cual murió dende a pocos días, de enojo y disgusto.

Llegados al real, Juan Rejón aposentó a Pedro de Vera en la torre donde él tenía su aposento, y se pasó a otra casa, aunque fué muy importunado Juan Rejón de Pedro de Vera posasen entrambos juntos.

Publicó luego Juan Rejón se quería ir luego a Castilla, en el navío en que había venido Pedro de Vera, a dar descargo a Sus Altezas de todo lo hecho, y dar cuenta de lo que pasaba en la conquista. Sabido por Pedro de Vera, procuró estorbárselo, dando a entender hacía el navío agua, y que sería homicida de sí mismo, si en él fuese; que esperaba otros dos navíos en que venían sus dos hijos y gente y mantenimientos, nuevos y bien aderezados, que en cualquiera de ellos podía ir mejor acomodado; que en el entretanto quería le hiciese favor y merced de su consejo, porque iría mejor y más acertado lo que traía acordado, como hombre experto y cursado en aquella conquista, y en ello hacía servicio a Sus Altezas.

Con buenas palabras lo fué entreteniendo, hasta que de ahí a pocos días llegó Hernando de Vera y Rodrigo de Vera, con los dos navíos que aguardaba al puerto; y, entendido eran sus hijos, dió aviso no saltasen en tierra, sin que tuviesen su orden y aviso. Otro día los fueron a recibir y venir con ellos Juan Rejón y Esteban Pérez Cabitos, alcalde mayor, con otros muchos del real, y entraron en los navíos, y también Juan Rejón y Esteban Pérez, por ver el navío en que habían de ir a España y al tiempo que iban a salir del navío, les dijo Hernando de Vera a Juan Rejón y al Esteban Pérez que se detuviesen y se tuviesen por presos, que así cumplía al servicio de Sus Altezas; y los detuvo, con mucho recaudo y recato. Pedro de Vera les hizo proceso, y cerrado, los envió presos a Castilla, a Juan Rejón, a Esteban Pérez Cabitos, alcalde mayor, ya Ruiz Díaz. Llegado que fué Juan Rejón a la corte, no hubo quién por parte de Pedro del Algaba pidiese cosa
alguna, por estar quieto y tenerlo asegurado, dando algunos descargos, con el mucho favor que tenía en Hernán Rejón, comendador y capitán general de la artillería del rey; y se libró, y alcanzó provisión para ir a conquistar la isla de La Palma, en cuya conquista lo mataron en La Gomera.” (Fr. J. De Abreu Galindo)

1480. Un sábado por la mañana del mes de junio en Winiwuada bajaba el caudillo canario Doramas desde los riscos hoy conocidos como San Lázaro al cuartel del capitán de los invasores castellanos el genocida Pedro de Vera para una entrevista ya concertada.
Iba escoltado Doramas en aquella mañana calurosa, al atravesar lo que es hoy la plaza de Santa Ana, por el faycan de Telde Acorayta; el de Agüimes: Egenacar, y por el de Arucas: Guriruguian. El Jefe caminaba enérgico, reluciendo su torso fornido y bella musculatura, usando unas sandalias de cuero de cabra con gruesas tiras que le llegaban hasta las mismas rodillas, al tiempo que empuñaba su temible espada de tea y su rodela de drago.
La comitiva de canarios, acrecentada por tres guerreros escogidos en los cantones de Moya, se dirigía al feudo del invasor para aquella reunión trascendental, como era la de un canje de prisioneros entre invasores y canarios. Una esperanza que parecía iba a ser dichosa, porque lograba desaparecer refriegas y escaramuzas en diferentes puntos de nuestra Isla. Por tal motivo, esa reunión anunciada causó gran jubilo porque determinaba el fin de muchos sufrimientos y la paz tan acariciada.
Como decíamos al principio, cruzó Doramas la plaza de Santa Ana de forma arrogante para dirigirse al acuartelamiento del capitán Pedro de Vera, situado en aquel entonces en un ángulo norte de lo que es hoy la Casa de Colón. Una vez en los dominios militares del general, se hizo anunciar el caudillo canario con olímpica indiferencia, hasta que pasados unos instantes hace su presencia Pedro de Vera, el cual, afectuosamente, invita a la comitiva a pasar a los interiores del cuartel y les invita a tomar agua fresca para saciar la intensa sed de todos los viajantes.
El capitan Pedro de Vera, una vez dispuesto para el parlamento acordado por ambas partes, ordena que se retiren los vasallos que escoltan a Doramas, al tiempo que presenta a sus subordinados: capitán Miguel de Mujica, su primo Juan Siberio, Miguel de Trejo de Carvajal y a su hermosa esposa la infanta canaria Thenesoya Vidina, casada con el  normando Maciot Perdomo de Bethencourt.
En la conversación entablada entre los dos jefes se deduce desde un principio que el Vera no trata de profundizar el tema de canje de prisioneros, lo que se traduce más bien en una encerrona cuando el invasor tuvo la osadía sorprendente de vociferar amenazas e improperios a los nativos, exigiendo sin condiciones la entrega inmediata de unos sesenta prisioneros españoles en los cantones de Galdar. Además, el capitán Pedro de Vera, sin intervenir sus subalternos, acusó a los guerreros de Doramas de salvajes porque quemaban vivos a muchos prisioneros castellanos.
Repetimos, ante las duras alusiones del general en la histórica entrevista, Doramas, sereno y persuasivo, respondió a Pedro de Vera que en las guerras no se admitían piedades como ocurría con sus compañeros de raza, que además de ser despojados de sus tierras y ganados, eran torturados y muertos a tiros por los arcabuceros castellanos si se resistían, para más tarde ser encadenados en las playas de Arguineguin, o Guiniguada, esperando ser vendidos como esclavos negros en los mercados de Sevilla y Valencia.
El capitán español, descompuesto y humillado, ante las referencias del caudillo canario, quien se negó a aceptar la imposición de la religión católica, rechazando el bautismo cristiano, hizo intervenir como decíamos anteriormente a los suyos para comunicarles su funesta decisión de decretar la famosa trampa de detener y encarcelar a Doramas y acompañantes aprovechando la ventajosa situación.
Ante el delicado momento e injusta decisión de Pedro de Vera, el capitán Miguel de Mujica y Thenesoya Vidina se negaron a secundar semejante patraña, convenciendo al capitán invasor de no realizar una traición de tanta bajeza. Y sobra decir por lo tanto que toda la comisión isleña se marchó como mismo había venido. (Julio Vera Trujillo.)
1480.  "Estando la reina Isabel en Calatayud el año de 1480 llegaron algunos de los pobladores de la Gran Canaria a prestarle obediencia, apurados por los agravios del capitán Pedro de Vera, encargado de su reducción". Esta información la entresacó de Zurita, en cuyas Crónicas no encontraba, el académico bilbilitano, referencias del presunto encuentro de 1483. Vicente de la Fuente en su "Historia de Calatayud", publicada en 1880, se quejaba de las escasas visitas que el monarca aragonés hacía a su Reino, y que no siempre que acudía a Zaragoza lo hacía a Calatayud. Añade que: El Archivo del Ayuntamiento de Calatayud tampoco aportó ninguna. Todos los testimonios y documentos se limitaban a revelar una visita a Calatayud de un guanarteme, que no era el de Gáldar, sino el de Telde -Gran Canaria estaba dividida en estos dos reinos-, y el viaje no tuvo por finalidad la firma del Tratado de Unificación, sino transmitir las quejas contra los métodos inhumanos de Pedro de Vera. Se sigue hablando de 1480 y no de 1483. Miguel Ángel Ladero Quesada, de la Universidad de Madrid, especifica que, en noviembre de 1480, el guanarteme de Telde fue presentado a los Reyes Católicos en Calatayud, y que en 1487? se capturó a la mujer del guanarteme de Gáldar y luego a él mismo, siendo bautizado en Castilla como Fernando Guanarteme en el verano de 1483 -no habla de Calatayud. Antonio Rumeu de Armas en su libro "Gran Canaria" sigue una línea expositiva similar a la que estamos desarrollando.
Hay una variante en las referencias de Rumeu. Según él, al llegar el guanarteme de Gáldar a la metrópoli se le trasladó en la primavera de 1483 a Madrid, en donde estaban los Reyes Católicos. El régulo de Gáldar se bautizó con el nombre de Fernando.
Recopilado lo expuesto, comprobamos que la llegada del guanarteme de Gáldar a Castilla, y su bautizo como Fernando, a sí como su compromiso de ayudar a los conquistadores fue en 1483, en un lugar que oscila, según la fuente de consulta, entre Castilla, Madrid y Sevilla, pues ya se ha justificado que en aquellas fechas el rey Fernando estaba en Córdoba entrevistándose con Abu Abdallah. Tampoco hemos de olvidar que la guerra de Granada comenzó en 1482 y la costumbre del rey aragonés era estar siempre junto a sus tropas.
De las muchas crónicas e investigaciones llevadas a cabo, sólo la crónica de Gómez Escudero -la única que circulaba editada en 1936- y que es -según los entendidos- la que más contradicciones y errores contiene, habla de Calatayud. En dicho texto se dice que el monarca gran canario desembarcó en Sevilla, pasó a Granada y de allí marchó a Calatayud.
El error es doble, si tenemos en cuenta que un año antes había comenzado la guerra de Granada y la capital granadina no se rindió a los castellanos hasta 1492, por lo que parece difícil que la corte que acompañaba al guanarteme pudiese circular por zona enemiga, con la particularidad de que la guerra por el último reducto musulmán se llevaba a cabo durante la primavera y el verano y descansaba con el frío, y la llegada de los isleños fue en verano. (Sergio Zapatería G)
1480 Febrero 4. Toledo (f. 2). Orden al concejo de la ciudad de Sevilla, para que rec1ute en su término 100 ballesteros de monte, que deben unirse al gobernador Pedro de Vera que marcha a la conquista de Gran Canaria. El Rey y la Reina. Camañas. Señalada: Villalón y Lillo. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar;1981)

1480 Febrero 4. Una real cédula promulgada en la metrópoli por los Reyes Católicos en la ciudad de Toledo, ordena a Pedro de Vera, genocida y gobernador impuesto de Tamaránt (Gran Canaria) que “proceda al repartimiento de todos los exidos (campos de labor) y dehesas y heredamientos de a dicha ysla entre los caballeros e escuderos e marineros e otras personas que en dicha isla están”. Este repartimiento empezaría tres años antes de concluir la conquista de la isla, que finalizó el 29 de abril de 1483.


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