martes, 11 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA



UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1471-1480


CAPITULO IV




Eduardo Pedro Garcia Rodriguez

1478 junio 24.

Vienen los españoles a Gran Canaria y comienzan la invasión y  conquista- Incendio y tala de Arehucas, por don Juan Rejón- Derrota de los españoles en la Cuesta de Arehucas y Lomos de Tenoya- Excursión suspendida.
El miércoles 24 de junio de 1478, al amanecer, fondeó en la rada de Las Isletas una escuadra en la que venían  Juan Rejón y sus tropas a conquistar esta isla, por mandato de los Reyes Católicos. Caminaron un poco al sur, donde, a eso de una legua, se hallaba un magnífico bosque de palmeras. Talaron una pequeña extensión y levantaron a toda prisa una fortificación rodeando a su campamento, llamándose "el Real de Las Palmas" (1).
Advertidos del caso los aborígenes, dieron cuenta a Thenesor Semidán, hijo de Fagorer, cuarto rey o Guanarteme de Gáldar, con señorío sobre Arehucas; y al valiente Doramas, que dominaba a la sazón en Telde. Ambos acordaron rechazar juntos a los extranjeros, el martes siguiente, día 30 de dicho mes.
(1)Alonso Jáimez de Sotomayor (Atribución) Conquista de Gran Canaria Cap. IX.
Thenesor reunió las fuerzas que pudo, siendo evidente que al pasar por Arehucas se llevase cuantos hombres hallara disponibles; pero a la vista del campamento de Rejón, desde los cerros inmediatos, notó que Doramas y los suyos, llenos de furor patriótico, habían empezado por sí solos la pelea. Se incorporó a ellos de la mejor manera que pudo. Los dos ejércitos lucharon briosamente, luciéndose como ninguno el valiente Adargoma; tanto que los españoles se figuraron si sería Satanás en forma de hombre; hasta recibir una lanzada en el muslo, cayendo prisionero.
Vino la noche a interrumpir la batalla y los canarios se replegaron al monte, con sensibles pérdidas, siendo luego derrotados el 20 de julio en el mismo lugar (2).
Reforzado y ampliado el campamento, dedicase Rejón a hacer correrías por diversos puntos. En una de ellas vino por el Norte, quemó higuerales y campos de cebada que iba encontrando, y al llegar al poblado de Arehucas, lo taló e incendió por completo, al igual que sus alrededores, llevando prisioneros a cuantos indígenas caían en sus manos; pero no se atrevió a pasar de allí por temor a que nuevas tropas enemigas le pudieran cortar la retirada (3).
Disgustados los conquistadores con las tácticas destructivas del General Rejón, quejáronse a los Reyes Católicos, quienes le ordenaron regresar a la Península. En su lugar enviaron como gobernador a Pedro Fernández de Algaba, señor distinguido por su habilidad y prudencia, el cual llegó a esta isla a mediados de 1479 (4).
Entre tanto, la necesidad aguijaba a los conquistadores, pues pasaban meses y meses sin que les vinieran subsistencias. Determinaron que una parte del ejército, en compañía con don Juan Bermúdez, Deán del Rubicón de Lanzarote, saliese una noche por caminos extraviados en dirección a la selva inmediata, pues tenían referencias de que allí se alimentaba muchísimo ganado.
No faltó un canario que enseguida llevase la noticia a Doramas, quien a la razón se hallaba con Thenesor. Acordaron ambos no inquietar a los invasores, sino espiar sus movimientos, para en un punto estratégico armarles una emboscada.
Pasado el mediodía emprendieron los españoles su regreso al fortín de Las Palmas; y así que comenzaron a bajar la cuesta que hay frente al pago de Tenoya, donde hoy llaman el Portichuelo, las huestes de Doramas y Thenesor, que les iban siguiendo sin ser vistos, rompieron desde lo alto con agudísimos silbos y fenomenal gritería, disparando al mismo tiempo una lluvia de piedras y saetillas de palo, volteando ladera abajo grandes piedras y troncos de árboles. Los castellanos huyeron a la desbandada, procurando a todo trance ganar la loma de enfrente. Los que iban a caballo sufrieron muchas penalidades, a causa de lo despacio que estos animales bajaban la empinada cuesta; siendo necesaria toda la superioridad de sus armas, para, en algunos momentos, sostener el empuje de sus enemigos y no quedar deshechos por completo; teniendo que abandonar el hato de cabras que habían robado.
Un grupo de cincuenta españoles que había ocupado un punto alto de dichas lomas de Tenoya, donde creyera tal vez defenderse y acometer mejor, se encontró de repente cercado por unos doscientos isleños, sin tener por donde huir. Viéndoles en tal peligro el capitán Lope Hernández de la Guerra, grtó a Francisco de Vilches y a otros soldados de caballería, diciéndoles: ¡ amigos y compañeros, corramos a salvar a los nuestros! ¿Será posible que les dejemos morir de esta manera? . Estas palabras alentaron a los españoles, quienes acometiendo llenos de coraje, rompieron el cerco, libertaron a los suyos y pudieron retirarse hacia Tamaraceite, con muy pocas cabras por conquista y un decaimiento espantoso. Era ya el atardecer y no habían comido en aquel infausto día (5)
.Doramas no les quiso seguir por las hondonadas que hay desde el lugar de lucha a las inmediaciones de Tamaraceite. Es de suponer que fuera porque en aquellos sitios la caballería operaba mejor, y de ella procuraban librarse los canarios.
No mucho después el general Rejón, habiendo logrado justificarse ante los monarcas, fue restituido a su antiguo cargo, desembarcando en Las Palmas el 6 de agosto de 1479, acompañado del obispo Frías.
Nuevo disgusto entre los conquistadores. ¡Y nuevas quejas a los reyes de España! (6).

El 17 de agosto de 1480, salió Rejón del campamento en dirección de Arehucas, soñando con vencer a Doramas, si podía. Llegando a vistas de Tamaraceite observó en el horizonte una embarcación con rumbo al Puerto de las Isletas, e inmediatamente regresó a Las Palmas, deseoso de noticias (7).

Del Libro: "Historia de Arucas" Autor: Pedro Marcelino Quintana
(1)El mismo autor y la misma obra antes citada Cap. XI
(2)El mismo autor y la misma obra antes citada Cap. X
(3)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 21.
(4)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 22
(5)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 23
(6)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 30
1478 junio 24..

El Lomo de la Viuda es la loma más alta de Tenoya y además es la zona en la que se han asentado los tenoyeros en los últimos años debido al crecimiento demográfico. Actualmente es el sector del pueblo con mayor densidad de población.

Al igual que muchos otros tenoyeros en multitud de ocasiones me he preguntado quien fue esa mujer que consiguió poner su condición de viuda como parte de un topónimo tenoyero.

Hoy plantearé una hipótesis, en la que aunque no tenga los argumentos necesarios para confirmarla, podría ser el punto de partida de algún trabajo más profundo sobre el tema.
Empezamos por compartir los pocos datos que tenemos y con ellos podemos hacer algunas conjeturas referentes a dicha mujer.

Debió ser una persona conocida por todos, influyente, con prestigio y a la vez poseedora de terrenos. Además teniendo como referencia que los nombres toponímicos en Tenoya han perdurado con los años, podemos incluso aventurarnos a decir que tuvo que ser alguna mujer que vivió en Tenoya en los comienzos de la colonización y en las que otras zonas de Tenoya recibieron su nombre castellano.

Casi sin temor a equivocarnos, podemos argumentar que ese topónimo debe ser tan antiguo como: Marimaya, la Hoya, Hernán Moro, Bachicao, Areva, las Caballerías e incluso Lomo de San Pedro.

Ahora bien, ¿quién pudo haber sido esa mujer que consiguió dar nombre a la parte más alta de Tenoya?

A pesar de que todo es discutible, he ido localizando datos de dos mujeres que a raíz de la conquista vivieron en Tenoya, y ambas fueron viudas de personajes importantes, que posiblemente en su época fueron conocidas como “la viuda”.

Dichas mujeres son: María May y su hija Catalina Guerra.
Para poder hilvanar una aproximación a la historia de estas mujeres vamos a empezar por hacer un resumen de sus vidas.

El nexo entre ellas es Fernán Guerra, marido de María May y padre de Catalina.
Fernán Guerra, posiblemente de ascendencia andaluza, fue desde 1447 y hasta aproximadamente 1476 vecino de Lanzarote, en donde se dedicaba al comercio y a la rapiña de las islas que hasta ese momento aún no estaban conquistada, en especial Tenerife y Gran Canaria, en donde en una de sus incursiones es cautivado por los aborígenes.
Debido a sus negocios y sus idas y venidas conocía a la perfección no solo los puntos de acceso a la isla sino todos sus rincones más recónditos.
Aunque esta actividad le reportaba muchos beneficios, también se dedicaba a otras actividades mucho más políticas y que le ocasionaron muchos problemas a él y a su familia.
Se casó con María May, (natural posiblemente de la Gomera) con quien tuvo tres hijos: Juan, Ana y Catalina.
Hay que tener en cuenta que la isla de Lanzarote no era una isla de realengo (no pertenecía a la Corona de Castilla), y que tal motivo ocasionó el que algunos pobladores de la isla se sublevaran en algunas ocasiones a lo largo del siglo XV contra los legítimos propietarios de la isla, Inés Peraza y Diego García de Herrera.
Fernán, era partidario de la dependencia de la corona y en 1.449, toma parte en la rebelión contra el intento de posesión de Lanzarote por parte del infante don Enrique de Portugal.

Sin embargo, con la defensa de la isla consiguieron que la misma siguiera perteneciendo hasta 1.475 a la familia Herrera-Peraza.

Los lanzaroteño, envían a la Corte a Juan Mayor y a Juan de Armas, con el propósito de que se entrevisten con los Reyes y exponerles su deseo.

La reacción de Inés Peraza y de Diego García de Herrera no se hizo esperar y una vez llegados los emisarios a la Península, en el Camino Real de Andalucía son apresados por orden de Diego García.

No obstante, la información que llevaban los emisarios pudo ser enviada a los Reyes.
Debido a ello, los señores de Lanzarote, tomaron represalias con los promotores de la idea.
Entre ellos estaba nuestro protagonista Fernán Guerra que se ve obligado ocultar a su familia y a abandonar la isla de Lanzarote.

Ayudado por unos pescadores, recala en Fuerteventura, pero no tardan mucho los espías de Inés Peraza en localizarlo y apresarlo.

Regresando hacia la cárcel de Teguise, consigue huir de nuevo hacia las montañas de
Fuerteventura.
Mientras tanto el resto de su familia, pudo acogerse a un asilo eclesiástico y pasado un tiempo es ayudada por Ibone de Armas, (cuñado de Fernán) a ir a las zonas abruptas de la sierra de Lanzarote.

Todas sus propiedades fueron requisadas por doña Inés, la que al no encontrar
comprador de las viviendas de Fernán, decidió derruirlas y algunas de sus otras propiedades (ganado y esclavos) las repartió entre personas de su confianza.
Tras este hecho, Fernán Guerra y el resto de los rebeldes deciden embarcan hacia la Península para intentar evadirse de la persecución.

Una vez allá y pasado un tiempo deciden de nuevo ir a la Corte para ver si de una vez se aclaraba la titularidad de la isla, y así saber quienes eran los dueños legítimos de la misma.

Para ello los Reyes encargan a Esteban Pérez de Cábito, que analice la situación, no sólo de la propiedad de la isla de Lanzarote sino también a quien correspondía el derecho de conquista de las islas de Gran Canaria, Tererife y La Palma.
Despué
s de las declaraciones recogidas entre enero y abril de 1477 en lo que se conoce como “Las pesquisas de Cábito”, la Reina (Doña Isabel I de Castilla), encarga a tres consejeros reales que dictaminen sobre el tema. Y efectivamente, a raíz de este acontecimiento el derecho de conquista de las islas mayores corresponde a la Corona. Y la isla de Lanzarote, pertenecía a los Peraza-Herrera (Condes de la Gomera)
Decidido esto, casi el único camino que tenían los lanzaroteños rebeldes para volver a las islas era el incorporarse a la conquista de Gran Canaria. Es más, Fernán llegó a tener varias entrevistas con el propio Fernando el Católico, tal vez ocasionadas por el gran conocimiento que tenía de Gran Canaria. Por eso cuando a mediados de 1.478 sale la flota española comino de Gran Canaria para su conquista ya es considerado adalid (responsable máximo) de las tropas que venían a la misma.

En esa travesía desde la Península, la flota pasa por Lanzarote para recoger al Obispo del Rubicón (Juan de Frías) y a su vez Fernán Guerra recoge a su familia que hasta la fecha habían estado escondidos por Ibone de Armas, quien también se alista para la conquista de Gran Canaria.

Al conocer doña Inés Peraza la deslealtad de Ibone, requisa también todas sus propiedades.
Una vez llegados a Gran Canaria es Fernán Guerra quien designa el palmeral del Guiniguada como el mejor lugar para establecer el campamento aquel 24 de junio de 1478.

A partir de ahí casi se pierde la pista de Fernán.

Muere en una emboscada durante la conquista de Tenerife después de 1.484. (1)
María May, la esposa de Fernán, recibe tierras en el Valle de Tenoya en 1.480 (2). Si esta fecha es correcta, este sería un dato muy significativo ya que según algunos autores la conquista de Gran Canaria termina en 1.483. Por lo que sabemos, el reparto del Valle de Tenoya comienza antes de terminada la conquista siendo muy curioso que el lugar elegido por Fernán para recibir tierras fuera precisamente en Tenoya. (¿Qué podría tener Tenoya, para que una persona perfectamente conocedora de toda la isla eligiera nuestro Valle como lugar de asentamiento?).

Aún existe, en la zona cercana al Puente de Tenoya una finca denominada Marimaya, que posiblemente sea el trozo de terreno asignado en aquel reparto.
Hasta aquí algunos datos de María May, quien perfectamente podía ser nuestra primera mujer que en su tiempo fuera denominada “la viuda”, debido a la importancia que para la conquista de la isla tuvo la persona de su marido.

Sin embargo, viendo un poco la historia de la hija de María May y de Fernán Guerra, Catalina, es la que para mí tiene más opciones para ser denominada “la Viuda”.
Catalina Guerra se casó con el vasco Juan de Siberio, conquistador de Gran Canaria, primo hermano de Miguel de Muxica muerto en la trágica batalla de Ajódar.
Ambos habían nacido en Villafranca de Orio.

Una vez en Gran Canaria Juancho Ciberio desempeñó importantes cargos como el de regidor del Cabildo y Teniente de Gobernador. También recibió muchas tierras y agua en diferentes zonas de la isla. De hecho, el 15 de junio de 1.485 se reparten tierras en Tenoya a su favor. (3) Además, el 18 de junio de 1.502 hay una nueva entrega de tierras en nuestro Valle a su favor a cambio de un pedazo de tierra que éste tenía en el Real de las Palmas (concretamente los terrenos que hoy ocupa la Catedral). (4)

Por otro lado el 27 de junio de 1502, el Gobernador Antonio de Torres le concede permiso para construir en Tenoya un molino o ingenio azucarero. (5)
De su matrimonio con Catalina Guerra nacieron ocho hijos:
Juan de Siberio, Lope de Muxica, Miguel de Muxica, Bernardino de Lazcano Muxica, Ginebra de Muxica, María de Muxica, Marina de Muxica y Juana de Villafranca. (6) Todos ellos personajes muy influyentes en la sociedad isleña de la época.
A partir de 1507 empezamos a ver documentos en los que se empieza a denominar a Catalina Guerra como “viuda de Juan de Siberio”. Y es a partir de esa fecha cuando Catalina demuestra su gran influencia y prestigio en la sociedad de aquella época, sobretodo solucionando los problemas que tenía incluso con sus parientes.
En 1.507, Catalina Guerra, viuda de Juan de Siberio, pidió que se midiesen sus datas del Valle de Tenoya, en las que se encontraban también las aguas que le pertenecían. (7)
En febrero de 1513: “...Catalina Guerra, viuda de Juan de Ciberio y vecina de Gran Canaria, que reclama para sí y para Michel Ciberio, Juan Ciberio, doña Ginebra de Muxica, doña María de Música y sus otros hijos cierta cantidad de agua del barranco de Tenoya, llamado antes de Arucas, utilizada en un ingenio y cañaverales, que Lope de Sosa, gobernador de Gran Canaria desvió a otro valle para beneficiar tierras y aguas de su propiedad y de la de Luis de Armas, su pariente, y Nicolás Rodríguez, su alcalde” (8)
Y en otro documento fechado el 7 de abril de 1514, podemos leer: “...Orden del juez de residencia de Gran Canaria para que guarde la costumbre existente en dicha isla acerca de la entrega de nuevas tierras para “remudar otras cansadas”. Esta orden se da a petición de Catalina Guerra, viuda de Juan de Ciberio, vecino de dicha isla, que quiere trasladar el herido de su ingenio porque donde lo ha tenido hasta ahora no hay leña y el acarreo de la misma es más costoso que el beneficio que puede obtener. Para este fin el gobernador Lope de Sosa y el cabildo de la isla le habían señalado tierras de
sequero en Las dos Palmas. (9)

Como hemos visto, Catalina Guerra podría ser considerada como “La Viuda”, y por supuesto el Lomo que estaba dentro de sus tierras en la zona alta del Valle de Tenoya, podía ser llamado en su honor el Lomo de la Viuda.
Por supuesto esta idea es solo una conjetura, pero me ha servido de excusa para recordar a algunos personajes históricos que para nosotros son casi desconocidos pero que fueron los primeros tenoyeros después de la conquista, de los que tenemos constancia documental.
Gracias a ellos, lo que hoy conocemos como Tenoya empezó a surgir alrededor de un ingenio de caña de azúcar movido por la fuerza del agua de nuestro barranco.
L. Lezcano Galindo



BIBLIOGRAFÍA:
1) RUMEU DE ARMAS, A.; Anuario de Estudios Atlánticos. nº 36; 1.990; Fernan Guerra adalid mayor de la conquista de Gran Canaria y promotor de la fundación de Las Palmas de Gran Canaria.
2) SANTANA SANTANA, A.; Evolución del paisaje de Gran Canaria (siglo XV-XIX)- Ed. Cabildo Insular de G.C. 2001.
3) JIMÉNEZ SÁNCHEZ, S.: Primeros repartimientos de tierras y aguas en Gran Canaria.. Las Palmas de Gran Canaria; 1940.
4) BIBLIOTECA del MUSEO CANARIO; Anales Canarios de Millares Torres. T. 1, pp. 23-24.
5) HERNÁNDEZ JIMÉNEZ. V; Anuario de Estudios Atlánticos. nº 33; 1.987; Aguas del barranco de Tenoya.
6) RUMEU DE ARMAS, A.; Anuario de Estudios Atlánticos. nº 36; 1.990; Fernan Guerra adalid mayor de la conquista de Gran Canaria y promotor de la fundación de Las Palmas de Gran Canaria
7) HERNÁNDEZ JIMÉNEZ. V; Anuario de Estudios Atlánticos. nº 33; 1.987; Aguas del barranco de Tenoya.
8) AZNAR VALLEJO, E; Documentos Canarios en el Registro del Sello (1.476-1517)
9) Ibidem

1478 Agosto 27. Sevilla (f. 121). Gobernación de Gran Canaria al contino Pedro de La Algaba debido a las disensiones entre don Juan Bermúdez, deán de Rubicón y de las islas de Canaria, y Juan Rejón, contino de la casa real, enviados por los reyes como capitanes de la conquista de Gran Canaria, y juntos a los cuales vinieron don Juan de Frías, obispo de Rubicón, y algunos religiosos encargados de la evangelización de los canarios. Se otorga a Pedro de La Algaba poder cumplido para actuar civil y criminalmente contra los culpables de dichas disensiones. El Rey y la Reina. Camañas. Acordada. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Septiembre 25. Sevilla (f. 140). Carta del rey don Fernando al obispo de Canaria, al deán de [dicha iglesia] y a Juan Rejón, diputado de la Hermandad, que están en la conquista de Canarias, comunicándoles que otorga seguro a Pedro de Montoya, factor de Fernando y Juan de Covarrubias, vecinos de Burgos, y licencia para que pueda permanecer en la isla de Cabo Verde y traer mercancias a estos reinos, no obstante la guerra con Portugal. El Rey. Ariño.  (E.Aznar Vallejo. 1981)
1478 Noviembre. El papa de la secta católica Sixto IV expide una bula que autoriza a los reyes de Castilla y Aragón la creación de un Tribunal de la Inquisición, este tribunal tuvo una continuada actuación en la colonia norteafricana de Canarias. Nación invadida y ocupada por el reino de Castilla después de casi un siglo de luchas. Una vez sometidas las islas mayores, se estableció en la colonia el Tribunal de la Inquisición española, brazo ejecutivo de la secta católica la cual contribuyó desde los inicios de la invasión a la Canaria juntos a los mercenarios europeos, participando activamente en la esclavización y venta de los primitivos canarios, tal como está profusamente recogido en las crónicas de la invasión y conquista de las islas. Por ello consideramos interesante incluir en estas efemérides, este documentado artículo sobre la creación de la Inquisición en los reinos ibéricos de Castilla y León y las colonias por aquella época recién invadidas.
Debemos hacer aquí  una distinción entre la Inquisición en España y la Inquisición Española, expresiones que parecen iguales pero no lo son. La Inquisición Española es la que los reyes Isabel de Castilla, y Fernando de Aragón establecen en España a partir de 1478 y que fue independiente y diferente de la del resto de la cristiandad. Sin embargo, en España también funcionó la Inquisición Episcopal y la Inquisición Pontificia, como veremos enseguida. La Inquisición era casi desconocida en la Península hasta la fecha mencionada. En Castilla no había tribunal de la Inquisición y los delitos de la fe se atendían en los obispados. Era la Inquisición Episcopal que ejercían los obispos en su diócesis; pero éstos estaban ocupados en otros asuntos y le prestaban poca importancia a la herejía.
Por el contrario, en Aragón, había un tribunal de la Inquisición Pontificia establecido desde la época de la herejía albigense que se había extendido desde Touluose hasta la vecina Aragón. Domingo de Guzmán, el primer inquisidor, había mandado a principios del siglo XIII a Raimundo de Peñafort como comisario y a instancias de éste, el papa Gregorio IX designó un tribunal de la Inquisición que se ocupó de erradicar la herejía albigense en Aragón luego de largas vicisitudes. Pero para la época que nos interesa, mediados del siglo XV, también el tribunal de Aragón estaba casi olvidado.
De la misma forma que los acontecimientos se fueron desencadenando para dar lugar a la creación de los tribunales de la Inquisición Pontificia, también en España los hechos se sucedieron de tal forma que los reyes consideraron necesario crear la Inquisición Española.
Podemos Señalar como la primera causa el fenómeno de conversión masiva de judíos que se produce durante las revueltas y motines antijudíos de 1391, que se iniciaron en Sevilla por los sermones de Fray Ferrant Martínez. Continuaron con la prédica de Vicente Ferrer en Castilla entre los años 1400 y 1420, que también lograron una conversión masiva de judíos. Estas conversiones, en su mayoría, no fueron sinceras sino que se hicieron a la fuerza, ante la presión de un pueblo enardecido, excitado por sacerdotes fanáticos.
Entonces comienza el fenómeno de los "conversos" y su calvario, que signará la historia de España y de los judíos hasta mediados del siglo pasado. El tema de los conversos lo estudiaremos aquí en lo que tenga que ver con la Inquisición, porque es muy complejo y requiere un estudio por separado.
A mediados del siglo XV encontramos en la península Ibérica varas clases sociales: los reyes y la nobleza, ostentan el poder, manejan las armas, hacen la guerra a los moros y son dueños de las tierras, desprecian el trabajo manual; el pueblo, que es esclavo de la gleba, o sea que depende de los señores feudales y son los que cultivan la tierra, son incultos e iletrados; el clero, que depende de Roma y está agrupado en conventos de diferentes órdenes, las más importantes, ya vimos, son los dominicos y los franciscanos, monjes mendicantes, que pregonan el ascetismo, la vida dedicada a la oración y dependen directamente de Roma, no del obispo local, dominan el saber, los libros y las bibliotecas, son los cristianos educados; las minorías de otros credos: judíos y moros. Los moros son el pueblo vencido que retrocede a medida que los cristianos conquistan el territorio hasta concentrarse finalmente en Andalucía, en la provincia de Granada. Los judíos, que habitaban la Península desde tiempos inmemoriales, son habitantes urbanos, que ejercen toda clase de oficios, hasta los más elevados como consejeros de los reyes. Son letrados y conocen la contabilidad y la numeración decimal.
Las leyes de los diferentes reinos limitan cada vez más las posibilidades de trabajo de los judíos impidiéndoles ejercer diversos oficios. Sus actividades son cada día restringidas y son obligados a vivir en barrios determinados; hay un intento de excluirlos de la vida económica.
En éste panorama se insertan los conversos, llamados también marranos o cristianos nuevos, en contraposición a los cristianos viejos o lindos que son los originarios cristianos. Los conversos ven que al cambiar de religión, los impedimentos que tenían como judíos son eliminados y tienen acceso a todos los oficios y puestos del reino, que antes les eran vedados. Enseguida comienzan a escalar posiciones en las cortes de España por su capacidad y sabiduría, aventajando a los cristianos lindos.
Con el correr del siglo XV, éstos cristianos nuevos despiertan la envidia y los celos de los cristianos viejos y comienzan las intrigas y las demandas en su contra.

1478 Noviembre 12. Córdoba (f. 113). Seguro a favor de fray A1onso de Zamora, predicador comisario de Canaria, y de los que con él fueron por todo el reino a cumplir lo ordenado por el rey. Se ordena a las justicias que hagan pregonar esta carta, en sus respectivas jurisdicciones, para que nadie pueda alegar ignorancia y que actúen, civil y criminalmente, contra los que la incumplan. El Rey. Camañas. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar; 1981)

1478 Noviembre 13 (s.l.) (f. 114). Albalá del rey para que en los libros de las raciones y nóminas de su casa, se asiente a fray Alonso de Zamora, de la Orden de San Francisco, comisario de las Islas Canarias, a quien se hace merced de una capellanía de honor, con venticinco maravedis al día, que hacen nueve mil anuales. Se ordena al capellán mayor y a los capellanes cantores y oficiales de la capilla real que reciban a fray Alonso de Zamora en su cargo, ya los contadores mayores que asienten el traslado de dicho albalá y lo devuelvan librado por ellos en las espaldas al interesado, para título de dicho oficio. El Rey. Camañas. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar; 1981)

1478 Noviembre 25. Córdoba (f. 58). Mandamiento a Pedro de La Algaba, gobernador de Gran Canaria, al deán de la iglesia y al capitán Juan Rejón, para que dejen pasar a la isla de la Gomera a cierto número de gomeros que se encuentran en la de Gran Canaria. Dichos gomeros habían sido capturados por carabelas de las villas de Moguer y de Palos y repartidos por diversas villas del reino, pero por su condición de cristianos la reina ordenó liberarlos y devolverlos a su tierra en la expedición que conducía al Obispo de Rubicón, el deán de dicha iglesia y a Juan Rejón, cosa que éstos no han cumplido. Se Qrdena a todos los capitanes y maestres de navíos que acepten transportarlos a la Gomera, previo pago de los fletes de transporte. La Reina. Ruiz del Castillo. Respaldada: Episcopus Segovie, Johanes, Nunios, Petrus, Ferrandez, Manrique. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar; 1981)


1479. Los Reyes Católicos, por Real Cédula, de Trujillo, a 15 de febrero de 1.479, utilizan los fondos de la bula Regimini gregis para socorro de la conquista de Tamaránt (Gran Canaria).

1479. El nuncio en Castilla, Francisco Ortiz, se opone a la utilización de los fondos de la bula para la conquista, alegando que es desviarlos del fin para el que fueron recaudados.

1479. Tratado de paz de Alcáçovas entre los Reyes Católicos y Alfonso V de Portugal, del 4 de septiembre. Por él, Castilla renuncia a las islas Azores, a Madeira, a la conquista de Marruecos y del reino de Fez y a navegar «de las islas de Canaria para baxo contra Guinea», es decir, a sobrepasar el cabo Bojador hacia el sur; y Portugal renuncia a invadir las Islas Canarias, que reconoce pertenecer a los reinos de Castilla. Así «quedaron del todo declaradas las dichas islas de Canarias ser del señorío supremo
de Castilla» (Hist.) I, 19; BAE, XCV, 75b).

1479. El rey Fernando el Católico, en la Real Provisión, de Toledo, de diciembre (el día en blanco), de 1479, dice que el Papa Sixto IV, por la bula Pastoris aeterni de 1472, concedió indulgencias para la conversión de Canarias y para que «los [guanches] que por la predicación no se quisieren convertir, fuesen conquistados por la fuerza de las armas»; y que el Papa le encargó «ayudar a la dicha conversión y conquista».

Estos incisos con que el rey Fernando pretende fundamentar en la bula de Sixto IV la conquista armada de las islas (concretamente, la de Gran Canaria, ya iniciada) parecen ser de la exclusiva responsabilidad de él, sin fundamento ninguno en la bula. Son una interpretación forzada e interesada de la misma.

Con tales incisos pretende el rey Fernando justifica con una argucia sutil- la conquista de las islas que quedaban sin conquistar y que había sometido de modo inmediato a su soberanía en 1.477. Según él, el hecho de que en las islas hubiese ya establecimientos de evangelización no cerraba la puerta a la justicia de una guerra de conquista por la fuerza de las armas. Esta cabía de llevarla a cabo justamente en los casos en que la evangelización previa no hubiese dado resultados positivos, es decir, cuando los infieles evangelizados pacíficamente se hubiesen negado a someterse al Evangelio, aunque no molestasen a los que quisiesen convertirse. Ante todo, ciertamente, tenía que recurrirse ala evangelización pacífica; pero, de no tener eficacia ésta, después podía recurrirse a la conquista armada con el objeto de dominar a los infieles al catolicismo y así preparar el camino para la eficacia de la “evangelización”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario