jueves, 20 de noviembre de 2014

¿QUIENES SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS?



Eduardo Pedro García Rodríguez
Capitulo III



ASCENDENCIA DE LOS IMAZIGEN CANARIOS

Los investigadores están de acuerdo en que las islas fueron pobladas por diversas oleadas migratorias, todas procedentes del continente africano, confirma este aserto los materiales arqueológicos últimamente estudiados en diversos yacimientos insulares.
Entre el final del siglo XIX y hasta mitad del XX, hubo un reducido grupo de intelectuales canarios y europeos que tomaron partido por la cultura aborigen, naturalmente concebido bajo el prisma que imperaba en Europa en su segunda oleada de conquistas  y colonización del Continente Afrikano, tras la pérdida de la mayor parte de las colonias americanas y asiáticas. En esta nueva etapa, convenía al imperialismo europeo destacar la figura del “buen salvaje”, y a esta misión se consagraron buen  número de  intelectuales, unos de buena fe y otros movidos por intereses “nacionales” o a cambio de prebendas, entre los que se ocuparon del “buen salvaje” guanche. Entre los autores europeos se destaca un marcado interés por hacernos descender de primitivos habitantes de sus patrias respectivas, no dudando para ello en tevigerzar e incluso falsear algunos aspectos de la historia, podemos destacar entre otros muchos a Millares Torres, René Verneau, S. Berthelot, Juan Bethencourt Alfonso, Juan Álvarez Delgado, Dominik Wolfe, Elías Serra, Alejandro Ciuranescu, Antonio Rumeu etc., en cuanto a las notas que siguen sobre el poblamiento de las islas vamos a seguir a Bethencourt Alfonso y Buenaventura Bonnet, éste último, autor de acusadas tendencias germanófilas, en nuestra opinión, pero que a pesar de su vehemente “nacionalismo” fue  posiblemente, uno de los mejores documentados en su tiempo.
El doctor don Juan Bethencourt Alfonso nos sugiere un contacto entre los primitivos mazigios canarios y los del Egipto predinástico, estos contactos  pudieron ser directo o indirectos mediante la navegación de altura que según algunos autores los egipcios y la arqueología confirma ya practicaban, o bien en épocas inmediatamente posteriores a través del flujo migratorio de los Rebus  (Libios,) o de otros pueblos que mantuvieron relaciones continuadas con los egipcios. Esta atractiva posibilidad nos la expone el mencionado autor en los siguientes términos: << La existencia en épocas remotas de un Atlántico o íbero-libio, ocupando todo el N. De África, España y otras partes de Europa como refiere la tradición, aunque no es un hecho demostrado ofrece sin embargo visos de certeza, pues sí bien tan basto territorio hallábase habitado por varias razas, no es dudoso que sobresalieran por su ponderación o extensión civilizadora la egipcia, la bereber, o libia y la íbera o vasca, cuyas afinidades comprobadas entre otros medios por el estudio comparativo de sus lenguas, revelan un pasado de estrechas relaciones.>>
Dividido dicho imperio por las columnas de Hércules destacaban al N. de África  Egipto, de tal antigüedad y lejano progreso que su historia positiva alcanza a más de cuatro mil años antes de Cristo, fecha en que ya conocía según el P. Fidel Fita el arte de la navegación y la escritura sobre papiro. La generalidad de las tribus y demás naciones del extremo septentrional del  continente situadas a su Oeste, a pesar de tener sus desinencias peculiares, por lo que aparece en las inscripciones hay fundado motivo para creer que los egipcios les daba el nombre genérico de Rebu;  pero como en su idioma y escritura no existía la l, por lo cual los extranjeros podían leer la r como l pronunciando Lebu, de aquí el término de Libio que aplicaron los griegos a los moradores de Cirene por ser los primeros que conocieron. Por esto dice el Dr. Meyer en su interesante << Historia del antiguo Egipto>>
<<...todas estas tribus, a las cuales pertenecen también los habitantes de los oasis, son estrechamente afines entre sí y forman con los habitantes del Noroeste de África, los númidas y los moros, un gran grupo de pueblos que conocemos con los nombres de libios o moros, o con el más moderno de berberiscos>>.
A parte de la recíproca influencia orgánica de los egipcios y demás pueblos del N. de África, como se deduce del excelente trabajo de Schmidt, <<Del cráneo del antiguo y del moderno egipcio>>, hay testimonios históricos demostrativos de las relaciones y de la compenetración de dichas razas, entre sí y con otras de la orilla opuesta del Mediterráneo.
En las inscripciones de las tumbas tebanas del tiempo de Tutmosis III y sus sucesores, aparece que a Egipto pagaban tributos la Nubia, los oasis libios, los chenus y utentius (también libios) con otros territorios del Oeste, <<las islas del gran mar>> y <<los países que están detrás del gran mar>>; y en los Anales del referido soberano dibujados en las paredes del templo de Karnak, confírmase el pago de estos tributos por <<las islas del gran mar>>, <<todos los países ocultos>>, <<todas las islas de los fenchus o Kaft (Fenicia), la Nubia, Punt, los oasis libios, la Marmárica y otros territorios libios, los chenus y untetius, <<los países que están detrás del gran mar y los países de delante>>, <<los habitantes de las arenas>>, <<los barbaros de la Nubia>>...<<Los habitantes del Oeste y Este son vasallos tuyos>>.
El rey Seti I figura realizando una expedición guerrera hacía el Oeste, contra las tribus libias de los tehenus, que probablemente se les rebelaron. Pasa por el primer soberano que introdujo la costumbre de reforzar el ejército egipcio con mercenarios. Ya bajo el solio de Ramasces II (Ransés) existían fuerzas permanentes de libios, de negros de <<hombres vigorosos procedentes de muy lejos por mar>>; pero fueron los libios los que llegaron a constituir  casi el ejército nacional. Durante siglos a ellos de debió principalmente la defensa del reino, no ya contra las distintas invasiones que sufrió de las regiones costeras de Europa, de las islas del Mediterráneo o del Asia, sino de las gentes de su propia raza que más de una vez cayeron sobre Egipto. Ramesces III logró rechazar con dichos contingentes una de las tantas irrupciones libias, que se había apoderado de las poblaciones de los territorios occidentales del Nilo, ocupando durantes años el distrito de Kanopos. Más como siguieron aumentando de día en día los mercenarios libios, concluyeron por hacerse dueños del reino el año 939 antes de nuestra era>>.
Otro de los autores  interesados por el origen de los libios fue don Rafael Muñoz Jiménez, quien nos expone su visión de la ascendencia de los pueblos libios en los siguientes términos: <<...A través de la iconografía egipcia tenemos algún conocimiento sobre la historia de los antepasados de los libios: son los temehu, que viven durante el Nuevo Imperio y aparecen representados con una coleta que nace en la parte posterior de la cabeza, pero colocada delante de los hombros; además van tatuados. Son dos grupos: los libu, que visten un taparrabo, mientras que los meswes llevan una funda fálica. Los temehu parecen ser los antepasados de los libios. Los libios eran designados por los antiguos egipcios como tehennu, de la raíz hnn, “brillar”: debido al frecuente paso de h a s  es fácil deducir la analogía de este cambio con el que ocurre en beréber...
Herodoto señala los mismos rasgos respeto de los libios de Sirte:
 Los garamntes viven junto a los masamones, mientras que, por la costa y en dirección hacía occidente, está ocupado por los mákai. Se cortan el pelo, dejando crecerlo como penacho en el centro de la cabeza, afeitándose a ras de piel los lados. (Tal como está documentado usaban los canarios y maxoreros)
Schrader se fija en esta peculiar manera de cortarse el pelo, no solamente los mákai, sino también los maclies y los maxyes. Tiene razón porque los maxyes: se dejan crecer el pelo en la parte derecha de la cabeza y, en cambio, se lo afeita en la parte izquierda; además se embadurnan el cuerpo con minio.
En la época de la dominación romana aparecen los maziges: son nómadas camelleros que plantean conflictos en las colonias del imperio, para cuyo remedio los romanos fortifican el lime, a lo largo de una frontera sinuosa que vigila inteligentemente la irregularidad de los territorios no ocupados>>.
En cuanto a la costumbre de tatuarse el cuerpo, está ampliamente recogida para los antiguos mazigios canarios por destacados cronistas e historiadores: <<...De cebo de pico y con zumo de hierbas hacen de ello una composición, con la cual se untan para hacer su piel gruesa...Suas carnes con zumos de hierbas pintan, estas sus pinturas son de diferentes colores, o sea verde, amarillo, y bermellon, con muchos bellos animalitos, y demás follaje, y otras cosas.>> (Benedetto Bordone)
<<Se dejaban crecer el cabello por lo alto de la cabeza y barba en punta hasta el pecho cortado por sobre la boca, y el cabello por el pescuezo y sobre las orejas...y labraban con fuego (tatuaban) los brazos, enrubiaban el cabello con lejias.>> (Marín de Cubas)
El espacio que estos pueblos protomazigios ocuparon en la época de la expedición de Suetonio Paulinus, se encuentra al otro lado del Atlas. Después se habrían instalado en las pendientes meridionales del Alto Atlas marroquí.
Hay una denominación que parece común para los que habitan esa franja del continente africano. Los makai, los maclies, y los maxyes y depués los maziges parecen ser grupos de un mismo pueblo: el protoberéber. Inclusive se puede llegar a decir que esos vocablos registran pronunciaciones locales de una misma palabra, cuyo sonido k se permuta con j, z y h,  con arreglo al fenómeno estudiado por Prasse. Según esta ley la palabra temehu sería una variante de las anteriores, a la que se le añade el prefijo beréber t. La palabra maxyes daría lugar  a la palabra canaria prehispánica magos, mahos, a la beréber amazig, amahak y a la árabe mayis y mayus. (Rafael Muñoz, 1994)
Los protoberéberes eran animistas: veneraban ciertos lugares reputados como moradas de un poder sobre natural. Ciertas rocas han sido siempre lugares de veneración, como ocurre actualmente. Plinio habla de una roca situada en la Cirenaica, que no se podía tocar, so pena de desencadenar el viento procedente del mar. San Agustín, menciona la “noche del error”, que coincidía con la noche de San Juan, en la que los númidas se bañaban ritualmente en el mar. Nicolás de Damasco, contemporáneo de Augusto menciona cómo, después del orto de las pléyades, hombres y mujeres tenían relaciones sexuales al azar. Un concilio africano en el siglo IV pide a los emperadores que destruyan la idolatría que se da hasta “en la madera y en los árboles”. Atanasio recuerda una divinidad adorada por los norteafricanos a la que llaman Amón. La figura del pez es abundante en los mosaicos tunecinos. Los peces están ligados simbióticamente al falo y ambos servían para eliminar el mal de ojo.>>


                                     Reyes de Erbania (Maxorata) Fuerteventura

Es sobradamente conocido el paralelismo de estas prácticas religiosas continentales, con las practicadas por nuestros ancestros, los cuales tenían sus lugares de culto en determinadas rocas situadas en lugares preeminentes y elevados de nuestra geografía, así como el culto a los árboles especialmente a los Pinos (Pinos Santos de Terure, La Victoria, Las Nieves etc.,) y Dragos, los peces y falos están presentes en muchos yacimientos de grabados rupestres de las islas asociados a otros signos de carácter ritual.
En el grabado de la derecha podemos observar dos figuras antropomorfas que muestran faldellín y fundas fálicas. El “pico” representa el penacho o trenza, a pocos metros de donde está situado el panel existe otro grupo de grabados que representan una serie de podomorfos. Estos conjuntos de signos corresponden al yacimiento de Khor Zurqan, (Alta Nubia egipcia) estando catalogados como pertenecientes a un periodo comprendido entre 3.200 y 3.500 antes de nuestra era.
Buenaventura Bonnet, aventura la llegada a las islas de Fuerteventura y Lanzarote, de una las expediciones de ocupación procedente de las costas del continente, esta expedición partió del Cabo Num entre los años 1.150 al 1.110 a.C., (correspondiente a una segunda oleada)
<<Conociendo como efectivamente conocían, el arte de la navegación, bastó que se apartaran un poco de la costa africana, para reconocerlas y asentarse en las tierras recién descubiertas. <<Es indudable que las tribus al penetrar en las Canarias encontraron en el Archipiélago una población troglodita perteneciente a la raza de Cro-Magnón con la que tuvo que luchar, hasta que se fusionaron en parte, o celebraron pactos respetando el territorio que ocupaban ambos y su mutua independencia.
De las tribus que se arriesgaron a la empresa, la principal o directora del movimiento sería la de los Mahu-haría que antes de ahora hemos nombrado. La expedición partió del cabo Num donde mueren las últimas estribaciones del Anti-Atlas y desemboca en el Draa, puntos geográficos bien señalados para indicar una nueva ruta a los pueblos emigrantes. Los invasores arribaron a las costas orientales de Fuerteventura por algunos de sus puertos, tales como el de las Lajas, Tegurame o el de Tuineje>>.
Continua Bonnet exponiendo su teoría sobre la ocupación de diferentes partes de la isla por los recién llegados, afirmando que éstos construyeron ciudades y fortificaciones desde las que se defendieron no sólo de los primitivos habitantes de la isla sino de posteriores invasiones provenientes también del continente, dice además que estas construcciones estaban formadas por grandes piedras muy bien trabajadas pertenecientes al tipo llamado ciclópeo o pelásgico análogo al usado en Micenas o Argos. Igual procedencia le atribuye a la muralla que separa la Península de Jandía del resto de la isla, apoyándose  para esta afirmación en la supuesta autoridad literaria del frayle  J. Abreu Galindo.
Es sorprendente que autor tan bien documentado en cuanto a las razas humanas, no nos aclare quienes eran éstos habitantes trogloditas pertenecientes a la raza de Cro-mañon que ya ocupaban las islas, y en que época arribaron a las mismas, extremos éstos que nos es aclarado por el paleontólogo don Francisco García Talavera, como veremos más adelante.   
Creemos oportuno, hacer algunas observaciones a los planteamientos de Bonnet, empezando por los habitantes que moraban en la isla cuando la arribada a ésta de la segunda oleada de inmigrantes, no es probable que los antiguos habitantes fueran tan numerosos como para ofrecer una tenaz resistencia a los nuevos invasores, o por el contrario los recién llegados debían ser pocos. En cuanto a las construcciones ciclópeas, no lo debieron ser tanto ya que poco más de dos milenios después no existían tales construcciones, y aunque los restos que hasta nosotros han llegado son de proporciones considerables, no son lo suficientes ciclópeos como para compararlos con los de Creta o Micenas, en cuanto a la muralla que separa en dos partes a la isla muy bien pudo ser construida para formar un gran redil para concentrar el ganado guanil o como reserva de pastos en los que los rebaños pudiesen pastar en determinadas épocas del año. Es probable que, aunque la isla estuviese dividida en dos reinos, el relativamente reducido espacio que ocupa la Península de Jandía no sería uno de ellos, ya que este restringido y árido territorio es insuficiente para sostener a una comunidad humana de cierta entidad, y mucho menos para sustentar los rebaños necesarios, que eran la base económica de la población.
Posteriormente, se produce otra arribada a las islas de la tribus Chahun procedente del continente, esta vez parten del cabo Juvy, y no del cabo Num como la anterior. Estas tribus probablemente procedían de los montes Atlas según se desprende de lo expuesto por Plinio en su historia natural refiriéndose al Atlas, (L.V, cap. I.) <<Los que habitan  los más cercanos montes llenos de elefantes y fieras y todo género de serpientes, se llaman Canarios, porque el sustento de los perros es el mismo que el suyo, y comparten con ellos las carnes de las fieras>>. Por los datos que nos suministra Plinio, podemos ver que los Chahun supieron desde tiempos remotos domesticar y utilizar a los perros como ayuda en la caza y control de los rebaños, y por consiguiente, compartían con ellos parte de los despojos de las piezas obtenidas, de ahí el ancestral afecto que el hombre canario a profesado a los perros.
Apunta Abreu  Galindo y otros autores, que la isla de Canaria toma el nombre de unas tribus que habitaban las faldas del monte Atlas y a quienes los demás habitantes de la región llamaban Canarios o Canarií, aventurando que los primeros en descubrir y habitar la isla fueron estos Canarios, dando por consiguiente nombre a la misma, la cuestión es que a juzgar por lo expuesto, estos autores desconocían que los naturales daban a la isla el nombre de Tamaránt o Tameránt, nombre de origen púnico, por lo que creemos que el nombre de Canaria le fue impuesto a la isla por los primeros europeos que en la baja edad media aportaron a ella para efectuar razzias de esclavos y ganados. También cabe la posibilidad de que la isla tomara el nombre de la tribu Canarií, una de las transportadas por los fenicios cartagineses para la fundación de factorías en las islas. Esta tribu indudablemente acabó imponiéndose a los primitivos habitantes.
Veamos la probable ruta seguida por estas tribus hasta aportar a las islas: desde los montes Atlas, los Chaun o Kahun se fueron acercando a las costas de Mauritania, Tholomeo ( libro V, Cap. VI) afirma que existía en el continente un cabo denominado Chahun extrema, es decir la última canaria, lugar que se corresponde con el actual cabo Juby, (el cual toma su nombre actual del  rey Juba II, quien ordenó un reconocimiento de las islas, usando información tardía obtenida de los romanos) siendo este punto el más meridional alcanzado por las tribus Chahun. Desde el cabo Chahun extrema la nueva emigración aportaría a las costas de Fuerteventura, y desde el sur de esta isla navegarían hasta la de Gran Canaria, invadiéndola por la parte oriental y por el sur dominando como hemos dicho a la población ya existente.
Origen de los guanches de las islas de Chinet (Tenerife), Benehuare (La Palma) y  Esero o Hero ( Hierro), sobre la procedencia de estos pueblos al igual que con los del resto de las islas, existen varias teorías, una de ellas es la que vamos a desgranar a continuación de manera somera.
Aproximadamente a unos 112 kilómetros al sur de cabo Tenez, en Argelia, al norte de Orlaenville, existe una  cadena de montañas llamada Gebel Guanxeris o Guancheris, como es sabido muchas tribus y pueblos mazighios acostumbran a tomar el nombre de los lugares donde habitan, (dato éste corroborado por los geógrafos Vidal de la Blache,  C. de Almeida y el historiador Cesar Cantú en su “Historia Universal”,) teniendo en cuenta la indudable analogía de esta voz con la de guanche con que se designa a los habitantes de Tenerife, La Palma y parte de los del Hierro, ( y por extensión a todos los habitantes de las islas) podemos presumir la procedencia del pueblo guanche como de los alrededores de la mencionada Gebel Guanxeris.
Si bien los habitantes de Tenerife y La Palma tenían el nombre común de guanches; los de ésta última tenían la denominación particular de <<Haouarythes o Auaritas>>, (según algunos autores) y en muy poco o en nada diferían de los de Chinech.
Vamos a tratar de acercarnos a la procedencia de este pueblo, nos remontaremos a los faraones egipcios de la XII dinastía, especialmente en el reinado de Amenemhait III. Este faraón es posible que fuese el fundador de una ciudad que más tarde se llamaría Cocodrípolis, (Diodoro de Sicilia, I, 89,8) o por lo menos erigió allí monumentos cuya naturaleza, mal comprendida en la época helénica, dio origen a la leyenda del lago Moeris y a la del Laberinto, cuenta Heródoto (lib. II, CXLVIII y siguientes.) Que, <<Un faraón Moeris, había construido a pocas leguas más arriba de Ménfis y al Occidente, un depósito inmenso en el cual almacenaba el exceso de aguas de la inundación.>> Éste depósito era el lago Moeris de los clásicos, cerca del Fayma actual, donde la cadena líbica se interrumpe bruscamente y descubre la entrada de un valle que, ahogado al principio entre las paredes de la  montaña, se ensancha a medida que se interna en dirección al poniente y acaba por abrirse en anfiteatro. Pero en fin, el hermoso lago Moeris, no pasa de ser una sugestiva leyenda, lo que realmente vio Herodoto fue la inundación moiri, y lo que tomó por diques que constituían el recinto del depósito no era otra cosa que las calzadas que separan una de otra las cuencas. En cuanto al laberinto, no era palacio deslumbrante que nos describe el padre de la historia, sino la ciudad que Amenehait III, fundó como dependencia de la pirámide, como era habitual y cuyas ruinas pueden verse cerca de la aldea de Haouarah.
Caristiés-Jomard, en su “Descriptión des ruines situées prés de la pyramides d’ Hauoarah” en “Descriptión de l’Egypte”, tomo IV, páginas 478-524, y Lepsius en su “Briefen ans Aegipten”, págs. 74 y siguientes, ponen fuera de dudas la fundación de la primitiva ciudad por Amenemhait III, la que más tarde bajo el reinado de Ramsés III, sería poblada por tribus libias, éstas tomaron el nombre de la ciudad que habitaron. De Haouarah derivó la voz Haouar-ythes, terminación ésta última de origen griego que significa pobladores, descendientes, y también valientes o guerreros, como en hopl-ytes. La traducción será: <<los oriundos o los valientes de Haouarah>>. Unidos con los Guan-shait, <<los hombres de las tierras del lago>>, fueron emigrando en etapas sucesivas hacía el occidente, hasta Argelia, invadiendo Marruecos y desde allí a las islas Canarias, estableciéndose principalmente en las islas de Tenerife y La Palma, (Benehoare= Ben-descendientes (los de la tribu) de Haouarah.) Aunque a algunos les pueda parecer que  la distancia recorrida por estas tribus pueda parecer larga, debemos recodarles que las distancias recorridas por los iberos desde el Cáucaso a hasta España, los germanos desde el centro de Asia, y los árabes desde el centro de su península atravesando todo Áfrika hasta España y sur de Francia, fueron notablemente mayores.
En buena medida se puede aplicar a la isla del Hierro lo expuesto para el resto del Archipiélago, aunque algunos autores sugieren tres etnias como primitivas habitantes de la isla, y que clasifican de la siguiente manera: Tribus de cráneo dolicocéfalo, de gran estatura, frente ancha, órbitas rectangulares prolongadas en el sentido horizontal y coronadas de fuertes arcadas superciliares; la cara muy ancha en la parte superior y la nariz recta y corta.
Entre las tribus que sucesivamente fueron ocupando la isla del Hierro, Hero o Ecero, cabe destacar  una de indudable origen semítico, de estatura más baja, de cráneo dolicocéfalo también y a veces subdolicocefalo, menos alargado que el de los guanches, y perfectamente ovalado: con cara alta y estrecha, ojos también altos, redondos muy abiertos, con arcadas superciliares poco salientes, nariz larga y estrecha, con escasa depresión en la raíz, pómulos deprimidos, maxilares estrechos y barbilla un poco puntiaguda y saliente. Estos hombres vivían en un estadio menos desarrollado que los de las otras islas. Su economía se basaba en rebaños de cabras, ovejas y cochinos (cerdos),  por alguna razón que desconocemos perdieron la práctica del cultivo de cereales, basando su alimentación en carne asada, leche y mantequilla, posiblemente practicarían algún tipo de pesca de costa. El marisqueo está ampliamente documentado en los antiquísimos concheros que existen en varios puntos de la isla. Al carecer de cereales, como hemos dicho, utilizaban raíces de helechos las cuales una vez limpias y secas molían, consiguiendo una harina que empleaban como gofio, con el que alimentaban especialmente a los niños recién nacidos, dándoles de comer usando como cucharas unas raíces hilachadas o hilachazas las cuales llamaban aguamanes. Eran de por sí de carácter bastante melancólico, aunque extremadamente sociables y muy aficionados a las Guativoas o Guatativoas, banquetes comunales en los que participaban toda la comunidad, bailaban y cantaban endechas en extremo triste acorde con su carácter natural. Careciendo de instrumentos musícales, se acompañaban con el sonido de las palmas de las manos haciéndolas sonar de manera rítmica y acompasada. Vestían de manera similar al resto de las islas, y dormían sobre pieles y paja de helechos.
La práctica de la religión estaba diferenciada por sexos, las mujeres adoraban a una deidad denominada Moneiba y los hombres a otra que llamaban Era Orahan, variante Eraorahan, tenían por cierto que el espíritu del mal se les aparecía en forma de cerdo al cual llamaban Aranfaibo. La principal fuente de agua de la isla la constituía un árbol, probablemente un Til, (posiblemente un Oreodaphne foetens Nees,) al que llamaban Garoe o árbol santo. El núcleo de población más importante era la aldea de Amoco, rebautizada por los españoles como Valverde. A la leche llamaban achemen, a la mantequilla mulan y a las raíces de helechos haran. Esta última es la palabra de <<pan>>, pero no representa la forma silha aggurn (de awwurn), sino que se aproxima al gadamés abaren, mzab. wargla, senhaza aren. Posiblemente se presente aquí haren con h o, simplemente aren.

En mazigio no encontramos guatibao (banquete) es posible que sea error de escritura, Tinubga es la hospitalidad>> y, tal vez hayamos de leer –bga el sospechoso –bao.Pero también puede haber otra formación análoga.
Amoco, es palabra que recuerda al silha tuga <<pradera>>, que bien puede traducirse por  <<valle verde>>. En tuga el artículo femenino está fusionado con el nombre. En Titoreygatra hay un cortijo Uga, citado por Berthelot que quizás sea igual  Vga, citado por Torriani.
En la costa de Esero, hay unas rocas llamada  Roque del Zalmor, en las que había grandes lagartos. Se trata aquí de Zalmor. Nada sería más natural que haber llamado a las  rocas <<roques de lagartos>>.
En silha tazelmemuit es el <<lagarto>>, en la kabilia tazermemuit y en ghadamés tezeruit. En Zalmor hay un colectivo sin artículo, cercano al silha  azelmamu en el Sus. Suponemos zalmum.
Después de esta digresión centremos nuestra atención en el tercer grupo significativo, éste está compuesto por individuos braquicéfalos, de cráneo corto y narices anchas, cuyas características se corresponden con los habitantes de La Gomera, como veremos más adelante, de los que un pequeño grupo se asentaron en Gran Canaria. La mayor proporción de la población herreña estaba compuesta de guanches, tal como expone René Verneau, y reafirma Buenaventura Bonnet en la interpretación que hace del gentilicio bimbace o Bimbacho, como veremos a continuación: <<Opinamos sinceramente que los habitantes del Hierro, los Bimbachos, no era un pueblo distinto al de Tenerife, sino al contrario un ramal de aquellos que se trasladó a la isla del Hierro, como lo izo antes en La Palma. Procuraremos demostrar tal acerto. Mr. d’ Avezac dice que el nombre de “Bimbachos” provenía de la voz árabe o berébere “Beny `Bachyrs” o “Ben Bachirs”, con cuya etimología se conforma Berthelot aún cuando no explica su origen.
Nosotros discrepamos de tal denominación, más para ello hemos de hacer presente a quien nos lea, que en árabe y en beréber sólo existen tres mociones o signos para expresar los cinco sonidos de nuestras vocales;  unos traducen por “a” y otros por “e”, la primera de dichas mociones, denominada “fataja”; la segunda “quesra” por la “e” o la “i”; y la tercera, “damma” una veces por “o” y otras por  “u”.
Siendo esto así, vemos que según Abreu Galindo, pág. 197, los habitantes de la isla de Tenerife habían tomado el nombre de “Bincheni”, corrupción según el señor Berthelot de “Beny`Cheni”, transformado en “Ben-Cheni” o “Bin-Cheni”, según opinamos de conformidad con las reglas enunciadas. También pudo deribarse esa última palabra de “Beny`Chinerfe”, y ésta de “Tchinerfe”. Como “Beny” o “Ben” significa hijo, descendiente o tribu, y “Chenerfe” o “Tchinerfe”, Tenerife, la traducción sería “hijos de Tenerife”.
De la voz “Bin-cheni” nace la de “Bin-Ben-Cheni” o “Bin-Ba-cheni” (transformada la “e” en “a” o sea “Binbanche” o “Binbache” por pérdida de la segunda “n”, al pasar esa voz al castellano), cuyo primitivo origen fue “Ben-Ben-Cheni”, que quiere decir en beréber “hijo de los hijos de Tenerife”; así el nombre de “Binbachos” expresa claramente que un ramal guanche de Tenerife pasó al Hierro>>.
En referencia a un modesto trabajo mío, publicado en la separata  La Prensa del periódico local El Día, en el cual hago referencia a una interpretación que del gentilicio Bimbache, hizo Don Buenaventura Bonnet, el investigador canario don Antonio Cubillo Ferreira, tuvo la gentileza de enviarme unas corteses líneas en las que me expone su desacuerdo en la interpretación que del gentilicio Bimbache hizo el mencionado Sr. Bonnet. Entiendo que la aportación del Sr. Cubillo puede ser esclarecedora del tema, por ello, me tomo la libertad de reproducir en estas páginas, parte del contenido de la mencionada nota: <<...De acuerdo con lo que dice sobre la piedra Zenata y sobre mi estimado amigo el Pro. Muñoz. Noto sin embargo al leer su art. que admite la traducción del Sr. Buenaventura Bonnet para el significado de Bimbache y Bincheni. Aquí el Sr. Bonnet se equivoca en la partícula BEN aunque por otro lado acierta sobre el origen de los Bimbaches. En efecto, BEN significa hijo de ...en las lenguas semitas pero no en el berber donde hijo se dice AITU y también AIT.  Pero ¿qué ha sucedido con los muchos BEN...que existen en Canarias como antropónimos o como topónimos.?

Cuando los castellanos llegaron a Canarias se encontraron con un pueblo y una lengua que tenía la consonante W y en el castellano esta letra no existía. Sin embargo ellos debían traducirla o copiarla tal como la oían, por ello una veces empleaban la G y otras la B castellana. Publiqué algo de esto en una publicación hecha hace unos años donde empecé estudiando el castellano del s. XV para ver como los conquistadores oían a los guanches y como lo escribían.

En Canarias existía una variante dialectal donde la A se pronunciaba cerrada convirtiéndose en E. Para decir “el de. TAIGA..” “decían los guanches WA-N-TAIGA y los castellanos oían: BENTAIGA y al escribirlo sustituían la W por una B de donde salía una palabra empezando así BEN.....

WA-N berber siempre significa “el de...” y el plural se dice WIN, es decir “los de.”
Aquí se da el mismo fenómeno para el oído de los conquistadores y escribían BIN.

En lo de BINCHENI, es fácil de ver de donde viene: WIN-CHINET, es decir los de Chinet, podría ser una solución. ¿y como se llega a Bincheni?. Fácil, en guanche si dice WIN-CHINET tiene un efecto eufónico que tiende a transformarse con el tiempo, por evolución natural de la lengua en WINCHENIT, que es más fácil de pronunciar con inversión de la I en E y cuando los conquistadores llegaron ya se había producido la evolución, pero ellos oyeron y escribieron BINCHENI, con caída de la –T-, final.

Lo de Bimbache, hasta el momento no se de donde viene. Desde luego no tiene nada que ver con el nombre de la isla que era, HERO. Pudiera ser que era otro grupo humano venido de otra parte, o que estaban en otra parte de la isla y se diferenciaban de los primeros por otro origen; no se por el momento.>> 


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