sábado, 22 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA





UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1481-1490


CAPITULO III



Eduardo Pedro Garcia Rodriguez

1481 enero 30.

Viene Pedro de Vera- Desastre en el Bañadero, el 30 de noviembre- Muerte de Doramas.  

En la nave supradicha llegó el General Pedro de Vera, en compañía de varios capitanes y de muchos soldados, con órdenes de poner preso a Juan Rejón y enviarle a España (18-8-1480).

Los canarii, con sus victorias, se habían vuelto agresivos y no desperdiciaban ocasión para atacar a los españoles (1).
Un día mandó Pedro de Vera al Alférez Mayor, Alonso Jáimez de Sotomayor que hiciera una incursión por la costa del Bañadero con el fin de traer ganado; y los isleños mataron a siete españoles y dañaron a unos cuarenta, sin que ellos tuviesen un solo herido. Quienes causaban más perjuicio a los conquistadores era Doramas y su cuadrilla. Este guerrero dominaba en Afurgad y Arehucas, lugares en que se hallaban de ordinario; llegando con sus hazañas y entusiasmo patriótico a ser el alma de la independencia canaria.
(1) Alonso Jáimez de Sotomayor (atribución) Conquista de la Isla de Gran Canaria Cap. 14 y J. Viera y Clavijo. Historia de las Islas Canarias Libro VII párrafo 32.

Los españoles estaban atribulados porque, además de otras contrariedades, no tenían vestiduras, ni armas, ni alimentos. Y si los canarios encontraban algún soldado fuera del campamento persiguiendo algún animal, o le mataban o le llevaban prisionero.
A mediados del siguiente año llegaron de España tres navíos con vituallas, gente de guerra y cuanto les era necesario para proseguir la campaña, para la que se preparaban con maniobras de combate y simulacros de pelea; cosas que aprendían los canarios, observando ocultos en la vecina espesura.
Como la mejor entrada hacia el Norte de la isla era la pequeña degollada del Portichuelo, acordaron los indígenas fortificarla con murallones en los que levantaron torres a estilo de mirador, como aquél de madera que habían edificado los conquistadores en el Real de Las Palmas. Entre esos murallones hacían también sus ejercicios militares, tocando de noche a rebato, con pitos y bocinas; resolviendo hacerse fuertes allí Doramas y los suyos, después de llevar al interior a las mujeres, niños y ganado.

Bien comprendían los españoles que la conquista de la isla era imposible mientras Doramas existiese, en vista de lo cual Pedro de Vera y sus capitanes resolvieron hacer una gran cabalgada, ya por si pudieran cautivarle, ya para amedrentar y castigar a los envalentonados canarios.
Llegó el 30 de enero de 1481. preparados como cristianos y arengados por el General, salieron de Las Palmas al amanecer, cincuenta soldados de caballería con las lanzas, y doscientos de infantería con ballestas y arcabuces, llevando Alonso Jáimez de Sotomayor la bandera de la conquista; blanca con dos puntas y los emblemas de León y Castilla; quedando en el Real la tropa necesaria para su defensa.
Sin ninguna contrariedad cruzaron el palmar de Tamaraceite, viendo únicamente desde lejos a algún que otro canario huyendo desatentado. Llegaron a vistas de Tenoya, desde cuyo cerro pudieron observar las fortificaciones que tenían preparadas los indígenas

Pedro de Vera mandó ponerse en fila toda la guarnición - maniobra muy usada en el arte militar de aquella época - para dar la impresión de llevar un ejército doble del que realmente había. Bajaron así todos a compás por la ladera de Tenoya que da al barranco de su nombre; subieron la loma de enfrente y al entrar en el Portichuelo salió de aquellos alrededores gran multitud de canarios que embistió furiosamente a los españoles con piedras, palos y rudimentarias saetas que disparaban a pulso con maldita puntería.

Poco hicieron los arcabuces y ballestas, y como no había tiempo para volverlas a cargar, fue menester alancearles; tanto más cuanto que ya estaban metidos aquellos enemigos por entre los caballos, embistiendo como fieras y armando el más espantoso griterío. En esto acudió valle arriba un escuadrón de ligerísimos canarios que trepando por la cuesta, cayeron de improviso sobre los españoles. Eran los del terrible Doramas, que mientras se bañaba en el mar con su gente, sabedor del suceso, presentábanse en el campo el honor con el arrojo de tigres.
! Llegad a mí !, gritaba en su idioma el jefe isleño. ¡ Llegad a mí, seis…doce…veinte ¡ ¡ los que quieran… ¡ ¡ no tiren de fuera, embusteros, traidores… ¡ .
Y agitando una tremebunda maza con la mano izquierda, pues era zurdo, movíala en todas las direcciones con tal fuerza que desharretaba caballos y cortaba piernas, manos y cabezas a cuantos españoles alcanzaba; dando al mismo tiempo rabiosos alaridos que enardecían a los suyos y evitando con suma rapidez de movimientos los golpes de sus adversarios.

Todos huían de Doramas, y negra la hubiesen pasado los conquistadores si Pedro de Vera y otros caballeros no se hubiesen jugado el todo por el todo acorralándole como pudieron y acometiéndole todos a la vez. El primero que se lanzó fue Juan de Flórez, picando recio a su caballo; y Doramas, del golpe que le dio le rompió la cabeza. Al instante Pedro López, soldado de infantería, le acometió con su espada, y Doramas se la quitó de las manos con un revés que le dio en ella. Entonces Pedro de Vera y dos caballeros más le acometieron a un tiempo. El uno, Diego de Hoces, le hirió en la espalda y Doramas le rompió una pierna, diciéndole: ¡ no te irás alabando!.

Pero en aquel momento Pedro de Vera le clavó la lanza en el pecho y otro le desgarró un brazo con un tiro de arcabuz.
Doramas, rugiendo desesperado, exclamó dirigiéndose a Vera
¡ No eres tú quien me ha matado, sino el traidor que me hirió por la espalda ¡ . Y atontado cayó desangrándose, con ansias de muerte.
Una turba de canarios arremetió violenta, queriendo defender a su jefe, pero al verle caído y moribundo, todos se desbandaron, menos algunos que se entregaron prisioneros, para no abandonarle en su desgracia. Pedro de Vera quiso llevarlo vivo al campamento para que honrase su triunfo y para que el obispo don Juan de Frías le instruyera y bautizase. Pero cuando comenzaron a bajar lo que en aquel tiempo se llamaba Cuesta de Arehucas ( hoy Cuesta de la Arena ) frente a Tenoya, le entraron fatigas de muerte. Pidió agua y fueron pronto a traerla, a unos ochenta pasos. Creyeron que quería morir como cristiano, le bautizaron condicionalmente, imponiéndole el nombre de Pedro y sirviéndole de padrino el mismo general Vera. Pero como entendieron que lo que quería era beber, se la dieron; e inmediatamente la arrojó por las heridas y expiró.

Eran las diez de la mañana cuando se terminó la pelea que había comenzado a las ocho. Descansaron un poco las tropas, echaron luego a tierra todos los murallones y regresaron al campamento, llegado el mediodía, trayendo clavada en una lanza la cabeza de Doramas, y teniéndola durante muchos días expuesta en la placetilla del Real, junto con su gran maza de combate; la que un español de mucha fuerza apenas podía levantar con las dos manos; y él la manejaba con la izquierda con tal viveza y energía, que ni un solo enemigo pudiera acercarse a él en la hora del combate (2) .
Lejanos ya los españoles, recogieron los indígenas el cuerpo de Doramas, le hicieron a su modo unos funerales, vinieron a su entierro todos los ejércitos indígenas y le enterraron en el bosque donde había vivido, existiendo aún su sepultura en 1617, cercada de un muro de piedras y adornada con una cruz. Pero actualmente se ignora donde estaban.
Doramas no era muy alto como Adargoma, pero sí de musculatura sumamente desarrollada; ligerísimo de cuerpo y de fuerzas prodigiosas como se ha dicho; muy ancho de espaldas y muy abiertas las ventanas de la nariz, por lo cual le llamaban con tal nombre, en el idioma aborigen.
(2) Alonso Jáimez de Sotomayor. Manuscrito antes aludido, cap. 16
(3) Viera y Clavijo Noticia de la Historia de Canarias Libro VII , párrafo 32.

(Del Libro: "Historia de Arucas" Autor: Pedro Marcelino Quintana)

1481 Febrero 12. Del Real de Las Palmas corrían la costa hasta Maspalomas y Tirajana, y cerca de Agüímes en el barranco de Guayadeque halló Pedro de Vera un canario con ganado que no huyó y preguntado dijo que era cristiano y se llamaba Juan Mayor, natural de Lanzarote, que fue de los muchachos que los vecinos más principales, vasallos de Diego de Herrera, trajeron treinta en rehenes; hablaba velozmente la lengua canaria y sabía toda la Isla á palmos; era cautivo del quadartheme de Gáldar, y allí fue preguntado por él Dónde asistía y qué era su intento, y queriéndose venir con Pedro de Vera se lo estorbó y díjole que pasase á la Gaete con Alonso Femández de Lugo y fuese espía de lo que pasaba avisándole de todo, que se le daría el premio merecido; y dio la vuelta al Real de Las Palmas. El Juan Mayor cumplió tan bien su palabra y en pocos días de asistencia de espía fue de mucho provecho; trajéronle nuevas al Alcaide Lugo que junto al pueblo de Gáldar, en una cueva que mira al nacer el sol habían entrado ya cerca de noche quince hombres que allí han de dormir; fueron tres cuadrillas con la espía, rodearon la cueva y entraron donde estaban dormitando que sin poderse menear ni aún rodear fueron presos y atados, y algunos dormían con mujeres, y la espía dijo que el uno de ellos, que tenía una mozuela, era el Guadartheme de Gáldar, que por sus amores vino alli; llegados ante el Alcaide Lugo y los demás, fue mucha la alegría que hubo con tan buena presa; diose luego la nueva á Pedro de Vera, antes de romper el día llegó el propio con la carta, fue de sumo gozo la prisión del Rey Guayedra, que  era el que tantos males nos había hecho, y ya nos juzgamos libres de tantos trabajos, por haber dado fin á tantas fatigas como se padecían en Canaria.

Envió Pedro de Vera que lo enviasen bien guardado de los suyos no se lo quitasen, señalando el día y que irían de acá por el camino del Bañadero á encontrarlo, y que no se malograse lo que tanto había deseado; salieron los espías delante caminando tres leguas casi camino de Guía; divisamos la gente y acompañamiento que se nos venía á juntar después de la bajada del risco, causó en todos el regocijo que se podía esperar; venía á pie con doce camaradas: recibióle Pedro de Vera á pie, echóle los brazos al cuello y con él venía el Juan Mayor por intérprete, fue muy acariciado de Pedro de Vera afianzándole su servicio. Lleváronle un caballo de diestro muy aderezado y con dos hombres y no fue posible querer subir en él y vinieron á pie el Rey y los suyos. Salió toda la gente del Real á recibirle con salva, que mandó Pedro de Vera, dando gracias á
Dios de ver en semejante estado la conquista y teniendo presente la causa de tantos males padecidos que allí tuvieron fin.

Con la prisa que se pudo, en un buen navío bien pertrechado, envió á España Pedro de Vera remitido á Sus Altezas al Rey quayedra con cuatro de sus camaradas, encargado al cuidado del factor Miguel de Mujica con otros hidalgos aventureros; dice P. Fr. del Castillo, Historia qótica, que Miguel Mujica, Escribano de Málaga prestó al Rey D. Fernando ciertas doblas de oro para la conquista de Canaria y vino á ella con el Capitán Pedro de Vera.

Escribieron muchos sus cartas á correspondientes, y doña Beatriz de Bobadilla á la Reina su Señora, de cómo su marido Hernán Peraza había enfermado en Canaria por el mal temple de la tierra y ella estaba sola y temerosa en tierra tan á fin de alcanzar licencia.

Llegaron á Sevilla y el concurso á ver los canarios era grande, y en la Puerta del Arenal un soldado español dijo á un muchacho canario: "Es muy buena Canaria, linda tierra; yo he estado en ella". Respondióle diciendo: "Ahora dicen que es buena cuando tú y otros ladrones como tú la habéis destruído y quitado todas las palmas", y nadie se atrevió á decirle nada.

Este muchacho y otros por el interés de un ochavo, á diez pasos esperaban una pedrada que hurtando el cuerpo se libraban, que era admiración, Hospedáronse en la Plazuela del Arzobispo y á la fama vino un manchego á luchar; escogió á uno llamado Adargoma con quien quiso probar fuerzas. Dijo el gentil: "Quien hubiere de luchar conmigo primero ha de hacer lo que yo hiciere". Mandó traer sobre una mesa puesto un vaso de agua y cogido con la mano alargado el brazo dijo: "'Si me detuvieres el brazo con dos manos que yo no beba, lucharás, y si no lo hicieres, no lo intentes y te podrás ir", Cogió el manchego á dos manos por la muñeca de la mano del gentil y no pudiendo resistir la fuerza que poco á poco fue llevando el agua á la boca sin derramar sola una gota la bebió toda con admiración de todos y el manchego cogió la puerta de corrido. Hubo otras fuerzas y habilidades hasta llegar á Calatayud por el camino de Córdoba, donde estaban Sus Altezas, saliendo gran concurso á verlos por los caminos y sentían mucho que los reputasen en el número de los moriscos y éstos eran los más que venían á verlos, y el día siguiente de su llegada entró á besar la mano quayedra al Rey D. Fernando.

Era este gentil, hombre alto, robusto, el color moreno cetrino, la vista aguda y muy viva, semblante hermoso, dócil y apacible, el cabello mucho, largo y negro, la barba poca, crecida en punta, poblado de cejas, el rostro algo largo y de buen juicio. Entró á besar la mano al Rey D. Fernando solo con Juan Mayor, intérprete, y después entraron sus camaradas luego en la presencia real se arrodilló y por señas pidió á besar la mano, que declaró Juan Mayor y al besarla se le arrasaron los ojos de lágrimas y dijo que se sujetaba á un Rey tan grande y tan poderoso y quería ser cristiano y el Rey le levantó por el brazo y le echó los brazos al cuello hízoles á todos muchos cortejos y regalos, dio dádivas y vestidos, y con diferencia las de Guayedra á los otros, hospedáronse en el Palacio Real, asistían juntos, y estando para sentarse á comer á la mesa y puestas las sillas entró el Rey á verlos y luego el camarero volvía los espaldares á la mesa, y dijo S.M. que no dejasen de comer y que se sentasen, y Guayedra volvía la que le tocaba á él solamente para que el Rey se sentase y que él quería servir en pie el Rey los mandó sentarse obedecieron, el uno como debiera estar se puso, y los otros como estaban las sillas vueltas sin poder comer hasta después comía el Guayedra poco y desabridamente, y preguntado por el Rey qué manjar ó comida le sería de más apetencia y dijo: "Por ahora unos datilitos y un puñado de gofio de cebada de mi tierra". Mandó el Rey que luego fuese cristiano con la brevedad posible los volviese Miguel de Mujica. que había enviado á Vizcaya á recoger 200 hombres y algunos aventureros para que quedasen en la Isla después de allanada á lo que se ofreció Guayedra siendo cristianos fuese la Isla toda por suya, y volviesen á ella todos los canarios que estuviesen fuera libremente.

Bautizóse con solemnidad real fueron padrinos el Rey y la Reinal echóle el agua el Arzobispo de Toledo D. Pedro González de Mendoza, llamóse D. Fernando Guadartheme vino á visitarle y estuvo con Guadartheme tres días Muley Adalay, rey de Granada, llamado el Chico porque vivo el padre reinó ofendíanse mucho que los estimasen como á los moriscos, que estaban de paz los de Granada. Pidió por merced le concediesen los riscos y dehesas para criar ganados, llamados de Guayedra, y juzgando el Rey le concedía alguna gran ciudad ú otra cosa, fue muy satisfecho, y tendrá de largo más de media legua y muy poco de ancho á los otros concedió el Aumastel, la Isleta y la costa de mar llamada de Guadartheme cerca del Puerto: los demás camaradas no se hicieron cristianos. Dio por merced á Juan Mayor la vara de Alguacil Mayor por toda su vida y después pueden suceder en ella los de su familia primero que otros: encargó mucho S.M. á Miguel de Mujica cuidado de volverlos á Canaria con mucho regalo y asistencia, y que procurase dar fin á la conquista con los mejores modos y medios que en ello se requería. Recogidos 200 ballesteros por su cuenta y 100 aventureros á la fama de buenos repartimientos. (Marín de Cubas). Según la investigadora española Luisa Álvarez de Toledo, basándose en documentos del Registro General  del Sello Miguel de Muxica era un canario que hoy llamaríamos ilustrado.
1481 Mayo 4. Una comisión de canarios solicita a los nefastos Reyes Católicos que se garantizaran y respetaran a los isleños sometidos todos los derechos de otros súbditos cristianos muy especialmente a sus principales y nobles. Los monarcas castellano-aragonés accedieron a la petición.
1481 Mayo 30. Según la historia oficial, fue bautizado en la Península Ibérica Tenesor Semidan, el converso y traidor más conocido como Fernando Guanarteme, uno de los personajes claves en la toma de Tamaránt por parte de los castellanos al ponerse incondicionalmente al servicio de los invasores. Habiendo dejado de ser Guanarteme por fallecimiento de su esposa (los guanartemes lo eran en función de estar casados con la reina), fue el artífice de la incorporación cruenta de Tamaránt (Gran Canaria), al Reino de Castilla. Viaja varias veces a la Corte de los nefastos Reyes Católicos, quienes apadrinaron su bautizo, ceremonia celebrada en las Cortes Generales de la ciudad de Calatayud, el 30 de mayo de 1481, día de San Fernando. Dejó descendencia en sus hijas las infantas Margarita Fernández - que casa con Miguel de Trejo- y Catalina Hernández de la que hay numerosa descendencia en Tamaránt (Gran Canaria).
1481 Noviembre 30. Muere en combate el gran Doramas frente a los invasores, Marín de Cubas nos dejo una acertada descripción del suceso. “Bien sentidos los españoles de las burlas pesadas de los canarios y sus  atrevimientos, intentando Pedro de Vera el castigo, por acuerdo de todos, salió día de San Andrés, miércoles, dejando bastante guarnición en el Real, con 50 lanzas de á caballo y 200 peones, en busca del enemigo camino de la sierra hacia el valle de Tenoya ó Tenoja antes de Arucas; llevaban los caballos entre sí apartados, cogido mucho campo.
Capitaneábalos el general Pedro de Vera, llevaba el pendón blanco de dos puntas con Castilla y León en señal de paz, como siempre lo traía el Alférez Jáimez, dispuestos primero todos como cristianos y hecha exhortación de hacer cada uno el deber á ley de bueno; habiendo caminado una legua se veían algunos canarios armados que se iban juntando, y medía legua adelante se vieron muchos en los riscos emparedados ó metidos en corrales de piedra á modo de fortaleza, esperando llegasen á ellos; hicimos alto y de improviso venían el valle arriba muchos canarios armados de montantes de palo, muy presurosos á los caballos; era ésta la cuadrilla del afamado Doramas que venían del mar donde se habían bañado hasta que la nueva de nuestra llegada les hizo venir; disparándoles primero los ballesteros algunos tiros y otros de fuego, más no dando lugar á más fuerza alancearlos, que se les hizo mucho daño; pelearon algunos con gran reputación, tanto de los cristianos como de los gentiles, y lo más célebre fue el estrago que hizo Doramas; meneaba en rueda con una mano su espada, que no había á entrarle hombre alguno; otros tiraban un dardillo que pasaba á un hombre armado y á un caballo, y de afuera los tiros de fuego les hacían daño, y decía Doramas: "Llegad á mí seis, doce y veinte y no tiréis de afuera", y siempre estuvo gritando y diciendo oprobios de "perros fementidos, traidores", en su lengua; hacía muchos movimientos con el cuerpo, ya retirado, ya descubierto, empleando sus golpes á su salvo.
Viendo Pedro de Vera que se señalaba en mayores estragos, le conoció y se fue á él; porque el primero que lo acometió fue Juan de Rores, que picando recio el caballo se entró tanto que quebrándole Doramas la lanza, también le quebró la cabeza del revés; siguióle Pedro López, soldado de á pie, y también le llevó la espada de la mano, desbaratando otros de á caballo; entraron otros dos, con Pedro de Vera, á rodearlo como á toro; el primero sobre el costado izquierdo, que tal no juzgó Doramas, fue Diego de Hoces, cordobés, que le hirió sobre la espalda derecha y llevó de retorno un revés que le quebró la pierna izquierda; entró luego Pedro de Vera dándole segunda lanzada por el pecho y luego le dieron un balazo en un brazo; al primero dijo Doramas: "No te irás alabando"; á Pedro de Vera: "No eres tú quien me ha muerto sino este traidor por detrás"; y por último, "que no tirasen de afuera como perros traidores, que á todos bebería la sangre"; y luego comenzó atontado, desangrándose, á pedir agua, con las ansias de la muerte; juzgaron que quería bautizarse y fue para beber; trájola uno de á caballo casi 80 pasos de allí en un sombrero alemanisco lleno de agua; echáronla en un casco de hierro, bebióla y salía clara por las heridas, y luego murió. Fue cortada la cabeza y traída delante por un canario cautivo en una asta gruesa de sus camaradas, que se dejaron prender por no desampararle; los otros canarios fueron de huída al verle ya herido; picaba el sol, eran las diez del día; deshiciéronse los paredones y descansando algún poco dio Pedro de Vera la vuelta al Real. Estuvo muchos días en la Plaza de San Antón la cabeza para escarmiento de atrevidos; la espada de palo que él jugaba con una mano como si fuera una caña no podía un español á dos manos bien menearla; la fuerza que tenía dio admiración á todos; no era muy alto de cuerpo, mas era grueso, ancho de espaldas, gran cabeza, el rostro redondo, las narices pequeñas y muy anchas las ventanas, la edad mediana, bien repartido de miembros.” (Tomás Marín de Cubas [1694] 1993)


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