martes, 1 de abril de 2014

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA





UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1901-1910



CAPITULO –X




Eduardo Pedro García Rodríguez
1904 Julio 24.
Se inauguro el servicio del tranvía entre La Laguna y Tacoronte por primera vez en su historia.  Si se convocara un referéndum en Tacoronte para preguntar si se quiere o no que vuelva el tranvía dudo que encontráramos un sólo voto en contra. Hay unanimidad en el municipio sobre este tema. Todo el mundo quiere que vuelva el tranvía: por razones de movilidad, por razones de medio ambiente, por razones comerciales y sobre todo por razones históricas.

Las preexistencias que hablan del tranvía en el municipio son muchas. Todo giraba en torno a ese medio de transporte hasta 1956. El centro del municipio sigue llamándose "La estación" porque allí era donde estaba la estación del tranvía. Y el bar más emblemático y conocido sigue llamándose "El Bar Tranvía", por solo poner dos ejemplos de la huella imborrable que dejó en Tacoronte.

¿Por qué pues no aceptarlo? ¿ por qué no replantear el proyecto que ahora existe hasta los Rodeos y asumir que sólo habría que programar dos o tres paradas más? ¿Por qué no incluirlo en los planes del Cabildo aunque sea a medio plazo? ¿ Por qué no analizar su viabilidad y la facilidad que supondría incluir una parada entre Guamasa y los Naranjeros y otra entre el Cantillo y la Estación?

He propuesto al grupo Parlamentario de Coalición Canaria, de conformidad con lo establecido en el artículo 174 y siguientes del Reglamento del Parlamento la siguiente Proposición no de Ley para que la red de tranvías de Tenerife llegue hasta Tacoronte, para su tramitación ante el pleno de la cámara.

El servicio del tranvía entre La Laguna y Tacoronte se inauguró por primera vez en su historia el 24 de julio de 1904, una tarde muy calurosa. La inauguración se realizo con derroche de refrescos y champagne en el desaparecido Hotel Camacho, a cuenta de los empresarios Fichefet, Dr. Allart y Fernando de Maíz.

Según datos publicados por Juan Arencibia, el teniente coronel de Ingenieros Julio Cervera y Baviera fue autor del proyecto del trazado del tranvía.
La línea del tranvía a Tacoronte se suprimió el 14 de diciembre de 1956.

El tranvía fue de tal importancia para Tacoronte que aún su centro urbano se llama “la estación”. Fue un lugar de confluencia entre el Norte y el Sur de la Isla. Dio vida, ilusión, esperanza y desarrollo económico y social al municipio de Tacoronte. Y volvería a darla y se lograría con esta sola medida revitalizar el comercio en el municipio.El Ayuntamiento de Tacoronte solicitó al Cabildo Insular de Tenerife en 2001 que el nuevo tranvía previsto hasta los Rodeos llegue a Tacoronte.

Sabemos que el Cabildo contempla y ha presentado ya el trazado del tren al Norte de la isla y que está previsto comenzar estas obras en 2011, con un coste previsible de 900 millones de euros.Sabemos también que los servicios de un tren y un tranvía son similares aunque creemos que la gran conurbación urbana de Tenerife, que llega e incluye a Tacoronte debe tener un tratamiento más urbano en su transporte público, razón por la cuál presento esta Proposición no de ley.

TEXTO:
Por todo lo anterior, proponemos:
1.- Instar al Gobierno de Canarias al inicio de las gestiones necesarias para la puesta en marcha las acciones necesarias para conseguir que el tranvía llegue de nuevo a Tacoronte, como así ocurría hasta 1956.
2.- Instar al Gobierno de Canarias a entablar conversaciones con el Cabildo de Tenerife para este fin.

Ya está en el Parlamento, desde el 29 de septiembre. En mi grupo nadie está en contra pero tengo la impresión de que casi todos le tienen miedo a Ricardo Melchior ¿por qué? ¿Vamos a condicionar una cuestión unánime de un municipio solo porque una persona no entienda que algo es bueno para el mismo? Tacoronte es un municipio de casi 25.000 habitantes, no es para tomárselo a broma y espero que no lo hagan. Y forma parte de facto de la gran conurbación urbana de Tenerife. (Dulce Xerach Pérez)

1905 Febrero 23. En La Habana era domingo de carnaval. Pero más que por las armas blancas y los maleantes, la policía española estaba preocupada por razones políticas. La última noche, la represión se había anotado un éxito notable: el asesinato de Manuel García ―el bandolero más popular de toda la historia de Cuba y, en realidad, un rebelde anticolonial―, cuando iba a protagonizar un alzamiento independentista. Esta vez, sin embargo, no era un brote singular y pequeño.
Una organización popular, el Partido Revolucionario Cubano, había tejido en una gran conspiración las motivaciones, identidades y rencores de la gente común y de sectores modestos, a viejos combatientes de la primera revolución anticolonial y antiesclavista ―la de 1868-1878― junto a un mar de jóvenes anhelantes, la nueva tropa revolucionaria.

Su base ideológica era formidable: un nacionalismo popular alimentado de la leyenda insurreccional “del 68”, la conversión de la identidad criolla de comunidad isleña en una identidad política de cubano, la reunión en un solo propósito de una infinidad de agravios inferidos por la metrópoli y por la terrible opresión social, y de las demandas diversas de los grupos sociales oprimidos.
José Martí, máximo líder político del movimiento, firmó en el exilio con otros dos compañeros la orden del alzamiento nacional para la segunda quincena de febrero; la fecha del día 24 fue precisada en una reunión presidida por Juan Gualberto Gómez, su delegado en la isla.
 Desde el martes 19, un grupo de revolucionarios experimentados y de jóvenes de la ciudad de Santiago de Cuba, al otro lado del país, se había marchado al campo a esperar el día 24 al abrigo de una sorpresa policíaca. Su jefe, un héroe negro de un solo apellido, Guillermo Moncada, envió con la orden de alzamiento a todos los pueblos de la región a dos jóvenes, uno blanco y otro negro, pero los dos con el mismo primer apellido, como si quisiera simbolizar un hecho decisivo.
 Durante el fin de semana, muchos se movilizaron en Oriente, y al amanecer del 24 comenzaron a operar; ese mismo día se combatió en varios lugares de la provincia. Los insurrectos lograron sostenerse en el campo oriental, pero en Occidente los alzamientos iniciales fracasaron. A pesar de esto, el hecho político-militar se consiguió: Cuba entró en guerra revolucionaria por su liberación, y en pocos meses una enorme masa popular se sumó a ella. Dicho en las palabras del Manifiesto del 25 de marzo, firmado en Montecristi, República Dominicana, por José Martí y Máximo Gómez, jefe militar de la insurrección: “La Revolución de independencia, iniciada en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra… para bien de América y del mundo”.
De “guerra boba” podría llamarse a las primeras seis semanas, con Oriente y el país suspendidos a la espera de la llegada de los líderes; mientras, el gobierno colonial trataba de atraer los alzados a la legalidad, con la activa complicidad del Partido Autonomista. Una política inteligente, pero demasiado tardía. Los burgueses de Cuba se opusieron a la revolución. El 3 de marzo el Círculo de Hacendados ―los dueños de los centrales azucareros— publicó una condena de la insurrección en duros términos.

Pero al arribar Antonio Maceo a Cuba, miles se fueron al campo a servir bajo la bandera del gran caudillo popular, y al llegar Martí se firmó en el terreno ―y con su sangre― el carácter de revolución radical, nacional, popular y democrática de la nueva guerra.

Seis meses después, la revolución combatía también en el centro de la isla, se había dado una Constitución y un Gobierno para la República en Armas, y una fuerte columna invasora salía de Oriente a llevar el fuego de la guerra a todo el país, unificar los esfuerzos y la organización militar revolucionaria, e impedir que la metrópoli hiciera la guerra con las rentas de la isla. Realizada en noventa días, la invasión fue una hazaña extraordinaria. El gran ejército de España fue batido en varios combates, enfrentado o burlado, a pesar de todas sus ventajas materiales, y la producción azucarera se desplomó bajo la tea revolucionaria: sólo sumadas las cuatro zafras de 1896-1899 alcanzan el monto de la de 1894.
El pueblo en armas formó el Ejército Libertador, la mayor y más fuerte institución creada hasta entonces por el país, y en una tremenda guerra irregular combatió con éxito al ejército más grande que haya pasado nunca de Europa a América, un cuarto de millón de soldados, y a sus auxiliares cubanos. Unos cincuenta mil combatientes, doscientos cincuenta mil ciudadanos en los territorios rurales bajo control mambí o en disputa, en un país de quizás 1,9 millones de habitantes, son las cifras frías de la contienda. Ellas apenas nos asoman al cuadro vivo de la abnegación, el heroísmo, el sacrificio en masa, los duros trabajos cotidianos, la disciplina, el hambre, la enfermedad, la sangrienta represión, la falta de medios, que fueron arrostrados por los que decidieron llamarse cubanos y cubanas, los ciudadanos de una república en armas que se alimentaba sobre todo de un ideal.
El último acto del colonialismo que había comenzado cuatro siglos antes fue horroroso. El gobierno de España decidió llevar a cabo una política feroz de concentración forzada de poblaciones, y de asesinatos de prisioneros y civiles. Esa guerra total prácticamente inventó los campos de concentración, y la población murió en masa, de inanición y enfermedades. La guerra le costó a Cuba cerca de 400 000 vidas; 85 000 jóvenes de España ―de la leva de los pobres― murieron en aquella aventura criminal. Pero unos dos mil españoles y canarios combatieron del lado cubano.
 La Revolución del 95 creó la identidad cubana, la conciencia y los valores políticos fundamentales del país, el Estado nación y las representaciones que hicieron a Cuba irreductible a toda otra pertenencia. El país de castas que hasta 15 años atrás tenía esclavitud y racismo legal avanzó bruscamente hacia la constitución de una etnia nacional, y los no blancos ganaron una alta estatura moral y el derecho a la ciudadanía plena, con su participación tan destacada en la insurrección.
 El racismo retrocedió ante la comunión regada con sangre. Una masa inmensa de mujeres se hicieron ciudadanas y compartieron los trabajos y los riesgos junto a los hombres. El ejército, el gobierno, las leyes, fueron a escala de la isla, y el territorio fue organizado por la revolución; la gente peleó, compartió y murió lejos de su localidad, y el regionalismo perdió importancia.
Al nacer, la cultura nacional quedó marcada por el radicalismo, el patriotismo popular y la entrega masiva a la revolución, de manera que la burguesía de Cuba nunca pudo controlarla a fondo. El pueblo nuevo de la isla practicó la creatividad, la cooperación para mil tareas a partir de compartir un proyecto trascendente, formas democráticas de comportamiento y justicia distributiva, y en el ejercicio terrible de la guerra y los sacrificios ganó en autoconfianza y en capacidades. La Revolución del 95 constituyó la gesta nacional cubana, y sus consecuencias están vigentes todavía.
El 24 de febrero de 1895 comenzó el siglo XX cubano. “Alcanzaremos toda la justicia”, le dijo en aquellos días Martí a Juan Gualberto Gómez, que era un activista social negro, hijo de esclavos, periodista e intelectual de vasta cultura.
 Martí fue el primer americano que asumió la modernidad y la criticó a la vez, desde una concepción basada en el anticolonialismo; fue uno de los padres de la ciencia política, además de ser un extraordinario ensayista, orador y periodista, y de revolucionar la poesía de lengua española. El proyecto martiano era, al mismo tiempo, la política factible y necesaria para lograr la independencia, y una propuesta de liberación y cambios sociales y humanos para Cuba y la América nuestra, tan superior al mundo en que se lanzó que todavía puede servirnos de guía.
 A diferencia del “siglo corto” europeo que analizó Eric Hobsbawn, en Cuba el siglo XX ha sido muy largo, y muy cargado de acontecimientos y procesos de cambios. En realidad, esa dinámica extraordinaria me lleva a afirmar que el siglo XX cubano no ha terminado todavía. Porque la libertad y la justicia fueron planteadas al inicio de tal modo y con tanta hondura que la independencia tenía que tornarse liberación nacional, y la justicia social, socialismo. Desde entonces estamos batallando por lograr ambos, completarlos y profundizarlos.
Creo que el destino de los pueblos que fueron colonias y neocolonias es esa batalla, y no la evolución modernizante y civilizatoria que reproduce una y otra vez la dominación y la subordinación. (Fernando Martínez Heredia en: La Ventana).
1904 octubre 31.
La historia del Sur de Tenerife está plagada de desidias y abandono, pero además de catástrofes naturales, como el temporal acaecido el 31 de octubre de 1904 en el denominado Valle de Santiago, a partir de 1916 Santiago del Teide (Tenerife), y según  lo describe en la prensa de comienzo de noviembre debió ser de los que no se espera ver nunca más.
El día amaneció cargado de nubes, lluvioso, y fue al hacer la noche cuando arreció la lluvia, los relámpagos, los truenos y la incertidumbre. “Así continuó poco más o menos hasta la media noche, en cuya hora la tempestad furiosamente desencadenada, mugía con fiereza sobre el pueblo y sus alrededores. En esos instantes, ya la tranquilidad había alcanzado alarmantes proporciones: los vecinos se asomaban a las puertas pidiendo socorro; las mujeres a gritos y con lamentos que partían el alma, suplicaban auxilio. La lluvia entre tanto caía cada vez con más fuerza; el ruido atronador de los barrancos ensordecía e infundía pavor aún al menos pusilánime.
Cuando amaneció, la aflicción del vecindario fue aún mayor. Entonces se pudieron apreciar los enormes daños que había causado el temporal: los campos han quedado completamente arrasados, pues las aguas no solo arrastraron consigo la tierra y los frutos, sino que arrancaron de cuajo los árboles; los caminos obstruidos y, por consiguiente, intransitables y, en el pago de Tamaimo, hubo necesidad de derribar varias casas para desviar las aguas que amenazaban inundar al pueblo.
Los ancianos del lugar recuerdan que solo en el año 1834 hubo otro temporal parecido al de ahora.”
 1905.
Fallece en Madrid (España) Carmen G. del Castillo. Nacida en La Orotava (Tenerife), escribió poesías llenas de agilidad y de gracia como “Mi ventana” y otros como “Hoy”y “Soneto”. Colaboró también en “La revista de Canarias” y fue esposa del también poeta insular, Fernández Neda. (Marcos Brito, 2011).
1905.
Nace   en Santa Cruz de Tenerife  Arturo Santana. Siendo adolescente y al emigrar sus padres a Cuba se establece en el Puerto de La Luz con unos familiares. Sus primeras patadas las dio en los arenales de Guanarteme y en  el “teso del Porteño” se forjó como un magnífico defensa  del equipo vivero Santa Catalina, con el que se proclamó campeón de Canarias en 1924 formando junto a Padrón "el sueco", Espino "el jardinero", Oramas y otros que fueron las primeras figuras del fútbol canario. Pasó luego al Real Club Victoria donde fue un defensa de garantía.

Alto, fuerte, rápido, preciso, marcaba la distancia para hacer el quite limpio y elegante, entregando suavemente. Tuvo destacadas actuaciones frente a potentes rivales que nos visitaron así como en los campeonatos insulares y regionales. Formó ala con Lalo frente al Budapest y ante el Victoria de Lisboa; tambien formó en el Victoria contra el Celta de Vigo, formando pareja con Jorge;  contra la selección chi­lena, hizo pareja con Saturnino Frias. En todos estos partidos tuvo de portero a Co­rrea. Contra el Europa de Barcelona formo pareja con Frias, pero jugó de portero Agustín Suárez. Durante estos aos, siempre la defensa albinegra estaba formada por Arturo y otro.

Tuvo destacada actuación en los partidos contra los eternos rivales del Marino cuando se homenajeó a Padrón por su internacionalidad.

Formó en el Victoria contra el Valladolid y el Español de Barcelona en la Copa de España de 1930, siendo muy elogiado su juego como medio centro en Sarriá. Ese año actuó  en el Campo España frente al Alavés, que traía la famosa defensa del equipo nacional, Ci­riaco‑Quincoces ante el que el Victoria presentó un dueto defensivo de gran categoría, Arturo y Calafate, que fue muy elogiado por los iternacionales españoles. Ese año fichó por el Oviedo junto con Alamo, pero jugaron pocos partidos y regresaron a la isla donde alternó el juego con el arbitraje.

Arturo tomó parte en numerosas ocasiones como seleccionado por Las Palmas frente a Tenerife; abandonó el fútbol allá por el año 1932 y ejercíó como árbitro colegiado, siendo muy apreciado por sus conocimientos e imparcialidad, lo que le llevó a ser designado para dirigir importantes lances entre equipos locales y foráneos.

Retirado del fútbol se hace guardia de asalto .Es detenido cuando estalla el movimiento del 18 de julio de 1936 y confinado en el campo de concentración de La Isleta donde enfermó y falleció en el Hospital de San Martín, en un incidente nunca aclarado en 1937.
Los viejos aficionados, le recuerdan por su nobleza y seguridad. (Javier Domínguez García, 1996)

1905. A raíz de la misión del científico Profesor Gruvel, la administración francesa decidió la creación en la Bahía del Galgo en el continente de un puesto militar y de una estación de pesca provistos de aparatos para destilación del agua del mar. Así es como nació la villa de Port-Etienne, que tendría más tarde fuertes repercusiones políticas y económicas y contribuiría a instaurar el clima favorable a contactos más continuos y fecundos entre mauritanos y canarios. El impulso económico vino de la mano de la instalación allí de industrias, para salar y secar el pescado, dedicadas a la exportación, proceso que culminaría  con la creación, en 1921, de la "Societé Industrielle de la Grande Peche". Esta Sociedad disponía de una flotilla cuyos cuadros, a excepción de algunos directivos franceses, estaban constituidos por patrones y marinos canarios, con los cuales se tuvo la prudencia de mezclar indígenas para proceder así a la formación profesional.


1905. Se funda el Ateneo de Eguerew (La Laguna). Importante centro de discusión cultural y política, si bien en un principio fue bastante elitista, a finales del siglo XX y principios del XXI fue democratizando sus actividades y abriéndose más ha la sociedad.

1905. Nace en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) Agustín Van-Baumberghem Yanes. Titulo de Licenciado en Medicina y Cirugía en Facultad de Medicina de la Universidad de  Madrid (España)  en 1931.

1905. En Achubuna (San Miguel de Abona), nace Dña. María Rodríguez Sierra “La Planchadora.” Cada día, alegraba con sus puntos cubanos las vidas de sus hijos, nietas y vecinos. Esta mujer luchadora nació en 1905 en su infancia transcurrió entre Tenerife y Cuba• puesto que siendo una mocita viajó con sus padres y D. José Tavío a esta isla caribeña. Allá aprendió a realizar la labor de planchadora. Sobre los años 20 regresó a tierras canarias, instalándose tras su matrimonio en la Calle Garañaña, donde actualmente se conoce como el Patio de María la Planchadora.

Fruto de su matrimonio con D. José Estévez González nacieron tres hijos: Ignacio, Juana y Ángela (nuestra vecina Lita). Su marido se dedicaba a las tareas del campo, haciendo paredes, plantando papas... Nuestro personaje se dedicó a planchar, lavar, teñir y almidonar las ropas de los vecinos pudientes, incluso le mandaban ropa de Añazu (Santa Cruz) y Granadilla. Con el paso del tiempo llegó a encargarse del cuidado de los paños, manteles, etc., de la Iglesia. Cobraba quince pesetas, o bien trataba un trueque cambiando su servicio por papas, calabazas o cualquier víveres.

Para planchar utilizaba las planchas de hierro que calentaban con serrín en un bidón, dándole fuego hasta que se hiciera brazas y poniendo después las planchas. También utilizaba el carbón que traía de Vilaflor, y con el adelanto de los tiempos utilizaba la cocinilla de mecha o el infernillo.

Antes del planchado debía lavar la ropa; llenaba su baño de zin y con su ruedo en la cabeza y las dificultades del camino se dirigia hacia El Chorro.

En este lugar había un salón grande donde el agua, que procedía de una tajea, se recogía en un tanquillo. Una vez allí, el agua se repartía en pilas de lavar que estaban en los laterales, el agua sucia pasaba a otro tanque (este lugar es un recuerdo entrañable pero
el progreso hizo que desapareciera). Una vez tenía la ropa lavada la ponía a secar en las paredes y al llegar a su casa..., de nuevo a planchar.

En aquellos tiempos, cuando moría alguna persona las ropas de los deudos debían de teñirse de negro ya que no había  dinero para comprarse estos atuendos de luto.

Entonces, Da María compraba las pastillas de teñir en la tienda de Dña. Celestina, ponía el agua a hervir y con su ajerbo comenzaba a teñir el agua, después introducía la ropa y con un palo y paciencia comenzaba a darle vueltas a la ropa, y la miraba, y otra vuelta, y otro vistazo..., y así hasta que la ropa quedara teñida uniformemente.

A medida que su hija Lita crecía Dña. María le ponía alguna tarea, tal es el caso de que ella era la encargada de llevar la ropa planchada a la casa del vecino en cuestión, cogía su brazo derecho y bien estirado su madre le colocaba un pantalón, y con la otra mano llevaba en una percha una chaqueta; y Lita bien derecha y con cuidado de no arrugar nada se dirigía a realizar el encargo. Además de su dedicación a la lavandería, nuestra vecina dedicaba su tiempo a cultivar preciosas flores, cuidar pájaros, hacer mojos tan famosos que hasta la península fueron llevados.

Esta mujer con sangre canaria y alma cubana nunca olvidó la isla que la vio crecer, de ahí que al suspirar siempre la tuviera presente, alabando: “–Ay, Cuba bella, tus hijos lloran!.” Del mismo modo, nunca dejó de deleitar con puntos cubanos; así, a sus nietas
les enseñaba alguno que otro, y como tenía tan buen humor dejaba caer más de uno “picante”: “Allá arriba en aquel morro hay un perro que come queso con un cigarro en el culo apuntándote los besos”. Cuando su nieta se lo contaba, Dña. María “escandalizada” no podía creer que una niña pudiera decir esos cantos, y entre risas y veras le contaba otro.

La dedicación de nuestra vecina duró unos 40- 50 años, a principio de los 80 colgó su oficio de planchadora, pero su buen humor, su amabilidad, gratitud y generosidad permanecieron en ella. Fue una mujer luchadora, nada le pertenecía, todo lo que tenía
lo daba, cuando algún vecino se ponía enfermo ahí estaba ella acompañándole hasta su último momento. En sus últimos años tenía un fiel amigo que le acompañaba dónde quiera que iba, el “Yoli”, un perro pequinez que se convirtió en su compañero inseparable de aventuras; hasta en su último paseo por el pueblo hacia el cementerio la
acompañó. Y es que Dña. María conquistaba el corazón de todo aquel que la conocía, no es de extrañar que su perro no quisiera separarse de ella, del mismo modo que su recuerdo permanecerá en la memoria de tanto sanmiguelero que por cualquier razón
cruzó su camino por la vida de nuestra amiga, Dña. María.

“En la Habana nací yo y en Cuba nació mi hermano ahora sí que estamos bien
yo habanera y tú cubano.( Marta Elena Díaz Reyes,2006)

1905. Viene a este mundo en Benahuare Juan Fernández y Fernández. Fue un gran médico que ejerció en E1 Paso y su fama se extendió por todo el Valle y fuera de e1. Ejerció en la primera mitad del pasado siglo XX. Su memoria sigue presente en las gentes mayores, por su trato caballeroso y afable, dentro de su particular seriedad.

Fue director del Centro Secundario de Higiene de Los Llanos y poseía uno de las mejores instalaciones radiológicas de la Isla. Muchos médicos de Tedote (Santa Cruz de La Palma), enviaban a sus enfermos a E1 Paso, pa­ra algunos estudios radiográficos delicados, ya que tenían gran confianza en la  eficacia y competencia de don Juan. Se jubiló y falleció en la Ciudad de E1 Paso.
1905.
Para Santa Cruz de Tenerife el médico David Marine estudió la relación por zonas con distinta presencia de yodo y la frecuencia de bocio. Experimentó con animales y al cabo de 10 años administró yodo a los pacientes con buenos resultados. Más tarde sugirió que debían añadirse compuestos que contenían yodo a la sal de mesa y a la provisión de agua en las ciudades del interior en las que el terreno fuera pobre en yodo. Esto despertó una fuerte oposición y se necesitaron otros 10 años para conseguir que fuese aceptada de un modo general la yodación del agua y la sal yodada. Una vez que los suplementos de yodo se convirtieron en una rutina, el bocio simple perdió importancia como enfermedad.
El asunto de la fluoración del agua fue mucho más polémico. A principios del siglo XX los odontólogos se dieron cuenta de que la población de ciertas zonas de EE.UU. tendían a mostrar dientes oscuros. Esta particularidad fue estudiada hasta hallar un contenido de compuestos de flúor superior al promedio en el agua natural bebida en aquellas regiones. Cuando el contenido de flúor era superior al promedio, la población mostraba un índice infrecuentemente bajo de caries dental. La caries representa un enorme gasto en cuidados dentales y en el de otras muchas enfermedades que agrava.
Los investigadores obtuvieron apoyo económico para el estudio a amplia escala de la conveniencia de la fluoración del agua. Hallaron que una proporción de flúor de 1: 1.000.000 con un costo estimado de 5 a 10 centavos por persona y año, no llegaba a manchar los dientes y sin embargo producía un efecto beneficioso en la prevención de la caries. Adoptaron como medida dicha proporción para probar los efectos de la fluoración en las reservas de agua de la comunidad. La presencia de flúor asegura la incorporación de pequeñas cantidades de este elemento a la estructura dental e impide el ataque de las bacterias. Mediante una pequeña inversión se puede reducir la caries en al menos dos tercios ahorrando dolor y miles de millones de gasto. Las organizaciones odontológicas y médicas, el Servicio de Salud Pública y las agencias estatales sanitarias recomiendan la fluoración de los suministros públicos de agua, y, sin embargo, en el terreno político la fluoración ha perdido la mayoría de las batallas. Cerca de 2.000 comunidades, con un total de 37 millones de personas, habían fluorado el agua al iniciarse la década de 1960, pero ha continuado existiendo mucha oposición. Un grupo llamado Comité Nacional Contra la Fluoración ha impulsado a una comunidad tras otra a votar contra la fluoración, e incluso a rechazarla en algunos lugares donde había sido adoptada. Se han usado los argumentos principales con el máximo efecto por los oponentes al sistema. Uno es que los compuestos de flúor son venenosos. ¡Lo son, en efecto, pero no en las dosis utilizadas para la fluoración! El otro es que la fluoración constituye una medicación obligatoria, lo cual infringe la libertad individual. Tal vez sea así, pero es un asunto discutible si el individuo en cualquier sociedad puede tener la libertad de exponer a los demás miembros a una enfermedad prevenible. Si la medicación obligatoria es algo pernicioso, entonces tenemos un problema no solamente con la fluoración, sino también con la cloración, la yodación e, igualmente con todas las formas de inoculación, lo cual incluye la vacunación contra la viruela. (M.Gar.net)
1905.
 Anuario de la Provincia de Canarias para 1905 por Carmelo Z. Zumbado. Recoge:  Guía (Gran Canaria): Ciudad con Ayuntamiento de 5257 habitantes, situada al Norte de la isla y a 37 kilómetros de Las Palmas.
Es cabeza de Partido Judicial, y comprende 8 juzgados municipales: Agaete, Artenara, Gáldar, Guía, Mogán, Moya, San Nicolás y Tejeda.
Son muy fértiles sus vegas, que producen plátanos, caña de azúcar, patatas, tomates, cereales y legumbres, y que crían buen ganado. Tiene máquina azucarera y se elabora el célebre queso de flor.
Está en la carretera del norte y tiene estación Telegráfica limitada y Administración de correos que expide y recibe valores declarados. Por diligencias se comunica diariamente con Las Palmas, Gáldar y Agaete.
Es residencia de la plana mayor del Regimiento de Infantería de Guía.
Su Iglesia parroquial dedicada a Nta. Sra. De la asunción es buena, y sus imágenes son de las mejores de Luján Pérez. Sus fiestas mayores son las de su patrona y la de San Roque, 15 y 16 de agosto, con feria de ganado. Es patria del célebre escultor Luján Pèrez.” (En: Sergio Aguiar Castellano).

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