lunes, 7 de abril de 2014

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS





ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1901-1910



CAPITULO –XIVII



1906 abril 1

Visita Erbania (Lanzarote) el Rey de España Alfonso XIII

Arrecife presentaba un extraordinario aspecto. Desde el embarcadero arrancaba una escalera alfombrada que daba acceso a un templete, portón a un corto paseo flanqueado por tribunas adornadas con banderas nacionales y flores. Al final de esa avenida se encontraba un artístico arco, rematado con la siguiente carteleta: A S. M. el y A. Reales. Ayuntamiento de Arrecife. Inmediata al arco se encontraba la entrada al puerto, que estaba presidida por dos altas columnas rematadas por banderas. Éstas eran seguidas por numerosos mástiles y arcos, entrelazados con guirnaldas. Las calles estaban engalanadas con colgaduras, banderas y arcos. Entre esos destacaba el levantado por el Cuerpo Militar, decorado con trofeos y una inscripción que decía: A S. M. el Rey, el Batallón de Infantería de Lanzarote. A la entrada de la calle León y Castillo se sucedían nuevos arcos erigidos por diversas instituciones, como la Juventud local, la Sociedad Democracia y el Comercio de Arrecife. En la plaza de Las Palmas, donde se encuentra el templo parroquial, había un arco con el siguiente mensaje: A. S. M. el Rey, el Magisterio de Lanzarote, Viva España, Viva el Rey, la Reina y A. R.
La comitiva real pasaría por las calles de la Marina, León y Castillo, Porlier, Castro, Rosario y Fajardo, y las plazas del Ayuntamiento, Las Palmas y La Constitución. A lo largo del trayecto destacaban por su ornamentación los edificios del Ayuntamiento, el templo parroquial, el Casino Principal, que cumplió funciones de «palacio», el Casino Nuevo, la sede de la Sociedad Democracia, el Juzgado, la Comandancia Militar, el Cuartel Escuela, el Hospital de Dolores y Casa de las Siervas de María, la Ayudantía de Marina, Correos y las casas Consulares.

A las once de la mañana una paloma mensajera avisó de la partida del Alfonso XII de Puerto Cabras. Dos horas más tarde el trasatlántico aparecía en el fondeadero, al tiempo que el sonido de las sirenas de los buques y el repique de las campanas llenaban de fiesta el aire. Poco después desembarcaron el Monarca y los ministros, que fueron recibidos por el alcalde Adán Miranda, acompañado por los miembros de la Corporación, en el templete levantado en el muelle. Un inmenso gentío ocupaba el puerto y sus aledaños. De inmediato la comitiva partió en dos carruajes25. En el ocupado por el Rey, tomaron asiento Romanones y el alcalde de Arrecife; en el segundo, subieron los ministros de Guerra y de Marina, y el conde de San Román.
A las puertas de la iglesia aguardaban el párroco, otros miembros del clero y las hermandades. Entró en el templo y con la solemnidad requerida se cantó el Te Deum. Finalizada la función religiosa, el Rey se dirigió al cuartel de Infantería, inspeccionando sus instalaciones y pasando revista a la tropa. Luego, visitó el Hospital de Dolores y la Casa Asilo de las Siervas de María. De seguida el Monarca y su séquito montaron en camellos para recorrer las obras en curso de los depósitos de agua, ubicados a dos kilómetros de Arrecife. Durante el recorrido, dio muestras de su juvenil dinamismo adelantándose a galope y dejando atrás a la comitiva. Posteriormente regresaron a la capital, al Ayuntamiento, donde tendría lugar la recepción oficial, en la que el alcalde, Adán Miranda, entregó al Soberano un escrito con las perentorias necesidades de la isla. Igualmente, Francisco Batllori y Lorenzo, presidente de la Asociación del Magisterio de Lanzarote, solicitó su mediación para conseguir la gratificación de residencia a los profesores que ejercían en Lanzarote. Se sirvió un almuerzo, y acto seguido el Monarca y su séquito abandonó la Municipalidad para dirigirse al muelle, respondiendo, sonrientes, a la aclamación popular.

Era por fin el adiós a un Rey de España, el primero en visitar las Islas, donde sería siempre recordado con singular simpatía. A las cinco y media de la tarde, Monarca y acompañantes subió a bordo del Alfonso XII, que no tardó en levar anclas y hacerse a la mar, rumbo a Cádiz, donde arribó sin novedad el siete de abril, dos semanas después de su partida.

El viaje de Alfonso XIII marca sin duda un hito en la historia de Canarias, pues contribuyó a reforzar el sentimiento nacional de los isleños, tan alejados de la Península, así como a crear nuevos vínculos afectivos de un lado y de otro, sutil producto del conocimiento directo y franco entre los hombres de buena fe. (Antonio Luque Hernández).

1906 Marzo 30. Alfonso XIII en Tamaránt (Gran Canaria), segunda etapa del viaje del monarca español a la colonia africana de Canarias.

La Familia Real española y su séquito llegó a Giniwada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) el día 30 a las cuatro de la tarde, pero el programa oficial se desarrollaría los días 31, 1 y 2 de abril. El imprensindible Te Deum se ofició en la catedral de la secta católica de Santa Ana, y la recepción y el lunch (comida) tendrían lugar en el Ayuntamiento. El rey español Visitó el Museo Canario y el Palacio Episcopal, convertido en residencia para la Familia Real. Era una excepción, pues en las demás islas pernoctaría en el "Alfonso XII". Por la tarde, asistieron al garden party, ofrecido por la colonia inglesa, en el Hotel Santa Catalina, visitaron los cuarteles de las fuerzas españolas de ocupación de la isla y acudieron a una función en el  Teatro Pérez Galdós. Representaron obras de los hermanos Millares, Galdós y Guimerá.

El día 1, asistió a la Jura de Banderas y recorrió las baterías y fortificaciones de la Isleta. Dijo: "Aquí en la Isleta hay que hacer un puerto militar, un nuevo Gibraltar, que sirva de refugio en el porvenir a nuestra escuadra, y que sea el centro de operaciones para la defensa de las islas".
Mientras tanto, la Infanta visitaba los escasos establecimientos benéficos. A continuación, partieron hacia el Hotel Santa Brígida, al almuerzo ofrecido por el Comercio. Le escoltaba un centenar de jinetes. El Rey les dijo: "Llevo buena, lucida y muy leal escolta". El presidente del Círculo Mercantil, D. Domingo Rodríguez, del partido dependentista  canario, dialogó con el Conde de Romanones acerca de la división de la nación canaria en dos provincias, del contrato de la Arrendataria de Puertos Francos..., mostrándose antileonino (contrario a Fernando León y Castillo) y antitinerfeño.
Terminado el almuerzo, visitaron Santa Brígida, cuyo alcalde le entregó sus peticiones: subvención para la construcción de una escuela..., y San Mateo, donde presenció una carrera de caballos y burros. Al anochecer, se celebró una recepción y un lunch en el "Alfonso XII". Isleños, españoles y demás extranjeros especialmente ingleses estuvieron presentes. Doña Belén Méndez, viuda del Teniente Coronel de Infantería, D. Augusto Poncios, le pidió protección para su hijo mayor, que quería estudiar en la Academia de Infantería y no podía por carecer de recursos. El día 2, lo dedicó a inspeccionar los buques extranjeros S. Rafael y Condé, felicitando al Rey de Portugal y al Presidente de Francia, respectivamente. Sin embargo, Arucas se quedó esperando su visita programada.
A las cuatro de la tardes, después del banquete oficial en el "Alfonso XII", marchó a la batalla de flores, frente al Gobierno Militar. Las carrozas y los coches desfilaban delante del Rey español, al tiempo que flores, serpentinas y confetis se cruzaban sin cesar, entre las aclamaciones de júbilo hechas al Monarca. A las ocho y media de la noche asistía al banquete del Ayuntamiento, donde se colocó una lápida con la inscripción: "S. M, D. Alfonso XIII fue el primer Monarca que honró a la ciudad con su visita. 1º de abril de 1906". Lo mismo había hecho el Instituto General y Técnico de Eguerew n Chinet (La Laguna-Tenerife).
A su término, desde los balcones, presenció la quema de fuegos artificiales, siendo el último acto en dicha isla. De camino al muelle, vitoreado durante todo el recorrido, un grupo de obreros le entregó un escrito, pidiendo la desaparición del impuesto de Consumos, la protección de la industria y el desarrollo de la enseñanza obrera. El Rey dejó 5.000 pesetas al alcalde, Sr. Hurtado Mendoza, para los pobres y establecimientos benéficos de la colonia. A las doce de la mañana el "Alfonso XII" zarpaba rumbo a Benahuare (La Palma), escoltado por el Giralda.
En Gran Canaria, los políticos españolistas serviles fueron agasajados, siendo invitados a un champán por el Gabinete Literario. Hubo reunión en la casa de D. Domingo Rodríguez, amigo del general Luque, con el Conde de Romanones y el secretario de S. M, D. Niceto Alcalá Zamora. Se llevaron de la isla las peticiones de las autoridades, del partido liberal (sostenimiento de las franquicias...) y del diputado Pérez del Toro, que pedía la creación de una Escuela de Ingenieros Industriales y otra de Comercio... A aquélla, las señoras de los colonos de Guiniwada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) le regalarían un estandarte, en 1910. La Reina sería la madrina en el acto de bendición, siendo representada por Dª Dolores Manrique de Lara del Castillo, que fue apoyada por el marqués de Muni. Dicha señora había dirigido el acondicionamiento del Palacio Episcopal, para que sirviera de residencia real.
1906 Marzo 12. Nace en Mazo, Benahuare José Gregorio Toledo Pérez. Pintor. Afincado definitivamente en la Metropolis desde 1924 hasta su muerte acaecida el 2 de noviembre de 1980. Ya en la capital de España se formará en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, donde se forjará su personalidad artística, evolucionando desde un realismo atemperado en los años 30 a un clasicismo lírico y personal, caracterizado por una paleta de sobrio colorista en la mejor tradición de la Pintura Española. En 1942 obtiene la beca Conde de Cartajena de la Real Academia de Bellas Artes, el Diploma de Honor de la Exposición Nacional de Barcelona y el Primer Premio del Salón de Otoño de Madrid, consiguiendo tres años más tarde la Primera Medalla de la Exposición Nacional Española de Bellas Artes de Madrid con la obra titulada "La visita", que según Juan Julio Fernández "no es otra cosa que la presencia de Mazo, con sus señoriales aires cortesanos, en la corte, por excelencia, de la capital del Reino de España. Como docente, obtendrá, en 1944, la cátedra de Estudios Preparatorios de Colorido de la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y diez años más tarde la de "Colorido y Composición" en la madrileña de San Fernando. Como expositor, participará en la Bienal de Venecia en sus ediciones de 1936, 1942, 1950 y 1952, participando así mismo en importantes muestras de Arte Español en Alemania (1942), Portugal (1943), Egipto (1950) y Argentina (1953). Se ha escrito que "en la vida y la obra de Gregorio Toledo, confluyen genio y talento. El primero, capaz de la fecundación creadora; el segundo necesario para llevar la obra a su plena maduración". Por su parte, Jaime Pérez García afirma que Toledo ha sido el pintor "más notable que ha dado Benahuare (La Palma) en el siglo actual". Su destacada trayectoria ha sido reconocida por el Ayuntamiento de su pueblo natal en varias ocasiones, nombrándole Hijo Predilecto en 1954 y rindiéndole público homenaje en agosto del mismo año. El 15 de enero de 1892 un acuerdo plenario reiteraba el reconocimiento municipal, decidiendo ahora colocar una placa conmemorativa en la fachada de las Casas Consistoriales y dar el nombre del pintor a la plaza, entonces en proyecto, del lugar conocido como El Morro. Su nombre también se le dará al Aula de Cultura ubicada en el casco del municipio donde, entre el 25 de mayo y el 4 de junio de 1989, tendría lugar una exposición de su obra, integrada por doce valiosos cuadros, uno de los cuales, "Vistiendo el maniquí" (1950), preside en la actualidad el salón de sesiones del Ayuntamiento.

1906 abril 5.

La visita de Alfonso XIII a Puerto de Cabras, 1906

Esta fue la primera visita que realizó un monarca español a Fuerteventura, abril de 1906
La de un joven Alfonso XIII, abuelo de S.M. Juan Carlos I, enmarcada en el ambiente de desánimo que se instaló en la intelectualidad y en la decadencia del sistema político de la Restauración, tras el desastre de 1898.

La visita del Jefe del Estado venía a expresar la vocación de reafirmar la soberanía española sobre las islas y a respaldar los intereses en la vecina costa africana. 

Para Puerto de Cabras y para la isla, la ocasión era irrepetible después de 500 años de Historia común para que, por una vez, las autoridades locales pudieran plantear en su propia tierra a las más altas jerarquías del Estado sus inquietudes, sus necesidades. Se pedía ayuda para un depósito de aguas, para acabar el templo, para el acondicionamiento portuario... Se demandaron tantas cosas y tan grande fue el contento general que decidieron poner el nombre del monarca a una de sus calles.

En el recuerdo se fue apagando la crónica de la visita y por eso la rescatamos.
Veamos el ambiente y la descripción del Puerto de Cabras de la época en palabras del poeta lanzaroteño Isaac Viera, de visita en la isla dos años antes del paso de Su Majestad Alfonso XIII:

“La ascensión al pueblo, que se compone de veinte calles y una bonita plaza... exige encaramarse por cualquiera de las callejas que desde la principal trepan a derecha e izquierda de la población...” y prosigue “el muelle de Puerto de Cabras pertenece al municipio, es un rinconcito abrigado donde se recuestan a la baja marea las barcas... mientras algún pailebot duerme fuera del espigón...” Y termina diciendo “tiene dos fondas... cuenta con un hospitalito debido a los generosos esfuerzos de la Cruz Roja... En el casino “El Porvenir” se halla instalado un lindo teatrito... donde tiene también sus dependencias la Banda de Música”.

El ambiente institucional en tiempos de la visita

Entonces residía en Puerto de Cabras el Gobierno Militar de la Isla, la Subdelegación de Marina, la oficina postal,  la subdelegación de Hacienda, la Notaría, varias agencias consulares, la Subcomisión de Cruz Roja y compartía su actual territorio con las jurisdicciones de los municipios de Casillas del Angel y Tetir, cuyos alcaldes asistieron al acto que nos ocupa. Las carreteras que unían estos pueblos estaban en obras y se abrían paso en Ampuyenta, con destino al Sur de la Isla y en La Matilla, hacia el Norte.
En el Puerto se perfilaba la capitalidad: Además de los organismos citados hacía poco tiempo que recibieron con jolgorio las fuerzas de la Compañía del Batallón de Reserva nº 6 que vino a guarnecer la plaza y que, precisamente en 1906 pasaba a denominarse Batallón de Cazadores Fuerteventura nº 22; y poco antes también la Guardia Civil había llegado al lugar. A fines de enero del año de la visita regia obtuvieron del Obispado la parroquia de Nuestra Señora del Rosario.

En el Casino “El Porvenir”, única sociedad civil que entonces existía, se comentaba la visita y se barajaban las peticiones que formularían a las autoridades de Madrid, pues muchos de los socios ocupaban los cargos administrativos del municipio. Se clamaba por la creación del Juzgado de Primera Instancia que les convertiría en cabeza de partido judicial, pues en esto seguían dependiendo de Lanzarote; así apareció en varias ocasiones en las páginas del semanario “La Aurora”, único periódico local de la época. Se lloraba por el telégrafo, por los itinerarios de los vapores correos y tantos otros clamores.
Con la visita de Alfonso XIII Fuerteventura se asomó a la Historia de España para algo más que para servir de lugar de destierro, que también tuvo algún  revolucionario de la Gloriosa de 1868 y "conspiradores" contra la metrópoli en los restos coloniales de ultramar.

El Rey en Puerto de Cabras
A las 6,30 horas de la mañana del 5 de abril de 1906 fondeaba el “crucero” Alfonso XII en la bahía de Cabras, donde ya estaba el Extremadura y otros barcos de menor porte desde la noche anterior.
 Aunque el semanario La Aurora recogió en su número de 12 abril la noticia del evento, nosotros no nos resistimos a reproducir parte del acta que reflejó el Ayuntamiento en el Libro de la Corporación para dar solemnidad y conocimiento a las generaciones posteriores:

"Saltó S.M. al muelle por la marquesina preparada al efecto a las 8 1/2 de la mañana acompañado de los Excmos. Sres. Dn. Alvaro de Figueroa, Conde de Romanones, ministro de la gobernación; Dn. Agustín Luque, ministro de la guerra; Dn. Victor Comas, ministro de Marina; de los generales Marqués de Pacheco y Rascarán, de su séquito real, del Gobernador Civil de la Provincia Dn. Ramón Ledesma Hernández y del Teniente Coronel Jefe de la Guardia Civil de este Archipiélago Dn. Domingo Lomo Garcia.

"En el muelle le esperaba el teniente de Alcalde Dn. José Castañeyra Carballo por indisposición del Alcalde presidente Dn. Juan Domínguez Peña, el gobernador militar de la Isla, Teniente Coronel Dn. Antonio Serra Orts, el presidente de la Cruz Roja, Dn. Ramón Fernández Castañeyra y el médico titular Dn. Domingo Hernández González. Dicho teniente de Alcalde saludó al Monarca en nombre del pueblo, emprendió la marcha en dirección al templo parroquial. En el muelle le hizo honores la banda de música que dirige Dn. Juan Peñate Quevedo e inmenso público que excedió de cuatro mil personas le hizo una ovación delirante.”
"En medio de los vítores de la multitud que constantemente le aclamaba, llegó S.M. a la Parroquia en donde se cantó un solemne Te Deum, siendo el oficiante nuestro venerable párroco Doctor Dn. Teófilo Martínez de Escobar y Luján. Terminado dicho acto religioso el Doctor Martínez de Escobar leyó a S.M. un notable escrito en que le pidió una limosna para terminar el templo. Salió S.M. por la puerta del Sur, dirigiéndose por la calle del Rosario a la del General Linares en donde revistó la Compañía activa de este batallón que mandaba el Capitán Dn. Antonio Bañolas Passano (?), teminada la revista continuó por la calle del Rosario hasta llegar al bonito templete que esta Corporación acordó construir, y que dirigió el primer teniente de este Batallón Dn. Vicente Vilchez Cueto, para desde él presenciar un desfile de camellos que se preparó; de allí se dirigió por la calle Fernández Castañeyra, León y Castillo, Puente y Marina al cuartel de Infantería del Batallón que guarnece esta plaza, y de allí vino el Monarca a esta Casa Ayuntamiento en donde se le obsequió con un refresco.

"El Ayuntamiento entregó al Rey una instancia pidiéndole un depósito de agua y el teniente de Alcalde rogó a S.M. aceptara una camellita que para el objeto se había adquirido, y S.M. manifestó que la aceptaba con mucho gusto.

"El General Marqués de Pacheco entregó 500 ptas. al Sr. Alcalde para los pobres y 250 al Dor. Martínez de Escobar para la fabricación del templo, y 200 de la Infanta Doña María Teresa que por indisposición no pudo saltar a tierra.

"A las 10 se dirigió S.M. al muelle seguido de su séquito e inmenso público, habiéndose embarcado en medio de la más entusiasta manifestación de simpatía.

"Todas las calles por donde S.M. pasó estaban vistosamente engalanadas por profusión de banderas y ramaje y se levantaron seis arcos de triunfo en las calles de León y Castillo, Marina y Plaza del Rosario.

"Todo el vecindario ha rivalizado en entusiasmo a la visita regia, quedando por ello satisfecha la Corporación."

Suscribieron el acta los señores José Castañeyra, alcalde acciental; Secundino Alonso, Juan Castro, Tomás Martín, Pedro Hernández y Manuel Martín. Actuó como fedatario don Enrique L. López, Secretario de la Corporación. (Francisco Javier Cerdeña Armas)

1906 Octubre 15.  Patricio Estévanez, director del "Diario de Tenerife" y concejal republicano en el Ayuntamiento de Santa Cruz, protesta públicamente y propone al consistorio retirar todas las proposiciones contenidas en su exposición al rey en la metrópoli, renunciando a todas las concesiones ofrecidas y poniendo a disposición del Gobierno todos los centros, dependencias y organismos oficiales.
1906 Octubre 28.
El Ayuntamiento lagunero en sesión plenaria, tomó el acuerdo de crear una Banda Municipal, "por comprender la Corporación que esos organismos de aficionados estaban llamados a desaparecer y no llenaban su cometido en una población de la importancia de la nuestra, ya que no podían atender a las tocatas de la temporada de verano, y otras que, en casos especiales, eran necesarias para la Corporación".

Para que la Banda lagunera fuera una realidad, el Ayuntamiento nombró una comisión compuesta por los concejales Tomás Guillermo Morales y Guillermo Perera y Álvarez, quienes redactaron el reglamento y nombraron director a D. Fernando Rodríguez Díaz.

Desde que el 7 de Febrero de 1907 se aprobase su Reglamento hasta 1922, la agrupación fue cumpliendo su cometido tanto en los actos oficiales, como en los desfiles y fiestas de la ciudad, con una entrega y entusiasmo encomiables. La labor de la Banda fue muy fructífera, sobresaliendo en todos los conciertos que dio en el teatro de la ciudad, en la tradicional fiesta de San Miguel y en la Orotava, Puerto de la Cruz, Güimar, La Gomera y Santa Cruz de Tenerife.
 
En 1923 una vez cubierta su primera singladura, se acordó la reorganización de la misma, publicándose el 6 de Mayo las bases del concurso para proveer de director y músicos. El nombramiento de director recayó en el excelente profesional D. Manuel Bouza, quien gozaba de muy buena reputación por sus aptitudes y conocimientos.

El 21 de Junio de 1924 se constituyó un patronato encargado de la salvaguarda de la Academia y Banda Municipal, formado por Heraclio Sánchez Rodríguez, Pedro María Pinto de la Rosa, Manuel Vandewalle y Pinto, José Pérez González, José Darmanín Delgado, Santiago Taular y Federico Meléndez Barreda. El Patronato, en el que intervino eficazmente el Municipio, anunció el concurso para la plaza de Director, cargo que se concedió al conocido maestro D. Juan Estany, buen pianista, profesor de música y con título de director de orquesta. La Banda adquirió bajo su cuidada gestión, gran prestigio y popularidad, recibiendo muchas ovaciones al presentarse en público en un concierto en la Alameda del Adelantado el día de San Cristóbal, y viéndose respaldada por una cuestación popular destinada a la adquisición de partituras y nuevos instrumentos, que ascendió a cuatro mil pesetas, cantidad que recibió el tesorero del patronato Pedro María Pinto.

El Ayuntamiento, seguro ya de la consolidación del grupo, incluyó en sus presupuestos de 1925/26 una dotación para profesor solista, director de la Academia de Música y Vicedirector de La Banda. Concursó en la plaza el maestro D. Francisco Bas y Gómez haciéndose cargo de la Banda lagunera, la cual, bajo su batuta y con sus consejos alcanzó fama y notoriedad. En esta etapa se destacaron jóvenes de la ciudad que ingresaron el  grupo.
 
Los sucesos derivados de la Guerra Civil de los españoles, (1936-1939) obligaron a que la Banda, sin desaparecer totalmente, espaciara sus actuaciones. Acabada la guerra, se volvió a reagrupar a los músicos a lo que contribuyó con su buen quehacer D. Pedro Febles, normalizándose el Patronato y logrando que la Banda volviera a su antiguo esplendor.

En tales circunstancias, se hizo cargo de su dirección D. Fernando Rodríguez Díaz, al que sustituyó el buen profesional D. Antonio González Ferrera, que dedicó su interés y buen trabajo para que la Banda alcanzará un alto nivel. Al fallecimiento muy sentido del maestro Antonio González Ferrera, siguieron al frente del grupo los músicos D. Arístides Pérez Fariña, D. Manuel Hernández Martín (esclarecido director del Orfeón la Paz), D. Domingo González Ferrera y D. José Antonio Francisco Díaz León.
1906 diciembre 11.
Se produce un conato de epidemia de tifus en la población de Santa Cruz de Tenerife.
“Se detectaron varios casos de tifus en la capital. Murieron dos enfermos en sus casas (los días 3 y 4) y lue­go tres en el lazareto (los días 8, 9 y 16). Hasta fines del año no hubo más víctimas. Pero aquello había sido suficiente para hacer que cundiese el pánico, y no sólo en Santa Cruz: porque en todas las mentes estaba presente, con carácter permanente, la amenaza de epidemias más graves, fiebre amarilla o peste bubónica.

En Santa Cruz se tomaron, esta vez rápidamente, las medidas pertinentes. Se abrió el lazareto, transformado en hospital, con Agustín Pisaca Fernández y el doctor Naveiras como médicos. El 11 de diciembre se desinfectaron las aguas de Los Lavaderos, así como las del Toscal y de Cabo-Llanos; se destruyeron las barracas que podían constituir focos de infección; se quitaron las basuras, se ale­jaron de la ciudad los cerdos. Se cerraron las escuelas, para evitar en lo posible la contaminación. Como los médicos habían establecido que la enfermedad era simplemente tífica y su peligrosidad relativa, se consideró que se había hecho lo suficiente para combatirla. Sin embargo, fuera de Santa Cruz nadie creyó en las seguridades y ga­rantías de los médicos y de la autoridad. Se pensó que se trataba en realidad de peste bubónica y que los santacruceros ocultaban la ver­dad, para no perder los beneficios del tráfico de su puerto. Así como en Santa Cruz había cundido el tifus, en otras partes cundió el histe­rismo colectivo. En La Laguna se trató de impedir el paso del tran­vía y en el km. 8 de la carretera se estableció una estación de fumi­gación, que en realidad no hacía daño a nadie, pero que contribuía a mantener la inseguridad. En Las Palmas, 19 médicos firmaron una certificación en que se declaraba que la enfermedad que se padecía en Santa Cruz era peste. Se produjo un verdadero pánico y en algu­nos puertos los barcos procedentes de Santa Cruz fueron recibidos a tiros. En Santa Cruz se sospechaba que no era pánico, sino un juego complicado de intereses y rivalidades políticas, que pretendía declarar sucias las procedencias de Tenerife y cortar de este modo el comercio de la capital. Por otra parte, también había gente des­confiada en Santa Cruz: en alguna fracción de la opinión pública nació la sospecha de que posiblemente los otros tenían razón, que efectivamente había peste y que la autoridad intentaba disimular la verdad. Hubo momentos de gran tensión, en que los alarmistas ha­cían su agosto, los políticos veían confirmarse sus peores obsesiones y el gran público navegaba entre la esperanza y el temor.
Entonces fue cuando el gobierno comisionó al doctor Comenge, para que estudiara la situación sanitaria de la capital canaria e infor­mara sobre lo que había de cierto en aquella epidemia. El doctor Comenge llegó a Santa Cruz el 18 de diciembre. Su optimismo fue el mejor tónico para reconfortar aquellos espíritus alterados. Visitó el hospital de aislamiento establecido por el ayuntamiento en el laza­reto y no tuvo para él más que palabras de elogio. Declaró que, naturalmente, aquello no era peste; que las defunciones que hasta entonces se habían registrado se debían al carácter tardío de los cuidados médicos que se habían aplicado a los enfermos; y que cuantos estaban internados o se internarían aún, estaban seguros de curar.

No es que al doctor Comenge le hubiese gustado todo cuanto veía.
Por el contrario, se quedó espantado por el estado sanitario de las ciudadelas y de las viviendas más pobres, por la subalimentación y la miseria que dominaban en gran parte de la población. Tuvo la oportunidad de distinguirse, no sólo por su celo profesional, sino también por su filantropismo. Por honorarios de su comisión, el go­bierno le pagaba 5.000 pesetas, que él abandonó, ofreciendo esta cantidad al ayuntamiento para asistencia de los pobres. Fomentó la creación de un instituto de lactancia artificial, cuya organización in­dicó él mismo, y en la rifa que se hizo para su dotación hizo rifar su reloj de oro. Con gestos de esta clase y con la simpatía que supo inspirar, remontó los ánimos abatidos de los santacruceros y contri­buyó eficazmente para hacer olvidar un episodio que, más que trá­gico, había sido bochornoso. Afortunadamente, este episodio sería el último en la larga historia de las epidemias en Santa Cruz.” (Alejandro Ciuranescu, Historia de Santa Cruz de Tenerife, 1978, t. IV: 96  y ss.)
1907. Nace en Erbania (Fuerteventura) Imael Ernesto González Mora, se traslada de pequeño con su familia a Chinet (Tenerife) donde entabla amistad con el poeta Pedro García Cabrera. Inicia su actividad como ilustrador y pintor. Reside algún tiempo en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria), donde entra en contacto con la Escuela Luján Pérez. En 1930 funda, junto a Pedro García Cabrera, Ernesto Pestana y otros, la revista Cartones. En 1931 se traslada a Madrid (España), donde pocos años después monta su propio taller y se convierte en uno de los nombres más destacados del surrealismo español. Una condena a la cárcel por motivos políticos al final de la guerra civil le de los españoles es conmutada por el exilio en Canarias. Posteriormente residiría en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria), Venezuela y Barcelona (España), donde continúa su obra pictórica y su labor de ilustrador en revistas y libros, en contacto con la vida literaria. En vida fue remiso a publicar su poesía por lo que mucha permaneció durante años inñedita o dispersa en revistas, aunque en 1992 Eugenio Padorno recopiló su obra completa en un volumen titulado Dado de lado.Fallece en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria en 1981) Obras: El aire que me ciñe (1946), poesía. Un camino, un poema (1953), poesía. Chalet de O'Gorman (1977), poesía.
1907.
José Pérez Vidal.Santa Cruz de La Palma (1907-1990). Investigador y erudito. Doctor en Filosofía y licenciado en Derecho. Académico correspondiente de la Real Academia Española y de diversos organismos y asociaciones geográficas etnológicas de España e Hispanoamérica. Su obra se ha dedicado fundamentalmente a la lingüística y a la etnología insulares, a las relaciones entre las Canarias y el mundo Atlántico y a diversos aspectos de la obra y la personalidad de Pérez Galdós. Destacaremos entre sus muchísimos trabajos los siguientes: Contribución al estudio de la medicina en Canarias (1945), La Imprenta en Canarias (1942), Endechas populares en trístrofos monorrimos (1952), Poesía tradicional canaria (1968), Folklore infantil canario (1986). Así como varias publicaciones sobre tema galdosiano. Obtuvo el Premio Canarias sobre acervo histórico y patrimonio histórico artístico y documental en 1984. (Tomado de: www.premiostaburiente.com/personajes/).

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