jueves, 17 de abril de 2014

EFEMERIDES CANARIAS







UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1901-1910



CAPITULO –XXVI


Eduardo Pedro García Rodríguez

1910. Expedición de observadores de Postdam a Tenerife, en la que se tomaron fotografías adaptadas a las medidas fotométricas del cometa Halley (Mascart, 1910). De estas imágenes, Schwarzschild dedujo la disminución en luminosidad de la cola del cometa, conforme aumenta la distancia al núcleo, como una consecuencia del decrecimiento en densidad de dicha cola. En este mismo año, Müller y Kron obtienen en Tenerife una serie de medidas que suponen una de las mejores verificaciones de la teoría de la difusión molecular de la luz aplicada a la atmósfera.

1910. 
Anuario Comercial de Gran Canaria y Fuerteventura por Alfredo S. Pèrez y Rafael Enriquez Padrón:   
“Guía: Ciudad de 1.391 habitantes, con Ayuntamiento de 5 mil 247, situada al norte de la isla, a 37 kilómetros de Las Palmas y a 189 metros sobre el nivel del mar, en la carretera del norte.
Es cabeza del partido judicial de su nombre, residencia del regimiento de Infantería de Guía y tiene Estación Telegráfica limitada y Estafeta de Correos fusionada, autorizada para expedir y recibir valores declarados y paquetes postales, teléfono con los principales pueblos.
El estado de la agricultura es bueno en las costas y regular en la parte alta, y la época de  las lluvias de noviembre a marzo, ambos inclusive.
Su principal industria consiste en la elaboración de azúcar de caña  y de los renombrados quesos de flor, de un sabor exquisito; y sus fértiles vegas y bien cultivados campos producen cereales, legumbres, plátanos, caña de azúcar, patatas, batatas, tomates y frutas de todas clases.
Fiestas principales: Nuestra señora de la asunción, su patrona, el 15 de agosto, y San roque, el 16. Ferias: 15 de agosto, mercado todos los domingos.” (En: Sergio Aguiar Castellano)
1910 Enero  19. La balandra María, del club Náutico tinerfeño, se estrelló en las rocas de la antigua batería de San Pedro, del Puerto de Añazu (Santa Cruz).
1910. En Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) nace Guillermo Sautier Casaseca. Fue el autor radiofónico de más éxito de la posguerra española. Desde su ciudad natal,  se trasladó a Santander (España), licenciándose en Derecho y trabajando como abogado en el despacho de Cambó y como interventor civil de la Marina en el Alto Estado Mayor de Madrid. Solicitó la excedencia para dedicarse a la radio, con un programa semana llamado Estrellas ante el micrófono. Sus trabajos literarios lo llevaron a escribir artículos de humor, guiones cinematográficos, revistas y operetas. Su primer gran éxito fue la adaptación para la radio de El Conde de Montecristo; a éste siguieron obras propias como Lo que nunca muere, Ama Rosa, Una arrabal junto al cielo, La intrusa, El pecado de la mujer, Un grito en el cielo, Después del recuerdo y Alicia. Su obra se establece en 12.000 guiones y 70 novelas, lo que le convierte en uno de los autores más fecundos del mundo. Ha sido definido como el autor que más a hecho llorar a los españoles, con sus espacios radiofónicos conocidos popularmente como “La Novela La Lechera”). Fallece en 1980.
1910.
La denominación de “comunidad” o, en tiempos, “colonia árabe en Canarias” se emplea tradicionalmente para hacer referencia al colectivo de inmigrantes sirios, libaneses y palestinos que arribaron a las Islas a principios del siglo XX y, de manera intermitente, pero igualmente significativa, continuaron llegando hasta finales de la década de los sesenta. Aunque con posterioridad se iría incorporando una nueva generación de inmigrantes de la misma nacionalidad, lo cierto es que sus pautas migratorias y de integración socioeconómica en las Islas no respondían a las del núcleo inicial, con unas señas de identidad muy peculiares.
Del mismo modo cabe matizar esta denominación genérica, de comunidad árabe, pues en puridad abarcaría a otros nacionales que, procedentes de diversos países árabes, se han ido asentando paulatinamente en el archipiélago, en particular, los originarios del Magreb árabe y bereber (mauritanos, saharauis, marroquíes y, en menor medida, argelinos). La imprecisión de esta denominación deriva básicamente de que los árabes de Oriente Próximo (Mashrek) fueron los primeros en formar una comunidad de referencia para los isleños que, a su vez, y en no pocas ocasiones, distinguían de esta manera a los árabes del Mashrek de los del Magreb. Por lo que, en suma, la denominación más pertinente es la de comunidad árabe del Mashrek o, por concretar más, en este caso, la de comunidad siria, libanesa y palestina.
A pesar de sus diferentes nacionalidades, cabe agrupar a estos tres colectivos en tanto en cuanto forman parte del mismo movimiento migratorio; además de compartir pautas similares de integración socioeconómica en la sociedad isleña, centrada en el comercio textil especialmente (apartado que no se desarrolla en este texto por razones de espacio). La inmigración siria, libanesa y palestina se asienta en Canarias de manera azarosa, pues originalmente remite a las oleadas migratorias que, iniciadas en torno a 1860, embarcaban en los puertos de Beirut y Haifa, principalmente, para luego terminar desembarcando en los del continente americano. En tan larga travesía, desde el extremo más oriental del mar Mediterráneo hasta la orilla más occidental del océano Atlántico, los puertos canarios eran las últimas estaciones de paso. A esta singularidad se sumaron toda una serie de avatares (accidente, agotamiento, enfermedad, temor a un mayor alejamiento del punto de origen y, entre otros, limitación del pasaje hasta el último puerto español) que, sin duda, contribuyeron a que algunos inmigrantes no sólo tomaran tierra transitoriamente, mientras el barco repostaba, sino que también intentaran “probar suerte” de manera provisional en las Islas. A su vez, esta provisionalidad fue tornándose crecientemente temporal e incluso definitiva en algunos casos. De hecho, lo que comenzó siendo una parada de tránsito (o mera migración golondrínica, que sólo paraba para su avituallamiento) terminó convirtiéndose en un puerto de destino. Así tuvo lugar la formación de un primer núcleo de inmigrantes que, bien con su ejemplo o bien con sus cartas de llamadas, fueron atrayendo a nuevos inmigrantes con los que tenían vínculos muy laxos, derivados de compartir el mismo origen regional: las provincias árabes del Imperio Otomano (Alepo, Beirut y Damasco), ubicadas en la región del Levante conocida también como Bilad al-Sham, y que actualmente comprende los países de Siria, Líbano, Jordania e Israel/Palestina; o bien con los que mantenían lazos más estrechos, fruto de una relación familiar, de parentesco o, igualmente, de vecindad, con una arraigada identidad comunitaria, dado que la mayoría de los inmigrantes procedían del medio rural. Ambas relaciones son observables tanto en el origen regional de los inmigrantes como en su árbol genealógico.
Los primeros inmigrantes viajaban con documentación otomana, pues, como se ha dicho, el Imperio Otomano dominó la región del Mashrek hasta la Primera Guerra Mundial, pasando inmediatamente después dichos territorios bajo el Sistema de Mandatos, que se prolongó a lo largo del denominado periodo de entreguerras: Francia gobernó Siria y Líbano; y Gran Bretaña hizo lo mismo en Palestina y Transjordania (Jordania a partir de 1950), además de Irak. De ahí que, a principios del siglo XX, los inmigrantes árabes en las Islas fueran registrados como turcos: en 1910 se contabilizaban unas 103 personas; número que ascendió a 185 en 1915 para, luego, descender a 40 entre 1917 y 1918. Este vaivén de cifras tiene que ver tanto con el carácter originalmente transitorio y provisional del asentamiento isleño como con las turbulencias internacionales del momento. De hecho, muchos inmigrantes retomaban el camino hacia América, sin olvidar quienes, por el contrario, retornaban a su tierra. Esta pauta fue extensiva al convulso periodo de entreguerras. De ahí, nuevamente, el juego de cifras en esta etapa. En 1930 el número de nacionales turcos en las Islas descendió a 27 personas, al mismo tiempo que aparece recogido en el censo del mismo año 219 residentes de nacionalidad árabe del Mashrek. A su vez, la guerra civil española afectó también a dichos inmigrantes, pues sufrieron la represión y, en algunos casos, la privación de libertad por razones de xenofobia y extorsión económica, principalmente. Por lo que no pocos, según numerosos testimonios orales, retomaron su vuelo migratorio hacia el continente americano o bien retornaron a su lugar de origen.
Sólo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y, en cierta medida, como extensión de ésta, de concluida la primera guerra árabe-israelí (1948-49), comenzará a estabilizarse el número de inmigrantes sirios, libaneses y palestinos en las Islas. A lo largo de la década de los cincuenta se registra un incremento paulatino, que pasa de 505 residentes en 1955 a 674 en 1959. Este número vuelve a descender a principios de los sesenta, en 1961 aparecen registradas sólo 493 personas y en 1963 bajará a 477, pero terminará repuntando durante la segunda mitad de la década hasta llegar a la cifra de unos 580 en 1969. Finalmente, en los años setenta, su número seguirá incrementándose hasta alcanzar 721 personas en 1979, aunque su pico más alto se registra un año después, en 1980, con 739 inscritos. Este aumento responde a un nuevo ciclo emigratorio en la región de origen, que afecta particularmente a palestinos y libaneses. Los primeros siguen sometidos a un férreo régimen de ocupación militar en su propio país y, de otro lado, sufren los recelos, cuando no, la abierta hostilidad de los regímenes circundantes en la zona; y los segundos se ven afectados por los años más duros de la guerra civil en el Líbano (1975-77) y la consiguiente inestabilidad que, de manera casi permanente, se instaló en el país de los cedros.
No obstante, como se ha comentado, el perfil de esta nueva oleada de inmigrantes, que llegan a partir de bien entrada la década de los setenta, ya no guarda una relación tan estrecha con el original movimiento migratorio, ni mucho menos con sus pautas de integración socioeconómica, pese a que se sigue advirtiendo algunos vínculos regionales, familiares o de parentesco. Por el contrario, otros muchos carecen de esos lazos comunitarios. Son profesionales liberales (sobre todo, médicos y algunos farmacéuticos), que han recalado previamente en la península, durante su periodo de formación; y pequeños o medianos empresarios, dedicados a la hostelería, el negocio de importación y exportación, y la actividad comercial en general. Sin olvidar, por último, un pequeño núcleo de estudiantes universitarios, además de algunos trabajadores por cuenta ajena.
Aunque el perfil predominante de este movimiento migratorio fue el del varón, joven y soltero, con estudios básicos, lo cierto es que no faltaron familias en el seno del mismo. La tendencia era que el viaje inicial y exploratorio, en el caso de los solteros, fuera asumido por el hermano mayor, mientras que, en el caso de las familias, fuera realizado por el padre. En ambos supuestos, una vez establecidos y convencidos de las bonanzas del nuevo destino, se solía llamar a los hermanos menores y al resto de la familia. Esta inicial diversidad de género facilitó que entre los miembros de la primera generación de inmigrantes se formaran nuevas familias en el seno de la comunidad, con independencia de que fueran de una nacionalidad u otra, retroalimentando así los vínculos comunitarios. Obviamente, semejante comportamiento no excluyó la tendencia mayoritaria de contraer matrimonio con mujeres isleñas. Pero esa es otra historia. (José Abu-Tarbush, 2007. En: Fundación Canaria MMXXI)
1910. Nace en Los Llanos de Aridane, Benahuare, Eduardo Acosta Brito,  estudia las primeras letras y bachillerato en Benahuare (La Palma) y posteriormente obtiene el Titulo de Practicante en la Facultad de Medicina de Cádiz (España) el año 1948.

Hace alguna interinidad en APD, pero fundamentalmente trabaja en el medio privado, con consultorio propio instalado en Los Llanos y en las Clínicas de la localidad. Se dedica durante muchos años a la práctica de Callista y Masajista terapéutico. Fue un profesional muy trabajador, ampliamente conocido en toda la comarca del Valle.
Tuvo tres hijos. Uno Médico que ejerce en Tenerife, otro Catedrático de Filo fía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares y autor de varios libros y diversas publicaciones y la tercera Profesora de EGB. Fallece el 8 de julio de 1971,en Los Llanos, a los 61 años de edad.

1910. La emigración canaria a Cuba tras la independencia y la reactivación económica que le siguió con la inversión de capitales norteamericanos, brindaba a la isla campesinos experimentados en compaginar todo tipo de labores agrícolas. Será una migración con un alto porcentaje de varones y de retornados, que invertían sus ahorros en Canarias, favoreciendo la división de la gran propiedad especialmente en los altos de los pueblos. Las diferencias salariales entre un lado y otro y la llevada cotización del peso cubano estimularon ese retorno en una época de bonanza en las islas con la reactivación económica gracias a los nuevos cultivos de exportación (plátanos, tomates y papas). Se intensificó a partir de 1910, y especialmente entre 1915-20 por las graves consecuencias de la Primera Guerra Mundial. El bienestar económico cubano llega a su cenit por esos años. Pero en 1921 se originó un impresionante derrumbe. Hubo una cierta recuperación económica entre 1923-24, pero el crac del 29 trajo consigo el hundimiento definitivo de la migración.
 
Una parte de la emigración se canalizó hacia el tabaco en Pinar del Río y la región central de la isla y otra hacia la caña de azúcar en Oriente. Un 30% se quedó definitivamente en la isla, mientras que el resto retornó. Eran éstos últimos fundamentalmente varones jóvenes empleados en las labores de las zafras tabaqueras o cañeras, en el cultivo de frutales o en la venta ambulante. Los que se quedaban en su mayoría eran cultivadores de tabaco o colonos cañeros que traían a sus familias o se casaban con hijas de canarios. En las vegas se iniciaban como trabajadores a la parte de los beneficios. Con sus ahorros en épocas de bonanza compraban luego propiedades, asentándose definitivamente en ellas, como era característico de la zona de Sancti Spiritus donde los bajos precios de los terrenos hasta entonces montuosos favoreció el asentamiento de la población en esa región, donde la presencia canaria era muy numerosa. La deserción del servicio militar, sobre todo en los momentos álgidos de la Guerra de España con su colonia de Marruecos, fue también otro de sus alicientes. Uno de sus rasgos característicos fue el asociacionismo canario creando delegaciones de la Asociación canaria por toda la isla. Dieron pie a centros sanitarios y a un importante movimiento periodístico. Una parte minoritaria de éstos dio lugar en los 20 a la creación del Partido Nacionalista Canario (PNC) y s u órgano de expresión “El Guanche”.

1910. Domingo López Torres nace en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife). Sus escasos medios económicos le obligan a dejar sus estudios y tiene que trabajar desde muy joven, primero de orfebre y posteriormente en un servicio consignatario. En 1935 ya disponía de una librería-estanco, llamada “Número Cinco”, donde se celebraba una tertulia política y literaria. A los dieciséis años publica sus primeros poemas en la revista Héspérides, en la que también colaboran los que serían sus compañeros de generación Eduardo Westerdahl, Pedro García Cabrera, Domingo Pérez Minik... En el verano de 1929 escribe Diario de un sol de verano, que no sería publicado hasta 1987. En 1930, fue uno de los impulsores de la revista Cartones, de la que se editó solo el primer número, al sufrir López Torres un grave accidente de barca en la bahía de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), en el que perdieron la vida, sus compañeros José Antonio Rojas y Julio Antonio de la Rosa. Colabora en el semanario Altavoz, dirigido por García Cabrera. Con Eduardo Westerdahl contribuye a la aparición de la revista Gaceta de Arte, en 1932. Revista que estuvo dirigida por Westerdahl y de la que López Torres fue un redactor muy activo. Al año siguiente, André Breton y Paul Eluard solicitan la colaboración de López Torres para una encuesta en la famosa revista francesa Minotaure.
El 4 de mayo de 1935, llegaron a Chinet (Tenerife) André Breton, Jacqueline Lamba y Benjamin Péret, invitados por el grupo de la Gaceta de Arte, el día 11, del mismo mes, se inaugura la Exposición Surrealista en la capital tinerfeña. Los surrealistas franceses regresan a París, el día 27, tras una larga actividad artística e intelectual. De esta experiencia nace el Nº 2 del Bulletin International de Surréalisme en el que se incluye el Manifiesto Surrealista firmado por Breton, Domingo López Torres, Agustín Espinosa, Benjamin Péret, Pedro García Cabrera, Eduardo Vesterdahl y Domingo Pérez Minik. López Torres en su artículo “André Breton y Tenerife”, publicado en la Gaceta de Arte, proponía un nuevo mapa “el de los países con una misma preocupación espiritual”. De todos los poetas canarios, López Torres es sin duda el más comprometido con el ideario bretoniano, tanto en lo propiamente poético como en las posiciones ideológicas. López Torres edita, por otra parte, la revista Indice, de la que solo se publica el primer número. López Torres se distinguía en esos momentos tanto por sus actitudes estéticas cuanto por su ideología socialista radical, expresada en diferentes artículos y –muy activamente- en la vida política de Tenerife. Fue un divulgador del socialismo, sindicalismo y surrealismo, dispuesto a “sacrificarlo todo por el éxito de nuestras ideas”.
Cuando se produce la sublevación militar fascista española de 1936 es apresado y conducido a la prisión de Fyffes, en la que escribió los poemas de su libro Lo imprevisto (inédito como tal hasta 1981). El escritor español exiliado José Antonio Rial, gaditano que vivió desde su niñez en Tamaránt (Gran Canaria) y que estuvo relacionado con el grupo surrealista de Gaceta de Arte, publicó en Venezuela, en 1969, el libro La prisión de Fyffes en el que se describe con rigor el ambiente sórdido del lugar. “resultaba difícil superar la prueba de lo escatológico humano”, un “vivir en cloacas” en un recinto inadecuado para encerrar en él al elevado número de personas que allí tuvieron que enfrentarse a muy duras condiciones físicas y morales.
En febrero de 1937, Domingo López Torres fue arrojado al mar con otros compañeros enfundados en sacos. No olvidaremos ni perdonaremos tan horribles asesinatos. No podremos olvidar nunca estos crímenes, ni perdonarlos. Nunca. Y como le dijo al mar, su amigo el poeta Pedro García Cabrera “... si quieres quedarte con la verdad de sus sonrisas, / devuélveme su muerte al menos, / su muerte es mía y no te pertenece”.

“¡Cómo atreverse a destacar un nombre de esta inmensa selva de nuestros muertos!”, escribía el enorme poeta Pablo Neruda. Pero es que el nombre que voy a pronunciar está tan atravesado de tantas significaciones que al pronunciarlo se pronuncian los nombres de todos los que cayeron en Canarias defendiendo la materia de sus cantos. Si la barbarie franquista hubiera buscado por todos los rincones de las Islas Canarias a quien sacrificar, como se sacrifica un símbolo, para intentar poner fin a la poesía, como si ello fuera posible, no se hubiera hallado, en nadie ni en nada como en este ser escogido. Estará muerto él, ofrecido como una azucena, bajo el mar en que sus enemigos le arrojaron, pero su voz estará por siempre viva, en la memoria de los hombres.
(Francisco Arias Solía)
1910. Se instalan 207 lámparas de bujías en las calles laguneras.
1910.
En el folleto intitulado Síntesis de la cuestión canaria, publicado en la metrópoli (Madrid,1910), que es una contestación de Tenerife a los argumentos de Gran Canaria, se propone la conser­vación de la Diputación Provincial pero se pide la creación de los Cabildos, «entidad que tiene ya en las islas Canarias tradición histórica». El Cabildo deberá tener «un carácter esencialmente municipal». Cada Cabildo «representará los intereses concer­tados de todos los municipios» de la isla, siendo de este modo «la corporación que re­flejará la unidad, la personalidad y la vida propia instilar». Se le supone compuesto por los alcaldes, presididos por el alcalde de la capital, y renovado cada dos años como los ayuntamientos. La misma proposición se halla incluida en Observaciones relativas u una nueva organización ¡le ¡a provincia de Canarias, Madrid, 1910.

1910. En Chinech (Tenerife) comenzaron a gestionarse los trámites de solicitud de la nueva carretera de las Cañadas del Teide2, también conocida como la C-821, y últimamente, como la Tf-21, la cual iría del norte (La Orotava) hasta el sur (Granadilla).
Debido a la demora del inicio de las obras, Bernardo Benítez de Lugo expuso públicamente en 1918 su indignación y aludía a motivos sociales, económicos, y hasta los beneficios que para la salud pública reportaba el clima de las Cañadas, para justificar la urgencia en la finalización de las obras. También en su discurso recogió cuán bello resultaba el camino de excursión al Teide y hacía referencia a la intención de declarar a las Cañadas del Teide, Parque Nacional, lo cual se llevó a cabo finalmente en 1954.
A finales del siglo XIX y principios del XX se origina la imperiosa necesidad para La Orotava de la creación de una carretera que conectara el norte y el sur de la isla de Tenerife, y se insta por primera vez al Estado para que recoja este proyecto entre sus partidas1.

Se justificaba dicha necesidad por la ingente circulación de mercancías provenientes del sur (losas, higos, almendras...), por el incipiente fenómeno de alto nivel económico que era el turismo, por facilitar el acceso a la zona alta de la villa y por tanto a sus cultivos, por el aprovechamiento forestal y de acuíferos, así como por la importancia de las investigaciones científicas, meteorológicas y astronómicas que históricamente se llevaban a cabo en la zona y que desembocaron, por ejemplo, en la instalación de un Observatorio Astronómico en las Cañadas del Teide.
Dichas obras empezaron en 1918 y llegaron al Portillo antes de la Guerra Civil de los españoles. Al finalizar ésta, se realizó el tramo entre el Portillo y Vilaflor, llevándose a cabo por las milicias, y terminándose las obras en 1964. El último acondicionamiento serio se realizó a finales de la década de los 70. Ya en 1987 se presentó un proyecto de acondicionamiento al Plan General de Carreteras pero nunca se llegó a realizar.
1910.
La emigración canaria a Cuba tras la independencia y la reactivación económica que le siguió con la inversión de capitales norteamericanos, brindaba a la isla campesinos experimentados en compaginar todo tipo de labores agrícolas. Será una migración con un alto porcentaje de varones y de retornados, que invertían sus ahorros en Canarias, favoreciendo la división de la gran propiedad especialmente en los altos de los pueblos. Las diferencias salariales entre un lado y otro y la llevada cotización del peso cubano estimularon ese retorno en una época de bonanza en las islas con la reactivación económica gracias a los nuevos cultivos de exportación (plátanos, tomates y papas). Se intensificó a partir de 1910, y especialmente entre 1915-20 por las graves consecuencias de la Primera Guerra Mundial. El bienestar económico cubano llega a su cenit por esos años. Pero en 1921 se originó un impresionante derrumbe. Hubo una cierta recuperación económica entre 1923-24,  pero el crac del 29 trajo consigo el hundimiento definitivo de la migración.
Una parte de la emigración se canalizó hacia el tabaco en Pinar del Río y la región central de la isla y otra hacia la caña de azúcar en Oriente. Un 30% se quedó definitivamente en la isla, mientras que el resto retornó. Eran éstos últimos fundamentalmente varones jóvenes empleados en las labores de las zafras tabaqueras o cañeras, en el cultivo de frutales o en la venta ambulante. Los que se quedaban en su mayoría eran cultivadores de tabaco o colonos cañeros que traían a sus familias o se casaban con hijas de canarios. En las vegas se iniciaban como trabajadores a  la parte de los beneficios. Con sus ahorros en épocas de bonanza compraban luego propiedades, asentándose definitivamente en ellas, como era característico de la zona de Sancti Spiritus donde los bajos precios de los terrenos hasta entonces montuosos favoreció el asentamiento de la población en esa región, donde la presencia canaria era muy numerosa.  La deserción del servicio militar, sobre todo en los momentos álgidos de la Guerra de Marruecos, fue también otro de sus alicientes. Uno de sus rasgos característicos fue el asociacionismo canario creando delegaciones de la Asociación canaria por toda la isla. Dieron pie a centros sanitarios y a un importante movimiento periodístico. Una parte minoritaria de éstos dio lugar en los 20 a la creación del Partido Nacionalista Canario y s u órgano de expresión “El Guanche”. (Manuel Hernández González, 2008)


1910. En este año, el astrónomo francés Jean Mascart vino expresamente a Canarias para ver el paso del cometa Halley. Mascart quedó tan satisfecho de las condiciones para la observación astronómica que ofrecían las cumbres de Chinet (Tenerife) que propuso la creación de un observatorio internacional en la Montaña de Guajara.
1910. La ilustre escritora María Rosa Alonso Rodríguez nació en Tacoronte, Chinet (Tenerife). Ha sido profesora, investigadora y ensayista. Con el pseudónimo de María Luisa Villalba firmó sus primeras colaboraciones periodísticas en diversos medios de Tenerife. Ha sido profesora, escritora, investigadora y ensayista. Fue alumna de Ortega y Gasset, y García Morente en la Universidad de Madrid (España), donde se licenció y se doctoró en Filología Española. Fue miembro fundador del Instituto de Estudios Canarios y se ha convertido en una de las personalidades literarias más independientes y agudas de Canarias del pasado siglo XX, pese a la discriminación que ha padecido en una sociedad rural y represiva hasta hace muy pocas décadas. Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de La Laguna (1942-1953). En este último año renunció a su cargo de profesora adjunta y se trasladó a Venezuela. Fue profesora de la Facultad de Humanidades en la Universidad de Los Andes (1958-1968) y subdirectora de la revista Humanidades de dicha universidad, regreso ya jubilada estableció su domicilio en Madrid (España), hasta hace pocos años en que impelida por la edad se planteó morir en su tierra, desde entonces residió en Eguerew (La Laguna). Ha colaborado en la prensa del Archipiélago Canario y entre sus obras se encuentran la novela Otra vez (1951) y los libros de ensayos: San Borondón, signo de Tenerife (1940); En Tenerife, una poetisa: Victoria Bridoux Mazzini 1935-1862 (1940 y 1944); Pulso del tiempo (1953) y Santa Cruz, vocación de futuro (1989). Punta del Hidalgo un Rincón de Tenerife, La Luz viene del Este, Con la voz del silencio (1945); Otra vez (1951), novela; El Poema de Viana (1952); Pulso del tiempo (1953); Manuel Verdugo y su obra poética (1955); Residente en Venezuela (1960); Sobre el español que se escribe en Venezuela (1967); Papeles tinerfeños (1972); La ciudad y sus habitantes (1989)
Escritora profundamente españolista, sus escrito están dictados desde una óptica eucentrista y españolista, en sus artículos cuando toca temas relativos a la historia pre-colonial del Archipiélago lo hace siempre con cierta carga peyorativa. Quizás por ello fue galardonada con el Premio Canarias 1987 que concede el supuesto gobierno autónomo de Canarias, a pesar de que su obra literaria fue llevada a cabo en el extranjero.

1910. El comercio en la Benahuare (La Palma) fue bastante dinámico y satisfactorio y "hubiera sido mejor de no haber sido por el continuo flujo de emigración" hacia Cuba y Argentina. Las obras del puerto, según los citados ‘Informes Consulares’, "han avanzado mucho y los vapores oceánicos con un calado de 20 pies disponen de profundidad suficiente a lo largo del muelle para descargar y cargar con comodidad, pero antes han de obtener un permiso especial de los contratistas, pues el muelle es de su propiedad, ya que el Gobierno aún no había tomado posesión. Dentro del rompeolas hay anclaje abrigado en nueve brazas de agua".

1910. Comenzaron a gestionarse los trámites de solicitud de la nueva carretera de las Cañadas del Teide2, también conocida como la C-821, y últimamente, como la Tf-21, la cual iría del norte (La Orotava) hasta el sur (Granadilla). Debido a la demora del inicio de las obras, Bernardo Benítez de Lugo expuso públicamente en 1918 su indignación y aludía a motivos sociales, económicos, y hasta los beneficios que para la salud pública reportaba el clima de las Cañadas, para justificar la urgencia en la finalización de las obras. También en su discurso recogió cuán bello resultaba el camino de excursión al Teide y hacía referencia a la intención de declarar a las Cañadas del Teide, Parque Nacional, lo cual se llevó a cabo finalmente en 1954.
A finales del siglo XIX y principios del XX se origina la imperiosa necesidad para La Orotava de la creación de una carretera que conectara el norte y el sur de la isla de Tenerife, y se insta por primera vez al Estado para que recoja este proyecto entre sus partidas1.

Se justificaba dicha necesidad por la ingente circulación de mercancías provenientes del sur (losas, higos, almendras...), por el incipiente fenómeno de alto nivel económico que era el turismo, por facilitar el acceso a la zona alta de la villa y por tanto a sus cultivos, por el aprovechamiento forestal y de acuíferos, así como por la importancia de las investigaciones científicas, meteorológicas y astronómicas que históricamente se llevaban a cabo en la zona y que desembocaron, por ejemplo, en la instalación de un Observatorio Astronómico en las Cañadas del Teide.
Dichas obras empezaron en 1918 y llegaron al Portillo antes de la Guerra Civil de los españoles. Al finalizar ésta, se realizó el tramo entre el Portillo y Vilaflor, llevándose a cabo por las milicias, y terminándose las obras en 1964. El último acondicionamiento serio se realizó a finales de la década de los 70. Ya en 1987 se presentó un proyecto de acondicionamiento al Plan General de Carreteras pero nunca se llegó a realizar.

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