En este
momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la compañía de mis amigos.
Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El
recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales
y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del
mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer papas cocidas
y dormir en el suelo mientras mi conciencia
esté tranquila. También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu
crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero
toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de
lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar de menos a los que tengan que
irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No dejar de
sorprenderme de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no
quejarme de ninguna tontería. Y que el día en que me toque esfumarme, un
puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera por aquí.
Sólo quiero eso."
María
Gómez Díaz. Abril de 2015.
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