Y había entre los enfermos uno que
a quien Satán atormentaba más que a ningún otro. Su cuerpo estaba enjuto como
un esqueleto de piel amarilla como una hoja seca. Estaba ya tan débil que ni
siquiera a gatas podía arrastrarse hasta Jesús, y sólo de lejos pudo gritarle:
"Maestro apiádate de mí, pues nunca ha sufrido ningún hombre, ni siquiera
desde el principio del mundo como yo sufro. Sé que has sido en verdad enviado
por Dios, y sé que si lo deseas puedes expulsar inmediatamente a Satán de mi
cuerpo. ¿No obedecen los ángeles de Dios al mensajero de Dios? Ven, Maestro
expulsa ahora a Satán de mí, pues se enfurece colérico en mi interior y
doloroso es su tormento".
Y Jesús le respondió: "Satán
te atormenta tanto porque ya has ayunado muchos días y no pagas su tributo. No
le alimentas todas las abominaciones con las que hasta ahora profanabas el
templo de tu espíritu. Atormentas a Satán con el hambre, y por eso en cólera te
atormenta él a ti a su vez. No temas, pues te digo que Satán será destruido
antes de que tu cuerpo sea destruido; pues mientras ayunas y oras, los ángeles
de Dios protegen tu cuerpo para que el poder de Satán no te destruya. Y la ira
de Satán impotente es impotente contra los ángeles de Dios".
Entonces acudieron todos juntos a
Jesús, y con grandes voces suplicaron diciendo: "Maestro, compadécete de
él, pues sufre más que todos nosotros, y si no expulsas enseguida a Satán de su
cuerpo tememos que no sobrevivirá hasta mañana".
Y Jesús les replicó: Grande es la
fe de ustedes. Sea según lo desean y pronto verán, cara a cara, el horrible
semblante de Satán y el poder del Hijo del Hombre. Pues expulsaré de ti al
poderoso Satán por medio de la fortaleza del inocente cordero de Dios, la
criatura más débil de Señor. Porque el espíritu santo de Dios hace más poderoso
al más débil que al más fuerte. .
Y Jesús ordeñó una oveja que
estaba pastando la hierba. Y puso la leche sobre la arena caldeada por el sol,
diciendo: "He aquí que el poder del Ángel del agua ha penetrado en esta
leche. Y ahora penetrará también en ella el poder del ángel de la luz del
sol".
Y la leche se calentó con la
fuerza del sol.
"Y ahora los ángeles del
agua y del sol se unirán al ángel de aire".
Y he aquí que el vapor de la
leche caliente empezó a elevarse lentamente por el aire.
"Ven y aspira por la boca la
fuerza de los ángeles del agua, de la luz del sol y del aire, para que éste
penetre en tu cuerpo y expulse de él a Satán".
Y el enfermo a quien Satán tanto
atormentaba aspira a su interior profundamente aquel vapor blanquecino que
ascendía.
"Satán abandonará
inmediatamente tu cuerpo, ya que llevas tres días sin comer y no halla alimento
alguno dentro de ti. Saldrá de ti para satisfacer su hambre con leche caliente
y humeante, pues este alimento es de su agrado. Olerá su aroma y no será capaz
de resistir el hambre que lleva atormentándole desde hace tres días. Pero el
Hijo del Hombre destruirá su cuerpo para que no atormente a nadie más".
Entonces el cuerpo del hombre se
estremeció con una convulsión y pareció como si fuese a vomitar, pero no podía.
El hombre abría la boca en busca de aire, pues se le recortaba la respiración.
Y se desmayó en el regazo de Jesús.
"Ahora Satán abandona su
cuerpo. Véanle". Y Jesús señaló la boca abierta del hombre enfermo.
Y entonces vieron todos con
asombro y terror cómo surgía Satán de su boca en forma de un gusano abominable,
en busca la leche humeante. Entonces Jesús tomó dos piedras angulosas con sus
manos y aplastó la cabeza de Satán y extrajo del cuerpo del enfermo todo el
cuerpo del monstruo, que era casi tan largo como el hombre. Una vez que hubo
salido aquel abominable gusano de la garganta del enfermo, éste recuperó de
inmediato el aliento, y entonces cesaron todos sus dolores. Y los demás miraban
con terror el abominable cuerpo de Satán.
"Mira qué bestia abominable
has llevado y alimentado en tu propio cuerpo durante tantos años. La he
expulsado de ti y matado para que nunca más te atormente. Da gracias a Dios por
haberte liberado sus ángeles, y no peques más, no vaya a retomar otra vez Satán
a tu cuerpo. Que tu cuerpo sea en adelante un templo dedicado a tu Dios".
Y todos permanecían asombrados
por sus palabras y su poder. Y dijeron: "Maestro,-verdaderamente eres el
mejor mensajero de Dios, y conoces todos los secretos.
"Y ustedes-les replicó
Jesús-sean verdaderos hijos de Dios para participar también de su poder y del
conocimiento de todos los secretos. Pues la sabiduría y el poder solamente
pueden provenir del amor a Dios. Amen, pues, al Padre Celestial y a la Madre Terrenal de
ustedes con todo el corazón de ustedes y con todo el espíritu. Y sírvanles para
que Sus ángeles les sirvan también a ustedes. Sacrifiquen todos sus actos a
Dios. Y no alimenten a Satán, pueá la retribución del pecado es la muerte.
Mientras que en Dios se halla la recompensa del bien, su amor, es cual es
conocimiento y el poder de la vida eterna".
Y todos se arrodillaron para dar
gracias a Dios por su amor.
Y Jesús partió, diciendo:
"Vendré de nuevo junto a quienes persistan en la oración y el ayuno hasta
el séptimo día. La paz sea con ustedes. El hombre enfermo de quien había
expulsado Jesús a Satán se puso en pie, pues la fuerza de la vida había
regresado a él. Respiró profundamente y sus ojos se esclarecieron, pues todo
dolor le había abandonado. Y arrojándose al suelo donde Jesús había estado,
besó la huella de sus pies y lloró.
Y era en el lecho de un río donde
muchos enfermos y ayunaban y oraban con los ángeles de Dios durante siete días
y siete noches. Y cuando fue su recompensa, pues seguían las palabras de Jesús.
Y al acabar el séptimo día todos sus dolores les abandonaron. Y cuando el sol
se levantó sobre el horizonte de la tierra, vieron que Jesús venía a hacia
ellos desde la montaña, con el resplandor del sol naciente alrededor de su
cabeza.
"La paz sea con
ustedes".
Y ellos no dijeron una palabra,
sino que sólo se postraron ante él y tocaron el borde de su vestidura en
agradecimiento por su curación.
"No me den las gracias a mí,
sino a la Madre
Terrenal , la cual les envió a sus ángeles sanadores. Vayan y
no pequen más, para que nunca vuelvan a conocer la enfermedad. Y dejen que los
ángeles sean sus guardianes".
Pero ellos le contestaron:
"¿Adonde iremos, Maestro? Pues en ti están las palabras de la vida eterna.
Dinos cuáles son los pecados que debemos evitar, para que nunca conozcamos la
enfermedad.
Jesús respondió: "Así sea
según la fe de ustedes", y se sentó entre ellos diciendo:
"Fue dicho a aquellos de los
antiguos tiempos: "Honra a tu Padre celestial y a tu Madre Terrenal y
cumple sus mandamientos, para que tus días sean cuantiosos sobre la
tierra". Y luego se les dio el siguiente mandamiento: "No
matarás", pues Dios da a todos la vida, y lo que Dios ha dado no debe el
hombre arrebatarlo. Pues en verdad les digo que de una misma madre procede
cuanto vive sobre la tierra. Por tanto quien mata, mata a su hermano. Y de él
se alejará la Madre
Terrenal y le retirará sus pechos vivificadores. Y se apartarán
de él sus ángeles y Satán tendrá su morada en su cuerpo. Y la carne de los
animales muertos en su cuerpo se convertirá en su propia tumba. Pues en verdad
les digo que quien se mata así mismo, y quien come la carne de animales muertos
come del cuerpo de la muerte. Pues cada gota de su sangre se convierte en la
suya en veneno; su respiración en la suya en hedor; su carne en la suya en
forúnculos; sus huesos en los suyos en yeso; sus intestinos en los suyos en
descomposición; sus ojos en los suyos en costras; sus oídos en los suyos en
ceras: Y su muerte será la suya propia. Pues solamente en el servicio del Padre
Celestial son sus deudas de siete años perdonadas en siete días.
Mientras que Satán no les perdona
nada, deben pagarle todo. Ojo por ojo diente por diente, mano por mano, pie por
pie, quemadura por quemadura, herida por herida, vida por vida, muerte por
muerte. Pues el coste del pecado es la muerte. No maten ni coman la carne de
sus presas, no sea que se conviertan en esclavos de Satán. Pues ése es el
camino de los sufrimientos y conduce a la muerte. Sino hagan la voluntad de
Dios, de modo que sus ángeles les sirvan a ustedes en el camino de la vida.
Obedezcan, por tanto, las palabras de Dios: "Miren, les he dado toda la
hierba que lleva semilla, sobre la faz de la tierra, y todo árbol en que se
halla el fruto de una semilla, y a toda ave del cielo, y a todo lo que se
arrastra sobre la tierra, donde se halla el aliento de la vida, doy toda hierba
verde como alimento. También la leche de todo lo que se mueve y que vive sobre
la tierra será el alimento de ustedes. Al igual que a ellos les he dado toda
hierba verde, así le doy a ustedes su leche.
Pero no comerán la carne, ni la
sangre que la aviva. Y en verdad demandaré la sangre de ustedes que brota con
fuerza, y la sangre de ustedes en la que se halla el alma. Demandaré todos los
animales asesinados y las almas de todos los hombres asesinados. Pues yo el
Señor tu Dios soy un Dios fuerte y celoso castigando la iniquidad de los padres
sobre sus hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos quienes me
odian, y mostrando misericordia hacia los millares de aquellos que me aman y
cumplen mis mandamientos.
Ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas; éste es el primer y más
grande mandamiento. Y el segundo es según éste: "Ama a tu prójimo como a
ti mismo". No hay mandamiento más grande que éstos".
Y tras estas palabras todos
permanecieron en silencio, excepto uno que voceo: ¿Qué debo hacer, Maestro, si
veo que una bestia salvaje ataca a mi hermano en el bosque? ¿Debo dejar perecer
a mi hermano o matar a la bestia salvaje? ¿No transgrediría así la ley?
Y Jesús les respondió: "Fue
dicho a aquellos de ¡os antiguos tiempos: "Todo los animales que se mueven
sobre la tierra, todos los peces del mar y todas las aves del cielo, han sido
puestos bajo el poder de ustedes". En verdad les digo que de todas las
criaturas que viven sobre la tierra, sólo el hombre creó Dios a su imagen. Por
ello, los animales son para el hombre, y no el hombre para los animales. No
transgredirás, por tanto, la ley si matas al animal salvaje para salvar a tu
hermano. Pues en verdad te digo que el hombre es más que el animal. Pero quien
mata al animal sin causa alguna, si que éste le ataque, por el deseo de matar,
o por su carne, o porque se oculta, o incluso por sus colmillos, malvada es la
acción que comete, pues él mismo se convierte en bestia salvaje. Y por tanto su
fin ha de ser también como el de los animales salvajes".
Y otro dijo entonces: "Moisés,
el más grande de Israel, consintió a nuestros antepasados comer la carne de
animales limpios, y sólo prohibió la carne de los animales impuros. ¿Porqué
entonces, nos prohíbe la carne de todos los animales? ¿Qué ley viene de Dios,
la de Moisés o la tuya?
Y Jesús respondió: "Dios dio
a través de Moisés, diez mandamientos a los antepasados de ustedes. "Estos
mandamientos son duros", dijeron los antepasados de ustedes y no pudieron
cumplirlos. Cuando Moisés vio esto, tuvo compasión de sus gentes y no quiso que
se perdiesen. Y les dio entonces diez veces diez mandamientos, menos duros,
para que los siguiesen. En verdad les digo que si los antepasados de ustedes
hubiesen sido capaces de seguir los diez mandamientos de Dios, Moisés no habría
tenido nunca necesidad de sus diez veces diez mandamientos. Pues aquel cuyos
pies son fuertes como la montaña de Sión, no necesita muletas; mientras que
aquel cuyos miembros flaquean, llega más lejos con muletas que sin ellas. Y
Moisés dijo al Señor: "Mi corazón está lleno de tristeza, pues mi pueblo
se perderá. Porque no tienen conocimiento, ni son capaces de comprender tus
mandamientos. Son como niños pequeños que no pueden entender aún las palabras
de su padre.
Consiente, Señor, que les dé
otras leyes, para que no se pierdan. Si ellos no pueden estar contigo, Señor,
que al menos no estén contra ti; que puedan mantenerse a sí mismos, y cuando
haya llegado el momento y estén maduros para tus palabras, revélales tus
leyes". Por eso rompió Moisés las dos tablas de piedra donde estaban
escritos los diez mandamientos, y les dio en su lugar diez veces diez. Y de
estas diez veces diez, los escribas y los fariseos han hecho cien veces diez
mandamientos. Y han puesto insoportables cargas sobre los hombros de ustedes,
que ni ellos mismos sobrellevan. Pues cuando más cercanos a Dios están los
mandamientos, menos necesitamos; y cuanto más lejanos se hallan de Dios, más
necesitamos entonces. Por eso innumerables son las leyes de los fariseos y de
los escribas, siete son las leyes del Hijo del Hombre tres las de los ángeles;
y una la de Dios.
"Por eso yo solamente les
enseño las leyes que puedan comprender para que se conviertan en hombres y
sigan las siete leyes del Hijo del Hombre. Entonces les revelarán también los
ángeles sus leyes, para que el espíritu santo de Dios descienda sobre ustedes y
les guíe hacia su ley".
Y todos estaban asombrados de su
sabiduría, y le pedían: "continúa Maestro, y enséñanos todas las leyes que
podemos recibir".
Y Jesús continúo: "Dios
ordenó a los antepasados de ustedes: "No matarás" Pero su corazón
estaba endurecido y mataron. Entonces, Moisés deseó que por lo menos no matasen
hombres, y les permitió matar a los animales. Y entonces el corazón de los
antepasados de ustedes se endureció más aún, y mataron a hombres y animales por
igual. Más yo les digo: No maten ni a hombre ni a animales, ni siquiera el
alimento que lleven a sus bocas.
Pues si comen alimento vivo, él
mismo les vivificará: pero si matan el alimento de ustedes, la comida muerta
les matará también a ustedes. Pues la vida viene sólo de la vida, y de la
muerte viene siempre la muerte. Porque todo cuanto mata los cuerpos de ustedes
mata también a sus almas. Y sus cuerpos se convierten en lo que son sus
alimentos, igual que los espíritu de ustedes se convierten en lo que son sus
pensamientos. Por tanto, no coman nada que el fuego, el hielo o el agua haya
destruido. Pues los alimentos quemados, helados o descompuestos quemarán,
helarán y corromperán también sus cuerpos, No sean como el loco agricultor que
sembró en su campo semillas cocinadas, heladas y descompuestas. Y llegó el
otoño y sus campos no dieron nada. Y grande fue su aflicción. Sino sean como
aquel agricultor que sembró en su campo semilla viva, y cuyo campo dio espigas
vivas de trigo, pagándole el céntuplo por las semillas que plantó. Pues en
verdad les digo, vivan sólo del fuego de la vida, y no preparen "sus
alimentos con el fuego de la muerte, que mata sus alimentos, sus cuerpos y
también sus almas.
"Maestro ¿dónde se halla el
ruego de la vida?, Preguntaron algunos de ellos. "En ustedes, en su sangre
y en sus cuerpos.
"Es el fuego que arde fuera
del cuerpo de ustedes, que es más caliente que la sangre de ustedes. Con ese
fuego de muerte cocinan los alimentos de ustedes en sus hogares y en los campos
de ustedes. En verdad les digo que es el mismo que destruye los alimentos de
ustedes y el cuerpo de ustedes como el fuego de la maldad que destroza los
pensamientos y el espíritu de ustedes. Pues el cuerpo de ustedes es lo que
comen, y el espíritu es lo piensan. No coman nada por tanto, que haya matado un
fuego más fuerte que el fuego de la vida. Preparen pues y coman toda las fruías
de los árboles todas las hierbas de los campos y toda leche de los animales
buena para comer. Pues todas estas cosas las ha nutrido y madurado el fuego de
la vida, todas son dones de los Ángeles de nuestra Madre Terrenal. Mas no coman
nada a lo que sólo el fuego de la muerte haya dado sabor, pues tal es de
Satán".
"¿Cómo deberíamos cocer sin
fuego el pan nuestro de cada día, Maestro?, preguntaron algunos con
desconcierto.
"Dejad que los ángeles de
Dios preparen el pan de ustedes. Humedezcan el trigo para que el ángel del agua
lo penetre. Pónganlo entonces al aire para que el ángel del aire lo abrace
también. Y déjenlo de la mañana a la tarde bajo el sol, para que el ángel de la
luz del sol descienda sobre él. Y la bendición de los tres ángeles hará pronto
que el germen de la vida brote en el trigo de ustedes. Muelan después el grano
y hagan finas obleas, como hicieron los antepasados de ustedes cuando partieron
de Egipto, la morada de la esclavitud. Pónganlas de nuevo bajo en cuanto
aparezca y, cuando se halle en lo más alto de los cielos denles la vuelta para
que el ángel de la luz del sol las abrace también por el lado, y déjenlas así
hasta que el sol se ponga. Pues los ángeles del agua, del aire y de la luz del
sol alimentaron y maduraron el trigo en el campo, y ellos deben igualmente
preparar también el pan de ustedes. Y el mismo sol que, con fuego de la vida,
hizo que el trigo creciese y madurase, debe cocer el pan de ustedes con el
mismo fuego. Pues el fuego del sol da vida al trigo, al pan y al cuerpo. Pero
el fuego de la muerte mala el trigo, el pan y el cuerpo. Y los ángeles vivos
del Dios Vivo solamente sirven a los hombres vivos. Pues Dios es el Dios de lo
vivo y no el Dios de lo muerto.
"Coman, pues, siempre de la
mesa de Dios: los frutos de los árboles, el grano y las hierbas del campo, la
leche de los animales, y la miel de las abejas. Pues todo más allá de esto es
de Satán y por los caminos del pecado y la enfermedad conduce hacia la muerte.
Mientras que los alimentos que coman de la abundante mesa de Dios dan fortaleza
y juventud al cuerpo de ustedes, y nunca conocerán la enfermedad Pues la mesa de
Dios alimentó a Matusalén, el viejo, y en verdad les digo que si viven igual
como él vivió, también el Dios de lo vivo les dará una larga vida sobre la
tierra como la suya".
"Pues en verdad les digo que
el Dios de lo vivo es más rico que todos los ricos de la tierra y su abundante
mesa es más rica que las más ricas de las mesas de festín de todos los ricos de
la tierra. Coman pues, durante todas sus vidas en la mesa de nuestra Madre
Terrenal, y nunca conocerán la necesidad. Y cuando coman en su mesa, coman todo
tal como se halla en la mesas de la Madre Terrenal. No cocinen ni mezclen todas las
cosas unas con otras, o los intestinos de ustedes se convertirán en ciénagas
humeantes. Pues en verdad les digo que esto es abominable a los ojos del
Señor.".
"Y no sean como el sirviente
avaricioso que comía siempre de la mesa de su señor la ración de otros. Y todo
lo devoraba y lo mezclaba en su glotonería. Y viendo aquello, su señor se
encolerizó con él y le expulsó de su mesa. Y cuando todos acabaron su comida, mezcló
cuanto quedó en la mesa y llamó al glotón sirviente, y le dijo: "Toma y
come esto junto a los cerdos, pues tu lugar está entre ellos, y no en mi
mesa".
"Ténganlo en cuenta por
tanto, y no profanen con todo tipo de abominaciones el templo del cuerpo de
ustedes. Conténtense con dos o tres tipos de alimentos que siempre encontrará
en la mesa de nuestra Madre Terrenal. Y no deseen devorar todo cuanto vean en
derredor de ustedes. Pues en verdad les digo que si mezclan en sus cuerpos todo
tipo de alimentos, entonces cesará la paz en el cuerpo de ustedes y se desatará
en ustedes una guerra interminable. Y se aniquilará nuestros cuerpos como los
hogares y los reinos que divididos entre sí aseguran su propia destrucción.
Pues el Dios de ustedes es el Dios de la paz, y nunca ayuda a la división. No
levanten, pues, contra ustedes su cólera de Dios, para que no vaya a
expulsarles de su mesa y se vean obligados a ir ala mesa de Satán, donde el
fuego de los pecados, de las enfermedades, y de la muerte corromperá los
cuerpos de ustedes".
"Y cuando coman, no coman
hasta no poder más, huyan de las tentaciones de Satán y escuchen la voz de los
ángeles de Dios. Pues Satán y su poder les tentarán siempre a que coman más y
más. Pero vivan por el espíritu y resistan los deseos del cuerpo. Y que el
ayuno de ustedes complazca siempre a los ángeles de Dios. Así que tomen- cuenta
de cuanto hayan comido cuando se sientan saciados y coman siempre menos de una
tercera parte de ello-.
"Que el peso del alimento
diario que consuman, no sea menos de una mina, pero hay que vigilar que no
exceda de dos. Entonces les servirán siempre los ángeles de Dios, y nunca
caerán en la esclavitud de Satán y de sus enfermedades. No obstaculicen la obra
de los ángeles en el cuerpo de ustedes comiendo demasiado a menudo. Pues en
verdad les digo que quien come más de dos veces diarias hace en él la obra de
Satán. Y los ángeles de Dios abandonan su cuerpo y pronto toma Satán posesión
de él. Coma sólo cuando el sol esté en lo más alto de los cielos, y de nuevo
cuando se ponga. Y nunca conocerán enfermedad, pues ello haya aprobación a los
ojos del Señor. Y si desean que los ángeles se complazcan en el cuerpo de
ustedes y que Satán les evite de lejos, siéntense sólo una vez al día en la
mesa de Dios. Y entonces serán numerosos sus días sobre la tierra, pues esto es
grato a los ojos del Señor. Coman siempre cuando sea servida ante ustedes la
mesa de Dios. Pues en verdad les digo que Dios sabe bien lo que el cuerpo de
ustedes necesita y cuando lo necesita.
"Con la llegada del mes de
fyar coman cebada; con el mes de Sivan coman trigo, la más perfecta de la
hierbas que dan semilla. Y el pan de cada día de ustedes sea hecho de trigo,
para que el Señor cuide del cuerpo de ustedes. Con el mes de Tummuz coman la uva
acida, para que el cuerpo de ustedes adelgace y Satán lo abandone. En el mes de
Elul, recojan la uva para que su jugo les sirva de bebida. En el mes de
Marcheshvan recojan la uva dulce, endulzada y seca por el ángel de la luz del
sol, para que aumente el cuerpo de ustedes y los ángeles del Señor moren en
ellos. Deben comer los higos jugosos en los meses de Ab y de Shebat, y los que
sobren que el ángel de la luz del sol se los guarde. Cómanlos con las almendras
durante todos los meses en que los árboles no dan frutos. Y las hierbas que
brotan después de la lluvia, cómanlas durante el mes de Thebet, para purificar
la sangre de ustedes de todos los pecados. Y en el mismo mes empiecen a beber
la leche de sus animales que producen leche, para que ellos alimenten al hombre
con su leche. Pues en verdad les digo que felices son aquellos que comen sólo
en la mesa de Dios, y renuncian a todas las abominaciones de Satán. No coman
alimentos impuros traídos de países lejanos, sino coman siempre cuanto
produzcan los árboles de ustedes. Pues el Dios de ustedes sabe bien lo que es
necesario, y dónde y cuando. Y Él da a todos los pueblos de todos los reinos
los alimentos mejores para cada uno de ellos. No coman como los paganos, que se
atiborran con prisa, profanando sus cuerpos con todo tipo de abominaciones.
;
"Pues el poder de los
ángeles de Dios penetra en ustedes con el alimento vivo que el Señor les
proporciona de su mesa real. Y cuando coman tengan sobre ustedes al ángel del
aire, y bajo de ustedes el ángel del agua. Respiren larga y profundamente en
todas sus comidas para que el ángel del aire bendiga sus alimentos. Y masticado
bien con sus dientes para que se vuelva agua y que el ángel del agua lo
convierta dentro del cuerpo de ustedes en sangre. Y coman lentamente, como si
fuese una oración que hacen al Señor. Pues en Verdad les digo que el poder de
Dios penetra en ustedes si comen de tal modo en sus mesas. Mientras que Satán
convierte en ciénagas humeantes el cuerpo de aquel a quien no descienden los
ángeles del aire y del agua en sus comidas. Y el Señor no le permite permanecer
por más tiempo en su mesa, Pues la mesa del Señor es como un altar, y quien
come en la mesa de Dios se halla en un templo. Pues en verdad les digo que el
cuerpo de los Hijos del Hombre se convierte en un templo, y sus entrañas en un
altar, si cumplen los mandamientos de Dios. Por tanto, no pongan nada sobre el
altar del Señor cuando el espíritu de ustedes esté irritado, ni piensen de
alguien con ira en el templo de Dios. Y entren solamente en el santuario del
Señor cuando sientan en ustedes la llamada de sus ángeles, pues cuanto coman
con tristeza, o con ira, o si deseo se convierte en veneno en el cuerpo de
ustedes. Pues el aliento de Satán lo corrompe todo.
Pongan con alegría sus ofrendas
sobre el altar de sus cuerpos, y dejen que todos sus malos pensamientos se
alejen de ustedes al recibir en sus cuerpos el poder de Dios proveniente de su
mesa. Y nunca se sienten a la mesa de Dios antes de que ángel de él les llame
por medio del ángel del apetito.
"Regocíjense, pues, siempre
con los ángeles de Dios en su mesa real, pues esto complace al corazón del
Señor. Y la vida de ustedes será larga sobre la tierra, pues el más valioso de
los sirvientes de Dios les servirá todos los días: el ángel de la alegría.
"Y no olviden que cada
séptimo día es santo y está consagrado a Dios. Durante seis días alimenten sus
cuerpos con los dones de la
Madre Terrenal , más el séptimo día santifiquen sus cuerpos
para el Padres Celestial de ustedes. Y en el séptimo día no coman ningún
alimento terrenal, sino vivan tan sólo de las palabras del Señor en el reino
del Padre Celestial. Y en el séptimo día dejen que los ángeles de Dios levanten
el reino de los cielos en el cuerpo de ustedes, ya que trabajaron durante seis
días en el reino de la
Madre Terrenal. Y no dejen que ningún alimento entorpezca la
obra de los ángeles en el cuerpo de ustedes a lo largo del séptimo día. Y Dios
les concederá larga vida sobre la tierra, para que tengan vida eterna en el
reino de los cielos. Pues en verdad les digo que si no conocen más enfermedades
sobre la tierra, vivirán por siempre en el reino de los cielos".
"Y Dios les enviará cada
mañana el ángel de la luz del sol para que despierten de su sueño. Obedezcan,
por tanto, la llamada del Padre Celestial de ustedes y no permanezcan ociosos
en sus lechos, pues los ángeles del aire y del agua ya les aguardan afuera. Y
trabajen durante todo el día con los ángeles de la Madre Terrenal para
que lleguen a conocerlos a ellos y a sus obras cada vez más y mejor. Pero
cuando el sol se ponga y el Padre Celestial les mande su ángel más preciado, el
sueño, vayan a descansar y permanezcan toda la noche con el ángel del sueño. Y
entonces les enviará el Padre Celestial de ustedes sus ángeles desconocidos
para que permanezcan junto a ustedes a lo largo de la noche. Y los ángeles. Y
los ángeles desconocidos del Padre Celestial les enseñarán muchas cosas sobre
el reino de Dios, así como los ángeles que conocen ustedes de la Madre Terrenal los
instruyen en las cosas de su reino. Pues en verdad les digo que serán cada
noche los invitados del reino del Padre Celestial de ustedes si cumplen sus
mandamientos. Y cuando se despierten por la mañana, sentirán en ustedes el
poder de los ángeles desconocidos. Y el Padre Celestial de ustedes se los
enviará cada noche para que enriquezcan el espíritu de ustedes, igual que la Madre Terrenal les
envía sus ángeles para que construyan el cuerpo de ustedes. Pues en verdad les
digo que si durante el día les acoge en sus brazos su Madre Terrenal, y si
durante la noche les respira su beso el Padre Celestial, entonces los Hijos de
los Hombres se convertirán en hijos de Dios".
"Resistan de día y de noche
las tentaciones de Satán. No se despierten de noche ni duerman de día, para que
no les abandonen los ángeles de Dios".
"Ni tampoco se deleiten con
ninguna bebida, ni en ningún humo de Satán, que les despertarán por la noche y
les harán dormir de día. Pues en verdad les digo que todas las bebidas y humos
de Satán son abominaciones a los ojos del Dios de ustedes".
"No cometan putaísmo, ni de
día ni de noche, pues el putañero es como un árbol cuya savia se va del tronco.
Árbol que se secará antes de tiempo y no llegará a dar fruto. Por tanto, no
putañeen para que Satán no seque el cuerpo de ustedes y el Señor haga
infructuosa la semilla de ustedes".
"Eviten cuanto esté
demasiado caliente o demasiado frío. Pues es la voluntad de la Madre Terrenal de
ustedes que ni el calor ni el frío dañen el cuerpo de ustedes. Y no dejen que
el cuerpo de ustedes estén más calientes o más fríos del mandamiento de la Madre Terrenal ,
entonces en cuantos sus cuerpos se vuelvan demasiado calientes les enviará el
ángel del frescor para que les refresque, y en cuanto el cuerpo de ustedes esté
demasiado frío les enviará el ángel del calor para calentarles de nuevo".
haya aprobación a los ojos del Señor. Y si desean que los ángeles se complazcan
en el cuerpo de ustedes y que Satán les evite de lejos, siéntense sólo una vez
al día en la mesa de Dios. Y entonces serán numerosos sus días sobre la tierra,
pues esto es grato a los ojos del Señor. Coman siempre cuando sea servida ante
ustedes la mesa de Dios. Pues en verdad les digo que Dios sabe bien lo que el
cuerpo de ustedes necesita y cuando lo necesita.
"Sigan el ejemplo de todos
los ángeles del Padre Celestial y de la Madre Terrenal , que
trabajan día y noche sin cesar en los reinos de los cielos y de la tierra. Por
tanto, reciban también en ustedes mismos a los más poderosos de todos los
ángeles de Dios, los ángeles de los actos, y trabajen juntos sobre el reino de
Dios. Sigan el ejemplo del agua cuando corre, del viento al soplar, del sol
naciente y poniente, de las plantas y los árboles en su crecer, de los animales
cuando corren y retozan, de la luna creciente y menguante, de las estrellas en
su ir y venir; todas estas cosas se mueven y realizan sus tareas. Porque cuanto
tiene vida se mueve, y sólo lo que está muerto permanece quieto. Y Dios es Dios
de lo vivo, y Satán el de lo muerto. Sirvan, pues, al Dios Vivo, para que el
movimiento eterno de la vida les mantengan y para que escapen de la eterna
inmovilidad de la muerte.
Trabajen pues, sin cesar para
levantar el reino de Dios, de modo que no sean arrojados al reino de Satán.
Pues una alegría eterna abunda en el reino vivo de Dios, mientras que una
quieta tristeza oscurece el reino de la muerte de Satán. Sean pues verdaderos
hijos de su Madre Terrenal y del Padre Celestial, para que no caigan en
esclavos de Satán. Y la
Madre Terrenal y el Padre Celestial les enviarán sus ángeles
para que les enseñen, les amen y les sirvan. Y sus ángeles escribirán los
mandamientos de Dios en la cabeza de ustedes, en el corazón y en las manos de
ustedes, para que conozcan, sientan y cumplan los mandamientos de Dios".
"Y oren todos los días al
Padre Celestial y a su Madre Terrenal, para que el alma de ustedes se vuelva
tan perfecta como el santo espíritu del Padre Celestial de ustedes, y para que
el cuerpo de ustedes se vuelva tan perfecto como el de la Madre Terrenal.
Pues si entienden, sienten y cumplen los mandamientos, entonces todo cuanto
ustedes pidan a su Padre Cetestial y a su Madre Terrenal les será concedido.
Porque la sabiduría, el amor y el poder de Dios está por encima de todo".
"Oren, por tanto, del
siguiente modo a su Padre Celestial:
"Padre nuestro que estás en
los cielos, bendito sea Tu Nombre.
Venga a nosotros Tu Reino. Hágase
Tu Voluntad como en los cielos así en la tierra. El pan nuestro de cada día dánoslo
hoy. Y perdona nuestras deudas, así como nosotros Perdonamos a nuestros
deudores. Y no nos conduzcas a la tentación sino líbranos del Maligno. Pues
tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre- Amén.
"Y oren del siguiente modo a
la Madre Terrenal :
"Madre nuestra que está en la tierra, bendito sea tu nombre. Venga a
nosotros tu reino y hágase tu voluntad en nosotros así como en ti se hace.
Igual que envía cada día a tus ángeles, envíalos también a nosotros. Perdónanos
nuestros pecados, porque todos los expiamos en ti. No nos conduzcas a la
enfermedad sino líbranos del mal, pues tuya es la tierra, el cuerpo y la salud.
Amén".
Y todos rezaron juntos a Jesús al
Padre Celestial y a la
Madre Terrenal.
Y después Jesús les habló así:
"Igual que el cuerpo de ustedes ha renacido por medio de los ángeles de la Madre Terrenal , que
el espíritu de ustedes renazca de igual modo por medio de los ángeles del Padre
Celestial.
Conviértanse, pues. En verdaderos
Hijos del Padre Celestial y de la
Madre de ustedes, y en verdaderos hermanos de los Hijos de
los Hombres. Hasta ahora estuvieron en guerra con necesita.
El Padre y con la Madre y con los Hermanos de
ustedes. Y han servido a Satán. Vivan a partir de hoy en paz con el Padre
Celestial, con la Madre
Terrenal y con los Hermanos de ustedes, los Hijos de los
Hombres. Y luchen únicamente en contra de Satán, para que no les robe la paz de
ustedes. Al cuerpo de ustedes doy la paz de la Madre Terrenal , y
la paz del Padre Celestial al espíritu de ustedes. Y que la paz de ambos reine
entre los Hijos de los Hombre.
¡Vengan a mi cuantos se sientan
hastiados y cuantos padezcan Los conflictos y las aflicciones! Pues mi paz les
fortalecerá y confortará. Porque mi paz rebosa dicha. Por eso les saludo
siempre de este modo: la paz sea con ustedes! Salúdense siempre por tanto entre
ustedes de igual manera, para que al cuerpo de ustedes descienda la paz de la Madre Terrenal y al
espíritu de ustedes la paz del Padre Celestial. Y entonces hallarán la paz
también entre ustedes, pues el reino de Dios estará en el interior de ustedes.
Y ahora regresen entre sus Hermanos, con quienes hasta ahora estaban en guerra,
y denles a ellos la paz de ustedes. Pues felices son quienes luchan por la paz,
porque hallarán la paz de Dios. Vayan y no pequen más. Y den a todos la paz de
ustedes igual que yo les he dado la mía. Pues mi paz es la Dios. La paz sea con
ustedes.
Y les dejó.
Y su paz descendió sobre ellos; y
con el ángel del amor en sus corazones, con la sabiduría de la ley en sus
cabezas y con el poder del renacimiento en sus manos, se dispersaron entre los
Hijos de los Hombres para llevar la luz de la paz a aquellos que luchaban en la
oscuridad.
Y se separaron, deseándose unos a
otros: "LA PAZ SEA
CONTIGO".
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