jueves, 9 de abril de 2015

Soberanía Alimentaria VI- La Ganadería I


Lo primero que debemos tener claro, es que nuestra ganadería tradicional, la heredada de nuestros antepasados más lejanos ya no es posible, debido a la ocupación del Territorio y a la existencia de Espacios Naturales Protegidos, por lo que debe apostarse por una Ganadería mixta, semi estabulada y en Áreas ganaderas reducidas donde todavía sea posible que, en algunas épocas del año pueda concentrarse el ganado, no solo con el fin de mantener en lo posible nuestra ganadería tradicional, sino como método de regeneración de los pastizales [Poda y abonado], siempre que ello no sea contradictorio con las políticas de Conservación u otras de igual interés comunitario.

Organizar la producción no puede hacerse desde la ignorancia de unos rectores públicos que cada año cambian los requisitos que deben reunir los productores y cambiarlos a su antojo cada año, obligando a que estos tengan consecuentemente, cada año, que realizar inversiones sobre inversiones, inversiones para cambiar lo que obligadamente tuvieron que hacer el año anterior. Así solo se consigue que la gente se aburra, se canse y deje de producir, con lo que se consigue que, cada día haya que traer más productos de importación a precios onerosos para la hacienda de los canarios, sin que por ello la calidad del los productos finales se vea aumentada, más bien todo lo contrario. Debe organizarse la producción ganadera, lo mismo que el resto, desde el conocimiento y la racionalidad y no dejarlo al albur de gentes que no tienen ni  idea o que trabajan en última instancia para las multinacionales de la alimentación; Deben tener conocimientos reales de ganadería y no ser tecnócratas.
Para conseguir una moderna producción lechera y de otros productos lácteos, dada la situación canaria, de predominio de pequeñas explotaciones familiares, deben articularse mecanismos de colectivización de la producción y procesado de la leche, en condiciones fitosanitarias adecuadas. No se trataría de granjas colectivas estatales, aunque si hubiera ganaderos que prefirieran esta modalidad, se acometería la creación de estas, no como condiciones gubernamentales, sino con el apoyo explícito e intensivo de las mismas, pues se quiera o no admitir, permite un mayor control sanitario de la producción y el cumplimiento estricto de las diferentes políticas emprendidas por un Gobierno de una futura Canarias Libre, en el sector alimentario. En todo caso, el régimen de cooperativización sería suficiente para esto.
Ni que decir tiene que la recuperación de las razas autóctonas estaría entre los objetivos primordiales, ya que son estas razas autóctonas las que un mejor resultado podrían dar dadas las especies forrajeras con que contamos. En este apartado, es preciso recordar que ni los alimentos vegetales transgénicos ni los piensos industriales nos garantizan un producto final como los que tenemos cierta edad estamos acostumbrados a degustar, por no mencionar el potencial peligro que entrañan. Por ejemplo, los piensos industriales, las “populares harinillas” que dicen algunos de nuestros campesinos, están hechas a base de moler los restos de pescados y carnes [Huesos, tendones, etc.] que no pueden comercializarse de otra manera, y ¿Cuándo se ha visto que un herbívoro como carne o pescado? Eso no puede ser bueno, ni para el animal ni para el humano que se alimenta de él o de los productos que se obtienen de él.
Por lo tanto, la producción de forrajes autóctonos debe acometerse como un requisito fundamental, ya que puede ayudar no solo a la economía de nuestros campesinos, sino que puede constituir un excelente aliado a la hora de gestionar la agricultura y los montes, como ya he dicho. El barbecho, o la técnica de dejar “descansar” la tierra un tiempo entre cultivo y cultivo, puede sustituirse eficazmente con la rotación de cultivos, es decir, en ese espacio temporal inter cosechas, se puede aprovechar para producir forrajes, ya que existen plantas que consiguen los mismos efectos que “ese descanso”, y que al final se pueden rentabilizar como alimento del ganado, como nuestros populares “chochos”, en otras latitudes llamados altramuces, coles, granos diversos, etc.
Así mismo, el ganado puede ser un auxiliar inestimable de nuestra política forestal, ya que en aquellos lugares donde el tamaño de los árboles y arbustos en las replantaciones así lo aconseje, pueden de forma controlada, colaborar en la prevención de incendios forestales, particularmente las ovejas, ya que pueden aprovechar mejor el poco pasto que quede atrás después de su siega o en años de lluvia abundante, como fueron el final del pasado año y comienzo de este, ya que una especial abundancia de pasto puede comprometer la seguridad de nuestros montes.
A este respecto, el de los incendios forestales, no se puede excusar todo en “que la gente es sucia o descuidada o en los pirómanos”, porque no sería del todo cierto; La mayor parte de los incendios que se producen fuera de las zonas visitadas o transitadas, incluso muchos de estos que se producen en estos lugares de afluencia humana, son producto de la auto combustión espontánea del combustible [En este caso pastos] Es un fenómeno más frecuente de lo que los responsables políticos y sus asesores están dispuestos a admitir, porque ello supondría una planificación diferente y “distraer fondos” que malgastan en insensateces varias; Una de ellas es confiar únicamente en las aeronaves de extinción, usándolas para un cometido para el que no están diseñadas. En otro momento y lugar incidiré en este tema.
Desde la Vieja Fortaleza Rukaden Ayt Anaga.
8 Abril 2015


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