miércoles, 15 de abril de 2015

EVANGELIOS APOCRIFOS-XVII



 

EL EVANGELIO DE TACIANO  (Vindicta Salvatoris)

El judío Nathan habla al rey Tito de los milagros de Jesús

I 1.En tiempo de Tiberio César, emperador, siendo Herodes tetrarca de Galilea, el Cristo fue entregado a Poncio Pilatos, gobernador de Judea, por los judíos. 2. En aquella época, Tito era un pequeño rey, que, bajo la dominación de Tiberio, mandaba en el país de Aquitania, y que había puesto su corte en una ciudad de Libia, que se llama Burgidalla. 3. Y Tito tenía una llaga en el rostro, a causa de un cáncer que se le había declarado en la fosa nasal derecha, y presentaba la fisonomía desgarrada hasta el ojo.
4. Y un varón, llamado Nathan, hijo de Naum, oriundo de Judea, y que era ismaelita, iba de país en país, y de mar en mar, y visitaba todas las extremidades de la tierra. 5. Y Nathan fue enviado de Judea hacia el emperador Tiberio, a fin de llevarle el pacto concluido entre los judíos y la ciudad de Roma. 6. Tiberio era un insensato, lleno de fiebres y de úlceras, y con siete géneros de lepra en su cuerpo.

7. Y Nathan quería recalar lo antes posible en Roma. Pero sopló un viento del norte, que impidió su travesía, y que lo condujo al puerto de la ciudad de Libia. 8. Al ver llegar el buque, Tito comprendió que precedía de Judea, y todos quedaron sorprendidos, y dijeron que jamás se había visto a un buque llegar de aquella comarca.
9. Y Tito ordenó a un piloto que fuese cerca del navegante, y que le preguntase quién era. Y él le contestó: Soy Nathan, hijo de Naum, de la raza de los ismaelitas, y estoy sometido, en Judea, a Poncio Pilatos. Y he sido enviiado a Tiberio, emperador de los romanos, para llevarle el pacto hecho con Judea. Pero un gran viento se hizo sentir sobre el mar, y me ha conducido a un país que no conozco.
10. Y Tito dijo: Si puedes encontrar algún remedio, sea un ungüento o una hierba, que haga desaparecer la llaga que tengo en el rostro, como ves, de modo que quede curado, y que recobre mi antigua salud, te daré grandes riquezas.

11. Y Nathan repuso: No sé, ni nunca he sabido hallar eso que me pides. Pero, si hubieses vivido en jerusalén, habrías encontrado a un profeta, elegido de Dios, que tenía por nombre Emmanuel, y que curaba al pueblo de sus pecados. Y fue su primer milagro transformar el agua en vino, en Caná de Galilea. Y con su palabra curaba a los leprosos, devolvía la vista a los ciegos, sanaba a los paralíticos, y expulsaba a los demonios. Y resucitó tres muertos, y salvó a una mujer sorprendida en delito de adulterio, y que los judíos habían condenado a ser lapidada. Y otra mujer, llamada Verónica, padecía de doce años atrás un flujo de sangre, y, habiéndose aproximado a él por su espalda y tocado la franja de su vestidura, fue curada. Y con cinco panes y cinco peces alimentó a cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños, y aun quedaron trozos bastantes para llenar doce canastos. Y todas estas cosas y otras muchas se cumplieron antes de su pasión. Y, después de su resurrección, nosotros lo hemos visto en su forma carnal, como antes estaba.
Curación milagrosa de Tito
II 1.Y Tito preguntó: ¿Cómo es que resucitó de entre los muertos, si estaba muerto también? Y dijo Nathan, contestándole: Él estuvo de cierto muerto, y prendido de la cruz, de la que fue descendido, y durante tres días, permaneció en el sepulcro. Y resucitó luego de entre los muertos, y descendió a los infiernos, y libertó a los patriarcas, a los profetas y a todo el género humano. Y luego se apareció a sus discípulos, y comió con ellos, y ellos lo vieron subir al cielo. Y todo lo que digo es la verdad. Yo lo he visto con mis ojos, y toda la casa de Israel también. 2. Y dijo Tito: Malhaya tú, emperador Tiberio, lleno de úlceras y envuelto en lepra, pues que escándalo tal pasó bajo tu reinado, y pues que has hecho leyes tales en la Judea, en la tierra de la natividad de Nuestro Señor Jesucristo, donde se ha prendido y dado muerte al rey y al soberano de todos los judíos, y no se lo ha dejado venir a nosotros, para curarme de la lepra, y librarme de mi enfermedad. Y, si esos judíos estuvieran ante mí, yo los mataría con mis propias manos, y los haría pender de cruces, pues que han destruido a mi Señor, y mis ojos no han sido dignos de ver su faz.
3. Y, cuando Tito hubo hablado así, la llaga de su rostro desapareció, y se encontró perfectamente curado. Y cuantos enfermos estaban presentes fueron curados al mismo tiempo. 4. Y Tito, con todo el pueblo, exclamó en alta voz: Mi Dios y mi rey, tú, a quien nunca he visto, y que me has curado, dispón que yo vaya por el mar a la tierra donde naciste, a fin de que tome venganza de tus enemigos, y ayude, Señor, a destruirlos y vengar tu muerte, y entrégalos en mis manos.
5. Y, cuando hubo hablado así, se hizo bautizar, para lo cual llamó a Nathan y le dijo: ¿Cómo has visto tú bautizar a los que creen en el Cristo? Ven a mí, y bautízame en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Porque yo creo firmemente, con todo mi corazón y con toda mi alma, en nuestro Señor Jesucristo, porque no hay en el mundo otro que me haya creado, y que me haya curado. 6. Y, cuando hubo dicho esto, envió emisarios a Vespasiano, pidiéndole que viniese a toda prisa con soldados muy valerosos y bien equipados para la guerra.
7. Y Vespasiano, con cinco mil hombres armados, fue a juntarse a Tito. Y, cuando hubieron llegado a la ciudad de Libia, preguntó a Tito: ¿Por qué me has hecho venir? Y Tito contestó: Sabe que Jesús ha venido al mundo, que nació en Judea en un lugar que se llama Bethlehem, y que fue entregado a los judíos, y azotado y crucificado en el Calvario. Y que al tercer día resucitó de entre los muertos, y sus discípulos lo vieron en la misma cama en que había nacido, y se manifestó a ellos, que creyeron en él. Y nosotros queremos ser discípulos suyos. Vamos, y destruyamos a sus enemigos, para que se sepa que nada es comparable a Dios Nuestro Señor sobre la faz de la tierra.
Venganza de Tito y de Vespasiano
III 1.Y, habiendo celebrado consejo, salieron de la ciudad de Libia, que se llama Burgidalla, y entraron en los buques, y llegaron a Jerusalén y atacaron el reino de los judíos, y comenzaron a destruirlo. Y, oyendo los reyes de los judíos las depredaciones que hacían, tuvieron gran pavor y se turbaron extremadamente. 2. Entonces Arquelao se turbó en su discurso, y dijo a su hijo: Hijo mío, recibe mi reino y dirígelo, y aconséjate con los demás reyes que existen en la tierra de Judá, para que podáis escapar de vuestros enemigos. 3. Y cuando hubo hablado así, sacó su espada, e inclinándose hacia abajo, se clavó en el pecho su aguda punta, y murió.
4. Y su hijo se unió a los otros reyes que estaban bajo su jerarquía, y celebraron consejo, y fueron a Jerusalén con los jefes de aquellos que en dicho consejo se hallaban, y allí estuvieron siete años.
5. Y Tito y Vespasiano tomaron el acuerdo de bloquear la ciudad, y lo hicieron. Y, cuando pasaron siete años, el hambre se hizo extremada, y los sitiados, faltos de pan, comenzaron a comer tierra.
6. Y los soldados, que obedecían a cuatro reyes, se reunieron entre sí y dijeron: ¿No hemos de morir? ¿Qué hará Dios por nosotros, y qué nos importa la vida, ya que los romanos han venido a tomar nuestro país, y a destruir nuestra nación? Preferible es que nos matemos unos a otros a que los romanos puedan decir que nos han dado ellos la muerte, y que han logrado plena victoria sobre nosotros. 7. Y sacaron sus espadas, y se hirieron, y así murieron doce mil de aquellos hombres. Y los cadáveres extendieron una gran infección por toda la ciudad.
8. Y los reyes sintieron un espanto de muerte, y no podían soportar el hedor de los cadáveres, ni sepultarlos, ni arrojarlos fuera de la ciudad. 9. Y dijeron: ¿Qué hemos de hacer? Hemos entregado el Cristo a la muerte, y ahora somos entregados a la muerte nosotros. Humillemos nuestras cabezas, y demos a los romanos las llaves de la ciudad, puesto que Dios nos ha entregado a la muerte. 10. Y subieron a las murallas, y dijeron a gran voz a Tito y a Vespasiano: Recibid las llaves de la ciudad, que os son donadas por el Mesías, a quien llaman el Cristo.
11. Y se pusieron en manos de Tito y Vespasiano, diciéndoles: Juzgadnos, pues que nosotros hemos juzgado al Cristo, y lo hemos llevado a la muerte sin motivo ninguno. 12. Y Tito y Vespasiano hicieron lapidar a parte de ellos, y a otros los crucificaron, con los pies hacia arriba y la cabeza hacia abajo, y los hirieron a lanzadas. 13. Y vendieron a otros como esclavos y se repartieron a los demás, haciendo cuatro divisiones, como ellos con las vestiduras del Señor. 14. Y Tito y Vespasiano dijeron: Ellos vendieron a Cristo por treinta dineros de plata, y nosotros venderemos treinta de ellos por un solo denario. Y lo hicieron así, y luego tomaron Jerusalén y todas las tierras de Judea.
15. Y empezaron a buscar la faz de Cristo. Y hallaron a una mujer, llamada Verónica, que la tenía. 16. Y apresaron a Pilatos, y lo pusieron en prisión, encargando a cuatro piquetes de once soldados cada uno que lo guardaran y vigilaran la puerta de su encierro.
17. Y mandaron emisarios a Tiberio, emperador de Roma, pidiéndole que les enviase a Velosiano. 18. Y Tiberio le dijo: Toma cuanto sea preciso para andar por el mar, y baja a Judea, y busca a uno de los discípulos de aquel que se llamaba el Cristo y el Señor, para que venga a mí y, en nombre de su Dios, me cure de la lepra y de las enfermedades, que me afligen cada día más, y de las llagas, que cada día me atormentan más vivamente. Y lleva contra los reyes de los judíos que están sometidos a mi imperio todas tus fuerzas y terribles máquinas de guerra, y condénalos a muerte, ya que ellos han matado a Jesucristo, Nuestro Señor. Y si encuentras un hombre que me pueda curar de mi enfermedad, yo creeré en Cristo, hijo de Dios, y me haré bautizar en su nombre. 19. Y Velosiano dijo: Señor emperador, si yo encuentro un hombre que pueda ayudarnos, y libertarnos de las enfermedades, ¿qué recompensa le prometeré? Y dijo Tiberio: Yo le donaré la mitad de mi Imperio, y él la tendrá en sus manos.
20. Y Velosiano se puso en camino y, tomando un buque, se dio a la vela, y navegó a través del mar. Y estuvo en el mar un año y siete días, después de cuyo plazo llegó a Jerusalén. 21. Y ordenó que ciertos judíos vinieran a rendirle homenaje, y procuró informarse con ciudado de los actos de Nuestro Señor Jesucristo.
22. Y José de Arimatea y Nicodemo se reunieron allí. Y dijo Nicodemo: Yo lo he visto, y sé que verdaderamente era el Salvador del mundo. Y dijo José: Y yo lo he descendido de la cruz, y lo he puesto en un sepulcro reciente, que había sido tallado en la roca, y los judíos me tuvieron encerrado el día dr Pascua hasta la tarde, y mientras yo estaba preso, la casa fue sostenida por los cuatro rincones, y yo vi al Señor Jesucristo resplandeciendo con una luz como la de las estrellas. Y caí por tierra lleno de terror. 23. Y él me dijo: Mírame, soy Jesús, a quien tú has enterrado en su tumba. Y yo le dije: Muéstrame el sepulcro en que yo te he colocado. Y Jesús, tomando mi mano con la suya derecha, me condujo al lugar en que yo lo había depositado.
24. Y vino la mujer llamada Verónica, y dijo: Yo, entre la multitud, toqué la franja de su vestido, porque padecía desde doce años antes un flujo de sangre, y me curé. Y entonces Volosiano dijo a Pilatos: Impío y cruel, ¿por qué has hecho morir al hijo de Dios? 25. Y Pilatos respondió: Las gentes de la nación y los pontífices Anás y Caifás me lo habían entregado. Y dijo Velosiano: Impío y cruel, mereces la muerte y una pena severa. Y lo hizo entrar de nuevo en la prisión.
26. Y Velosiano preguntó por el rostro o la faz del Salvador. Y cuantos allí estaban dijeron: La mujer que se llama Verónica es la que tiene en su casa la faz del Salvador. 27. Y él ordenó que la condujesen ante sí. Y le preguntó: ¿Tienes la faz del Salvador en tu casa? Y ella lo negó. 28. Y Velosiano ordenó que se le diese tormento hasta que entregase la imagen del Señor. Y, cediendo a la violencia, Verónica dijo: Yo la tengo en un lienzo, y la adoro a diario. Y diciéndole Velosiano: Muéstramela, ella mostró el rostro del Señor. 29. Y viéndola, Velosiano, se posternó en tierra y, con fe sincera y corazón encendido, la tomó, la envolvió en una tela dorada, la cerró en una caja, y la selló con su anillo. E hizo un juramento: Por el Dios vivo y por la salud del César, que no verá su faz nadie hasta que vea yo la de mi señor, Tiberio.
30. Y, cuando hubo hablado así, los jefes de la Judea tomaron a Pilatos para conducirlo a un puerto de mar. Y Velosiano, con el rostro del Señor, y seguido de todos sus discípulos y satélites, se embarcó el mismo día.
31. Y Verónica abandonó, por el amor de Cristo, cuanto poseía, y siguió a Velosiano. Y él le dijo: Mujer, ¿qué buscas, o qué quieres? 32. Y ella contestó: Busco la faz de Nuestro Señor Jesucristo, que me ha iluminado no por mis merecimientos, sino por su piadosa misericordia. Devuélveme la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, porque me mata el dolor de no tenerla. Si no me la devuelves, yo no te abandonaré hasta que no vea dónde la has depositado, pues quiero, miserable de mí, servirla todos los días de mi vida. Porque creo que es mi redentor, y que vive en la eternidad.
33. Y Velosiano ordenó que se admitiese a Verónica con él en el buque. Y, desplegando las velas, comenzaron a navegar en el nombre del Señor y avanzaron a través del mar. Y Tito y Vespasiano habían quedado en Judea sometiendo el país a su dominación. 34. Pasado un año, Velosiano llegó la ciudad de Roma. Y orientó su barco hacia el río que llaman el Tíber, y entró en ella. Y despachó un emisario a su señor el emperador Tiberio, para anunciarle su feliz llegada.

Conversión de Tiberio
VI 1.Y Tiberio, oyendo al emisario, fue invadido de extremada alegría, y ordenó que Velosiano se presentara ante él. 2. Y le dijo a Velosiano: ¿Cómo has venido, y qué has visto en el país de Judea, que concierna al Señor Cristo y a sus discípulos? Indícame cómo debo curarme de la lepra, y yo pondré todo mi imperio en tu poder y en el suyo.
3. Y Velosiano dijo: Mi señor y emperador, yo he encontrado en Judea a tus servidores Tito y Vespasiano, temerosos del Señor, y están curados de sus úlceras y dolencias. Y he hallado que, por orden de Tito, todos los príncipes y soberanos de la Judea habían sido crucificados. Anás y Caifás han sido lapidados. Y a Pilatos yo mismo lo he enviado a Damasco, encadenado, y prisionero bajo una buena guardia. Y me he informado de que los detestables judíos hirieron a Jesús con espadas y con palos, y que lo hicieron crucificar, a él, que vino a salvarnos. Y José de Arimatea y Nicodemo vinieron llevando aceite de olivar y mirra, con un peso de cerca de cien libras, para ungir el cuerpo de Jesús, y lo descendieron y lo sepultaron en un sepulcro nuevo. Y al tercer día resucitó de entre los muertos, y se mostró a sus discípulos en la misma envoltura carnal en que había nacido. Y cuarenta días más tarde lo vieron elevarse al cielo. Y Jesús hizo muchos milagros antes de su pasión y después de ella. Cambió el agua en vino, curó leprosos, resucitó muertos, hizo ver a los ciegos y oír a los sordos, sanó paralíticos, expulsó demonios, y devolvió el habla a los mudos. Y resucitó a Lázaro, que llevaba muerto y sepultado cuarenta días, y curó a Verónica, que sufría de doce años antes un flujo de sangre, y que tocó el borde de su vestidura. Y plugo al Señor de los cielos que el Hijo de Dios, que ha sido enviado a este mundo y ha muerto sobre la tierra, enviase a un ángel, y diése órdenes a Tito y a Vespasiano, a quienes yo he conocido aquí mismo, donde está tu trono. Y plugo a Dios Todopoderoso que ellos fuesen a Judea y a Jerusalén, y apresasen a sus altos dignatarios, y los sometiesen a juicio, como ellos habían hecho a Jesús.
4. Y Vespasiano dijo: ¿Qué haremos de los que quedan? Y Tito repuso: Ellos han crucificado a Nuestro Señor sobre un madero verde, y lo han herido con una lanza. Colguémoslos nosotros de un madero seco, e hirámoslos con una lanza. Y así lo hicieron. Pero dijo Vespasiano: ¿Qué haremos con los que quedan aún? Y respondió Tito: Ellos dividieron en cuatro partes la túnica de Nuestro Señor Jesucristo. Apresémoslos nosotros, y dividámoslos en cuatro partes: una para ti, otra para mí, otra para tus soldados y otra para mis hijos. Y lo hicieron así. Y dijo Vespasiano: ¿Qué haremos con los que quedan aún? Y Tito respondió: Los judíos vendieron a Nuestro Señor por treinta monedas de plata. Y lo hicieron de esa guisa. 5. Y prendieron a Pilatos, y me lo entregaron, y yo lo encerré en una prisión en Damasco. Y puse cuatro centuriones para guardarlo. Y envieron comisarios para buscar con gran interés el rostro del Señor, y encontraron una mujer llamada Verónica, que poseía la efigie del Señor.
6. Y el emperador Tiberio dijo a Velosiano: ¿Dónde tienes esa efigie? Y contestó Velosiano: La tengo en un lienzo de tela de oro, envuelta en un manto. Y el emperador Tiberio le dijo: Extiéndela ante mí, para que yo me ponga de hinojos, y la adore en tierra. 7. Y Velosiano desplegó su manto, que envolvía la tela de oro en que iba la imagen del Señor. Y el emperador Tiberio la vio. 8. Y adoró con ferviente corazón la imagen del Señor, y su carne curó, y fue como la de un niño pequeño. Y todos los ciegos, los leprosos, los cojos, los mudos, los sordomudos y cuantos sufrían distintas enfermedades fueron curados y librados de sus males.

9. Y el emperador Tiberio, con la cabeza baja y dobladas las rodillas, exclamó: Feliz el vientre que te ha llevado y el seno que te ha nutrido. Y se dirigió al Señor, con gemidos y lágrimas, diciendo: Dios del cielo y de la tierra, no permitas que yo peque, sino confirma mi alma y mi cuerpo, y llévame a tu reino, que yo pondré siempre toda mi confianza en tu nombre. Líbrame de todos mis males como libraste a los tres jóvenes hebreos de los suyos en un horno ardiente.
10. Y el emperador Tiberio preguntó a Velosiano: ¿Has visto hombres que hayan conocido al Cristo? Y Velosiano repuso: Los he visto. Y Tiberio dijo: ¿Has preguntado cómo se bautiza a los creyentes en Jesús? 11. Y Velosiano le dijo: Señor, tenemos aquí uno de los discípulos del Cristo. Y Tiberio ordenó que Nathan viniese a él. Y Nathan vino, y lo bautizó en el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
12. Y, cuando el emperador Tiberio se halló curado de todos sus males, subió a su trono y dijo: Bendito seas, Señor, Dios omnipotente y digno de alabanza, tú, que me has libertado de la muerte, y que me has purificado de todas mis miserias, porque yo he pecado mucho en tu presencia, y no soy digno de ver tu faz. Y así el emperador Tiberio fue instruido plenamente, y creyó con sinceridad en todos los artículos de la fe.
Transfiguración de Jesús
XCI 1. Os digo en verdad que algunos de los que aquí están no gustarán la muerte sin que hayan visto al Hijo del hombre venir en su reino. 2. Y después de seis días, Jesús llevó a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, su hermano, y los condujo a lo alto de un monte. 3. Y se transfiguró ante ellos, y su rostro se hizo resplandeciente como el sol, y sus vestidos tan blancos como nadie en la tierra los puede hacer. 4. Y he aquí que Moisés y Elías se aparecieron, y hablaban con él. 5. Y Pedro dijo: Señor, bien será que elevemos aquí tres tabernáculos. 6. Uno para ti, y uno para Moisés, y otro para Elías. 7. Y aún hablaba cuando he aquí que una nube de luz les cubrió. 8. Y una voz del cielo dijo: Este es mi hijo dilecto, en el que me complazco; oídio. 9. Y los discípulos, oyendo esto, cayeron de bruces, con gran temor. 10. Mas Jesús, llegando, les dijo: Levantaos, y no temáis. 11. Y levantando sus ojos, no vieron a nadie, más que a Jesús. 12. Y descendiendo del monte les dijo Jesús: No digáis a nadie esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. 13. Y los discípulos preguntaron: ¿Por qué dicen los escribas que es preciso que Elías venga primero? 14. Y respondiendo Jesús, les dijo: En verdad, Elías vendrá primero y restablecerá todas las cosas. 15. Mas yo os digo que Elías vino ya, y no le conocieron, sino que hicieron con él cuanto les plugo. 16. Así también el Hijo del hombre padecerá de ellos. 17. Y los discípulos comprendieron que les hablaba de Juan Bautista. 18. Y llegándose a las gentes, vio que unos escribas disputaban con ellos. 19. Y viendo la gente a Jesús, se espantó, mas corrió a saludarle. 20. Y Jesús les preguntó: ¿De qué disputabais?
Los fariseos aconsejan a Jesús que se vaya. Curación de un lunático
XCII 1. Y los fariseos llegaron a Jesús, diciéndole: Vete, porque Herodes quiere matarte. Mas él dijo: Es menester que hoy y mañana y pasado camine, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. 2. Y un hombre llegó en esto y se le arrodillé. 3. Y clamaba, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo único, que es lunático. 4. Y padece mucho, y unas veces cae en el fuego, y otras en el agua. 5. Y lo he llevado a tus discípulos y no lo han podido curar. 6. Y Jesús exclamó: Generación infiel y perversa, ¿hasta cuándo te sufriré? Traédmelo. 7. Y lo trajeron, y el espíritu al ver a Jesús se conturbó. 8. Y cayó por tierra echando espumarajos. 9. Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuándo le ocurrió esto? Y dijo el padre: Desde niño. 10. Y muchas veces lo echa en el fuego o en el agua para perderlo. 11. Mas, si algo puedes, ten misericordia, y socórrenos. 12. Y dijo Jesús: Si puedes creer, todo al que cree le es posible. 13. Y el padre clamó: Creo. 14. Mas ayúdame en mi incredulidad. 15. Y viendo Jesús que la gente se amontonaba, conminó al espíritu inmundo. 16. Y le dijo: Espíritu mudo y sordo, sal y no vuelvas a él. 17. Y el espíritu salió, clamando. Y él quedó como muerto, y muchos lo creían muerto. 18. Mas Jesús, tomándole la mano, lo hizo levantar. 19. Y el mozo fue curado y volvió con su padre. 20. Y todos admiraron la grandeza de Dios. 21. Mas los discípulos lo llamaron aparte, y le preguntaron: ¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros? Y él les dijo: Por vuestra incredulidad. 22. Porque en verdad os digo que, si tuvieseis fe, aunque no fuese mayor que un grano de mostaza, diríais a un monte: Muévete, y se movería, y nada os sería imposible. 23. Mas este género de demonios sólo sale con oración y ayuno.
Los exactores exigen a Jesús el tributo de las dos dracmas
XCIII 1. Y estando en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del hombre en manos de los hombres será entregado. 2. Y será muerto y resucitará al día tercero. 3. Y ellos no comprendían estas palabras. 4. Mas tenían miedo de preguntarle y se entristecían. 5. Y viniendo a Cafarnaum, los que cobraban las dos dracmas llegaron a Pedro. 6. Y le dijeron: ¿Vuestro maestro no paga las dos dracmas? Mas él dijo: Sí. 7. Y entrando en casa, les dijo Jesús: ¿Qué te parece, Simón? 8. Los reyes de la tierra ¿de quién cobraban los tributos: de sus hijos o de los extraños? 9. Y dijo Pedro: De los extraños. Y dijo Jesús: Luego los hijos son libres. 10. Mas, por no escandalizarlos, ve al mar y echa el anzuelo. 11. Y agarra el primer pez que veas, y abre su boca y hallarás un estatero. 12. Y dáselo por ti y por mí.
Jesús dice a sus discípulos quién es mayor en el reino de los cielos
XCIV 1. Y Jesús preguntó a sus discípulos: ¿De qué hablabais? 2. Porque yendo de camino disputaban sobre quién era entre ellos el mayor. 3. Y llegaron a Jesús y le dijeron: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? 4. Y Jesús llamó a un niño y lo puso entre ellos. 5. Y dijo: En verdad os declaro que, si no fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 6. Quien se humille como este niño es el mayor en el reino de los cielos. 7. Y quien quisiere ser el mayor será, en el último día, el más pequeño. 8. Y quien reciba en mi nombre a un niño así a mí me recibe. 9. Mas quien escandalizase a uno de estos niños que creen en mí más le valdría colgarse al cuello una piedra de amolar y hundirse en lo profundo de los mares.
Jesús aconseja no impedir a los que hagan milagros en su nombre
XCV 1. Ydijo Juan: Maestro: ¿Qué haremos con los que en tu nombre expulsen demonios? ¿Se lo prohibiremos? 2. Mas dijo Jesús: No se lo prohibáis. 3. Porque quien haga milagros en mi nombre no puede hacer mal, si habla de mí. 4. Quien no es contra nosotros está con nosotros. 5. ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque es preciso que vengan escándalos, mas ¡ay de aquel por quien vienen! 6. Por eso, si tu mano o tu pie te son ocasión de escándalo, córtatelos. 7. Porque preferible es entrar cojo o manco en la vida que ir con manos y pies al fuego eterno. 8. Y si por tu ojo te pudieres escandalizar, sácalo. 9. Porque mejor te es entrar tuerto en la vida, que ir con tus ojos a la gehenna ardiente. 10. Allí donde el fuego no se apaga, ni muere el gusano.
Parábola del pecador arrepentido y de los noventa y nueve justos
XCVI 1. Mirad de no despreciar a uno de estos pequeños. 2. Porque os digo que los ángeles de los cielos ven siempre la faz de mi Padre, que está en los cielos. 3. ¿Qué os parece? Si un hombre tuviese cien ovejas, y se le perdiese una, ¿no iría, dejando las noventa y nueve, por montes y desiertos, a buscar a la extraviada? 4. Y si la hallase, se congratularía. 5. Y juntaría a sus vecinos y amigos, diciendo: Felicitadme, que mi oveja perdida ha sido encontrada. 6. Porque en verdad os digo que más se goza de encontrar aquélla que de las noventa y nueve que no se extraviaron. 7. Y es voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, que ni uno solo de estos pequeños se pierda. 8. Y ¿qué mujer que teniendo diez dracmas perdiese una sola no encendería luces y la buscaría? 9. Y en hallándola, llamaría a sus amigas y vecinas, diciéndoles: Felicitadme, porque he hallado la dracma que había perdido. 10. En verdad os digo que hay más gozo en el cielo por un solo pecador que hace penitencia, que por· noventa y nueve justos que no la hacen.
Parábola del hijo pródigo
XCVII 1. Y díjoles: Un hombre tenía dos hijos. 2. Y el más pequeño dijo a su padre: Padre, dame la parte de hacienda que me pertenece. Y él les repartió la hacienda. 3. Y el hijo menor juntó todo, y se fue a una comarca lejana. 4. Y allí malgastó su hacienda viviendo viciosamente. 5. Y cuando todo lo hubo consumido, vino una gran hambre en aquella provincia, y se encontró falto de todo. 6. Y fue a un ciudadano de aquella tierra, y él lo envió a que apacentase los puercos. 7. Y quería comer de las algarrobas de los puercos, mas no se las daban. 8. Y dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen sobra de pan, mientras yo aquí estoy hambriento! 9. Iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 10. Y no soy digno de ser llamado tu hijo, mas hazme como uno de tus jornaleros. 11. Y vino a su padre. Y su padre lo vio de lejos, y movido a misericordia, corrió a él, y lo abrazó y besó. 12. Pero el hijo le dijo: Padre, yo he pecado contra el cielo y contra ti, y soy indigno de ser tu hijo. 13. Entonces el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido y vestidlo. 14. Poned en sus manos anillos, y calzado en sus pies. 15. Y traed el becerro grande, y matadlo. Y hagamos comida, y fiesta. 16. Porque mi hijo, muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. 17. Y empezarán a festejar. Y viniendo cerca de casa el hijo mayor, que estaba en el campo, oyó música y ruido de danzas. 18. Y preguntó a un siervo que qué era aquello, y él le dijo: Tu hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro grande, porque ha llegado salvo. 19. Y se incomodó, y no quería entrar. Mas su padre salió, y le rogaba que viniese. 20. Y él decía a su padre: He aquí que te sirvo hace tantos años, y nunca he desobedecido tus mandatos. 21. Y nunca me has dado un cabrito para solazarme con mis amigos. 22. Mas viene este tu hijo, que ha gastado su hacienda con mujerzuelas, y has matado para él el becerro grande. 23. Y el padre le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 24. Mas hoy era preciso hacer fiesta y regocijarnos. 25. Porque tu hermano muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Jesús aconseja perdonar los pecados setenta veces siete veces

XCVIII 1. Si tu hermano pecare contra ti, ve y repréndelo, pero a solas. 2. Porque si te oyese, habrás ganado a tu hermano. Mas si no te oyese, toma uno o dos para que te sean testigos. 3. Y si aún no te oyese, acude a la iglesia, y si aún no oyese a la iglesia, tenlo por pecador y publicano. 4. Yo os digo en verdad que cuanto atéis en la tierra será atado en el cielo. 5. Y que cuanto desatáis en la tierra será desatado en el cielo. 6. Os digo, además, que si dos de vosotros se acordasen en la tierra, todo lo que pidiesen les será concedido por mi Padre, que está en los cielos. 7. Y Pedro, llegándosele, dijo: Señor, ¿hasta cuántas veces he de perdonar a mi hermano? ¿Hasta siete? 8. Y dijo Jesús: No siete veces, sino setenta veces siete veces.
Parábola del rey que hizo cuentas con sus siervos
XCIX 1. El reino de los cielos es semejante a un hombre que era rey, e hizo cuentas con sus siervos. 2. Y le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 3. Mas no pudiendo pagar, mandó el rey venderlo, y a su mujer, y a sus hijos, con cuanto poseía, para cobrarle. 4. Y el siervo, de rodillas, le rogó, diciendo: Señor, ten paciencia y yo te lo pagará todo. 5. Y el señor tuvo misericordia, y soltó a aquel siervo, y le perdonó la deuda. 6. Mas saliendo este siervo, halló a un consiervo suyo, que le adeudaba cien denarios. 7. Y agarrándolo, lo apretaba, diciéndole: Págame lo que me debes. 8. Y el consiervo, postrándose, le rogaba: Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo. 9. Mas él no quiso y lo puso en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 10. Y los demás consiervos se entristecieron, y fueron al señor y le contaron lo que pasaba. 11. Y llamándolo su señor, le dijo: Siervo malvado: toda tu deuda te perdoné, porque me suplicaste. 12. ¿Por qué no tuviste misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti? 13. Y lo entregó a los verdugos, hasta que pagase cuanto debía. 14. Y así hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis en vuestros corazones las ofensas de vuestros hermanos.
Jesús habla del matrimonio y de la castidad
C 1. Y Jesús se marchó de Galilea y vino a Judea, al otro lado del Jordán. 2. Y muchos lo seguían y los curaba. 3. Y los fariseos llegaron y le decían, para tentarlo: 4. ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? 5. Mas él les contestó: ¿No habéis leído que quien los creó en el principio varón y hembra los creó? 6. Y dijo: El hombre dejará padre y madre, y serán dos en una carne sola. 7. Lo que Dios unió no puede el hombre separarlo. 8. Y dijéronle: ¿Por qué entonces mandó Moisés dar carta de repudio, y divorciarse? 9. Y él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, mas en el principio no fue así. 10. Y os digo que el que repudiase a su mujer, no siendo por causa de fornicación, si se casase con otra, adultera. 11. Y el que se casare con la repudiada, adultera. 12. Y dijéronle los discípulos: Si esto es así, no conviene casarse. 13. Y él les contestó: No es dado a todos comprender estas palabras. 14. Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre. 15. Y eunucos que son hechos por el hombre. 16. Y hay quienes a sí mismos se castraron, por el reino de los cielos. 17. Quien sea capaz de serlo así, séalo.
Los fariseos murmuran de que Jesús reciba a publicanos y pecadores
CI 1. Y le fueron llevados muchos niños, para que les impusiese las manos y orase sobre ellos. 2. Y como los discípulos reprendiesen a quienes los llevaban, dijo Jesús: Dejad que los niños vengan a mí. 3. Porque de ellos es el reino de los cielos. 4. Y les impuso las manos, y oró. 5. Y muchos publicanos y pecadores se le acercaban y lo oían. 6. Y murmuraban los fariseos y escribas, diciendo: recibe a los pecadores y publicanos y come con ellos. 7. Y después de esto, Jesús se fue y andaba por Galilea. 8. Y no quería ir por Judea, porque sabía que los judios intentaban ajusticiarlo.
Parábola del viñador
CII 1. Y algunos que había por allí, le contaron de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos en sus sacrificios. 2. Y dijo Jesús: ¿Pensáis que porque esos galileos hayan sufrido esas cosas serán más pecadores que todos los galileos? 3. No; mas antes si no os arrepintieseis, pareceréis todos igual. 4. ¿Creéis que los dieciocho sobre los que cayó la torre, en Siloé, eran más pecadores que los demás de Jerusalén? 5. No; y si no hicieseis penitencia, pereceréis lo mismo. 6. Y dijo esta parábola: Un hombre tenía en su viña plantada una higuera. Y vino por sus frutos y no los tenía. 7. Y dijo al viñador: Tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro nunca. 8. Córtala; pues ¿por qué ha de ocupar la tierra? 9. Mas dijo el viñador: Señor, déjala este alio, hasta que la trabaje y la abone. 10. Y si hace fruto, la dejas, y si no, la cortas luego.
Jesús cura en la Sinagoga a una mujer enferma
CIII 1. Y un sábado enseñaba en la Sinagoga. 2. Y he aquí que una mujer hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad. 3. Y andaba inclinada y no se podía enderezar. 4. Y como Jesús la vio, la llamó, y dijo: Mujer, libre eres de tu enfermedad. 5. Y le impuso las manos, y ella se enderezó, y alababa a Dios. 6. Y el archisinagogo se enojó y dijo: Seis días hay para trabajar. 7. En éstos, y no en sábado, venid para que os curen. 8. Mas Jesús le contestó: Hipócrita, ¿no lleváis todos los sábados vuestras reses a beber, desatándolas del pesebre? 9. Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado hacía dieciocho años, ¿no fue bien librarla hoy de sus ataduras? 10. Y sus adversarios se escandalizaban, mas el pueblo se alegraba de las cosas gloriosas que hacía.
Jesús va a Jerusalén, a la fiesta de los Tabernáculos
CIV 1. Y se acercó la fiesta de los Tabernáculos. 2. Y dijeron sus hermanos: Vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 3. Porque quien quiere ser claro, no hace nada a escondidas. Si esas cosas haces, manifiéstate. 4. Y era que ni aún sus hermanos creían en él. 5. Y les dijo Jesús: Mi tiempo aún no ha venido y el vuestro siempre está a punto. 6. El mundo no puede odiaros a vosotros, mas sí a mí. 7. Porque yo atestiguo que sus obras son malas. 8. Id vosotros a esa fiesta; yo no voy a ella. 9. Porque aún mi tiempo no se ha cumplido. 10. Y esto dicho, quedóse en Galilea. 11. Mas cuando sus hermanos se fueron, él fue también, en secreto. 12. Y lo buscaban en la fiesta los judíos, diciendo: ¿Dónde está ése? 13. Y discutían de él, diciendo unos: Es bueno, y otros: No, sino que seduce a las gentes. 14. Mas nadie hablaba de él con franqueza, porque temían a los judíos. 15. Y en medio de las fiestas, Jesús entró en el templo, y enseñaba. 16. Y se admiraban los judíos y decían: ¿Cómo es que sabe letras, si no las aprendió? 17. Y Jesús contestó: No es mía mi doctrina, sino de quien me ha enviado. 18. Y el que quiera hacer su voluntad entenderá si esta doctrina viene de Dios, o si hablo por mí mismo. 19. Porque quien habla por sí, su gloria busca. 20. Mas quien busca la gloria del que lo envió, éste es verdadero y en él no hay injusticia. 21. ¿No os dio Moisés la Ley y ninguno la cumplís? ¿Por qué me queréis matar? 22. Y la gente contestó: Tú tienes demonio. ¿Quién te quiere matar? 23. Jesús les dijo: Una obra hice y os maravilláis. 24. Mas Moisés ordenó la circuncisión y en sábado circuncidáis. 25. Y si el hombre es circunciso en sábado para no quebrantar la ley de Moisés, 26. ¿Cómo os enojáis contra mí porque en sábado hice sano a un hombre completo? 27. No juzguéis por las apariencias, sino según justo juicio. 28. Y decían unos de Jerusalén: ¿No es éste al que buscan para matarlo? ¿Cómo, pues, habla públicamente? 29. ¿O habrán entendido los príncipes que es el Cristo? 30. Pero éste sabemos de dónde es y cuando venga el Cristo no sabremos de dónde viene. 31. Entonces Jesús daba voces en el templo. 32. Y enseñaba y decía: A mí no me conocéis y sabéis de dónde soy. Pero el que me envió es verdadero y no lo conocéis. 33. Pero yo lo conozco, porque de él soy, y él me envió. 34. Y yo mentiría si os dijera que no lo conozco. 35. Y quisieron prenderlo, mas nadie puso mano sobre él, porque su hora aún no había llegado. 36. Y muchos creyeron en él. 37. Porque, decían: Cuando el Cristo venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
Parábola del hombre rico
CV 1. Y uno se le acercó, y le dijo: 2. Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 3. Mas él replicó: Hombre, ¿quién me hizo juez o distributor entre vosotros? 4. Guardaos de toda avaricia, porque la vida humana no consiste en poseer muchos bienes. 5. Y dijo: Un hombre rico tenía mucho. 6. Y decía dentro de sí: ¿Qué haré, que no tengo dónde guardar mis frutos? 7. Mas tiraré mis graneros, y los haré mayores, y allí reunirá cuanto poseo. 8. Y diré a mi alma: Alma, bienes tienes para muchos años. 9. Descansa, pues, come, bebe, huélgate. 10. Y díjole Dios: Necio, esta noche van a pedir tu alma, y cuanto has guardado, ¿de quién será? 11. Así pasa al que atesora y no es rico en Dios.
Jesús anuncia que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos
CVI 1. Y uno se le llegó, y prosternándose, le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para tener la vida eterna? 2. Mas él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino Dios. 3. Mas si quieres lograr la vida eterna, cumple lo que está mandado. 4. Y dijo el hombre: ¿Qué es? 5. Dijo Jesús: No mates, no adulteres, no robes, no alces falso testimonio. 6. Honra a tus padres y ama al prójimo como a ti mismo. 7. Y dijo el hombre: Todo eso he cumplido en mi juventud. ¿Qué más debo hacer? 8. Y Jesús, oyéndolo, le tuvo amor, y le dijo: Una cosa te falta, si quieres seguirme y tener el reino de los cielos. 9. Vende cuanto posees y dalo a los pobres. 10. Mas el joven, al oírlo, se fue, triste, porque era rico y tenía muchas propiedades. 11. Y Jesús se entristeció, y dijo a sus discípulos: ¡Cómo es difícil que quien tine riquezas entre en el reino de los cielos! 12. ¡En verdad os digo que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos! 13. Y los discípulos le dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo? 14. Y Jesús dijo: Lo que es imposible para los hombres no lo es para Dios. 15. Y dijo Pedro: ¿Y nosotros, que lo hemos dejado todo para seguirte? 16. Mas Jesús, respondiendo, dijo: Os digo en verdad que vosotros que me seguís seréis en la majestad del Hijo del hombre. 17. Y que os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 18. Y que recibirá ciento por uno quien por mí y por el Evangelio deje padres, y hermanos, y propiedades. 19. Y en el siglo venidero tendrá la vida eterna el que deje por mí sus familias y sufra persecuciones. 20. Y los fariseos eran avaros y lo oían, y se burlaban de él. Y les dijo: Vosotros sois justos ante los hombres, mas no ante Dios. 21. Ensalzados sois de los hombres, mas abominadores de Dios.
Parábola de Lázaro y Abraham
CVII 1. Y les dijo: Había un hombre rico, que estaba vestido de lino y púrpura. 2. Y tenía cada día un banquete espléndido. 3. Y a su puerta estaba acostado un mendigo llamado Lázaro. 4. Y estaba lleno de llagas, y hambriento, y deseaba comer las migajas del rico. 5. Y aun los perros venían y le lamían las llagas. 6. Y ocurrió que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. 7. Y murió el rico, y fue sepultado, y llevado al infierno. 8. Y estando en los tormentos, alzó sus ojos y vio a Lázaro, a lo lejos, en el seno de Abraham. 9. Y clamó: Padre Abraham, ten misericordia de mí y envíame a Lázaro. 10. Para que humedezca un dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy torturado de llamas. 11. Mas dijo Abraham: Hijo, acuérdate de los bienes que tuviste en vida y de los males de Lázaro. 12. Y éste ahora es consolado y atormentado tú. 13. Un gran abismo hay entre nosotros, y de aquí no se puede ir ahí, ni de ahí aquí. 14. Y dijo el hombre: Ruégote, padre, que lo envíes a casa de mi padre. 15. Porque cinco hermanos tengo y quiero que les dé testimonio. 16. Para que no vengan como yo a los tormentos de este sitio. 17. Mas dijo Abraham: A Moisés y a los profetas tienen; que los oigan. 18. Y él dijo: No, padre Abraham, mas sí se arrepentirían si a ellos va alguno de los muertos. 19. Y Abraham le contestó: Si no entienden a Moisés ni a los profetas, tampoco oirán, aunque uno se alzase de entre los muertos.
Parábola del mayordomo infiel
CVIII 1. Y dijo Jesús a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo. 2. Y lo acusaron de disipar sus bienes, y le llamó y le dijo: ¿Qué me cuentan de ti? 3. Rinde cuentas, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo. 4. Y el mayordomo pensó: ¿Qué haré? 5. Porque no puedo cavar y me avergüenza el pedir limosna. 6. Mas ya sé lo que haré para que cuando me quiten el empleo me reciban en sus casas. 7. Y llamó a los deudores de su señor. 8. Y dijo al primero: ¿Qué debes? Y él contestó: Cien barriles de aceite. 9. Y le dijo: Ten la caución y escribe cincuenta. 10. Y dijo a otro: ¿Qué debes? Y contestó: Cien coros de trigo. 11. Y le dijo: Toma la caución y escribe ochenta. 12. Y el señor alabó la prudencia del mal mayordomo. 13. Porque los hijos de este siglo son en su generación más hábiles que los hijos de luz. 14. Y os digo: Haceos amigos de las riquezas y, cuando faltasen, recibiros han en los tabernáculos eternos. 15. El que es fiel en lo poco, fiel es en lo mucho, y el injusto en lo menos es injusto en lo más. 16. Porque si en las malas riquezas fuisteis infieles, ¿quién os confiará las verdaderas? 17. Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? 18. El siervo que conociendo la voluntad de su dueño no la cumplió fue muy azotado. 19. Mas quien no la cumplió porque no la conocía fue poco azotado.
Parábola del hombre que contrató operarios para su viña
CIX 1. El reino de los cielos es comparable a un padre de familia que salió a la mañana y contrató jornaleros para trabajar en su viña. 2. Y se concertó con ellos en un denario diario y los envió a su viña. 3. Y salió a la hora de tercia, y vio a unos que holgaban, y les dijo: Id también a mi viña y os daré lo que fuese justo. Y fueron. 4. Y salió a las horas sexta y nona e hizo lo mismo. 5. Y saliendo a la hora undécima, vio otros que estaban ociosos. 6. Y dijo: ¿Por qué no trabajáis? Y dijeron: Porque nadie nos ha contratado. 7. Y les dijo: Id también a la viña y os daré lo que fuese justo. 8. Y cuando fue la tarde, el señor de la viña dijo a su mayordomo: 9. Llama a los operarios y págales el jornal, desde los últimos hasta los primeros. 10. Y viniendo los que habían ido a la hora undécima, cobró cada uno un denario. 11. Y viniendo los primeros, pensaban que cobrarían mas, pero sólo recibieron un denario. 12. Y lo tomaron, mas murmuraban: Los últimos han trabajado una hora y han cobrado como nosotros, que hemos trabajado y sufrido el calor de todo el día. 13. Mas él, contestando, les dijo: Amigos, ¿en qué os agravio? ¿No fue en un denario en lo que os concertasteis conmigo? 14. Tomad lo vuestro e idos. Porque quiero a los últimos dar como a vosotros. 15. ¿No puedo hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es que tu ojo es malo porque yo soy bueno? 16. Y así los últimos serán primeros y los primeros últimos. 17. Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.
Jesús cura a un hidrópico en casa de un fariseo
CX 1. Y entrando un sábado en casa de un príncipe de los fariseos a comer pan, era observado de ellos. 2. Y un hombre hidrópico estaba frente a él. 3. Y Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado? 4. Y como ellos callasen, él lo curó y lo despidió. 5. Y contestándoles, dijo: ¿Quién de vosotros no sacará un asno o su buey, si se le cae a un pozo un sábado? 6. Y no podían contestarle a estas cosas. 7. Y viendo cómo elegían los primeros asientos en la mesa, les dijo: Cuando te convidasen, no tomes el primer puesto. 8. Porque pudiera ser que otro con más honor que tú esté convidado. 9. Y viniendo el que invitó te diga: Déjale el sitio. 10. Sino que cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que el que te convidó te diga: Sube aquí, y seas ensalzado ante los que están en la mesa. 11. Porque todo el que se ensalza será humillado y todo el que se humilla será ensalzado. 12. Y dijo al que lo invitaba: Cuando convides, no sea a tus hermanos, ni amigos, ni parientes. 13. Porque ellos no vuelvan a convidarte y te compensen. 14. Mas convida a los pobres, y a los débiles, y a los lisiados y ciegos. 15. Y serás bienaventurado, porque no te pueden remunerar, mas tendrás compensación cuando resuciten los justos. 16. Y uno que estaba allí dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de los cielos.
Jesús cura a diez leprosos
CXI 1. Y llegaba la Pascua de los judíos. 2. Y yendo a Jerusalén pasaba por Samaria de Galilea. 3. Y entrando en una aldea, paráronse a lo lejos diez hombres que estaban leprosos. 4. Y alzaron sus voces, diciendo: Jesús, Maestro, apiádate de nosotros. 5. Y él les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y yendo quedaron limpios. 6. Y uno, al sentirse limpio, glorificó a Dios con gran clamor. 7. Y se tendió sobre su rostro y le daba gracias. Y era samaritano. 8. Y dijo Jesús: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Dónde están los demás? 9. ¿Ninguno hubo que volviese para alabar a Dios, sino este extranjero? 10. Y le dijo: Álzate y vete. 11. Porque tu fe te ha salvado.
Jesús habla a los discípulos de su pasión, y la madre de los hijos de Zebedeo le ruega por sus hijos
CXII 1. Y Jesús dijo a los doce: He aquí que subimos a Jerusalén y serán cumplidas las cosas que escribieron los profetas del Hijo del hombre. 2. Porque será entregado, e injuriado, y escarnecido. 3. Y cuando lo hubiesen azotado, será enterrado, mas al día tercero resucitará. 4. Y llegando la madre de los dos hijos de Zebedeo, lo adoró, y dijo: Señor, sienta a mis dos hijos, uno a tu diestra y otro a tu siniestra en tu reino. 5. Y Jesús contestó: No sabes lo que pides. 6. ¿Podéis beber en el cáliz en que yo beba, y bautizar con el bautismo con que bautizo yo? Y ellos dijeron: Podemos. 7. Y él les dijo: En el cáliz en que yo beba beberéis, y con el bautismo con que yo bautizo seréis bautizados. 8. Y sentados estaréis a mi derecha y a mi izquierda, como yo con mi Padre. 9. Y oyéndolo los discípulos, se airaron contra los dos hermanos. 10. Y Jesús los llamó, y les dijo: ¿Sabéis que entre los príncipes de los hombres quienes mayores son más autoridad ejercen? Pues no es así entre vosotros. 11. Porque el que entre vosotros quiera ser el mayor será el más pequeño, y quien quiera ser el primero será siervo de los demás. 12. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos.
Los discípulos preguntan a Jesús si son muchos los que se salvarán
CXIII 1. Y uno de ellos le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? 2. Y él les dijo: Procurad entrar por la puerta estrecha, porque muchos querrán entrar y no podrán. 3. Porque allí será el decir: Señor, ábrenos. 4. Y yo les diré: No os conozco. 5. Y me dirán: Comíamos contigo y bebíamos contigo. 6. Y les diré: No os conozco, hacedores de iniquidades. 7. Id al fuego eterno, donde es el llanto y el rechinar de dientes. 8. Y cuando veáis entrar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a todos los profetas, en el reino de los cielos, vosotros seréis echados fuera. 9. Y de Oriente y de Occidente, y del aquilón y el austro, vendrán al reino de Dios. 10. Mas los primeros serán los últimos y los últimos los primeros.
Zaqueo, el publicano
CXIV 1. Y Jesús había entrado en Jericó. 2. Y un varón llamado Zaqueo era principal entre los publicanos, porque era rico. 3. Y quería ver a Jesús, mas no le dejaba verlo la gente, porque era pequeño de estatura. 4. Y echando a correr se subió a un sicomoro, por donde tenía que pasar. 5. Y llegando, Jesús le miró, y le dijo: Baja luego, Zaqueo, que hoy descansé en tu casa. 6. Y él bajó a prisa y lo recibió con gozo. 7. Y viendo tal, murmuraban todos, diciendo que iba a casa de un pecador. 8. Y Zaqueo dijo a Jesús: Señor, de lo que tengo, la mitad daré a los pobres. 9. Y si en algo he defraudado a alguno, se lo devolveré cuadruplicado. 10. Y dijo Jesús: Hoy ha venido la salvación a esta casa. 11. Porque también él es hijo de Abraham. 12. Y el Hijo del hombre vino a salvar y buscar lo que se había perdido.
Jesús cura a dos ciegos
CXV 1. Y saliendo Jesús de Jericó, lo seguían muchas gentes. 2. Y he aquí que dos ciegos estaban sentados en el camino y uno era Bastimeo, hijo de Timeo. 3. Y oyendo que Jesús el Nazareno pasaba, clamaron, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros. 4. Y les dijo Jesús: ¿Qué queréis que os haga? Y ellos dijeron: Señor, abre nuestros ojos. 5. Y Jesús tuvo misericordia y les tocó los ojos. 6. Y vieron, y lo siguieron, alabando a Dios. 7. Y toda la gente alababa a Dios.
Jesús, sobre un asno, entra en Jerusalén
CXVI 1. Y acercándose a Jerusalén, y llegando a Bethfagé, en el Monte de los Olivos, Jesús dijo a dos de sus discipulos: 2. Id a esa aldea que hay enfrente y hallaréis atado un pollino en el que ningún hombre se ha sentado nunca: desatadlo y traédmelo. 3. Y si alguien os preguntase: ¿Por qué lo desatáis? Decid: El Señor lo necesita. Y os lo dejará. 4. Y fueron, y hallaron el pollino, y desatándolo, le dijeron sus dueños: ¿Por qué lo desatáis? 5. Y dijeron: Porque el Señor lo ha menester. Y se lo dejaron. 6. Y llevaron el asno a Jesús, y pusieron sobre él sus vestiduras, y lo sentaron encima. 7. Para que se cumpliese lo que dijo el profeta: Decid a la hija de Sión: He aquí tu rey, que viene manso, a ti, sentado sobre un pollino, que es hijo de animal de yugo. 8. Y esto no lo conocieron sus discípulos entonces, sino cuando fue glorificado Jesús, que entonces comprendieron que se había escrito de él. 9. Y muchas gentes tendían sus mantos por el camino, y otras venían con ramos de olivo. 10. Y cuando llegaban al Monte Olivete, llegaron muchos más, alabando a Dios con grandes voces. 11. Y los que lo seguían y los que iban delante iban diciendo: 12. ¡Hosanna! ¡Bendito el Hijo de David, bendito el rey que viene en nombre del Señor! 13. Paz en el cielo y gloria en las alturas. Bendito el que nos trae el reino de nuestro padre David. Gloria en lo alto. 14. Y otros muchos trajeron ramos de palma y acompañaban a Jesús, diciendo: 15. ¡Hosanna! Bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel. 16. Mas algunos fariseos que iban entre la gente le dijeron: 17. Maestro, haz callar a tus discípulos. 18. Mas él repuso: Os digo en verdad que, si ellos callan, clamarán las piedras. 19. Y llegando a Jerusalén, lloró sobre ella. 20. Diciendo: ¡Oh, si tú conocieses en este tu día lo que conviene a tu paz! 21. Mas ello está ahora oculto a tus ojos. 22. Porque días vendrán en que te sitiarán tus enemigos, y por todas partes te cercarán. 23. Y te derribarán, con todos tus hijos, en tierra y no quedará piedra sobre piedra de ti. 24. Porque no conociste el tiempo de tu visitación.
Jesús echa del templo a los mercaderes
CXVII 1. Y entrando en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y dijo: ¿Quién es éste? 2. Y otros del pueblo decían: Es un profeta de Nazareth de Galilea. 3. Y entrando Jesús en el templo, hizo un azote de cuerdas, y echó con él a todos los que allí vendían ovejas, y bueyes, y palomas, y derramó las monedas de los cambistas, y revolvió las mesas. 4. Y dijo: No hagáis de la casa de mi Padre casa de negociación. 5. Porque está escrito que ésta sea casa de oración y vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 6. Y sus discípulos recordaron que está escrito: El celo de tu casa me comió. 7. Y los ciegos y mancos que había en el templo se llegaron a él y los sanaba. 8. Y viendo los príncipes de los sacerdotes y los escribas los milagros que hacía, 9. Y que los niños clamaban en el templo: ¡Hosanna, Hijo de David!, 10. Fueron muy indignados, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? 11. Mas Jesús contestó: ¿Nunca leísteis que en la boca de los niños y de los que maman está la alabanza perfecta? 12. Y los judíos le dijeron: ¿Qué signo nos presentas de que está bien lo que haces? 13. Y Jesús repuso: Derribad este templo y en tres días lo reedificaré. 14. Y ellos dijeron: Cuarenta y seis años costó edificarlo. 15. ¿Y tú en tres días lo restaurarás? 18. Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
Parábola del publicano y el fariseo
CXVIII 1. Y vio Jesús cómo las gentes ricas echaban sus ofrendas en el garogilacio. 2. Y llegando una viuda pobre, no puso más que dos cuadrantes. 3. Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que esa pobre ha hecho mayor ofrenda que los demás. 4. Porque los demás ofrendaron a Dios de lo que les sobra. 5. Mas ella ofreció la pobreza que para su sustento tenía. 6. Y les dijo esta parábola: Dos hombres subieron a orar al templo. 7. Y el uno era fariseo y el otro era publicano. 8. Y el fariseo oraba diciendo: Gracias te doy, Señor. 9. Porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano. 10. Y ayuno los sábados y doy diezmos de cuanto poseo. 11. Y el publicano, sin osar alzar los ojos al cielo, se golpeaba el pecho y decía: Dios, séme propicio a mí, pecador. 12. Y yo os digo que éste será más justificado. 13. Porque aquel que se ensalza será humillado y aquel que se humilla será ensalzado. 14. Y los dejó y salió de la ciudad, y fue a Bethania, y descansó allí. 15. Y las gentes lo seguían y curaba a los que necesitaban ser sanos.
Nicodemo viene a Jesús por la noche
CXIX 1. Y había un varón llamado Nicodemo, que era príncipe de los judíos. 2. Y vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que Dios te ha enviado por Maestro. 3. Porque si Dios no fuese contigo, no darías los signos que das. 4. Mas dijo Jesús: En verdad te digo que quien no vuelva a nacer no verá el reino de Dios. 5. Y contestó Nicodemo: ¿Cómo el viejo puede otra vez nacer? 6. ¿0 es que otra vez puede entrar para nacer en el vientre de su madre? 7. Mas Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que quien no naciese de agua y del Espíritu no entrará en el reino de Dios. 8. Lo que nace de carne carne es, y lo que de Espíritu nace es espíritu. 9. No te maravilles de que te haya dicho que otra vez hay que nacer. 10. Porque el viento sopla de donde quiere y oyes su soplo, mas no sabes adónde va ni de dónde viene. 11. Así es todo el que ha nacido del Espíritu. 12. Mas Nicodemo contestó y dijo: ¿Cómo puede ser esto? 13. Contestó Jesús: ¿Y tú, que eres maestro de Israel, lo ignoras? 14. En verdad te digo que hablamos lo que sabemos y de lo que hemos visto atestiguamos, pero no aceptáis nuestro testimonio. 15. Si no creéis en las cosas terrenales que os digo, ¿cómo habéis de creer en las celestiales? 16. Nadie subió al cielo, sino el que del cielo descendió, que es el Hijo del hombre, que está en el cielo. 17. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así ha de ser alzado el Hijo del hombre. 18. Para que no se pierda quien creyese en él, sino que logre vida eterna. 19. Porque para esto ha dado Dios al mundo, porque lo ama, a su Hijo único. 20. Dios no envió su Hijo al mundo para condenarlo, sino para darle salvación. 21. Y quien en él cree no es condenado, mas quien en él no cree sí es condenado. 22. Porque no creyó en el nombre del Hijo, unigénito de Dios. 23. Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. 24. Y cuantos hacen el mal no vienen a la luz, para no ser acusados de sus pecados. 25. Mas el que obra con verdad viene a la luz, para que se manifieste que sus obras son hechas en Dios. 26. Y Jesús se fue al monte de los Olivos, y a la mañana vino al templo, y la gente se llegó a él. 27. Y se sentó y enseñaba.
Los judíos presentan a Jesús una mujer sorprendida en adulterio
CXX 1. Y los escribas y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio. 2. Y poniéndola en medio, dijeron: Maestro, esta mujer ha sido encontrada en flagrante adulterio. 3. Moisés, en la Ley, nos mandó apedrearla. ¿Qué dices tú? Y le hablaban por tentarlo, para poderlo acusar. 4. Mas Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo. 5. Mas como le siguiesen preguntando, se levantó. 6. Y dijo: Quien entre vosotros no tenga pecado arroje contra ella la primera piedra. 7. Y volviéndose a inclinar, escribía en tierra. 8. Y oyéndolo, todos salieron, desde los viejos hasta los adolescentes. 9. Y se levantó Jesús y no halló más que a la mujer. 10. Y dijo: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿No te ha condenado ninguno? 11. Y dijo ella: Ninguno, Señor. 12. Y dijo Jesús: Ni yo te condeno. Vete y no peques mas.
Jesús maldice a la higuera
CXXI 1. Y otra mañana, yendo a la ciudad, tuvo hambre. 2. Y viendo una higuera junto al camino, fue a ella, mas halló que sólo tenía hojas. 3. Porque aún no era tiempo de higos. Mas él dijo: Que nunca más nazca fruto de ti. Y se secó la higuera. 4. Y los discípulos, maravillados, decían: ¿Cómo se secó la higuera? 5. Y a la tarde salían de la ciudad, y pasando junto a la higuera seca, dijo Pedro: Señor, ésta es la higuera que tú maldijiste. 6. Y Jesús le dijo: Os digo, en verdad, que si tuvieseis fe, no sólo haríais esto vosotros. 7. Sino que si a este monte le dijereis: Échate al mar, se echaría. 8. Y dijeron los apóstoles: Señor, infúndenos fe. 9. Y dijo Jesús: Cuanto pidáis orando, si creéis, se os dará. 10. Y en la oración perdonad a vuestros enemigos, para que vuestro Padre, que está en los cielos, perdone vuestros pecados.
Parábola del juez duro y de la viuda
CXXII 1. Y propuso otra parábola a sus discípulos, a propósito de que siempre conviene orar. 2. Y dijo: Había un juez en una ciudad que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3. Y había en aquella ciudad una viuda y vino y le dijo: Hazme justicia de mi enemigo. 4. Y muchas veces volvía, hasta que el juez dijo entre sí: No temo a Dios ni respeto a los hombres, pero si hago justicia a esta viuda ya no volverá más a molestarme. 5. Oíd lo que dijo el juez injusto. 6. ¿Y no ha de hacer justicia Dios a sus elegidos, que le impetran día y noche y esperan en él? 7. Yo os digo que él os hará justicia. Porque el Hijo del hombre ha venido a traer la fe a la tierra.

Los judíos preguntan a Jesús con qué autoridad obra. Parábola de los hijos del vendimiador
CXXIII 1. Y como vino al templo, evangelizaba al pueblo. 2. Y los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se le llegaron y le decían: ¿Quién te dio potestad para hacer esto? 3. Mas Jesús contestó: Yo os diré con qué autoridad lo hago, si vosotros me contestáis otra pregunta. 4. El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? 5. Y ellos meditaron entre sí y decían: Si decimos que del cielo, nos dirá: ¿Por qué no lo creísteis? 6. Mas si decimos que de los hombres, ofenderemos al pueblo. 7. Porque tiene a Juan por profeta. 8. Y a Jesús, en respuesta, le dijeron: No sabemos. 9. Y él les dijo: Ni yo os digo qué potestad tengo para hacer esto. 10. Un hombre tenía dos hijos. Y se llegó al primero y le dijo: Hijo, ve a trabajar en mi viña. 11. Y él contestó: No quiero. Mas se arrepintió y fue. 12. Y al otro le dijo lo mismo y contestó: Sí, señor; mas no fue. 13. ¿Quién de los dos obedeció a su padre? Y contestaron: El primero. 14. Y les dijo Jesús: En verdad os digo que los publicanos y meretrices irán antes que vosotros al reino de Dios. 15. Porque os vino Juan y no le creísteis, y los publicanos y rameras sí le creyeron. 16. Y aún vosotros no os arrepentisteis después para creerle.
Parábola del hombre que plantó una viña
CXXIV 1. Escuchad otra parábola: Un hombre, que era padre de familia, plantó una viña. 2. Y la valló, y cavó un lagar, y construyó una casa. 3. Y la dio en renta a unos labradores, y se fue. 4. Y al tiempo de los frutos, envió a sus siervos para que cobrasen la renta. 5. Mas los labradores hirieron a un siervo, y mataron a otro, y apedrearon a los demás. 6. Y envió otros siervos, mas con ellos hicieron lo mismo. 7. Y al fin les envió su hijo, pensando que a él le tendrian respeto. 8. Mas viendo los labradores al hijo, dijéronse: Este es el heredero. 9. Matémoslo y tomemos su heredad. 10. Y lo echaron fuera de la viña, y lo mataron. 11. ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña cuando viniese, a aquellos labradores? 12. Y le dijeron: Destruirá a los malos, y dará la viña en renta a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo. 13. Dijo Jesús: ¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que desecharon los que construían quedó para cabeza de los ángulos? 14. Por el Señor fue hecho esto y es cosa milagrosa ante nuestros ojos. 15. Os digo que el reino de Dios os será quitado y dado a gente que tenga frutos de él. 16. Y que a quien sobre esta piedra cayese será quebrantado y quien cayese sobre ella la desmenuzará. 17. Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los fariseos estas parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. 18. Y querían prenderlo, mas temían a la gente. 19. Porque lo tenían por profeta. 20. Y Jesús les dijo esta otra parábola:
Parábola del rey que celebró las bodas de un hijo suyo
CXXV 1. El reino de los cielos es como un hombre que era rey y, celebrando las bodas de su hijo, convidó a muchos. 2. Y a la hora de la cena eni.dó sus siervos a llamar a los convidados. 3. Y todos comenzaron a excusarse. 4. El primero dijo: He comprado una heredad y he de ir a verla: excúsame. 5. Y dijo otro: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos: excúsame. 6. Y otro dijo: Hoy me he casado y no puedo ir. 7. Y el rey mandó a otros siervos, diciendo: Decid a los invitados: He aquí que la comida está preparada, porque los toros y animales cebados han sido muertos, y todo está a punto. Venid a las bodas. 8. Mas ellos no se curaron de él, y unos fueron a su labranza, y otros a sus negocios. 9. Y otros afrentaron a sus siervos y los mataron. 10. Y enojándose el rey, envió a sus tropas y mataron a los homicidas, e incendiaron su ciudad. 11. Y dijo a sus siervos: Preparadas están las bodas, pero los invitados no eran dignos. 12. Salid, pues, a la calle, y traed a los pobres, y mancos, y cojos, y ciegos. 13. Y dijo el siervo: Señor: hecho está lo que mandaste; mas aún sobra sitio. 14. Y dijo el señor: Ve por las calles y caminos y obliga a todos a entrar en mi casa. 15. Porque ninguno de los que fueron invitados gustará mi cena. 16. Y saliendo los siervos a los caminos, reunieron a todos los que hallaron, malos y buenos, y las bodas estuvieron llenas de convidados. 17. Y el rey vio que uno de ellos no traía vestido de boda. 18. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí si no tenías vestido de boda? 19. Mas él calló. Y el rey dijo a los servidores: Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas exteriores. Y allí será el llorar y el crujir de dientes. 20. Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos.
Los judíos preguntan a Jesús qué se ha de dar a Dios y qué se ha de dar al César
CXXVI 1. Entonces los fariseos se consultaron sobre cómo lo sorprenderían en alguna palabra. 2. Y le enviaron los discípulos que ellos tenían, con los herodianos. 3. Y le dijeron: Maestro, sabemos que amas la verdad y que el verdadero camino de Dios enseñas. 4. Mas dinos: ¿Es o no lícito dar tributo a César? 5. Y Jesús comprendió su malicia y dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? 6. Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. 7. Y preguntó: ¿De quién es esta figura y lo que está escrito sobre ella? 8. Y le dijeron: Del César. 9. Y él dijo: Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. 10. Y oyéndolo, se maravillaron y se fueron.
Los saduceos, que no creen en la resurrección, interrogan a Jesús sobre la mujer de los siete maridos
CXX VII 1. Aquel día se llegaron a él los saduceos, que no creen en la resurrección, y le preguntaron: 2. Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriese sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y hará simiente a su hermano. 3. He aquí siete hermanos. Y el primero se casó y murió y, al no tener generación, quedó su mujer a su hermano. 4. Y al segundo pasó igual y al tercero, hasta los siete. 5. Y después murió la mujer. Mas ¿de quién será mujer en la resurrección, pues que todos la tuvieron? 6. Pero dijo Jesús: Erráis, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios. 7. Porque en la resurrección ni los hombres tomarán mujer, ni las mujeres marido. 8. Sino que serán como los ángeles en el cielo. 9. ¿Y no habéis leído lo que dice Dios? 10. Yo soy el Dios de Abraham, y el de Isaac, y el de Jacob. 11. Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 12. Y las gentes se admiraban de su doctrina. 13. Y algunos, contestando, dijeron: Bien hablaste, maestro.
Los escribas preguntan a Jesús cuál es el mandamiento mayor
CXXVIII 1. Y viendo los fariseos que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 2. Y un doctor de la Ley, le preguntó diciéndole: Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley? 3. Y dijo Jesús: Amarás al Señor con todo tu corazón, y toda tu alma, y toda tu mente. 4. Y éste es el primero y mayor de los mandamientos. 5. Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 6. Y de estos dos mandamientos depende toda la Ley y los profetas. 7. Y un escriba le dijo: Bien hablaste, maestro. 8. Porque ha de amarse a Dios de todo corazón, y toda el alma, y toda la inteligencia. 9. Y se ha de amar al prójimo como a uno mismo. 10. Y Jesús, oyendo lo bien que le respondía, dijo: Rectamente contestas. Hazlo asi. 11. Pero queriendo ellos justificarse, dijeron a Jesús: ¿Quién es nuestro prójimo? 12. Y Jesús contestó: Iba un hombre a Jerusalén, y los ladrones lo atacaron y lo robaron e hirieron. 13. Y pasando de camino un sacerdote, lo vio herido, mas se fue a un lado y lo dejó. 14. Y pasando un levita, lo vio y lo dejó. 15. Y pasó un samaritano, y tuvo piedad de él, y lo alivió y ungió. 16. Y lo puso en su jumento y lo llevó a la posada. 17. Y pagó dos denarios al posadero, y le dijo: Cuídalo, y lo pagaré lo que sea al volver. 18. De estos tres, ¿quién fue el prójimo del herido por los ladrones? 19. Y le dijeron: Quien le tuvo misericordia. 20. Y Jesús dijo: Haced, pues, como él.
Los fariseos intentan prender a Jesús
CXXIX 1. Y Jesús enseñaba a diario en el templos 2. Y los príncipes de los sacerdotes, y los del pueblo, así como los escribas, querían prenderlo. 3. Mas no sabían cómo hacerlo, porque el pueblo se asombraba oyéndolo. 4. Y los fariseos murmuraban cómo lo harían. 5. Y los príncipes y fariseos enviaron hombres para prenderlo. 6. Mas dijo Jesús: Aún estaré algún tiempo entre vosotros, e iré al que me envió. Y tiempo vedrá en que me buscaréis y no me hallaréis. 7. Y donde yo esté no podréis venir. 8. Y dijéronse los judíos: ¿Dónde estará que no podamos ir? 9. ¿Qué es esto de que lo buscaremos y no lo encontraremos, y que donde esté no podremos ir? 10. Y en el último día grande de las fiestas, Jesús clamaba y decía: 11. Quien tenga sed venga a mí y beba. 12. Porque quien crea en mí, ríos de agua viva correrán de su vientre, como dice la Escritura. 13. Y esto dijo del Espíritu que recibirían los que en él creyesen. 14. Porque aún no había sido Jesús glorificado. 15. Y la gente, oyéndolo, decía: este es el Cristo. 16. Mas otros decían: ¿Ha de venir el Cristo de Galilea? 17. ¿No está escrito que es de simiente de David y del pueblo de Bethlehem de donde vendrá el Cristo? 18. Y la gente discutía sobre él. 19. Y los pontífices y fariseos vinieron a los ministriles y dijeron: ¿Cómo no lo trajisteis? 20. Mas ellos contestaron: Nunca hombre alguno habló como este hombre. 21. Y dijeron los fariseos: ¿También fuisteis vosotros seducidos? 22. ¿Cree en él alguno de los príncipes o de los fariseos? 23. Porque los de la plebe, que no saben la Ley, malditos son. 24. Y dijo Nicodemo, el que había ido a él de noche: ¿Juzga nuestra Ley sin antes oír? 25. Mas le dijeron: ¿También eres tú galileo? 26. ¿Cuándo se vio que de Galilea saliera profeta?
Los fariseos son preguntados por Jesús
CXXX 1. Y los fariseos fueron preguntados por Jesús y dijo: ¿De quién decís que el Cristo es hijo? Y dijeron: De David. 2. Mas dijo Jesús: ¿Cómo, entonces, en sus salmos lo llama su Señor? 3. Cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies. 4. Llamándolo David Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? 5. Y no supieron responderle.
Jesús se presenta como la luz del mundo
CXXXI 1. Y dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo. 2. Y quien me sigue no anda en tinieblas, mas tiene luz en su vida. 3. Y dijeron los fariseos: Tú de ti mismo atestiguas: tu testimonio no es válido. 4. Y dijo Jesús: Yo atestiguo de mí mismo, porque sé de dónde vengo y adónde voy. 5. Mas vosotros ignoráis de dónde vengo y adónde voy. 6. Vosotros juzgáis según la carne, mas si yo juzgo, verdadero es mi juicio, porque juzgo según el Padre. 7. Y en vuestra ley está escrito: El testimonio de dos es válido. 8. Yo testimonio por mí, y por mí testimonia mi Padre. 9. Mas ellos le dijeron: ¿Quién es tu Padre? 10. Y dijo Jesús: No me conocéis a mí, ni a mi Padre. 11. Mas yo voy y vosotros moriréis en vuestro pecado. 12. Y donde yo voy, vosotros no podéis ir. 13. Y decían los judíos: ¿Irá a matarse él mismo, que dice que donde irá no lo podremos seguir? 14. Y él dijo: Vosotros sois del mundo y yo no soy del mundo. 15. Y os digo que moriréis en vuestro pecado. 16. Porque si no creyerais quien yo soy, moriréis en vuestro pecado. 17. Y ellos dijeron: ¿Pues quién eres? 18. Y él contestó: Quien os he dicho al principio. 19. Mucho he de juzgar de vosotros, mas mi Padre, que me envió, es verdadero, y lo que yo he oído a él os hablé. 20. Mas ellos no entendieron que el Padre de que les hablaba era Dios. 21. Y dijo Jesús: Cuando creáis al Hijo del hombre, entonces comprenderéis quién yo soy. 22. Y que nada hago de mí mismo, sino que hablo como el Padre me enseñó. 23. Porque el que me envió está conmigo. 24. Que no me ha dejado el Padre solo, porque yo hago lo que a él le agrada. 25. Y diciendo estas cosas, muchos creyeron en él y él decía a los que creían: 26. Si vosotros perseveráis en mi palabra, seréis verdaderos discípulos míos. 27. Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. 28. Y le dijeron: Somos simiente de Abraham. 29. Y no servimos a nadie; ¿cómo nos vas a hacer libres? 30. Jesús les contestó: Os digo en verdad que aquel que peca es siervo del pecado. 31. Y el siervo no está en casa siempre, mas sí el hijo. 32. Y si el Hijo os libertare, seréis libres de verdad. 33. Sé que sois semilla de Abraham, pero procuráis matarme. 34. Porque en vosotros no cabe mi palabra. 35. Yo hablo de lo que he visto al Padre y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre. 36. Dijéronle: Nuestro padre es Abraham. 37. Y él les contestó: Si fuerais hijos de Abraham, sus obras haríais. 38. Mas queréis matarme, porque os digo la palabra que he oído de Dios. 39. Y no hizo así Abraham. 40. Porque hacéis las obras de vuestro padre. 41. Mas le dijeron: Nacidos somos fuera de fornicación. Un padre tenemos y es Dios. 42. Y dijo Jesús: Si fuerais hijos de Dios, me amaríais. 43. Porque yo soy enviado por él y no vengo de mí mismo. 44. Y no reconocéis mi lenguaje, porque no podéis oír mi palabra. 45. Porque del diablo sois y su voluntad queréis hacer. 46. Y él fue homicida desde el principio y no perseveró en la verdad. 47. Porque no hay verdad en él y habla mentira, porque padre es de mentira. 48. Y porque os digo verdad, no me creéis. 49. ¿Quién me acusa de pecado? Porque si digo verdad, ¿cómo no me creéis? 50. El que es de Dios sus palabras oye. Mas vosotros no las oís, porque no sois de Dios. 51. Y dijeron los judíos, contestándole: ¿No acertamos nosotros en decir que eres samaritano y tienes demonio? 52. Mas Jesús contestó: Yo no tengo demonio. 53. Sino que honro a mi Padre y vosotros me deshonrais. 54. Mas no busco mi gloria, porque hay quien la busque y la juzgue. 55. En verdad os digo que el que guarde mi palabra no verá la muerte eterna. 56. Y dijeron los judíos: Ya vemos que sí tienes demonio. 57. Porque murió Abraham, y los profetas, y tú dices: Quien guarde mi palabra no gustará la muerte eterna. 58. ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, que murió, o que los profetas, que murieron? Pues ¿quién crees tu ser? 59. Les respondió Jesús: Mi gloria no es nada: es mi Padre quien me glorifica. 60. Y mi Padre es el que vosotros llamáis vuestro Dios. 61. Y no lo conocéis, mas yo lo conozco y persevero en su palabra, y si no os lo dijera, sería embustero, como vosotros. 62. Vuestro padre Abraham vio mi día y se gozó en él. 63. Mas dijeron los judíos: ¿Cómo dices que has visto a Abraham? Por que tú no tienes aún cincuenta años. 64. Y dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo que yo soy antes que Abraham fuese. 65. Y ellos agarraron piedras para tirarle. 66. Mas Jesús se escondió y salió del templo.
Jesús cura con lodo a un ciego de nacimiento
CXXXII 1. Y pasando, vio Jesús un ciego de nacimiento. 2. Y preguntaron sus discípulos: Maestro, ¿y pecó él o pecaron sus padres? Porque ha nacido ciego. 3. Y contestó Jesús: No pecó él ni sus padres. 4. Mas es ciego para que las obras de Dios se patenticen en él. 5. Aún dura el día y he de hacer las obras del que me envió. 6. Porque en la noche nadie puede obrar. 7. Porque mientras esté en el mundo, soy su luz. 8. Y escupió en tierra, e hizo barro con la saliva, y untó con él los ojos del ciego. 9. Y le dijo: Ve, y lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir Enviado). 10. Y el ciego se lavó y vio la luz. 11. Y los que sabían que era ciego decían: ¿No estaba éste ciego y mendigaba? Y él dijo: Yo soy. 12. Y le preguntaron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 13. Y dijo: El hombre que llaman Jesús hizo barro, y me untó los ojos, y me envió al Siloé, y me lavé, y soy curado. 14. Y le dijeron: ¿Dónde está ése? Mas él dijo: No sé. 15. Y presentaron ante los fariseos al que había sido ciego. 16. Y cuando Jesús hizo lodo y lo curó, era sábado. 17. Y preguntándole los fariseos cómo había sido curado, dijo: Me puso barro en los ojos, y me lavé, y sané. 18. Y dijo un fariseo: Este hombre no es de Dios. Porque no guarda el sábado. 19. Y decían los demás: ¿Cómo puede hacer un pecador estas señales? Y discutían. 20. Y preguntaron al ciego: ¿Qué dices del que te abrió los ojos? 21. Y él dijo: Que es profeta. 22. Mas no creyendo los judíos que hubiese sido ciego, llamaron a sus padres. 23. Y les preguntaron: ¿Es éste vuestro hijo? Porque, si nació ciego, ¿cómo ve ahora? 24. Mas los padres dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. 25. Mas no sabemos cómo ve ahora; preguntadle a él que edad tiene. 26. Y esto dijeron los padres por miedo de los judíos. 27. Porque éstos habían acordado que, si alguno dijese ser el Cristo, fuese echado de la sinagoga. 28. Y volviendo a llamar al que había sido ciego, le dijeron: Alaba a Dios. 29. Porque nosotros sabemos que ese hombre es pecador. 30. Mas él dijo: No sé si es pecador. 31. Pero sé que no veía, y veo. 32. Y le dijeron otra vez: ¿Qué hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 33. Mas él contestó: Ya os lo dije, y no me atendisteis. ¿Es que también vosotros queréis ser sus discípulos? 34. Mas ellos lo vejaron y le dijeron: Tú serás su discípulo, mas no nosotros. 35. Porque somos discípulos de Moisés. 36. Y sabemos que Dios habló a Moisés, mas no sabemos éste de dónde es. 37. Y él contestó: Es extraño que no lo sepáis, porque me abrió los ojos. 38. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores, mas sí a los que hacen su voluntad. 39. Porque no se oyó en el cielo que nadie curase a quien nació ciego. Y si éste no fuera de Dios, nada podría hacer. 40. Mas contestándole, le dijeron: Tú pecador naciste, ¿y aún nos enseñas? Y lo echaron de allí.
Jesús contiende con los fariseos
CXXXIII 1. Oyó Jesús que lo habían echado fuera y, viniendo, le dijo: ¿Crees en el Hijo de Dios? 2. Y contestó: Señor, ¿quién es? Para que yo crea en él. 3. Y dijo Jesús: Ya lo has visto. 4. Porque es el que habla contigo. Y él dijo: Creo, Señor. Y lo adoró. 5. Y dijo Jesús: Para juicio he venido a este mundo. 6. Para que vean los que no ven y para que los que ven sean ciegos. 7. Y algunos fariseos lo oyeron y dijeron: ¿Somos ciegos también nosotros? 8. Mas les dijo Jesús: Si ciegos fuerais, no tuvierais pecado. 9. Mas porque decís: Vemos, vuestro pecado sigue. 10. En verdad, en verdad os digo: Ladrón es quien no entra por la puerta en la cuadra de las ovejas. 11. Porque el que entra por la puerta es el pastor. 12. Y a éste le abre el portero, y él llama a las ovejas, y ellas conocen su voz y salen. 13. Mas no seguirán al extraño, porque no conocen su voz. 14. Y no entendiendo ellos esta parábola, Volvió Jesús a decir: 15. En verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas. 16. Y quienes antes vinieron ladrones son. 17. Mas no los oyeron las ovejas. Porque yo soy la puerta y quien entre por mí será salvo. 18. Porque el ladrón viene a hurtar y matar y destruir. 19. Mas yo he venido para que tengan vida. 20. Y soy el buen pastor, que da su vida por las ovejas. 21. Mas el que a salario está, viendo venir al lobo, huye y el lobo las arrebata. 22. Mas yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y me conocen. 23. Y el Padre me conoce y yo conozco al Padre. 24. Y yo pongo mi vida por las ovejas. 25. Mas tengo otras ovejas que no son de este redil. 26. Y ellas oirán mi voz y tendrán pastor. 27. Y mi Padre me ama, porque yo pongo mi vida para volver a tomarla. 28. No me la quita nadie, sino que yo la pongo. Porque tengo poder para ponerla y para tomarla. 29. Y este mandato recibí de mi Padre. 30. Y otra vez discutieron los judíos. Y unos decían: Demonio tiene, ¿por qué lo oís? 31. Mas otros decían: No son de endemoniado estas palabras. 32. ¿Puede abrir el demonio los ojos de los ciegos?
Los judíos piden a Jesús que diga si es Cristo
CXXXIV 1. Y se hizo la fiesta de la Dedicación en Jerusalén y era invierno. 2. Y Jesús andaba por el pórtico de Salomón, en el templo. 3. Y los judíos vinieron y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de conturbar la vida? 4. Si eres el Cristo, dínoslo claramente. 5. Mas Jesús contestó: Os lo he dicho y no creéis. 6. Mas las obras que yo hago dan testimonio de mi. 7. Y no creéis, porque no sois de mis ovejas. Porque ellas conocen mi voz y me siguen. 8. Porque les doy vida eterna y nadie me las quitará. 9. Y mi Padre, que me las dio, más grande que todos es y nadie las quitará de mi Padre. 10. Y el Padre y yo somos una misma cosa. 11. Entonces agarraron los judíos piedras para lapidarlo. 12. Y dijo Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado en nombre de mi Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis? 13. Y dijeron los judíos: No te apedreamos por tus buenas obras. 14. Sino porque siendo hombre te haces Dios y blasfemas. 15. Jesús les contestó: ¿No está escrito en la Ley? Yo dije: Dioses sois. 16. Y se refería a quien le fue dada palabra de Dios. 17. ¿Cómo decís que blasfemo porque dije que soy Hijo de Dios? 18. No me creáis si no hago obras de mi Padre, mas si las hago, creed a las obras. 19. Para que conozcáis que el Padre está en mí y yo en el Padre. 20. Y quisieron prenderlo, mas él se fue de ellos. 21. Y vino tras el Jordán, allí donde había bautizado Juan. 22. Y muchos decían: Juan no dio señal ninguna, mas cuanto dijo de éste es verdad. 23. Y muchos creyeron en él.
Resurrección de Lázaro
CXXXV 1. Y enfermó Lázaro, de la aldea de Bethania, y era hermano de Marta y María. 2. Y era María la que ungió al Señor con ungüento y lavó con sus cabellos sus pies. 3. Y enviáronle sus hermanas a decir: Señor, Lázaro está enfermo. 4. Y dijo Jesús: No es esta enfermedad para muerte, sino para gloria de Dios, y para glorificación del Hijo de Dios. 5. Porque Jesús amaba a Marta, y a su hermana, y a Lázaro. 6. Y quedóse dos días en donde estaba y dijo Luego a sus discípulos: Vamos a Judea. 7. Dijeron los discípulos: Maestro, ¿no querían los judíos apedrearte? ¿Por qué vuelves? 8. Y les dijo Jesús: El que anda de día no tropieza, porque ve la luz. 9. Mas el que anda de noche, sí tropieza, porque no hay luz. 10. Lázaro, nuestro amigo, duerme y voy a despertarlo de su sueño. 11. Mas los discípulos le dijeron: Señor, si duerme, salvo será. 12. Porque Jesús hablaba de su muerte y ellos creían que del sueño. 13. Y entonces dijo Jesús: Lázaro ha muerto. 14. Y me congratulo de no haber estado allí, para que creáis. 15. Dijo Tomás el Dídimo a los otros: Vamos también, para morir con él. 16. Y cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba cuatro días en la tumba. 17. Y Bethania estaba a quince estadios de Jerusalén. 18. Y muchos judíos habían venido para consolar a Marta y a María. 19. Y Marta vino a encontrar a Jesús y María se quedó en casa. 20. Y dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado, no habría mi hermano muerto. 21. Mas sé que cuanto pidas te concederá Dios. 22. Y Jesús contestó: Tu hermano resucitará. Y dijo Marta: Yo sé que resucitará en el último día. 23. Mas Jesús dijo: Yo soy resurrección y vida. 24. Y el que cree en mí vivirá, aunque haya muerto. 25. Todo el que vive y cree en mí vivirá eternamente. ¿Lo crees? 26. Y dijo Marta: Señor, creo que eres el Mesías, Hijo de Dios, que has venido al mundo. 27. Y buscando a su hermana, le dijo: El Maestro te llama. 28. Y oyéndolo ella, fue a Jesús, que estaba donde Marta lo había hallado. 29. Y los judíos siguieron a María, pensando que iba a orar a la sepultura. 30. Y María, llegando a Jesús, dijo: Señor, si estuvieses aquí, no habría muerto mi hermano. 31. Y Jesús, viéndola llorar, y a los judíos que iban con ella, se conmovió y turbó. 32. Y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Y dijeron: Señor, ven y ve. 33. Y lloró Jesús y dijeron los judíos: Ved cómo lo amaba. 34. Y dijeron algunos: Éste, que dio vista al ciego, ¿no pudo hacer que Lázaro no muriera? 35. Mas Jesús vino al sepulcro; y era una cueva, con una piedra encima. 36. Y ordenó Jesús: Quitad la piedra. Y Marta le dijo: Señor, hiede, porque es de cuatro días. 37. Y Jesús contestó: Te he dicho que si crees verás la gloria de Dios. 38. Y quitaron la piedra. Y Jesús, alzando los ojos, dijo: Gracias, Padre, porque me has escuchado. 39. Mas aunque sé que me oyes, lo he dicho por los que me rodean, para que conozcan que tú me has enviado. 40. Y dando una gran voz, clamó: Lázaro, sal. 41. Y el que había estado muerto, salió, con las manos y pies atados con vendas y envuelta la cabeza en un sudario. 42. Y dijo Jesús: Desatadlo y dejadlo ir. 43. Entonces muchos judíos creyeron en él. 44. Mas algunos fueron a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Jesús. 45. Y los pontífices y fariseos tuvieron consejo. 46. Y decían: ¿Qué haremos? Porque este hombre da muchos signos. 47. Y si lo dejamos, todos creerán en él. 48. Y vendrán los romanos y nos quitarán la nación. 49. Y Caifás era aquel año Sumo Pontífice. 50. Y dijo: Nada sabéis. Porque no comprendéis que conviene que un solo hombre muera por todo el pueblo, para que todo el pueblo no se pierda. 51. Mas esto no lo dijo por sí mismo, sino que, como era aquel año Sumo Pontífice, profetizó que Jesús moriría por los hombres. 52. Y no sólo por los judíos, sino para congregar a todos los hijos de Dios que estaban dispersos. 53. Y desde entonces se consultaban sobre cómo lo matarían. 54. Y Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos. 55. Sino que fue a Efraim, junto al desierto, y allí moraba con sus discípulos. 56. Y llegando la Pascua de los judíos, muchos de aquella tierra fueron a Jerusalén a purificarse. 57. Y buscaban a Jesús en el templo y decían: ¿Creéis que no vendrá a la fiesta? 58. Porque los pontífices y fariseos habían mandado que, si alguien supiese de él, avisase, para prenderlo.
Juan y Jacobo piden a Jesús que haga bajar fuego sobre una ciudad
CXXXVI 1. Y yendo a Jerusalén, pasó por una ciudad de Samaria, y envió mensajeros que lo precediesen. 2. Pero los samaritanos no lo quisieron recibir. 3. Y Juan y Jacobo dijeron: Señor, haz que baje sobre ellos fuego del cielo y los consuma. 4. Mas Jesús los reprendió, diciéndoles: No conocéis el espíritu. 5. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder, sino a salvar. Y fueron a otra aldea.
Jesús llega a Bethania
CXXXVII 1. Y Jesús, seis días antes de la Pascua, fue a Bethania, donde estaba Lázaro, el que había resucitado de entre los muertos. 2. Y estaban en casa de Simón, el leproso. 3. Y muchos judíos vinieron no sólo por ver a Jesús, mas a Lázaro, que había resucitado. 4. Y dijéronse los fariseos: He aquí que nada conseguimos. 5. Porque toda la gente va tras él. 6. Y los príncipes de los sacerdotes pensaron en matar también a Lázaro, porque muchos por él creían en Jesús. 7. E hicieron cena, y Marta servía, y Lázaro estaba a la mesa.
María unge con nardo la cabeza de Jesús
CXXXVIII 1. Y María tenía un recipiente de alabastro con ungüento de nardo precioso y, rompiéndolo, ungió la cabeza y los pies de Jesús, y le lavó los pies con sus cabellos, y la casa se llenó del olor del ungüento. 2. Y Judas Iscariote, el que lo había de entregar, dijo: ¿Por qué no se ha vendido este ungüento, que vale trescientos denarios, para darlos a los pobres? 3. Mas lo decía porque era él quien llevaba la bolsa. Y era ladrón. 4. Y Otros se irritaron dentro de sí, diciendo: ¿A qué este despilfarro? 5. Mas Jesús dijo: No la incomodéis. Porque buena obra me ha hecho. 6. Porque siempre tendréis pobres con vosotros y podréis hacerles bien, pero a mí no me tendréis siempre. 7. Y ella ha ungido mi cuerpo para la sepultura. 8. Os digo en verdad que en el Evangelio que se predique en el mundo se dirá también lo que ha hecho esta mujer. 9. Mas viendo esto los fariseos, dijeron entre sí: Si éste fuese profeta, conocería que esta mujer es pecadora. 10. Y respondiendo Jesús, contestó: Simón, tengo algo que decirte. Y él dijo: Di, maestro. 11. Un acreedor tenía dos deudores. Y uno le debía quinientos denarios, y otro cincuenta. 12. Y no pudiendo pagarle, perdonó a los dos. 13. Mas ¿quién de ellos lo ha de amar más? 14. Y dijo Simón: Aquel a quien más perdonó. Y él dijo: Bien has opinado. 15. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? 16. Entré en tu casa y no trajiste agua para mis pies, mas ella con sus lágrimas los ha regado, y con sus cabellos los secó. 17. No me besaste, mas ella, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. 18. No ungiste mi cabeza, mas ella me ungió los pies. 19. Y te digo que mucho se le perdona, porque mucho amó. 20. Y poco se perdona al que amó poco. 21. Y le dijo: Todos tus pecados te son perdonados. 22. Y los que allí estaban dijeron entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? 23. Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; vete en paz. 24. Y luego subió a Jerusalén.
Los griegos quieren ver a Jesús
CXXXIX 1. Y llegaron unos griegos, que habían venido a adorar a Jerusalén. 2. Y dijeron a Felipe, que era de Bethsaida de Galilea: Señor, queremos ver a Jesús. 3. Y Felipe lo dijo a Andrés y ambos lo dijeron a Jesús. 4. Y contestó Jesús: Llega la hora en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado. 5. Porque si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, solo queda; mas si muriere, lleva mucho fruto. 6. El que ama su vida la perderá, y el que la aborrece la ganará. 7. El que me sirva, sígame, y él estará donde yo esté. 8. Y al que me sirviese mi Padre lo honrará. 9. Padre, sálvame de esta hora, he de decir. 10. Mas para esto he venido. 11. Padre, glorifica tu nombre. 12. Y vino una voz del cielo, que decía: Lo he glorificado y lo glorificaré. 13. Y los que estaban decían: Ha sido trueno. Y otros: Ha hablado un ángel. 14. Y dijo Jesús: No vino esta voz por mí, sino por vosotros. 15. Ahora es el juicio de este mundo y el príncipe de este mundo será echado fuera. 16. Y seré elevado de la tierra y a todos atraeré. 17. Y así indicaba cómo había de morir. 18. Mas dijo la gente: De la Ley hemos oído que el Cristo permanecerá. 19. ¿Cómo dices, pues, que el Hijo del hombre será ensalzado? ¿Quién es ese Hijo del hombre? 20. Y les dijo Jesús: La luz estará aún algún tiempo con vosotros. 21. Andad mientras haya luz, para que no os sorprendan las tinieblas e ignoréis adónde vais. 22. Y mientras haya luz, creed en ella, para que seáis hijos de luz.
Los fariseos preguntan a Jesús cuándo vendrá el reino de Dios
CXL 1. Preguntaron los fariseos: ¿Cuándo vendrá el reino de Dios? 2. Y contestó Jesús: El reino de Dios no dará signo de cuándo viene. 3. Y de día enseñaba en el templo y a la noche iba al monte Olivete. 4. Y el pueblo venía para oírlo.
Jesús habla de los escribas y fariseos a los discípulos y a las turbas
CXLI 1. Y habló Jesús a las gentes y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado escribas y fariseos. 2. Cuanto digan, hacedlo, mas no sus obras, porque dicen y no hacen. 3. Porque ponen sobre los hombros de los hombres cargas pesadas, mas ni aun con el dedo las quieren mover. 4. Y hacen sus obras para ser vistos de los hombres. 5. Y aman los primeros sitios en las cenas y en las sinagogas. 6. Y los saludos de los hombres, y que los llamen Rabí. 7. No queráis vosotros ser llamados Rabí. 8. Porque todos sois hermanos y vuestro maestro es el Cristo. 9. No llaméis padre en la tierra, porque vuestro Padre está en los cielos. 10. No os llamáis maestros, porque vuestro maestro es el Cristo. 11. El mayor de vosotros será vuestro siervo. 12. Será humillado el que se ensalce y ensalzado el que se humille. 13. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! 14. Porque cerráis el reino de los cielos y no entráis ni dejáis entrar. 15. Porque comáis en las casas de la viudas y hacéis oración. 16. ¡Ay de vosotros, guías ciegos! Porque decís: Quien jure por el templo no debe nada; mas quien jure por el oro del templo es deudor. 17. ¿Qué es mayor? ¿El templo o el oro santificado por el templo? 18. Y decís: Jurar por el altar no es nada; más debe quien jura por la ofrenda que está sobre el altar. 19. Necios y ciegos: ¿Es más la ofrenda o el altar? 20. Porque quien jura por el templo o el altar jura por cuanto hay en él. 21. Y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y por quien hay sobre él. 22. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! 23. Porque diezmáis las hortalizas, mas dejáis lo que es preciso hacer, que es la fe y la misericordia. 24. Guías ciegos: dejáis el mosquito y tragáis el camello. 25. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! 26. Porque limpiáis lo de fuera, mas no lo de dentro. 27. Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera y por dentro llenos de huesos y de suciedad. 28. Así vosotros sois justos por fuera y por dentro sois hipócritas e inicuos. 29. Y un doctor de la Ley le dijo: Maestro, nos afrentas. 30. Mas él dijo: ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que cargáis a los hombres con cargas insoportables y vosotros no las tocáis ni con el dedo! 31. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y los justos. 32. Y decís: No hubiéramos acompañado a nuestros padres en la sangre de los profetas. 33. Mas así atestiguáis que sois hijos de quienes mataron a los profetas. 34. Llenad la medida de vuestros padres. Serpientes, generación de víboras, ¿cómo huiréis al juicio de la gehenna? 35. Por eso dijo Dios: Os enviará profetas, y sabios, y escribas, y los mataréis, y crucificaréis, y azotaréis en vuestras sinagogas, y los perseguiréis de ciudad en ciudad. 36. Para que caiga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado desde la de Abel hasta la de Zacarías, hijo de Barachías, a quien matasteis entre el templo y el altar. 37. Y os digo en verdad que esto vendrá sobre esta generación.
Lamentación de Jesús sobre Jerusalén
CXLII 1. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados! 2. ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gaIlma los pollos, bajo el ala, y no quisiste! 3. Mas he aquí que vuestra casa se os deja desierta. 4. Y no me veréis hasta que digáis: Bendito sea el que viene en nombre del Señor.
Los príncipes de los sacerdotes que creen en Jesús no se atreven a confesarlo
CXLIII 1. Y muchos príncipes creyeron en él, mas no lo confesaban, por no ser echados de la sinagoga. 2. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 3. Y he aquí que Jesús clamaba, diciendo: Quien cree en mí no cree en mí, sino en el que me envió. 4. Yo soy la luz del mundo, y quien cree en mí no estará en tinieblas. 5. Y a quien oiga y no siga mis palabras yo no lo juzgo. 6. Porque no he venido a juzgar, sino a salvar. 7. Mas quien no acepte mi palabra será juzgado en el día postrero. 8. Porque no hablo por mí mismo, sino porque mi Padre me ha mandado hablar. 9. Y quien me conozca vida eterna tendrá. Porque yo hablo lo que me dijo mi Padre. 10. Y Jesús salió y se escondió. Porque, aunque había dado tantos signos, no creían en él. 11. Para que se cumpliera lo que profetizó Isaías: Señor, ¿creerán que Dios es revelado?
Los discípulos muestran a Jesús las piedras del templo
CXLIV 1. Y saliendo Jesús del templo, le dijeron los discípulos: Maestro, mira qué piedras y qué edificaciones. 2. Y dijo Jesús: ¿Veis todos estos edificios? 3. En verdad os digo que vendrá día que no quedará de ellos piedra que no sea derribada.
Jesús habla a sus discípulos en el Monte de los Olivos
CXLV 1. Y sentándose en el monte de los Olivos, vinieron los discípulos a decirle: 2. Señor, ¿qué signos habrá cuando venga tu reino? 3. Y él dijo: Habrá día en que querréis ver al Hijo del hombre y no lo veréis. 4. Mas cuidad que no os engañen. Porque en mi nombre vendrán diciendo: Yo soy el Cristo y engañarán a muchos. 5. Mas cuando veáis sediciones y hablen de guerras, no os turbéis. 6. Porque esto vendrá antes del fin. 7. Lucharán naciones contra naciones, y reinos contra reinos, y habrá grandes signos y espantos. 8. Entonces os odiarán y os matarán. 9. Mas no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. 10. Porque en vuestra paciencia poseeréis vuestras almas. 11. No pongáis en vuestros corazones contestación a lo que os pregunten. 12. Porque yo os daré voz y sabiduría, con las que no podrán contender vuestros enemigos. 13. Y habrá muchos escándalos, y odios, y traiciones. 14. Y surgirán muchos falsos profetas y a muchos seducirán. 15. Y la mucha malicia enfriará la caridad en muchos. Mas el que persevere, será salvo. 16. Y será predicado este Evangelio en todo el mundo, para testimonio de los gentiles; y vendrá el fin. 17. Y cuando viereis abominaciones y desolaciones, que profetizó Daniel, que está en sitio santo, el que lea entienda. 18. Y veréis a Jerusalén cercada de ejércitos. 19. Y los que están en Judea huirán a los montes. 20. Y quienes están en sus comarcas no vengan a ella. 21. Porque estos son días de venganza, para que se cumpla cuanto está escrito. 22. ¡Ay de las que entonces críen o estén preñadas! 23. Porque todos caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos, y Jerusalén será hollada hasta que todos los tiempos se cumplan. 24. Orad para que vuestra huida no sea en sábado. 25. Y será una gran tribulación y habrá signos en el sol, y la luna, y las estrellas. 26. Y los hombres se angustiarán y habrá confusión de ruidos del mar y de las olas. 27. Y si estos días no fueren abreviados, nada quedaría salvo, mas que los elegidos, que lo serán. 28. Y si alguno os dijere entonces: He aquí el Cristo, no le creáis. 29. Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales, y aun engañarán a los elegidos. 30. Y si os dijeren: Helo en el desierto, no lo creáis. 31. Entonces serán los días de la gran tribulación. 32. Porque el sol se oscurecerá y la luna no dará su luz. 33. Y las estrellas caerán del cielo y las virtudes del cielo perecerán. Y habrá signos del Hijo del hombre y se lamentarán todas las tribus de la tierra. 34. Y veréis al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con gran majestad. 35. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, para juntar a sus elegidos desde los cuatro extremos. 36. Y cuando esto empiece a ser, mirad. 37. Porque está cerca vuestra redención.
Parábola de la higuera
CXLVI 1. Aprended la parábola de la higuera, que, cuando sus ramas brotan, está cerca el verano. 2. Así, cuando viereis que esto llega, sabed que el fin está cercano. 3. De cierto os digo que no pasará esta generación sin que ocurran estas cosas. 4. Pasará el cielo y la tierra, mas mis palabras no pasaran. 5. Cuidad que vuestros corazones no estén cargados de crápula y embriaguez y venga de pronto aquel día. 6. Velad y orad siempre, para que seáis tenidos por dignos de evitar lo que ha de venir y de estar en pie ante el Hijo del hombre. 7. Porque nadie sabrá cuándo llega ese tiempo. 8. Porque no lo saben ni el Hijo, ni los ángeles del cielo, mas sólo el Padre.
Jesús continúa hablando en el Monte de los Olivos
CXLVII 1. Como los días de Noé serán los del advenimiento del Hijo del hombre. 2. Porque como en los días del diluvio, comían y bebían y se casaban, hasta que entró en el arca Noé. 3. Y no conocieron nada hasta que el diluvio los arrastró. 4. Y así será la venida del Hijo del hombre. 5. Como los días de Lot serán, que comían y bebían, y comerciaban, y plantaban, y edificaban, hasta que Lot salió de Sodoma. 6. Y entonces llovió fuego del cielo. 7. Quienes estén en Judea huyan a los montes; quienes estén en la calle no entren en su casa; quienes estén en el campo no vuelvan por sus vestiduras. 8. Acordaos de la mujer de Lot. 9. Dos estarán en el campo: uno será tomado y otro dejado. 10. Dos estarán moliendo: uno será tomado y otro dejado. 11. Dos estarán en un lecho: uno será tomado y otro dejado. 12. Y le dijeron, contestando: ¿Dónde, Señor? 13. Y él dijo: Donde estuviere el cuerpo se juntarán las águilas. 14. Un hombre deja dos siervos al cuidado de su casa. 15. Velad, para que cuando vuestro Señor venga, a cualquier hora, no os halle durmiendo. 16. Porque si el padre de familia supiese a qué hora viene el ladrón, a esa hora velaría. 17. Estad preparados, porque ignoráis la hora en que el Hijo del hombre ha de venir. 18. Y dijo Pedro: Señor, sólo a nosotros dices parábolas. 19. Mas Jesús dijo: Cuando a vosotros hablo, a todos hablo. 20. ¿Quién es el siervo prudente al que el Señor encomendó su familia? 21. Bienaventurado el siervo que está en su deber cuando llega el señor. 22. Porque sobre todos sus bienes le pondrá. 23. Mas el mal siervo dirá en su corazón: Mi señor tarda. 24. Y pegará a sus consiervos, y comerá y beberá con los ebrios, y el señor vendrá cuando no lo espere. 25. Y el señor lo hendirá, y lo pondrá con los hipócritas, y allí será el llorar y el crujir de dientes.
Parábolas de las diez vírgenes
CXLVIII 1. Y entonces será el reino de los cielos como diez vírgenes que, tomando sus lámparas, fueron a recibir al esposo. 2. Y cinco eran prudentes y cinco necias. 3. Y las necias llevaron sus lámparas, mas no aceite. 4. Y las prudentes llevaban aceite, con sus lámparas. 5. Y tardando el esposo, se durmieron. 6. Y a la medianoche oyeron decir: He aquí al esposo, salid a recibirlo. 7. Y las vírgenes se levantaron y tomaron sus lámparas. Mas las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan. 8. Mas las prudentes respondieron: Id a comprarlo, porque si no, nos faltará a nosotras también. 9. Y mientras lo iban a comprar, llegó el esposo. 10. Y las que estaban preparadas, entraron con él a las nupcias y se cerró la puerta. 11. Y vinieron después las otras vírgenes y decían: Señor, ábrenos. 12. Mas él contestó: En verdad os digo que no os conozco. 13. Velad, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.
Parábola de los tres siervos
CXLIX 1. El reino de los cielos es como un hombre que partió de viaje. 2. Y llamando a sus siervos, les entregó sus bienes. 3. Y dio a cada uno, según su virtud: cinco talentos a uno, dos a otro, y uno al tercero. 4. Y quien recibió cinco talentos, comerció con ellos, e hizo otros cinco. 5. E igualmente el que recibió dos ganó otros dos. 6. Mas el que sólo recibió uno escondió en la tierra el dinero de su señor. 7. Y pasando mucho tiempo, volvió el hombre e hizo cuentas con sus siervos. 8. Y el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco, y dijo: Señor, cinco talentos me entregastes y he ganado otros cinco más. 9. Y dijo el señor: Bien obraste, siervo fiel; entra en el gozo de tu señor. 10. Y el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste y otros dos gané. 11. Y dijo el señor: Bien, siervo fiel, entra en el gozo de tu señor. 12. Y llegando el que había recibido un talento, dijo: Señor, sabía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 13. Y temí y escondí tu talento en la tierra. Helo aquí. 14. Contestó el señor: Mal siervo, pues que sabías que siego donde no sembré y recojo donde no esparcí, te convenía dar mi dinero en la banca. 15. Para que ahora yo recibiese con usura lo mío. 16. Quitadle el talento y dadlo al que tiene diez, porque al que tuviese le será dado y aún más. 17. Mas al que no tuviese, aun lo que tiene le será quitado. 18. Echad al siervo inútil a las tinieblas de afuera. 19. Y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
Parábola de los siervos vigilantes
CL 1. Sed semejantes a hombres que esperaban con las lámparas encendidas que su señor viniese a las bodas para abrirle las puertas cuando llamara. 2. Dichosos los que velan cuando llegue el Señor. 3. Porque si no viene en la segunda vigilia, vendrá en la tercera, y cuando llegue, bienaventurados los siervos que lo aguarden.
Parábola de los diez siervos y las diez minas
CLI 1. Y dijo: Un hombre noble partió a un país lejano para tomar un reino y volver. 2. Y llamando a diez siervos, les dio diez minas y les dijo: Comerciad mientras estoy fuera. 3. Y sus ciudadanos lo aborrecían y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 4. Y cuando volvió, ya tomado el reino, llamó a los diez siervos, para ver cómo habían negociado su dinero. 5. Y el primero dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 6. Y él dijo: Buen siervo, pues que en lo poco has sido fiel, te daré autoridad sobre diez ciudades. 7. Y otro dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas. 8. Y él dijo: Tú tendrás potestad sobre cinco ciudades. 9. Y otro dijo: Señor, toma tu mina, que la he tenido guardada en el pañuelo. 10. Porque temí de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y siegas lo que no sembraste. 11. Y él dijo: Mal siervo, con tu boca te juzgo. 12. Porque si sabías que soy hombre severo, que tomo lo que no puse, y siego lo que no sembré, debiste dar tu mina a los banqueros, para que yo tuviera sus réditos. 13. Y dijo: Quitadle su mina y dádsela al que tiene diez. 14. Y le dijeron: Señor, tiene diez minas. 15. Pues os digo que al que tuviese le será dado, y al que no, aun lo que tiene se le quitará. 16. Y a los que querían reinar sobre mí traedlos y ante mí degolladlos.
Jesús explica cómo juzgará el Hijo del hombre
CLII 1. Y el Hijo del hombre vendrá en su gloria con los ángeles y se sentará en el trono de su gloria. 2. Y serán reunidas ante él todas las gentes. 3. Y él las separará, como separa el pastor las ovejas de los cabritos. 4. Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. 5. Y dirá a los que están a su derecha: 6. Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 7. Porque tuve hambre y me disteis de comer, y tuve sed y me disteis de beber. 8. Fui huésped y me acogisteis; estuve desnudo y me disteis ropa. 9. Y estuve en la cárcel y vinisteis a mi. 10. Mas los justos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos? O ¿cuándo sediento y te dimos de beber? 11. ¿Cuándo te vimos huésped y te acogimos? ¿Cuándo desnudo y te tapamos? 12. ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y vinimos a ti? 13. Y les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a estos mis hermanos mínimos, a mí me lo hicisteis. 14. Y a los de la izquierda dirá: Quitad, malditos, e id al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y sus ángeles. 15. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, y sed y no me disteis de beber. 16. Huésped fui y no me acogisteis; desnudo y no me cubristeis; enfermo y en la cárcel y no me vinisteis a ver. 17. Y ellos le dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o preso, y no te servimos? 18. Y le responderá, diciendo: Os digo en verdad que lo que a estos mínimos no hicisteis, no me hicisteis a mí. 19. Y los echará al eterno tormento, y a los justos, a la vida eterna.
Judas concierta con los príncipes de los judíos entregarle a Jesús
CLIII 1. Y cuando acabó estas palabras, dijo Jesús a sus discípulos: 2. Sabéis que dentro de dos días es la Pascua. 3. Y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen. 4. Y los príncipes de los sacerdotes y los ancianos se congregaron en el atrio del pontífice Caifás. 5. Y consultaron cómo prender a Jesús y matarlo. 6. Mas decían: En día de fiesta no, porque no haya tumulto entre el pueblo. 7. Y entonces uno de los discípulos, llamado Judas Iscariote, llegó a los príncipes y magistrados. 8. Y les dijo: ¿Qué me daréis si os lo entrego? 9. Y ellos le ofrecieron treinta dineros de plata. 10. Y desde entonces buscaba ocasión para entregarlo.
Jesús lava los pies a sus discípulos
CLIV 1. Antes de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de que pasase de este mundo al Padre, amó a sus discípulos hasta el fin. 2. Y el diablo había ya puesto en el corazón de Judas el designio de entregarlo. 3. Y acabada la cena, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos, y que había salido de Dios e iba a él, 4. Levantóse de la mesa, y se quitó su vestidura, y se ciñó con una toalla. 5. Y puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a secarlos con la toalla. 6. Y llegó a Simón Pedro y éste le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7. Y dijo Jesús: Tú no entiendes por qué lo hago, mas ya lo entenderás. 8. Mas Pedro dijo: No me lavarás los pies. Y dijo Jesús: Si no te lavo, no participarás conmigo. 9. Y dijo Simón Pedro: Señor, no ya los pies, mas las manos y la cabeza. 10. Y dijo Jesús: Quien está limpio, sólo necesita lavar los pies. 11. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos. 12. Porque sabía quién lo había de entregar. 13. Y cuando les lavó los pies, tomó su ropa y se sentó a la mesa y les preguntó: ¿Sabéis lo que he hecho? 14. Vosotros me llamáis Señor, y Maestro, y decís bien. 15. Pues si yo he lavado vuestros pies, vosotros tambien debéis lavároslos los unos a los otros. 16. Porque os he dado ejemplo para que lo sigáis. 17. El siervo no es más que su señor, ni el apóstol más que quien lo envió. 18. Bienaventurados seréis si hacéis estas cosas. 19. No hablo de todos, porque sé los que he elegido, y se cumplirá la Escritura: 20. El que come pan conmigo levantó su talón contra mí. 21. Y os lo digo antes que ocurra, para que creáis. 22. En verdad, en verdad os digo: El que recibe a mi enviado me recibe, y el que me recibe recibe al que me envio.
Jesús anuncia a sus discípulos que uno de ellos lo entregará
CLV 1. Y el primer día de Pascua llegaron los discípulos a Jesús. 2. Y dijeron: ¿Dónde quieres que te preparemos comida? 3. Y él dijo: Cuando entréis en la ciudad, hallaréis un hombre que lleva un jarro de agua. 4. Seguidle hasta donde entre y decid al dueño de la casa: ¿Dónde está el aposento en que ha de comer la Pascua el Maestro con sus discípulos? 5. Y él os mostrará un comedor preparado. 6. Y ellos fueron, y hallaron lo que había dicho, y prepararon la Pascua. 7. Y a la tarde vino y comió con los doce discípulos. 8. Y les dijo: Mucho he deseado comer con vosotros esta Pascua, antes de padecer. 9. Porque no comeré más de ella hasta que se cumpla el reino de Dios. 10. Y diciendo esto, fue turbado en su espíritu, y dijo: 11. En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar. 12. Y muy entristecidos, dijeron: ¿Soy yo, Señor? 13. Mas él contestó: El que mete conmigo la mano en el plato me ha de entregar. 14. Mas ¡ay del que entregará al Hijo del hombre! 15. Porque mejor le fuera no haber nacido. 16. Y los discípulos se miraban, porque no sabían quién fuera. 17. Y uno de los discípulos, a quien amaba Jesús, estaba recostado en su seno. 18. Y Simón Pedro le hizo señas, y él se recostó sobre el pecho de Jesús, y dijo: Señor, ¿quién es? 19. Y dijo Jesús: Aquel a quien yo diese el pan mojado. 20. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, y el diablo entró en él. 21. Y Jesús dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto. 22. Mas no entendieron por qué el dijo esto. 23. Porque como Judas tenía la bolsa, creían que le encargaba hacer compras para la fiesta, o dar limosnas. 24. Mas Judas contestó: ¿Soy yo, Rabí? Y Jesús contestó: Tú lo has dicho. 25. Y él, como tomó el bocado, salió y era ya noche. 26. Y cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios glorificado en él. 27. Y si Dios es glorificado en él, Dios lo glorificará en sí mismo.
Jesús da a sus discípulos el sacramento del cuerpo y de la sangre
CLVI 1. Y Jesús tomó el pan y lo bendijo. 2. Y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed. 3. Porque éste es mi cuerpo, que se os da. 4. Y tomando el cáliz, dio gracias y lo ofreció a sus discípulos. 5. Y dijo: Tomad y bebed. Porque ésta es mi sangre, que va a ser vertida en la remisión de los pecados. 6. Y desde ahora no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba con vosotros en el reino de mi Padre. 7. Haced esto en mi conmemoración. 8. Y he aquí, Simón, que Satanás os pide para aventaros como trigo. 9. Mas yo he rogado por ti, para que no te falta la fe. 10. Y cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos. 11. Hijos: algún tiempo aún estaré con vosotros. 12. Me buscaréis, mas como dije a los judíos, donde yo voy no podréis venir ahora. 13. Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. 14. En el amor que os tendréis conocerán todos que sois mis discíptilos. 15. Y dijo Simón Pedro: Señor, ¿dónde vas? 16. Mas Jesús respondió: Donde yo voy no puedes seguirme ahora, mas ya me seguirás después. 17. Porque todos os escandalizaréis en mí esta noche. 18. Escrito está: Perseguirán al pastor y serán dispersadas las ovejas. 19. Mas cuando haya resucitado, iré ante vosotros a Galilea. 20. Y dijo Pedro: Si todos se escandalizan en ti, yo no me escandalizaré. 21. Porque estoy preparado a ir por ti a la cárcel o a la muerte. 22. Y mi vida doy por la tuya. 23. Y Jesús le contestó: ¿Das tu vida por la mía? 24. En verdad te digo que en esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 25. Mas Pedro decía: Si es preciso, moriré por ti y no te negaré. 26. Y los demás discípulos decían igual.
Jesús sigue enseñando a sus discípulos
CLVII 1. No se turbe vuestro corazón. 2. Creed en Dios, mas creed también en mí. 3. Muchas mansiones hay en casa de mi Padre. 4. Y voy a preparar sitio para vosotros. 5. Y cuando lo prepare, vendré otra vez y os tomaré. 6. Para que estéis vosotros donde yo estoy. 7. Y de donde yo voy, ya conocéis el camino. 8. Y dijo Tomás: Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo hemos de saber el camino? 9. Y Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. 10. Y pues que me conocéis, a mi Padre conocéis desde ahora. 11. Y dijo Felipe: Señor, muéstranos al Padre, que nos basta. 12. Mas Jesús le contestó: En el tiempo que estoy con vosotros, ¿aún no me has conocido? 13. Porque el que me ha visto ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices que te lo enseñe? 14. ¿No crees que soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que os hablo no son de mi, mas del Padre. 15. Y el Padre, que está en mí, hace las obras. 16. Creedme que soy en el Padre y el Padre en mi. Y creedme por las obras que hago. 17. Porque quien las creyere, él las hará, porque yo voy al Padre. 18. Y cuanto al Padre pidáis en mi nombre, os lo concederá, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 19. Mas, si me amáis, cumplid mis mandamientos. 20. Y yo rogaré al Padre y él os dará otro Paracleto, que está siempre con vosotros. 21. Y el espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni conoce, estará con vosotros. 22. Y no os dejaré huérfanos, sino que vendrá a vosotros. 23. Y cuando el mundo no me vea más, aún vosotros me veréis, y yo vivirá, y vosotros. 24. Y entonces conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. 25. Y el que guarde mis mandamientos, será amado de mi Padre, y yo me manifestará a él. 26. Dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿por qué a nosotros y no al mundo te manifiestas? 27. Y dijo Jesús: El que me ame, mi palabra guardará, y mi Padre le amará, y vendremos a morar con él. 28. Mas el que no me ama no guarda mis palabras. 29. Y la palabra que os hablo no es mía, sino del que me envió. 30. Éste os ha hablado estando con vosotros. 31. Mas el Paracleto, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en nombre mío, os enseñará todas las cosas. 32. Mi paz os doy, y en ello os dejo, mas no os la doy como la da el mundo. 33. No se turbe vuestro corazón: no temáis. 34. Os he dicho: Voy y vengo a vosotros. 35. Y si me amarais de cierto, os gozaríais. 36. Porque yo voy al Padre y el Padre es mayor que yo. 37. Y os lo digo antes que sea, para que cuando sea creáis. 38. Y ya no os hablaré mucho más, porque llegan los príncipes de este mundo. 39. Mas hago así para que el mundo conozca que amo al Padre y cumplo el mandamiento de mi Padre.
Jesús pide espadas a sus discípulos
CLVIII 1. Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni calzado, ¿algo os faltó? Y ellos dijeron: Señor, nada. 2. Y les dijo: Pues ahora, el que tenga bolsa llévela, así como la alforja. 3. Y el que no tenga espada venda el manto y cómprela. 4. Y ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y dijo Jesús: Basta. Salid, vamos de aquí. 5. Y cuando dijeron el himno, fue al monte de los Olivos, según acostumbraba. 6. Y sus discípulos iban con él.
Jesús adoctrina por última vez a sus discípulos
CLIX 1. Y les dijo: Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. 2. Y él quitará todo pámpano que no lleve mi fruto. 3. Mas el que sí lo lleve, lo limpiará, para que más fruto tenga. 4. Porque vosotros ya sois limpios por la palabra que os he hablado. 5. Estad en mí y yo estaré en vosotros. 6. Porque el pámpano no puede tener fruto si no está en la vid. 7. Mas yo soy la vid, y vosotros los pámpanos, y aquel que está en mí lleva mucho fruto. 8. Porque quien no estuviera en mí será quitado como pámpano inútil y echado al fuego para que arda.9. Y mi Padre es glorificado en que lleváis mucho fruto. 10. Yo os he amado como me ama mi Padre; permaneced en mi amor. 11. Y si guardáis mis preceptos, estaréis en mi amor, como yo estoy en el de mi Padre, porque he guardado sus preceptos. 12. Y esto os hablo, para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo se cumpla. 13. Amaos los unos a los otros, como yo os he amado. 14. No hay mayor amor que el del que da su vida por sus amigos. 15. Y vosotros sois mis amigos, si hacéis las cosas que os mando. 16. Y no os llamaré siervos mas. 17. Porque el siervo no sabe lo que hace su señor, mas vosotros sois mis amigos, porque os he dicho cuanto of de mi Padre. 18. No me elegisteis a mí, sino que yo os elegí a vosotros. 19. Para que tengáis fruto y que cuanto pidáis del Padre os sea concedido. 20. Os mando que os améis los unos a los otros. 21. Mas si el mundo os aborrece, sabed que antes me aborreció a mí. 22. Porque si fuerais del mundo, os amaría, mas os odia porque no lo sois. 23. Mas acordaos de que os dije: No es el siervo más grande que su señor. 24. Y si me han perseguido, os perseguirán; mas si mi palabra guardan, guardarán la vuestra. 25. Y lo harán por mi nombre, porque no conocen al que me envía. 26. Y no tendrían pecado si yo no hubiera venido, mas ahora lo tienen. 27. Y el que me odia odia a mi Padre. 28. No tendrían pecado si yo no hubiese hecho obras. Mas las he hecho, y me odian, y a mi Padre. 29. Para que se cumpla lo que está escrito en la Ley: Me aborrecieron sin causa. 30. Mas cuando venga el Paracleto, el Espíritu de verdad que viene del Padre dará testimonio de mí. 31. Y vosotros también, porque estáis conmigo desde el principio. 32. Y os he dicho estas cosas para que no os escandalicéis. 33. Porque os arrojarán de las sinagogas y aun el que os mate pensará hacer servicio de Dios. 34. Porque no conocen al Padre ni a mí. 35. Y cuando viniere la hora, acordaos de que os lo había dicho. Y no os lo dije al principio, porque no estaba con vosotros.36. Ahora voy al que me envió. Y ninguno me dice: ¿Adónde vas? 37. Y porque antes os he dicho estas cosas, vuestro corazón se ha henchido de tristeza. 38. Mas es necesario que vaya, porque, si yo no fuese, no podría venir el Paracleto. 39. Y cuando venga, acusará al mundo de pecado y de justicia y de juicio. 40. De pecado, porque no cree en mí, y de justicia, porque voy al Padre y no me veréis más, y de juicio, porque el príncipe de este mundo es juzgado. 41. Y más cosas tengo que deciros; mas cuando el Espíritu de verdad viniese, él os guiará a la verdad. 42. Porque no hablará por sí mismo, sino por lo que oyere, y os anunciará las cosas que han de venir. 43. Y me glorificará, porque tomará de lo mío. 44. Porque cuanto tiene el Padre es mío. 45. Un poco y no me veréis; otro poco y me veréis. Porque voy al Padre. 46. Mas decíanse los discípulos: No lo entendemos. 47. Y Jesús vio que querían preguntarle y dijo: ¿Habláis entre vosotros de lo que os dije? 48. En verdad os digo que vosotros os lamentaréis y el mundo se regocijará. Mas vuestra tristeza se convertirá en gozo. 49. Porque la mujer se entristece cuando pare, porque llega su hora. 50. Mas luego se regocija, porque ha nacido un hombre en el mundo. 51. Y ahora estáis con tristeza, mas otra vez os veré y os gozaréis en vuestro corazón. Y no me preguntaréis nada. 52. En verdad os digo que cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará. 53. Nada hasta ahora pedisteis. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. 54. Os he hablado en parábolas, mas llega la hora en que claramente os hablaré del Padre. 55. Y aquel día pediréis en mi nombre y yo rogará al Padre por vosotros. 56. El Padre os ama, porque me amasteis y creísteis que he salido de Dios. 57. Salí del Padre y vine al mundo. Mas ahora dejo el mundo y voy al Padre. 58. Y dijeron los discípulos: He aquí que ya hablas claramente y sin parábola. 59. Ahora vemos que sabes todas las cosas, sin que nadie te pregunte, y en esto creemos que has salido de Dios. 60. Mas dijo Jesús: ¿Ahora creéis? 61. He aquí que ha venido la hora en que seréis dispersos y me dejaréis solo. 62. Empero no estaré solo, porque el Padre está conmigo. 63. Y os he hablado estas cosas para que tengáis paz en mí. Porque en el mundo tendréis aflicción. 64. Mas confiad, porque yo he venido al mundo. 65. Estas cosas dijo Jesús y, alzando los ojos al cielo, dijo: 66. Padre, ha llegado la hora. 67. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. 68. Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a los que le diste. 69. Mas la vida eterna es que te conozcan como al único Dios verdadero, y a Jesucristo, al que has enviado. 70. Porque te he glorificado en la tierra y he cumplido la misión que me encargaste. 71. Glorifícame, Padre, con la gloria que tuve junto a ti antes de que fuese el mundo. 72. Y he dado su nombre a los que me diste y guardaron tu palabra. Porque han conocido que tuyas son las cosas que me diste. 73. Porque recibieron las palabras que me diste y les he dado, y han conocido que salí de ti, y han creído que me enviaste. 74. Yo ruego por ellos, no por el mundo. 75. Sino por lo que me diste, porque tuyos son. 76. Y tus cosas son mis cosas, y mis cosas son tus cosas, y en ellas he sido glorificado. 77. Y no estoy ya en el mundo, mas éstos sí, y a ti vengo. 78. Padre santo, guarda por tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros somos uno. 79. Cuando con ellos estuve en el mundo, yo los guardaba en tu nombre. 80. Y ninguno se perdió, más que el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. 81. Mas ahora vengo a ti, y hablo en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 82. Yo les he dado tu palabra y el mundo los odió, porque no son del mundo, como yo no lo soy tampoco. 83. No los quites del mundo, mas guárdalos del mal. 84. Santifícalos en tu verdad, porque tu palabra es verdad. 85. Y como tú me pusiste en el mundo, yo los he puesto en el mundo. 86. Y por ellos me santifico, para que ellos en verdad sean santificados. 87. No ruego sólo por éstos, sino por quienes por su palabra crean en mi. 88. Para que todos ellos sean unos, como tú en mí y yo en ti, ¡oh Padre! 89. Y que sean unos con nosotros, para que el mundo crea que me enviaste. 90. Porque yo les di la gloria que me diste, para que sean una sola cosa, como nosotros somos una sola cosa. 91. Y sea yo en ellos y tú en mí y ellos sean consumados en uno. 92. Para que el mundo conozca que me enviaste y que lo has amado, como a mí me has amado. 93. Padre: que donde yo esté estén ellos conmigo. 94. Para que vean la gloria que me has dado, porque me amaste desde la creación del mundo. 95. Porque el mundo no te conoce, ¡oh Padre justo! Mas yo sí te he conocido y éstos han conocido que tú me enviaste. 96. Y yo les he manifestado tu nombre, para que el amor con que me amas sea en ellos y yo con ellos.
Jesús en Gethsemaní
CLX 1. Y Jesús vino al sitio que llaman Gethsemaní, tras el arroyo Cedrón. 2. Y había allí un huerto y entraron Jesús y sus discfpulos. 3. Y Judas sabía también de aquel lugar. 4. Y llegando, dijo Jesús: Orad, para no ser tentados. 5. Y llevando a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo, empezó a sentir gran tristeza y angustia. 6. Y les dijo: Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo. 7. Y se apartó de ellos como un tiro de piedra y se postró sobre el rostro y oró. 8. Y dijo: Padre, para quien todo es posible. Aparta, si es posible, este cáliz de mí. Mas no porque yo lo quiera, sino si lo quieres tú. 9. Y acabando de orar, fue a sus discípulos y los halló durmiendo. 10. Y les dijo: ¿Os dormisteis? ¿No pudisteis velar conmigo una hora? Velad y orad para no entrar en tentación. 11. Porque el espíritu está pronto, pero doliente la carne. 12. Y otra vez se apartó y oró con las mismas palabras. 13. Y un ángel del cielo se le apareció y lo confortaba. 14. Y estando en la agonía, oraba mucho, diciendo: Padre: si este cáliz no puede serme apartado, hágase tu voluntad. 15. Y su sudor era como grandes gotas de sangre, que caían en tierra. 16. Y acabada su oración, vino a sus discípulos y los halló durmiendo, por la tristeza. 17. Y sus ojos estaban cargados y no sabían qué responderle. 18. Y, apartándose, oró por tercera vez. 19. Y llegóse a sus discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad. 20. Porque llega la hora en que el Hijo del hombre será entregado a manos pecadoras. 21. Vamos, levantaos, porque ya llega el que me traiciona.
Judas entrega a Jesús
CLXI 1. Y hablando aún, llegó Judas, uno de los doce, con mucha gente armada de espadas y palos, que traían antorchas y linternas, y venían de parte de los escribas, y ancianos, y sacerdotes. 2. Y el que lo había entregado, había dicho: Aquel a quien yo bese, ése es. Llevadlo. 3. Y llegándose a Jesús, dijo: Salud, Rabí. Y lo besó. 4. Y Jesús dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? 5. Y Jesús preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron: A Jesús Nazareno. 6. Y dijo: Yo soy. 7. Y al decirles: Yo soy, retrocedieron y cayeron por tierra. 8. Y otra vez preguntó: ¿A quién buscáis? Y dijeron: A Jesús Nazareno. 9. Y dijo Jesús: Ya os digo que yo soy. Dejad ir a éstos. 10. Para que se cumpliese la Escritura: De los que me diste, ninguno perdí. 11. Y entonces pusieron mano en él y lo prendieron. 12. Y los que estaban con él dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? 13. Y Simón Pedro, que tenía espada, hirió a un siervo del pontífice, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 14. Y dijo Jesús a Pedro: ¿No he de beber el cáliz que me da mi Padre? Vuelve esa espada a su vaina. 15. Porque todo el que emplea espada a espada perecerá. 16. ¿Piensas que no puedo rogar a mi Padre para que me envíe más de doce legiones de ángeles? Mas ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Conviene que esto suceda. 17. Y dijo Jesús a las gentes: ¿Por qué salisteis a prenderme con espadas y palos, como a un ladrón? 18. ¿Por qué enseñando cada día en el templo no me prendisteis? Mas ésta es vuestra hora y la de los poderes de las tinieblas. 19. Para que se cumplan las Escrituras. Y sus discípulos, entonces, huyeron. 20. Y entonces la cohorte, y los tribunos, y los ministriles de los judíos, prendieron a Jesús, y lo ataron. 21. Y lo llevaron ante Anás, suegro de Caifás, que era pontífice aquel año. 22. Y Caifás era quien aconsejó que un hombre debía morir por todo el pueblo.
Un mancebo sigue a Jesús
CLXII 1. Y un adolescente, que iba sólo cubierto de una sábana, seguía a Jesús. 2. Mas quisieron prenderlo y, dejando la sábana, huyó. 3. Y Simón Pedro y otros discípulos seguían de lejos a Jesús hasta el atrio del sumo sacerdote. 4. Y uno de los discípulos era conocido del pontífice y entró con Jesús en el patio. 5. Y Pedro quedó a la puerta. Mas saliendo el que era conocido del pontífice le habló a la portera y entró Pedro al atrio. 6. Y al verlo un sirviente sentado al fuego, dijo: ¿No eres tú discípulo de ese hombre? 7. Y él contestó: Mujer, no sé qué dices, porque no lo conozco. 8. Y Pedro estaba allí calentándose, para ver en qué paraba toda aquello.
Los príncipes de los sacerdotes interrogan a Jesús
CLXIII 1. Y el pontífice interrogó a Jesús sobre los discípulos y su doctrina. 2. Y Jesús contestó: Claramente he hablado al mundo. 3. Porque siempre enseñé en el templo y en la sinagoga y nada hice a escondidas. 4. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído. 5. Y uno de los criados dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al pontífice? 6. Y Jesús contestó: Si he hablado mal, muéstrame en qué. Y si bien, ¿por qué me hieres? 7. Y Anás lo envió atado a Caifás, pontífice. 8. Y Pedro se calentaba en el atrio y le dijeron: ¿No estabas tú con el Nazareno? 9. Y diciéndole otros: Sí, porque hasta en su habla manifiesta que es galileo. Pedro lo negó con juramento. 10. Y otro de los siervos, que era cuñado de aquel a quien Pedro había cortado una oreja, dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él? 11. Y Pedro lo juró, con muchas increpaciones y juramentos. 12. Y decía: No lo conozco. Y en esto el gallo cantó. 13. Y acordándose Pedro de que el Señor le había dicho: Antes que cante el gallo tres veces me negarás, salió afuera y lloró amargamente.
Se presentan testigos falsos contra Jesús
CLXIV 1. Y los príncipes de los sacerdotes, y ancianos, y escribas celebraron consejo. 2. Y queriendo culpar de muerte a Jesús, trajeron muchos falsos testigos, pero sus testimonios no concordaban. 3. Y al final vinieron dos testigos falsos y dijeron: Nosotros hemos oído decir a Jesús que él derribaría el templo y lo reedificaría en tres días. 4. Y alzándose en medio el pontífice, dijo: ¿Nada respondes a este testigo? Pero Jesús callaba.
Los príncipes de los sacerdotes exigen a Jesús que les declare si es el Cristo

CLXV 1. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro, por Dios vivo, que nos digas si eres el Cristo, el Hijo de Dios bendito. 2. Y Jesús le contestó: Tú lo has dicho. 3. Porque si yo os lo dijera, no lo creeríais. 4. Y os digo en verdad que veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra dal Padre y viniendo en las nubes del cielo. 5. Y el príncipe de los sacerdotes rasgó sus vestiduras y dijo: Ha blasfemado. ¿Qué testigos necesitamos? 6. Y entonces lo escupieron en la cara, y muchos lo golpeaban, teniéndole el rostro tapado, y le decían: Cristo, profetiza quién te hirió. Y otros lo injuriaban.
Jesús es llevado a Pilatos
CLXVI 1. Y lo llevaron al Pretorio, al prefecto Poncio Pilatos. Mas ellos no entraron en el Pretorio, por no ser contaminados antes de comer la Pascua. 2. Y Judas, viendo que lo condenaban, se arrepintió, y devolvió a los príncipes los treinta dineros, diciendo: He pecado entregando sangre inocente. 3. Y ellos contestaron: ¿Y qué a nosotros? 4. Mas él, tirando las monedas en el suelo, fue y se ahorcó. 5. Y ellos, tomando la plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. 6. Y tenido consejo, compraron con ello el campo del alfarero, para dedicarlo a sepultura de forasteros. 7. A fin de que se cumpliese el dicho de Jeremías: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del que fue apreciado por los hijos de Israel, y las dieron para el campo del alfarero, según me ordenó el Señor.
Jesús va de Pilatos a Herodes
CLXVII 1. Y Pilatos preguntó: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? 2. Mas ellos contestaron: Si no fuera malhechor, no te lo traeríamos. 3. Porque anda subvirtiendo a las gentes, y dice que no ha de darse tributo al César, y que es rey y Cristo. 4. Y dijo Pilatos: Lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley. 5. Y ellos repusieron: No nos es lícito matar a nadie. Y esto era por haber él significado de qué muerte moriría. 6. Y habiéndolo llevado al Pretorio, preguntóle Pilatos: ¿Eres el rey de los judíos? Y Jesús contestó: ¿Lo dices por ti o te lo han dicho? 7. Pilatos contestó: ¿Soy yo judío? Los pontífices te han traído a mí. ¿Qué has hecho? 8. Y Jesús contestó: Mi reino no es de este mundo. 9. Porque de serlo, mis vasallos pelearían por mí. Mas mi reino no es de este mundo. 10. Y le dijo Pílatos: ¿Luego eres rey? Y Jesús contesté: Tú lo has dicho. 11. Porque para esto he nacido y he venido a dar testimonio de la verdad. Porque el que es de la verdad oye mi voz. 13. Y saliendo a los judíos, les dijo: Ningún crimen hallo en él. 14. Mas ellos decían: Revuelve al pueblo, enseñando por todas partes, desde Galilea hasta aquí. 15. Y oyendo Pilatos lo de Galilea, preguntó si era galileo y, viendo que era de la jurisdicción de Herodes, lo envió a Herodes. 16. El cual estaba en Jerusalén por aquellos días. 17. Y Herodes se holgó en gran manera de ver a Jesús, porque había oído hablar mucho de él. 18. Y le dirigió muchas palabras, mas él no contestó nada. 19. Y los escribas y los príncipes de los sacerdotes lo acusaban mucho. 20. Y Herodes, con su séquito, lo menospreció y lo hizo revestir de una túnica blanca, y lo envió a Pilatos. 21. Y Herodes y Pilatos, que estaban enojados, aquel día se hicieron amigos. 22. Y, llamando Pilatos a los magistrados, y a los príncipes de los sacerdotes, y al pueblo, dijo: Me habéis traído a éste por hombre que revuelve al pueblo. 23. Mas le he hecho algunas preguntas y no hallo en él ninguna de las culpas de que lo acusáis. 24. Ni tampoco Herodes, porque nada ha hecho que merezca la muerte. Por lo cual lo soltaré, después de castigarlo. 25. Mas el gentío exclamaba: ¡Crucifícalo! ¡Cruficícalo! 26. Y dijo Pilatos: Crucificadlo vosotros, porque yo no hallo culpa en él. 27. Y dijéronle los judíos: Ley tenemos y, según ella, debe morir quien se haga Hijo de Dios. 28. Y Pilatos temió más, y entró en el Pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres? Mas Jesús no contestó nada. 29. Y dijo Pilatos: ¿No sabes que puedo librarte y que te puedo crucificar? 30. Mas dijo Jesús: Ninguna autoridad tendrías si no te fuere dada de lo alto. Quien me entrega a ti tiene más pecado que tú. 31. Y Pilatos quería soltarlo, mas los judíos clamaban diciendo: Si lo sueltas, no eres amigo del César. 32. Porque quien se hace rey, al César contradice. 33. Y oyendo esto Pilatos, sacó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatha. 34. Y era la víspera de la Pascua y la hora sexta. 35. Y dijo a los judíos: He aquí a vuestro rey. 36. Mas ellos clamaban: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! 37. Y dijo Pilatos: ¿He de crucificar a vuestro rey? Mas ellos contestaron: No tenemos más rey que el César. 38. Y los sacerdotes lo acusaban, mas Jesús nada respondía. 39. Y le dijo Pilatos: ¿No oyes cuánto te acusan? Mas él no contestó nada y Pilatos se admiró más aún. 40. Y en cada fiesta habría de soltar un acusado y, habiendo un famoso malhechor llamado Barrabás, dijo Pilatos: 41. A uno os he de soltar por la Pascua: ¿Queréis que perdone a Barrabás o al que se dice el Cristo? 42. Porque él sabía que por envidia lo habían entregado.
Pilatos se lava las manos
CLXVIII 1. Y estando en el tribunal, le envió recado su mujer, diciéndole: No condenes a ese justo, porque en sueños he sufrido mucho por él. 2. Y los príncipes de los sacerdotes persuadieron al pueblo de que pidiese el perdón de Barrabás. 3. Y preguntando Pilatos: ¿A cuál de los dos os suelto?, dijeron: A Barrabás. Y Barrabás era ladrón. 4. Y estaba en la cárcel por una sedición y un homicidio. 5. Y preguntó Pilatos: ¿Qué hago de Jesús, que se dice el Cristo? Y ellos contestaron: ¡Crucifícalo! 6. Pilatos opuso: Nada de malo hallo en él. Pero ellos gritaban: ¡Crucifícalo! 7. Y, viendo Pilatos que crecía el tumulto, y que nada conseguía, tomó agua, y se lavó las manos ante el pueblo. 8. Y dijo: Inocente soy de la sangre de este justo: Vedlo vosotros. 9. Mas el pueblo contestó: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
Pilatos perdona a Barrabás y entrega a Jesús para ser crucificado
CLXIX 1. Y entonces Pilatos soltó a Barrabás, y mandó azotar a Jesus, y lo entregó para ser crucificado. 2. Y los soldados lo llevaron al Pretorio, y juntóse la cohorte, y lo vistieron de púrpura y, coronándolo de espinas, lo escarnecían. 3. Y le decían, burlándose: Salve, rey de los judíos. 4. Y lo herían con una caña y lo escupían. 5. Y le quitaron la clámide, y le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarlo. 6. Y hallando a un cirineo llamado Simón, que era padre de Rufo y de Alejandro, le cargaron con la cruz. 7. Y muchos lo seguían y las mujeres se lamentaban y lloraban. 8. Y volviéndose Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y vuestros hijos. 9. Porque llegarán días en que dirán: Dichosas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no lactaron. 10. Y entonces dirán a los montes y a los collados: Caed sobre vosotros y cubridnos. 11. Porque si esto hacen con el árbol verde, ¿qué no harán con el seco?
Jesús es crucificado entre dos ladrones
CLXX 1. Y lo llevaron al sitio llamado Gólgota, que significa lugar de la calavera. 2. Y le dieron a beber vino mezclado con mirra, mas no lo tomó. 3. Y decía Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. 4. Y, no bien lo crucificaron, los soldados se repartieron sus ropas y echaron a suertes sobre su túnica. 5. Para que se cumpliese la Escritura: Repartiéronse mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes. 6. Y Pilatos hizo poner un cartel sobre su cabeza, que decía: Este es Jesús Nazareno, rey de los judíos. 7. Y muchos judíos vinieron de la ciudad, y leyendo el letrero, que estaba en hebreo, y en griego, y en latín, dijeron a Pilatos: No pongas que es rey de los judíos. Mas Pilatos contestó: Lo escrito escrito está. 8. Y lo crucificaron entre dos ladrones. 9. Y los que estaban allí blasfemaban de él, diciendo: Pues que ibas a reedificar el templo en tres días, sálvate a ti mismo y desciende de la cruz. 10. Y los príncipes de los sacerdotes decían: Salva a todos y no puede salvarse a sí mismo. 11. Si eres rey de Israel, desciende de la cruz y creeremos en ti. 12. Y uno de los ladrones blasfemaba, diciendo: Si eres el Cristo, sálvate y sálvanos. 13. Mas el otro le increpó, diciendo: ¿Ni aun en el suplicio temes a Dios? 14. Porque nosotros con justicia sufrimos. Mas éste no hizo nada. 15. Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino. 16. Y Jesús dijo: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso. 17. Y junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. 18. Y viendo Jesús a su madre y a un discípulo a quien amaba, dijo: Mujer, he ahí a tu hijo. Y le dijo a él: He ahí a tu madre. 19. Y el discípulo la recibió consigo. 20. Y a la hora de sexta hiciéronse tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora de nona. 21. Y cerca de la hora nona, Jesús dio una gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama sabacthani? 22. Que quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? 23. Y los que lo escucharon, decían: A Elías llama. 24. Y viendo Jesús que ya todo se consumaba, y que se cumplia la Escritura, dijo: Tengo sed. 25. Y mojaron una esponja en vinagre, y se la dieron a beber. 26. Y cuando probó el vinagre, dijo Jesús: Todo se ha consumado. 27. Y le decían: Veamos si viene Elías a libertarte. 28. Mas Jesús, dando una gran voz, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! 29. E inclinando la cabeza, rindió el alma. 30. Y he aquí que el velo del templo se rasgó de arriba abajo. 31. Y la tierra tembló, y las piedras se hendieron, y se abrieron los sepulcros, y muchos resucitaron, y vinieron a la ciudad, y se aparecieron a muchos. 32. Y el centurión y los que allí estaban temieron y glorificaron a Dios, diciendo: En verdad que este hombre era el Hijo de Dios. 33. Y los que estaban allí, viendo aquello, se golpeaban el pecho. 34. Y había allí mujeres mirando de lejos, y estaban María Magdalena, y María, madre de Jacobo, y Salomé, madre de los hijos de Zebedeo, que habían venido con él de Galilea. 35. Y siendo víspera de Pascua, porque los cuerpos no quedasen en la cruz el sábado, pidieron ios judíos a Pilatos que les quebrasen las piernas y los quitasen. 36. Y viniendo los soldados, quebraron las piernas a los que habían sido crucificados con Jesús, mas no a él, porque ya estaba muerto. 37. Mas un soldado le hirió el costado con una lanza, y salió sangre y agua. 38. Y el que lo vio da testimonio verdadero, para que todos creáis. 39. Porque esto fue para que se cumpliese la Escritura: No quebrantaréis sus huesos. 40. Y otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
José y Nicodemo sepultan a Jesús
CLXXI 1. Y un hombre noble llamado José de Arimatea, ciudad de Judea, y que era justo y esperaba el reino de Dios en secreto, por temor a los judíos, y no dio su voto en el consejo, vino a Pilatos y le pidió el cuerpo de Jesús. 2. Y Pilatos se admiró de que hubiese ya muerto y, enterado el centurión, le dio el cuerpo. 3. Y José y Nicodemo, que fue el que vino a Jesús en la noche, tomaron el cuerpo, y le pusieron cien libras de mirra y áloe y lo enterraron en un lienzo con aromas, según uso de los judíos. 4. Y allí donde había sido crucificado había un huerto con un sepulcro nuevo y lo pusieron allí, y José colocó una piedra en la puerta. 5. Y María Magdalena y la otra María miraban dónde era puesto. 6. Y compraron drogas perfumadas para venir a ungirlo en pasando el sábado.
Los judíos sellan el sepulcro
CLXXII 1. Y al otro día llegaron a Pilatos los fariseos y los príncipes de los sacerdotes. 2. Y le dijeron: Como ha dicho que resucitará al tercer día, pon guardias en el sepulcro, para que no roben el cuerpo los discípulos. 3. Porque dirían que resucitó y habría un más grave error en el pueblo. 4. Y dijo Pilatos: Ponedle una guardia. 5. Y ellos sellaron la piedra, con la guardia. Resurrección de JesúsCLXXIII 1. Y al otro día del sábado, llegaron María Magdalena, y la otra María, y Salomé, siendo aún de noche, al sepulcro, con perfumes. 2. Y según salía el sol, iban diciendo: ¿Quién nos quitará la piedra del sepulcro? 3. Y he aquí que sobrevino un gran terremoto y llegaron ángeles del cielo y removieron la lápida. 4. Y llegando vieron movida la lápida y al ángel del Señor sentado sobre ella. 5. Y su aspecto era como un relámpago y blanco su vestido como la nieve. 6. Y de temor, los guardias quedaron como muertos. 7. Y dijo el ángel a las mujeres: No temáis. 8. Porque Jesús ha resucitado de entre los muertos. Ved el lugar en que fue puesto el Señor. 9. Y he aquí que dos varones con fulgentes vestiduras se aparecieron. 10. Y ellas, temiendo, bajaban el rostro a tierra. Y ellos dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 11. Porque ha resucitado, según os habló en Galilea. 12. Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos pecadoras, y crucificado, y que resucite al día tercero. 13. Id a decir a los discípulos que ha resucitado y que va ante ellos a Galilea. 14. Y saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, lo fueron a decir a los discípulos. 15. Y llegando a Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, dijeron: Han quitado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde está. 16. Y los dos corrieron al sepulcro, mas el otro corría más y llegó primero. 17. Y llegando, vio echado los lienzos, mas no entró. 18. Y llegó Simón Pedro, y entré, y vio los lienzos echados, y el sudario aparte. 19. Y entrando el otro discípulo, vio y creyó. 20. Porque aún no sabían las Escrituras, que había de resucitar de entre los muertos. 21. Y volvieron a los demás, mas María Magdalena, de quien expulsó él siete demonios, estaba junto al monumento llorando. 22. Y en esto vio dos ángeles, vestidos de blanco, uno a los pies y otro a la cabecera de donde había estado Jesús. 23. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? 24. Y contestó: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. 25. Y volviéndose, vio a Jesús, mas no sabía quién era. 26. Y creyendo que era el hortelano, dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo lo recoja. 27. Mas dijo Jesús: ¡María! Y ella, volviéndose, dijo: ¡Rabboni!, que significa: Maestro. 28. Y dijo Jesús: No mo toques, porque aún no he ascendido a mi Padre. 29. Mas ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Los guardias del sepulcro anuncian a los sacerdotes la resurrección del CristoCLXXIV 1. Y los guardias del sepulcro vinieron a la ciudad y anunciaron a los sacerdotes lo que había ocurrido. 2. Y congregándose, ofrecieron dinero a los soldados, diciéndoles: Decid que mientras dormíais, por la noche, lo robaron los discípulos, y os aseguraremos del prefecto. 3. Y aceptaron los soldados, y divulgándolo así, y aun hoy es corriente entre los judíos.
Jesús aparece a las mujeres y las saluda
CLXXV 1. Y he aquí que Jesús apareció a las mujeres y las saludó. 2. Y ellas se le llegaron y adoraron sus pies. 3. Y él dijo: No temáis, mas anunciad a mis hermanos que voy a Galilea, para que me vean. 4. Y ellas lo anunciaron a los once, y a los demás, pero no las creían. 5. Porque les parecían palabras de delirio.
Jesús aparece a dos discípulos en el camino de Meaux
CLXXVI 1. Y he aquí que dos discípulos iban a un lugar llamado Emmaús, que está a sesenta estadios de Jerusalén. 2. Y mientras caminaban hablando de lo que ocurriera, Jesús se aproximó, e iba con ellos. 3. Mas sus ojos estaban oscurecidos, para que no lo conociesen. 4. Y les dijo: ¿De qué habláis, andando, y por qué estáis tristes? 5. Y respondiendo uno que se llamaba Cleofás, dijo: ¿Eres tú forastero en Jerusalén, que no sabes las cosas que han sucedido? 6. Y él preguntó: ¿De qué? Y dijeron: 7. De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra ante Dios y el pueblo. 8. A quien entregaron los príncipes a pena de muerte, y lo crucificaron. 9. Mas nosotros esperábamos que él redimiese a Israel. 10. Y unas mujeres nos han espantado, porque fueron al sepulcro y vieron que no estaba su cuerpo. 11. Y dicen que vieron ángeles que dijeron que él vive. 12. Y los que fueron al sepulcro hallaron lo que las mujeres decían, mas no lo vieron. 13. Dijo Jesús: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer en lo que han dicho los profetas! 14. ¿No era necesario que esto padeciera el Cristo y que entrase en su gloria? 15. Y desde Moisés y los profetas, les declaró cuanto decían de él las Escrituras. 16. Y llegando adonde iban, él hizo como que seguía; mas ellos lo hicieron quedar. 17. Diciéndole: Quédate con nosotros, porque ya es tarde. 18. Y estando sentados a la mesa, tomó el pan, y lo bendijo, y lo partió, y les dio. 19. Y entonces se abrieron sus ojos y lo reconocieron; mas él desapareció de su vista. 20. Y ellos se decían: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros cuando por el camino nos explicaba las Escrituras? 21. Y volviendo a Jerusalén, hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos. 22. Que decían: El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón. 23. Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo conocieron al partir el pan.
Nueva aparición de Jesús a sus discípulos
CLXXVII 1. Mas ellos no lo creían. Y he aquí que el primer día de la semana, estando los discípulos congregados, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos, Jesús vino entre ellos, y dijo: Paz a vosotros. Yo soy, no temals. 2. Mas ellos se conturbaban, pensando que era espíritu. 3. Y les dijo: ¿Qué pensamientos suben a vuestros corazones? 4. Ved mis pies y mis manos, y palpadlos. 5. Porque el espíritu no tiene huesos ni carne, como yo. 6. Y les tendía las manos y los pies. 7. Y como no lo creían aún, por lo asombrados que estaban, les dijo: ¿Tenéis algo que comer? 8. Y le dieron miel y un trozo de pescado asado, y lo comió ante ellos, y les dio las sobras. 9. Y les dijo: Esto es lo que os hablé: Que era aún preciso que se cumpliese de mí cuanto está escrito en la Ley, y los profetas, y en los salmos. 10. Y entonces les abrió el sentido, para que comprendiesen las Escrituras. 11. Porque está escrito que el Cristo padezca y al tercer dia resucite de entre los muertos. 12. Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todos los pueblos, empezando en Jerusalén. 13. Y vosotros sois testigos de estas cosas. 14. Y enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre. 15. Y los discípulos gozáronse viendo al Señor. 16. Y él dijo: Paz a vosotros. 17. Porque como me envió mi Padre, así yo os envío. 18. E insufló y dijo: Recibid el Espíritu Santo. 19. A quienes remitáis los pecados les serán remitidos. 20. Mas a quienes se los retengáis les serán retenidos.
Jesús aparece a Tomás
CLXXVIII 1. Y Tomás, llamado el Dídimo, no estaba cuando se apareció Jesús. 2. Y le dijeron los discípulos: Vimos al Señor. 3. Y él dijo: Si en su mano no viese la señal de los clavos, y pusiese mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré. 4. Y ocho días después, estaban los discípulos con Tomás. 5. Y estando las puertas cerradas, apareció Jesús en medio, y dijo: Paz a vosotros. 6. Y dijo a Tomás: Pon tu dedo aquí y ve mis manos, y pon tu mano en mi costado. 7. Y no seas incrédulo, sino fiel. 8. Y Tomás contestó diciendo: ¡Señor mío y Dios mío! 9. Le contestó Jesús: Porque me viste creíste. 10. Bienaventurados los que no vieron y creyeron. 11. Y Jesús hizo otras muchas señales que no están escritas en este libro. 12. Mas éstas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Jesús aparece en el mar de Tiberíades
CLXXIX 1. Otra vez se manifestó Jesús en el lago de Tiberíades. 2. Y estaban juntos Simón Pedro y Tomás el Dídimo, y Nataniel, de Canaam de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos. 3. Porque dijo Simón: Voy a pescar. Y dijeron: Vamos contigo. 4. Y entrando en una barca, no pescaron nada aqueIla noche. 5. Y a la otra mañana, Jesús estaba en la costa, mas no lo conocieron. 6. Y les preguntó: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Mas ellos dijeron: No. 7. Y les dijo: Echad la red a la derecha y pescaréis. 8. Y echándola, no la podían sacar, por los muchos peces. 9. Y el discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: Es el Señor. 10. Y Pedro, que estaba desnudo, creyendo que era el Señor, se ciñó la ropa y se echó al mar. 11. Y los demás vinieron con el barco, porque estaban a doscientos codos de tierra, y traían la red. 12. Y llegando a tierra, vieron ascuas. puestas y un pez encima y pan. 13. Y les dijo Jesús: Traed los peces que recogisteis. 14. Y Simón Pedro trajo la red a tierra, mas había ciento cincuenta y tres peces grandes, y la red se rompió. 15. Y dijo Jesús: Venid a comer. 16. Y ninguno se atrevía a preguntarle, porque sabían que era el Señor. 17. Y Jesús les dio del pan y del pez. 18. Y ésta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos, después que resucitó de entre los muertos.
Jesús pregunta a Pedro si lo ama
CLXXX 1. Y cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro: 2. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? 3. Y él contestó: Señor, ya sabes que te amo. Y dijo Jesús: Apacienta mis corderos. 4. Y díjole segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Y él contestó: Sí, Señor. Ya sabes que te amo. Y le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas. 5. Y preguntándole por vez tercera: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?, se entristeció Pedro, y dijo: Señor, tú sabes que te amo. 6. Porque tú lo sabes todo. Y dijo Jesús: Apacienta mis ovejas. 7. En verdad te digo que cuando eras joven te ceñías e ibas a todas partes. 8. Mas cuando seas viejo, extenderás la mano y te ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras. 9. Y dijo esto para significar con qué muerte había de dar gloria a Dios. Y le dijo: Sígueme. 10. Y Pedro, volviéndose, vio al discípulo que amaba Jesús, que en la casa se había recostado sobre su pecho para preguntarle quién lo había de entregar. 11. Y dijo Pedro: ¿Y éste, Señor? 12. Y dijo Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Sígueme tú. 13. Y entonces originóse dicho entre los hermanos de que aquél no moriría, mas Jesús no había dicho: No morirá, sino: Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? 14. Y este discípulo es quien escribió y atestigua estas cosas, y sabemos que su testimonio es verdadero. 15. Y aún hizo otras muchas cosas Jesús, que, de escribirlas, no cabrían en el mundo los libros que las contaran.
Jesús habla por última vez a sus discípulos y sube al cielo
CLXXXI 1. Y los once discípulos fueron a Galilea al monte que Jesús les había ordenado. 2. Y viéndolo, lo adoraron, mas algunos dudaban. 3. Y él censuró su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a quienes lo vieron resucitado. 4. Y les dijo: Toda potestad sobre el cielo y la tierra me ha sido otorgada. 5. Id por todo el orbe y predicad el Evangelio a todas las criaturas. 6. Enseñad a las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 7. Para que guarden cuanto os he mandado. 8. Y estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos. 9. Quien se bautice y crea se salvará. Mas aquel que no crea se condenara. 10. Y estas señales darán los que en mí crean: 11. Hablarán nuevas lenguas y echarán, demonios. 12. Quitarán serpientes y no serán dañados si beben veneno. 13. Y curarán a los enfermos poniendo sobre ellos sus manos. 14. Asentaos en la ciudad hasta que os sea dado poder de lo alto. 15. Y llevándolos a Bethania, extendió las manos y los bendijo. 16. Y bendiciéndolos, subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 17. Y ellos lo adoraron y fueron con gran gozo a Jerusalén. Y estaban siempre en el templo, orando y bendiciendo a Dios. 18. Y con la ayuda de Dios predicaron por todas partes, confirmando sus palabras con los signos que hacían.
FAUSTO MONDEJAR BRACAMONTE


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