jueves, 23 de abril de 2015

“YO OS ENVÍO COMO A OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS”


Infiltrados; atribulados, mas no angustiados

--Son las once de la mañana de un domingo cualquiera. En la congregación, los hermanos llevan ya hora y pico alabando al Señor en ese precioso culto dominical.
En medio de ese tiempo de exaltación al Señor, se abre la puerta del templo, y el ujier de turno da la bienvenida a unos pocos desconocidos. Son cuatro nuevas personas. Un par de ellas llegan con sendas biblias en sus manos, el resto, con las manos vacías.
El ujier, como es su costumbre, les acomoda donde mejor puede, porque el servicio hace ya rato que empezó.
El Hno. Esteban, el responsable de la alabanza les ve llegar, y al principio se alegra, ¡Gloria a Dios!- exclama para sus adentros- ¡El Señor está trayendo gente nueva a la iglesia!
Se alegra, pero al poco se preocupa… Lo que está viendo en ese momento, no le acaba de convencer. Aparentemente esas nuevas personas parecen cristianas, pero Esteban, que tiene el don de discernimiento de espíritus, empieza a percatarse de que algo no marcha bien…
Sin pretenderlo demasiado, observa que una de las presuntas hermanas recién llegadas, literalmente no puede borrar de su rostro una perenne expresión de burla y hastío, y todos ellos, tienen una expresión pétrea, fría, como si estuvieran muy a disgusto en ese santo lugar, aunque alguno de ellos intenta disimularlo esbozando una estéril sonrisa, una y otra vez. Es como si espiritualmente estuvieran muertos.
De repente, al Hno. Esteban se le ponen los ojos como platos. Dos de esos recién llegados, disimuladamente, empiezan a hacer extraños pequeños gestos con las manos, y con los dedos; gestos que cualquiera no sabría interpretar qué son, o a qué se deben, pero Esteban, sí.
La hermana Sofía, que también les tiene de frente, se percata de todo ello, y acercándose a Esteban, le dice al oído- ¿Te has dado cuenta?, ¡están lanzando maldiciones!-
Esteban le responde afirmativamente… ¿y ahora, qué hacemos?...--
Bien podría ser este corto relato un fragmento de alguna de las célebres novelas de Frank Peretti, y no pasar de ahí, pero lamentablemente, esto no es ningún tipo de ficción o suposición, sino una impuesta realidad.
Este relato que les he ofrecido es la descripción exacta y concisa de uno de algunos episodios similares, que están ocurriendo concretamente en una congregación de Cristo.
Lo conocemos bien, así como conocemos a los testigos, Esteban y Sofía (no son sus verdaderos nombres).
A pesar de la ignorancia y aun incredulidad de muchos estimados consiervos, estas mismas cosas ocurren también en aquellas congregaciones vivas, allí donde se encuentren.
Unos destacados ex satanistas, convertidos a Cristo, declararon en uno de sus libros:
“Créame que puede estar seguro de que cualquier iglesia de más de cincuenta miembros tiene brujos y brujas presente en su medio durante cualquier servicio dominical” (1)
La realidad, nos guste o no, lo creamos o no, eso poco importa, es que estamos siendo vilmente infiltrados (*) a ese nivel.
(*) Infiltrar: 3ª acepción; "Penetrar subrepticiamente en alguna parte; ejemplo: en las filas enemigas"
Ante esos hechos, me hice a mí mismo una pregunta: “Si yo fuera el diablo (y eso es imposible, ya que el puesto está ocupado desde el principio, gracias a Dios), ¿qué es lo que debería hacer para intentar destruir la Iglesia de Jesucristo, tomándome muy en serio lo que el mismo Señor sentenció, en cuanto a que las “puertas del Hades no iban a prevalecer contra la Iglesia”? (Mt. 16: 18)
Intentaría “unirme” a mi enemigo, ya que de frente es imposible destruirle. A través de la paciente obra de infiltración a modo de caballo troyano, iría paso a paso inmiscuyéndome en todos los asuntos eclesiales, desde el nivel de ministerio, hasta el de simple creyente. Lo haría usando a mi gente y las principales organizaciones de este mundo a mi servicio.
¡Piense un poco, hermano! No sólo el diablo haría eso, sino que… ¡lo está haciendo!; la Biblia nos advierte clarísimamente de ello, y paradójicamente, la inmensa mayoría de los cristianos hoy en día vivimos ausentes de esa horrorosa realidad.
"Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2 Corintios 11: 13-15)
Quizás estos versículos van a tener mayor relevancia y comprensión a partir de hoy.
“Según la Odisea de Homero, el caballo de Troya fue el artilugio que astutamente los griegos utilizaron para infiltrarse en esa populosa ciudad, introduciéndose en él, para posteriormente, y con nocturnidad y alevosía, destruirla por completo”.
Esas personas frías, calculadoras; otras aparentemente todo lo contrario, que entran en nuestras congregaciones, y no para escuchar el Evangelio precisamente, tienen un cometido que deben intentar cumplir de parte de sus jefes inmediatos: destruir las iglesias verdaderamente cristianas. Son satanistas, son luciferinos, o simplemente enemigos del Evangelio, y vienen de las diferentes bases de la pirámide organizada de maldad de este mundo (1 Juan 5: 19b).
Están perfectamente organizados jerárquicamente, y han sido convenientemente entrenados para parecer lo que no son, es decir, cristianos. Además, son personas con talento y bien preparadas para cumplir con los objetivos que les han sido asignados.
Aprovechándose de que nuestros servicios son abiertos a todos, aprovechándose de la libertad de culto, bien pueden aparecer por nuestras congregaciones fingiendo ya ser creyentes, o bien fingiendo que reciben a Cristo en ese momento, o haciéndolo algo más tarde.
Cuando después del culto se les pregunta quienes son y de donde vienen, siempre tienen la respuesta preparada de antemano. Se requiere discernimiento y voluntad de discernir para poder descubrirles. Se requiere estar alerta.
Una vez dentro de la congregación, intentan lanzar hechizos y maldiciones, enviando los demonios que previamente han traído con ellos, y usando también otros demonios.
Para lanzar esos hechizos, al menos en cuanto a lo que sabemos, utilizan una especie de lenguaje de signos y gestos, que son diversos, usando las manos, los dedos de las manos, la lengua, los ojos, y más cosas.
Con esa brujería, intentan “preparar” el ambiente espiritual de la congregación, para posteriormente efectuar siempre que les sea posible su definitiva infiltración, llegando a hacerse pasar por verdaderos creyentes, siendo muy amables, especialmente con los responsables de la congregación, ofreciéndose para ayudar en lo que sea, buscando el llegar a ser casi “imprescindibles”. 
Toda esa preparación minuciosa, con la intención de hacer creer al pastor y a su esposa, así como a los ancianos, etc. de la congregación de las presuntas buenas intenciones del infiltrado, es consecuencia del juramento que en su día hizo, bajo la satánica premisa de que “el fin justifica los medios”.
La finalidad de su actuación es siempre causar división y buscar la destrucción de esa iglesia cristiana.
1. En tiempos de Nerón y de Constantino
Eso no es nada nuevo, en tiempos del emperador Nerón, cuando la verdadera Iglesia debía esconderse en las catacumbas, los espías y satanistas del emperador, intentaban localizar donde se reunían los cristianos. No les era fácil en un principio, porque aquellos metódicos cristianos citaban una porción de la Escritura, y si la otra persona podía completar el pasaje (*), entonces podía demostrar que era un verdadero creyente, sólo así eran invitados a los cultos. En otras palabras, eran probados.
(*) “Eso era así en aquellos tiempos cuando la Escritura Neotestamentaria todavía se estaba realizando. Ahora, los que se introducen en las iglesias cristianas, ya vienen muy preparados al respecto”.
Todo ello nos muestra que esos creyentes eran prudentes como serpientes, además de sencillos como palomas, y así como se deben probar los espíritus, sabían probar a las personas, y lo hacían. Fue manera efectiva de preservar la iglesia de infiltración satanista.
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4: 1)
Hoy en día, el buen creyente promedio, por vivir en un medio de escasa o nula persecución, es sencillo como paloma, pero no es prudente como serpiente, sino que es muy confiado e ingenuo, y el enemigo ha estado tomando una inconmensurable ventaja de todo ello, y ya por años. Le es muy difícil al creyente promedio pensar que tal maldad pueda llegar a existir; pero no tenemos excusa, ya que la Biblia es muy clara en cuanto a todas sus advertencias al respecto.
El diablo, que es astuto como serpiente, pero para el mal, ideó desde poco después del  principio del cristianismo un sistema de infiltración en la verdadera Iglesia de Cristo. Esto está incluido dentro del llamado “Misterio de la Iniquidad” (ver 2 Ts. 2: 3-12).
Los métodos de persecución usados por Nerón llegaron a ser extremadamente sofisticados. Guiado por el Maligno, organizó iglesias cristianas falsas; incluso usaba de sinagogas para reunirse, y esto hacía que muchos ingenuos creyentes del momento, se acercaran a ese sistema. Cuando la persecución abierta y sangrienta no obtenía los resultados de destrucción de la fe, eran mucho más eficientes los métodos pérfidos que dirigían al creyente confiado hacia la apostasía por medio de conducirle a esas falsas iglesias cristianas.
Con el tiempo ese sistema de falsa iglesia de Cristo se convertiría en el catolicismo romano (ver Ap. 17: 1-6). Algunos siglos más tarde, el emperador Constantino sería el primer “papa” de esa nueva religión babilónica y pseudocristiana.
Constantino llegó a proclamar su célebre edicto de tolerancia para hacer salir a los creyentes de sus escondites, pero esa “libertad” sólo fue dada a aquellos que aceptaban su falso cristianismo maquiavélico.
Los verdaderos cristianos de entonces, por la Escritura y por el Espíritu Santo, sabían que la religión constantiniana era falsa, que era una deformación de la verdadera fe cristiana, y se llamaría catolicismo romano, el cual iría estructurándose y completándose a lo largo de los siglos a través de las diferentes resoluciones conciliares papales.
Es curioso observar que hoy en día, una parecida táctica como la de Nerón opera contra la verdadera Iglesia de Jesucristo, a través de “modelos” y falsos sistemas eclesiales como, entre otros, el G12 (gobierno de doce) y sus “encuentros”, presentándose este último como la última revelación de Dios para la Iglesia para estos días finales.
2. La Sociedad de Jesús (Jesuitas) y la Gran Ramera

Muchos siglos más tarde de la desaparición de Constantino, los jesuitas de Ignacio de Loyola allá por el año 1550, comenzaron a infiltrarse en cada religión y denominación. Siguen haciéndolo, y hoy en día, en una forma mucho más sofisticada, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, gracias al movimiento ecuménico y carismático.
Hay que decir que muchos ministros del Evangelio, a partir de la falacia del Concilio Vaticano II y su nueva definición del evangélico o protestante, como “hermano separado”, en vez de “anatema” o “hereje”, han bajado inconmensurablemente la guardia, y se han prestado al engaño del ecumenismo y de la falsa “unidad entre los cristianos”. Toda esa estratagema fue vilmente planificada y llevada a cabo por los Jesuitas.
La razón principal de la existencia de la Sociedad de Jesús (Jesuitas) fue, y sigue siendo, por activa o por pasiva, la de detener el avance del protestantismo, iniciado por la Reforma. Nicolini de Roma escribió:
"Los Jesuitas, por su mismo llamado, por la misma esencia de su institución, están ligados a buscar, por cada medio, recto o malo, la destrucción del Protestantismo. Esta es la condición de su existencia, el deber que ellos deben cumplir, o cesar de ser Jesuitas". (2) [Las Huellas de los Jesuitas, R. W. Thompson, 1894]
Los jesuitas son más poderosos de lo que muchos imaginan. Hacia finales de los setenta, eran alrededor de 102.000 correligionarios (3)
Presten atención al siguiente relato:
La Sociedad de Jesús (Jesuitas) fue de allí en adelante reconocida como la principal fuerza opositora del Protestantismo. La Orden llegó a ser dominante en determinar los planes y la política de la Iglesia Romana. La hermandad creció y floreció. Plantó sus sucursales en Francia, Italia y España, y luego en todas las tierras civilizadas. El éxito de la Orden fue fenomenal. Llegó a ser un poder en el mundo. Envió sus representantes a cada parte del globo. Sus solitarios apóstoles fueron vistos eclipsando los tronos de Europa. Ellos buscaron, por cada medio conocido al ingenio humano, que se establezca y se confirme el tambaleante edificio de Roma, y que sea minado el edificio del Protestantismo en ascenso. Ellos penetraron en el [*río] Indo y el Ganges. Ellos atravesaron los desiertos del Tibet, y dijeron, "Aquí estoy yo", en las calles de Pekín. Ellos miraron hacia abajo adentro de las minas de plata de Perú, y se arrodillaron en rezo en las costas del Lago Superior. Para conocer todos los secretos, sondear todos los designios, penetrar en todas las intrigas, prevalecer en todo consejo, elevarse por sobre toda diplomacia, y dominar a la raza humana, -tal fue su propósito y ambición. Ellos herirían en lo vivo a cada sociedad humana en cada parte de la tierra habitable, el silencioso reptar de su siempre en aumento complot para retomar el mundo para la Iglesia, y dominar y conquistar y extinguir los últimos remanentes de oposición a su dominio de costa a costa, desde los ríos hasta los fines de la tierra"  (4) [Historia Universal de Ridpath, John Clarke Ridpath, 1899]
La Gran Ramera: La Madre de las Rameras y de las abominaciones de la tierra
Cuando hablamos de los Jesuitas, o del Opus Dei que vino mucho más tarde, y de un gran número de otras sociedades romanistas, no podemos sino abrir nuestra Biblia y encontrar el gran común denominador de todo ello, muy bien definido y expuesto en el libro de Apocalipsis. Por la Escritura, no tenemos más remedio que admitir que ese gran común denominador es la Gran Ramera, es decir, la falsa iglesia de Cristo.
Yo les invito a leer detenidamente el pasaje de Apocalipsis 17: 1-6, 15, 18:
“Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro…Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas…la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra"
La Gran Ramera:
I) Es la iglesia del Anticristo: "la que está sentada sobre la bestia escarlata" (Ap. 17: 3)
II) Reside en Roma: "la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra" (Ap. 17: 18) En tiempos de Juan, ese fue el papel y posición de Roma a través de su visible Imperio.
III) Mayoritariamente está detrás de todo este movimiento levantado para infiltrar y destruir las verdaderas congregaciones cristianas, entre otras muchas atrocidades históricas: "Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro" (Ap. 17: 6)
Nótese que Juan se quedaba asombrado… ¿por qué? Porque esos santos, mártires de Jesús, padecían a manos de la mujer (la falsa iglesia) que decía ser cristiana…
Permítanme aclarar que aquí no estamos hablando del católico promedio, el cual ni siquiera es lejanamente consciente de lo que ocurre en las profundidades vaticanas. Ese católico regular no es más que víctima confiada de ese sistema diabólico, tan bien disimulado y adornado de falso cristianismo (ver Ap. 17: 4)
Ante el más que probable comentario de los defensores de Roma, en el sentido de que lo expuesto arriba no es más que una mera hipótesis (presunto manido comentario proveniente de aquellos que menosprecian la Biblia en pro de la tradición romanista), yo les vuelvo a invitar a que presten mucha atención a lo que seguidamente les voy a mostrar. Por favor, no pierdan detalle:
3. El juramento extremo de la Sociedad de Jesús (Jesuitas)

El que sigue, es porción importante de la copia exacta del juramento extremo de los Jesuitas. Leyendo y examinando bien su contenido, podremos empezar a entender muchas cosas más, respecto a lo que estamos mostrando a lo largo de este artículo. Veremos el horror en el que puede llegar a caer un ser humano, si se deja dirigir por el Maligno. Ponemos a la luz de forma literal este juramento que los Jesuitas de rango menor hacen cuando van a pasar a una posición de mando. Éste es posterior al juramento de obediencia y lealtad a la Orden y al papa de Roma.
Este es un juramento especial para los jesuitas claves que son asignados a las labores especiales dentro de cualquiera de las ramas de gobierno, ejército, justicia, educación y ciencia; así como industria, sanidad, movimientos laborales y cualquier institución religiosa (5).
Este juramento que siempre fue secreto,fue revelado por el ex jesuita de alto rango, Dr. Alberto Rivera, tiempo después de convertirse a Cristo. El Dr. Alberto Rivera, murió hace unos pocos años de manera muy misteriosa. Transcribimos a continuación lo más destacado de dicho juramento; por favor, no pierdan detalle:
(Dado a un jesuita de rango menor cuando va a ser elevado a una posición de mando)
CEREMONIA DE INDUCCION Y JURAMENTO EXTREMO DE LA HERMANDAD DE LA SANTA FE DE LA SOCIEDAD DE JESÚS (JESUITAS)

Habla el Superior:
"Hijo mío, de aquí en adelante tú has sido enseñado para actuar como desensamblador entre los católicos romanos, para ser un católico romano, y para ser un espía aún entre tu propia hermandad. Para creer en ningún hombre, confiar en ningún hombre.
Entre los reformadores, ser un reformador; entre los Protestantes Franceses (Hugonotes), ser uno de ellos; entre los Calvinistas, ser un Calvinista; entre los Protestantes en general, ser un Protestante y obtener su confianza para buscar aún con sermones desde sus púlpitos, y denunciar con toda vehemencia en tu temperamento, nuestra Sagrada Religión y el Papa. Aún para descender tan bajo para convertirte en judío entre los judíos, para que puedas sacar junta toda la información para beneficio de tu Orden como ferviente soldado del Papa.
Has sido enseñado para insidiosamente plantar la semilla de los celos y el odio entre los Estados que estén en paz e incitarlos a hechos de sangre, envolviéndolos en guerra unos con otros, y para crear revoluciones y guerras civiles, en comunidades, provincias y países que fueren independientes y prósperos, que cultivaren las artes y las ciencias, disfrutando de las bendiciones de la paz.
Para identificarte con los combatientes y a actuar secretamente en concordancia con tus hermanos Jesuitas que puedan estar en el otro bando, pero abiertamente opuestos a aquello con lo que puedas estar conectado.
"[Enseñado a] que únicamente la Iglesia (romana) puede ser al final, en las condiciones alcanzadas en los tratados de paz la ganadora, y que el fin justifica los medios.
Se te han enseñado tus ocupaciones como espía, para acumular estadísticas, hechos e información a tu alcance, a congraciarte y ganar la confianza de los círculos familiares de Protestantes y herejes de toda clase y carácter, tanto la del comerciante, el banquero, el abogado; entre escuelas y universidades, en parlamentos y legislaturas, entre los judiciales y consejeros del Estado; y para ser todas las cosas para todos los hombres, por el bien del papa, cuyos sirvientes somos hasta la muerte.
Has recibido tu instrucción aquí, como novicio, un neófito, y has servido como ayudante, confesor y sacerdote, pero no has sido investido todavía con todo lo que es necesario para mandar en la armada de Loyola al servicio del Papa.
Debes servir el tiempo apropiado como instrumento y ejecutor tal y como ordenado por tus superiores, pues nadie puede mandar que no haya consagrado sus labores con LA SANGRE DE LOS HEREJES (énfasis nuestro); porque “sin derramamiento de sangre ningún hombre puede ser salvado”. Así pues, para prepararte para tu trabajo y asegurar tu propia salvación, además de tu anterior juramento de obediencia y lealtad a tu Orden y al Papa, tendrás que repetir después que yo:
Jura el jesuita de rango menor:
"Yo,_________ ahora en presencia del Altísimo Dios, la bienaventurada Virgen María, el bienaventurado Miguel Arcángel, el bienaventurado San Juan Bautista, los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo y todos los santos y ángeles del cielo... prometo y declaro, que no tendré opinión o voluntad propia, o cualquier reserva mental, aun como un muerto o cadáver, sino que sin vacilar, obedeceré todos y cada uno de los mandatos que  pueda recibir de mis superiores en la Milicia del Papa y de Jesucristo... prometo y declaro que cuando la oportunidad se presente, haré guerra sin compasión, secreta o abiertamente, contra los herejes, Protestantes y liberales como se me ha instruido para extirpar y exterminar a todos ellos de la faz de la Tierra y que no dejaré edad, sexo o condición, y que colgaré, quemaré, desolaré, desollaré, estrangularé y enterraré vivos a esos infames herejes; arrancaré sus estómagos y las matrices de sus mujeres; y estrellaré las cabezas de sus infantes contra la pared para aniquilar por siempre su raza execrable.
Y cuando ésto no pueda ser hecho abiertamente, secretamente usaré la copa envenenada, la cuerda para estrangular, el acero de la daga, o la bala dirigida, sin prejuicio de honor, rango, dignidad o autoridad de la persona o personas, cual fuera su condición en la vida, ya sea pública o privada, tal como puede ser ordenado para hacerlo, por cualquier agente del Papa o Superior de la Hermandad de la Santa Fe de la Sociedad de Jesús.
En la confirmación de todo ello, he aquí dedico mi vida, mi alma y todas mis facultades corporales; y con esta daga que yo ahora recibo, yo suscribiré mi nombre, escrito en mi propia sangre, como testimonio de esto; y si yo compruebo ser falso o débil en mi determinación, que mis hermanos y compañeros soldados de la Milicia del Papa corten mis manos y mis pies, y mi garganta desde oreja a oreja, que abran mi barriga y la quemen con azufre, con todo el castigo que puede infligirse sobre mí, y que mi alma sea torturada por demonios para siempre en un infierno eterno…"
¡No cabe analizar punto por punto ese execrable juramento, porque nos llevaría demasiada tinta y papel, pero fíjense ustedes la capacidad de fanatismo asesino de esas personas, que se juramentan con maldición, y lo firman con su propia sangre!

Habiendo visto toda esa evidencia, ya no nos debe extrañar nada acerca del relato con el que abríamos este artículo.
Es un hecho la infiltración. Es un hecho que los enemigos de Cristo están desde que el Evangelio se extendió por Europa, por América y por toda la tierra a partir de la Reforma, tratando de destruirlo, usando entre otras armas la técnica de la penetración, tal y como hemos visto en ese horripilante juramento jesuita.
4. Infiltración del G12
Sabemos por propia experiencia, y también por diversos y múltiples testimonios, que provenientes del jesuitismo en sus diferentes vertientes y bases de la pirámide, existen muchos agentes de bajo, medio y alto rango del G12 (no estamos aquí hablando del creyente promedio que es miembro de alguna iglesia del G12), que tienen como labor específica el entrar secretamente e infiltrarse en las congregaciones cristianas, con el fin de convertir esa congregación en una del G12, o intentar destruirla si no les es posible lograrlo, especialmente todas aquellas que mantienen una clara oposición a Roma, y por tanto, son un peligro para los planes de unidad ecuménica. Debemos hoy más que nunca estar muy alerta.
Cuidado con los falsos “anti y ex G12”

Pero hay más. Las altas y ocultas instancias responsables del G12 han estado preparando e instruyendo a agentes suyos para hacerse pasar por empedernidos “anti G12” y (o) “ex G12”, presentándose ahora ante el medio cristiano como abanderados cristianos de la lucha contra el G12. Estos, subrepticiamente están acercándose, contactando e intentando contactar con ministros, iglesias y ministerios de Cristo que se oponen genuinamente al G12, de esa manera, buscan obtener la confianza y la mano tendida de esos hombres y mujeres de Dios. Una vez conseguido esto, y teniendo ya abiertas las puertas de sus vidas y ministerios, buscarían el manipularles, y aun en su momento, el desacreditarles e incluso hundirles, ya que llegado el punto, no tendrían ningún pudor ni problema alguno en realizar, manifestar, o difundir informaciones o actos escandalosos de cualquier tipo o naturaleza.
De hecho, y para nuestra tristeza, ya hemos podido observar que las maneras de hacer “apología” contra el G12 por parte de esos “paladines” de la lucha “anti G12”, distan bastante de los planteamientos, ya no cristianos, sino mínimamente conforme a decencia.

Ante toda esa actuación difamadora y escandalosa, impropia de verdaderos cristianos, la mayoría de los siervos genuinos y desconocedores de la realidad del G12 en cualquier lugar del planeta, apartarían la vista de todo ese asunto, y el G12 siempre quedaría libre de polvo y paja… para seguir adelante en sus propósitos.
¡Son muy astutos!
Hermanos y consiervos, no se puede presentar batalla contra el mal, utilizando maneras propias del mal. La Biblia enseña: "No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal" (Romanos 12: 21)
Con la Biblia en la mano, es decir, esgrimiendo la verdad, y con coherente testimonio, así es como deberemos poner a la luz todo lo equivocado y destructor de los diferentes falsos modelos y herejías que pululan por doquier en estos días, previos al Advenimiento del Señor Jesús a por los suyos; no de otro modo.
Concluyendo
Dicho todo esto, no me gustaría dejar un mal sabor de boca, como si no hubiera solución para nosotros los verdaderos cristianos, ¡ni mucho menos!
El apóstol Pablo lo expresó con mucha claridad:
"Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos" (2 Corintios 4: 7-10)
No obstante, perseverando en nuestro proseguir para alcanzar la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Fil. 3: 14), por el camino, aprendamos a ser más sagaces, sabios, y prudentes como serpientes. Espero que este artículo nos pueda ayudar a abrir más los ojos de nuestro entendimiento, y empecemos a discernir lo que nos rodea, tal y como debemos hacer, porque es bien cierto que el Señor nos envía como ovejas, en medio de lobos (Mt. 10: 16).
Dios les bendiga.
Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España
Febrero 2007
www.centrorey.org
Seguidamente, y a modo de apéndice, les transcribo un breve extracto sobre la historia de los Jesuitas:
Breve historia de los Jesuitas:
"Desde sus inicios, el Protestantismo fue amenazado por formidables enemigos. Los primeros triunfos de la Reforma pasaron, Roma convocó nuevas fuerzas, esperando lograr su destrucción.
Para ese tiempo la Sociedad de Jesús (Jesuitas) fue creada; la más cruel, sin escrúpulos, y más poderosa de todos los campeones del catolicismo.
Los adeptos de la Sociedad, desligados de lazos terrenales e intereses humanos, muertos a las demandas de afecto natural, razón y conciencia, no conocían ninguna regla, ningún lazo, solamente las reglas de su Orden, y el único deber fue y es el de extender su poder.
El Evangelio de Cristo había permitido a sus seguidores, enfrentar el peligro y soportar el sufrimiento, sin consternación por el frío, hambre, trabajo, y pobreza, levantando el estandarte de la verdad en la cara de la tortura, el calabozo, y la estaca.
Para combatir estas fuerzas, el jesuitismo inspiró a sus seguidores un fanatismo que les permitió soportar peligros, y oponerse al poder de la verdad con todas las armas del engaño.
No había ningún crimen demasiado terrible para ellos, que no pudieran cometer; ningún engaño demasiado espantoso que no debieran realizar; ningún fingimiento demasiado difícil que no estuvieran dispuestos a asumir. Con votos de pobreza y humildad perpetuas, siempre fue su estudiado objetivo el asegurarse riquezas y poder, consagrándose al derrocamiento del Protestantismo, y al reestablecimiento de la supremacía papal.
Mientras como miembros de su Orden, se mostraban ante todos llevando una apariencia de santidad, visitando prisiones y hospitales, atendiendo al enfermo y a los pobres, profesando el haber renunciado al mundo, y llevando el sagrado nombre de Jesús, quien vivió entre nosotros haciendo el bien, bajo esa exterioridad, a menudo disimulaban los propósitos más criminales y mortales.
Era un principio fundamental de la Orden el que el fin justifica los medios. Mediante este código, el robo, el perjurio, el asesinato, no solamente eran perdonables sino recomendables, mientras sirvieran a los intereses de la iglesia (de Roma)
Bajo los diversos disfraces, los Jesuitas se introdujeron en las oficinas de Estado, logrando ser consejeros de reyes, y formando la política de naciones. Se convirtieron en sirvientes para espiar a sus amos. Establecieron las universidades para los hijos de príncipes y nobles, y escuelas para los comunes; y los hijos de padres protestantes eran arrastrados hacia la observancia de ritos papistas.
Toda la pompa exterior y despliegue del culto romano fue presentado para confundir la mente, deslumbrar y cautivar la imaginación, y así la libertad por la cual los padres fundadores (en Norteamérica) se habían esforzado tanto, hasta la sangre, fue traicionada por los hijos.
Los Jesuitas se extendieron rápidamente sobre Europa, y a dondequiera que fueron, allí siguió un reavivamiento de catolicismo. Para darles mayor poder, una ley se emitió, restableciendo la Inquisición. Incluso en los países católicos, a pesar del aborrecimiento general con que fue considerado, ese terrible tribunal fue reestablecido por los gobernantes papistas, y las atrocidades más terribles que se puedan imaginar, se repitieron en sus inaccesibles calabozos.
En muchos países, miles y miles de las más apreciadas gentes, lo más puro y más noble, los pastores más intelectuales y educados, píos y consagrados; ciudadanos industriales y patriotas, escolares inteligentes, artistas talentosos, artesanos hábiles, fueron asesinados u obligados a huir a otras tierras.
Enormes fueron los medios que Roma había invocado para apagar la luz de la Reforma, para retirar a los hombres de la Biblia, y para restaurar la ignorancia y superstición de las Edades Oscuras. Pero bajo la bendición de Dios y las labores de hombres nobles a quienes Él había levantado, para seguir después de Martín Lutero, el Protestantismo no fue derrocado en modo alguno. Y no le debió su fuerza al favor de las armas de príncipes.
Los países más pequeños, las naciones más humildes y menos poderosas, se volvieron sus fortalezas. Fue la pequeña Ginebra en medio de poderosos enemigos que trazaban su destrucción. Fue Holanda en sus bancos de arena en el mar norteño, luchando en contra de la tiranía de España, entonces el más grande y más opulento de los reinos; fue la tenebrosa y estéril Suecia, que ganó las victorias para la Reforma…" (6)
Damos gracias a Dios por los hombres que un día supieron y quisieron obedecer al Dios del Cielo, y levantaron en alto la Biblia, la Palabra de Dios, por encima de cualquier otro interés, temor o conveniencia.
No cabe la menor de las dudas de que los Jesuitas han sido y son, parte fundamental de la manifestación e implementación del “Misterio de la Iniquidad” (2 Ts. 2: 7)

“Nótese la forma vaginal que tiene la plaza llamada de San Pedro, con el obelisco erecto en medio a modo de falo; no en vano la Biblia llama a la institución romana, la “Gran Ramera”, con la cual han fornicado los reyes de la tierra (Ap. 17: 1, 2), y está históricamente comprobado, hasta el día de hoy”
Todavía la lucha sigue, aunque no es tanto una lucha entre el bien y el mal, como si se tratara de un dualismo. El Señor rige los destinos; y del Señor es la batalla, como dice el Salmo:
"Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas…El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con Su ira" (Salmo 2: 2-5)
No teniendo patria aquí, porque nuestra ciudadanía es celestial, y no centrándonos en este mundo ni en lo terrenal que es pasajero, esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestra humillación a la semejanza del cuerpo suyo glorioso, con el mismo poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas (Filipenses 3: 19-21)
Anotaciones
1. William y Sharon Shnoebelen, en su libro “Lucifer destronado”, pag. 220
2. “Las Huellas de los Jesuitas”, R. W. Thompson, 1894; del libro de Eric Jon Phelps; “The Vatican Assasins”.
3. Dr. Alberto Rivera; “Alberto”, pág. 9; Chick Publications.
4. “Historia Universal de Ridpath, John Clarke Ridpath, 1899”; del libro de Eric Jon Phelps; “The Vatican Assasins”.
5. Dr. Alberto Rivera; “La Cruz Doble », págs. 12, 13, 14, Chick Publications.
6. Breve historia de los Jesuitas ; http://www.7th-day-arm.org/frontpage.htm#Index%20Indice


FIN

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