martes, 21 de abril de 2015

ARCHIVO PERSONAL DE EDUARDO PEDRO GARCÍA RODRÍGUEZ-XII



1999 mayo 30.

KEBEHI BENCHOMO ASOCIACIÓN SOCIOCULTURAL

BOLETÍN INFORMATIVO

LA LAGUNA 30 DE MAYO DE 1999. N°l. D.L. TF.965/99


LA BATALLA DE ACENTEJO

La batalla de Acentejo o Asentehunt, fue uno de los hechos más gloriosos llevado a cabo en la defensa de la libertad de la Patria Canaria, en ella el pueblo Guanche dio pruebas una vez más de su amor a la Patria y a la Libertad, frente a los invasores extranjeros, quienes a pesar de la enorme superioridad del armamento y el empleo de caballería, sufrieron una de las derrotas más estrepitosas de la historia del colonialismo español, en su afán para someter a otros pueblos para masacrarlos, expoliarlos y esclavizarlos, en nombre de una supuesta fe cristiana, portando una cruz en una mano y en la otra una espada.


Las fuerzas Guanches, lideradas por el gran Mencey Kebehi Benchomo, asistido de su hermano Tinguaro, Achimenchia, y de otros Capitanes de los Menceyatos confederados, hicieron frente a las tropas invasoras europeas, en el archimenceyato de Acentejo, en un frente de aproximadamente 6 kilómetros, por lo cual debemos desterrar la idea tan difundida de que la batalla tuvo lugar solamente en el barranco de San Antonio, nombre éste impuesto como es natural, después de la conquista, ya que el nombre Guanche del mismo es el de barranco de Farfan, que algunos autores traducen como Patria.

El amusnau tinerfeño, D. Juan Bethencourt Afonso, realizó a finales del siglo pasado un estudio sobre el lugar en el que se desarrolló la batalla, del que entresacamos unos párrafos para mejor ilustrar al lector.

«Al saber el Mencey Bencomo la marcha del ejército invasor, debió preparar su plan de ataque del siguiente modo: hizo emboscar a los menceyes de Tegueste, Tacáronte y Anaga de manera que dominaran los caminos de Acentejo y Tacoronte, que de La Laguna partían a la Orotava, con la orden de dejar el paso franco a los españoles; destacó al príncipe Tiguaro con un cuerpo de ejército, en el que llevaba 300 hombres escojidos, para que emboscaran por encima y a lo largo del camino de Santo Domingo en la región de Bubaque, a partir del borde Norte del Barranco de Acentejo, en el punto de confluencia de San Cristóbal y del de los Guanches o Acentejo de Abajo, también con orden de no dejarse ver del enemigo: y el mismo Bencomo se situó con otro cuerpo de ejército en el Valle de Taoro».

Esta distribución de las tropas por Bencomo revela desde luego una buena táctica, porque no sólo escalonó sus fuerzas de manera que estos tres cuerpos de ejércitos pudieran darse la mano y apoyarse en caso necesario, sino que eligió con gran penetración el lugar más a propósito para preparar una sorpresa, neutralizando así en lo posible las ventajas de las armas invasoras.

Si se observa con detenimiento toda la línea que había de recorrer el ejército español, ningún punto ofrecía tan buenas condiciones para una emboscada como Bubaque. Tomando el nacimiento de los caminos de los Guanches y de Acentejo, cortaba la retirada a los españoles sobre los reinos de Tacoronte, Tegueste y Anaga; y situando las fuerzas de ataque a los largo y por encima del camino de Santo Domingo, a partir del mismo barranco de Acentejo, también cortaba la retirada al ejército expedicionario sobre el reino de Güimar, que más o menos trabajosamente se puede ganar salvando la cordillera. De manera que los españoles, si no vencían, o habían de ser precipitados al mar por una ribera que muere en acantilados de horribles precipicios o se les obligaba replegarse sobre Taoro, donde Bencomo tenía aparejado un ejército de refresco.

Esta disposición de las tropas por el Mencey de Orotava nunca ha sido puesta en duda. Si la emboscada hubiera tenido lugar en el camino de San Juan -admitiendo en hipótesis que por allí cruzaba el barranco de Acentejo el camino del mismo nombre- los españoles habrían fácilmente ganado el camino de los Guanches y por lo tanto cualquiera de los tres menceyatos antes indicados.

Por otra parte, hay que atender a las condiciones topográficas de Bubaque. Lo agrio del terreno; lo tortuoso del camino, en el cual cada pequeño grupo de soldados en la extensión de más de una milla dejaban de ver a los que iban delante y detrás: los numerosos matorrales y barranquillos como los de Chibana, Marta, Pascuala y otros: lo desigual y accidentado de aquellos contornos, unido al monte bajo de tabaiba, jara y zarzales, se prestaba mejor que otro campo al género de guerrear de los Guanches, libres y desembarazados en sus movimientos rápidos para una lucha cuerpo a cuerpo.

En nuestro concepto, éste fue el sitio elegido por Bencomo para sorprender al ejército español; sorpresa que hasta en la manera de ponerla en ejecución revela la mayor astucia.

Sólo nos resta añadir que después de tres o cuatro horas de combate los españoles dejaron en el campo de batalla más de mil seicientos hombres muertos, siendo ésta la mayor derrota infringida al ejército español.

KEBEHI BENCHOMO

Una de las figuras más importantes en los días tristes de la conquista de Canarias, fue sin duda alguna, la del Mencey de Taoro y jefe de los confederados para hacer frente a la invasión española, Kebehi Benchomo, denominado por los propios españoles como el Rey Grande de Taoro.

Fue este hombre capaz, inteligente y gran estratega, lo que demostró no sólo en la planificación de la batalla de Acentejo, también en otros encuentros mantenidos con los conquistadores, de los cuales los cronistas de la época dejaron pocas o nulas reseñas por haberles sido contrarios los resultados, no obstante la Tamusni (la tradición oral) ha conservado la memoria de las batallas libradas con los invasores españoles, así como otras sostenidas con otros menceyatos, especialmente con el de Güimar, combates de La Negrita, Chaharte, Chivisaya, y la reñida batalla de Guenifante, en las proximidades de Pasacola, siendo totalmente derrotados los Güimareros, muriendo en esta batalla el gigante Emotio, el cual fue enterrado en Guadamoxete. En este enfrentamiento el Menceyato de Güimar, perdió su independencia pasando ha ser un archimenceyato de Taoro, Kebehi Benchomo haciendo gala de la generosidad que siempre le caracterizó, permitió que el ex Mencey Añaterve continuase como régulo del Menceyato, gesto este que posteriormente habría de costarle muy caro, pues la alianza de este Mencey con las tropas españolas fue determinante en la conquista de la isla.
La estirpe de Benchomo ha superado los avatares de los siglos, la persecución, el odio y el desprecio de los vencedores, legándonos una pléyade de hombres, y mujeres, que a pesar del recelo mantenido por los conquistadores, colonizadores y sus decendientes, hacia esta raza de gigantes, supieron aprovechar las contradicciones de la nueva sociedad impuesta. Logrando situarse entre los estamentos de influencia social, económica, religiosa y política, donde han permanecido arraigados con sus ancestros como ejemplo de lo dicho anteriormente expongo algunas breves notas sobre algunos de los descendientes del gran Benchomo.

Benytomo, hijo de Benchomo, confundido frecuentemente con su padre, este mencey, fue posiblemente el que firmó las paces del Realejo, forzado por las presiones de los Villanos, y las enfermedades y penurias que sufría el pueblo Guanche, como consecuencia del envenenamiento de las fuentes y manantiales por parte de los invasores. Al serle impuesto el bautismo tomó el nombre de Cristóbal Hernández de Taoro, estaba casado con Hañuaga, de la que tuvo tres hijos Deriman, quien obstentó el mismo nombre y apellidos de su padre, pero que fue más conocido como Cristóbal Bencomo, Ramagua, quien casó con Antón Güimarés, decendiente directo de Añaterve, y Collarampa. A esta le fue impuesto el nombre de María Hernández, y contrajo matrimonio con el conquistador Canario, Juan Doramas, antecesor de los actuales Gramas.

Cristóbal Bencomo, estudió en Sevilla, la carrera de vocero, (abogado) dedicándose a la defensa de sus compatriotas en los tribunales, de los abusos y atropellos que continuaban siendo víctimas por parte de los conquistadores y colonos. Escribió una historia de la conquista, de cuya obra se editaron tres ejemplares manuscritos lamentablemente perdidos, nuestro personaje testó en la Orotava, ante el escribano Grimón, en 1553.

Por razones de espacio, nos vemos obligados a dar un salto en el tiempo, para tratar de la figura de un ilustre Canario, llamado D. Cristóbal Bencomo, sus padres fueron, D. Francisco Bencomo, y Dña. Bárbara Rodríguez de Fleitas, vecinos de la Calle del Agua, en La Laguna.

D. Cristóbal, nace en La Laguna, el 30 de Agosto de 1758, estudió Filosofía y Teología en el convento de San Miguel (La Laguna). El rey Carlos IV, le nombró en 1793 maestro de Filosofía y Política, anteriormente en 1790, había sido maestro de Latinidad del Príncipe de Asturias, con la dignidad de Chantre de Plasencia.

En 1815 se le confiere por Fernando VII, honores de miembro del consejo y cámara, y la Gran Cruz de Carlos III, en 1817 fue presentado y preconizado Arzobispo de Heráclea.

En 1818 fue nombrado por el monarca Inquisidor General, situación que posiblemente aprovechó para debilitar aún más esta vergonzosa institución cristiana, según se desprende de escritos de la época. D. Cristóbal Bencomo, impulsó la creación del Obispado de Tenerife (Diósesis Nivariense), y la fundación de la Universidad de San Fernando, (La Laguna).

Muerto en Sevilla el 15 de Abril de 1832. Fue sepultado provisionalmente en aquella ciudad, y trasladados sus restos mortales a Tenerife, en 1837, siendo inhumados en la Catedral de La Laguna.

D. Santiago Bencomo, hermano del anterior fue Obispo electo de Astorga, y D. Pedro Bencomo, también hermano de los anteriores obstentó las dignidades de primer Deán de Tenerife y primer Rector de la Universidad de San Fernando, entre otras.

En la actualidad los decendientes de Kebehi Benchomo, son innumerables estando situados en todas las Islas, pero especialmente en las de la Gomera y Tenerife, ocupando cargos relavantes en política, y en educación y sanidad, destacando también en profesiones liberales y en el Mundo de la economía, pero aún así cuando oigo mencionar el apellido Bencomo, no puedo menos que recordar unas estrofas del poema del precursor D. Secundino Delgado, «MI PATRIA» que dicen: ...«¿Es que la sangre de aquellos/ en la de éstos se extinguió/ y el amor a tí con ellos?/ ¿No vendrán nuevos destellos?/ ¿La dignidad se perdió?»
E.P.G.R.

El Capitán de los de Taoro, (Chimenchia), viendo que los españoles iban de huida y que los suyos hacían carnicería en ellos, sentóse sobre una piedra muy de propósito. No tardó mucho que el rey de Taoro no viniese con el resto de su gente a darle favor, y como halló sentado a su hermano con tanto reposo sobre la piedra, díjole reprendiéndole: «¿Qué haces ahí tan descuidado, andando tu gente a la melena con sus enemigos? Respondió el hermano con mucho peso, yo he hecho mi oficio de Capitán en vencer y dar orden para ello; hagan ahora los carniceros el suyo, prosigiendo la victoria que les he dado.

RESPUESTA DE BENCHOMO A LUGO EN AGÜERE.

... En lo que se trata de amistad, ningún hombre que no fuese provocado de otro e irritado la habría de huir ni rehusar, pues es bien común; y que esta la admitiría él de voluntad, si se fuesen de su tierra y que le dejasen en paz, sirviéndose de lo que en ella hubiese y le agradase. Y que en cuanto a ser cristianos, ellos no sabían que cosa era Cristiandad, ni entendían esta religión, que se verían en ello y se informarían, y así con más acuerdo darían respuesta.

Mas que a lo que decían de sujetarse al rey de España, que no estaban de ese parecer, porque nunca había reconocido sujeción a otro hombre como él.
Espinosa pags. 96, 99 y 100.

Las fuerzas expedicionarias que intervinieron en la batalla de Acentejo, estaban compuesta por 1500 peones, y 100 caballos, estas reclutadas en España; en las Islas dominadas se reclutaron 400 peones y 40 caballos, dando por tanto la suma de 2040 hombres, además de los marineros de la escudra de Lope de Archieta (Antonio Romeu de Armas. La conquista de Tenerife). Quedaron en el campo de batalla más de 1700 españoles.

MI PATRIA
Secundino Delgado

Si el Sol que primero vi
fue el de mi Patria, en Nivaria
¿qué quiere España de mí?

Yo olvidar donde nací, por la madrasta arbitraria?
¿Quien, que en las Afortunadas,
por su fortuna naciera,
viéndolas pobres, diezmadas,
de otro pueblo esclavizadas,
su libertad no quisiera?
Yo, que mi Patria venero,
yo que venero su historia,
desde los cantos de Hornero,
¡antes que a España, prefiero
de mis Guanches la memoria!

Cuando mis montes paseo, y sus campiñas contemplo,
me parece que los veo, y se aumenta en mí el deseo de imitar su digno ejemplo.
¡Noble Raza! Si caiste
ante tus conquistadores,
ante la historia subiste;
que hasta en la muerte supiste
despreciar los invasores.

¡Ay mi Guanche! yo te admiro
cual fanático a su Dios;
cual tú, yo también suspiro
por aquel suelo querido
que inmortalizó tu adiós.

La injusticia se cebó contra tu altiva inocencia
y ni el crimen reprobó
¡Horda odiosa y sin conciencia
que la Patria nos robó!
¡Dichoso tú! Con la muerte
por no soportar vil yugo,
fin deparaste a tu suerte.

Sucumbiste ante el más fuerte
sin pactar con tu verdugo
Siendo tu hermano, poseo
tu misma sangre en las venas
triste cual tú, esclava veo
mi Patria, y tarde preveo
desaparecer sus cadenas
Y siendo tú, Patria mía,
de aquellos bravos la madre,
¿son tus hijos los del día?
Siendo esclava todavía,
¿no hay quien tu yugo taladre?
¿Es que la sangre de aquellos
en la de estos se extinguió
y el amor a tí con ellos?
¿No vendrán nuevos destellos?
¿La dignidad se perdió?
Ten esperanza en la vida mientras llora tu orfandad
entre cadenas sumida,
¡Ten valor madre querida,
que el progreso es libertad!
Y si hasta hoy no miraron tus hijos tu humillación
y ¡madre! a otra llamaron
no es que de tí se olvidaron:
¡fue la infame coacción!
¿Es mi mente que me engaña,
o es del progreso el ensanche?...
yo siento la misma saña
contra la invasora España
que abrigó en su pecho el Guanche.

HERMOGENES AFONSO DE LA CRUZ
¡HUPALUPA!

¡Estás en nosotros a través de este Sol que nos abraza!

La edición de este boletín está patrocinado por Canarias Informa


(Archivo personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)

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