Cierra la puerta de los recuerdos dolorosos, de las antiguas heridas y los viejos rencores. Escoge un incidente de tu pasado que te haya herido o perjudicado, algo que te sea difícil perdonar, y hasta evocar. Pregúntate: « ¿Hasta cuándo seguiré aferrándome a eso? ¿Hasta cuándo quiero sufrir por algo que me sucedió en el pasado?». Ahora, imagínate que estás ante un río, y que agarras esa vieja experiencia, ese sufrimiento, ese dolor, ese resentimiento, y los hechas al río. Mira cómo empiezan a disolverse y a irse corriente abajo hasta disiparse y desaparecer completamente. Tienes la capacidad de liberarte. Eres libre.
Soy
libre me amo y me apruebo
Y así
es.
(Louise
Hay)
Publicado por María Gómez Díaz. Enero de 2015.
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