Recopilación: E.P.G.R.
El pan guanche lo constituía en
primer término el gofio y en segundo lugar dos variedades de ázimo llamadas
gáites de harán y gáites de ahoren.
El gofio
Nombre genérico de toda sustancia
vegetal reducida a polvo por la molienda después de tostada, con destino a la
alimentación humana. Ya hemos visto que los guanches hacían gofio de cereales,
legumbres, de diversas semillas, de algunas frutas y hasta de raíces, como de
la camellera y de la rula (¿barrilla?).
Las distintas operaciones a que
se someten estas sustancias para obtener el gofio son:
1.° El espurgo y despolvoreo, con
objeto de limpiarlas de piedrecitas y demás impurezas, así como del polvo para
que no se les adhiera cuando sudan por el tostado y le imprima mal sabor al
producto, para esto empleaban las guanchas una criba, de aro de penca de cardón
y fondo de piel raída de cordero o cabrito, que agujereaban con punzones
delgados de leña blanca calentados al fuego.
Además, cuando se aspira a un
gofio selecto de grato paladar, debe lavarse el grano y tenderlo al sol hasta
que se oree bien.
2.° El tostado. Las condiciones
aromáticas del gofio dependen de esta operación y por lo tanto de la pericia de
la tostadora, que da a cada variedad de grano su verdadero punto. Éste es
superior si el grano lo destinan a chafeña y no a gofio, es decir, a ser
consumido sin molerlo.
El tostado lo llevan a cabo
colocando sobre los tres chíniques, el tofe, tiesto o tostador, que consiste en
un plato de barro como de tres cuartas de diámetro con un portillo incompleto
en escotadura semilunar, por donde extraen arrastrando, mediante el sacador o
reburujón de yerbas secas, de pieles o trapos, el grano así que están en sazón
recogiéndolo en un balayo; grano que debe quedar por igual torrefacto, para lo
que mientras se halla bajo la acción del fuego lo remueven sin cesar con el
ajergo, que es una pelota como el puño de piel u otra materia, provista de un
mango del tamaño de una vara más o menos.
Algunos suelen someter el grano
después de tostado a un segundo ahecho con harnero, para dejarlo completamente
limpio; máxime tratándose de la cebada que conviene desrabarla, estregándola
entre las manos, con un callao otro objeto, para que no dé al gofio sabor
pajoso.
3.° La molienda. Es regla general
llevar el grano al molino en caliente, acabado de tostar, porque es más fácil
de moler y el gofio sale más fragante y fino; pero se exceptúan de la regla las
creses y yoyas, que tienen que pulverizarlas en frío para que no se peguen las
piedras y a veces mezclarlas con cebada, etc.
Hecho el gofio, después de
atraerlo con las manos hacia el portillo de la tas,orma y dejar ésta bien
barrida con una escobita de pinillos, lo recogían los guanches en zurrones por
ser donde mejor y por más tiempo se conserva.
He aquí algunas de las cualidades
de las variedades de gofio guanche, que unas veces los consumían por separados
y otras los mezclaban para modificar sus respectivas propiedades o por
economía:
Gofio de irichen o de trigo, de
todos conocido. Escaseaba.
Gofio de ahoren o de cebada,
también conocido. Lo consumían en grandes proporciones.
Gofio de creses. De color negro,
muy dulce y comido sin mezclarlo estriñe. Muy abundante.
Gofio de yoya o mocanes. De color
un tanto bermejo tirando a sucio azulado. Es áspero, dulce, atraganta al
deglutirlo como el de creses. Muy abundante.
Gofio de cosco o vidrio, de color
cenizo oscuro y de sabor salobre pero grato. Entre nosotros era muy común el
refrán: «De los gofios inventados, el de cosco colorado»; porque lo preferían a
otra variedad que lo producía algo blancasco, o como el cosco macho. Existían
en cantidad.
Gofio de cófe-cófe o barrilla, de
sabor parecido al anterior.
Gofio de tebete o pata o patilla,
id. id.
Gofio de hacichey o de chícharos
o arvejas, de color pardo amarillento, no muy grato.
Gofio de chameje o cenizo, de
color canelo y muy pardo oscuro y algo picón, con especialidad si no está bien
limpio del polvo. Mal gusto, recordando la yerba. Comido solo es bastante
ingrato al paladar.
Gofio de pelotera o botonera. De
color pardo oscuro y picón más que el anterior y amargoso. Es muy poco grato.
Gofio de cebadilla. De color
negro pero de sabor dulce.
Gofio de corneta, oscuro parecido
al de cenizo, pero de gusto dulzaino recordando la leche.
Gofio de balango. También de
color negruzco y sabor dulce.
Gofio de acelgas, de sabor
agrioso.
Gofio de marmojayo. Pardo oscuro
y tan detestable como el de pelotera. Respecto al gofio de alpistel, de raíz de
camellera, etc., era de escasa importancia3.
Gáites de harán o tortas de
helecho
Esta especie de pan ázimo fue un
importante recurso alimenticio para el pueblo guanche y para sus descendientes
hasta nuestros días. Aún en la actualidad acuden a él ciertos años los más
necesitados, especialmente en las islas de Gomera y Hierro.
Obtenidas las raíces y preparadas
para engranerarlas durante meses como decimos en otro lugar, antes de
utilizarlas volvían a limpiarlas oreándolas al sol y quitándoles el moho. Las
operaciones que practicaban para preparar las gáites de harán, consistían:
1." Sobre un rollo de madera
y con una laja de borde cortante reducían las raíces a fragmentos del tamaño de
granos de maíz, tanto más menudos mejor, que seguidamente molían; para luego
tamizar la harina por una criba. El salvado lo destinaban al recebo de
animales.
2.° Metían la harina en una batea
de madera añadiéndole sal en la proporción de una gogia por almud y después, a
medida que la revolvían, iban vertiendo agua caliente hasta la cantidad que
llevara para formar la masa, que sobaban perfectamente con las manos; y
3.° Dividían la masa en trozos
dándoles la forma de tortas, más o menos de una cuarta de diámetro y de medio a
un centímetro de gruesas; que espolvoreaban con la misma harina para llevarlas
seguidamente al tostador, donde las volvían de vez en cuando, hasta que ambas
caras adquirieran un color rosado.
Duraban en buen estado
próximamente una semana y por lo general las comían calentándolas en los
chíniques del hogar.
Aunque el sabor no es muy grato,
que recuerda el de la paja y sosas, indudablemente son bastante alimenticias.
Gáites de ahoren o tortas de
tiesto
Otra variedad de pan ázimo de
cebada, del que muy poco consumían.
Empezaban por estregar la cebada
cruda con un callao dentro de una pileta, la limpiaban y molían, para luego
añadir agua a la harina hasta darle la consistencia de masa, que sobaban.
Después hacían torti tas del tamaño y grueso de la palma de la mano, que adornaban
alrededor con hoyitos hechos con la punta de un dedo, y las ponían al tostador
dándoles vueltas.
Son de gusto insípido y hay que
consumirlas en el día porque se acedan.
Platos de gofio
Gofio gogiado. Consiste en comer
gofio en polvo entreverando algún trago de un líquido.
Gofio amasado. Es la masa que
resulta de sobar una mezcla de agua, sal y gofio, de más o menos consistencia
para hacer con la mano pelotas o gainases. Se come con un conduto. Era en
tiempos guanches y lo es en los campos en nuestros días la principal base de
alimentación. Nutritiva, sana y de grato sabor, se prepara en todas partes y en
muy pocos minutos: un ejército racionado con gofio resolvería no pocos
problemas.
Lo amasan de dos maneras:
directamente con las manos dentro de un gánigo o colocando el agua, un poquito
de sal y el gofio suficiente en un tujete o zurroncito, para después de
soplarlo a medias de aire con la boca con objeto de facilitar la operación,
sobar perfectamente el contenido a través de la piel sobre el muslo. Este
procedimiento es lo que se conoce por un sobado.
En ocasiones sustituyen el agua
por un trozo de queso frescal, otras por miel, ya por manteca de ganado o bien
por leche, que es lo que denominan «un sobado de queso de miel», etc. Al gofio
amasado con manteca de ganado llamaban borondango.
El gofio amasado lo presentan en
la mesa en un gánigo, donde todos los comensales meten de vez en cuando la mano
para hacer su gainás, o bien confeccionar grandes pelotas o bimbas del volumen
más o menos de dos libras de pan y de la forma de dos conos unidos por sus
bases, espolvoreada con gofio, que colocan en la mesa divididas en rodajas.
Para viajes o expediciones de
recreo o para comerlas en ciertas circunstancias, hacen bimbas de miel, manteca
de ganado y piñones que duran meses en buen estado.
Gofio revuelto. Consiste este
plato en revolver el gofio con un caldo cualquiera en un gánigo, dándole una
consistencia más o menos blanda, para comerlo con cuchara metiéndola cada
comensal por su lado. También lo denominan gofio escaldado. De conduto a veces
carne de cochino, pescado, etc.
Gofio revuelto y leche. Se
prepara como el anterior, pero después de apretarlo bien con una cuchara en el
gánigo, le vierten encima medio o un cuartillo de leche caliente.
Gofio jalao o a salto de cuervo.
En un gánigo con leche caliente o un caldo cualquiera, vierten en el centro
gofio en polvo en forma de montoncito, donde los comensales van por sus lados
revolviendo con las respectivas cucharas la cantidad suficiente para cada bocado.
Escaldan. Lo preparaban con agua
caliente, sal, ajos, un par de cucharadas de manteca de cerdo y taferte, que
sometían al fuego; y cuando hervía le iban vertiendo gofio en polvo y
revolviendo, dejándolo sobre lo blando. Lo comían con cuchara en la misma vasija
que lo confeccionaban, sirviéndoles de ordinario de conduto los higos de leche
pasados.
Hoy emplean la guindilla en lugar
del taferte. En invierno y en tiempos fríos es vianda confortativa y apetitosa.
Gofio escaldado con leche. Lo
mismo que el gofio revuelto pero sustituyendo la leche al caldo.
Gofio y carne de cochino. Gofio
amasado con una laña de cerdo asado por conduto.
Gofio en rala o ralera de gofio.
Es el gofio amasado pero de consistencia muy rala, que unas veces se la bebían
y otras la iban comiendo con cascos de cebolleta como conduto que les servían a
la par de cuchara.
Gofio sobado con manteca de
cerdo. Derretida la manteca, en caliente la van poniendo gofio a la par que lo
soban con una cuchara hasta obtener un producto seco. Lo comen con cuchara.
Gofio y tafos. Después de guisar
el tafos, añadiéndole un poco de sal, le ponen gofio para tomarlo a salto de
cuervo. De ordinario el tafos sazonado con sal, lo toman solo.
Gofio y tabeje o suero. Guisado
éste lo revuelven en caliente con gofio.
Gofio y leche agria. La comen
fría con gofio a salto del cuervo. La reputan por fresca.
Pringo o fritanga. Puesta al
fuego una sartén con trocitos de carne blanca de cerdo, así que están un tanto
derretidos les intercalan pilitas o pequeñas pirámides de gofio amasado. Cuando
éstas se impregnan de grasa y toman un color tostado, se las van comiendo de la
misma sartén cogiéndolas con los dedos y llevando adheridos por presión
pedacitos de la carne.
Como sobras las dos siguientes
viandas:
Tortas de gofio turradas. Del
gofio revuelto sobrante hacían y hacen al levantar de la mesa tortas del tamaño
y grueso de la palma de la mano, que seguidamente llevan al rescaldo de los
chíniques del fogón. De ordinario están destinadas al desayuno del siguiente
día.
Tortas de hígados de viejas. De
la masa que resulta de la mezcla de hígados guisados y gofio en polvo,
confeccionaban tortas que asaban a las brasas. Son muy sabrosas.
Otras viandas
Frangollo. Hacíanlo de ordinario
de trigo crudo molido rolan o avincado o séase harina groseramente pulverizada;
a la que mezclaban agua en la proporción de una envasada por dos cuartillos, y
después de templarla con sal, guisaban el todo hasta que adquiría una
consistencia dura. Comíanla después de frío con miel, leche o suero caliente o
bien solo.
Joya. La preparaban con cebada
tierna que no había alcanzado su madurez. Ripiaban las espigas para desgranarla
o lo que es lo mismo, las pasaban por el pulgar e índice derechos como por un
laminador; estregaban el grano para limpiarlo de aristas o plaganas y después
de aventarlo, lo sometían al tofe hasta que tomara un color dorado. Luego lo
volvían a estregar para desrabarlo, lo aventaban por segunda vez y unos lo
dejaban en este estado y otros lo llevaban a las piedras para molerlo avincado.
Confeccionaban la vianda con
leche o agua. No bien hervían éstas, le iban añadiendo el grano o gofio hasta
que quedara pastosa, revolviéndola a la vez con un palito.
Tortas de taragontía. Utilizaban
el tubérculo, que es imposible comer crudo por lo mucho que pica o quema.
Raspado el hollejo, unas veces
enteros y otras partidos por la mitad, los guisaban en agua hasta que se
ablandaban; para luego machacarlos en una batea con un callao hasta reducirlos
a papilla, que sazonaban con sal. De esta masa tomaban trocitos para darles la
forma de tortas del tamaño y grueso de la palma de la mano, que después de
espolvoreadas con gofio de cebada, las ponían a las brasas o al tostador a
fuego intenso. No bien adquirían un color dorado por ambas caras, se las comían
todo lo caliente que pudieran soportar para disfrazar el picor con la
temperatura.
No son menos desdichados otros
platos que preparaban con la garasera, cebolla albarrana, hediondo, etc., que
no detallamos por no recargar estas notas.
También nos limitamos a mentar
ciertos alimentos más o menos extraños y de sabor primitivo: como la chafeña
que consiste en tostar el trigo, la cebada, los patangos, etc., para comerlos
en dicho estado; el rapayo, o séase el consumo del trigo y la cebada sin llegar
a sazón, después de soasar las espigas a las llamas de una ahulaga y
estregarlas entre las manos para obtener el grano; el sebo crudo en caliente o
lo que es lo mismo, comer sebo crudo de una res acabada de matar, como lo hemos
visto; la algarabana, una composición de la mezcla del salvado de trigo, cebada
y balango tostados, etc.
Fuente: Juan
Bethencourt Alfonso Historia del Pueblo Guanche, tomo II, pags. 419-438.
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