Vilaflor de
Chasna.
Eduardo Pedro García Rodríguez.
El
boticario español establecido en La
Orotava , Chinech (Tenerife) a finales del siglo XIX, Cipriano
de Arribas y Sánchez, en su obra A través de Las Islas Canarias, recoge
una antigua narración guanche de boca de un anciano del lugar de Vilaflor,
detentador de la Tamusni
(Historia oral del pueblo guanche que al igual que en el resto de los pueblos
imazighen continentales se trasmite de generación en generación).
Vilaflor es un bello municipio canario situado en
el sur de la isla Chinech (Tenerife). Su altitud en la cabecera es de
1.400 metros sobre el nivel del mar. Siendo la capital municipal de mayor
altitud de Canarias y con una población en la actualidad de más de 1.400
habitantes.
Los naturales son denominados chasnero, ra,
debido a que el nombre autóctono del lugar de Vilaflor era “Chasna”, un
topónimo guanche de esta comarca perteneciente al menceyato de Achbuna
(Abona).
Vilaflor es el nombre reciente y toma entidad
jurídica según las normas castellanas a partir del establecimiento en el lugar
de los criollos de origen catalán, Pedro Soler y su mujer Juana de Padilla,
tronco del mayorazgo de los Soler en Chasna. Debemos recordar que hasta finales
del siglo XVIII el único núcleo en esta amplia zona de la isla con presencia de
habitantes de origen europeo lo constituía el mayorazgo de Adeje, en manos de
los Ponte, familia oriunda de Portugal establecida en la isla desde los
primeros momentos de la invasión y conquista. Las comunicaciones con este
latifundio se efectuaban por la zona norte, pues hasta entonces los europeos
jamás se aventuraban más allá del menceyato de Güimar, siendo las posesiones de
los Ponte en Adeje un núcleo aislado del resto de la isla. Estos aprovecharon
tal circunstancia para establecer un lucrativo negocio de tráfico de esclavos
negros, y posiblemente de guanches, desde el puerto de la Caletas de Adeje. En el
lugar se construyó una casa que según la tradición contaba con 365 huecos, y
era lugar de contratación y reposo para afamados piratas y tratantes de
esclavos, según recoge y documenta Rumeu de Armas. Este edificio fue, sin duda
alguna, el primer hotel que se construyó en la hoy denominada Costa Adeje.
En el relato, de indudable origen guanche,
aunque, como es habitual en los españoles, cuando tratan temas de la cultura
ancestral Canaria, el recopilador introduce elementos propios del etnocentrismo
europeo así como conceptos etnocristianos, pero que, en definitiva, no
trastocan totalmente el fondo de la narración. En ella podemos apreciar la
iniciativa y capacidad de decisión de la mujer guanche, propia de la cultura
matriarcal de nuestros ancestros. En algunos aspectos, los trabajos impuestos
por Guayota al joven pretendiente nos recuerda -salvando las diferencias- a los
impuestos por Euristeo a Hércules o Heracles, aunque, en nuestro caso, quien
realmente resolvía los problemas era Vilaflor.
Es muy interesante la referencia que el
relato se hace de la divinidad paredro o secundaria del panteón guanche: Achuhurahan.
ašu-hu-uraghan, comp. m. sing. de [Š] ‘que, lo que, el que’, [H]
‘estar en, venir de’ y [R·Gh] ‘arder’, ‘brillar’.
1. m . Tf. ant. desus. Divinidad
masculina (lit. ‘el que está en lo ardiente o brillante’, ‘el flamante’). Expr.
t. Achahuaban, Achahuerahan, Achahurahan, Achuhuiaban, Achuhuran, Achuhuyahan,
Achxuraxan, Acuhurajan. (Ignacio Reyes, 2007)
Veamos la narración tal cual la transcribió
Arriba y Sánchez:
“Un viejo nos refirió lo siguiente: Era un joven
guanche de la nobleza del gran Tinerfe, el que dedicándose con vivo ardor á
comilonas y banquetes y al juego de apuestas, llegó hasta el punto de consumir
todos sus ganados. Viéndose completamente perdido, desde Goimar donde residía,
fué á parar á las cumbres de Vilaflor. Allí aburridísimo invoca á Guayota (el
duende del Teide), aparécele un fantasma que le impulsa adelante. Andando
andando encuéntrase entre unos gigantescos pinos, donde sale á su encuentro una
vieja que lavaba unas pieles en una charca. La vieja le dice: “Vuelve atrás que
vas perdido que por aquí no se sube á la residencia de Guayota (el Teide); si
éste es tu deseo continúa por este risco arriba”. Al poco rato sentadas al pié
de una cascada de cristalinas pero aciduladas aguas (agrias) halla á tres
hermosas guanchas llamadas según ellas Vilaflor, Jaruma y Tindalla. Como la Vilaflor estuviera
lavándose los piés, cójela una soleta de su calzado y se marcha huyendo, pero
ella le grita que se la vuelva y se casará con él. Entrégasele y Vilaflor le
dice: -pues bien yo te ayudaré; mi padre es Guayota (el diablo) á quien tú
buscas y estas otras dos jóvenes tan bellas mis hermanas; mira ahí viene, si te
envía con un gánigo á sacar agua de otra vasija muy grande, es para empujarte y
ahogarte, no vayas, le dices que tu no eres plebeyo.
Le conduce Vilaflor á su cueva y el padre
entonces ordena que para casarle con su hija, habría de ir á la montaña
cercana, zorribarla, sembrarla y recoger las habas maduras. Fué á ello con
Vilaflor dejando éste una saliva encima de una laja dentro de su gruta, la que
respondía por ella á todo lo que desde su cueva le preguntaba á gritos su padre
Guayota. Entrególe al fin las habas, pero de nuevo le ordenó que fuera al mar
en busca de un collar de cuentas de barro almagre que su mujer había perdido
cuando se estuvo bañando. Fué también en busca del collar y un anillo de barro,
pero en compañía de Vilaflor; al llegar á la orilla del mar ordenó ella que con
una punzante tabona la picase en un brazo y recogiese la sangre en una pequeña
calabaza de agua que al efecto llevaba y que tuviese mucho cuidado al arrojarla
al mar de que no se le derramara ni una sola gota y que además tocara el
Taxaraste y el silvato para no dejarse dormir, teniendo sumo cuidado y el oído
alerta para acudir á sacarla del agua tan pronto como le llamase; cansada de
gritar ella y medio dormido él oyó los gritos y acudió á sacarla del agua ya
medio muerta, tendiéndola en la playa. Como derramó una gota de sangre fuera
del mar, Vilaflor llegó a tierra con un dedo menos en su mano derecha, aunque
trayendo el collar y el anillo.
Al llegar á su cueva rendidos de cansancio oyeron
los gritos de Guayota que decía -venga el collar y el anillo, sinó mueres-. Se
los presentó y entonces la mujer dice a Guayota -ya ves que es más diablo que tú,
pues ha traído lo perdido en el fondo del mar. -En vista de esto dícenle que le
ván á casar con una de sus hijas. Para escoger una de las tres hace que éstas
introduzcan á través de un tabique de cañas sus manos, y nuestro héroe tira de
la que le faltaba el dedo que era Vilaflor y el padre se la dió para él.
Ya de noche Vilaflor dice á su marido. -Esta
noche padre nos viene á matar a los dos. – Para evitarlo acordaron llenar dos
zurrones de cabra con sangre de oveja y viento y los colocaron en la cama tapándolos
con pieles y se huyeron hacia Adeje. Llegó el padre sigilosamente á media noche
á la cueva del nuevo matrimonio y de repente empieza á macanazo (garrotazo)
limpio hasta cansarse, y por último los pinchó muchas veces con su lanza de
barbuzano (madera) y como soplaba el viento creía que eran suspiros de los
moribundos hijos; abiertas las bocas de los zurrones, derramaron el rojo
líquido y el Guayota se retiró persuadido de que había desangrado á sus hijos y
que ya eran cadáveres.
Al día siguiente la mujer de Guayota descubrió el
engaño y á su marido se lo contó y riendo le decía: ¿Mira bien, no ves que son
cueros? son ellos más diablos y hechiceros que tú; pero corre en su seguimiento
y mátalos en el camino. Púsose en marcha y al ser reconocido por su hija
transfórmase ésta en Mocan (árbol) y su esposo empieza á recoger en el suelo el
fruto caído.
Guayota le pregunta por la pareja y él le
contesta que á nadie a visto pasar. Vuélvese Guayota á su residencia y su mujer
riendo estrepitosamente le dice: Pedazo de goro (cochino) -también significa el
chiquero ó pocilga- aquél á quien preguntaste era el marido y el árbol del
Mocán tu hija, vamos á cogerlos. Los hijos escalan el risco llamado hoy “Monte
del agua agria” y al acercarse á ellos como por encanto la hija se convierte en
agua ágria y él en risco por donde manaba el agua. Entonces la mujer de Guayota
cansada y jadeante se vuelve á su cueva. Al día siguiente al amanecer vuelve á
buscar á sus hijos y estaban en el mismo Vilaflor, aún durmiendo la mañana
entre unos pinos, y al ver llegar á su desnaturalizada madre se convierten él
en pino gigante que es el llamado hoy Pino gordo y ella en el pino denominado
Madre del agua. Entonces la mujer de Guayota desesperada por no hallarlos
exclama: ¡olvidados séais el uno del otro! Los pinos quedaron para eterna
memoria y ellos, vueltos de su encantamiento, se desconocieron; ella fué para
Adeje y él quedó en Chasna, después Vilaflor. Pasado un año trata de casarse el
héroe ya referido, y en una reunión de mucha gente y guanchas de cabellera
rubia y rostros algo morenos pero bellos, entra dentro de la cueva donde
estaban reunidos una esbelta jóven, se pone en medio de todos cantando,
silvando y de pronto se arrodilla y mira al techo de la gruta invocando rezos ó
exorcismos que no comprenden, la miran creyéndola loca: debajo de su largo
tamarco de pieles (especie de capa) traía un envoltorio de pedazos lanudos de
cuero de cabra en forma de una persona y fijando su vista en el novio que iba á
casarse y golpeándole con el citado envoltorio en forma de muñeco le dice: ¿Te
acuerdas del gánigo (jarro) de agua que mi padre te ordenó sacaras de la vasija
grande? -á la que respondió -jNo! A cuya respueta la joven menudeaba de la
lindo los golpes con el muñeco. Lloraba él, y ella continuó. ¿Te acuerdas de la
montaña, su sorribo, siembra, recolección y entrega de las cultivadas habas?:
si recuerdo un poco -ya los golpes no le dolían tanto- ¿Te acuerdas cuando me
sacaste del mar con un dedo de la mano derecha menos por ir á buscar un collar
y un anillo de barro? el jóven fijándose en la mano, pone las suyas sobre las
sienes como queriendo traer á su memoria vagas ideas y ella continúa
diciéndole: ¿No te acuerdas cuando coloqué dos cueros con sangre de oveja para
librarte la vida, cuando me convertí en Mocán y después en pino?; recuérdolo
perfectamente, vén á mis brazos, tú eres mi bella Vilaflor, con quien me caso
ahora es contigo, efectuándose la boda con gran contentamiento de los
presentes. La novia celosa y airada dio su mano en el acto á otro que también
la pretendía, dirigiéndose después cada matrimonio á su auchón ó cueva
habitación. Al entrar óyese un terrible estruendo, la tierra se conmueve, los
temblores se suceden con rapidez, un horroroso trueno se oye, todos salen asustados
fuera de sus viviendas, y el espacio á pesar de la oscuridad de la noche, se ve
iluminado por un resplandor rojo oscuro que ilumina toda la atmósfera; se
dirige la vista al Teide y éste vomita de su profundo seno rocas ardiendo con
ruidos espantosos, repetidos por los ecos de las montañas; cenizas ardientes
caen á los pies de los atemorizados guanches, un olor á azufre penetra por el
olfato y formidable río de lavas ardiendo en forma de cascada de fuego se
precipita por una montaña. Es el volcán del Teide, residencia de Guayota, que
al saber el casamiento de su hija Vilaflor, duramente enojado por creer que
eran muertos sus hijos, les envía el fuego de los antros infernales y
terrestres, dando espantosos estampidos, que son los gritos desesperados de Guayota,
al querer convertir con sus fuegos la isla de Nivaria en una quemada roca
volcánica pelada, desierta y aislada en medio del Océano; lo que no pudo
conseguir porque todos pedían á Achuhuran (Dios) que tenía más poder que él y
la isla se salvó.
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