Fundamentación histórica
Faneque Javier Hernández Bautista
Introducción
Los hechos que vamos a estudiar
tuvieron lugar a caballo entre 82
y 8 los postrimeros años de la
conquista de Gran Canaria. Dicha proceso se extendió en dos períodos que se
definen por la diferente actitud de sus capitanes de guerra. Durante la primera
fase ( 78- 80) Juan Rejón establece el Real de Las Palmas después de ganar la
batalla del Guiniguada y asegura la presencia castellana venciendo a los
portugueses en el desembarco de Las Isletas sufriendo algunas derrotas en sus
correrías por el interior debido a la falta de bastimentos y a las frecuentes
disensiones entre los capitanes por la estrategia seguida que culminan con el
ajusticiamiento de Pedro de Algaba.
Durante la segunda fase, en la
que se encuadra el poema histórico, ( 8
- 8 ) Pedro de Vera, con numerosos refuerzos y mando unificado, reactiva la
campaña militar con razias de destrucción en ambos reinos indígenas que partían
desde el Real y también desde la
Torre de Agaete después que esta fuera construida para abrir
un segundo frente.
Una de estas correrías supone la
muerte en mala lid de Doramas que cambia el signo de los enfrentamientos. Es
entonces que se manifiesta la debilidad de los guanartemes que tratan de pactar
la rendición, procurando salvaguardar libertades y franquezas de los canarios,
al tiempo que denuncian la crueldad de los métodos de conquista. Primero el Guanarteme de
Telde acude a Calatayud, acompañado de
su esposa, la Guayarmina
de Telde, y de un séquito de Guayres, prestando vasallaje a los Reyes
Católicos, aunque luego esta legación iba a desaparecer misteriosamente,
quedando descabezado el reino. Más tarde en
es el Guanarteme de Gáldar con cuatro de sus Guayres quien se presenta
en la Corte de
Córdoba para sellar las paces en unas circunstancias forzadas que trataremos de
desvelar en nuestro estudio y que determinarán en un corto espacio de
tiempo la rendición de la isla.
Las correrías de los extranjeros
que se parapetan detrás de las murallas y tapias de la torre que recientemente
ha sido levantada en la rada de Agaete (
) llevan un tiempo asolando las costas y medianías del norte robando mujeres y ganado, provocando la huída
hacia las montañas de los nativos, sobre todo desde que en febrero llegaran los
refuerzos gomeros de Hernán Peraza (2).
En el valle de
Guayedra con toda probabilidad se oculta la familia real canaria. Un grupo de
mujeres baja a la costa a bañarse en las
charcas en sus rituales de purificación cuando se produce el asalto de la
cuadrilla de soldados que irrumpe por sorpresa en la playa. Algunas de las
maguadas (mujeres en guanche) huyen
entre la maleza pero las más jóvenes y codiciadas, son apresadas al salir del agua, o bien,
cuando subiendo el risco, se despeñaron al ser perseguidas por los ágiles
gomeros. En andas pudo ser conducida una de las muchachas malheridas hasta
Agaete, donde va a ser recibida por el Alcaide de la Torre Don Alonso
Fernández de Lugo junto con el resto de soldados de la guarnición. Podemos
imaginar lo que allí ocurre con las nativas confinadas pero no tenemos datos
para atestiguarlo. Lo único cierto y comprobado es que una de aquellas mujeres,
visiblemente preñada cuando la capturaron, llegó a España tiempo después
“doliente a la muerte” como diría su protector, Juan de Frías (3) cuando le fue
confiada. Hemos de suponer que o bien se riscó cuando huía, quedando muy
malherida, o bien fue objeto de violencias sin nombre por parte de los
acuartelados…o ambas cosas. Marín de Cubas describe con profusión de detalles
( ) una de estas correrías: la que tiene
lugar en los riscos de Tirma cuando dos mujeres, una muchacha rubia y una mujer
mayor que la acompaña, después de matar lanzando piedras a un castellano,
cuando se ven rodeadas y sin escapatoria, deciden despeñarse antes que
convertirse en esclavas ¿Puede ser esta la crónica de la captura de la Reina de Canaria?
Sí sabemos con certeza que en
fechas próximas a estos hechos, había pasado a formar parte de la guarnición de
Agaete, por encomienda de Pedro de Vera,
un nativo de Lanzarote, que llevaba muchos años en Canaria, llamado Juan
Mayor quien, haciendo las veces de espía y de traductor ( ), se aprestaría a
advertir al Alcaide de la Torre
de que la joven señora capturada era Abenchara Chambeneguer, la hija del Faycán
Chambeneguer y esposa de Tenesor Semidán, el temido Guanarteme de Gáldar.
Es razonable pensar que el de
Lugo y Hernán Peraza no iban a desaprovechar aquella formidable noticia para
acreditar su mérito ante los Reyes Católicos y escapar así del largo destierro
forzado de Agaete donde no se daban las condiciones para coronarse de gloria
con la centena de hombres que constituían la guarnición, incapaces, por sí
mismos, de decantar el curso de la guerra contra los indígenas. Creemos por
tanto que, contando con la anuencia del general Pedro de Vera, la
infortunada Guayarmina (“reina” en la lengua nativa) fue embarcada
urgentemente, una vez descubierta su identidad y a pesar de su grave estado de
salud, rumbo a la Península ,
para ser entregada como cautiva a los Reyes Católicos. El profesor Ladero
señala que “fue traída a Castilla, seguramente en el viaje que Miguel de Mujica
hizo por entonces, pues estaba ya en la península a finales de agosto”.
Es efectivamente a finales de agosto cuando Abenchara, que está
moribunda, es confiada, como ya hemos adelantado, al Alcaide del Alcázar don
Juan de Frías. Su captura debió pues producirse a principios de verano o
incluso antes, pues no sabemos el tiempo que pasó encerrada en la torre
antes de su embarque.
La entrega de la cautiva tuvo
lugar en la ciudad de Córdoba porque allí estaba en aquellos momentos situada la Corte , por su proximidad a
la frontera con el Reino de Granada. Desde Córdoba se dirigían las operaciones
de guerra contra los nazaríes por lo que los Reyes, cada año, durante los ocho
en que allí estuvo instalada la
Corte , se trasladaban
al Alcázar de esta ciudad al comienzo de cada campaña militar, tras el parón
del invierno. Así es que, nos cuenta Rumeu de Armas (6), Fernando llega a
Córdoba a fines de marzo de 1842, e Isabel se retrasa algo, con motivo de estar
embarazada, llegando a fines de abril.
Será exactamente a 31 de agosto cuando los Reyes Católicos reciben a la
Reina de Canaria que está muy enferma y la entregan al
cuidado del Alcaide del Alcázar, quien, según el autor antes citado, no es el
Obispo de Canaria sino otro personaje homónimo, afirmación que compartimos
teniendo en cuenta los sólidos argumentos del historiador. A esos argumentos
añadimos, en su apoyo, el hecho de que los pagos a este personaje se
extendieron durante al menos dos años más, hasta 8 , como se acredita en una partida de las
cuentas referida al salario de una nodriza para alimentar a un esclavito del
príncipe Juan que está también bajo su custodia, junto a unos lebreles de caza.
No parecen éstas tareas muy apropiadas para el Obispo de Canaria, que es a su
vez un Capitán General de la conquista de Gran Canaria, sino para el Alcaide de
un palacio real.
En las “Cuentas de la conquista de Gran
Canaria” que hizo públicas el profesor Ladero, el tal Juan de Frías justifica
los gastos que hizo en medicinas, purgas y jaropes y en el salario de un
maestro sanador para atender durante todo el mes de septiembre a la joven
canaria que se debatía entre la vida y la muerte.
Durante ese mes viven en el
Alcázar, más que conviven, la reina de
Castilla y la reina de Canaria dado que no pudo haber relación entre ellas por
la grave situación de salud de esta última. Curiosamente, cuando llegan a
Córdoba, ambas se encontraban en avanzado estado de gestación, habiendo nacido
sus hijas con una diferencia de tres meses. Primero la infanta María, a fines
de junio, quien de mayor llegará a ser Reina de Portugal y, a fines de
septiembre, Catalina la canaria. La coexistencia es tan corta porque los Reyes
Católicos abandonan Córdoba un día
después del nacimiento de la hija de los Reyes de Gáldar, hecho que no puede
ser fortuito. Una nota de Rumeu señala que la Reina Isabel no
apareció por Andalucía durante la campaña de
8 , en la que sí participó el Rey Fernando, por lo que hemos de concluir
que no volvieron a verse.
La niña canaria nace, con la
exactitud de las citadas cuentas, el día
0 de septiembre de
Así lo atestigua Juan de Frías
cuando informa del pago de seis reales a la partera. A partir de entonces se va
a producir una pronta recuperación de su madre, como puede deducirse de la
necesidad de confeccionarle vestidos nuevos y del pago de los salarios del
sanador. Como anécdota curiosa, referimos ciertos gastos habidos, después del
parto, en frisa blanca y pardilla para la ropa de cama de la niña y en frisa
verde y lienzo para los vestidos y camisas de Abenchara, además de algunos
complementos como tocas y zapatas. Por cierto que Bethencourt Alfonso estima
que la recién nacida tuvo también nombre guanche, ostentando el mismo de su
madre por lo que podríamos llamar, si esto se confirmara, a la infanta canaria
como Catalina o como Abenchara hija.
Pensamos que uno de los motivos
de la pronta recuperación de Abenchara y de la prosperidad de su parto, pudo
ser la visita no esperada de su marido, el guanarteme Tenesor Semidán, quien,
tras acordar su entrega, debió ser recibido por los Reyes en la misma Corte
cordobesa donde estaba cautiva y enferma la reina de Canaria. Posteriormente a
principios de octubre, después de
recibir con toda probabilidad el bautismo en el magno escenario de la Mezquita de Córdoba y
de ver
a su hija recién nacida, emprendería el viaje de vuelta, no sin antes
haber sellado una capitulación casi incondicional, con muy pocos derechos;
entre ellos, los de ostentar la propiedad del valle de Guayedra, “donde estaba
el espíritu de sus antepasados”, y el de
garantizar protección para las libertades y costumbres de los canarios;
y muy gravosos deberes, como los de aceptar la sumisión a los Reyes Católicos,
cristianarse, contribuir sin armas a la pacificación de Gran Canaria y combatir
junto a los españoles en las campañas de
conquista de las islas de La
Palma y Tenerife..
Una nueva cita de Marín de Cubas
(7) puede resultar esclarecedora acerca de los motivos de la entrega voluntaria
de Tenesor cuando explica que en la cueva donde fueron apresados los canarios
“algunos dormían con mujeres y la espía dijo que el uno de ellos que tenía una
mozuela era el Guanarteme de Gáldar, que por sus amores vino allí”. En nuestra
opinión estas palabras, puestas en boca del informante Juan Mayor se prestan a
confusión, mereciendo otra interpretación: lo que el Guanarteme habría
comunicado al “lengua” es que se entrega en el lugar pactado, en compañía de
sus leales, por amor a su mujer.
Asimismo, un trabajo de profesor Wölfel (8)
precisa la imposibilidad de una captura a tenor de la forma en que esta se
produjera y en el modo en que fuera recibido por el general de Vera según
atestiguan las crónicas (9), decantándose claramente por la hipótesis de una
entrega voluntaria aunque yerra en cuanto a los motivos de la misma y a la
fecha del evento.
Puesto que Abenchara fue capturada, como señala el
profesor Ladero, a mediados de 82 y
alumbra a su hija Catalina a finales de septiembre en el Alcázar de Córdoba,
tuvo que ser en ese mismo verano cuando Fernando habría acordado su entrega,
aceptando o incluso proponiendo que Abenchara
fuera canjeada por su vasallaje a los Reyes de España. Es la única
posibilidad que contempla de recuperar a su mujer y a su futura hija. Así, después de recibir el bautismo, regresa
de inmediato a Gran Canaria ( 0), embarcando a principios de octubre, en el
Puerto de Santa María en la nave fletada por Miguel de Mujica (11). El 24 de
este mes, será recibido en Las Palmas por Pedro de Vera quien muestra su
sorpresa y satisfacción por la antelación
con la que llegan los esperados refuerzos y bastimentos ( 2). Después de hacer honores al general,
Fernando Guanarteme, desde el Real, envía emisarios a sus súbditos de Gáldar
para cumplir con la capitulación. Más tarde abandona con sus guayres el
Real, sin custodia alguna, y se dirige
hacia el interior de la isla. Es efectivamente en noviembre de 82 cuando tiene lugar el tagoror de Cendro
en que el Guanarteme converso trata de convencer a los gobernantes de Telde de
sellar la capitulación, alzándose en su contra Tasarte, junto al recién
coronado guanarteme Bentejuí, para continuar con la resistencia.
Este primer viaje de Fernando
Guanarteme a la Corte
no está bien documentado y ya hemos advertido que los especialistas confunden
la fecha de su “captura”, que, según Rumeu y Ladero, se realiza un 2 de febrero de 8 , una fecha “imposible”, pues tenemos la
certeza histórica de que a finales de 1482 ya participa del lado castellano en
la batalla de Ajódar, y de que está presente, a principios de 8 , en el cerco del Bentayga, para ser
protagonista en abril de ese mismo año de la capitulación de Ansite, por lo que
su entrega a Alonso Fernández de Lugo y
su estancia en Córdoba tuvo que ser muy
anterior, en el verano de 82, como
creemos estar demostrando.
Morales Padrón ( ) y Santiago y Rodríguez ( ) son los investigadores que, hasta ahora,
más se acercan a la verdad cuando plantean la hipótesis, a la vista de las
Cuentas de la Conquista ,
de un primer viaje a la
Península a mediados de
82 pero sin atreverse a reconocer la extorsión a la que se somete al
guanarteme. Prefieren hablar de que este acompaña a su mujer embarazada hasta la Corte y de que la Reina de Canaria ha de
permanecer allí como rehén tras haber alumbrado a su hija. Recordemos que el
propio Ladero (15) defiende que Abenchara, de la que no sabe su nombre, fue
capturada con antelación a su esposo por lo no es razonable aceptar la
posibilidad de que viajara como acompañante. El único cabo suelto que debemos
reconocer en nuestras conjeturas es la cortedad de ese primer viaje. Pero
sabemos de las urgencias de los Reyes para conseguir que el cautivo Fernando
Guanarteme regresara cuanto antes a la isla para así culminar la conquista de
Gran Canaria, como bien recoge Marín de Cubas a través de sus privilegiadas
fuentes, cuando Fernando el Católico insta al Guanarteme a volver “luego que fuese cristiano, con la brevedad
posible”.
Si un viaje entre Gran Canaria y
Andalucía podía durar entre una y dos semanas (
0 días tardó en llegar la flota de Juan Rejón que determinó la fundación
del Real de Las Palmas), debemos calcular tres semanas para el viaje en barco
de ida y vuelta y al menos dos meses para, después de presentarse ante los
Reyes en Córdoba y ser allí bautizado, esperar la leva que hace Miguel de
Mujica en Vizcaya de ballesteros y colonos para después retornar al puerto de
Santa María y poner rumbo al puerto de Las Isletas. Todo esto debe suponer un
mínimo de tres meses y puesto que existen pruebas, en las Cuentas de la
conquista, de que el barco de vuelta parte a “primero día de octubre de 82” desde el Puerto de Santa María, tuvo
que ser a principios del verano, poco después del rapto de Abenchara, cuando
Tenesor debió entregarse a las cuadrillas de Fernández de Lugo y Hernán Peraza
con la mediación del intérprete Juan Mayor. Concluimos en consecuencia que
tiempo antes de nacer su hija él ya había acordado su entrega.
Tenemos dudas acerca del lugar
donde se dice que fue bautizado. Algunos autores hablan de Calatayud,
confundiendo este viaje con el realizado en
8 por un guanarteme de Telde, cuyo nombre desconocemos, aunque el
investigador Rumeu de Armas no duda en
identificarlo como Armide Yacocon, también reconocido en las crónicas como
Aymedeyacoán, hermano del en esas fechas fallecido rey de Telde Ventagoo y
padre de la princesa Tenesoya. Otros sitúan equivocadamente el evento en Toledo
por el hecho de que quien dirige la ceremonia es el recién nombrado Arzobispo
de Toledo Don Pedro de Mendoza. Otros, como Rumeu y Ladero, sin documentación
de apoyo, lo sitúan en Madrid porque datan incorrectamente el hecho en febrero
de 8 cuando los Reyes Católicos
efectivamente se encontraban en dicha localidad.
Pero sabemos que en el verano
de 82 los Reyes están en Córdoba y
si, como ya hemos dicho, abandonan esa ciudad a principios de octubre, al mismo
tiempo que el guanarteme emprende su viaje de vuelta, hemos de concluir que la
ceremonia de su bautismo se oficia en la misma Ciudad de Córdoba.
Nos apoyamos de nuevo en el
documentado Marín de Cubas quien comenta en relación con el lugar del evento:
“…hasta llegar a Calatayud por el camino de Córdoba donde estaban sus altezas,
saliendo gran concurso a verlos por los caminos, y sentían mucho que los
reputasen en el número de los moriscos y estos eran los más que venían a
verlos”. Creemos que Marín corrige el documento original y por confusión con el
viaje del Guanarteme de Telde de 8
cita el lugar de Calatayud. Pero es evidente que no tiene ningún sentido decir
que Calatayud (Aragón) está “en el camino de Córdoba (Andalucía), donde están
los reyes”. La descripción que hace, por otra parte, de la existencia de
numerosos espectadores al paso de la comitiva, mayoritariamente moriscos, nos
hace pensar que la escena se desarrolla en Andalucía y no en Madrid. ¿Por qué se
empeñan los investigadores en llevar la ceremonia a Madrid cuando en las
propias Cuentas de la
Conquista se certifica el pago del traslado de ida y vuelta
del Guanarteme desde Sevilla a Córdoba en 1482 (16) y cuando en la Información Guanartémica
de 2 se recoge la declaración de Don
Fernando de Álvarez que “este testigo lo vido después de baptizado en la ciudad
de Córdoba donde a la sazón estaban sus altezas”?
De confirmarse esta hipótesis, el
templo en que se realiza la ceremonia de bautismo del rey canario y de algunos
de sus guayres acompañantes (que recibieron como presentes las tierras de
Agumastel, Las Isletas y la costa de Guanarteme) hubo de ser la misma
Mezquita-Catedral de Córdoba, por la proximidad de una cuadra hasta el Álcazar
Nuevo donde está el Palacio Real y por la magnificencia del acto que se
describe en las crónicas, oficiado por todo un Arzobispo.
En la ciudad de Córdoba, tras el
retorno del guanarteme, permaneció Abenchara todo un año como rehén. Nada más
llegar, debió haberse producido la ceremonia de su bautizo, mientras estuvo
cerca de la muerte, recibiendo un nombre cristiano que según Suárez de Quintana
es Ana y según Nuñez de la Peña
es Juana Fernández ( 7).
A pesar de las numerosas
contradicciones en que incurren los genealogistas valoramos el trabajo
realizado por Miguel Rodríguez Díaz de Quintana ( 8), y postulamos que Abenchara es la misma
persona que él reconoce como Juana Fernández, la madre de Margarita y Catalina,
y que este autor, inexplicablemente, no relaciona con la reina de Canaria,
cautiva en el Alcázar de Córdoba. Nos decantamos por tanto por el nombre de Juana, apoyándonos
asimismo en la posibilidad, no contrastada, de que Juana, la hija de los Reyes
Católicos, la que fuera más tarde Reina de Castilla, que contaba en aquel
momento con años de edad, haya sido
testigo de su bautizo.
Nada sabemos de cómo transcurrió
el encierro de Abenchara madre hasta que por fin pudo regresar a Gran Canaria.
Imaginamos que, después de sellada la Capitulación de Córdoba y recuperada su salud, su
estancia en el Alcázar fue todo lo plácida que puede ser la vida de una cautiva
por mucho que sea su prisión un palacio real, es decir, añorando su tierra, su
familia y la libertad perdida. En las cuentas del Alcaide del Alcázar se dice:
“gasté con la dicha reina de Canaria, de su mantenimiento de once meses y medio
que la tuve en mi poder, hasta quince días de agosto que la entregué a su
marido por mandado del Rey nuestro señor, para llevarla a su tierra…,
000 maravedíes”
Es efectivamente, con
posterioridad a la capitulación de abril en Ansite, probablemente en julio,
después de un triste beñesmén, cuando Fernando Guanarteme, una vez entregada en
Las Palmas su sobrina Arminda Masequera y su hija Guayarmina, la esposa del
inmolado Bentejuí, viaja por segunda vez a la Corte , situada nuevamente en Córdoba, para acudir
al rescate convenido. La entrega está fechada, como dijimos, a de agosto de, momento a partir del cual
regresará a la isla acompañado de Juana, su esposa, y de Catalina, su hija
pequeña. Ambas llevarán en su honor los apellidos Hernández o Fernández, como
indistintamente se escribía en el lenguaje de la época, y Guanarteme.
Durante este segundo viaje el
Guanarteme canario va a tener la oportunidad de compartir el séquito del Rey
Fernando con otro ilustre cautivo, el rey de Granada, Boabdil el chico (9),
pues ambos fueron exhibidos por las calles de Córdoba como símbolos de poder.
Boabdil será pronto liberado de su cautiverio, pudiendo regresar a su país, al
igual que había sucedido con el Guanarteme, con la finalidad de provocar la
guerra civil, lo que habría de favorecer
los intereses castellanos. Marín de Cubas nos lo cuenta a su modo: “Vino
a visitarle y estuvo con Guanarteme tres días Muyel Adaly, rey de Granada llamado
el Chico porque, vivo el padre, reinó él”.
Rumeu habla de otro viaje del
Guanarteme en 8 visitando Sevilla y
Córdoba para defender los derechos de
los canarios esclavizados. Señala como prueba una Real Cédula de 0 de agosto de ese año desagraviando a los
aborígenes expulsados de las violencias de que eran víctimas. Entendemos que
este viaje, mientras no haya otras pruebas que lo confirmen, no puede ser dado por
cierto pues dicha cédula pudo ser promovida, como defiende el profesor Wolfel,
por el Obispo Frías, a instancias del propio Guanarteme, quien en el viaje
anterior de, según el propio Rumeu, antes de embarcarse para Gran Canaria,
estuvo en la ciudad de Sevilla y “al contemplar la suerte de los canarios allí
desterrados, solicitó para ellos un trato de favor consiguiendo de momento el
retorno de cuarenta de ellos,…
encomendando al Obispo Juan de Frías la defensa de los indígenas
maltratados”. Coincide por otra parte dicha cédula con el año del fallecimiento
del Obispo lo cual puede no ser una simple coincidencia.
En el tercer viaje probado de
Fernando Guanarteme a la
Península , este acude a la Corte española acompañado por dos de sus hijas:
Margarita Fernández (Guayarmina) que está encinta, y que va a dar a luz en España a su hija María de Carvajal
Guanarteme (20) (otro nombre de una infanta real que en aquel momento contaba
con dos años de edad) , y Catalina Hernández, la niña que nació en Córdoba, la
llamada en el documento de Simancas “Catalina la canaria” (2 ) quien pasó a ser
con años la menina de la infanta María.
Recordemos que son de la misma edad y origen pues ambas nacieron, como ya
anticipamos, entre las paredes del Alcázar de Córdoba en el verano de 82.
Los motivos del viaje no están
claros. Quizá la reivindicación de mejores condiciones de vida para él y su
familia. Según testimonio de Rumeu sabemos que en 87, durante ese viaje, el Guanarteme tuvo
que presentarse ante el que más tarde será Obispo de Málaga, Don Pedro de
Toledo, Limosnero Mayor de los Soberanos, en demanda de auxilio. En su libro de
cuentas se lee todavía esta curiosa partida: “Di a Guanarteme, rey que fue de
Canaria, entretanto que su alteza lo despachaba, cuatro reales para comer”.
La evidenciada penuria del
guanarteme podría explicar la dejación de la niña en la corte al no poder
sostenerla o quizá podemos pensar que el viaje se haya realizado ex profeso
para incorporar a la niña como menina a instancias de los Reyes y por ello
iría, dada su corta edad, acompañada de
su hermana mayor.
Ultílogos
Juana Fernández
Nos preocupamos en todo momento
por saber qué fue de Abenchara. ¿Por qué no acompaña a su familia en esta
expedición? Puesto que su hija menor es muy pequeña, tiene tan solo cinco años,
debemos pensar que o bien ha contraído nuevos esponsales o no está en
condiciones de afrontar el viaje por deterioro de su salud. Hemos optado por
esta última posibilidad a sabiendas de que difícilmente una madre iba a
desprenderse de una hija tan pequeña a menos que hubiera asumido previamente,
por su bien, su incorporación a la
Corte al servicio de una Infanta. Pero lo cierto es que no
tenemos constancia de los derroteros de su vida, salvo en una dudosa reseña del
genealogista contemporáneo Miguel Rodríguez Díaz de Quintana para quien Juana
Fernández, apoyando la primera de las
posibilidades citadas, habría sido “una mujer notoria en la Villa de Gáldar y madre de
varios vástagos reales, tanto habidos con don Fernando como con su hermano
Maninidra y aun con otros nobles sujetos de la principal élite masculina de la
corte”.
Fernando Guanarteme
Del Guanarteme tenemos también
una nebulosa acerca del fin de sus días. Tras la conquista de Tenerife, según
algunos autores, Fernando pasa a residir a La Laguna donde tiene varios hijos con Inés, una
esclava guanche, esposa del también guanche Cristóbal Hernández de Taoro. Allí
moriría muy viejo, según esta errónea versión de los hechos, en torno al año 9, con más de noventa años, habiendo
hecho testamento en 2 ante el
escribano Antón Vallejo.
En nuestra opinión estos autores
confunden el testamento de Fernando Guanarteme que, de existir, no ha
aparecido, con el de un familiar suyo que ostenta su mismo nombre tras su
muerte. Como prueba de ello argumentamos que en dicho documento no se cita ni
se reconoce a las hijas grancanarias Ana, Margarita y Catalina y además se
aduce, para realizar dicho testamento en
2, un motivo (“por cuanto yo voy en la armada que el Rey nuestro Señor
envió a hacer en estas Islas contra el Reino de Francia”), que es imposible de
aplicar al viejo Fernando Guanarteme, pues si viviera entonces habría superado
los 80 años no pudiendo por ello formar parte de ninguna leva. Acerca de este
Fernando Guanarteme II, que asume el nombre de su egregio deudo, sabemos, por
una de sus declaraciones ante escribano, que ha nacido en torno a 70 lo que equivale a decir que tenía más
de 45 años cuando, entre otros, firma en 1514 la famosa petición de exención
para las cabalgadas en Berbería. Se trataría por tanto de un segundo documento
incorrectamente atribuido a Tenesor Semidán, quien habría fallecido mucho
antes.
Así pues nos decantamos por creer
lo que se dice en la
Información solicitada por su hija Margarita Fernández
Guanarteme (Guayarmina) quien deja constancia de que su padre ”de los trabajos
que padeció en la conquista de ellas adoleció en tiempo que estaba de partida
para la Corte
de sus Majestades y de la dolencia falleció de la presente vida pobre y
necesitado”.
Catalina Hernández
De quien sí podemos fijar la fecha de su muerte es de su hija Catalina,
de quien hasta hace muy poco se pensaba que había fallecido de niña al no
tenerse noticias posteriores. El profesor Lobo Cabrera (22) ha rescatado un
testamento y tras su estudio sostiene que se corresponde con la última voluntad de Catalina Hernández, la hija del Guanarteme
nacida en Córdoba. No es por tanto, como dice la tradición genealógica,
Catalina de Guzmán, la sobrina del Guanarteme, quien contaría en aquella fecha
con más de 20 años de edad, la que entró en
87 al servicio de la infanta María como menina. Argumentamos en favor de la opinión del profesor Lobo Cabrera
que las meninas, como dice el Diccionario de la Real Academia , son
por definición “Miembros de la nobleza que en la corte española entraban desde
niñas al servicio de la familia real”. Apoya este argumento el contenido del
documento de Simancas citado en el que se consignan los gastos de una cama para
Catalina la canaria: una arroba de lana para los colchones y media arroba para
dos almohadas, puesto que se puede deducir, dado su escaso peso (una arroba en la Castilla de esa época
equivalía aproximadamente a 2
kilos), que se trata de colchones y
almohadas para la infanta y su menina de corta edad que duermen en la misma
habitación.
Cuando ya es una doncella, aquella
menina regresará a Gáldar, teniendo numerosa descendencia de tres diferentes
maridos: el castellano Pedro de Vega, a quien entendemos que se haya otorgado
el apodo de “El Rey” (con quien tuvo dos hijos) el navarro Adán Acedo (con el
que tuvo dos hijos y dos hijas) y el indígena canario Blas Rodríguez (con el que tuvo una hija). Con dicha prolija
descendencia enlaza, después de dieciséis generaciones, una parte importante de
la población grancanaria actual. Los tres matrimonios se sucedieron sin que
hubiera enviudado. Parece que como princesa canaria, “hija de don Hernando de
Guanarteme, rey que fue de esta Isla” conserva el privilegio de repudiar a su
maridos y tener nuevos enlaces al modo en que lo hacían las mujeres indígenas.
Sabemos igualmente que era una mujer muy católica, no en vano pasó gran parte
de su infancia en la Corte
junto a Isabel I y las infantas reales,
y que vivió con mucha penuria al final de sus días, viniendo a morir a
Agüimes en febrero de 2 , a la edad de años, en casa de una persona de su
familia, aquejada de la peste, epidemia que había asolado la isla dos años
antes.
Recapitulación final
Debemos recordar que este relato
que hemos fundamentado históricamente, tuvo un precedente mejor conocido: el
rapto de Tenesoya y su canje posterior, para recuperarla, por un numeroso grupo
de rehenes cristianos, hechos que cantaran bellísimamente Cairasco de Figueroa
en octavas reales en el siglo XVI y
Néstor Álamo en preciosa prosa poética en el siglo XX (2 ).
Pero esta vez es el propio
Guanarteme quien se ofrece a sí mismo en sacrificio de rendición para recuperar
a su mujer y a su hija lo que dota de una justificable debilidad humana a
personaje tan controvertido y coloca en insostenible situación a los métodos de
la conquista castellana que no pueden ser justificados éticamente ni siquiera
en el contexto bajomedieval, como muy bien se refleja en la tradición
caballeresca cuando Guzmán el Bueno, en
29 , no rinde la plaza de Tarifa ante los denostados, por inhumanos,
sitiadores benimerines aun a sabiendas de que abocaba a su hijo a la muerte.
En este caso hablamos de una
estratagema urdida para forzar la toma de Gran Canaria utilizando como rehenes
a una mujer y a una niña pequeña. Ni la crueldad inherente a los tiempos de las
guerras de reconquista ni el fanático catolicismo de los reyes, para quienes
los nativos no serían más que unos bárbaros infieles, permiten dar amparo a
tamaña iniquidad histórica.
NOTAS
Deseamos glosar la excepcional
utilidad en esta modesta investigación de la obra “Historia de las siete islas
de Canaria” de Marín y Cubas que aparece citada constantemente en estas notas.
Como bien dicen Millares Torres y
el profesor Wölfel, Marín de Cubas maneja fuentes primarias que no conocen
otros historiadores lo cual se refleja en los textos copiados, organizados a
modo de un conjunto de traslados (copia y pega que diríamos ahora) con un
estilo propio del siglo XVI del manuscrito fechado en 87. La edición publicada por la RSEAP del Las Palmas se
corresponde sin embargo con el manuscrito fechado en 9 que viene a ser la nueva redacción que da
Marín a los textos antiguos que había recopilado. El autor introduce en esta segunda redacción numerosos añadidos
erróneos que debieran ser limpiados en una edición crítica del primer original
manuscrito como demandaba mi viejo profesor de Hª de Canarias Don José Régulo
Pérez en el Proemio de la publicación citada. Solo así se explica que se
describan detalles de la batalla del Guiniguada o del almuerzo de los canarios
en el Palacio Real o del despeñamiento
de una nativa para evitar ser capturada
como esclava, como si estuvieran siendo vividos por el narrador. En conclusión
pensamos que ante la obra corregida de
Marín, sin algunos aditamentos del
segundo manuscrito, estaríamos dando nueva lectura a fuentes primarias de
excepcional valor histórico que podrían suponer una revisión de los hechos de
la conquista castellana de Canarias a tenor de su probada verosimilitud.
.
LADERO QUESADA, M.A,: “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria”, en
Anuario de Estudios atlánticos nº 2
Madrid-Las Palmas, 9 , p.27
La torre de Agaete se terminó a
fines de septiembre de 1481
2. FRAY JOSÉ DE SOSA: “Topografía de la isla
afortunada de Gran Canaria”, Ediciones del Cabildo Insular de
Gran Canaria, 99 , p.
9
2
“Visto por el capitán general
Pedro de Vera la aspereza de la tierra, el ánimo y soberbia de la gente y que
la suya, aunque españoles valientes, cada día apocándose, iba a menos, despachó
aviso a la Corte
de lo que sucedía pidiendo socorro a los señores reyes y sus majestades le
enviaron mucha gente, bastimentos y municiones. Con la mayor parte de este
socorro vino Alonso de Lugo el cual
asistía en el puerto de Agaete donde habían hecho los españoles una torre de
fuertes tapias de la cual muchas veces salía con los suyos a hacer presas y
correrías en los canarios y sus gruesos ganados y mieses sazonadas, siendo esto
mucha ayuda para conseguir más breve la conquista…Después vino también allí
Fernando Peraza, señor de la
Gomera y El Hierro por mandado del rey y ambos con sus
soldados lo hacían valerosamente”
. RUMEU
DE ARMAS “ El alcaide de Alcázar de Cordoba Juan de Frías, protector de la
reina de Canaria” Revista el Museo Canario XLIII 98
“Primeramente gasté con la reina
de Canaria, en el mes de septiembre de dicho año, que estuvo mal todo el dicho
mes, que me la entregaron doliente a la muerte, se gastaron en medicinas y
purgas y jaropes y otras cosas que fueron menester para su dolencia, y en un
maestro que la curó, 0 maravedíes”.
. TOMÁS
MARÍN DE CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de
Canaria”.Capítulo IX Folio Vuelto
“Se corría la tierra por todas
partes y entre los gomeros fueron muy señalados en fuerza y valor algunos
veinte que tuvieron luchas y desafíos celebres con los canarios. Saliendo
ciertos castellanos y gomeros de la torre de Agaete a traer ganado o cautivos,
cogiendo la playa de la mar, vieron salir de una cueva dos mujeres huyendo por
sobre unos riscos, la una era madre, algo anciana, y la otra, su hija, muy
hermosa, de mucho cabello y rubio con unos faldellines de pieles y lo demás
desnudo como en todas se veía. Estas, viendo llegar a querer subir el risco
tras ellas, arrojaron tantas piedras que mataron a un soldado, e hirieron a muchos
a la subida del risco de Tirma. Mas viendo la resistencia dos castellanos
subieron rodeando otro camino por unos
andenes bien peligrosos y pudiendo la más anciana huir y escaparse volvió sobre
la moza que se ponía en defensa y pareciéndole imposible escapar de cautiverio
le desenvolvió el cabello largo a la moza y dándose dos vueltas al brazo
derecho con él se arrojo del risco abajo trayéndosela consigo; se hicieron
pedazos y hoy llaman el Salto de las Mujeres. Hubo otras canarias que buscando
leña fueron sentidas de castellanos y también se desriscaron.
. TOMÁS
MARÍN Y CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de Canaria”
Capítulo IX Folio , RSEAP, Las Palmas
de Gran Canaria, 98 .
“Del Real de Las Palmas corrían
la costa hasta Maspalomas y Tirajana y cerca de Agüimes. En el barranco de
Guayadeque halló Pedro de Vera un canario con ganado que no huyó y preguntado
dijo que era cristiano y se llamaba Juan Mayor, natural de Lanzarote, que fue
de los muchachos que los vecinos mas principales, vasallos de Diego de Herrera,
trajeron treinta como en rehenes. Hablaba velozmente la lengua canaria y sabía
toda la isla a palmos. Era cautivo del Guanarteme de Galdar, y allí fue
preguntado por dónde asistía y qué era su intento, y queriéndose venir con
Pedro de Vera se lo estorbó, y le dijo que pasase a Agaete con Alonso Fernández
de Lugo y fuese espía de lo que pasaba, avisándole de todo, que se le daría el
premio merecido, y dio la vuelta al Real de Las Palmas”.
. RUMEU
DE ARMAS “El alcaide de Alcázar de Cordoba, Juan de Frías, protector de la
reina de Canaria” Revista el Museo Canario XLIII 98 .
“No estará de más señalar algunos
antecedentes que enmarquen el acontecimiento. Fernando el Católico se presentó
en la ciudad de los califas el 29 de marzo de 82, mientras su esposa la reina Isabel,
algo retrasada en el viaje, demoraría la entrada hasta el 2 de abril. Los monarcas se alojaron en el
llamado Alcázar Nuevo, espléndida residencia en la que van a permanecer hasta
el primero de octubre, una vez finalizada la campaña del año indicado. En un
orden estrictamente familiar hay que señalar el alumbramiento por la reina
Isabel, el 28 de junio, de la
Infanta María , llamada con el tiempo a ser reina de Portugal
por su matrimonio con Manuel I el Afortunado”.
7. TOMÁS MARÍN Y CUBAS: “Historia de la
conquista de las siete islas de Canaria”
“Juan Mayor, cumplió tan bien su
palabra, que en pocos días de asistencia de espía fue de mucho provecho. Le
trajeron nuevas al alcaide de que en un lugar junto al pueblo de Gáldar, en una
cueva que mira al nacer del sol, habían entrado ya cerca de noche quince
hombres que allí han de dormir. Fueron tres cuadrillas con la espía, rodearon
la cueva y entraron donde estaban dormitando, que sin poderse menear ni aún rodear
fueron presos y atados; y algunos dormían con mujeres y la espía dijo que el
uno de ellos que tenía una mozuela era el Guadartheme de Gáldar, que por sus
amores vino allí. Llegados ante el alcaide Lugo y los demás fue mucha la
alegría que hubo con tan buena presa. Se dio luego la nueva a Pedro de Vera.
Antes de romper el día llegó el propio con la carta. Fue de sumo gozo la
prisión del rey Guayedra que era el que tantos males nos había hecho y ya nos
juzgamos libres de tantos trabajos por haber dado fin a tantas fatigas como se
padecían en Canaria”.
8.
DOMINIK JOSEPH WÖLFEL “Don Juan de Frías: El gran conquistador de
Canarias” Museo canario 9
“Las circunstancias de la prisión
prueban que entonces hubo una entrega voluntaria del guanarteme a los
conquistadores y no una prisión. Irse a dormir tan cerca de los españoles, sin
centinelas ni guardias, hubiese sido una tontería más que un atrevimiento. Pero
el guanarteme va al Real de Las Palmas como huésped muy honrado y no como
prisionero. Alonso de Lugo le acompaña, no le lleva. No hay tentativas de los
indígenas de libertarlo, el gobernador Pedro de Vera va a su encuentro con
pompa, no con aparejo de guerra; le abraza, le da todos los honores debidos a
su rango, y en el Real es tratado como huésped distinguido y no como
prisionero. El alcalde mayor lo acompaña como el mejor intérprete y cuando
vuelve de la Península
se pone el guanarteme a la cabeza de un ejército de indígenas cristianizados.
Todo esto sería un enigma, si no tuviésemos ahora su clave”.
9. TOMÁS MARÍN Y CUBAS: “Historia de la
conquista de las siete islas de Canaria”
“Envió Pedro de Vera que se lo
enviasen bien guardado de los suyos, no se lo quitasen, señalando el día y que
irían de acá por el camino del Bañadero a encontrarlo y que no se malograse lo
que tanto había deseado. Salieron las espías delante habiendo caminado tres
leguas casi camino de Guía. Divisamos la gente y su acompañamiento que se nos
venía a juntar después de la bajada del risco. Causó en todos el regocijo que se
podía esperar. Venía a pie con doce camaradas; le recibió Pedro de Vera a pie, le echó los brazos al
cuello, y con él venía Juan Mayor por intérprete que fue muy acariciado de
Pedro de Vera, afianzándole su servicio. Le
llegaron un caballo de diestro muy aderezado y con dos hombres y no fue
posible querer subir en él, y vinieron a pie el rey y los suyos. Salió toda la
gente del Real a recibirle con salva, que mandó Pedro de Vera, dando gracias a
Dios de ver en semejante estado la conquista y teniendo presente la causa de
tantos males padecidos que allí tuvieron fin”.
0.
TOMÁS MARÍN Y CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de
Canaria”
“Hospedáronse en el palacio real;
asistían juntos y estando para sentarse a comer a la mesa y puestas las sillas,
entró a verlos el rey y luego el camarero volvía los espaldares a la mesa, y
dijo Su Majestad que no dejasen de comer y que se sentasen, y Guayedra volvía
la que le tocaba a él solamente para que el rey se sentase, y que él quería
servir en pie. El rey los mandó sentar; obedecieron, el uno como debiera estar
se puso y los otros, como estaban las sillas vueltas, sin poder comer hasta
después. Comía el Guayedra poco y desabridamente y preguntado por el rey qué
manjar o comida le sería de mas apetencia dijo: por ahora unos datilitos y un
puño de gofio de la cebada de mi tierra. Mandó el rey, que luego, que fuese
cristiano con la brevedad posible los volviese Miguel de Mujica que había
enviado a Vizcaya a recoger
200 hombres y algunos aventureros
para que quedasen en la isla después de allanada a lo que se ofreció Guayedra y siendo cristianos fuese la isla
toda por suya y volviesen a ella todos
los canarios que estuviesen fuera libremente. Se bautizó con solemnidad real.
Fueron padrinos el rey y la reina. Le echó agua el arzobispo de Toledo, don
Pedro Gonzalez de Mendoza. Se llamó don Fernando Guanarteme”.
. LADERO QUESADA, M.A,: “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria”,
en Anuario de Estudios Atlánticos nº 2
Madrid-Las Palmas, 9 ,
“Relación de la partida de Michel
de Moxica e de las cosas que llevó.
Parece, por una carta firmada de
Miguel de Moxica, su fecha en la villa del Puerto de Santa María a primero día
de
octubre de 82, por do paresce que a la sazón partió el
dicho Michel de Moxica para la
Grand Canaria ,…”
2.
TOMÁS MARÍN DE CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de
Canaria”
“Pidió por merced le concediesen
los riscos y dehesas para criar ganados llamados de Guayedra y juzgando el rey le concedía alguna gran
ciudad u otra cosa fue muy satisfecho. Tendrá de largo más de media legua y muy
poco de ancho. A los otros concedió el Aumastel, la Isleta y la costa de mar
llamada Guanarteme, cerca del puerto.
Los demás camaradas no se
hicieron cristianos. Dio por merced a Juan Mayor la vara de alguacil mayor por
toda su vida, y después pueden suceder en ella los de su familia primero que
otra. Encargó mucho Su Majestad a Miguel
el cuidado de volverlos a Canaria con mucho regalo y asistencia y que
procurase dar fin a la conquista con los mejores modos y medios, que en ello se
requería. Recogidos 200 ballesteros por su cuenta y ciento aventureros a la
fama de buenos repartimientos salieron para Canaria a principios del mes de
octubre de 7 (?). Llegaba don Fernando
Guanarteme al puerto de las Isletas el jueves 2
de octubre del mismo año; fue mucho el gozo de Pedro de Vera por saber
cómo tan bien le había ido y mandó a
Hernán Peraza, que dejando los gomeros a su cuidado, este fuese con doña
Beatriz a la Gomera ;
vino al Real a besar la mano a Pedro de Vera y se fue haciendo muchas ofertas y
cumplimientos”.
. MORALES PADRÓN, FRANCISCO “Canarias, crónicas de su conquista”,
Ediciones del Cabildo Insular de
Gran Canaria ª edición, 2008, pag.
“…Hasta el momento la documentación,
las crónicas, las conjeturas e hipótesis autorizaban a tratar un cuadro del
trienio 8 - 8 tal como lo dibujamos seguidamente:
- En 1480 u 81 muere Doramas, se verifica
una pacificación parcial de los canarios mediante un pacto con un
guanarteme anónimo que viaja a
Calatayud.
- En
82 Hernán Peraza desembarca con sus gomeros y se sitúa en Agaete junto a
Alonso Fdez de Lugo. Fruto de sus operaciones es la captura de Tenesor quien
viaja a Castilla en marzo-abril y allí es bautizado, retornando en octubre
acompañado de M. Mujica y J. Mayor que lo han llevado.
- En
8 el sometido Fernando Guanarteme colabora con los castellanos; los
indígenas refugiados en Bentayga y Ajódar, donde son atacados, huyen más tarde
hacia Ansite para rendirse en abril.
Las cuentas de la conquista
obligan a cambiar este escueto cuadro porque consta en ellas que a mediados
de 82 fue capturada una reina canaria
esposa del guanarteme, la cual permaneció en la península hasta agosto de 8 en que es entregada a su marido para
regresar junto con una hijita que ha parido en septiembre de 82. Tenemos pues al Guanarteme en la
metrópoli en 1483 y después del mes de abril… ¿No ha estado en la rendición
final según siempre se ha hecho constar?...
El enigma únicamente lo podemos
solventar considerando la posibilidad de:
. En
marzo-abril de 82 Fernando viaja a la
península con su esposa encinta que permanece allí. D. Fernando regresó en
octubre; no así la reina porque acababa de dar a luz y constituía un rehén.
2. En
8 , tras la rendición de abril, Fernando Guanarteme viajó nuevamente a
la península y recibió en agosto a su mujer e hija para retornar a Gran
Canaria.
Si las cuentas nos aportan esta
alternativa a costa de la reina de Canaria y su hijita amparadas por el Obispo
Frías durante el 8 en que son
entregadas a su señor, también las cuentas nos dicen que en enero de 8 la sumisión final se había dado pues se
abonaban sueldos a mílites que estaban en Gran Canaria peleando desde 1478,
1479,
1480, 1482 y 1483. También las
cuentas reconocen que en agosto de 1484 Miguel de Mujica era finado. Sabemos
que
cayó en el ataque a Ajódar. Las
cuentas respaldan pues la gran rendición de
8 …”
14. SANTIAGO Y RODRÍGUEZ, MIGUEL.
“Los viajes de don Fernando Guanarteme a la península y el final de la
conquista de Gran Canaria”. Homenaje a Elías Serra Rafols, 97 , Universidad de La Laguna Tomo IV, nota a
pie de página 0
“…Y es que Muxica, sin duda fue
el que acompañó al guanarteme a la
Corte cuando a ella fue por primera vez y en º de octubre de 82 embarcó para Gran Canaria, no en 8 ; también habría que suponer que la
“reyna de Canaria” fue aprisionada antes que Tenesor y llevada a Castilla antes
que él ya que estaba en Córdoba por lo menos en agosto de ese 82. ¿Y siendo aprisionada ella sola, no con
el rey, se le habría dado la categoría que se le dio y se le hubiesen
dispensado las atenciones que se le dispensaron de agosto de 82 a
de agosto de 8 ? Parece difícil
concebirlo…
LADERO QUESADA, MIGUEL ÁNGEL . “
El gobernador Pedro de Vera en la conquista del reino de Granada”
Anuario de estudios atlánticos
nº 2
9 p 0 -
La conquista continuó en los
meses siguientes: a mediados de 82,
la “reina”, esposa del “guadarteme” de Gáldar, todavía en rebeldía, y que tenía
en su poder buena parte de la isla, cayó prisionera de los castellanos al
parecer. Fue traída a Castilla, seguramente en el viaje que Miguel de Mujica
hizo por entonces, pues estaba ya en la península a finales de agosto. El 2
de febrero de 8 , su esposo fue
apresado y comenzó a colaborar con los castellanos; con esta ayuda la conquista
entró rápidamente en vías de liquidación, porque este segundo “guanarteme”
viajó a su vez a Castilla en abril de
8 , y fue recibido por los reyes en Madrid donde el cardenal Mendoza lo
bautizó con el nombre de don Fernando de Guanarteme . En el mes de agosto
seguramente regresó a Gran Canaria con su esposa, después de una estancia en
Córdoba y Sevilla.
. LADERO QUESADA, M.A,: “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria”,
en Anuario de Estudios atlánticos nº 2
Madrid-Las Palmas, 9 , p.
Relación de objetos recibidos por
Miguel de Muxica para su partida de El Puerto de Santa María en octubre de
1482…
Que dio o pagó más por el gasto de un escudero que fue por lengua con
Noguadarteme (sic) de Sevilla a Córdoba:
mil e quilla a Córdoba : mill e
quinientos maravedíes.
Que pagó por alquiler de un mulo
en que fue el dicho escudero que iba como lengua : setecientos maravedíes.
7.
RUMEU DE ARMAS,ANTONIO “ El alcaide de Alcázar de Córdoba Juan de Frías,
protector de la reina de
Canaria” Revista el Museo Canario
XLIII 98
“La identificación de la reina
resulta de momento imposible. En pleno siglo XVIII, con muy escaso valor por
tanto, el cronista Núñez de la
Peña la bautiza como Juana, mientras que el genealogista
Suárez de Quintana la denomina, en la gentilidad, Abenechara Chaveneguer y, una
vez cristianada, Ana Chaveneguer”.
8.
RODRÍGUEZ DÍAZ DE QUINTANA, MIGUEL
“Revista de la
Asociacion Canaria de Estudios Históricos Rey
Don Fernando Guanarteme Museo
canario p.
“No queda la menor noticia del
nombre de la que debió ser la progenitora de Catalina, hija del rey canario.
Conjeturamos que lo haya sido la celebérrima Juana Fernández, mujer notoria en la Villa de Gáldar y madre de
varios vástagos reales, tanto habidos con don Fernando como con su hermano
Maninidra y aun con otros nobles sujetos de la principal élite masculina de la
corte”
9.
RUMEU DE ARMAS, ANTONIO “Don Fernando
Guanarteme y las princesas Guayarmina y Masequera en la corte de los Reyes
Católicos. Revista de Historia Canaria Tomo XXX
9 y 9 La Laguna
“La ciudad de los califas le iba
a deparar el raro espectáculo de contemplar a otro monarca cautivo: el rey
Boabdil de Granada prisionero de los andaluces de resultas de la derrota de
Lucena. Relatan las crónicas que al Rey Católico le enorgullecía pasear a
caballo por las calles de Córdoba, llevando a diestra y siniestra a los dos
monarcas prisioneros”
20. DEL RÍO AYALA, JUAN. “Un dato
inédito sobre Margarita Hernández Guanarteme”
Determinados testigos confirman
en los documentos rescatados por este investigador que Margarita la hija de Fernando Guanarteme
(Guayarmina Semidán) fue con su padre a la península, estando embarazada de su
marido Hernando de Trejo y Carvajal y que allí nació su hija María regresando
después a Gáldar.
2 . LOBO CABRERA, MANUEL “Nuevos
datos sobre la descendencia de Don
Fernando Guanarteme”
Con ella se encariñó la infanta
María, la tercera hija de los reyes Católicos y por tal motivo fue incorporada
a su séquito residiendo en la
Corte por espacio de cierto tiempo; para ello hubo necesidad
de habilitarle una cama para su alojamiento. Así en las cuentas de la infanta
quedan registradas las siguientes partidas:
“Trece varas y media de lienzo de
presilla para una cama a Catalina la canaria y una arroba de lana para los
colchones que son 78 maravedís. Dos
almohadas de ras que costaron mrs.
y media arroba de lana para henchirlas a
mrs., que son 8 ”
22. LOBO CABRERA, MANUEL “Nuevos
datos sobre la descendencia de Don
Fernando Guanarteme”
“El testamento que acabamos de
describir corresponde a una hija de don Fernando Guanarteme, nombrada Catalina Hernández Guanarteme. Su
parentesco tan cercano con el Thenesor de Gáldar y su nombre fue lo que llevó a
los historiadores y genealogistas del siglo XIX a confundirla con Catalina de
Guzmán hasta tal punto que los matrimonios que tuvo aquella se le adjudicaron a
esta última. Por una parte se puede relacionar e incluso identificar con la
hija que en septiembre de 82
alumbraba en Córdoba la reina de canaria tal como se cita en Las cuentas de la
conquista de Gran Canaria y que todos los historiadores solo en base a que no
se vuelve a hablar de ella, la dan por muerta.
El segundo dato nos lo
proporciona Rumeu de Armas. Este nos dice que en el tercer viaje que hizo don
Fernando guanarteme a la
Península le acompañaban su hija Guayarmina, ya bautizada con
el nombre de Margarita, y su sobrina Masequera. Se puede dudar que en realidad
sea esta última puesto que solo se basa para identificarla como tal el que se
llamara Catalina… Posiblemente la que viajó fue la hija y no la sobrina.
23. La cita se refiere a las
conocidas octavas reales de Cairasco de Figueroa insertas en la traducción de
la
“Jerusalén libertada” de Torcuato
Tasso y a la obra de Néstor Álamo “Tenesoya Vidina y otros relatos”
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