domingo, 12 de octubre de 2014

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-XIX

 

 

La Princesa Guacimara

Isla de procedencia: Tenerife, Princesa de Anaga, Hija de Beneharo II, Casada con Ruymán hijo de Kebehi Benchomo.

La historia de Guacimara, princesa "real" de Anaga (tenerife),cuenta la leyenda que participó en las luchas contra los que intentaban desembarcar en las playas de Añaza.

Ocupó un papel importante en historias entremezcladas de ficción y realismo que hablan de su heroísmo de princesa y aristócrata que prefirió morir, arrojándose desde los acantilados antes que ser hecha una prisionera de los europeos colonizadores. Este suicidio-ritual, símbolo de su amor por la libertad, era precedido por el grito

"Vacaguaré" (¡Quiero morir!).

Amazona singular, al frente de su gente, arrogante se batía, la princesa Guacimara. Y cuentan que era tan bella y cuentan que era tan brava, y cuentan que tal hechizo escondía en su mirada, que más de un aventurero quedó en las playas de Añaza cuando no herido de cuerpo...herido de amor su alma.

"No puede morir jamás, quien de esclavo se libera, rompiendo para ser libre con su vida, las cadenas". (Alberto Acosta)

El amor de la princesa Guacimara

DICEN que cada día se levantaba al amanecer para contemplar el Teide y su manto desigual, ora de nieve, ora de ceniza. Y que le rezaba a aquel dios tan alto y tan bello, arrodillada en la tierra que le había dado el alma.
Guacimara encarna la épica y el sacrificio. Princesa guanche de Anaga turbó su alma cuando vio aparecer en lontananza las velas enemigas del español airado.
Cuentan que combatió hasta la arena de Añaza y que venció con su lanza a los guerreros que venían a arrebatarnos la dignidad y los rebaños. Su gesta fue ponderada en el maravilloso Poema de Viana, mitad crónica de guerra, mitad canto de amor.
"Y cuentan que era tan bella/y cuentan que era tan brava/y cuentan que tal hechizo escondía en la mirada/que más de un aventurero quedó en las playas de Añaza/cuando no herido de cuerpo/herido de amor su alma".
Hija de Beneharo, desposada con Ruymán, acaso la princesa guanche más bella de la historia, Guacimara manejaba con destreza las armas de su pueblo. De niña conoció todos los barrancos del reino y debido a su belleza despertó pasiones entre los varones de su entorno, que la amaban en silencio. Hasta que llegó Ruymán, heredero de Taoro, que la hizo suya en medio de amores de ida y vuelta, de oposiciones familiares y de presiones de conveniencia.
Arrogante y libre, Guacimara pertenece a nuestra historia más entrañable. Antes de caer en manos enemigas se lanzó al océano desde un acantilado y su sacrificio aumentó su leyenda. Su cuerpo acaso fue convertido en sirena y quizá aún nade, todavía más libre, por entre las olas del mar de las islas. Podemos fabricar nuestra mitología a partir de historias y leyendas tan bellas como la de la princesa indomable y el noble guerrero.
El español invasor quiso acabar con el pueblo guanche, pero la raza queda. Quedan los sentimientos, queda la razón y queda el orgullo, indiscutible, de un pueblo como el nuestro, que tiene el deber de reivindicarse ante la historia y ante nosotros mismos. Por eso queremos ser libres. Por eso queremos ser nosotros mismos.
Guacimara, princesa guanche, heroína de la defensa de Tenerife, realizada por los primitivos canarios, nuestros antepasados. Los que fueron traicionados en su nobleza por los asesinos a sueldo enviados por reyes lejanos. Pero queda la raza. Y su sacrificio. Y quizá su alma.
(Andrés Chaves )


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