La Princesa Guacimara
Isla de
procedencia: Tenerife, Princesa de Anaga, Hija de Beneharo II, Casada con
Ruymán hijo de Kebehi Benchomo.
La historia de
Guacimara, princesa "real" de Anaga (tenerife),cuenta la leyenda que
participó en las luchas contra los que intentaban desembarcar en las playas de
Añaza.
Ocupó un papel
importante en historias entremezcladas de ficción y realismo que hablan de su
heroísmo de princesa y aristócrata que prefirió morir, arrojándose desde los
acantilados antes que ser hecha una prisionera de los europeos colonizadores.
Este suicidio-ritual, símbolo de su amor por la libertad, era precedido por el
grito
"Vacaguaré"
(¡Quiero morir!).
Amazona
singular, al frente de su gente, arrogante se batía, la princesa Guacimara. Y
cuentan que era tan bella y cuentan que era tan brava, y cuentan que tal
hechizo escondía en su mirada, que más de un aventurero quedó en las playas de
Añaza cuando no herido de cuerpo...herido de amor su alma.
"No puede
morir jamás, quien de esclavo se libera, rompiendo para ser libre con su vida,
las cadenas". (Alberto Acosta)
El amor de la princesa Guacimara
DICEN que cada día se levantaba al amanecer para
contemplar el Teide y su manto desigual, ora de nieve, ora de ceniza. Y que le
rezaba a aquel dios tan alto y tan bello, arrodillada en la tierra que le había
dado el alma.
Guacimara encarna la épica y el sacrificio.
Princesa guanche de Anaga turbó su alma cuando vio aparecer en lontananza las
velas enemigas del español airado.
Cuentan que combatió hasta la arena de Añaza y
que venció con su lanza a los guerreros que venían a arrebatarnos la dignidad y
los rebaños. Su gesta fue ponderada en el maravilloso Poema de Viana, mitad
crónica de guerra, mitad canto de amor.
"Y cuentan que era tan bella/y cuentan que
era tan brava/y cuentan que tal hechizo escondía en la mirada/que más de un
aventurero quedó en las playas de Añaza/cuando no herido de cuerpo/herido de
amor su alma".
Hija de Beneharo, desposada con Ruymán, acaso la
princesa guanche más bella de la historia, Guacimara manejaba con destreza las
armas de su pueblo. De niña conoció todos los barrancos del reino y debido a su
belleza despertó pasiones entre los varones de su entorno, que la amaban en
silencio. Hasta que llegó Ruymán, heredero de Taoro, que la hizo suya en medio
de amores de ida y vuelta, de oposiciones familiares y de presiones de
conveniencia.
Arrogante y libre, Guacimara pertenece a nuestra
historia más entrañable. Antes de caer en manos enemigas se lanzó al océano
desde un acantilado y su sacrificio aumentó su leyenda. Su cuerpo acaso fue
convertido en sirena y quizá aún nade, todavía más libre, por entre las olas
del mar de las islas. Podemos fabricar nuestra mitología a partir de historias
y leyendas tan bellas como la de la princesa indomable y el noble guerrero.
El español invasor quiso acabar con el pueblo
guanche, pero la raza queda. Quedan los sentimientos, queda la razón y queda el
orgullo, indiscutible, de un pueblo como el nuestro, que tiene el deber de
reivindicarse ante la historia y ante nosotros mismos. Por eso queremos ser
libres. Por eso queremos ser nosotros mismos.
Guacimara, princesa guanche, heroína de la
defensa de Tenerife, realizada por los primitivos canarios, nuestros
antepasados. Los que fueron traicionados en su nobleza por los asesinos a
sueldo enviados por reyes lejanos. Pero queda la raza. Y su sacrificio. Y quizá
su alma.
(Andrés
Chaves )
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